Author Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, le pertenecen a Hiromi Arakawa.

Segundo fanfic Royai, y algo más! Espero les guste, es mi primer fanfic con un OC. La verdad me gustan más las cosas apegadas a lo canon, pero esta idea se me cruzó por la mente y bueno, pensé en darle una oportunidad!

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El equipo Mustang se sintió muy extrañado cuando su general los invitó a una cena en un lugar tan refinado sin razón aparente.

-Veo que alguien está disfrutando su sueldo de general-. Dijo Havoc cuando se encontró con Breda en la puerta del restaurant.

-Sin duda alguna, pero aunque esto me agrade, no entiendo aún las razones por las cuales el nos invitaría a un lugar así. El señor trama algo.

-O simplemente quiere festejar su ascenso con nosotros-. Dijo Fuery, quien había estado acercándose mientras sus compañeros charlaban.

-No seas tan inocente Fuery.-Dijo Breda.- Ya deberías conocerlo, seguro nos alardeará a alguna de sus citas.

-Buenas noches-. Falman se acercó al resto del equipo.- No creo, desde el día prometido el general ha dejado la costumbre del coqueteo y de las citas.

-Apuesto a que ya sabemos por qué, o mejor dicho por quién.

-¿Por qué, quién…teniente?- Havoc se sobresaltó y sus compañeros se pusieron tiesos. El general Mustang apareció con su usual gesto pedante.

-El nuevo interés romántico de Falman, señor-, Es lo único que pudo decir el teniente coronel Havoc.

-Deberían pensar en asuntos más importantes….La coronel Hawkeye no tardará en llegar, sugiero que entremos.

Los cinco caballeros entraron al lugar. Curiosamente el general pidió una mesa para siete personas. Los demás no pudieron evitar sentirse curiosos al respecto, mas decidieron no decir nada. Solo las miradas de complicidad corroboraron a los otros que este hecho no había pasado desapercibido para el equipo.

El general pidió una botella de champagne para empezar. En cuanto el mesero se fue con el pedido, Hawkeye llego, pero no estaba sola. Se encontraba acompañada de una joven de veintitantos años de cabellos negros y ondulados, que le llegaban por debajo de los hombros. Tenía los ojos color miel, con un arilo casi gris que le daba una mayor profundidad a su mirada. Sus facciones eran delicadas, y su cuerpo era el de una damisela.

Los cuatro subordinados de Mustang se quedaron perplejos observándola sin ningún reparo ni discreción. Era verdaderamente una mujer hermosa. Mustang, en cambio, solo tenía ojos para la coronel, quien llevaba un vestido azul sin mangas y con la espalda cubierta. Él sonrió cálidamente al verla, pero paso desapercibido para el resto.

-Lamentamos llegar tarde, general-. Se excusó la mujer.- Les presento a Teresa Spearman, una amiga que recién llegó a central.

-Encantada-. Dijo la desconocida, con una sonrisa que hizo que Havoc abriera la boca inconscientemente. Luego este afiló su mirada, tenía un nuevo objetivo y no dejaría que se le escapase.

-Bienvenidas, tomen asiento-. Dijo el general Mustang, observando fijamente a Riza.

Ambas mujeres se sentaron en la mesa, Hawkeye tomó el asiento al lado del general y Teresa la que estaba contigua a ella y a Havoc. Este se sintió tan feliz sabiendo que la pelinegra no era una cita más del general. Era su oportunidad.

-Disculpe mi atrevimiento, pero sus ojos, son bastante hermosos. No puedo recordar donde vi ojos de un color similar.-Breda, Falman y Fuery dieron un suspiro de resignación, no podían detener al don Juan del equipo, especialmente en un restaurante tan fino.

-Bueno, gracias por el halago. Mi madre es de Creta, son ojos bastante comunes en ese país.- Dijo la joven de forma cordial. Sonrió de una forma tranquila, lo cual a Havoc le dio luz verde para el siguiente paso:

-Me encantaría ir a ese país solo para ver ojos así, aunque creo que su mirada y carácter apacible deben ser lo que la hace única en este mundo.

Teresa le devolvió una mirada de curiosidad, sonrió como si le agradara el halago, pero…no se sonrojó. Nadie se dio cuenta de eso, más que Falman, quien era el más observador y analítico del equipo.

-Y supongo que alguien de su rango, teniente coronel, ha viajado por el mundo y ha conocido a mujeres muy hermosas también.

-Bueno, es verdad que he tenido la oportunidad de conocer muchos lugares, sí.-Havoc se sintió poderoso ante las adulaciones de la jovencita, estaba empezando a entender por qué el general era tan pedante y petulante.- Pero como le digo, creo que jamás había encontrado una mujer tan bella. Dígame, ¿Qué la trae a Central?

- Oh, pues un nuevo trabajo, en realidad. Comencé hoy mismo.

Interesante, y si no es muy indiscreta la pregunta, ¿a qué se dedica, señorita?

-Pues soy lingüista, estudio idiomas antiguos y modernos. Realizo traducciones, principalmente. Sin duda un trabajo aburrido comparado con el suyo, teniente.

La cena transcurrió tranquila, Mustang y Riza charlaban de cuando en cuando intentando no dejar a Teresa a merced del poco comedido teniente, mientras Breda y Fuery disfrutaban de cada bocado. Havoc seguía intentando ganar una cita, si era mucho pedir, de la señorita que tenía a su lado. Por otra parte Falman observaba todo en silencio, como siempre.

Ya al terminar la noche, Havoc decidió hacer su última jugada, invitar a la señorita a una cita, tal vez acompañarla esa noche a casa. Respiró hondo y muy confiado lo hizo.

-Con tal encanto y decoro, señorita, no podré dejar de pensar en usted. Me pregunto qué tipo de hombres le gustan, aunque suene atrevido. Espero poder ser su tipo, y me permita volver a verla, tal vez en una cita.

-Nos volveremos a ver sin duda-. Dijo Teresa. La mirada de Havoc se iluminó hasta que ella continuó.- Más no veo que sea una cita algo apropiado entre nosotros.

Havoc se quedó seco, ¿cómo era eso posible?- Señorita me temo que no entiendo las razones por las cuales sería inapropiado que nos viéramos.

-Sería algo inapropiado porque…- Empezó Falman.- Estaría en contra de las normas de fraternización.

-¿QUÉ?-. Breda y Fuery miraron a Falman con gran asombro, ¿de dónde había sacado su compañero tal conclusión?

-Bingo-, Dijo la mujer guiñando el ojo. Los demás seguían sin entender

-Bravo Falman, usted se dio cuenta-. Intervino Mustang.- Ella es la Sargento Spearman, de Milos. Una joven talentosa en la academia, con habilidades en idiomas que nos serán bastante útiles. Es el nuevo miembro del equipo Mustang y esta fue su bienvenida. Le pedí que no se presentara formalmente, como un capricho personal.

Mustang se notaba bastante divertido con la cara de Havoc, quien había empalidecido, y el cigarro que estaba a punto de encender se había caído sin remedio alguno. Breda y Fuery comenzaron a reír a carcajadas por la escena. Falman se quedó serio, mirando a esos ojos color miel.

-Es verdad, bueno me pareció muy divertido estar de incógnito, general, gracias por la bienvenida. Saludos!-. Ella saludó de forma cordial a sus superiores. Ellos respondieron de igual forma, aunque Havoc lo hizo de mala gana.

-Y para responder a su pregunta, teniente…Me atraen los hombres con bastante poder de análisis. Falman sintió un pequeño retorcijón por dentro y abrió sus ojos un poco.

Tiene usted muy buenos gustos sargento-. Dijo Mustang que le pasó el abrigo a la coronel Hawkeye. -Y por esa misma razón creo que le agradará mucho más la compañía de Falman para ser escoltada a su departamento. Yo llevaré a la coronel. Buenas noches.

-Entendido general-. Dijo Falman comprendiendo que era una orden-. Sargento, si me permite, sugiero que partamos.

-Cl…claro, subteniente-. Dijo la chica algo sobresaltada con lo que había propuesto el general. Eso no estaba dentro de los planes ya que se suponía que ella se iría con la coronel Hawkeye.

-Está bien, nosotros nos llevaremos a este corazón roto-. Dijo Breda conteniendo la risa. Fuery agarró de un brazo a Havoc, y los tres militares salieron del restaurante.

Falman y Spearman se fueron caminando hacia el lado este de la ciudad. Cuando le explicó la dirección, Falman se dio cuenta que ella vivía a solo cuadras de su casa. Era un poco incómodo para ambos el charlar durante el camino. Falman era bastante introvertido, y ella bastante nerviosa, aunque no lo aparentara. Finalmente los nervios de ella pudieron más y decidió romper el silencio incómodo de esa noche.

-¿Cómo se dio cuenta que yo era militar?

-Bueno, le dijo teniente a Havoc, y no recuerdo que lo hayamos mencionado. Por otra parte el general estaba buscando un lingüista desde hace tiempo, nos dimos cuenta en Ishval que era algo importante-. Falman se quedó callado un momento y luego continuó.- Además, en su charla vi que era entendida en muchos temas sobre historia y geografía, por lo que pensé en la posibilidad de que usted hubiera tenido entrenamiento militar.

-Interesante, aunque una lingüista debería tener esos conocimientos aun sin ser militar, ¿no cree? -. Ella ganó un poco de confianza con el subteniente.

-Puede ser, jaja…bueno, tal vez solo uní algunos cabos y los combiné con suerte-. Falman también se sintió un poco más relajado al hablarle. Ella era una persona agradable.

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-Señor, ¿realmente cree que fue una buena idea mandar a Falman con la sargento? –Dijo Riza caminando al lado de su general. –El plan era que fuera yo con ella hasta su departamento.

-Lo se coronel, lo sé. Sin embargo, creo que es mi deber escoltarla a usted. Además, no pude evitar sentir un cierto interés por parte del subteniente ¿no lo vio?

-Lo vi, por eso creo que esto es bastante desacertado de su parte. Existen normas de fraternización y usted lo sabe-. Riza se puso seria y cruzó los brazos.

-Estas normas son una traba para muchas personas-. El general pensó en sus sentimientos por la coronel, algo que no había confesado todavía por el apego a las normas que tenía su compañera. En muchas ocasiones él quiso decirle que la amaba, que desde el día prometido, cuando supo que iba a perderla para siempre, que la había lastimado…que estaba apunto de defraudarla; él se había dado cuenta de lo que sentía.

Obviamente no lo iba a hacer, tenían objetivos más importantes. Además el no se sentía lo suficientemente fuerte como para tener una vida feliz después de las terribles cosas que hizo en su vida.

Luego pensó en sus subordinados, ellos merecían una vida feliz, nunca hicieron nada malo. No fueron a la guerra, no mataron gente inocente. Valía la pena por ellos.

-Pero quien sabe coronel, tal vez…solo tal vez, las normas de confraternización puedan abrogarse para cuando esos dos sientan algo el uno por el otro.

-Creo que eso es soñar demasiado, señor-. Riza sintió una presión en su pecho ante la posibilidad de abrogar esas normas. Pero aun sin ellas, ella no sentía que merecía estar a su lado, solo detrás de él.

-Bueno siempre fui un soñador, ¿o no lo recuerdas? -. El general le dio una sonrisa galante que la hizo sonrojar levemente. Mustang no se pudo dar cuenta de ello por la luz.

La coronel terminó asintiendo-Claro señor, siempre lo fue.