XVIII — FINAL

Dos Estrellas


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Helena junto a Death Mask se había finalmente deshecho de sus hermanos, mandándolos a jugar con Kiki, ahora que el pequeño se hallaba libre de su entrenamiento. Al parecer los niños se habían encariñado con el infante de Jamir, y éste a su vez, tenía nuevos amigos con los cuales crecer como niño hasta que sus deberes eventualmente lo absorbiesen como adulto.

Debido a la personalidad tierna pero persuasiva de Helena, a la chica no le costó mucho retener a su marido junto a Mū en la Casa de Aries hasta que llegó Afrodita, y tanto él como Death Mask se fuesen al Coliseo a entrenar. Afrodita sacó arrastrando a su compañero mientras éste le gritaba una pequeña advertencia al Santo de Aries, con despellejarlo, si llegaba a intentar coquetear con Helena, algo a lo que el muviano puso los ojos en blanco.

—Vete tranquilo —le dijo Mū al lado de Helena, quien se partía de risa—. Si ella está contigo ahora eso quiere decir que sus ojos no funcionan muy bien o que el concepto de caballero debe ser muy distinto en Asgard.

Death Mask se fue, junto a Afrodita (quien reía también) gritando groserías a su compañero de armas. Helena le dio una mirada retadora al Santo que acompañaba, cuando los dos hombres casi desaparecían de sus visiones.

—¿Mis ojos no están bien? —le cuestionó riendo, poniendo las manos sobre su cintura.

Mū se rio con los labios cerrados, mirándola con cariño amistoso.

—¿Te diría algo saber que un par de nosotros ya apostamos a que si te ofreces para hacerte una revisión ocular y vuelves a mirar a Death Mask con unos anteojos, saldrás corriendo?

La chica asgardiana, fingidamente ofendida, chocó su puño contra el hombro del Santo, quien por suerte para ella, no portaba su armadura. Ante su gesto, Mū se permitió sonreír de forma más abierta.

A estas alturas, a ya nadie se le hacía extraño que la joven de Asgard haya podido domar a la bestia que habitaba en la Cuarta Casa del Zodiaco, la energía que Helena emitía era tan cálida y llena de alegría que era imposible no apreciarla. Incluso Camus solía dejarla visitar su extensa biblioteca de vez en cuando, para que ella se inundase de conocimientos griegos. Ella, como pago a veces compartía algunas creencias y leyendas asgardianas, a lo que el francés seguía preguntándose cómo diablos era posible que Death Mask haya logrado cautivar a una chica culta como Helena, dentro de lo que cabe en su posición anterior como florista.

Helena se preguntó de forma silenciosa quienes eran los graciositos, además de Mū que apostaban que su amor por Death Mask era algo fingido o ilusorio.

—Por cierto —habló Helena interrumpiendo el pacífico silencio—. Sé que no estás interesado en oírlo pero… digamos que no tengo muchos amigos aquí…

—Helena, creo que como con lo de tu amor hacia Death Mask… el significado de la palabra "amistad" debe ser definitivamente distinto en Asgard —dijo pacíficamente—. ¿Qué te aqueja?

—Mmm, desde que Shaina y Marin se fueron… y después los señores Aioros, Aioria y Milo les siguieron, yo… supongamos que… mmm, no sé cómo decirlo sin sonar tonta pero… —la chica tragó saliva—. ¿Crees que a su Ilustrísima le enfade aceptar a otro bebé más en el Santuario?

¿Dónde estaban las cámaras cuando se les necesitaban?

Mū dirigió su vista anonadada hacia ella.

—Helena —musitó sorprendido—. ¿Hablas en serio?

Ella asintió varias veces.

—No conozco de mucho a la amazona June de Camaleón, pero cuando le pedí de favor que me acompañase a comprar una prueba de embarazo en el pueblo siguiente no se negó… y me prometió guardar silencio —se llevó una mano a su estómago por encima de su toga—. Además, ya se está empezando a notar.

Cierto.

Mū al ver su abdomen (antes plano) ahora por la presión que ejercía Helena sobre su panza parecía notarse un pequeño bulto. Mū quiso saber qué cara pondría su maestro al saberlo. Es decir, contamos a Kiki, a los 4 hermanos de Helena, los gemelos de Milo (qué sorpresa se llevaron todos), ¡y ahora otro bebé por parte de la chica y Death Mask!

El Patriarca Shion sin duda se desmayaría, tantos niños que ha tenido que vigilar y ninguno era suyo de sangre.

—Vaya —suspiró el Santo—. Muchas felicidades —Helena asintió feliz—, ¿y cuándo planeas decírselo?

—Pensaba en hacerlo ayer, pero antes de que pudiese hablar llegó una doncella con el mensaje de su Ilustrísima informando que todos regresarían de Japón hoy.

Por todos, sólo se refería a Marin, Aioria, Aioros, Milo, Shaina y los gemelos. La diosa aún tenía asuntos que tratar en Japón y uno de los más importantes se reusaba a abrir los ojos por lo que Kanon, Dohko y el resto de los Santos de Bronce seguirían en el país asiático.

—Entiendo.

—Aunque me siento optimista. Sé que a Death Mask le hace ilusión ser padre también.

—¿En serio? —nunca antes se vería una mueca tan descolocada en el Santo de Aries como la que hizo al escuchar tal cosa.

Mū en verdad no podía concebir que a ese psicópata le hiciera ilusión cambiar pañales, hacer muecas graciosas y cantar melodías de cuna cuando hace unos cuantos años se vanagloriaba por cada rostro que se agregaba a su colección; colección que (con la llegada de Helena y sus hermanos) al fin había sido purificada por el fuego. Mū por su parte se alegraba de ya no tener que aguantar la respiración al pasar por la Casa de Cáncer, la peste a muerte finalmente había dicho "adiós".

Death Mask… padre. Eso tendría que verlo para creerlo. ¡Oh cierto! Lo vería y tendría que creerlo y aceptarlo.

¿Era normal que el Santo de Aries sintiese temor y escalofríos ante la idea de ese narcisista criando a un bebé? Ojalá ese niño creciese pareciéndose más a su madre o a sus cuatro tíos.

—Puede que nadie lo crea pero así es, hace poco encontré un pergamino bajo su cama que tenía datos de cómo cuidar a un bebé —informó Helena, orgullosa de su pareja—, ¡esto no se lo vayas a decir a nadie!

—Aunque me cueste la lengua y la cordura te prometo que no lo haré —Mū alzó su mano derecha, sonriendo.

Charlaron un poco más acerca de los síntomas que Helena presentaba durante el segundo mes de gestación cuando las charlas se acabaron ante el avistamiento de 6 sombras frente a la luz solar del ocaso.

—¿Ya llegaron? —musitó Helena.

—Así es —dijo Mū levantándose, ofreciéndole su mano a Helena para que hiciese lo mismo cosa que pasó—. ¿Lista para ver a un par de padres felices?

—¿Estamos practicando el sarcasmo últimamente, eh? —preguntó inquisidora.

—Tengo que hacerlo o tu marido me usa para sus chistes —se defendió Mū alzando los hombros—, es algo que debía aprender.

Helena y Mū esperaron pacientes a que las 6 figuras subiesen las escaleras. A Helena se le salió un gemido enternecido a ver no uno, sino dos bebés.

Aioria cargaba por lo menos 4 maletas en ambos brazos, Marin llevaba dos grandes bolsas sobre sus hombros. Siguiéndolos, Aioros; cargaba 3 maletas, y con ellos venía otra chica que Mū no recordaba de nada, pero ella llevaba una mochila rosa pequeña.

Y por último, Shaina y Milo, cada uno sosteniendo a quienes debían ser los nuevos residentes del Santuario. Sin embargo, por sus caras, Mū pensaba que quizás debiese felicitarlos cuando los dos durmiesen un poco. Ambos llevaban ojeras bastante notables, parecían más cansados de lo que podrían estar bajo el filo del enemigo.

Vaya…

Mū y Helena intercambiaron miradas antes de volver a sus amigos.

—Disculpa Mū, pero no tengo ganas de charlar ahora —musitó Aioros parpadeando sus ojos rojos.

La chica de cabello castaño que iba con él se meció lento de lado a lado musitando un: "mucho gusto" casi inaudible.

—Yo tampoco —se negó Aioria refunfuñando con la cabeza baja. Marin hizo una pequeña reverencia pasando a la Casa de Aries siguiendo a su pareja—. ¿Sabes lo que desearía, adelfos? —le preguntaba a Aioros.

—¿Estar muerto otra vez?

—Ajá. Hey, Milo, dejaremos todo en tu casa —avisó casi en un grito.

—Sí —masculló el aludido pasándose una mano por la cara, acomodando a su hijo en la otra. Shaina bostezó.

La primera en acercarse a la pareja fue Helena, quien casi daba saltos.

—Aw, ¿son ellos? —dijo enternecida, mirando de cerca los brazos de la amazona, quien le permitió ver el interior de una cobija delgada color verde pálido.

Usando un tierno mameluco blanco, un infante de piel clara, ojos cerrados y manos de lado a lado de su cabeza, dormitaba con tranquilidad. Sus rosaditos labios se inclinaban hacia arriba de vez en cuando y sus dedos a veces se extendían y volvían con lentitud.

—Ooww —suspiró la asgardiana sintiendo que tanta ternura debería ser un crimen—. ¿Cómo se llama?

—Él es Arion —dijo Shaina parpadeando sus cansados ojos, acunando al niño con un cuidado anormal en la amazona dura que Helena conocía.

—Y este es Zero —dijo Milo dejándole ver al otro pequeño en brazos suyos. Usando una manta color crema y un mameluco casi igual al de Arion, sólo que este hacía juego con la cobija. Este bebé dormía con las manos abajo; sobre su estómago, por lo demás era idéntico a su hermano.

Y aunque no fuese tan visible, ambos infantes tenían unos cuantos cabellos sobresaliendo de sus cabecitas lo que quería decir que indudablemente iban a tener el mismo cabello azulado que su padre.

—Aw, mucho gusto a ambos —les susurró con sus ojos brillando—. Yo soy Helena, pero pueden llamarme tía —canturreó en voz baja—, ¿ustedes están bien?

Demasiado cansados para charlar, ambos suspiraron al mismo tiempo.

—Sinceramente… —Milo dejó que Helena cargase a Zero mientras Mū se acercaba para ver a Arion y darle un respiro a Shaina.

Agotadísimos, los padres acomodaron sus espaldas.

—Esto no es para cualquiera —terminó Shaina la oración—, dicen que cuidar un solo bebé es difícil, imagínate dos.

La chica de verde se llevó una mano al cuello, buscando algún consuelo.

—Sólo el parto fue… por Zeus fue…

—¿Intenso? —quiso aportar Milo.

—Sí —suspiró Shaina—. Perdí mucha sangre, por poco me muero.

—Oh cielos —gimió Helena—, ¿y fue seguro que viajases? ¿Y que estés caminando ahora?

―Estoy bien ―resopló Shaina―, soy una amazona. Esto no es nada.

Los hombres presentes no estuvieron de acuerdo pero prefirieron no decir nada para contradecirla viendo su enfado y acaloramiento.

—Bueno, la señorita Athena tuvo que trasladarnos en un avión privado y mira que nada ni nadie la detiene —dijo Milo echando una mirada fastidiada a su mujer—. Durante el viaje nada grave pasó, la señorita Athena incluso llamó a un doctor para que nos acompañase si algo salía mal. Pero todo fue… tranquilo. Arion y Zero se mantuvieron tranquilos durante todo el viaje, que los dioses bendigan a quienes hayan inventado los chupones y las mamilas. Los problemas vinieron cuando bajamos del avión.

Mū negó con la cabeza, viendo al pequeño en sus brazos. Helena hizo lo mismo.

—Zero es tranquilo, llora sólo cuando tiene hambre o necesita un cambio de pañal. Por lo demás si tiene calor se quita las cobijas o hace quejidos si tiene frío, pero normalmente no suele hacer mucho escándalo —Milo hizo un gesto de cansancio—. Arion es otra cosa…

—Nos cuesta mucho hacerlo dormir —empezó Shaina—, si no tiene algo en la boca comienza a llorar, pero el doctor dice que no es bueno que los acostumbremos al chupón.

—Pero si no tiene el jodido chupón… —se quejó Milo—. Te lo juro, Mū, esto es algo parecido al hades.

Divertida con ambos, Helena se rio.

—Es normal, son bebés. No, no, no —masculló feliz—, esto no es nada sólo esperen a que cumplan dos años y más.

Luego de tan solo imaginarlo, los padres expulsaron aire con desgano, y dejaron caer sus hombros sintiéndose bastante cansados.

—Desde que nacieron, nosotros no hemos dormido casi nada —gruñó el Santo—, cuando uno despierta (y casi siempre es Arion) comienza a llorar y despierta al otro para que también llore. Y… dioses, con esfuerzos pudimos llegar hasta acá sin despertarlos. No sé cuánto tiempo dure.

—Y ya casi es hora de darles de comer —le recordó Shaina, llevándose una mano a la frente.

—Sí, porque si ellos no despiertan tenemos que despertarlos nosotros y asegurarnos que coman, claro, después de que hayan llorado hasta cansarse. Hidratarlos bien y acudir al pediatra a menudo… entre otras cosas —Milo se acarició una sien, dando un masaje circular.

—Deja de quejarte, que tú no eres quien debe darles de comer y quedar adolorido de los…

—Shaina —la interrumpió Milo.

—Déjame en paz, y andando ―replicó Shaina.

—¿Podrías dejar de no darme crédito? Yo lavo la ropa, toda la ropa —masculló de lado.

—¿Y acaso quieres un premio por eso cuando yo tuve que expulsar a dos bebés de mi cuerpo?

Milo sólo la miró con los ojos entrecerrados.

—Cierto —musitó entre dientes.

Menos mal que Shaina había guardado reposo varios meses y ahora ya pudiese dar pasos sin sentirse a morir. Con solo imaginar todos los escalones que le faltaban, su herida le dolía más y más.

―Hay que desempacar y todavía nos queda mucho por comprar —agregó Milo.

—Eso es verdad —asintió Helena—. Ropa, pañales, biberones, leche…

—Y una infinidad de cosas más que me hacen agradecer haber ahorrado dinero con anterioridad —interrumpió Milo recibiendo a Zero por parte de la joven mientras que Mū dejaba ir a Arion con su madre.

—Oye, yo también tengo mi propio dinero —informó Shaina, entrecerrando sus ojos sobre él—. Además soy una recién parida, ten algo de consideración.

Negando suavemente con la cabeza, Mū no supo a quién compadecer más.

—Si en algo les ayuda, puedo pedirles a algunas doncellas que les ayuden con el equipaje.

—¿Tú qué dices? —Milo esperó a que Shaina hablase.

—Qué estoy muy cansada hasta para discutir.

Milo sonrió de forma tortuosa.

—Y aún tenemos un montón de Casas por subir.

—Te odio —masculló Shaina sin realmente sentirlo—. Con permiso Mū, Helena.

—¿Quieren que les ayude en algo? —preguntó Helena con sus mejores intenciones.

Rechazando la oferta de forma amable, Milo suspiró.

—Todo estará bien. Con suerte no correrá a las doncellas apenas las vea —musitó él—, cree que voy a aprovecharme de su agotamiento para volver a las andadas —puso los ojos en blanco—. Como si tuviese ganas de más de esto —aún con esas groseras palabras, Milo acomodó a Zero con mucho cuidado, mirándolo con un amor que sólo un padre podía sentir hacia su vástago—. Ya lo he decidido, me haré la vasectomía.

Entre risas suaves para evitar despertar al bebé, Mū dejó ir a Milo, y se comunicó telepáticamente con el patriarca Shion para notificarle la llegada de todos.

Mū le pidió a su Ilustrísima que doncellas fuesen despachadas rápido a Sagitario, Leo y Escorpio, pues todos habían regresado peor de cómo se temía.

—De hecho, yo sí sabía cómo iban a regresar —comentó divertido su Ilustrísima—. La señorita Athena me previno y ya hay ayuda en camino. Luego visitaré a Milo y Shaina, supongo que mañana estarán un poco más disponibles.

—Ojalá —susurró el Santo a su maestro.

Acostumbrada a oír a Mū hablando solo, Helena se sentó tranquilamente en las escaleras, viendo cómo el cielo empezaba a oscurecerse. Sus hermanos llegarían pronto con Kiki y entonces todos juntos comerían la cena. ¿Cómo le diría a Death Mask que ellos dos dentro de poco estarían igual que Shaina y Milo?

Inhaló profundo, mirando las estrellas.

Estaba segura de que su pequeño pronto estaría lleno de amigos, confiaba en que Arion y Zero aceptasen de buenas maneras a su hijo y hermanos. También le hacía ilusión ver a Kiki creciendo para guiarlos como un tipo de hermano mayor que todos necesitaban en sus vidas.

Se acarició el vientre con fe.

Con ayuda de Aldebarán de Tauro, que se ofreció a transportar al pequeño Arion hasta Escorpio, Milo pudo cargar a Shaina en brazos cuando la amazona tuvo que tragarse su orgullo y admitir que no podría subir todas las escaleras hasta la octava casa. Con mucho cuidado y ternura, Aldebarán llevó a Arion mientras Shaina, quien estaba siendo cargada por Milo, mantenía en sus brazos a Zero.

Por lo demás nada salió… mal.

Shaina se quedó dormida en la cama de Milo, en Escorpio, junto a sus hijos; mientras él daba órdenes claras a las doncellas para que acomodasen la ropa y los biberones en la cocina. Todo en estricto silencio. Poco más tarde, Milo tuvo que despertar a su mujer cuando Arion abrió sus ojos y exigió que le alimentasen.

Ellos comieron algo ligero y trataron de dormir un poco.

A la mañana siguiente, básicamente todo el Santuario se había reunido en la Casa de Escorpio para dar la bienvenida a los recién llegados.

Por recomendación de Helena, el doctor y el Patriarca, Shaina debía permanecer fuera de su servicio como Amazona hasta que los niños tuviesen edad suficiente para empezar sus propios entrenamientos. Hasta entonces, la mujer podría mantener su condición a base de entrenamientos, pero se le negarían las misiones hasta que fuese el momento oportuno. Mientras a ella se le permitiese seguir peleando (aunque sea sola) Shaina aceptó casi a regañadientes el mandato.

Se podría decir que Saga de Géminis fue el más impactado con la revelación del doble nacimiento ya que nadie antes se lo había dicho.

Milo vio cómo, al igual que Kanon, los ojos del antiguo traidor se ablandaban ante la imagen de ambos niños durmiendo el uno junto al otro.

Parecía que a Saga le impactó notar que los dos infantes tenían un poco de cabello azul. Su mirada se entristeció, como si recordase algo.

—¿Quieres cargarlos? —le preguntó Milo a su colega. Este, con un rostro más bien pensativo, negó con la cabeza.

—Podría atraerles la mala suerte —musitó cohibido.

—Tonterías, si nacer bajo el signo de Cáncer no es suficiente maldición… —masculló Milo.

—¿Cáncer?

—Nacieron hace poco. No te preocupes. El veintidós de junio —sonrió divertido, como si él mismo no se sintiese muy tranquilo por ese detalle—. ¿Ya estás respirando mejor? —le palmeó el hombro.

—Supongo —sonrió un poco.

—Por cierto, deberías acostumbrar a Kanon a celebrar su cumpleaños —comentó Milo en tono de broma—, lo hubieses visto cuando Athena le preparó una fiesta sorpresa en mayo.

Un poco menos tenso, Saga se rio.

—¿Se sorprendió mucho?

—No tanto —se burló—. Como un gato cuando comienza a llover —comparó Milo viendo a Arion siendo cargado por Aldebarán, y Zero, aún acostado, con Aioros. El santo de sagitario estaba prestándole su dedo índice para que el niño lo apretase con su manita.

—¡Mira qué fuerte es! —lo oyó decirle a Aioria.

Milo agregó riéndose:

—La buena noticia fue que esperó a que encendiésemos las luces para bajar su cosmos. No es fan de los globos, pero dejó de maldecirlos cuando supo que esa fue idea de Athena también.

Luego de reír un poco, imaginando a Kanon usando un gorrito de "feliz cumpleaños"; estando sentado atrás de un pastel con velas, Saga se puso un poco serio.

—Athena…

—¿Sabes? Cuando supe que serían gemelos, hablé con ella, antes de que ellos nacieran —dijo Milo caminando con Saga a la entrada de Escorpio—. Llegamos a un acuerdo y es que esperaremos hasta que crezcan, entonces serán ellos quienes decidan qué camino elegirán. Mientras eso pasa, se les permitirá andar como deseen por el mundo; aún si son gemelos y la gente se ponga a hablar. Prefiero que juntos manden a la mierda todas las habladurías y si hay una estúpida rivalidad entre ambos no tengan derecho alguno de maldecir mi tumba.

Parpadeando lento, Saga sonrió por lo bajo.

—¿Por qué eso me suena familiar? —susurró viendo a lo lejos la marca de Kanon en el discurso de Milo.

—Porque le pedí un consejo a un viejo torcido igual a ti —respondió Milo sonriendo irónico—. Además, miles de años son suficientes para dejar de una buena vez tradiciones asquerosas que no hacen más que traer dolor innecesario al Santuario.

—Me alegra por ellos —Saga giró un poco su vista para ver a Zero siendo cargado por Aioria, mimado por este y Marin. Arion por otro lado ya estaba en brazos de su madre, alimentándose de su pecho derecho—. Es doloroso cuando…

Repentinamente serio, Milo observó los ojos del Santo de Géminis, viendo con tristeza, el dolor en ellos.

—Nada ni nadie los separará, ni siquiera ellos mismos —Milo cerró sus puños con fuerza—. No mientras yo viva.

Saga asintió con la cabeza, aliviado.

—Pediré a los dioses porque así sea —masculló poniéndose en marcha, de vuelta a su casa.

—¿Ya te vas?

—Tengo algo importante que hacer, una vez más: felicidades.

Ambos se hicieron unas inclinaciones sutiles con la cabeza, entonces Saga se marchó a Géminis.

Esperando que Saga no estuviese torturándose a sí mismo con el pasado, Milo lo dejó ir y se volvió a su familia, pues esta, ya estaba siendo abarrotada con pequeños regalos como muñecos, cobijas, biberones nuevos, paquetes con chupones, un par de cunas (cortesía de Mū), sonajas y ropa. En esto último, Camus se lució trayéndolo todo de un solo golpe, y de una calidad más que excelente.

Agradecido, Milo puso una mano sobre la cabeza del francés y revolvió sus cabellos amistosamente cosa que irritó un poco al Santo, pero este sólo se limitó a responder su gesto con un suave golpe en el costado derecho de Milo.

Por suerte la tarde pasó rápido y sin problemas, como era de prever Arion lloró un par de veces incitando a su gemelo a imitarlo. Menos mal que Helena, Marin y Seika (la hermana de Seiya) estaban ahí para ayudar a controlar la situación.

Haciendo un divertido mohín, Helena calificó a todos los varones presentes, oficialmente, como unos perfectos incompetentes para cuidar a un bebé. Milo se excusó diciendo que era nuevo en ello, pero ya aprendería.

Entonces Death Mask se echó a reír.

—¡Estás más que muerto, pequeño escorpión! —se burló palmeando el hombro de Milo; el Santo lo miraba de lado, fastidiado.

—Sólo soy padre, no hay nada de malo en ello —respondió amenazante—. Como te burles de eso, voy a arrancarte la lengua.

Nadie notó que Shaina, quien estaba sentada aún en la silla mecedora con Zero comiendo de su seno izquierdo, sonrió amorosamente ante sus palabras libres de vergüenza.

Entonces, Shaina de Ofiuco recordó la charla que entabló con él, unas horas después del parto.

Ella mismo pidió a las enfermeras que el padre de sus hijos entrase a verla, y aun con la anestesia en su sistema, Shaina declaró su decisión final hacia él luego de pedirle un tiempo para considerar lo que pasaría con ellos mismos.

Milo ya había dicho que, en efecto, él guardaba sentimientos fuertes hacia ella. Pero, Shaina no quería ser apresurada con su decisión, así que lo pensó bien y mientras lo hacía, ambos se habían estado tratando con naturalidad.

Aunque dormían juntos por decisión de Shaina, y porque a ella le había gustado sentirlo acariciando su abultado vientre por las noches, en sus momentos de soledad no habían besos o abrazos de pareja, cosa que le permitió a Shaina disfrutar de un lado de Milo que no estaba acostumbrada a ver, pues él en realidad no parecía estar haciendo nada que no haría normalmente.

»¿Estás diciéndome que…? —Shaina aun recordaba su estupefacta cara, cuando ella le dijo su decisión, y momentos después se la tuvo que repetir porque Milo no le creía del todo.

»Quisiera… yo… quisiera saber si… —titiritaba por el frío que sentía en su débil cuerpo, así como parpadeaba con esfuerzos, a riesgos de quedare dormida—. ¿Tú quisieras criar a los niños… conmigo? Ya sabes… y después… quedarte a mi lado hasta hacernos viejos.

»Shaina… yo… ¿estás segura? La anestesia todavía no pasa y…

Ella lo miró triste en ese momento.

»¿Acaso…? ¿Ya no quieres?

»¿Hablas en serio? ¿No quieres pensarlo cuando estés mejor?

»Estoy hablando muy en serio —susurró cerrando sus ojos, pero impidiéndose a sí misma abandonar la conciencia, hasta oír su respuesta.

Ella no pudo verlo, pero él le acarició la mejilla.

»¿Estás segura? —repitió sosteniéndole el mentón con su dedo índice. Suavemente; sin presiones.

»Con un carajo —gruñó, hasta de repetir lo mismo—, ¿quieres o no? —abrió sus ojos para verlo firmemente. Ya sin reales ilusiones de que él aceptase su propuesta, después de todo, quizás ella lo había cansado y alejado con su indecisión.

Grande fue su sorpresa cuando Milo asintió, se acercó y en vez de darle un beso en los labios como ella creyó que lo haría, simplemente le dio un pequeño beso a su frente pidiéndole que descansase. Qué más tarde habría tiempo de hablar de ello, y que se quedase tranquila, pues él no se movería de ahí sin sus hijos, y sin ella.

»Duerme tranquila —le susurró amoroso, y como si esa palabra fuese alguna especie de conjuro, Shaina cayó rendida.

Apenas Shaina le volvió a repetir su propuesta, cuando se sintió mejor, Milo sonrió bastante dichoso y dijo que sí.

Poco tiempo más tarde, él la ayudó a bañarse, y durante todo el rato le hizo preguntas a Shaina tipo: "¿te duele?", "¿quieres que llame a una enfermera?", "¿segura que no te estoy haciendo daño?". Cuando Shaina se hartó, sólo pudo resoplar y pedirle que ya la ayudase a vestirse, cosa que él hizo, sin dejar de preguntar y temblar como un niño asustado.

Durante toda su estadía en el hospital, Milo no se separó de Shaina y menos de sus hijos, como lo prometió.

Ahora habían vuelto a casa, y ninguno de los dos descansaba ni una hora consecutiva. Tener gemelos no era cosa fácil, pues ambos aún eran frágiles, y Milo y Shaina eran inexpertos en el tema de los infantes. Pero, gracias a los consejos y ayuda de Shion, Helena y Seika, estaban tolerando todo bastante bien.

Shaina cerró sus ojos mirando a Milo discutir con Death Mask, su corazón dio un vuelco cuando éste se giró descubriéndola infraganti. Ella al desviar la mirada hizo que Milo sonriese entre complacido y apenado.

Ninguno supo por qué, pero desde que habían regresado del hospital y oficializado su relación con todo el mundo, se sentían más cohibidos el uno con el otro. Incluso pareciese que jamás habían tenido sexo, pues cada vez que Shaina le pedía su ayuda para bañarse, él procuraba no mirarle los pechos o la entrepierna mientras pasaba la esponja con la mayor delicadeza posible sobre su piel.

Mejor no hablemos de siquiera soportar ver su feminidad sin poder creerse que sus hijos habían salido de ahí. No era asco lo que embargaba a Milo, cuando de casualidad, veía las naturales estrías en el vientre de la amazona, sino la curiosidad y la admiración. También un poco temor a hacerle daño.

"El cuerpo de una mujer es tan hermoso como fuerte", dijo él alguna vez, con una sincera admiración.

No habían tenido mucho tiempo de hablar de ellos o de su nueva relación, en todo el tiempo que habían estado en Japón, apenas habían llegado a Grecia y Shaina dudaba que algo de eso cambiase en poco tiempo. Sin embargo, tanto Milo como ella eran persistentes y aunque sus correspondientes egos les impedían decirse a la cara cosas como "te amo con todas las fuerzas de mi putrefacta alma" o "quisiera vivir a tu lado hasta que mi decadente trasero se haga polvo", ya tendrían tiempo para meditarlo y expresarlo a su modo.

Todo miedo sobre la maldición de los gemelos nacidos en el Santuario pasó en un segundo plano cuando Milo y Shaina notaron (sin decirse nada) que tanto Zero como Arion no podían estar mucho tiempo separados, sobre todo al caer el sol.

Ambos hermano dormían juntos por las noches y cuando por azares del destino no era así, uno de ellos terminaba dándose cuenta y lloraba hasta que su hermano regresaba a su lado, entonces ambos cerraban los ojos, juntaban sus cabecitas y descansaban tranquilamente siendo observados orgullosamente por sus padres.

»En cuando comiencen a pelear voy a tener que recordarles esto —avisó Milo con una sonrisa burlona. Shaina no replicó ni trató de disuadirlo de ello.

Confiaban en que a pesar de ser inexpertos en el tema de la crianza de bebés, sus esfuerzos se verían recompensados cuando al crecer, ambos muchachos fuesen buenos guerreros o lo que sea que quisieran ser.

»¿Y qué pasó con eso de enseñarles todo lo que tú sabes? —quiso saber Milo, mirándola sorprendido, por la repentina decisión de Shaina sobre dejarlos elegir su propio camino cuando tuviesen la edad de hacerlo.

»Y lo haré —aseguró de brazos cruzados—, pero no los obligaré a pelear por una armadura. Eso será sólo cosa de ellos.

»Ya veo —musitó Milo endulzando su mirada, lo que hizo que Shaina se sonrojara.

Ahora, mientras acunaba a uno de sus bebés, Shaina veía con satisfacción y cierta diversión como Milo se quitaba de encima a Death Mask después de que éste les permitió a los hermanos de Helena ir a jugar con Kiki.

—¡Cierra ya esa boca! —le exclamó Milo a su colega—, ¡además, tú no cantes victoria porque te recuerdo que las posibilidades en que seas padre también son grandes! ¡Y entonces ya te veré!

—¡Ay por favor! ¡Yo a diferencia de ti, sí se controlarme!

—¡Estás loco! —le gritó eufórico—. ¡Eres un idiota y estás loco!

A un lado de ellos Mū y Helena parecían hablarse en secreto acerca de algo. Afrodita quién estaba cerca de ellos también, se acercó a la cuna para dejar a Arion dormir tranquilamente. Era increíble, pero al santo de piscis no le desagradaban los infantes.

Mū sonrió vivazmente ante algo que le dijo Helena, Shaina casi nunca le había visto mostrarse así de… ansioso.

—¡No tientes al destino, tonto! —siguió Milo—, ¡algún día…!

—¡A mí me queda mucho antes de quedar atrapado en eso como tú!

—¡Sólo te quedan aproximadamente seis meses! —exclamó Helena lo suficientemente fuerte para que ambos Santos la oyeran.

Ante la importancia de ello, Marin, Seika, Aioria y Aioros giraron sus cabezas exageradamente mientras que otros Santos más serios como Camus, Shaka, Aldebarán y Shura abrieron sus ojos impactados.

El Santo español aguantó la risa, pero el brasileño no.

—¡Exacto, me quedan seis…! ¡¿Qué?!

Aguantando las carcajadas ante la cara estúpida de Death Mask, Shaina pidió ayuda a Seika para levantarse de la silla y poder llevar a Zero hasta con su hermano y evitar que ambos llorasen ante la ausencia del otro. Con cuidado, la fiera amazona los arropó con una manta delgada, viendo poco después a Death Mask arrodillándose frente a Helena, abrazando su cintura, mientras le hablaba a su vientre.

—Ojalá seas sólo uno —lloriqueó de forma dramática.

Actuando como un real desdichado por saber que el karma le cobraría demasiado rápido sus burlas hacia Milo, su estúpida actuación no dejaba notar si estaba feliz por la noticia del nacimiento de su propio primogénito o no, pero sea como sea Helena parecía ser la única en entenderlo y aceptarlo porque, todo el tiempo del patético y risible lloriqueo de Death Mask, ella estuvo acariciándole la coronilla, con las mejillas rojas y una brillante sonrisa.

—Ojalá sean cuatro —masculló Milo deseando poder ver a su compañero siendo atareado con el doble de trabajo que él.

—Eso podría dolerme mucho —titubeó Helena intimidada.

—No le prestes atención —intervino Shaina golpeando suave el brazo de Milo, se acercó lento y haciendo caso omiso a Death Mask, quien seguía ahí arrodillado—. Muchas felicidades —luego ella bajó su vista al Santo de Cáncer, alzando una ceja—. Y a ti no sé si darte mis congratulaciones o el pésame.

Algunos se rieron, otro prefirieron quedarse callados, sin embargo la idea de ver crecer a los infantes de sus amigos de las Casas del Zodiaco no les parecía algo tan malo, quizás salvo por los llantos que se lograban oír hasta Piscis e impedían que Afrodita tuviese su sueño de belleza vespertino. Por lo demás, todos los presentes ya estaban ansiosos por ver cómo le iría a ese bocón de Death Mask siendo padre luego de haberle dicho a Milo que se veía ridículo en el papel.

—Te lo dije, amigo, no cantes victoria antes de tiempo —dijo Milo poniendo una mano sobre el hombro de Death Mask—. Felicidades —miró a Helena quien asintió.

—Gracias —susurró ella.

—Sí —musitó Death Mask ya más tranquilo—, gracias.

Sintiéndose feliz por sus compañeros, Aioria puso una mano sobre el hombro de Marin mientras que Seika aprovechó la oportunidad para poner su cabeza sobre el brazo de Aioros. Este al mirarla le sonrió.

—¿Y tú qué dices? —le preguntó.

Seika al verlo le mandó una mirada reprobatoriamente, pero burlona.

—Todo a su tiempo —dijo ella viendo a Shaina abrazar a Helena, luego de que Death Mask la soltase—. Primero lo primero —sonrió la joven japonesa, dándole a entender al arquero que su prioridad en estos días era que su hermano menor abriese los ojos, aunque ella no tuviese ningún tipo de control sobre eso, muy a su pesar.

Aioros asintió con la cabeza, sabiendo bien que Seika estaba ahí gracias a que Athena, literalmente, la sacó de la Mansión Kido con dirección a Grecia para que descansase un poco del estrés que conllevaba ir del hospital a la morada sólo para pelear con Tatsumi y desanimarse porque Seiya todavía no despertaba.

»Aioros —le llamó la diosa antes de dejarlo ir—, cuida de Seika. Estoy segura que Seiya despertará en poco tiempo y me gustaría decirle que ella está en buenas manos.

»¿En serio usted cree que él despierte pronto? —Aioros se sorprendió mucho ante esa revelación. La hermosa sonrisa de Athena respondió su pregunta antes que sus palabras lo hiciesen.

»Qué Seika no se obsesione con ello. Ya todo estará bien.

Aunque Aioros le prometió a Saori que iba a proteger a Seika en lugar de Seiya, hasta que ambos hermanos pudiesen verse de nuevo, el Santo de Sagitario no podía evitar simplemente sentirse atraído por ella, tanto así que, casi de forma criminal, maquilló el que las doncellas arreglasen un cuarto para su invitada en Sagitario cuando la realidad es que él mismo la llevaba hasta el suyo y le pedía quedarse dormida junto a él, hayan o no hecho el amor.

En lo personal a Aioros le gustaba adorar el cuerpo de Seika, sin embargo, encontraba una satisfacción más allá del físico abrazándola por las noches sintiendo su calor cubriéndolo, aliviando considerablemente su frívola soledad.

Aioros miró a Milo, Death Mask y Aioria, comprendiendo finalmente todo de lo que habían sido capaces con tal de conseguir la felicidad que ahora tenían; estando al lado de las mujeres que amaban con una intensidad que superaba al mismo Cosmos. También, Aioros aguantó las ganas de llevar una mano a la cintura de Seika para atraerla hacia él, pero prefirió reservarlas para esta noche cuando estuviesen solos.

—¡Seré mejor padre que tú! —le gritó Death Mask a Milo, pero este, como era normal, no estuvo de acuerdo con eso.

—¡Eso dilo cuando cuides a dos al mismo tiempo!

—¡No cuentas a mis cuñados! ¡Si hacemos equivalencia sales perdiendo!

Con los ojos entrecerrados, Shaina y Helena terminaron por jalar las orejas de ambos hombres, apartarlos el uno del otro antes de que empezaran a pelear y terminasen por despertar a los bebés.

Nunca se había visto una escena tan común y humana en el Santuario. Eso era algo muy bueno. Era algo bello. Era algo… normal.

—FIN—

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Curiosidad que a nadie le importa pero necesito sacar: Arion y Zero, tienen nombres que empiezan con la primera y la última letra del abecedario.


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¡Wow! Final, después de varios meses...

¿Pueden creer que esto nació como un drabble, luego como un one-shot y después en un long-fic de casi 100,000 palabras?

Yo apenas lo estoy asimilando jejeje.

A decir verdad, pensaba en hacer un epílogo pero creo que acá se integra bastante bien todo eso. Como dije, si algo se me ocurre con respecto a esta historia; ya sea el parto de Shaina o alguna otra cosa, ya me verán publicándolo después de este capítulo en un futuro, pero de verdad no prometo nada. :( Mi cerebro ya casi se seca con tantos proyectos que tengo en mente, hace poco subí unos drabbles para el fandom de Zootopia (como ya había querido hacer desde el año pasado) y con el fandom de Inuyasha volviendo a revivir, ufff, tengo tanto que hacer como aquí como en otros fandoms.

Por cierto, quizás la siguiente semana, comience mi siguiente trabajo.

Volvemos enteramente a The Lost Canvas con otro fic agafica.

No tengo planeado otro fic más allá de eso, menos de la serie original salvo un one-shot Shailo que prometí desde hace varias semanas a una gran artista. También estoy en proceso del segundo fic de mi saga: Decretos Divinos, el cual les invito a leer si es que quieren. :D Es una saga a la que le he puesto todo mi empeño y cariño. Y siento que vale la pena darle aunque sea una pequeña oportunidad jejeje.

En serio agradezco que me hayan acompañado hasta acá. Sé que doy algo de asco exponiendo romances, pero no siento que Shaina y Milo sean de esos que van repartiendo miel y hojuelas cuando aman. No sé, quizás sólo yo lo vea así, pero, ¿qué les digo? Esas son mis excusas jejeje.

Me alegra haber podido escribir un segundo long-fic en este fandom y más me alegra saberme apreciada por ustedes. Lo valoro con el corazón.

¡Hasta la próxima, mis queridos santos y amazonas!

Muchas gracias por leer y comentar a:

Monse, camilo navas, Dama de los hielos,agusagus, Tatiana vila, ShainaCobra, Nyan-mx y Yista.


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