La serie de Once Upon a Time y sus personajes aquí mencionados no me pertenecen.
Este es un pequeño OS que surgió como una petición de autumnevil5: Mi querida partner in crime, espero te guste.
Única advertencia: Contenido para adultos.
Y también espero sea del agrado de quien lo lea.
La puerta del apartamento de David indicó que alguien estaba llamando.
El príncipe supo de inmediato de quién se trataba, aunque todavía faltaba para la hora acordada.
Se colocó los pantalones y una camisa interior lo más rápido que pudo y corrió para abrir
- Emma - le saludó alegre - Llegaste antes - dijo con algo de nerviosismo y observó que su hija le miraba con algo de extrañeza.
La invitó a pasar y cerró la puerta
- Vine a comprar unas cosas aquí cerca y decidí venir. No tenía caso regresar a casa para luego venir por ti - dijo con la mirada fija en la figura de su padre.
Se veía un poco agitado y ligeramente sonrosado.
Había quedado de pasar por él para ir a la estación después de la comida porque su camioneta estaba averiada y no les gustaba tomar la patrulla para asuntos personales, como ir a comer.
Ella comió con Snow y Henry y luego salió a hacer esas compras y sí, admitía que llegó antes, pero nunca pensó encontrar a su padre así.
Es decir, se suponía que sólo iba a comer. Hubiera entendido si estuviera adormilado, a cualquiera se le antoja una siesta después de comer, pero no con mejillas arreboladas, ligeramente sudoroso, sonrisa nerviosa y respiración un tanto agitada, como si hubiera hecho ejercicio.
Sabía que David se ejercitaba, pero ¿quién en su sano juicio hacía ejercicio después de comer?
- ¿Te molesta? - le preguntó estrechando sus ojos con sospecha
- ¡Claro que no! - dijo con algo de exageración - Voy a tomar un baño rápido y estaré listo para irnos - le dijo mientras se dirigía a su habitación con prisa.
Emma soltó un largo suspiro viendo alrededor del apartamento, fingiendo que no buscaba nada, pero la verdad, estaba tratando de ver si había algo que justificara el comportamiento extraño de su padre.
El lugar era amplio y perfecto para un hombre soltero como el príncipe. Desde hacía un par de años que se divorció de la princesa Snow y desde antes de ese suceso, consiguió ese lugar muy cerca de Granny's para vivir solo.
Se acercó al fregadero y ni siquiera había un plato, sucio o recién lavado, todo estaba impecable, como si no hubiera comido.
Impulsada por la curiosidad y su vena de caza recompensas, se aventuró a entrar a la habitación de David.
Cama perfectamente tendida, demasiado para el gusto de la rubia. El sonido del agua corriendo en el baño, señal inequívoca de que el príncipe tomaba una ducha.
Todo normal y en orden.
Cerró sus ojos negando con su cabeza y se rio de sí misma. Ni siquiera sabía qué esperaba encontrar.
Se dio la vuelta y entonces, algo captó su atención.
En el piso, cerca del armario, estaba lo que parecía ser una prenda femenina de encaje.
Abrió los ojos espantada y se acercó para asegurarse que efectivamente era ropa interior de mujer. Se agachó, y alargó su mano para tomarla, pero justo cuando iba a tocarla, una conocida nube de humo morado apareció frente a ella y al disiparse, otra mano femenina intentaba lo mismo que ella.
Alzó su mirada y se encontró con la chocolate y conocida, igual de espantada que la de ella.
Oh, no
- ¡¿Tú?! - preguntó la sheriff alarmada con los ojos llenos de horror.
Oh, por Dios. No… ¡No!
No podía ser que Regina, la madre de su hijo, la alcaldesa de Storybrooke y jefa de ella, estuviera teniendo una aventura con David, ¡su padre!
-Emma, no es lo que piensas - trató de persuadirla, aunque sabía que sería inútil, pero es que al ver la mirada de horror y espanto de la sheriff, Regina sintió una punzada de dolor en el pecho.
Y ni sabía por qué, no esperaba algo diferente
- ¿No es lo que pienso? - preguntó algo exaltada - Porque lo único que puedo pensar en este momento es a ti y a David… ¡haciéndolo! - exclamó escandalizada.
Regina torció los ojos ante la reacción exagerada de la rubia. Definitivamente había heredado la idiotez de Snow.
De pronto, la puerta del baño se abrió y el príncipe, con cara de espanto, salió con sólo la toalla alrededor de su cintura.
La reina llevó una mano a su frente, la otra a su estrecha cintura y recargó su peso en la cadera derecha
- ¿Qué es ésto, David? - preguntó Emma señalando con ambas manos la pantaleta de Regina que seguía en el suelo.
El sheriff tragó pesado y miró a la alcaldesa que parecía estar a punto de perder la paciencia y no se equivocó
- ¿No es obvio, señorita Swan? - preguntó la reina alzando una ceja altiva y se cruzó de brazos después mientras la prenda desaparecía del suelo en una pequeña nube de magia y aparecía en el lugar correcto en su propio cuerpo
- Es… No - comenzó a balbucear sin poderlo creer
- Emma - le llamó su padre - Nadie lo sabe y no puedes decir nada, por favor - pidió David con nerviosismo y ansiedad.
La rubia miró a ambos incrédula y sorprendida por la petición
- ¡Estás follando con Regina! - gritó desesperada. ¿Cómo le pedía que no dijera nada? Eso era… grande - Ay, por Dios. Lo estaban haciendo antes de que yo llegara - dijo llevando ambas manos a su frente entendiendo todo
- Un par de minutos antes y me habrías encontrado montando a tu padre, Em-ma - exageró la última sílaba y vio a la rubia abrir los ojos grandes, como platos y llenarse de horror ante sus palabras.
La reina sonrió de medio lado con satisfacción
- Por Dios, Regina - dijo David cerrando los ojos y negando un poco con su cabeza. ¿Por qué parecía estar empeñada en empeorar todo?
- ¿Puede guardar el secreto o no, señorita Swan? - preguntó la reina sin delicadeza, aunque la verdad moría de ansiedad y no sabía de qué otra forma convencerla de no abrir la boca - ¿O es acaso que heredaste la boca floja de tu madre? - preguntó alzándole de nuevo una ceja con altivez.
Emma abrió la boca sorprendía, volteó a ver a su padre quien sólo la miró alzando un poco los hombros en señal de que no intervendría y que lo que Regina decía, era verdad
- Sí puedo - dijo la rubia con el ceño fruncido y ligeramente ofendida por la pregunta. No por lo de su madre, sino porque la alcaldesa pensara que no podía guardar un secreto
- Eso pensé - le sonrió de medio lado, y después, comenzó a acercarse a David de forma deductiva - Te veo después - susurró y, tomando su apuesto rostro entre sus manos, le estampó un beso nada casto frente a una escandalizada Emma.
El príncipe respondió al beso, desde luego que lo hizo. Regina lo traía completamente loco por ella y le era imposible resistírsele.
Cerró los ojos, llevando la mano derecha a su tersa mejilla izquierda y de pronto, se quedó besando a la nada luego de que la nubecita morada se disipó.
Soltó un pequeño suspiro enamorado, pero el gritito extraño que soltó su hija, le sacó de su pequeño momento de estupor en el que la reina siempre le dejaba cuando se separaban
- ¿Desde hace cuánto está pasando ésto? - preguntó haciendo evidente su histeria
- Algunos meses - murmuró el príncipe frunciendo el ceño por la reacción de su hija
- ¡¿Meses?! - no pudo evitar subir la voz.
Pero es que no podía creerlo, su padre y su jefa, la madre de Henry, se habían estado acostado durante meses y ni ella ni nadie sospechaba nada… ¡nada!
Vaya que supieron ser discretos hasta que, obviamente, algo se salió del plan. Es decir, ella, llegando antes de la hora pactada
- Sí, sí. Desde hace meses tenemos algo y acordamos no decir nada - explicó algo exasperado
- ¿Por qué? - preguntó la rubia extrañada y con algo de reclamo impregnado en la voz
- ¿Ya te viste a ti misma? - le preguntó - Nadie lo va a aceptar, al menos no tan fácilmente y todo marcha de maravilla entre nosotros - soltó un suspiro afligido - Es… hermoso y temo tanto que se arruine - susurró.
Emma se relamió los labios reparado en la forma en que había reaccionado al saber. La expresión de espanto de Regina cuando se miraron a los ojos. Era una mirada que la reina nunca dejaba ver y comprendió entonces que seguramente les había lastimado a ambos con esa forma tan histérica en la que reaccionó, como si no le fuera posible aceptar que Regina y David tenían algo
- Lo siento, ¿sí? - pidió con sinceridad - Es que ¡eran sus bragas en el piso de tu cuarto! - volvió a señalar con ambos brazos el lugar - No fue una forma sutil de saber que estás teniendo una aventura con la madre de mi hijo - se justificó
- No estoy teniendo una aventura con ella - dijo molesto. Regina no era un acostón casual, tampoco alguien con quién sacarse las ganas cuando lo necesitaba y ya.
No era solo sexo.
Ambos sentían que tenían una conexión especial, compartían mucho tiempo juntos, tristezas y alegrías, se apoyaban mutuamente y la quería, la quería muchísimo. Estaba encantado con lo que fuera que tuviera con ella y no quería que terminara jamás
- ¿Entonces? - preguntó Emma sin comprender
- Es algo entre Regina y yo. Solo puedo decirte que es como… - y sonrió mientras su rostro se iluminaba - magia - concluyó soltando un pequeño suspiro.
La rubia asintió entreabriendo su boca, posiblemente reparando en algo que su padre parecía ignorar.
- ¿Crees que Emma vaya a decir algo? - preguntó Regina mientras trazaba figuras con su dedo índice en el amplio pecho del sheriff
- No - respondió mientras acariciaba la espalda desnuda de la reina con la punta de sus dedos - Guardará el secreto. Me lo prometió - volteó a verla.
Podía ver el temor reflejado en los bellos ojos color chocolate y David sólo pensaba que daría la vida entera por espantar todos esos miedos hasta que ya no quedara nada más que felicidad en ellos.
Le dedicó una tierna sonrisa y junto sus labios con los de ella en un beso dulce y entregado que poco a poco, comenzó a subir de intensidad.
Regina se movió hasta subirse a horcajadas sobre él mientras le seguía besando y David acariciaba sus muslos. Metió una mano entre sus cuerpos hasta aferrar el semierecto miembro y comenzó a estimularlo
- Mmhh, sí - gimió el sheriff con los ojos cerrados mientras la alcaldesa le besaba el cuello. La sintió tomar una pequeña porción de piel para luego chupar con intensidad y sabía perfectamente que le dejaría una marca y sonrió.
Amaba cuando Regina hacia eso.
La reina soltó un pequeño gemidito cuando el príncipe le dio un par de nalgadas que causaron un maravilloso estremecimiento en todo su cuerpo… amaba esa sensación, ese dolor punzante pero placentero.
En cuanto David estuvo erguido y duro, la alcaldesa lo posicionó en su húmeda entrada que aún tenía evidencia del orgasmo anterior de ambos.
Enganchó su mirada con la azul del príncipe y comenzó a descender hasta que lo tuvo dentro por completo
- Estás tan caliente y apretada - siseó apretando un poco los muslos de la reina.
Regina sonrió de medio lado y empezó a mover sus caderas iniciando el acto de penetración por su cuenta.
Lo hacía despacio y a un ritmo firme que le permitía disfrutar a ambos.
Cerró los ojos mientras echaba la cabeza hacia atrás y mandaba al demonio todas sus preocupaciones.
Quería concentrarse solo en la maravillosa sensación de estarse entregado a David y de sentirlo entregarse a ella por igual
- Mmngh - gimió y apretó los ojos cuando el príncipe comenzó a tocar su clítoris - Sí - susurró casi sin aliento porque le estimulaba de la forma en que le encantaba y debía admitir, que el príncipe había aprendido rápido a satisfacerla.
A decir verdad, desde la primera vez había sido maravilloso. David era el amante perfecto para ella. El mejor, intenso y único. Entregado y pasional.
Una sonrisa se dibujó en su bello rostro y regresó su cabeza porque podía sentirse cerca. Sus paredes internas empezaban a estrecharse con fuerza alrededor de la gruesa circunferencia del príncipe
- Estoy cerca - informó con voz afectada y un poco aguda. Sus piernas comenzaban a temblar ligeramente
- Sí - respondió David con las pupilas dilatadas viéndola balancearse sobre él. Sus perfectos y divinos senos rebotando alegres con lindos pezones endurecidos y erguidos. Sintiéndola estrecharse sobre su dura y palpitante erección - Vente sobre mi miembro. Quiero sentirte - pidió casi sin aliento por el bello espectáculo frente a sus ojos.
Se afanó más es estimular su pequeño botón de placer mientras, con la otra mano, apretaba una de sus suculentas nalgas.
Regina siempre le había parecido hermosa. A sus ojos y los de muchos, la mujer más bella de todos los reinos habidos y por haber, pero nada se comparaba con verla durante el sexo, con verla disfrutar y retorcerse de placer, verla llegar al orgasmo.
Era una imagen que tenía clavada en la mente y que le encantaba ver una y otra vez.
Y se sentía como el hombre más afortunado del mundo por ser él quien tuviera el privilegio de ser testigo de verla así.
Siseó y se tensó un poco cuando Regina le clavó las uñas en el pecho
- ¡Ahhhh! - gimió alto cuando alcanzó la cúspide de su placer y se sintió apretar fuertemente alrededor del príncipe.
Se tensó por completo, su rostro contorsionado en una mueca de placer abrumador y después, comenzó a temblar, a sufrir espasmos, remanentes del maravilloso orgasmo y una hermosa sonrisa satisfecha se dibujó en su rostro mientras jadeaba pesado, en búsqueda de aliento.
Esa imagen lo dejaba completamente embelesado y le era imposible resistirse a esa bella mujer, feliz, sonriente, acalorada, con mejillas encendidas, ojos cerrados, exquisitos labios abiertos y exhalaciones pesadas de satisfacción.
Se alzó sorprendiéndola un poco y, tomando su bello rostro con la mano derecha le besó con pasión y arrebato. La reina le tomó del rostro con ambos manos y empezó a mover sus caderas de nuevo
- Oh, belleza - gimió el príncipe sobre esos tersos labios que amaba besar
- Quiero sentirte llegar dentro - le susurró sensualmente y David se movió para comenzar a besar su garganta mientras la aferraba de nuevo por las caderas, pero esta vez, comenzó a jalarla contra él - Hasta lo más profundo de mi - jadeó con ardor.
El príncipe se dejó caer en la cama, la aferró con fuerza por la estrecha cintura sabiendo bien que dejaría marca de sus dedos y comenzó a mover sus caderas con rapidez mientras sostenía el bello cuerpo de la reina en su sitio.
Oh, Dios… El golpeteo de las caderas del sheriff contra ella era obsceno, pero le encantaba. Le encendía como nada verlo perder el control de esa forma tan arrebatada y sonrió mientras pequeños gemidos escapaban de su boca con cada estocada porque podía sentir su propio orgasmo comenzar a construirse.
Y ni siquiera estaba tocando su clítoris
- Más - le alentó con la voz entrecortada y apretó los ojos porque concedió imprimiendo más fuerza al enterrarse en ella - Tan grande… - se relamió los labios - ¡Y grueso! - gritó con gusto
- Ya no puedo aguantar más - gimió con algo de desespero al escucharla decir eso. Sentía que explotaría en cualquier momento y quería que Regina se viniera junto con él, pero le era imposible cambiar el ritmo para tocarla
- Vente - le pidió con voz sensual y aguda - Oh, David, quiero que me llenes - llevó sus manos hasta los antebrazos de él y le aferró de ahí cuando comenzó a lloriquear porque las embestidas comenzaban a ser erráticas y sabía que el sheriff llegaría en cualquier momento.
Apretó más el agarre que tenía sobre ella y se empujó con todas sus fuerzas haciéndola sisear de doloroso placer y aferrarse con fuerza a sus antebrazos
- Ohhhh - gimió y gruñó el príncipe cuando comenzó a venirse. Arrojando abundantes chorros de semen ardiente y espeso en el interior de la reina.
Regina se mordió el labio inferior y gimió sensualmente al sentirse derramarse en su interior, llenándola de él.
El sheriff salió de su interior en cuando terminó de venirse y se volteó, llevándola a ella en el proceso de tal forma que la dejó recostada.
Comenzó a besarla ardientemente mientras llevaba una mano hasta la intimidad de la alcaldesa e introdujo dos de sus dedos de un solo empujón haciéndola gemir en su boca
- Vamos, belleza - jadeó sobre sus tersos labios mientras ella se retorcía debajo de él por el placer. Estaba cerca, la podía sentir en sus dedos - Dame ese orgasmo - le pidió y la hizo sonreír poquito por la petición.
Alzó un poco su rostro para verla disfrutar, su bello rostro contorsionado en una mueca de doloroso placer. Su vientre se tensaba para luego temblar un poco y volverse a tensar con más fuerza.
Hasta que ocurrió.
Regina apretó uno de los brazos de David y abrió un poco más sus piernas alzándolas unos centímetros mientras se arqueaba majestuosamente sobre la cama.
El príncipe se relamió los labios y luego besó su frente con cariño mientras la reina convulsionaba y gemía con fuerza en medio de su orgasmo
- Te ves tan bella cuando llegas al orgasmo - murmuró contra su frente ligeramente sudorosa.
Los días comenzaron a pasar y todo seguía de maravilla entre David y Regina.
El problema, era Emma, que miraba al príncipe de forma acusatoria, sobretodo cuando a Snow se le ocurría mencionarle que debía salir con alguien, que cierta o tal mujer, le había preguntado a ella por él.
Como si la princesa siguiera teniendo alguna clase de influencia sobre él. Le molestaba cuando eso pasaba, sobretodo porque ya tenía algo con Regina y no iba a cambiar algo tan hermoso por otra cosa.
Esas eran las veces cuando más ganas le daban al príncipe de gritarle a todos que la reina y él, eran una pareja.
Y todo parecía ser sobrellevable hasta que el día del segundo aniversario de novios de Snow y Víctor, llegó.
La princesa quería una cena familiar para celebrar, pero su apartamento y el de Emma, eran pequeños. El de David también, así que a la maestra se le ocurrió la brillante idea de pedirle a Regina que se hiciera en la Mansión.
La alcaldesa no estaba muy convencida, pero aún así terminó accediendo.
Muy en el fondo, quería que Henry viera con buenos ojos la relación de la princesa con el médico. El adolescente había sido quien se tomó muy mal la ruptura entre el Príncipe Encantador y Snow White y aunque ya parecía estar más conforme con ello, porque la princesa en realidad era muy feliz con Frankenstein, a Regina le aterrorizaba que rechazara lo de ella y David si llegaba a saberlo.
Así que ahora, terminaba de preparar la lasaña que se serviría como cena. Desde luego que el príncipe estuvo ahí desde temprano para ayudarle.
Regina estaba tras la isla de frente a la entrada de la cocina cortando vegetales y el sheriff a su espalda revisando la temperatura del horno
- La mesa ya está lista - dijo Henry parándose en la puerta y Emma, pronto estuvo a su lado.
David les sonrió y caminó hasta ponerse enseguida de Regina, muy junto, pero sin pegarse a ella
- La lasaña no tardará mucho - sonrió Regina y de pronto, enrojeció y volteó hacia la superficie frente a ella mientras se acomodaba un mechón de cabello tras su oreja con nerviosismo. Se mordió el labio inferior para no gemir.
David acababa de apretarle una nalga y ahora masajeaba su trasero mientras intercambiaba palabras con Emma y su hijo y Regina sentía que moriría si llegaban a saber lo que el pervertido del príncipe estaba haciéndole tras la isla
- Sube a jugar. Yo te llamaré cuando todo esté listo - le dijo la rubia a su hijo quien asintió y salió corriendo sin esperar más.
Y en cuanto se escuchó que el adolescente subía las escaleras la cara de Emma se tornó a una molesta.
Vio a Regina empujar a David un poco como reclamo y a él sonreír divertido
- ¿Creen que no me doy cuenta de lo que están haciendo? - preguntó
- Lo siento, hija - sonrió de medio lado ahora por la reacción de ambas
- Lamento el comportamiento impropio de su padre, señorita Swan - y de pronto se vio abrazada por la cintura y besada en la mejilla izquierda. Llevó sus manos hasta los hombros del príncipe y le empujó - Esto es serio, David - le regañó
- Ya no más - dijo Emma de forma tajante y ambos le voltearon a ver preocupados - Tienen que decir que están juntos - exigió
- Emma… - susurró Regina un tanto asustada
- No - dijo la rubia - Tarde o temprano los van a descubrir. Ayer dejaste tus boxers en mi apartamento - señaló a David quien cerró los ojos maldiciéndose por ese descuido.
Habían ido a la casa de la sheriff a recoger las llaves de su camioneta y bueno… Terminaron haciéndolo en medio de la sala
- Admitan que tienen un problema con la ropa interior - les acusó a ambos
- No volverá a ocurrir - aseguró la reina con tono de disculpa
- Desde luego que no volverá a pasar porque me rehúso a volver a mentir por ustedes - dijo
- Prometiste guardar el secreto - reclamó David
- Lo sé, pero ya no. Snow fue quien descubrió tus boxers y le tuve que decir que estuve con alguien - dijo con histeria - Ahora no para de preguntarme con quién salgo - dijo afligida - Tienen que decirlo. Ahora - exigió - Porque si no lo hacen, lo haré yo - sentenció.
Y justo en ese momento el timbre de la Mansión se escuchó.
Emma les dio una última mirada de advertencia y se fue para abrir.
David y Regina se miraron preocupados.
Pronto la mesa de la Mansión, que la reina había extendido con su magia, estuvo llena.
Snow, Víctor, Granny, Ruby, Azul, Neal, Gold y Belle, así como Emma, Henry, Regina y David estaban sentados alrededor de la mesa.
La cena iba transcurriendo de lo más normal. Hubo un brindis por la pareja que se festejaba y comenzaron a comer muy alegres.
Aunque Regina y David, morían de ansiedad. De hecho, la reina parecía sólo jugar con su comida, los nervios no le permitían comer.
El príncipe miraba afligido el semblante preocupado de la alcaldesa y se sentía pésimo por eso
- Oh, Regina - dijo de pronto la princesa - Archie me ha preguntado mucho por ti - sonrió entusiasmada - Te quiere invitar a salir, pero tiene miedo - argumentó con tono afligido
- No estoy interesada - sonrió con nerviosismo y se relamió los labios
- Deberías. Es muy buen partido. ¿Cierto, Azul? - preguntó al hada quién asintió
- La reina y el insecto. Muero por ver eso - dijo de forma sarcástica el Oscuro mientras llevaba la copa de vino a su boca para beber un trago, que pasó rápido y con angustia al ver la mirada de molestia de Belle sobre él
- Dale una oportunidad - rogó la princesa
- Ya dijo que no le interesa - intervino David y no pudo evitar sonar muy molesto - Déjala - pidió
- ¿Por qué te enojas? - preguntó Snow - Regina tiene derecho a salir con alguien - argumentó con molestia por el comportamiento de su ex marido
- ¡Qué ella decida, entonces! - exclamó con fastidio. Estaba celoso, no le gustaba esa platica en lo absoluto. Pensar a la alcaldesa con alguien que no fuera él le ponía mal, lo hacía perder el control
- Pues debes saber que Kathryn dejó a Frederick y dice que tiene interés en ti - le sonrió astuta a David
- Pues yo no - dijo enfadado.
Emma miraba la escena con entusiasmo y esperaba que Snow sacara de sus casillas a su padre para que terminara confesando
- Oh, vamos, David. Ya es hora que salgas con alguien, que te enamores de nuevo y Kathryn es la mejor opción para ti. Yo me haré cargo de todo para la cita, no te preocupes - le dijo muy animada.
Y eso, terminó de colmar la paciencia del sheriff.
Se puso de pie y apoyó ambas manos sobre la mesa enseguida de su plato
- ¡No voy a salir con Kathryn ni con nadie porque estoy enamorado de Regina! - gritó exasperado.
Una exclamación colectiva de sorpresa se dejó escuchar.
Snow entreabrió la boca incrédula y sorprendida
- David… - susurró la reina sorprendida poniéndose de pie
- Así es. Estoy enamorado de ella - dijo y volteó a verla - Estoy enamorado de ti, Regina - tragó pesado por sabía lo que había hecho.
Los ojos de la reina se llenaron de lágrimas por la emoción
- También estoy enamorada de ti, David - dijo con la voz entrecortada porque sentía un nudo en la garganta y no pudo evitar abrazarse a su cuello y besarle con amor.
Con todo ese amor que desde hacía tiempo comenzó a sentir por él. El mismo amor que tenía miedo de confesar porque no quería sentirse rechazada ni perderlo y se sentía tan feliz de saber que David sentía lo mismo por ella
- ¡Oh, que lindos! - exclamó Granny y Ruby rio al escucharla
- ¡Al fin! - exclamó Emma con alegría y le encantaba que ambos hubieran confesado lo que vio desde el día en que les descubrió.
Que estaban locos de amor el uno por el otro
- Eso sí que es una verdadera pero agradable sorpresa - masculló Rumpel
- Muchas felicidades - dijo Belle profundamente conmovida al ver las muestras de afecto entre el príncipe y la reina
- ¿U-ustedes están… juntos? - preguntó Snow sin saber muy bien cómo reaccionar
- Sí - afirmó David mirándola con una determinación impresionante, demostrándole con ello que estaba dispuesto a defender su amor por Regina
- ¿Desde hace cuánto? - preguntó Azul intrigada
- Algunos meses - respondió Regina mirando de reojo a su hijo quien parecía sorprendido
- ¿Mamá? - le llamó Henry a su madre quien volteó a verle de inmediato - ¿Por qué no habías dicho nada? - preguntó extrañado
- Lo lamento - dijo volviéndose a sentar para hablar mejor con él - Tenía mucho miedo de que no lo aceptaras - confesó y el adolescente negó con su cabeza
- Estoy feliz por ti, mamá - dijo mientras se abrazaba a ella - De verdad. Estoy feliz de que sea David - expresó y su madre le dio un amoroso beso en la frente
- No me lo esperaba - confesó Snow y tragó pesado. Le era difícil entender que el que fuera su Príncipe Encantador estuviera ahora con la ex Reina Malvada.
Es decir, él era un héroe y ella, una ex villana
- Pues comienza a acostumbrarte, porque esto que tengo con Regina - dijo buscando la delicada mano de la alcaldesa para aferrarla en la suya - Es profundo y verdadero - aseguró
- ¡Muero de amor! - exclamó Ruby con emoción
- Regina… - le llamó y una divina sonrisa se dibujó en su apuesto rostro cuando esos bellos ojos chocolate le miraron atentos - ¿Quieres ser mi novia? - preguntó y rio un poco por la ironía.
No estaban para ser novios como si fuesen adolescentes, pero le parecía correcto hacerlo, sobre todo porque Henry debía tener un buen ejemplo de su abuelo de cómo hacer las cosas bien en una relación.
Después de todo, era el Príncipe Encantador
- Eres un ocurrente - rio la reina con la emoción recorriéndole el cuerpo entero.
Era absurdo lo sabía bien, pero estaba profundamente conmovida por ese dulce y atento gesto.
Nunca había tenido un novio en realidad. Con Daniel nunca hubo una petición oficial a pesar de lo mucho que se amaron, y después de él, no había habido en su vida nadie hasta David
- ¿Eso es un sí? - preguntó divertido y ella asintió con su cabeza.
Se inclinó para besarla con adoración frente a un emocionado Henry
- ¡Hay que hacer un brindis! - dijo Eugenia golpeando despacito su copa alzada con un tenedor.
David se sentó y sostuvo su copa
- Por la relación entre David y Regina - dijo Emma.
Todos alzaron sus copas y dieron un trago al vino.
El príncipe le dio otro beso dulce a la reina.
La cena siguió transcurriendo normal y ahora todos estaban felices. Solo Snow seguía demasiado sorprendida y confundida.
Cuando todo terminó, la mayoría se retiró
- Muchas gracias por todo, señorita Mills - dijo Víctor agradecido por la cena
- Fue un placer - respondió la alcaldesa estrechando la mano del médico.
Víctor asintió y comenzó a llevar a la princesa a la salida
- Snow - la llamó David y espero a que su ex esposa volteara - La ropa interior del apartamento de Emma, era mía - confesó y la vio abrir los ojos enormes ante la realización
- Que les vaya muy bien - dijo Regina bajando los pequeños escalones para encaminar a la pareja y que terminaran de salir de su casa.
El médico tomó la mano de la princesa y la sacó a jalones de ahí
- Ya nos vamos - dijo Emma y abrazó a su padre - Estoy muy feliz de que por fin te hayas dado cuenta que estás loco de amor por ella - susurró bajito para que sólo él escuchara mientras Regina se despedía de Henry quien, según el acuerdo de ambas, se quedaría con ella toda esa semana
- Gracias, hija - respondió - Lamento los sustos - dijo riendo un poco - No puedo prometer que no volverá a suceder - le sonrió de medio lado al verla abrir los ojos como platos.
Y es que, el deseo que había entre Regina y él, no tenía nada qué ver con que se estuvieran escondiendo
- Hasta mañana, mamá - se despidió Henry - Adiós, David - salió de la Mansión
- Buenas noches, Henry - se despidió del pequeño - Ya quita esa cara - le dijo a su hija y besó su frente.
Ambos despidieron a sus hijos a la puerta del lugar
- Bueno, señorita Mills. Debo irme - le sonrió.
Regina se abalanzó sobre él y comenzó a besarle con pasión, con amor y entrega. Las manos del príncipe estuvieron pronto en su cintura y ella se movió hasta que ambos giraron.
Comenzó a avanzar haciéndolo retroceder e invocando su magia, la puerta se cerró
- Quédate - le pidió y pronto se vio alzada entre esos fuertes y varoniles brazos.
Enredó sus piernas alrededor de su gruesa cintura y se vio contra la puerta blanca de la entrada
- Voy a quedarme contigo por siempre - jadeó con ardor y la volvió a besar con todo el amor y el deseo que sentía por ella.
Ambos estaban muy felices de que, la noticia de lo suyo, en vez de ser algo terrible, resultara ser una sorpresa agradable al final.
