—Eres todo un misterio, My Lady—espetó Chat Noir mirando su cara y sobretodo el antifaz que le impedía descubrir su identidad— Amo los misterios y quizás, es por eso que me mantienes muy interesado.
Su cola, la movió inquieta. Mientras la observaba con una sonrisa cariñosa.
—Estoy esperando por el día en que por fin lo resuelva y ver quién eres detrás del traje.
—¿Por qué tan interesado en saber quién soy, Sherlock? —preguntó, apodándolo de esa manera—. A lo mejor, te decepcionas —dijo esperando que deje de querer averiguar.
—¿Por qué lo haría? Con o sin antifaz serás la misma asombrosa chica de la que me enamore —replicó—. De seguro estaré impresionado —espetó con efusividad—. Sorprendido de no haberme dado cuenta antes, de no haberte podido reconocer.
—¿Por qué no dejas que siga siendo un misterio? —preguntó. Menos peligro—. ¿Tanto quieres saber quién soy yo?
—Los misterios hay que resolverlos, averiguar que ocultan —explicó—. ya sea cual sea el resultado, no puedo vivir con la duda.
—Pero puedes morir por tener curiosidad, gatito.
—Si muero sabiendo, moriré feliz —musitó—. Porque descubriré las dos partes de My Lady.
—Como quieras—repuso—. Recordare tus palabras, Sherlock.
—Y yo no olvidare las mías.
Sonriendo gatunamente.
...
—El misterio estaba delante de tus narices —espetó mientras tocaba esa parte mientras lo apartaba de su muestra de afecto.
—De las tuyas también —sonriendo mimosamente.
—Yo no quería averiguarlo —dijo.
—Cierto, soy el único tonto curioso—declaró—. Un gato tonto. Tú gato tonto.
Al decir eso, aprovechó la distracción que ocasionó esas ultimas palabras en su Lady y besó galantemente el dorso de su mano mientras sus ojos verdes no se apartaban de sus orbes azules, quien ella rogaba resistir lo suficiente para no desmayarse en sus brazos.
