Capítulo V: The Last

Parte II

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¿Qué habría pasado de no haberse apurado? Tras dejar ese extraño sitio que acumulaba recuerdos, había logrado salir de la cueva para encontrarse con un mundo parecido al suyo. Entre caminos y ruinas logró llegar a una parte del bosque en que podían observarse varias irregularidades en el cielo. Parecía una batalla campal, con soldados entrando y saliendo con grandes pájaros desde la luna. Él también se sumó a la pelea, con tal de encontrar un método para entrar allí, lo que consiguió al hacer contacto visual con uno de los hombres y encerrarlo en un genjutsu para que fuera con él voluntariamente. No podía perder tiempo, pero quiso saber en qué se metía, por lo que no evitó torturar en su ilusión al enemigo, quien le contó cómo llegar al castillo de su jefe, Ōtsutsuki Toneri. Al descubrir que se trataba de una marioneta, le pareció raro que pudiera manipularla con su técnica, su creador debía ser muy poderoso. Aun así, lo logró. También supo exactamente sus planes: el casamiento con la princesa Byakugan y la destrucción del mundo shinobi.

El tiempo seguía corriendo, y lo estaba perdiendo con un juguete. Se subió al gran ave y voló hacia la luna, y no se detuvo hasta encontrar el castillo. A sus alrededores podían verse explosiones y más batallas en proceso. No pensó en ayudar, debía llegar al interior.

Cuando encontró lo que tanto buscaba, nada cuadraba. Hinata luchaba contra Naruto, quien apenas podía mantenerse en pie. ¿Por qué lo atacaría a él y no a su captor, ese que sonreía a sus espaldas?

Ella se movía casi mecánicamente... como una marioneta. Miró sus ojos, estaban vacíos.

Entonces se encontró frente a ella y hundió la mano en su pecho. Estaba siendo manipulada por algún jutsu. Ella lo vio y se desmayó, pero antes de caer al suelo, pudo sostenerla.

—¿Quién te crees que eres... para hacerle esto?

Rabia se acumulaba en su interior al punto de hacerlo temblar. Naruto debió presentir lo que le pasaba ya que se acercó sin decir nada.

—Sasuke...

—Naruto, cuídala —con delicadeza, dejó en los brazos de su compañero el cuerpo inconsciente de la muchacha —. Tengo asuntos aquí.

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Despertó exaltada y tomó una gran bocanada de aire. Su cuerpo se sentía liviano, como si hubiera estado apresado y logró liberarse de ello. Unos brazos la rodeaban, cuando enfocó la mirada, Naruto la sostenía mientras miraba algo en la distancia.

—Na-naruto-kun...

Los ojos celestes fueron rápido a ella y una sonrisa iluminó su rostro. La abrazó más fuerte.

—¡Has vuelto!

—¿Q-qué sucedió? —apenas podía respirar con el apretón, lo que el rubio debió notar porque la soltó y comenzó a inspeccionar su expresión.

—¿No recuerdas nada? Casi te casas, ¿lo sabías? Sin mencionar que me matas.

¿Casar? ¿Matar? ¿Qué había sucedido en realidad? El último recuerdo que podía recuperar era el de estar buscando el Tenseigan para destruirlo como le fue pedido antes de llegar al castillo.

Por favor, princesa, ayude a todos. El Tenseigan ha sido revivido y los Ōtsutsuki deben ser detenidos. Destrúyalo.

Una misión le había sido encomendada durante su travesía por las ruinas. Nada del pueblo quedaba, solo una ilusión que pudieron ver, pero que solo ella supo su objetivo. El clan Ōtsutsuki había alterado los ideales de Haruma, ellos querían destruir todo lo que él logro en la Tierra, y ella debía frenar esa locura. Fue así cómo intentó escabullirse en la búsqueda de esa arma, pero fue atrapada. Los ojos de su captor la miraron con odio antes de hacer brillar su puño y hundirlo en su pecho. Lo siguiente que supo fue que despertaba y Naruto la sostenía.

Sin mencionar que me matas.

Entonces entendió todo, había sido manipulada por Toneri. Intentó deshacerse del agarre del shinobi.

—L-lo siento, ¿te hice daño? G-gracias por detenerme.

—Descuida —la sonrisa de Naruto cobró más aire de alivio, antes de levantarse del suelo y ayudarla a ella también —. Y no me agradezcas, no he sido yo.

Un leve movimiento de su cabeza hizo que mirara en dirección a lo que él estaba pendiente antes de su despertar. Al final de la habitación, dos hombres se enfrentaban en una batalla sin fin. Toneri evitaba los ataques mientras llamas negras envolvían a su contrincante.

—Eso es...

—Amaterasu —completó Naruto —. Parece que Sasuke va en serio.

¿Sasuke?

Su corazón dio un vuelvo al escuchar su nombre. Entre alivio o expectación, no supo por qué. Desde la última vez que lo vio había pasado casi un año, y aún se sentía extraña al recordar su encuentro. No entendía qué le pasaba cada vez que alguien lo mencionaba, su mente volvía a sus días en el hospital o la prisión, e incluso al momento de la despedida en que él le pedía que se cuide.

Uchiha Sasuke y ella nunca habían interactuado hasta antes de la guerra, pero algo parecía querer que se encontraran una y otra vez. Pasaron de un primer instante del odio o el miedo de un encuentro cerca del lago, a la comodidad de una cena frente a una fogata. Aunque no se vieran por mucho tiempo, todo parecía normal, como si el destino quisiera que se llevaran bien.

Y ahora él estaba de regreso. ¿Lo habían enviado a socorrer a su equipo? ¿Cuándo regresó de su viaje? ¿Había encontrado la redención que tanto esperaba?

La lucha seguía y ella solamente observaba. Debía hacer algo antes que algo malo le pasara... les pasara. Se soltó del shinobi y salió en busca del artefacto que le pondría fin a todo. A sus espaldas, Naruto gritaba, pero ella lo ignoraba. Debía salvarlos.

No supo cuánto tardó, pero finalmente lo encontró. Estaba oculto en una de las habitaciones más alejadas. El gran objeto brillaba como si de un sol se tratara, y para destruirlo debía utilizar todas su energías.

Acumuló chakra en sus manos y lanzó un jutsu directo al centro, pero una especie de barrera invisible supo refrenarla y la empujó hacia atrás. Cayó al suelo, desestabilizada, por lo que su cuerpo entraría en contacto con este...

No fue así. Un brazo la asió de la cintura y la detuvo. No hubo necesidad de averiguar quién era, ya lo sabía.

—He cruzado todo un desierto, la aldea, una caverna y prácticamente la luna entera para que tú huyas sin siquiera saludar. ¿Qué clase de recibimiento es este, Hyuuga?

Su tono serio se hizo eco en su oído. No creyó volver a escuchar esa voz tan pronto. Giró la cabeza e hizo contacto con el rostro tan cerca suyo, sus ojos la miraban sin perder detalle. Rojo y violeta... Sintió una puntada en el pecho.

—Tú... mi pecho... F-fue Uchiha-san.

—Diría que lo lamento, pero no, era necesario.

La mantuvo rodeada por unos segundos que parecieron minutos. Se sintió extraño, como si pudiera pasar horas en esa posición, sin aburrirse ni alejarse. Ninguno mostró intención de moverse, pero ella sabía que tenían una misión que cumplir. Lentamente, tocó el brazo que la sostenía para bajarlo.

—D-debo destruirlo.

Sasuke comprendió a lo que se refería, y se alejó para posicionarse a su lado y observar el artefacto.

—Utilizaste casi toda tu reserva de chakra y aun así no le hizo ni un rasguño —se acercó para ver mejor en busca de un lugar para atacar —. Ponte a resguardo.

Su cuerpo comenzó a iluminarse de un color violeta, gran cantidad de chakra empezaba a fluir y acumularse. Una mano se posó en su hombro y se detuvo.

—S-solo un descendiente de Hamura puede tocarlo. Alguien distinto perderá su chakra.

Su rostro lucía alarmado, tanto que se había apresurado a prevenirlo para que no se dañara. Una sonrisa apareció en el rostro masculino, quebrando la imagen seria que siempre portaba. Alejó el cabello que había caído sobre su ojo izquierdo.

—¿Quieres compartir el poder del Rinnegan?

Claro, Uchiha Sasuke lo había adquirido del Sabio de los Seis Caminos. Si bien no era descendiente de Hamura, fue su hermano. No dejaría que probara él mismo si funcionaría, por lo que aceptaría ser ayudada. Con una tímida sonrisa bajó la vista y encontró la mano que la esperaba. Asintió y la tomó.

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En su mente seguía repitiéndose la misma imagen: cientos de Byakugan saliendo del Tenseigan. El plan había funcionado, Sasuke aportó todo su poder, el que canalizó y combinó con su chakra para destruir el artefacto. Acto siguiente, la habitación se iluminó con lo que creyó eran luces color plata brillante, hasta que una pasó frente a ella y la miró. Eran ojos, los mismos que su clan portaba. Todos los Ōtsutsuki que habían perecido habían sido usados luego para eso. Sasuke tomó su mano para sacarla de sus pensamientos. La instó a seguir, a buscar a los demás, sobre todo a Naruto, quien había quedado custodiando a su captor.

Salieron del castillo para encontrar al resto. Shikamaru revisaba una marioneta desarticulada en el suelo, Sai acomodaba otras en un montón. Sakura revisaba el pulso de alguien en el suelo mientras Naruto observaba, con un pie sobre el pecho de un maltrecho Toneri. Cuando más se acercaban, más se vislumbraba el cuerpo de esa persona, al punto en que su cara apareció a la vista: su hermana. Apresuró el paso y consigo llevó el peso del muchacho a su lado, había olvidado que seguían tomados de las manos.

—Eh, ¡Sasuke! Buen trabajo.

La voz de Naruto se hizo oír entre el silencio y ambos lo vieron. El rubio señalaba las distintas luces que se arremolinaban sobre ellos. Sakura volteó a verlos sorprendida antes el nombre que escuchó, pero su rostro reflejó una extraña mueca ante la imagen de ellos juntos, para luego bajar la mirada y seguir tratando a la menor. Sasuke la soltó para que pudiera llegar a su hermana.

Mientras él se dirigía hacia Naruto, ella se enfocó en Hanabi. Estaba dormida, sus ojos aún vendados. Acarició su cabellera y juró que todo estaría bien, que recuperaría su vista porque el enemigo ya había sido derrotado. Sakura seguía trabajando en silencio, sin siquiera mirarla. ¿Acaso había pasado algo?

—S-sakura-san — la llamó intrigada —¿Está todo bien?

—Sí, Hinata. No te preocup...—

Varios gritos y un estruendo interrumpieron el ambiente. Se sintió empujada y solo recuperó la estabilidad y el sentido de lo que sucedía cuando el polvo se dispersó. Sasuke la había apartado y la sostenía alzada de las piernas. Giró en todas direcciones para ver el motivo que había desatado aquello, y vio cómo Naruto había liberado a Kurama mientras luchaba con una masa sin forma brillante.

Por lo bajo, Sasuke se quejó.

—¿Hasta cuándo seguirá luchando? Estoy harto de este lugar.

La depositó en el suelo y se encontró al lado de su hermana y Sakura. Volvió a ver a Naruto y entonces comprendió todo, Toneri utilizaba los Byakugan como armadura. Intentó avanzar para ayudar, pero Sasuke se adelantó y la pasó para encargarse junto al rubio de la situación, no sin antes murmurar algo que solo ella escuchó:

—No quiero que salgas lastimada.

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Esa mujer no dejaba de sorprenderlo.

El Ōtsutsuki había absorbido los Byakugan en su cuerpo y activado un jutsu que controlaba las marionetas dispersas por el lugar; a su vez, una bestia enorme de roca había aparecido destruyendo todo a su paso. Kurama se dirigió a atacarla, pero le costaba mantenerle el ritmo. Sasuke había avanzado hacia quien lo controlaba, sus compañeros a ambos lados luchando con sus muñecos.

Y Hinata también corrió hacia el enemigo. Había desobedecido su petición, ¿acaso esa muchacha se creía capaz de enfrentarlo cuando seguía recuperándose del ataque al Tenseigan? La idea era que reposara mientras él se encargaba.

D-detente, por favor —suplicó al llegar a pocos metros. Sasuke no confiaba en que aquel siguiera quieto, por lo que se posicionó tras ella —. Retome las enseñanzas correctas de sus ancestros.

¿Correctas? La Tierra debe ser destruida. Era nuestra misión, princesa, y me has traicionado. A tus raíces.

Yo no lo he hecho. U-usted no conoce la verdad.

Al final, el triunfo había sido gracias a ella. Logró convencer al Ōtsutsuki de la falsedad en que estuvo viviendo su clan por tantos años, lo demostró. Casi habían perdido la partida, cuando el jutsu de este empezó a absorber la energía del sol sobrepasando su límite y haciendo que iniciara lo que por poco es su desintegración. Naruto logró saltar y alcanzar su mano. Fue llevado entonces a un lugar entre las ruinas por las que había pasado en su camino al castillo. Sasuke no pudo haber adivinado jamás que un lugar de entierro se encontraba allí.

A-ahora lo sabe. Este es el verdadero decreto celestial.

Sasuke la observó en todo momento, hablaba con solemnidad, respeto. Y pareció ser el único en no sorprenderse cuando ofreció llevar a Toneri a la Tierra, jurando que lo protegería. Claro que lo haría, solo ella trataría con compasión a un hombre descarriado, con un pasado de venganza o maldad imperante. Él había estado en ese lugar hace unos años. Y al igual que él, el sujeto lleno de arrepentimiento rechazó toda ayuda y desapareció.

Ahora volvían hacia su mundo, pasando por ese lugar extraño lleno de burbujas. Las voces provenientes de los tantos recuerdos se hacían escuchar cada vez más.

El grupo se había adelantado, aunque a paso lento, pues llevaban a una Hanabi por poco mejorada que insistía caminar a pesar de llevar vendados los ojos que había recuperado. Naruto, por su parte, saltaba y contaba por tercera vez los detalles de su lucha con Toneri en la sala de esa ceremonia que no se llevó a cabo. Sakura intentaba callarlo; Shikamaru movía su cabeza en modo de cansancio; Sai solo sonreía y asentía a los gritos del rubio.

Ellos iban por detrás en silencio. Hinata intentaba avanzar con el vestido que parecía molestarle por cada movimiento que le daba a la falda. A mitad de camino se había deshecho del pañuelo que completaba su peinado, que le daba calor, sobre todo desde la entrada a la cueva. Él la miraba cada tanto.

Si el mundo acabara mañana, ¿con cuál persona les gustaría estar?

Ralentizó sus pasos al escuchar nuevamente esa frase. El recuerdo volvía a aparecer ante él. Ella se detuvo a su lado y preguntó si estaba bien. Al no contestarle, miró hacia la burbuja que llamaba su atención y frunció el entrecejo, para luego soltar una casi inaudible risilla. Eso pareció captar su atención como para alejar las imágenes de su vista y dirigirse a ella.

Supo sin necesidad de palabras que la incitaba a hablar.

—Quedé atrapada en ese recuerdo al venir aquí.

Por ejemplo... si la luna empezó a caer.

Volvió a reir. Y entendió en parte. La frase no parecía tan desacertada, la luna por poco cae ese día. Puso en sonidos ese pensamiento.

—Casi cae... y lo pasamos entre todos juntos.

¿Quién hubiera pensado que su último día de vida lo habría pasado con ella? Antes de todo ese suceso, él estuvo caminado sin rumbo buscando la redención. Pero entonces encontró a su padre y se vio obligado por un mandato propio a rescatarla. Recorrió la aldea, las profundidades, e incluso la luna, con la idea de encontrarla a como dé lugar.

Si el mundo acabara mañana, ¿con cuál persona les gustaría estar?

La frase quiso volver a ser escuchada. Giró sobre su cuerpo para quedar frente a frente con ella, apenas unos centímetros los separaban.

—Tengo curiosidad. ¿Qué nombre escribiste?

El rubor que tiñó sus mejillas no supo darle a entender si se ponía nerviosa por la pregunta o la cercanía.

—Es una respuesta obvia, ¿no?

Ella asintió y sonrió. Por supuesto habría querido pasarlo con el rubio que en ese entonces era lo único que sus ojos seguían. Su amor de la infancia.

—¿Y usted, Uchiha-san?

—También es obvio —con nadie, estaba solo. Una sonrisa compasiva se hizo notar en ella —. Pero debí haber puesto tu nombre, por lo visto, ya que resulté pasarlo contigo.

El rubor dejó de contenerse en las mejillas y se extendió por todo su rostro. Dejó de mirarlo para ver por dónde seguir avanzando. El brusco movimiento hizo que su falda se enredada con sus piernas y perdiera la estabilidad. El brazo de su acompañante evitó una posible dolorosa caída. Sin soltarla, acercó su boca a su oído y susurró:

—Recuerdo perfectamente decir que te cuidaras, antes de irme. ¿Por qué sigues haciendo lo contrario, entonces?

Un respingo del cuerpo femenino hizo notar el nerviosismo que sentía ante la nueva cercanía. Dos personas que se habían visto en pocas ocasiones en el tiempo que ellos vivieron desde su primer encuentro, no debían ser partícipes de un acto tan íntimo como ese. Pero él no lo sentía tan errado. Algo los llamaba siempre a encontrarse, a cruzarse.

Siempre queriendo alejarse de su aldea, ya sea en pensamiento o en acción, pero regresando; y con ello, también atrayéndose por su presencia, o la idea de ella.

Un leve movimiento de la cabeza de ella le recordó en la situación en que se encontraban, por lo que obligó a su mente aclararse y liberarla. Más no pudo.

—Y-y yo... —una mano se aferró al brazo que la sostenía por la cintura — Y yo que usted fuera feliz.

Ella no había estado esos segundos, minutos, o el tiempo que hubiese transcurrido, pensando que debía soltarse del agarre que la aprisionaba. Al contrario, había rememorado el tiempo al que él la transportó con su aviso. ¿Dónde estaba la pequeña niña que alguna que otra vez vio escondida tras un árbol viendo a su compañero, toda ruborizada? ¿La muchacha que parecía crisparse al verlo en los tiempos de guerra?

Ante él había una igual.

No dejas de sorprenderme, Hyuuga, se dirigió a ella solo en su mente. Maldición, cuando creo que no hay más en ti, muestras otra faceta.

—¿Lo es?

Los perlados ojos lo miraban intrigados, a pocos centímetros de su rostro. No se había movido ni un centímetro ni deshecho el agarre.

Y quiero seguir conociendo más...

—No lo sé.

¿Acaso lo era? Había vagado solo todo este tiempo sin saber cuándo podría ser el momento correcto para regresar. A veces, preguntas sobre qué estaría pasando en la aldea se hacían presentes, pero las ignoraba al instante. No sabía si tendría un lugar al que regresar, gente con la que regresar, además de sus compañeros... amigos. ¿Alguna vez encontraría a alguien con quien pasar sus días? El amor era algo que nunca tuvo lugar en él, no lo sintió ni pensaba sentirlo. ¿Y si mejor seguía viajado, dejando todo atrás? La soledad era su única compañera. Su redención parecía no llegar más.

Pero entonces ella aparecía en su vida, sin intención de hacerlo. Todas las decisiones que tomó lo habían llevado a su encuentro.

De no haber querido supervisar el estado de Konoha, no la habría visto. De no haber decidido pelear por el ideal de su hermano, no se habrían reencontrado. De no regresar, ella no lo habría cuidado ni vigilado. De no tomar otro camino aquella mañana durante su viaje, no se la habría cruzado. A ella, de todos los habitantes de una aldea, de todos los soldados de una guerra, y de cualquier persona en la zona que decidiera pasar por el mismo lugar que él.

Y además... de no ser por todo el asunto de su encuentro con el hombre herido, y del descubrimiento de lo que sucedía... él no la estaría sujetando entre sus brazos en ese momento.

No era felicidad. Era calma, comodidad, alivio... Era deseo de regresar, finalmente.

—No lo sé —reiteró. Su brazo deshizo el agarre, lentamente —. Pero de algo sí tengo certeza. Parece que algo quiere que, aunque intentemos alejarnos, siempre volvamos a juntarnos.

—No entiendo...

El contacto visual fue interrumpido cuando ella sintió un leve toque en su mano. Vio cómo él la tomaba con la suya y, con una suave caricia de su pulgar, la acercó a su boca.

—Yo tampoco, pero ¿debemos seguir poniéndolo a prueba, princesa Byakugan?

El beso que depositó en la mano le produjo una extraña sensación. No era incómoda, sino agradable.

—Hinata... —su propio nombre salió de entre sus labios en un pequeño susurro. Regresó su mirada hacia quien aún mantenía cerca del rostro su mano —. M-mi nombre es Hinata. No princesa Byakugan.

—Y el mío es Sasuke. No Uchiha-san.

Un asentimiento, acompañado de una tímida sonrisa, respondió todo. Entonces, sin saber cómo, la realidad los devolvió al lugar en el que estaban. Seguían parados en ese extraño terreno, con burbujas de diferentes tamaños murmurando frases inentendibles.

Él bajó la mano, sin soltar la suya.

—Vamos a casa.

Casa... Notó cómo esa palabra captó su atención. Fue lo único que le salió decir, nada como regresarla a su aldea, o con su clan. Al contrario, hasta pareció incluirse entre los que la recibirían.

-¿Ha regresado?

Lo que pudo sonar imperceptible para otros, él lo escuchó con claridad.

Claramente, ella ahora sabía lo que él no habría pensado jamás. Su viaje de redención había finalizado.

—Ya te lo dije, Hinata. Parece que algo no quiere que estemos separados. ¿Qué opinas?

Ella sonrió. Por un instante, fortaleció el apretón entre sus manos, para luego permitirse, ambos, entrelazar sus dedos.

—Vamos a casa, Sasuke-kun.

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FIN


Nota:

Y llegamos al final.

No tengo palabras para agradecerles por leerme, más que las simples "Gracias". Ha sido una gran experiencia escribir esta historia. Lo que empezó con un deseo de reescribir una película, terminó en horas y horas de pensar situaciones y diálogos, hasta algún que otro suspiro de mi parte jajajaa.

Hace mucho tiempo que no me sentía tan orgullosa de algo como con esta historia. Y por momentos no supe decir si la escribía yo o ella misma se escribía.

Por lo general, suelo explayarme en estas notas, pero hoy estoy sin palabras...

Solo me queda decir: GRACIAS.

Saludos,

KonohaaGirl.