LA VIE EN ROSE

Epílogo

Dedicatoria especial para Judy Potts. ¡Feliz cumpleaños atrasado

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Un callejón, una cerca de alambre que cierra el camino, un akuma y el sonido de los gritos aterrorizados de los parisinos. Los aspectos le eran tan irónicamente familiares. Déjà vu, es cómo le llaman, porque el guitarrista podría incluso jurar que aquel pasadizo forrado de ladrillos desgastados, era exactamente el mismo de sus recuerdos, ese en donde el rumbo de su futuro había cambiado para siempre.

Luka miró los huecos de los muros y evocó las púas mortíferas de Alligator. Sí… era exactamente el mismo sitio, tenía que serlo. Porque seis años pueden parecer bastante, pero a pesar del avance inexorable del tiempo, hay cosas que nunca, NUNCA cambian.

— ¡Vamos a morir!, ¡vamos a morir!, ¡vamos a morir! — la joven de rizos rubios y lentes de pasta gimoteó a su lado.

— Denisse — le llamó una vez.

— ¡Esto es mi culpa! ¿Cómo pude ser tan distraída? ¡Ay, lo siento tanto!

— Denisse...

—…¡Si tan sólo no hubiese dejado ese correo para el día siguiente! ¡Pero es que estaba tan cansada de coordinar la gira y las firmas con las disqueras!

— Denisse...

— ¡Soy la peor representante del mundo! Si no perdemos hoy la vida, ¡seguro sí pierdo el empleo!

—¡Denisse! — Luka la tomó de los hombros y sacudió de ellos para regresarla a la tierra — No vas perder nada, ¿me oíste? Todo va a estar bien. Pero necesito que te tranquilices.

La joven parpadeó tres veces, respiró profundo y acomodó sus lentes con manos temblorosas. Sí, ella era una chica aprensiva en demasía. Un verdadero y real manojo de nervios para quienes la conocían lo suficiente. Pero, con todo y eso.. hasta ella sabía que la sonrisa confiada y pérfida de Luka Couffaine ante el peligro inminente que ambos… o más bien que él estaba corriendo en el momento, estaba por demás fuera de lugar.

Ay, Denisse. Si supieras… Porque quizá la ansiedad que su representante cargaba consigo aumentaría a niveles estratosféricos si pudiese enterarse que Luka Couffaine; aquel rebelde, despreocupado y a veces críptico joven de 25 de años para quien trabajaba, además de ser actualmente uno de los músicos más famosos de Europa, también era Viperion: el portador más poderoso del miraculous del zodiaco.

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Luka percibió el retumbe de cientos de pisadas en las vibraciones del suelo. Quizá la situación pudiese parecer la misma, pero esta vez no habría ningún Andreé transformado en genuino reptil, dispuesto a destrozarle. Y aunque el akuma actual también le azuzaba con porfiada insistencia, al menos hoy tenía la certeza de que no sería lanzado contra el muro de ladrillo o embestido por decenas de proyectiles en forma de púas. No era lo mismo...

¡Lukaaaaa! Amor mío. Voy a encontrarte y seremos felices para siempre.

...Era mucho peor. Y embarazoso.

La clamación se escuchó en el fondo de la avenida y las pisadas fueron avanzando hasta dejar ver al fondo la figura de una mujer esbelta que cargaba consigo la batuta de director de orquesta.

— ¡Te encontré! — y con un movimiento de la batuta, una cuadrilla de músicos asistieron a su llamado, dispuestos a seguir sus órdenes a como dé lugar. Cada uno llevaba cargando consigo un instrumento como un soldado carga su fusil de guerra.

—Esta es la parte en la que tú huyes y pides ayuda, linda — farfulló Luka.

Una sonrisa cándida se dibujó en su rostro cuando la pobre Denisse primero le miró incrédula y luego, desafiante. Esta debía ser la primera vez se atrevía a retarle en los dos años que llevaba trabajando para él: — ¡Olvídalo! Yo causé esto y no me voy sin arreglarlo.

Otro recuerdo igual de vívido y anhelante. Parecía que hoy el destino complotaba para llevar consigo retazos de su vida hace seis años: la memoria eventual de los sucesos que le habían marcado para siempre.

Pero, ¿cómo habían llegado hasta allí en primer lugar?
Todo comenzó con un correo electrónico, una fan ilusionada y con Denisse y su tozuda manía de anteponer el trabajo sobre su vida personal. Poue sólo ella y un sin fin de workaholics en el mundo estaban convencidos que un mail no leído bien podría significar la ruina o, en este caso… un akuma.

No, la culpa no era de ella, pues el mismo Luka le había insistido que dejara de vivir para el correo electrónico de la disquera por lo menos un segundo. Y es que algo debía de andar mal en esa chica como para hacer del teléfono una extensión más de su cuerpo y de un y una las baguette callejera su nuevo plan alimenticio. Aunque la verdad la entendía, el pequeño descanso de Kitty Section y el lanzamiento de su álbum como solista tenían a la pobre Denisse al borde del colapso: firmas, giras, ruedas de prensa, cotizaciones, viajes, facturas, permisos…

Suficiente — Luka entonces le quitaría el celular para alzarlo en el aire mientras la rubia brincaba como conejo, desesperada por alcanzarlo.— No más correos hasta el lunes. Iremos a la rueda de prensa y después te irás a casa a descansar.

Nadie habría adivinado que, de haberla dejado llegar al mail de Corinne; una fan apasionada del rock, ésta habría recibido la confirmación de un Meet&Greet con Luka, evitando así su portentosa desilución y por ende… su pronta akumatización.

Pensaba en ello cuando los músicos corrieron a atacarlos.

Luka Couffaine podía olvidar fórmulas matemáticas, el procedimiento para cambiar y modificar el motor de su motocicleta, incluso el nombre de sus listas de reproducción en Spotify… Pero nunca, NUNCA olvidaría cómo pelear. La habilidad se había adherido en su sistema como un mecanismo automático, donde sus puños cobraban vida propia y su cuerpo impelía a la velocidad de un rayo. Porque sí, quizá su vida de pandillero habría quedado eclipsada por su faceta como estrella de rock, pero en el fondo él seguía siendo la serpiente Couffaine, el chico invicto que jamás perdió una pelea cuando formaba parte de Les Reptiles.

Denisse a penas pudo reconocer al joven frente a ella. Porque con nada más que sus manos y el mango de una guitarra rota que había recogido del suelo, Luka golpeaba y subyugaba a cada uno de los músicos que le enfrentaban, hasta el punto de dejarlos en el piso.

Uno tras otro, fueron pereciendo. Puño, golpe, patada y luego esquivar. Todo su cuerpo era un ente raudo y vertiginoso, capaz de evadir embates y golpes con una facilidad ridícula. Y además se todo sonreía como si de un juego se tratara. Verlo así hizo que Denisse recordara a los mismos héroes de París, más específicamente a uno de apariciones esporádicas y de traje verde con escamas.

— ¿Es todo lo que tienes?

La rubia sintió un bajón de presión cuando Luka extendió las manos y caminó tres pasos adelante con gesto altivo. ¿Es que acaso no tenía el mínimo sentido de supervivencia?

— Tengo más de una sorpresa para ti, cheri…

Todo pasó muy rápido. Denisse vio la mirada perversa de aquella chica mientras hurgaba en su cabello. Miró las horquillas, tan afiladas como navajas que ahora sostenía en manos,, armas que después lanzó al cuerpo de Luka sin mesura, como flechas de guerra a punto de debastarlo todo.

Y sí, también vislumbró aterrada como el chico sonrió y cerró los ojos antes de que el impacto fuese inminente.

No pasó ni un segundo cuando un destello rojo se antepuso al cuerpo del guitarrista. Las horquillas chocaron contra un escudo de luces color carmesí, haciéndolas volar por los aires; lejos de su blanco principal.

Allí, con su siempre traje moteado que entallaba su curvilínea figura, y con el cabello negro azabache sujeto en una coleta que danzaba al ritmo del viento, estaba su catarina, su musa, la heroína de París: Ladybug.

Luka la miró con idolatría.

— Perdón por llegar tarde — matizó ella con un tono satinado. Música para sus oídos.

La sonrisa de Luka fue afable: — Llegaste justo a tiempo, coccinelle — murmuró, acercándose hacia ella y acariciándole el rostro con la confianza de un conocido. No, más que de un conocido, era la de un amante. Ladybug cerró los ojos y suspiró profundo cuando los labios de Luka tocaron su frente. Era tan cálido… Ya eran seis años a su lado y no había un ósculo de su boca que fuera siempre el mismo.

Hubiesen dado lo que fuera por gozar de aquella burbuja. Pero los ojos inquisidores de Denisse y la sola presencia de un Akuma les hicieron recuperar la guardia perdida.

— Controla tu fanatismo, Bugaboo — La voz burlesca de Chat Noir se manifestó en el callejón cuando Corinne tuvo la iniciativa de regresar el ataque. El gato negro saltó hacia el frente, golpeando a la villana con su bastón negro lo suficientemente fuerte como para desestabilizarla el tiempo necesario.

Una risa carialegre se escapó de la boca de la catarina: — Perdona, es que tengo una debilidad por los guitarristas — confesó sin pena alguna, mirando a Luka con la intensidad de mil soles.

— Suerte que conozco al mejor — murmuró antes de que la catarina le tomara de la espalda para salir de allí.

Ambos pudieron sentir los ojos llenos de ira y de reproche de Denisse mucho antes de que Chat Noir se la llevara a un lugar seguro.

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(Recomendación musical:

Haunted - Beyoncé. A partir del minuto 02:50)

— Creo que tu representante cree que engañas a tu novia.

Despreocupada y con los brazos cruzados, la catarina se encontraba recargada en la pared de uno de cientos y estrechos callejones de París. Él la admiró de lleno, deleitándose con esa aura seductora que lo convocaba a perder el control.

— Sólo la engañaría contigo — decretó descarado, aproximándose a ella con el sigilo de un depredador que acorrala a su presa contra un muro sin salida.

Escalofríos atacaron a Marinette cuando las palmas de Luka se deslizaron por su cintura, enmarcando una curva perfecta hasta llegar a sus caderas. Sin permiso alguno, sus manos irrumpieron por dentro de su traje, asatándole la piel desnuda. El toque gélido de sus dedos sobre lumbar de la espalda la hicieron estremecer.

Sass, Scales slither... — El llamado fue en un susurro, y si Ladybug tenía algo que decir, no lo hizo, pues fueron los labios de Viperion quienes la silenciaron de súbito, y fue el cuerpo de la serpiente quien la reclamó como presa cautiva, al aprisionarla contra el muro de ladrillo.

Las piernas de la catarina se enredaron a la cintura del joven héroe. Con los dedos de las manos, fue paseándose libremente por los mechones brunos-azulados de su cabello, jalándolos una vez que la atención de la serpiente se desviaba hacia su cuello... Espasmos y jadeos, Ladybug cerró los ojos y se mordió el labio cuando el aliento de Luka profanó el lóbulo de su oreja, masticándolo suavemente con los dientes.

— Luka… — le llamó con un hilo de voz, pero las palabras le quedaron atoradas en la garganta en el momento en que el pulgar de Viperion deslizó el cierre del traje hacia abajo, acariciándole así la piel, desde la clavícula hasta la llanura de sus pechos.

Oui? — preguntó ladino. Era imposible resistirse ante los destellos eléctricos de sus ojos.

— El… — jadeó de nuevo y tragó seco cuando le deslizó la manga, besándole el hombro— ...akuma.

— Puede esperar... — rebatió mientras pegaba la nariz a su pecho, extasiándose con el perfume narcótico que le emanaba el cuerpo, recorriendo un camino sigiloso del pecho hasta la barbilla — Todo maldito París puede esperar. No es su catarina, es mía.

El rojo de las mejillas de Marinette se equiparó al tono borgoña de su traje. Porque aunque las palabras de Viperion fueron posesivas e imperiosas, no cargaban consigo ninguna mentira. Ella era completamente suya en cuerpo y alma, así como él también le pertenecía.

Y quizá, de haber sido por ellos, se habrían quedado allí un siglo, el tiempo nunca corría cuando ambos se fundían en su burbuja de deseo. Pero Marinette no había sido elegida como la nueva Ladybug sólo por su carisma. Fue aquel sentido de responsabilidad hacia su ciudad el que la que la impulsó a romper con el apego. Y lo quisiera Luka o no, esa característica de fidelidad era también una de las muchas cosas que le adoraba.

— Me debes — advirtió la serpiente, después de salir de aquella madriguera improvisada.

— Y te voy a pagar — proclamó ella, guiñéndole un ojo —…Si es que llegas a tiempo hoy.

— ¿Cuándo te he dejado esperando, petite? — musitó él, emulando un tono ofendido.

— Siempre hay una primera vez. Sobre todo cuando tienes una representante furiosa y una rueda de prensa retrasada — señaló y, con una risa cantarina, se impulsó con más velocidad por los tejados de París.

La oscuridad ya había caído sobre ellos, y Viperion sonrió para sí cuando miró a la figura de Ladybug saltar sobre una luna de octubre. Sólo ella podría lograr que aquel satélite se doblegara a su voluntad e hiciera resplandecer su figura ante la negrura de la noche.

— Ya veremos quién ríe al último — Sonrió. No era una amenaza al aire, Luka Couffaine se traía algo más que sólo la ironía entre manos.

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— Nunca, nunca, nuuuuunca pensé que fueras esa clase de personas, Luka. ¿¡Pero qué rayos fue eso!? Todo mundo sabe que Ladybug se trae algo con la serpiente y allí vas tú a meterte en la boca del lobo. ¡Tú lo que quieres es amanecer envenenado! ¡O peor! Difamado por la prensa de espectáculos. ¡Ya vi los encabezados! "¡Luka Couffaine, Ladybug y Viperion! El triangulo amoroso que trae a París de cabeza"— Hablaba y hablaba, y mientras lo hacía alzaba las manos, y caminaba de un lado a otro: una prueba más de la ansiedad y nerviosismo que cargaba consigo su ahora furiosa representante— ¡Y deja tú eso! ¿Qué hay de Marinette? ¿Tienes una idea de cómo se sentiría si hubiera visto lo que yo vi en ese callejón? ¡Eres un perro con suerte, Couffaine! Y no lo digo porque seas famoso. ¿Sabes cuántos hombres tiene esa chica en línea esperando? Pobre de ti si te confías, ¡y más vale que le digas tú lo que pasó y le des el lugar que se merece! Porque si no lo haces te juro que…

— Denisse — le irrumpió por fin, haciendo un esfuerzo sobrehumano por aguantar la risa — Tú ganas, ya entendí. ¿Te importa si entramos ya?

La rubia infló los cachetes, pero nada más. La conversación no iba a quedarse hasta allí, Luka estaba consciente de ello. Y aunque su representante merecía algún tipo de explicación por lo ocurrido, la serpiente tenía una apuesta que cumplir con la catarina, y ya suficiente tiempo había perdido derrotando al akuma como para malgastarlo en exculpaciones. Ya habría tiempo para resolver ese tema después.

El guitarrista y su representante entraron al salón de prensa, donde ambos ocuparon dos lugares en un podio repleto de periodistas y fotógrafos. La multitud reventó con exclamaciones y preguntas mientras los flashes de las cámaras le cegaban los ojos.

— Uno a la vez, por favor — llamó Denisse al orden. Luego señaló a una chica de tez oscura, quien se puso de pie al instante.

— Mariah de Le Monde. Luka, ¿es verdad que decidiste sacar un álbum como solista porque no piensas regresar a Kitty Section?

¿Cuántas veces le habían hecho ya la misma pregunta? Vaya que los periodistas eran famosos por hacer de una simpleza una polémica: — No, decidí sacar el álbum sólo como un proyecto individual, pero Kitty Section es mi familia. Sólo decidimos tomarnos un descanso, eso es todo.

Más murmullos y exclamaciones. Así que Denisse seleccionó al siguiente reportero.

— Maurice, de Rolling Stone. En los últimos años tu banda ha escalado hasta convertirse en una de las más famosas de Europa. Incluso has tenido colaboraciones con otros artistas famosos. Mi pregunta es: ¿a qué atribuyes haberte catapultado tan rápido a la fama? ¿algún contacto especial?

— Ninguno. Admito que Jagged Stone se ofreció personalmente a financiar el primer álbum de Kitty Section, pero lo que realmente nos ayudó (y digo nos, porque no se trataba sólo de mí) fue tocar en el Chat Lunatique. Fueron las disqueras las que llegaron a nosotros, no al revés.

— Gabrielle, de la revista Rossi… — Al escuchar la editorial, Luka maldijo por sus adentros — Actualmente llevas seis años saliendo con Marinette Dupain-Cheng, una de las diseñadoras más talentosas de la firma Agreste, pero hasta el momento no ha habido noticia de algo más grande. ¿No piensan formalizar? ¿Hay otra chica que sea de tu interés?

Típica pregunta de una periodista de Rossi. Luka contó hasta diez antes de reunir la tolerancia suficiente para poder responder tranquilo: — No, no tengo planes para formalizar, y aunque los tuviera, creeme, ustedes serían los últimos en enterarse. Y respondiendo a tu última pregunta: ella es y siempre será mi única fuente de inspiración. Para mí no existe nadie más.

Luka miró de reojo a Denisse, y aunque ella le entrecerró los ojos, no muy convencida, asignó la siguiente y última pregunta. Luka observó a la chica seleccionada y no pudo evitar sonreír.

— Alya Césaire, de Le Parisien — musitó la chica con pinta profesional y una sonrisa diáfana. No, ella no le dejaría las cosas sencillas por el simple hecho de conocerse fuera del medio — Hay quienes dicen que tu último sencillo, "Alive" ha sido tu mejor trabajo hasta ahora. Pero muchos queremos saber el origen de la lírica. ¿Es verdad que te inspiraste en la época de tu adolescencia? Para ser más específica y, perdón mi atrevimiento: ¿tiene algo que ver con tu supuesta participación en una banda callejera?

Una pregunta sutil y profesional… pero filosa. Alya hasta el momento había sido la única chica en aquella rueda de prensa con la inteligencia y el colmillo suficiente como para preguntar sobre su música, y al mismo tiempo exponerlo de la manera más limpia posible.

Y sí, efectivamente ahora todo París era sabedor de su oscuro pasado, o por lo menos de una ligera y desinformada versión. ¿Que se quién era la cortesía? De Andreé, por supuesto, y de una columna extensa y pretenciosa de la revista Rossi, una editorial experta en explotar las nota amarilla de la farándula.

Aclarar la situación no fue tarea sencilla. Al final fue la propia Alya la que se encargó de escribir un reportaje que recopiló la información y los testimonios suficientes para "limpiar su nombre". En él contó la única verdad: que Luka Couffaine jamás fue un maleante potencialmente peligroso, sino un adolescente desesperado por encontrar un camino. Que esa vida ya había quedado atrás, contrario a lo que el Rossi decían, y que… para expiar los "pecados" de un ayer lejano, el guitarrista se había encargado de apadrinar a todos los jóvenes miembros de la banda de Les Reptiles, inciándolos en el mundo de la música. Porque si ella fue capaz de arrancarlo a él de la oscuridad, también lo haría con los demás.

Sólo hubieron dos cosas que no desmintió (¿cómo hacerlo? si eran total verdad): Su fama invicta y los pseudónimos, porque en los suburbios aún había quien le reconocía como "La serpiente Couffaine" y otros, esos que alguna vez lo vieron pelear, como "El elegido de las calles"

— Muy perspectiva — Luka le sonrió y Alya le guiñó el ojo — Sí, esa canción trae la firma de Les Reptiles en la letra. Ya todos aquí conocen la historia, así que sólo diré que se trata del himno de un sobreviviente, eso es todo…

— Sólo una pregunta más — apuntó Alya, repentinamente — En la canción hablas de un individuo que sigue respirando, aún después de tanto odio y de un mundo lleno de violencia. El el universo de las letras y en el actual, ¿qué es lo que lo mantiene ecuánime después de tanta oscuridad?

Esa era una pregunta fácil. — Creo que tú mejor que nadie conoce la respuesta a esa pregunta — su tono fue ufano. Alya sonrió y se encogió de hombros: — Sólo diré que hay una persona responsable de eso, y que la suerte literalmente está de mi lado.

—Gracias por venir. Por el momento esto es todo. Bonsoir — musitó la rubia al micrófono.

Dicho esto, Luka y Denisse se pusieron de pie para abandonar el recinto, entre un mar de exclamaciones y detonaciones de cámaras.

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Aparcó la moto sobre la avenida principal, quitó las llaves y admiró la Torre Eiffel con misteriosa complacencia. El lugar estaba repleto de turistas que se atestaban en las zonas de seguridad para poder subir. Luka revisó el reloj de mano, tenía exactamente cinco minutos. No iba lograrlo si pasaba por todo el protocolo de seguridad.

— No sssoy un medio de transssporte expresss, Luka — Sass habló desde el bolsillo de su chaqueta de cuero cuando el chico se ocultó tra uno de los arbustos del campo marte.

— Es por una buena causa, lo sabes — rebatió el joven, asomándose por todos lados para asegurarse de que no hubiese testigos.

— Te hasss comportado muy osssado el día de hoy

— Creeme cuando te digo que esta no será la última osadía de la noche — advirtió, mirando hacia la punta la torre — Sass, Scales Slither!

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Cuando Marinette entró al restaurante Le Jules Verne, ese que se encontraba dentro de la misma Torre Eiffel, hubo dos cosas que llamaron su atención en sobremanera: una; estaba totalmente vacío, porque el interior donde alguna vez hubo un millar de mesas perfectamente decoradas y enfiladas, ahora sólo se encontraba una sola, colocada al centro de un salón decorado con flores rosas y azules, uno donde los ventanales refulgían el reflejo de la luz dorada de la estructura de la torre.

Y dos; Luka ya se encontraba allí con esa expresión caústica, gritándole con los ojos un: "Gané. Ahora eres toda mía"

La chica tragó seco y compuso una sonrisa, rezándole a todos los dioses no tropezar con los tacones mientras se aproximaba hacia el joven guitarrista para robarle un ligero beso.

— Traje tu guitarra, como pediste — avisó la chica al descolgarse el estuche del hombro para pasárselo — Tengo preguntas, muuuuchas preguntas.

—Tienes derecho sólo a una — advirtió el chico con una sonrisa socarrona — Elige bien.

Se deleito del ligero mohín que la diseñadora hizo al fruncir sus labios; — ¿Cómo vaciaste el lugar? — cuestionó, después de varios minutos de cavilaciones.

— Conozco a un gato con contactos. Es todo lo que diré…

Marinette sonrió, pues la sola mención de lo que a ella le parecía la colaboración de Adrien Agreste le hizo sentir calidez en el pecho. Era difícil imaginarlo como organizador del aniversario de Luka cuando seis años atrás sólo hablaba de matarlo.

— Hablando de contactos, Denisse me mandó un mensaje hace una hora. Quiere que nos veamos mañana, y sonaba bastante preocupa… ¿se puede saber de qué te ríes? — advirtió Marinette, arqueando la ceja ante la repentina carcajada de la serpiente.

Luka negó con la cabeza, y recorrió la silla para que la chica pudiese sentarse. Luego, sin apartar de la faz aquella sonrisa ladina, dijo: — Perdóname, Mari. Debo confesártelo antes de que Denisse lo haga por mí. La verdad es que, he estado engañándote… — hizo una pausa corta ante la repentino pasmo de la catarina —...Con Ladybug.

Ambos rieron, chocaron sus copas y luego volvieron a reír.

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Fue una velada en soledad. Sin la interrupción de un mesero y con la privacidad cobijándolos en una noche estrellada, Luka y Marinette pudieron ser ellos mismos y conversar a sus anchas, sin el temor de ser descubiertos. Incluso Sass y Tikki tuvieron la libertad de salir de sus escondites para deambular por la torre mientras sus portadores seguían sumergidos en su momento.

Ambos ya lo habían pensado. Seis años podían decirse fácil sin conocer el contexto, porque aquel sexto aniversario, además de englobar dichas e instantes memorables, también cargaba consigo obstáculos con los que lucharon con uñas y dientes por superar: Luka apunto de morir en manos de un akuma, Marinette internada en un hospital, encadenada a a permanecer en coma durante 9 días, las peleas, las lágrimas y las pérdidas…Nadie dijo nunca que el camino a la felicidad era sencillo, pero el simple hecho de estar juntos en ese momento, asilados del mundo en las alturas de aquella torre de acero, les recordaba que el esfuerzo había valido más que la pena.

— ¿Vas a decirme por fin por qué necesitabas la guitarra? — cuestionó la chica después de la quinta copa de champagne.

Hubiera preferido no preguntar, pues la expresión sagaz del guitarrita la dejó sin aliento.

— ¿Recuerdas las lecciones de guitarra que te di cuándo éramos adolescentes?

— Sí… creo que sí — musitó la chica con inseguridad.

—¿Y recuerdas que alguna vez te dije que te haría un examen de lo que aprendiste cuando menos te lo esperaras? — Los ojos de Luka brillaron con malicia, y Marinette tuvo que tragar seco.

Claro que lo recorda. Luka lo repetía cada día en que ella iba al barco de la libertad para tomar sus clases privadas de guitarra. No obstante, los años pasaron y aquella prueba tan temida y mencionada jamás llegó.

— Bien. Saca la guitarra, petite. Hoy te haré el examen final.

No era tan buena como Luka, eso era una verdad irrefutable. De hecho, la chica no conocía alma viviente en este mundo que pudiese evocar notas olímpicas y tan llenas de vida como el propio Luka. Pero lo poco que sabía, lo había aprendido bien. Conocía del tema, podía tocar sin problemas pero… ¿entonces por qué se sentía tan nerviosa?

— ¿Alguna petición?— dijo Marinette al tiempo que abría el cierre del estuche para sacar la guitarra y colocarla en su regazo, sobre su pierna cruzada.

— La primera canción que te enseñé… — Marinette abrió los ojos como platos, pero obedeció, acomodando sus dedos sobre el traste —… Hazlo en Do — Luka le pidió con voz suave y con una extraña sonrisa impresa en el rostro.

Marinette subió un poco más lo dedos hacia la cejuela y allí lo vio… colgando del clavijero del instrumento, un anillo de zafiro bellamente decorado por diminutas piedras blanquecinas y engarzado por un aro de oro puro.

La guitarra casi cayó al suelo cuando la chica cubrió la boca con ambas manos para ahogar un fuerte sollozo.

Luka no dijo nada, o al menos no lo hizo con palabras. El chico se puso de pie y se arrodilló frente a Marinette, para tomar la guitarra y alejarla de su regazo. Desató el anillo del clavijero y extendió la mano hacia Marinette, al ritmo que cantaba su osadía más grande de la noche.

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Give your heart and soul to me

And life will always be

La Vie En Rose

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Ingrato, si él mismo había dicho en la rueda de prensa que no tenía planes de formalizar y ahora… La chica volvió a sollozar, pero depositó su mano izquierda sobre la de Luka. Tenía un nudo en la garganta, y el pecho la amenazaba con estallar. ¿Sería posible morir de felicidad? Marinette comenzaba a pensar que sí.

Y no, Luka en ningún momento pronunció el característico discurso de una propuesta mientras colocaba el anillo en el dedo anular de la diseñdora. Jamás pronunció las palabras: Marinette Dupain-Cheng, ¿te casarías conmigo? en el proceso, porque para él era un dicho vano y vacío. ¿Hasta cuándo el mundo acabaría de entender que la música era más simple que las palabras?

Por eso, por esa simple razón, Marinette tampoco contestó hablando. Lo hizo cantando.

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Quand il me prend dans ses bras

Il me parle tout bas

Je vois la vie en rose

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Cantó ella, y renuente a verle arrodillado, bajó hacia el suelo para estar a su altura. Su mano paseó hacia la nuca el chico acariciándole la piel donde la la tinta marcaba con letras estilo gótico el título de la melodía. Un tatuaje que se había hecho el mismo día en que su historia comenzó. Luka recitó las letras también, y volteó su mano para besarle la muñeca, allí donde otro tatuaje se dibujaba… la misma canción, pero con la caligrafía de la diseñadora.

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Il me dit des mots d'amour

And I don't know why

Des mots de tous les jours

I close my eyes

Et ça me fait quelque chose

If only you would

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— No sabes cuánto odio esa canción — murmuró Luka.

— Sí, yo también comienzo a odiarla — acordó la catarina con una sonrisita irónica antes de besarle fugazmente, porque sabía que… de ahora en adelante, hicieran lo que hicieran, ambos comenzarían a vivir la vida en rosa, si no es que lo habían hecho ya desde que la canción había cambiado sus vidas para siempre en aquella tarde, bajo un puente de París.

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Give your heart and soul to me

And life will always be

La Vie En Rose

FIN


Bueno, espero que les haya gustado esta bonita última entrega de este fic. ;)

Les dejo la canción de la que estaban hablando en la rueda de prensa: Alive - Rob Houchen. ¡Un abrazo a todos!

Bug out!