EL ACCIDENTE:

Estaban en plena misión, el equipo siete combatía con gran facilidad, se acoplaban a la perfección, conocían los movimientos del otro y estaban en total sincronización. Además, confiaban en su compañero para proteger su espalda, y al mismo tiempo, no dejan de apoyar al otro cuando fuera necesario. Eran un equipo perfecto.

Claro que lograrlo no había sido tarea fácil, habían requerido de años, de infinitas misiones y muchos más errores para conseguir ese nivel. Pero, sobre todo, confianza, esa era la base de todo. Ahora eran un pequeño grupo de tres, un jounin con sus dos alumnos. Seguía faltando alguien, pero ya habría tiempo de traerlo de regreso.

La batalla que mantenían no era tan complicada, no tardaría mucho en terminar y el resultado sería favorable para ellos. Sakura se veía absolutamente segura, se movía con agilidad, pero con un toque de elegancia y delicadeza digna de verse, un gesto que contrastaba con su fuerza bruta, parecían ser dos mujeres distintas. Su cabello rosado, aunque fuera corto, ondeaba a la par de sus movimientos. Con la edad, su cuerpo se había estilizado aún más, se mantenía en forma y su pequeña falda, con unos shorts abajo, lo dejaban muy en claro. El tiempo los había favorecido a todos, pero en especial a la jovencita cuya belleza parecía estar floreciendo a la par. Siempre había sido una niña bonita, pero ahora, "bonita", no era la mejor palabra para describirla. Era algo más.

La pelea no duró mucho, pronto los ninjas con los que combatían terminaron por rendirse, algunos otras se dieron a la fuga. El campo donde la batalla había surgido estaba peligrosamente de un acantilado, pero a ningún integrante del equipo siete le preocupaba ese detalle.

-¿Están bien? – les preguntó Kakashi examinando a sus dos alumnos. Algunas pequeñas heridas, nada de qué preocuparse considerando que Sakura era una ninja médico.

-Será mejor que vayamos tras el resto – Naruto impaciente como siempre.

-Espera, primero déjame curarte esa herida del brazo – Sakura se acercó hasta su compañero. Él era el más cerca al borde del precipicio – Después podremos continuar.

La médico se acercó hasta su compañero, Kakashi tenía vigilados a los ninjas bajo captura y claro que no podrían escapar, no del ninja que copia. Sakura comenzó a aplicar chakra curativo en el brazo de Naruto, no era una herida profunda, podría cerrarla fácilmente y entonces crear una nueva estrategia, lo más sensato sería llevar a lo ninjas capturados a la Aldea más cercana, donde ellos mismos se estaban hospedando, ponerlos bajo custodia y esperar nuevas órdenes, pero dudaba que su rubio amigo lo aceptara con tanta facilidad.

Bajaron la guardia, era inevitable que sucediera, la situación estaba controlada, se sentían a salvo. Ese fue un gran error. Uno de los ninjas, de esos que parecían totalmente derrotados, uno que estaba tirando en el suelo, cerca de Naruto y Sakura, aprovechó la situación. Fue más rápido que todos, los tomó desprevenidos.

-¡Me las pagarás! – advirtió lanzándose hacia Sakura. La joven sólo pudo verlo venir, ni siquiera Naruto fue capaz de reaccionar, lo único que logró ver fue cómo el ninja se llevaba al abismo a su compañera. Su cabello rosado fue un manchón borroso, en un abrir y cerrar de ojos había desparecido.

La médico sintió que caía, la habían derribado con fuerza pero en lugar de caer y recibir el golpe, se fueron al precipicio. Se había lanzado hacia ella, incluso la sofocó con el golpe directo a las costillas. Hubiera querido hacer algo, pero su principal talento era la fuerza bruta, y esa no le serviría en absoluto en esa ocasión. Si tan solo supiera invocar, pero Tsunade se lo enseñaría la próxima semana, si tan sólo pudiera controlar algún elemento...

Sintió el vacío debajo de ella, el ninja que la había lanzado, seguía aferrándose a su cuerpo. Quería quitárselo de encima, pero el tiempo se el acabó.

Fue un golpe sordo, ni siquiera sintió dolor, no tuvo oportunidad de sentirlo. Fue sólo un pequeño, corto, pero aterrado grito lo que pudo salir de su garganta.

-¡Sakura-chan! – el grito de Naruto terminó por romper al aturdimiento de ambos ninjas que no habían hecho otra cosa más que observar horrorizados lo que había sucedido.

Kakashi se lanzó al vacío detrás de su alumna, no importaba lo que sucedería con los ninjas capturados, lo más seguro era que terminaran huyendo, lo único en lo que podía pensar era en salvar a su pequeña alumna. Era una caída larga, él lo sabía, si llegaba a tocar el fondo... no quería ni pensar en eso.

Sintió que caía, se impulsó aún más para tratar de alcanzarla. Podía verla luchar con el ninja que se negaba a soltarla, estaban a unos metros. No sabía lo que haría si lograba alcanzarla, la última opción era abrazarla y tratar de protegerla del impacto. Pero Sakura estaba cayendo demasiado rápido, él se estaba quedando atrás.

La joven estaba a punto de estrellarse, y el jounin no podía hacer nada. El tiempo se le acabó.

-¡Sakura! – fue lo más impactante que jamás vio. Él aún no terminaba de caer, pero después de haberla visto, no le importaba mucho lo que le sucedería. El ruido de su cuerpo estrellándose contra el fondo, nunca podría olvidarlo.

Kakashi también estaba por caer, pero entonces alguien lo tomó del tobillo frenando su caía sólo a unos metros del fondo. Naruto había hecho una cadena de clones, lo había salvado justo a tiempo.

-¡Suéltame, Naruto! – su alumno asintió. No hizo falta más que un giro para poder caer de pie en el suelo, a salvo.

Su alumna había caído unos metros más adelante. El jounin se movió con un relámpago, en cuestión de segundo estaba junto a la joven. El cuerpo de la joven seguía enredado con el del otro ninja, Kakashi lo apartó de inmediato y con furia, lo lanzó a un lado, lejos, para que no pudiera tocarla.

-Sakura... - la tomó entre sus brazos, pero ella no respondía.

Su cuerpo estaba lánguido, sin respuesta, sentía que abrazaba a una muñeca de tela. Tenía sangre en la comisura de la boca, también sangraba por la nariz y los oídos - Sakura, por favor... - pero no obtuvo respuesta. Era como si estuviera dormida y no planeara despertar.

Acercó el pecho de la médico hasta su oído, mientras la tenía entre sus brazos podía sentir cómo se enfriaba, parecía estar perdiendo todo su calor, podía escuchar el sonido de sus costillas, más de una estaba fracturada, sus manos caían a sus costados sin mostrar un poco de fuerza, se acercó tanto a su pecho como le fue posible, su cabeza cayó hacia atrás sin poner resistencia, pero, y el jounin no tenía idea de cómo, su corazón seguía latiendo.

-Resiste, Sakura – la abrazó con fuerza y se levantó con ella en brazos. Naruto ya se acercaba corriendo, estaba pálido y tenía un semblante completamente asustado, más que eso, estaba aterrado. El ninja estaba consiente de cómo debía verse, la escena que su alumno estaba viendo: a él cargando a lo que parecía ser un cuerpo inerte, raspado y malherido, estilando sangre con cada paso que daba, habían dejado un charco allá atrás, su cabeza seguía hacia atrás y se sacudía con cada paso que daba, había perdido una sandalia y su banda ninja. Sin mencionar que su melenita rosada, ya no era completamente de ese color, tenía mechones rojos, empapados de sangre, gran parte de su delicado rostro estaba raspado, casi desfigurado, tenía tierra entre sus heridas, era una escena escalofriante.

-Sakura- chan – Naruto se acercó, pero no se atrevía a tocar a su compañera. Sus ojos se empañaron.

-Esta viva, Naruto. Tenemos que llevarla a un hospital – pero su alumno se quedó inmóvil, parecía no reaccionar, era como si no pudiera creer que su compañera hubiera sobrevivido a semejante caída -¡Naruto!, ¡Ve por ayuda! – al ninja le costó un par de segundos reaccionar, pero cuando lo hizo, desapareció en una nube de polvo.

-Estarás bien, Sakura – le aseguró el jounin a la kunoichi.

La joven no podía oírlo y él lo sabía, la poca energía que tenía la necesitaba para mantener su corazón latiendo. Aunque la tenía bien abrazada, podía sentir cómo, con cada paso que daba, algo dentro de ella se movía, parecía estar rota. Su cabeza se sacudía con movimientos desinteresados, el ninja temía estarla lastimando más, pero no soportaría quedarse a la espera de la ayuda. Se volvería loco.

Había bajado la guardia sólo por un par de segundos, no era la primera vez que lo hacía. La batalla parecía haber terminado, todo estaba bajo control... o eso creía.

-Perdóname... - había sido su error. Reaccionó demasiado tarde, se movió lento y ahora lo único que podía hacer era esperar que no le costara tan grave. No podían perderla a ella, era el pegamento que mantenía unido al equipo siete.

La ayuda llegó a mitad del camino. La Aldea más cercano aún estaba lejos, pero Naruto se había encargado de llevar al equipo médico, los condujo hasta ellos. Por desgracia era una Aldea demasiado pequeña, los médicos apenas estaban aprendiendo nuevas técnicas, y era por Sakura, ella le había estado enseñando durante su estancia allí. Kakashi sabía que incluso ellos, estaban aterrorizados con el estado tan crítico de la joven, que no podrían ayudarla.

Lo intentaron, aplicaron todo el chakra curativo que pudieron, en todo el cuerpo con la esperanza de que pudiera reaccionar, pero todo fue en vano, ni siquiera fue suficiente para que su corazón latiera con más fuerza.

La llevaron hasta el pequeño Hospital, durante todo el camino, los ninjas médicos se turnaron para seguir el proceso de curación, pero nada funcionó. La joven sí sobrevivió todo el trayecto, pero parecía tan moribunda como cuando la levantó del suelo después de su caída.

-Ojalá pudiéramos hacer algo más, pero... no estamos capacitados – admitió avergonzada una médico – Es mejor que escriban a su Aldea, para pedir ayuda... no le queda mucho tiempo.

-Gracias, eso haremos – Kakashi intentaba salir de su aturdimiento. "No le quedaba mucho tiempo", esas palabras seguían retumbando en su cerebro, seguían taladrando su mente. La Aldea estaba a tres días, dos días si se iba a toda velocidad, quizá menos que eso, la ayuda tardaría cuatro días, como mínimo... era demasiado tiempo.

-Yo iré, Kakashi-sensei – se ofreció Naruto – Debo hacer algo por ella, si me quedo aquí... me volveré loco.

-De acuerdo... Naruto, ve tan rápido como puedas.

-Estaré de vuelta en menos de tres días – el ninja desapareció en un parpadeo.

-Date prisa...

-Debería cambiarse de ropa, Kakashi-kun – le sugirió una de las enfermeras -Además, debería ir a descansar.

-No, me quedaré aquí.

El jounin se sentó en el suelo, junto a la puerta donde Sakura estaba sido atendida, no le permitían entrar.

-Tenemos una pequeña sala de estar...

-Lo sé – la interrumpió. Era más que claro que no pensaba moverse de allí.

Había sido un ANBU, un ninja élite, lastimosamente acostumbrado a perder compañeros durante misiones, y antes que eso, había perdido a su equipo entero. Un nudo se le formó en la garganta. Era el encargado del equipo, se suponía que debía cuidar de ellos, en especial de Sakura, no porque fuera la más débil, es que era la única mujer, la sentía más frágil, después de todo, su mismo nombre lo decía, era una flor delicada.

No supo cuánto tiempo se quedó allí sentado, enfermeras salían y entraban de la habitación de Sakura, pero no le decían nada, su silencio también era una respuesta. El corazón de Kakashi se agitaba cuando alguien salía, deseaba que no le dijeran nada, que no se detuvieran frente a él y le notificaran que "habían hecho todo lo posible, pero que...", no quería seguir pensando en eso. Era mejor así, que todos pasaran de largo, que no se detuviera porque entonces significaba que Sakura seguía luchando por su vida, aferrándose a ella. Era una mujer fuerte, pero esa caída había sido demasiado.

Kakashi no levantó la cabeza durante horas, y cuando se atrevió a ver la hora, se dio cuenta de que apenas había pasado poco un día, faltaba demasiado para que Naruto volviera. El ninja se dio cuenta de que alguien había irrumpido en el Hospital, se escuchaban pasos corriendo y las voces de ninjas, quizá otra emergencia. Levantó la vista y vio una pequeña esperanza.

-Kankuro... - el ninja de la Arena venía rodeado con todo un equipo.

-Kakashi, Naruto nos avisó de lo sucedido. En cuanto el Kazakage se enteró, mandó al equipo médico en su ayuda, no es el mejor, pero...

-Gracias.

-Vamos, entren – el equipo médico de la Arena entró a la habitación que custodiaba Kakashi. Eran cuatro ninjas, eso debía ser suficiente para que su alumna resistiera hasta que llegara más ayuda. El ex ANBU agradeció silenciosamente a Naruto, la Arena quedaba justo a la mitad del trayecto, su decisión de pedir ayuda podría estarle salvando la vida a su compañera.

-Gracias, Kankuro – el hermano del Kazakage se había quedado afuera, haciéndole compañía.

-Sakura salvó mi vida, no lo olvido. Además, la Hoja ha hecho mucho por nosotros, no tienen nada qué agradecer.

Los ninjas se quedaron en completo silencio. En situaciones así, no había mucho qué decir. Ninguno de los dos tenía ganas de conversar, las palabras sobraban y cada uno tenía sus propios pensamientos. Kakashi no dejaba de agradecer su oportuna aparición.

Aún cuando ya había más ninjas al cuidado de la joven, nadie se atrevía a decirles nada, salían y entraban, pero no se detenían. El ex ANBU, quería creer que, con la ayuda, Sakura reaccionaría, que alguien se acercaría y les diría que estaba mucho mejor, que habían logrado estabilizarla, pero eso no sucedía. Las horas seguían avanzando y el rostro de todos era el mismo, lleno de preocupación, de incertidumbre por el estado de la joven, la situación no había cambiado: Sakura seguía al borde de la muerte. Por primera vez, Kakashi creyó que nada sería suficiente, que ni siquiera los médicos de la Hoja, los más reconocidos, la Aldea que abrigaba a la mejor médico en todos los países, una legendaria Sanin, ni siquiera ella, podría ayudarla. Se estaba hundiendo en su propia miseria.

El ninja dejó de contar el tiempo, no se movió ni un solo centímetro y tampoco comió nada. No estaba seguro de cuánto tiempo pasó hasta que escuchó la voz de su alumno.

-¡Kakashi -sensei! – gritó Naruto cuando entró al Hospital. Detrás de él, estaban siete ninjas comandados por Shizune. Eran los mejor siete y el ninja lo sabía, sabía que seguramente la misma Hokage hubiera querido venir, habría dejado su puesto sólo por atender personalmente a su pupila.

-Sempai – Shizune se acercó con la misma cara de preocupación que el resto.

-Está allá adentro... - antes de que la médico entrara con todo su equipo, la tomó del brazo – Por favor, Shizune, sálvala – la mujer asintió pero su semblante la delataba, estaba preparada para lo peor.

-¿Cómo está Sakura-chan?

-No nos han dicho nada...

-¿Eso es bueno o malo?

-No lo sé, Naruto, tendremos que esperar – el ninja levantó los ojos hacia el reloj, se dio cuenta de algo importante. Su alumno había vuelto en menos de tres días – Fuiste muy rápido.

-Espero que eso sea suficiente.

Aún con toda la ayuda, nada parecía haber cambiado. Sensei y alumno no se movieron ni un centímetro de su lugar, custodiaron la habitación de Sakura y se negaron a moverse. Ocasionalmente Kankuro les traía un poco de té, le ofreció comida, algún bocadillo, no habían comido desde el accidente, pero se negaron a probar bocado. ¿Cómo podrían comer cuando su compañera estaba luchando por su vida?, no parecía justo. Durante la noche, Kakashi no durmió ni un solo minuto, su alumno dormitó por momentos, pero se levantaba ante cualquier pequeño ruido, sobresaltado de perderse información vital. Pero nada sucedió, nadie se acercó a ellos para ofrecer detalles sobre el estado de la kunoichi. La noche dio paso al día, el amanecer dio paso a la tarde y la tarde ya estaba comenzando a caer. Había pasado demasiado tiempo, Kakashi estaba punto de volverse loco, se puso de pie de un brinco y estaba por interrumpir en la habitación, saber qué era lo que sucedía, asegurarse de que Sakura seguía viva, verla... Pero la puerta se abrió justo en sus narices, era Shizune.

-¿Qué sucede? – no podía reconocer su propia voz, temblaba y delataba su miedo de escuchar lo peor.

-Logramos estabilizarla – aseguró la médico, pero su semblante no parecía tranquilo – Se podría decir que está fuera de peligro...

-¿Pero?

-No despierta, y no sé cuándo lo hará. El golpe que recibió... no sé cómo logró sobrevivir...

-¿Pero estará bien, verdad? – Naruto estaba desesperado.

-Su corazón late con tranquilidad... sólo podemos esperar.

-¿Puedo verla? – pidió Kakashi.

-Sí... sólo, ella no está bien, recuérdenlo.

El ninja no entendió esa advertencia hasta que entró. Todo el equipo médico había salido ya, signo de que no podía hacer nada más por ella. Lo que vio, lo sofocó, fue como recibir un golpe justo en el estómago. Sakura estaba recostada en la cama, su melena rosada y tan distintiva estaba completamente cubierta por vendas, en el cuello tenía un soporte para evitar más daño, su rostro estaba pálido y la parte izquierda estaba cubierta de un moretón rojo y morado, le cerraba el ojo y mostraba el pómulo hinchado, su delicado rostro seguía irreconocible. Tenía el brazo izquierdo y la pierna derecha enyesada, sin mencionar los morados repartidos por todo su cuerpo, también tenía un soporte extraño en las costillas, sin duda también se las había fracturado. El único consuelo era ver que su pecho subía y bajaba rítmicamente, con un poco de fuerza. Su corazón latía.

Kakashi se acercó cuidadosamente, tratando de no hacer ruido, no quería molestarla. La observó cuidadosamente y más de cerca, era doloroso verla de ese modo. Tocó su mano, estaba fría. Su piel, aunque estuviera blanda, no era suave, no tenía vida allí.

-Tienes que recuperarte, Sakura – le pidió en un susurro.

Después entró Naruto, entró con decisión, quizá feliz de que su amiga estuviera viva. Pero cuando la vio postrada en la cama, apenas reconocible, se tambaleó un poco y retrocedió un par de pasos. Su rostro estaba blanco como el papel. Se veía incluso peor que cuando él la recogió del suelo.

-¿Sakura-chan? – su rubio ninja preguntó como si no la reconociera, silenciosas lágrimas bajaban por sus mejillas. Nunca había sido bueno ocultando sus emociones, y qué bueno que era así – Vas a estar bien, Sakura-chan, Kakashi-sensei y yo te cuidaremos, de veras que sí.

-Es una ninja muy fuerte, estoy seguro de que se recuperará.

-¿Cree que pueda perdonarnos? – esa pregunta no lo sorprendió, ambos estaban cargando una inmensa culpa.

-Estoy seguro de que ni siquiera nos culpa – pero un pinchazo de duda lo atravesó.

Si tan sólo hubieran sido más rápido, si hubieran reaccionado un par de segundos antes, la hubieran alcanzado, estaba convencido. Era un ninja élite, se suponía que nunca bajaba la guardia.

Los ninjas se quedaron junto a la joven, era difícil verla en esa situación, pero tampoco querían apartarse de ella. Tenían la infundada esperanza de que despertaría en ese instante y que todo volvería a ser como antes, abriría los ojos, los reconocería y entonces comenzaría a recuperarse. El miedo y la culpa desaparecerían.

Claro que eso no sucedió.