Cambio de panorama

NANATSU NO TAIZAI © NAKABA SUZUKI

Sinopsis: [Two-shot] Elaine sentía que estaba teniendo un día fatal, pero una noticia lo haría uno de sus mejores días.

Nota de la autora: Me pidieron escribir algo de Ban y Elaine. Esto tiene ligeros spoilers del manga y se ubicaría en una especie de final donde todo resultó feliz.

Es sencillo y ojalá les guste.


Capítulo 1

Ban a veces se preguntaba si tenía un verdadero sentido reunirse para hablar del estado de Britania cuando Meliodas era hermano del nuevo el Rey Demonio. Su presencia y forma de gobernar habían restaurado la confianza entre el resto de los clanes y los demonios, colocando en el futuro una paz que las incontables guerras habían arrebatado.

Desde el ascenso de Zeldris dos años habían pasado. Los Siete Pecados Capitales ahora eran un grupo de caballeros que viajaban sobre un formidable cerdo vendiendo licor y comida, mientras resolvían algunos conflictos menores en el camino y buscaban mejorar las relaciones con otros reinos para beneficio de Liones. En los periodos donde se abastecen de recursos tenían sus reuniones y conversaban de lo mismo.

Todo ese asunto tenía aburrido a Ban y se volvió a cuestionar si tenía un verdadero sentido reunirse para hablar del estado de Britania cuando

—Ban, ¿podrías fingir interés en lo que estoy hablando?

El nombrado regresó en sí. Tomando noción de donde se encontraba y cayó en cuenta de que King lo observaba de forma despectiva por no emitir algún comentario, Meliodas tenía una risita implícita en sus labios y el resto parecía estar esperando una reacción así de él en relación con lo que el Rey Hada contaba. Este último soltó un chasquido resignando por su actitud.

—Tranquilo, King. Solo estaba pensando.

—Eso es una maldita mentira y lo sabes —le señaló King, ofensivamente. El zorro refunfuño—. Como decía y espero que esta vez prestes atención, con el estado de Diane no puedo moverme tanto del bosque. Por eso necesito que Elaine y tu asistan a las reuniones con otros reinos para establecer alianzas —Ban arrugó el entrecejo—. No, no puedes negarte. Desde que contrajiste matrimonio con mi hermana pasaste a formar parte de la familia real y, aunque no parezcas, eres un príncipe ante los ojos de mi gente.

—Es increíble que alguien del estatus social de Ban alcance un título de la nobleza —dijo Gowther.

—Vaya, vaya, vaya. Eres de la realeza como yo, mi amigo —carcajeó el capitán. Ban le arrojó un tarro de cerveza que esquivo y terminó golpeando a Hawk—. Aunque podríamos decir que fuiste degradado porque antes fuiste Rey de las Hadas.

—¡Ya cállense todos ustedes! —exclamó el zorro. Para su malestar, todos comenzaron a reír, incluso Merlín. Soltó un quejido de resignación—. De acuerdo, hermano. Asistiré con Elaine a esas reuniones, pero deberías decirle enseguida.

—En primer lugar, deja de llamarme hermano. Segundo, te informo a ti porque parece que Elaine no estaba de buen humor esta mañana —comentó King llamando la atención de todos.

Las miradas se centraron en el hada y luego en Ban. El pecado tenía una mirada rodeada de extrañeza y asombro por lo que había dicho su cuñado.

Él no había notado nada extraño en su esposa.

—Me pregunto qué pasará con la princesa hada —cuestionó Merlín observando agudamente a Ban.

—¿Y tú qué me estás viendo, Merlín? No tengo nada que ver con el estado de humor de Elaine. Si no también estaría de mal humor —se defendió. No era inusual que Elaine se enojara, pero solía superar las cosas bastante rápido. Eso lo hizo pensar que podría tenerla enojada con King—. ¿No me digas qué le dijiste algo de mí?

—¡¿Decir algo malo de ti?! Eso es inaudito. Jamás hablaría de ti con mi hermana de forma despectiva...

—El Rey de las Hadas está presentando un incremento del ritmo cardiaco considerable.

—Eso es porque está mintiendo y eso no es honorable, Gowther —murmuró Escanor viendo como los colores invaden la cara del hada a causa a la mirada penetrante de todos—. No entiendo porque King siempre parece estar molesto con Ban, él ama mucho a la señorita Elaine.

—Claro yo…

La puerta del bar se abrió con fuerza y las siluetas de Elizabeth y Elaine se hicieron presentes. Venían con sus manos llenas de cosas para abastecer la taberna. Caminaron con rapidez hacia la barra y dejaron las mercancías con la princesa hada sacudiendo sus alas con mucha dureza, pisoteando el suelo y alisando su uniforme con barbarie.

—¡Hola Elizabeth, Elaine! —expresó Hawk con su habitual cariño. La princesa de Liones le proporcionó una sonrisa algo nerviosa. Elaine lo ignoro completamente, refunfuñando por lo bajo.

La incomodidad se presentó.

—Vaya, parece que alguien está enojado —dijo Diane.

Elaine ni siquiera les dirigió la mirada y subió las escaleras con prisa, gritando fuertemente cuando dio un portazo desde el cuarto que Ban y ella compartían en el Boar Hat. Todos intercambiaron miradas de confusión y Meliodas se acercó Elizabeth buscando respuestas. Se dieron una conversación de miradas rápidas y al final la diosa subió también yendo tras su amiga.

—Elizabeth tampoco sabe qué le sucede a Elaine, pero parece ser un asunto serio —concluyó el capitán volviendo a la mesa. Ban mostró intenciones de levantarse—. Deja que ellas conversen. Será lo mejor —Meliodas lo detuvo.

—Solo espero que la señorita Elaine este bien —murmuró Escanor.

Ban alzó la vista hacia las escaleras con la preocupación apoderándose de él. ¿Qué le ocurría a Elaine?


—Y estaba a punto de vestirme cuando noté que mi uniforme no estaba en el armario. Me puse la camisa de Ban para salir donde estaba secándose, pero el viento arrojó mi traje…—Elaine respiro y tomó agua. Su rostro sereno solo duró un momento y se volvió frenético—. ¡Y ese vendedor que se carcajeó de ti y de tu peinado, Elizabeth!, ¡genial! ¿puede que el día mejore más?

Elizabeth no esperaba que su amiga hubiera tenido una mañana y a tarde tan sobresaltados. Para alguien que había sufrido setecientos años de soledad, una serie de eventos desafortunados deberían de ser como una pequeña broma. Parecía que no era así y eso era inusual para la diosa. Elaine parecía ser tranquila y sensible, pero en realidad era bastante temperamental y feroz si la situación lo ameritaba.

Carácter digno de una guardiana del bosque y que verla alterada por cosas mundanas era inusual y extraño.

El punto de esa rareza llamó la atención de Elizabeth que, entre tantas explicaciones a su comportamiento, una idea resaltó con fuerza en su mente. Parecía algo descabellada, pero era posible.

—Elaine…

—¿Eh?

—¿Hace cuánto estás con este comportamiento?

El hada enarcó la ceja, confundida.

—¿A qué te refieres?

—Cuántos días llevas de esta forma tan…, ¿alterada? —titubeo pensando por sobre cómo exponerlo—. Ustedes las hadas casi no se enferman y de ser así tu magia se vería afectada de inmediato, pero eso y tu energía están normales. Salvo…—Elizabeth se atajó.

—¿Salvo…?

Sonrió. Ella ni lo había percibido.

—Solo siente eso que está allí, Elaine. Pon una mano en tu vientre.

La princesa hada parpadeo con ligera extrañeza, pero aun así obedeció a su amiga. Bajo la mano para su estómago y, si bien no distinguió nada extraño en un principio, algo como un latido se sintió.

Su mano cedió antes de golpear contra el suelo, haciendo que la cabeza se sacudiera primero con fuerza.

Todo se volvió negro.

—¡Elaine!

Ban había sentido que algo no estaba bien y subió las escaleras hacia su cuarto con Elaine. La encontró a ella inconsciente en los brazos de Elizabeth con la cabeza apoyada en mi regazo. El pánico y el terror lo dominaron por completo.

—¡Elaine! —él dijo corriendo hacia su amada—. Princesa, ¿qué sucedió?

—¡Simplemente se desmayó! —declaró. Ambos acomodaron a Elaine en la cama y Elizabeth de inmediato comenzó a usar sus poderes para verificarla—. Ban, ve por algo de agua tibia y paños húmedos. Ella recibió un fuerte golpe en la cabeza y sería bueno tenerla controlada con eso.

El hombre asintió con la cabeza y salió con rapidez del cuarto. Antes dio un vistazo a su esposa con desconfianza.

—No me dejes, Elaine. No de nuevo.

Respirando profundo y tomando fuerzas para no caer en la desesperación avanzó por el pasillo. Esto sin reparar que Meliodas lo había seguido en silencio. Observando que su mejor amigo salía apresurado de su cuarto, se encaminó hacia donde estaba su pareja con la Santa Guardiana acostada y dormida en la cama.

—¿Qué sucedió, Elizabeth? Ban parecía muy preocupado.

—Nada grave, Meliodas —marcó ella con una dulce sonrisa. Dejó de inducir magia en el hada y se acomodó en costado de la cama mirando con ternura—. Elaine está embarazada.

—Ah, entonces no…, ¿espera qué? —Meliodas parpadeó, asombrado por lo que había escuchado—. Creí que las hadas no tenían…

—Ellas a pesar de nacer de plantas tienen su organismo como el de cualquier humano y pueden concebir. Igual creo que ni Elaine ni Ban sospechaban que pudiera pasar algo así —expuso. Con todas exposiciones que habían sufrido sus cuerpos a lo largo de los años, no era una extrañeza que descartaran la paternidad—. Pero a simple impresión, el bebé está formándose saludablemente. Igual Merlín la debería de revisar después. Ella sabe más sobre las hadas.

Meliodas carcajeó.

—Parece que tendremos a un pequeño pecado corriendo por la taberna en poco tiempo.

—También podría ser un hada brincando sobre nuestras cabezas.

—Oye, Elizabeth —la llamó—. Deberíamos apresurarnos, ¿no crees? —Meliodas alzó las cejas, sugerente.

—¡Oh, por favor! Piensa en otra cosa por un minuto.

—Pero esta vez no estoy siendo pervertido. Solo le aseguró un compañero de juegos al hijo de mi mejor amigo.

La pareja compartió una energética carcajada justo cuando Elaine despertaba. Abrió los ojos y observó a su alrededor antes de ver dónde estaba. Una vez que lo hizo, se incorporó con urgencia, ocasionando que se cayera hacia atrás de nuevo. Cuando comenzó a inclinarse arriesgadamente, Elizabeth la detuvo.

—¿Estás bien? —le preguntó.

—Elizabeth, Meliodas —Elaine los observó a ambos y luego jadeó, llevando las manos a su vientre. Ella no había advertido nada hasta que la princesa se lo había señalado, sin embargo, ahora tampoco percibía—. ¿Esta…? —indaga con el pánico sobre ella.

La diosa con rapidez sujeto las manos del hada, apoyó su frente contra la de esta y conjuro palabras inentendibles. En un santiamén, Elaine sintió. Uno. Dos. Golpe. Uno. Dos. Golpe.

La vida estaba manifestándose en su interior.

—Lo que más te golpeaste fue la cabeza. Al bebé no le sucedió nada —su amiga declaró. Parte de la princesa hada todavía estaba intentando comprender lo que ocurría con ella. La miro, ofuscada—. Se que es chocante para ti por lo que estás pasando. Descuida, Merlín tendrá más detalles para que lo entiendas.

—Ya veo.

Meliodas soltó una carcajada.

—Vamos, Elaine. No te preocupes…, ¡deberías estar muy feliz! Tendrás un hijo de Ban y pronto un pequeño pecado estará corriendo por aquí.

—Meliodas tiene razón, Elaine. Un hijo es un acontecimiento importante.

—Ya quiero ver la cara de King cuando se entere, ¡apuesto a que querrá matar a Ban!

El capitán hizo una mala imitación del rey alterado. Ambas princesas rieron y la expresión de Elaine se relajó, soltando una ligera risita.

Tendría un hijo de Ban, de su amado pecado.

No estaba en su mente que ambos fueran capaces de concebir una vida a causa de los cambios de sus cuerpos, no obstante, este inesperado hecho la hacía sumamente dichosa.

Sin duda, ese día que había iniciado con fatalidad estaba traspasando a ser de los mejores en su vida. Pero, si bien ella estaba contenta con la noticia, ¿cómo lo tomaría Ban?