Notas Iniciales: Esta vendría siendo mi propia versión sobre el pasado de Seam y Jevil. Contendrá shonen-ai, si, porque adoro este ship y fueron una de las razones por las cuales me aventuré a escribir para este fandom. Y en esta plataforma no hay en español así que... ¿supongo que soy la primera? En fin, eso no es importante.

Advertencias: Mentes Rotas.


Part 1.

Nunca fue perfecto. Su vida era un trazo incierto que sobrepasaba los limites sin avanzar sobre el pliego blanco mientras se distorsionaba con el paso del tiempo. Lo que era y sería o de dónde provenía poco importaba, pues lo único valioso se conformaba por el momento. Siendo un monstruo que vive bajo la influencia de la oscuridad prefería existir aunque hubiesen miles quienes quisieran desaparecer sus risas del universo, ya que tampoco el cómo lo clasificaban le generaba mayor preocupación a su estado de ánimo normal. El pequeño diablillo vagaba entre los senderos rojizos del bosque sin un hogar y sin resistir la diversión que le entregaban las circunstancias, dulces instantes donde solía meterse con los ingenuos transeúntes que se atrevían a depositar monedas en su bandeja antes de que iniciara su función, pues quienes asistían para presenciar sus interesantes acrobacias no volvían para verlo una segunda vez, no después de cometer el delito de estafarles con la practica de hipnosis que aplicaba en su último acto, pues jamas tuvo la ocasión de victimizar adversarios difíciles que -si lograban despertar antes de tiempo- fueran capaces de alcanzar sus posteriores huidas del sitio donde se alojaba temporalmente. Era lo único que hacía, viajar de un lugar a otro sin rumbo, engañando pueblos enteros del reino oscuro y desafiando las leyes que tomaban la iniciativa de capturarlo sin éxito posterior, al menos hasta que se enfrentó al único monstruo cuyos trucos lo sobrepasaron por primera vez en su vida. Aquel había sido el primer encuentro de Jevil con un nivel mágico de semejante categoría, pues él se trataba de un monstruo más técnico, de cuya artillería se basaba una considerable cantidad de objetos filosos y coloridos, además de esponjas en diversas presentaciones como pelotas y muñecos de varios diseños.

No creyó que cuando el felino depositó un par de monedas dentro del cuenco vacío estaría alerta al más mínimo de sus movimientos, no esperó que se libraría de la hipnosis antes de tiempo y echaría a correr tras él en menos de lo que un monstruo normal alcanzaría asimilar lo que acababa de suceder. Jevil, por supuesto, en ningún momento se quedó quieto para esperar ser capturado y por ende no se limitó a bloquear el camino de su perseguidor haciendo uso de toda la artillería con la que contaba sin ser conscientes de la atención que llamaron en su recorrido. Sin embargo, el felino no pareció intimidarse en ningún instante y no desaprovechó la oportunidad de hacer uso de su magia en el momento oportuno, entonces el diablillo aprendería que la menor distracción no era una opción factible cuando había alguien tras él. Jevil descendió al suelo luego de haber sido atrapado por el encanto, incapaz de creerse que había sido sobrepasado todavía.

Riendo como no hacía en mucho tiempo, se retorció atrapado entre los hilos de estambre que aquel felino de profundo pelaje purpura usó para detenerle los pies antes de que fingiera desaparecer con ayuda de los polvos brillantes que usó durante su presentación mientras una multitud a espaldas de su captor se acercaba, interesados en presenciar algo que nadie pudo ver jamás cuando la fama del diablillo se disparó por cada comunidad, en cual público yacían incluidos algunos Rudinn y Jigsawry que casualmente patrullaban cerca cuando el atraco ocurrió. Seam no disfrutaba de tener espectadores para cualquiera de sus actividades pero tuvo que resistir la incomodidad que todas las miradas le provocaron, pues si cometía el error de distraerse un solo segundo aquel diablillo escaparía junto a todas sus pertenencias y era lo que menos quería llegados a este punto. Jevil volvió a reír a carcajadas en el instante que trató de levantarse para terminar impactando su cara contra el suelo, emitiendo un cómico sonido, característico de un muñeco de hule al ser apretado.

—Tú ganas, ganas. ¡Devolveré todo lo que te robé! Pero desátame antes de que pierda la cabeza, cabeza —solicitó Jevil desde el suelo, revolviéndose con el goce de alguien que jamas había experimentado la sensación de la tierra contra su piel—, ¿sabes que es lo peor de todo esto, esto? ¡No estoy bromeando! Uehe-hee~

—Creíste que podías salirte con la tuya, pues te tengo noticias, amigo: no todos confiamos ciegamente en los nuevos. Desde el principio me pareciste alguien sospechoso.

—Es gracioso, gracioso —comentó Jevil mostrando su afilada lengua y colmillos—, porque por un momento pensé que eras ciego, ¡nunca había visto a un monstruo con ojos completamente negros! ¡Creí que sólo eran las cuencas!

—¿¡Cómo te atreves!? —exclamó Seam enfurecido, el calor en sus mejillas bajo su protección de pelo aumentando en un instante y la cola erizada como prueba de su irritación. No lo pensó dos veces en levantar a Jevil del suelo con ayuda de su magia de levitación para hacerlo impactarse una vez más contra la dura superficie, ascendiendo y descendiendo los brazos. Las risas del bufón continuaban llenando la atmósfera mientras Seam descargaba su furia contra el pícaro duende a quien no liberó del encanto hasta que se dio cuenta de la escena que estaba montando, por tal, esta vez sonrojado de vergüenza rompió el hechizo y avanzó lejos de los murmullos -y algunas risas discretas- que liberaba la comunidad reunida. El diablillo logró recuperarse de los impactos para mirar hacia donde había estado el felino, quien se marchó sin reclamar las pertenencias por las cuales había iniciado la disputa. Extasiado con el suceso, Jevil sonrió, pues por fin había encontrado a alguien realmente interesante en ese pueblo.

.

Aunque fue difícil para el bufón ubicar la residencia de su interés, Jevil descubrió que el felino irónicamente se instalaba en una carpa lejos, en los afueras de la pequeña comunidad de oscuros, zona de campo abierto rodeado de laberintos y acertijos creados por soldados y pueblerinos. El horario era el adecuado para que los campesinos como el felino volvieran a sus chozas así que Jevil decidió interceptarlo justo en la puerta. Aquel oscuro parecía cansado ya que -de no haber hablado- ni siquiera hubiese notado que había estado flotando junto a la entrada desde el principio, observando sus lentos y fatigados movimientos.

—Jamas pude haberme imaginado que eres esclavo —dijo, obteniendo un evidente sobresalto como primera reacción de Seam—, ¿al menos, al menos, te gusta la tierra?

—¡Tú... ! —Seam miró al bufón acusadoramente quien no dudó elevarse más en el aire hasta quedar a la altura del rostro felino antes de girarse al revés como un murciélago mientras se cruzaba de piernas y brazos con una traviesa sonrisa adornando sus maliciosos labios—. ¿Qué haces aquí? ¿Cómo fue qué encontraste... ?

—Ellos me lo dijeron, ya sabes, pedir indicaciones no es tan malo de vez en cuando.

—¿Qué? ¿Por qué... ? —Seam siguió formulando preguntas incompletas en medio de su estupefacción hasta que el diablillo extendió un brazo frente a su cara, entregándole un pequeño costal con una importante cantidad de monedas de oro en su interior—. Esto es...

—Es tu parte del pago, recibí más de lo que pude haber imaginado ese día que me hiciste golpear la cara contra el suelo once veces.

—Espera, ¿qué?

—Así es, a nuestro público le gustó mucho. Adoraron verte hacer levitar objetos los cuales no dudaste un minuto lanzar contra mi, se rieron mucho cuando me gritaste todas esas cosas, cosas, sin mencionar que les encantó todo el detalle de las luces multicolores que hicimos explotar por todo el trayecto. Además me dijeron que esperarían ansiosamente nuestra próxima función juntos por eso he venido a pedirte una segunda contribución.

—¿Quieres decir que tomaron nuestra batalla como un espectáculo? —reiteró Seam, los engranajes de su cerebro comenzando a trabajar, ayudandole asimilar lo recién informado.

—Curioso, ¿no? ¡A mi también me sorprendió! —Jevil comenzó a girar en el aire—. Apuesto a que de haberlo preparado no hubiese gustado tanto, tanto.

—Sin embargo, es mucho más sorprendente que vinieras hasta mi casa solicitando mi ayuda cuando fuiste tú quien me estafó ese día. Es increíble que tuvieras el descaro d-

—¡Oh! ¡Eso! —le interrumpió Jevil dejando de girar—. Antes te fuiste muy rápido pero ¡descuida! Lo traje todo conmigo. —El diablillo chasqueó los dedos, permitiendo que una nube de vapor apareciera para que -cuando se dispersase- delatara una caja de regalo lila que levitó hasta las manos del incrédulo felino—. ¡Lamento, lamento, la tardanza!

Seam levantó la tapadera de cartón comprobando que el interior del brillante envoltorio contenía todas sus pertenencias antes robadas. Apartó la mirada del obsequio, gestando una mueca de fastidio en su rostro que contrastaba mucho de la expresión todavía risueña del diablillo que se mostraba ansioso, incluso impaciente por recibir una respuesta afirmativa a su propuesta anterior. Seam se tomó un momento para suspirar con pesadez.

—¿Te crees que con esto me convencerás? Tus expectativas son el séxtuple de tu tamaño, bribón —espetó con desdén.

—Uehe-hee~ Mis intenciones son conseguirlo, mas si no lo logro, logro, creo que me conformaría con saber tu nombre —declaró Jevil con genuina sinceridad, tal fue un detalle que consiguió convencer al desconfiado felino después de una ligera reflexión personal.

—Mi nombre es Seam —dijo ofreciéndole una mano—, se pronuncia "Shawm". Y por cierto, no soy un esclavo, sólo un humilde comerciante y campesino de medio tiempo.

—¡Fantástico, fantástico! —exclamó el diablillo correspondiendo el saludo de mano con creciente excitación, esto sobresaltó de nuevo al felino—. ¡Un placer conocerte, Seam-Shawm comerciante y campesino que no es esclavo! Yo soy Jevil, un humilde acróbata, ladrón y asaltante de tiempo completo, completo.

—Eso... ¿se supone que debe ser una presentación apropiada para quien quieres convencer de ser tu compañero de trabajo?

—¡No tengo idea! Lo hago, hago, para ponerme a tu nivel.

—¿Disculpa? —insistió Seam desconcertado, este duende debía estar bromeando, no podía ser que estuviera hablando en serio, a menos que tuviera aflojado un tornillo.

—¿Uh? ¿No está funcionando? —Jevil ladeó la cabeza con curiosidad.

—En lo absoluto. ¿Desde cuándo un campesino y comerciante se compara con un ladrón?

—En su deseo por oro, desde luego. ¿Eres tonto?

—¿Cómo te atreves? Pedazo de... —Seam se interrumpió a si mismo con un suspiro, pues Jevil había flotado más alto mientras se reía alocadamente girando entorno a su cabeza; era impresionante que no se le cayera el gorro. Por alguna razón se dio cuenta que sería inútil enfadarse con aquel diablillo, después de todo intuyó que Jevil sufría de problemas mentales por su modo de hablar, de hecho a Seam le sorprendía que este fuera capaz de mantener una conversación relativamente coherente de ser el caso.

—Oye, Seam. ¿Te gustan los juegos? —Jevil quiso saber, ganándose una mirada confundida por parte del aludido.

—¿A qué se debe esa pregunta tan repentinamente?

—Es que pareces amargado pero aún así te acercaste a mi en busca de diversión, también respondiste acertadamente mis pequeños juegos de cartas anteriores con velocidad, como si estuvieras totalmente acostumbrado a ellos.

—Bien... —Seam se sintió rebosar de orgullo ante la observación del bufón—, no es por presumir pero soy excelente resolviendo acertijos y poseo mucha suerte en los juegos de azar así que tus pequeños rompecabezas no representaron un reto para mi.

—Uehe-hee~ escucho un desafío —declaró el diablillo extendiendo los brazos sobre su redondeada cabeza con alegría. Seam sonrió confiado por primera vez—. ¡Me gustan, gustan, los desafíos! ¡Vamos a jugar, Seam-Shawm! ¡Juega conmigo!

—Está bien, supongo que no es una mala idea —admitió el felino, tratando obstinadamente ocultar su entusiasmo, sentimiento que llenaba su pecho haciendo palpitar su corazón como no había ocurrido en un largo periodo.

Jamás admitiría que esto era algo que buscó inconscientemente cuando se detuvo frente al pequeño puesto del diablillo y depositó las monedas de oro necesarias para recibir un espectáculo a cambio. La emoción flamante que provocaba el juego en sus venas estaba ardiendo de nuevo al tiempo que lo hacía sentirse vivo mientras su acompañante preparaba la pequeña mesa donde tendrían la primera partida de caracoles, cuyos colores oscilaban entre tonalidades rojizas, azules y purpuras. El juego consistía en combinar sobre el tablero correctamente cada color de caracol que se iba adquiriendo aleatoriamente una vez era el turno de cada jugador, cuya cantidad recogida era determinada por el número de puntos del dado lanzado. A partir de ese primer juego, ambos depositaron en el otro su confianza sin darse cuenta mientras acordaban tener un próximo juego, y así consecutivamente, hasta que por fin Seam aceptó tener una segunda contribución con el extravagante bufón.

.

Lo primero que hicieron fue anunciarse con carteles por las calles de las comunidades. Aunque ciertamente el diablillo no estaba acostumbrado dar a conocer su llegada a cualquier lugar, le pareció una excelente idea para hacer oficial su nueva asociación con el felino. Pese al pánico escénico que Seam confesó solía sufrir ocasionalmente, se esforzó en mantenerse seguro y fue por ello que iniciaron el entrenamiento con un público pequeño conformado únicamente por niños, elevando el nivel hasta que el felino se sintió con el valor suficiente para presentarse ante un público grande. Su función juntos fue un éxito, ya que, gracias a las pequeñas presentaciones gratuitas que ofrecieron, la desconfianza generada por la fama de Jevil no fue un impedimento para reunir a una considerable cantidad de espectadores que no dudaron pagar su precio con tal de pasarse un momento agradable en compañía de sus amigos o familias. Fue así como Seam y Jevil iniciaron una serie de espectáculos que pronto llamaron la atención de los monarcas, cuyos subordinados se habían encontrado con sus funciones de casualidad y marchado a informar sobre esto a sus reyes, quienes entonces habían estado buscando entretenimiento.

Con los días la carpa donde transcurrió Seam su soledad dejó de ser silenciosa, pues Jevil no había dudado en tomar la propuesta de su socio de vivir con él para comodidad de ambos y su actual negocio; ya que al principio Jevil tomó la alternativa de acampar cerca de la casa del felino, Seam consideró mejor opción prestarle un espacio de su hogar que ver su improvisado campamento al salir a surtir la despensa. La zona delantera se había transformado en una tienda donde solían recibir solicitudes de espectáculos especiales, mientras los alrededores se llenaban de mostradores con artículos viejos y usados que encontraban en sus viajes y decidieron albergar para generar ganancias extras; fue en ese sitio donde Seam despidió a un Head Hathy de la guardia real, cuyos color azul brillante se extinguió en el momento que emergió fuera de la carpa y el felino cerró habiendo sido estas sus intenciones antes de que esta lo interceptase a punto de bajar la cortina.

—¿Qué quería ese soldado, Seam? —cuestionó Jevil dejando de barajar las cartas con las que había creado una inmensa y detallada torre en su última función. De cabeza en el techo le dedicó una mirada a su amigo felino quien había depositado su saco en el perchero de la entrada y avanzado a la estufa donde se cocinaba a fuego lento una olla llena de chocolate.

—Traía una proposición de los cuatro reyes, quieren que vayamos al castillo a dar una función en persona.

—Woah~ ¡estoy alucinando! —exclamó Jevil—, ¡los grandes reyes, reyes, quieren que les ofrezcamos nuestros servicios como si fuéramos, fuéramos, entidades importantes! ¡Pellizcame, Seam! ¡Debo estar soñando!

—Ya habíamos hablado sobre el uso excesivo del sarcasmo, Jevil —replicó el felino sirviéndose una taza de rebosante chocolate con leche una vez estuvo listo, procediendo acercarse a su silla favorita cubierta de lana con suma tranquilidad.

—Tengo mis razones para desconfiar de ellos, Seam —espetó Jevil cruzándose de brazos, evidenciando su mal humor en el tono de su voz—, me he enfrentado a sus guardias muchas veces, veces, y no son agradables. Antes de que comenzara a robar intentaron golpearme sin razón alguna y me insultaban, a mi, a ellos, ellos reían y se retorcían, ellos...

—¿Jevil? —le llamó Seam al notar que su compañero había parado de hablar, extendiendo la pausa más de lo apropiado después de que el golpe causado por la caída del maso de cartas al suelo lo alertara, y al mirar se percató de que el diablillo se había quedado en completo silencio, solamente flotando en el aire mientras miraba hacia un punto muerto del espacio-tiempo. En ese momento Seam decidió ponerse de pie aunque con algo de pereza, después de todo -desde que lo conoció más a fondo- se dio cuenta que Jevil solía sufrir estos pequeños episodios de congelamiento involuntario, como si la cuerda que le daba vida repentinamente dejara de funcionar para dejarlo inmóvil aunque respirando. Estando a una distancia optima de él, Seam probó llamarlo de nuevo mientras lo sujetaba del hombro, logrando satisfactoriamente devolver el brillo de sus pupilas a las cuencas negras que formaban sus ojos. Jevil reconoció a la figura delante de él así que mostró su afilada dentadura en una sonrisa, finalmente alcanzando con las plantas de sus pies el suelo.

—¡Juguemos un juego, Seam! —exclamó emocionado mientras extendía los brazos, Seam suspiró derrotado, ya que estos congelamientos repentinos lograban crisparle los nervios del susto, pese a que jamas lo admitiría en voz alta.

—Ahora no, Jevil. Es hora de la siesta —declaró retirándose a la habitación, cuya zona era separada de la cocina por una cortina semi-transparente del mismo tono de color lila.

—¿Siesta? ¡Tuviste una, una, hace media hora!

—Las siestas dobles también son importantes en el desarrollo de un gato, Jevil. Ayudan a un metabolismo de algodón trabajar el doble de bien.

—¡Excusas, excusas! ¡Ya haz crecido lo suficiente! No es posible, posible, que crezcas más!

—Si tanto desconfías de mis palabras, ¿por qué no lo intentas? Te vendría bien dormir un par de ocasiones más para ganar más estatura y así también me ahorrarías más destrozos.

—¿Dormir? —repitió Jevil pareciendo considerarlo muy profundamente; Seam se reconoció confundido por su reacción, sin comprender del todo el motivo por el que las mejillas redondas y esponjosas de tez azulada se habían teñido de purpura como si estuviera avergonzado—, ¿quieres decir... contigo?

—¿Qué... ? —El pelo de Seam se erizó por la impresión pero la atenta mirada del bufón fue la principal causa de que su estomago cosquilleara al grado de sentir algo que podría clasificar como una sensación graciosa—, ¡no, no, no! Yo... ¡agh! ¡Haz lo que quieras! —finalizó girándose sobre la cama para darle la espalda al diablillo quien con inusual timidez avanzó un par de pasos en dirección a la cama, evitando de milagro que su cuello de resorte se activara y en un impulso se apresuró saltar sobre el colchón con emoción donde un irritado felino trató de ignorar el constante movimiento que sintió a un costado de su posición antes de que Jevil se quedara acurrucado a su lado. En el mismo segundo que Jevil dejó de reír y comenzó a roncar ligeramente, Seam no se evitó formar una sonrisa conmovida, pues -a pesar de lo raro y extravagante que era la personalidad de aquel duende- su compañía e hiperactividad significaban un tesoro que el felino estaba convencido no cambiaría ni por todo el oro y juegos del reino. Sin razón aparente, Jevil había dejado de ser sólo un bufón demente con el que compartía un techo y gustos para representar una figura de afecto que jamas creyó conservar. Por eso no se evitó colocarle encima una porción de las cobijas para devolver la mejilla contra la almohada dispuesto a dormir también.

.

Durante un aperitivo del medio-nocturno*, Seam y Jevil conversaron sobre la solicitud privada recibida por el Head Hathy, considerando la oportunidad como algo positivo en caso de lograr cautivar las exigencias de los monarcas. Seam se mostró intrigado por las posibilidades mientras Jevil se limitaba a lanzar quejas sin argumentos sobre sus gobernantes. Después de un debate más -que, de momentos, era intercambiado por bromas incoherentes- acordaron que no les vendría mal probar suerte en el castillo así que pronto se encontraron planeando las secciones de magia y acrobacias que presentarían en el transcurso del espectáculo, estando de acuerdo en renovar un par de obras al tiempo que decidían probar con actos nuevos que no tuvieron la oportunidad en previas funciones.

Sin permitirse contratiempos, ambos socios emprendieron marcha al castillo, cuyo viaje resultó ser más extenso de lo que pudieron imaginarse, recibiendo indicaciones de otras comunidades, entre ellas un encuentro con un adorable monstruo de tres cabezas llamado Clover, para no perderse en el engañoso bosque, cruzando el Gran Tablero -dominio de los Ponman-, y recibiendo ayuda de transporte que los acercó lo más posible a territorio real donde fueron rápidamente escoltados por Rudinns rojos hasta las puertas del castillo. Aunque maravillados con la enorme estructura, no se distrajeron y siguieron avanzando por largos pasillos y grandes salones hasta quedar ante los cuatro tronos con sus respectivos ocupantes. Seam se arrodilló siquiera dejó de caminar mientras que Jevil necesitó una mueca de su compañero para comprender la situación y entonces obedecer al impulso de imitar la postura de su compañero contra el suelo. Como lo habían acordado, Seam se encargó de las presentaciones y habladurías aburridas que Jevil terminó escuchando cuidadosamente, encontrando en cada voz nueva llenando el ambiente la naturaleza de cada rey postrado sobre su poderoso sitial. Tras un par de palabras más, el diablillo finalmente escuchó la señal para levantar la cabeza y comenzar la función levitando en el aire mientras hacía estallar polvos luminosos sobre el espacio que sería su escenario a partir de ese momento, pues Seam le había explicado que la primera impresión era importante si querían interesar a los reyes en su totalidad. Y fue de esta manera; estos no habían tardado en ofrecerles sus primeros aplausos, cuyo asombro les siguió después de que Seam iniciara su propio acto, acompañado por las bromas y acrobacias de Jevil.

El espectáculo gustó tanto a los monarcas que ninguno dudó ofrecerles entre risas aún frescas y elogios efusivos alojo, comida, comodidades y un puesto en la corte si se sentían capaces de ello, así que -gustosos- Seam y Jevil aceptaron las ofertas asegurando tener una respuesta a la última proposición después de discutirlo entre ellos. Los monarcas asintieron y les sugirieron descansar de su viaje antes del banquete que sería servido en un par de horas. Contentos se retiraron, encontrándose con la elegancia y lujos de su habitación compartida, compuesta por dos camas de gran tamaño, muebles variados, un baño personal y una gran ventana que brindaba una grandiosa vista hacia los jardines y más allá del oscuro horizonte. Jevil saltó y flotó hasta el ventanal pegando su redonda cara contra el cristal para apreciar mejor el paisaje mientras Seam aún no podía creer que aquello estaba sucediendo de verdad cuando no hace más de un mes sólo era un campesino sin más aspiración que volver a casa después de un día agotador y descansar leyendo un libro.

—¡Desde este lugar se puede ver casi todo el reino, Seam! ¡Ven aquí, aquí, y observalo conmigo! —dijo el diablillo con indomable emoción, agitando la cola igual que un cachorro al que han mostrado un hueso con carne. Seam se acercó poco a poco, admirando la vista y estando de acuerdo con Jevil; todo era impresionante.

—¿Llegaste a imaginar que alguna vez estaríamos aquí ocupando una de las habitaciones del castillo? —cuestionó compartiendo el entusiasmo de su acompañante.

—¡Jamás! ¡Me siento como un noble ahora, ahora! —Jevil se apartó del ventanal, dejándose caer contra el colchón que se hundió con su peso contorneando su silueta—, no me quejo de nuestra casa, pero esta experiencia también enriquece nuestra integridad.

—Oh, haz hecho un comentario muy avaricioso, Jevil —se burló el felino.

Y el aludido respondió con otra breve risa antes de cerrar los ojos, embelesado con la suavidad de las sabanas que acariciaban su susceptible tez azul. El agradable perfume se deslizó por sus diminutos poros tratando de capturar su sueño con ayuda de los cascabeles que creaban sonidos agradables con el menor movimiento, pero este objetivo implícito fue inútil cuando se imaginó frotándose contra el pelaje del felino, visión que lo obligó abrir los ojos para levantarse y alejar su fantasía de inmediato mientras sus mejillas y puntiagudas orejas volvían a calentarse. No comprendía qué eran estos repentinos pensamientos que lo abordaban si antes no se sentía afectado con cualquier roce que tenían, por lo tanto comenzó a inquietarse de sólo saber que estaba a solas con su socio. Jevil nunca prestó atención a sus emociones si estas no decretaban adrenalina o diversión, pues la tristeza y furia no formaban parte de su fachada siempre alocada y decidía ignorarlas o reflejarlas en cosas productivas, en cambio, estas nuevas sensaciones eran desconocidas porque jamás las había experimentado con un sólo monstruo ya fuese macho o hembra. Ni siquiera estaba seguro si podía clasificarlas por algo negativo o positivo.

—¿S-Seam? —Jevil se detuvo y bajó la mirada, negándose a mirar al felino otra vez. ¿Qué había sido eso? Se preguntó. ¿Por qué había tartamudeado? ¿Y por qué su voz tembló al pronunciar el nombre del otro? No entendía qué le estaba pasando.

—¿Si? —Seam no tardó en atender al llamado girándose hacia él.

—¡Oh! ¡Estoy ansioso por asistir a ese banquete! ¡Seguro la comida de los monarcas es deliciosa, deliciosa! ¡Yommy! ¡Yummy! ¡Dulce-salado! ¡Uehe-hee~ !

Ante la actitud del bufón, Seam acertó a mostrar una sonrisa antes de proponerle divertirse lo más que pudiera esta celebración, pues tendrían que tomar una elección que posiblemente cambiaría sus vidas para siempre. Jevil asintió, disimulando los latidos que insistían en mantenerse rítmicos golpeando su pecho como tambores que momentos después se mezclaron con la convivencia y armonía de todo el castillo. Como era de esperarse, aún fuera de servicio se vieron en la necesidad de mostrar un par de trucos mágicos para mantener a la audiencia satisfecha y con ganas de ver mucho más en cualquier otra ocasión. El interés que enseguida habían generado con quienes conversaban, ayudó a los cirqueros rendirse a lo que consideraron inevitable llegados a este punto. Y en una oportunidad se acercaron a una de las figuras de mayor autoridad del castillo, haciéndole saber sobre la decisión tomada, y quien no se limitó anunciar como oficial la unión del bufón y mago a la corte real, siendo recibidos cordial y amenamente entre aplausos simpáticos. Seam reverenció al público en respuesta mientras Jevil se limitó a sonreír y frotarse la nuca con cierta timidez, apenas mirando a quienes les alentaban, ignorantes de una figura entre el bullicio que con tanta facilidad se perdía a pesar de su contraste.


*me estoy refiriendo a "medio-día" ya que no quise escribirlo como tal pues en el Mundo Oscuro no existe la luz del día.