Disclaimer: Bungou Stray Dogs no me pertenece. Es propiedad de Kafka Asagiri y Sango Harukawa.


-Maldito Dazai, incluso desaparecido sigue dando problemas.

Kouyou bufó tras pronunciar estas palabras. Al muy desgraciado no le había bastado con abandonar (una vez más) a Chuuya y largarse sin importarle que le rompiera el corazón con su huida, sino que ahora les estaba obligando a devolver al pelirrojo a la oscuridad más profunda en la que se había sumido desde su partida.

Si tuviera delante a Dazai, Kouyou no dudaría en hacer realidad su deseo de morir. Pero eso sí, no sería una muerte rápida, no podía perdonarle todas las lágrimas que Chuuya había vertido por su culpa.

Cuando todos se dieron cuenta de la pérdida de memoria del mafioso, se quedaron mirándose sin saber qué decir. ¿Debían informarle de todo lo sucedido en esos seis meses o sería mejor inventar una excusa que les permitiera ganar algo más de tiempo? En la mente de todos se formuló la misma pregunta: ¿tiempo para qué? Dazai no iba a volver y solo estaban retrasando lo máximo posible que la herida que Chuuya llevaba en su corazón volviera a abrirse.

Mori se limitó a comunicarle su pérdida de memoria y, respecto a Dazai, se conformó con decirle que no sabía dónde se encontraba en aquel momento, hecho que era realmente cierto pero que no era más que una verdad a medias. Antes de que Chuuya pudiera seguir preguntando, Yosano intervino:

-Necesitas descansar, Chuuya. Te voy a inyectar un calmante para que puedas seguir descansando y recuperarte cuanto antes –decía la doctora mientras le agarraba el brazo y le inyectaba la sustancia.

-¡No necesito descansar! –gritó el pelirrojo intentando soltarse del amarre de Yosano- ¿Qué pasa con Da…?

Antes de que pudiera terminar de pronunciar el nombre del detective, sus ojos se cerraron y su rostro se llenó de una profunda calma al sumirse en un mundo de sueños donde no existían preocupaciones ni sufrimientos.

Y ahora mismo, todos se encontraban en una de las tantas salas de reuniones que albergaba el edificio de la Port Mafia para intentar decidir cómo iban a abordar el asunto.

-¿Y por qué no le decimos que se ha muerto y ya?

-Kouyou… -pronunció Mori con un suspiro.

-¿Acaso crees que Chuuya-san nos creería si le decimos eso? – intervino Akutagawa.

-Cierto. Además, ¿qué haríamos en caso de que quisiera ver su cuerpo? – apuntó Yosano.

-Le podemos decir que ha muerto en una explosión y que ha sido imposible recuperar su cadáver – propuso Kouyou-. Llevo seis meses viendo a Chuuya como si fuera un fantasma consumido por el dolor – informó dando un golpe en la mesa -, no puedo hacerle retroceder a eso.

-¿Y no sería igual si le decimos que ha muerto? – preguntó Atsushi.

-Pero al menos dejaría de torturarse preguntándose si la culpa de que se marchara fue suya y si Dazai se encuentra bien – argumentó Kouyou-. ¿Tú qué opinas, Mori?

Mori se cruzó de brazos. La propuesta de Kouyou le parecía razonable: si Dazai no iba a volver, ¿no sería mejor que Chuuya le creyera muerto para no darle vueltas a la cabeza pensando en cómo se encontraría y, en el fondo de su corazón, seguir albergando esperanzas de que regresara?

Pero por otra parte, dudaba que Chuuya fuera a creerles tan fácilmente. Dazai era prácticamente inmortal, su subordinado insistiría en que le demostraran que realmente había muerto exigiéndoles pruebas que no les resultarían fáciles ni rápidas de lograr, cayendo en el riesgo de que el pelirrojo descubriera la mentira.

-¿Y por qué simplemente no le decimos la verdad? –propuso tímidamente Atsushi-. A mí tampoco me gusta ver tan mal a Chuuya-san pero ni nos va a creer tan fácilmente ni podría mirarle a la cara tranquilo sabiendo que le estamos engañando.

-Por una vez, estoy de acuerdo con el Jinko – apuntó Akutagawa.

-¿Y qué solución proponéis entonces? –preguntó con una mueca de disgusto Kouyou.

-¿Rampo no puedo ayudarnos? –cuestionó Mori.

-Somos conscientes de que él sabe dónde está Dazai- respondió Yosano-. Pero no ha abierto la boca respecto a su huida y cada vez que le exigíamos ayuda, se mantenía en silencio. Supongo que piensa que si Dazai ha decidido marcharse, tendría sus motivos y no debemos interferir.

-Su motivo es que es un desgraciado que se ha reído de Chuuya – escupió Kouyou.

Atsushi quiso intervenir para defender a su antiguo superior pero unos golpes en la puerta le interrumpieron. En la sala se presentó uno de los miembros de la organización criminal al que Atsushi nunca había visto por lo que supuso que su rango sería bajo.

-¿Qué sucede, Kenji-kun? –preguntó Mori.

-Jefe, tiene una visita. Es Dazai-san.

Todos se levantaron rápidamente de sus asientos. Tenía que ser una broma, ¿cierto? Mori le preguntó a su subordinado si estaba seguro de que se trataba de la persona que había nombrado y este se reafirmó en lo dicho.

-Menta al diablo y el diablo aparecerá – dijo Kouyou-. ¿Se puede saber qué hace aquí? ¿Por qué se presenta ahora?

-¿Se habrá enterado de lo de Chuuya-san? –preguntó Atsushi con el rostro pálido por la sorpresa. ¿Qué hacía su superior ahí? ¿Cómo era capaz de presentarse en el cuartel de la mafia después de seis meses sin comunicarse con nadie y tras destrozarle el corazón a uno de sus altos ejecutivos?

Kouyou salió corriendo de la sala con un aura claramente asesina, siendo perseguida por el resto.

-Kouyou-san –Akutagawa la agarró del brazo-, no es momento de dejarse llevar por las emociones. Si Dazai-san se ha arriesgado a venir aquí sabiendo lo que se jugaba con eso, es que tendrá una razón realmente importante.

Kouyou gruñó y, como toda respuesta, aminoró la marcha aunque no hubo dado dos pasos cuando escucharon una voz familiar en sus espaldas:

-Si Kouyou-san, déjame hablar y si después de eso aún sigues queriendo matarme, te concederé ese honor.

Voltearon. Ninguno supo muy bien qué sentir cuando se encontraron con Dazai en mitad del pasillo cubierto de más vendas de las que tenía seis meses atrás, fingiendo un rostro despreocupado pero con una clara ansiedad latente en cada poro de su piel.

Sorpresa, alegría, furia, alivio. Eran algunas de las emociones que emanaban sus antiguos compañeros cuando le vieron.

Pero lo que ninguno de ellos pudo nunca imaginar es que el tan apacible y amable Atsushi sería quien le recibiera con una bofetada.


N/A: Quisiera dar las gracias a la persona que ha dado follow a esta historia y a las que han leído el primer episodio. Manifestaros, me gustaría mucho saber vuestras impresiones sobre este segundo episodio.