Disclaimer: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, pero la historia es completamente mía. Está PROHIBIDA su copia, ya sea parcial o total. Di NO al plagio. CONTIENE ESCENAS SEXUALES + 18.
Dedicado a Coni, Yoliki, Belli swan dwyer, CazaDragones, Pam Malfoy Black, Valevalverde57, Nat Cullen, Milacaceres11039, Kamile PattzCullen, cavendano13, patymdn, Liliana Macias, Reva4, Dominic Muoz Leiva, Ilucena928, catableu, saraipineda44, Tereyasha Mooz, Liz Vidal, Noriitha, NadiaGarcia, Mayraargo25, VeroG, Srita Cullen brandon, Jeli, JMMA, Gladys Nilda, GabySS501, Mel. ACS, Maca Ugarte Diaz, Abigail, A k, isbella cullen's swan, Vanina Iliana, karina, SeguidoradeChile, FlorVillu, Olga Javier Hdez, kathlenayala, Josi, morales13roxy, sool21, Retia, seelie lune, twilightter
Capítulo beteado por Melina Aragón: Beta del grupo Élite Fanfiction.
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Epílogo
Nessie aplaudía mientras Edward intentaba darle la comida. Era difícil, si era la pequeña más risueña y más distraída del mundo.
Idéntica a papá.
Ahí no había televisión, en ese hogar que habían construido. Ya no estaban en Londres, al menos no donde solían frecuentar. Bella y Edward habían decidido alejarse para evitar los ojos ajenos, aquellos que casi les hicieron perder su amor, ese que comenzó como una explosión y, bueno, seguía así.
—Vamos, abre esa boquita —le pedía Edward mientras escuchaban la suave música ambiente.
Y, en cambio, Nessie sonreía y reía a la vez, marcando unos hoyuelos preciosos en el intenso contemplar de un padre orgulloso por su nenita.
—No puedo creer que ya mañana tengas un año —susurró él, acariciando su mejilla con suavidad.
—Pa —dijo, derritiendo al jugador.
La tomó entre sus brazos y Nessie lo abrazó, queriendo también jugar con sus brazos, hipnotizada por sus tatuajes.
Idéntica a mamá.
En ese momento sintieron el sonido de la puerta, llamando la atención de ambos. Cuando escuchaban aquello, ambos acababan con los ojos abiertos de par en par, esperándola con la alegría a flor de piel. Bueno, Nessie deseaba mucho a su mamá, siempre, pero Edward lo hacía con la mujer, con quien no perdía el deseo y el intenso amor que día tras día los hacía dementes.
—¡Ya estoy aquí! —exclamó, bufando con las mejillas rojas.
Cuando Bella entró y los vio abrazados, sintió que derretía aún más los pocos rastros de escudo gélido que le quedaban en su interior. Ya eran mínimos, pero cuando los miraba sentía que los sepultaba aún más en el pasado, sabiendo que ellos eran todo lo que necesitaba en su vida y nada más.
—¡Ma! ¡Ma! —exclamaba Nessie, abriendo y cerrando sus manitos regordetas para alcanzar a Bella.
Ella corrió hasta su pequeña y la cobijó, haciéndole arrullos mientras la nena buscaba acomodarse en donde más sentía su olor. Bella suspiró, poniendo su mano en la diminuta espalda de Nessie y escondió su rostro en su corto cuellito, dándole besitos. La amaba tanto, tanto, tanto… Ni siquiera tenía palabras para expresar lo que significaba tenerla, tampoco cómo era que una mujer podía sentir algo así, pero ahí estaba el fruto de la creación que Edward y ella habían hecho. La amaba, no había más, lo era todo y cada instante le permitía seguir creciendo.
No tardó en sentir los brazos de Edward, recorriendo su vientre y luego juntando su pecho con su espalda. Eso también le hizo cerrar sus ojos de dicha y echar la cabeza hacia atrás para sentirlo.
—Te extrañábamos ya —susurró, acercándose para darle un beso en el hombro.
Bella se giró y vio al hombre que amaba, sano, fuerte, perfecto… Aún tenía en mente aquello que ocurrió. Los recuerdos seguían ardiendo, pero eran pasado, y estaba agradecida de que ahora estuviera con ellas. De solo imaginar que su destino hubiera sido diferente, no acompañándolas a ella y a su pequeña, se le apretaba el corazón. Pero no, estaba ahí, dispuesto a amarlas, tan jodidamente guapo, tan fuerte, tan vivaz y tan engreído como siempre.
Sonrió y le movió las pestañas, coqueta ante la imagen de su jugador. Él no pudo resistirse y la besó, sacándole un intenso suspiro de hambre y sí, lujuria. Nessie era testigo del amor y del fuego que desprendía de ellos, por lo que siempre aplaudía, dichosa. No había nada de malo en ver a papá y a mamá siendo lo que eran, dos almas llenas de locura que se necesitaban el uno con el otro. Y sí, se amaban de manera tan intensa que apenas y podían respirar sin estar lejos.
—¿Mucho? —preguntó Bella, pasando sus manos por el pecho de su jugador.
—¿Me ves la cara de desesperación? —susurró contra sus labios.
El rostro de Nessie apareció de pronto, metiéndose entre los dos para repartir besitos por montón. Los dos se rieron y acabaron apretando sus regordetas mejillas, uno a cada lado.
Nessie era una nenita cariñosa y añoraba los brazos de ambos con desesperación. Y, bueno, también amaba con fervor a sus cuatro abuelos y a sus tíos favoritos: Jasper y Alice. Aunque jamás se perdía las jugarretas de todas las hermanas de Edward.
—¿Buen día en el trabajo? —preguntó él, dándole una nalgada.
Bella se rio, preparada para la hora de la cena. Se quitó el abrigo y se quedó con Nessie entre sus brazos
—Los pequeños estuvieron muy felices. Ni me digas cómo saltaban con los payasos. Y yo que los odio tanto.
Edward la escuchaba desde la encimera, preparándole algo para comer. Estaba disfrutando de la temporada sin juego, quedándose con sus mujeres en casa para luego preparar la temporada previa a lo que significaba la próxima copa. Si bien, a todo el equipo le costó un dineral mantenerlo en él, incluido el club de soccer inglés que era capaz de todo por mantenerlo, Edward se hizo de rogar por varios meses antes de responder un "sí". En realidad, no quería volver, era orgulloso, y se habían atrevido a tocar a su Bella en el instante en que actuaron con la cobardía de sacarla de su trabajo solo porque se habían enamorado. Por poco y lo pierden pero de no ser por Bella, que lo persuadió para aceptar la oferta, él jamás habría vuelto.
Isabella, por su lado, había comenzado a trabajar en una investigación que probaba las diferentes drogas aplicadas en la quimioterapia de los pequeños. Ella se encargaba de trabajar con una gran hemato-oncóloga que había conocido, mientras que su labor se dedicaba a dar terapia de rehabilitación a los pequeños que habían tenido secuelas producto de la enfermedad. Era fascinante para ella poder verlos sonreír, situación que siempre la hacía remontarse a esos momentos en los que ella sufrió el mismo padecimiento.
—¿Cómo estuvo el día con papá? —le preguntó a Nessie, que la miraba con sus gigantes ojos marrones.
Su hija la contemplaba con amor. Para ella no había nadie como mamá.
—Jugamos todo el día. Lamento si el peinado no le quedó bien, pero sabes que apenas y tiene cabello —señaló Edward, algo avergonzado de no tener las habilidades que tenía el suyo con sus hermanas a la hora de crear peinados.
Bella caminó con su hija en brazos y se acercó a él desde la espalda, juntando sus labios cerca de sus fuertes músculos. Cerró sus ojos y lo olió unos segundos, los que fueron interrumpidos por él, que se dio la vuelta para besarle la frente y luego los labios.
—Es suficiente con todo lo que haces, recuérdalo, no seas tan perfeccionista. Con ser engreído como papá es suficiente.
Se rio y le sujetó la barbilla.
—Debo admitir que es difícil, pero lo que haces tú lo es aún más. Te admiro, eres la mujer más inteligente que conozco.
Iban a volver a besarse, pero ella recibió una llamada de parte de un número que se repetía con frecuencia. Cuando vio la pantalla, quiso cancelarla, pero Edward tomó su muñeca, instándola a que no lo hiciera y aceptara la llamada.
—Pero…
—Escúchalos.
Suspiró y le entregó a Nessie. Cuando contestó, enseguida sintió la voz de una mujer.
—Buenas tardes, Dra. Swan —dijo.
Frunció el ceño.
—¿Hola? ¿Con quién hablo?
—Habla con la nueva directora de la selección juvenil de soccer femenino, Margaret Anderson.
Su ceño se mantuvo fruncido.
—He estado siguiendo su trabajo desde hace un tiempo. En cuanto asumí quería contactarme con usted. Lamento la hora, pero es difícil dar con una respuesta suya durante el día.
Se llevó una mano al pecho.
—Quería hablar con usted y espero no tener una negativa, estaría muy decepcionada, sobre todo si nuestro propósito es tener exclusivamente mujeres en nuestro equipo. Ya sabe, las chicas no quieren hombres desde lo que sucedió con su despido y cómo todo circuló por la prensa… —Hizo una pausa—. Además, el Sr. Cullen nos ha donado el centro de terapia avanzado, ya sabe, cuando se trata de ser mujeres la misma confederación ha limitado los recursos.
Miró a su Engreído, quien parecía estar pendiente de su hija, dejándola en la intimidad de su conversación al teléfono. Cada vez le sorprendía más lo mucho que él entendía lo que costaba ser mujer y en su mundo eso se notaba mucho más.
—Eso no lo sabía —susurré.
—Podemos concertar una reunión para comentarle lo que esperamos ofrecerle y tenerla con nosotras.
Bella se quedó un momento en silencio, pensando si aceptar. Y mientras aquello acontecía, seguía mirando a Edward jugar con su hija mientras revolvía el café que le estaba preparando.
—Lo haré. Tendremos esa reunión.
—Perfecto —exclamó la directora, entusiasta—. Estaremos en contacto.
—Claro que sí.
Cuando cortó, se acercó a Edward y a Nessie, que estaban en lo suyo. Él no le preguntó qué había respondido, lo veía en sus ojos.
—¿Con una de azúcar? —preguntó ella, tomando la taza humeante que le tendía.
—Tal como te gusta.
Sonrieron.
.
Bella leía un libro mientras Nessie se aferraba al pecho, bebiendo la primera leche del día. Hoy iba a ser un día de locos, pero estaba entusiasta. Era el primer cumpleaños de su pequeña. Cuando recordó todo el transcurso de emociones que la habían acompañado durante doce meses exactos, la contempló y vio sus ojitos dormilones mientras mamaba. Tenía las mejillas enrojecidas y regordetas mientras tragaba.
—Qué hermosas se ven —susurró Edward, besando su cuello luego de la ducha.
Él estaba mojado y solo llevaba una toalla amarrada a la cintura.
Bella se giró y lo vio, guapo y masculino, como preparado para la fotografía precisa en una sesión. Dios, la volvía loca.
—Llegará el pastel en media hora —le recordó.
Nessie se soltó del pecho y la contempló, mirando a mamá de forma pacífica.
—¿Crees que le guste su fiesta? —preguntó Bella, pensando en todo lo que iba a suceder durante el día.
Edward sonrió, sabiendo que esa respuesta era muy obvia.
.
Cuando vieron que llegaban los invitados, Bella se acomodó el apretado vestido con la zona inferior de cuero y se movió los anteojos con el fin de quitarse el nerviosismo de ser la anfitriona de la fiesta de cumpleaños de su nenita. El otro anfitrión estaba con Nessie, usando su camisa blanca y sus pantalones apretados y oscuros. A Bella se le desviaron los ojos, yendo directo a sus nalgas duras y redondas, dignas de un jugador de su estirpe. En el instante en que vio a Nessie vestida de osito para darle la bienvenida a los que llegaban, su corazón brincó de intenso amor.
Renesmee vio que llevaban sus cuatro abuelos juntos, con tantos regalos como era posible. En el momento en que se unieron sus cuatro tías, ella movió sus piernitas de alegría mientras aplaudía.
Bella pasó la mano por la espalda baja de su Edward, quien en cuanto la contempló y vio a semejante mujer siendo su esposa, se le aceleró el corazón, enviando sangre hasta… otros lados del cuerpo.
—Oh, vaya —susurró, siendo testigo de la hermosa Isabella que lo acompañaba.
Ella miró a través de sus anteojos y se rio, muy coqueta.
No pudieron seguir hablando, porque los cuatro abuelos se acercaron para saludar. Charlie y Renée se detuvieron para abrazar a su hija, que si bien era menos efusiva a como lo era con su esposo, también les correspondió.
Charlie y Renée estaban volviendo a revivir su romance. Era cosa de verlos para asegurar que estaban muy enamorados. Bella sabía que pronto sería otra boda la de ellos, lo que también era algo que la hacía muy feliz. Era justo que volvieran a vivir su romance como lo que era, algo que no debió morir por situaciones externas y malvadas como lo que casi los rompe a ellos, a Edward y a Bella.
—¡Estás tan bonita! —exclamó Bree, corriendo para abrazar a su sobrinita.
Ellas habían creado un vínculo tan inmenso que no dejaban de estar juntas. Y, bueno, para todos verlas era precioso. Bree estaba llena de esperanzas, era una pequeña vivaz que había dejado atrás ese asfixiante pero necesario tratamiento. Y sí, el cáncer había entrado a remisión y los controles eran cada vez menos frecuentes. Bella, por su experiencia, sabía que tenía todas las posibilidades de cura, solo quedaba seguir siendo parte de su felicidad y ansias de vivir.
Luego de los abuelos, llegaron los amigos de la familia. Cuando Alice y Bella se encontraron, lo primero que hicieron fue correr la una con la otra para abrazarse. Eran un apoyo mutuo, que si bien ya casadas estaban envueltas en esa vida, necesitaban de vez en cuando verse para poder disfrutar de la verdadera amistad entre mujeres. Bella estaba agradecida de tenerla en su vida, así como Alice, que la admiraba de manera sincera y siempre estaba esperando a que siguiera viviendo la vida llena de felicidad. ¿No era esa la verdadera amistad y esencia de una mujer? Vivir instando a la otra a crecer, sabiendo lo difícil que era el mundo ya para ellas respecto a una sociedad tremendamente sexista y que sí, las odiaba por ser eso, mujeres.
—Tengo algo que preguntarte —le susurró ella, algo nerviosa.
Bella frunció el ceño.
—Hey, preciosa, ¿vas a saludar a Nessie? —inquirió Jasper, mirándola.
Alice le sonrió.
—Claro que sí. —Acercó sus labios al oído de Bella—. ¿Podemos hablar después?
La aludida asintió, algo contrariada.
Cuando Alice vio a la pequeña Renesmee, no tardó en tomarla en sus brazos y acercar sus labios para besarla con cariño. La adoraba, y ni hablar de Jasper, que enseguida se derritió por ella. Edward y Bella se acercaron mientras los veían contentos, y en menos de un segundo, el engreído la tomó desde la cintura, dejando pequeños besos en su hombro.
—¿Me acompañas a buscar algo? Nessie está rodeada de gente que la ama y la cuidarán.
Bella levantó una de sus cejas.
—¿Ocurre algo? —preguntó, notando cómo su esposo le miraba el culo tras el vestido de cuero.
—¿Quieres descubrir si ocurre algo?
Ella apretó los labios para no reírse, sintió que tomaban su mano y que él la llevaba hasta la casa.
Cuando se vieron a solas en medio de la soledad, Edward siguió tirando de ella hasta que se metieron a la habitación. En cuanto cerró la puerta, él tomó su nuca con su mano y la besó de manera hambrienta, sacándole un gemido. Apretó su nalga con fuerza y se juntaron contra la misma pared, rozando sus lenguas.
—No pude soportarlo, este vestido…
—¿No te bastó con esta mañana, cariño? —le preguntó ella, apretando sus muñecas para ejercer su poder.
El juego no había terminado, siempre estaban en aquel terreno en el que su merced se juntaba con las ganas de dominancia, una en la que ahora también les acompañaba el amor.
—Nunca me basta, no contigo, ¿no te lo he dicho ya? —le preguntó al oído, usando su fuerza superior para levantarla desde las nalgas.
Se miraron y juntaron sus frentes, a la vez que Bella buscaba el cinturón de su esposo para deshacer el amarre y liberarlo. Edward ya estaba duro, queriendo hundirse en ella.
—¿No te importa que tengamos que irnos rápido con los demás? Nessie… —decía Bella, abriendo el botón de su pantalón.
—De todas formas tenemos la noche para seguir, sabes que nunca nos contenemos con uno —le dijo mientras le besaba la mandíbula.
Bella sabía que era cierto y moría por fundirse en sus brazos, pero siempre buscaba destrozar su cordura, como antaño, haciéndoselo más difícil. Esta vez simplemente se dejó ir, metiendo su mano para acariciarlo. Edward jadeó y apretó aún más fuerte sus muslos, acomodándose mejor para devorarla. Y entonces, en medio de la locura, él hizo a un lado su ropa interior mientras subía su vestido y se miraban, respirándose, la penetró, alcanzando uno de sus máximos quejidos de necesidad. Era el momento que esperaban, amándose. El jugador la sujetó para que no fuera a caer y la embistió con más fuerza, mientras se deshacía debido a las sensaciones y a la rotunda emoción de sentirse llena por su esposo, su engreído.
—Edward, más fuerte —le pidió, lamiéndole los labios.
Aquello fue música para sus oídos y él aumentó la rapidez y la forma en la que chocaban, sonriéndose de placer, uno que aumentaba a medida que se sentían, unidos uno con el otro, sabiendo cuánto podían seguir disfrutando de lo que eran y de su relación.
—Voy a correrme —dijo él, mordiendo su cuello.
—Edward —gimió Bella, alucinada con la forma en la que sus propias paredes se apropiaban de su miembro, queriendo dejarse ir de la misma manera.
Ella lo apretó, queriendo explotar, y entonces su esposo la acompañó de forma enloquecida, hundiéndose una última vez mientras se dejaba ir, alcanzando el orgasmo al mismo tiempo que Bella. Acabaron entre besos y caricias, sumiéndose en la mera necesidad de mantenerse unidos, disfrutando de cómo latían al mismo compás. Cuando pudieron respirar mejor, sonrieron el uno con el otro, todavía juntos.
—Nunca me contengo contigo —susurró el jugador.
—Jamás lo hagas, mi amor, sabes cuánto me gusta tu locura.
Se abrazaron, conteniendo el aliento y luego sintiéndose aún más.
—Te amo, Gruñona —le dijo al oído.
—Y yo te amo a ti, Engreído.
Se volvieron a reír.
—Creo que debemos volver, somos padres ahora.
Bella abrió sus ojos de par en par.
—Sí… ¡Nessie! Oh… —Se bajó de sus brazos y se acomodó el vestido junto a la ropa interior, sin detenerse en ver su aspecto en el momento—. ¡Tengo que ir! Ay, me siento mala madre.
—No lo eres —le respondió—, en realidad, ese soy yo, que te insto a hacer locuras.
Edward tampoco se detuvo a ver su aspecto, simplemente fue dando brincos mientras se abrochaba el pantalón.
Cuando salieron, se dieron cuenta que todos los esperaban, incluida Jessica con su novia, los otros jugadores y más familiares con sus pequeños para la fiesta de Nessie. Bella notó que miraban su labial desparramado y su cabello aleonado, así como la camisa medio abierta y la cremallera con el hueco para la vista de todos los presentes.
—Par de sucios —destacó Jasper, riendo sin parar.
Garrett fue abrazarlos mientras los molestaba, a la par de los demás, que no dejaban de reír.
—Nuestra Nessie tiene unos padres muy fogosos, ¿no crees, nena? —dijo Renée, que tenía a su nieta entre sus brazos.
—Mamá, calla —le pidió Bella, tapándose las mejillas.
Edward veía cómo Charlie lo fulminaba con la mirada, olvidándose que su hija pasaba de los treinta y que, además, ya estaba casada.
—No me arrepiento de nada —le susurró él al oído, abrazándola con cariño.
Bella suspiró y se acabó riendo junto a los demás.
—Yo tampoco.
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Nessie veía las velas alrededor del inmenso pastel rosa con unicornios y mariposas, fascinada. Sus inmensos ojos marrones relucían viendo cómo todos cantaban a su alrededor, sujeta de papá, que le cantaba al oído, mientras Bella se agachaba para mirarla, instándola a seguir sonriendo.
—¡Feliz cumpleaños, Nessie, que los cumplas feliz! —finalizaron, aplaudiendo ante la risueña nenita.
Edward y Bella soplaron por ella y Nessie los imitó, sacándoles carcajadas a todos. Al instante hundieron un dedo en el pastel y se lo dieron a su pequeña, que quedó encantada ante el sabor. Era su primera vez con azúcar y bueno, la última hasta un buen tiempo.
Charlie se la llevó para que ellos pudieran cortar el pastel para todos, cantándole como si se tratara de Bella cuando era una pequeñita. Aquella imagen la hizo perderse un buen tiempo y su padre se dio cuenta de cómo la miraba.
—Me recuerda tanto a ti —dijo él.
—La amas tanto —susurró.
—Tanto como te amo a ti, hija. Estoy orgulloso de lo que eres.
—Gracias, papá. Te amo —dijo, algo ruborizada.
A Charlie siempre que le escuchaba decir eso, se le desbocaba el corazón.
Los dos estaban aprendiendo a sanar y a llevar esos errores al aprendizaje. A veces era difícil, pero estaban empecinados en sentir que, paso a paso, iban a mejorar.
Alice la tomó de la mano y le pidió que se alejaran un momento. Necesitaba hablar. Bella fue con ella, lamiéndose un dedo, y pestañeó a la espera.
—Me estás asustando —susurró.
Su amiga se mordió el labio.
—¿Qué debo tomar? —inquirió.
Bella frunció el ceño.
—¿De qué?
—Para… —Suspiró—. Ay, estoy embarazada —dijo rápidamente.
La Dra. Swan levantó las cejas y se llevó las manos a los labios.
—¡Estás…!
—Shh… Que no se lo he contado a Jasper —susurró.
—¿Por qué?
—Porque hoy tenemos una cena especial y… quiero contárselo, pero estoy tan nerviosa porque es mi primera vez y…
—Ay —gimió Bella, sintiendo que lloraba—. Estoy tan feliz.
Alice la abrazó.
—Y yo. Moría por contártelo, es que… no sé, me siento tan nueva en esto. Y ya tengo diez semanas, ¿puedes creerlo?
Bella solo quería brincar por su amiga.
—Ácido fólico y… y… ¡Muchas vitaminas! Te las recetaré cuanto antes y te daré con mi ginecólogo, ¡es fantástico! —exclamó ella, abrazándola nuevamente.
—Gracias, Bella, por ser mujer y tan buena amiga.
Ella sonrió.
—Gracias a ti, que me apoyaste cuando más lo necesitaba.
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Nessie se había quedado dormida en los brazos de mamá, moviendo su chupón lentamente. Bella la olía, maravillada, mientras que Edward las abrazaba a la vez que se bebía una sola copa de vino, escuchando lo que los demás hablaban. En medio de aquello, sus besos aparecieron, haciendo sonreír a su esposa, que en menos de un segundo se acomodó en su pecho.
—Estoy orgulloso de los dos —le susurró, sacándole un suspiro—. Lo hicimos, es nuestro primer día y es maravilloso a pesar de que Nessie hizo pipí en mi cara y luego vomitó. Creo que amo ser padre.
Bella se rio a carcajadas y lo besó.
—Eres el mejor papá del mundo. Y el mío me dio el mejor ejemplo para encontrar a un hombre capaz de todo por los suyos, incluso sufrir en silencio para no hacernos daño —murmuró, mirándolo y sonriéndole, viendo cómo abrazaba a Renée, que le daba besos suaves.
—Y tú la mejor madre del mundo. Y la mía me dio la mejor imagen de una familia, sacándome de todo lo que pudo matarme siendo un pequeño. Te amo, Bella, te amo y estoy agradecido de sentir que puedo tener una familia como la que tú me has dado. —Miró a su pequeña y sonrió—. Son las mujeres de mi vida.
—Tuyas, cariño, tuyas por siempre.
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Dos años después
Edward corría tras la pelota, siendo el mismo jugador con la destreza suficiente para asustar al equipo contrario. Cuando Jasper Whitlock le dio el pase perfecto, y viendo que la marca seguía en cero con solo dos minutos de juego, Edward supo que era el momento ideal para robarla y seguir su camino hasta el arco rival.
—Vamos, cariño, tú puedes —decía Bella, nerviosa mientras sostenía a Nessie entre sus brazos.
—Papi se ve muy chiquito —exclamó Nessie, sintiendo el viento sobre su rostro, moviendo esos cabellos idénticos a los de Edward, con los mismos rizos de su madre.
—¡Mira, está ahí en la pantalla! —dijo Alice, sosteniendo a su hijo Jimmy, un guapo pequeño de casi dos años que saltaba de alegría junto a su compañera de juegos.
—¡Papi está llegando! —gritaba la pequeña, subiéndose a la banca de los invitados especiales del juego, mirando de reojo a los mismos reyes.
Bella se rio y asintió, viendo a su nena de tres hermosa, dulce y con la mezcla perfecta para sentir que era el fruto más lindo que pudo tener con Edward, su esposo, que estaba ahí, jugando y a punto de hacer entrar el balón.
Edward siguió corriendo, evadiendo y calculando el momento. Supo que era su última oportunidad, así que pensó en esas mujeres que amaba, en Nessie y en Bella, que seguramente estaban mirándolo y vio el arco. Tomó aire, sabiendo que había cerca de seis jugadores rivales buscándolo, y sin miedo pateó, casi a ciegas, esperando a que el balón entrara. Y cuando creía que aquello sería un golpe de suerte demasiado grande para celebrar, la vio ahí, marcando el uno contra el cero, con un minuto de juego sobrante. Él tomó aire y corrió ante la cancha, rindiéndose ante las ovaciones de todos los ingleses que había en el inmenso estadio de juego. Vio cómo sus compañeros le seguían, incluido Sam, que después de un tiempo y debido al accidente, había dejado las rencillas y se había rendido al talento del mejor delantero que había pisado el país.
Habían ganado. La copa era suya.
Cuando el árbitro dio por terminado el partido, todos los del equipo corrieron a celebrar, levantando la inmensa copa mundial de soccer. Edward no podía creer que era suya, de verdad que no, al menos no después de todo lo que había costado, de los accidentes, del dolor, pero también de la alegría, del empuje que su esposa le dio en el momento y de la felicidad de tener su propia familia.
En el instante en que la vio bajar hasta llegar a él, abrió sus brazos, viendo a Nessie corriendo para abrazar a su adorado papá, y entonces la tomó, yendo hacia su doctora, la mujer que más amaba en este maldito e inmundo mundo, uno que no tendría el mismo significado sin ella ni su nena. La subió a su cuerpo, sacándole risotadas y acabó besándola con pasión ante los ojos de todo el mundo.
—Te amo, eres el mejor —le dijo ella, besándolo una y otra vez.
—Y yo te amo a ti.
—¡Lo hiciste! ¡Lo hiciste!
Dieron un par de giros y entonces se miraron, cómplices y deseosos el uno del otro.
—Eres el mejor en el terreno de juego —susurró Bella.
—La mejor despedida que puedo tener, ¿no crees?
Ella suspiró y asintió.
—¿Me acompañarás en el resto del camino?
—Siempre.
—¿Qué dices, tú, mi vida? —Miró a su hija, que lo abrazaba desde las piernas.
—Sí, papi. Mamá, papá y yo.
Los dos adultos se rieron y se abrazaron a Nessie, que los adoraba.
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Bella se acomodó en la cama y se acercó a Edward, que estaba sudado producto de la intensa noche que habían tenido.
—Nunca había estado tan contento de sentir tu boca —susurró, acariciándole las mejillas.
—Es lo que mereces por hacer que ganaran la copa. Y tengo más sorpresas aún.
Edward se mordió el labio e iba a responder, pero como era una mañana en plena semana laboral, recibió una llamada que lo interrumpió.
—¿Diga?
—Sr. Cullen, buenos días, llamados desde la Universidad de Oxford.
Edward sintió que su corazón latía con mucha fuerza y Bella se dio cuenta de cómo cambiaba la mirada de su esposo.
—Claro, estaré ahí la próxima semana. Muchas gracias —susurró, bajando lentamente el brazo.
—¿Qué ocurre, cariño? —preguntó Bella, inquieta.
—Era de la universidad.
—¿Qué?
—Estoy dentro.
—Oh Dios.
—Terminaré mis estudios de leyes.
Bella abrió aún más sus ojos y se subió sobre su cuerpo, dispuesta a besarlo con la pasión desatada.
—¡Serás abogado! ¡Podrás terminar!
—Lo sé, ¿no es perfecto?
Él le dio la vuelta y siguió besándola, sacándole un fuerte suspiro.
—Estoy orgullosa de ti, eres tan inteligente.
Edward la contempló, mirando a su cambiada pero idéntica Dra. Gruñona de siempre. Estaba inmensamente enamorado de ella.
—Siempre estuviste ahí, instándome a continuar —susurró.
—Eso lo hago porque te amo —murmuró ella, tocando su pecho.
Él sonrió y soltó un quejido ante el llanto acumulado.
—Soy un hombre feliz, demasiado. Nessie duerme en la otra habitación, te tengo a ti, estoy logrando lo que quería…
Bella tragó y le acarició las mejillas.
—Siempre podremos hacerlo juntos, nunca lo olvides. En el terreno de juego te conocí y aunque dejarás de jugar, siempre podemos hacerlo juntos de distintas maneras. Te amo, cariño, te amo y no sabes cuán feliz estoy de haber llegado a Londres a ser tu terapeuta.
—Y yo de haber sido un maldito tozudo, dispuesto a todo por entrar a tu corazón.
—Y lo hiciste.
—Te amo, cariño.
—Y yo a ti.
Se quedaron sonriéndose, disfrutándose y saboreando lo que habían logrado. No había escudos que romper, no había límites que cruzar, estaban ahí, desnudos, felices con su familia, dispuestos a seguir creando y viviendo las locuras que querían seguir compartiendo, porque a pesar de sus diferentes caracteres y vivencias, eran el uno para el otro.
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Fin
Buenos días, les traigo el epílogo de esta historia. Es difícil decir adiós a una, para mí siempre es así, es como dejar una parte de mí ir, porque me sumerjo en cada personaje como si lo estuviera viviendo. Esta locura comenzó hace varios meses, una locura que a ratos no cayó bien debido a la personalidad de Bella, que por el contrario, gustó bastante de este Edward travieso. En esta aventura quise ahondar en lo que pasamos muchas mujeres por nuestro carácter, y si bien no hacemos daño a nadie, siempre hay personas dispuestas a dañarnos al vernos decididas a crecer. Ayer fue el día de la mujer y hoy es el día en el que nosotras nos paralizamos en nuestras labores, sin embargo, yo esta vez quise darles mi historia en la que ahondo sobre lo que es ser mujer. Sé que muchas se sintieron identificadas con el acoso, el machismo, la envidia de nuestras pares, etc, pero también nos enamoramos de cómo un hombre que podría tener lo que quisiera, fue tenaz (lo suficiente) para enseñarle a esta mujer lo que es el amor sincero, sano y divertido, lo que todas merecemos. Tienen a su pequeña, a su Nessie, que significa solo uno de los grandes pasos que formaron hacia la madurez. Nessie los adora, y ni hablar de cuánto adoran ellos a su nena. Alice y su entrega como amiga, recalcando lo bueno y buscando el apoyo de su par, ¿no es eso lo que necesitamos? ¡Y ni hablar de Charlie! Bella lo aprendió a perdonar y entendió por qué hizo lo que hizo. Lo adorable es Bree, que está en remisión y Bella comprende que posiblemente esa enfermedad esté en el olvido. ¿Certeza absoluta? Edward y Bella se aman, lo hacen de verdad, y aunque son diferentes, lo hacen con el corazón
Primero, gracias Meli por acompañarme en otra de mis locuras, sé que con tantas cosas que se me ocurren te vuelves loca, pero siempre estás ahí y eso es suficiente. Feliz día de lucha, amiga
Agradezco los comentarios de DanitLuna, Coni, Yoliki, barbya95, Twilightsecretlove, Belli swan dwyer, debynoe12, Brenda Cullenn, freexom2604, CazaDragones, Jocelyn, krisr0405, Chiqui Covet, Yesenia Tovar, marieisahale, morenita88, jupy, Pam Malfoy Black, Elmi, Valevalverde57, ariyasy, BreezeCullenSwan, Nat Cullen, beakis, Milacaceres11039, valentinadelafuente, Kamile PattzCullen, lindys ortiz, ELI, AnabellaCS, Andre22twi, Ivette marmolejo, CeCiegarcia, NarMaVeg, AniluBelikov, viridianaconticruz, cavendano13, andreamar00, patymdn, rosycanul10, Valentina Paez, Luisa huiniguir, Duniis, Joa Castillo, Amy, Liliana Macias, Gabs Frape, Reva4, Dominic Muoz Leiva, Iza, Lore562, Diana, Lau Riera Alvare, Tata XOXO, Ilucena928, alejandra1987, catableu, dayana ramirez, saraipineda44, Diana2GT, piligm, georginiuxa, Tereyasha Mooz, Marianacs, keith86, Liz Vidal, Rero96, Poppy, Noriitha, NadiaGarcia, Pancardo, LicetSalvatore, Mayraargo25, Sandoval Violeta, VeroG, Noa, Aidee Bells, MariaL8, Flor Santana, EniCullenMasen, cary, Srita Cullen brandon, miop, Santa, Jeli, Fallen Dark Angel 07, Fernanda21, JMMA, carlita16, ROMINA19, Gladys Nilda, Jade HSos, GabySS501, Nitha Cross, Veronica, Car Cullen Stewart Pattinson, Mel. ACS, Maca Ugarte Diaz, Sony Bells, Abigail, Smedina, calia19, A k, bbluelilas, rjnavajas, Tina Lightwood, Alexandra Nash, Beastyle, LuAnka, michi'cullen, Sindey Uchiha Hale Malfoy, Lr, PaoSasuUchiha, isbella cullen's swan, joabruno, Vanina Iliana, karina, angryc, Nelly McCarthy, SeguidoradeChile, Miriam, FlorVillu, liduvina, nydiac10, Mar91, Olga Javier Hdez, kathlenayala, Josi, morales13roxy, lunadragneel15, YessyVL13, sool21, Retia, monik, Robaddict18, florcitacullen1, Angelus285, seelie lune, Alimrobsten, claribelcabrera585, twilightter, akire33 y Guest, espero volver a leerlas nuevamente, ya saben, en las locuras que se avecinan, esas que a veces rondan mi cabeza, cada gracias que ustedes me dan es invaluable, por eso estoy aquí, por cada incentivo en sus palabras y su inmenso cariño
Pueden unirse a mi grupo que se llama "Fanfiction: Baisers Ardents", en donde encontrarán a los personajes, sus atuendos, lugares, encuestas, entre otros, solo deben responder las preguntas y podrán ingresar
Cariños para todas
Baisers!
