Tercera parte

El grupo había usado una de las habitaciones de la posada para degustar algunos bocadillos y disfrutar de una buena conversación, todo parecía ir bien, de no ser por la tensión palpable de cierta pareja que no dejaba de mandarse brutales indirectas.

—¡Oh, muchas gracias, Izumida!— Decía el escalador recibiendo sus regalos— No tenías que molestarte, con el simple hecho de acordarte ya es suficiente— Remarcaba con una sonrisa inocente que hacía sentir escalofríos a todos y mucho más al azabache recluido en una mesa del rincón.

—Esto está cada vez peor, ya estamos al nivel de las indirectas muy directas, solo es cosa de tiempo para llegar a los chistes irónicos— Le decía Kuroda a Izumida, quien acababa de sentarse a su lado— Es hora del comodín.

—¿Comodín?— Repitió Touchiro viendo cómo el peliplata llegaba donde Manami.

—Fushigi-chan, tú eres lo suficientemente indiferente a la tensión, así que cuento contigo para distraer a Toudou-san— Le dijo con ojos serios, como quien cuenta un plan del que puede depender la continuidad del planeta.

—Kuroda-san se está comportando de forma divertida— Rió Manami justo antes de ser empujado en dirección al escalador mayor, quien lo vio confundido.

—Eso me recuerda, Makishima-san le mandó saludos también— Dijo el peliazul de forma cantarina, haciendo que brillos de emoción adornen los ojos de Toudou mientras Kuroda levantaba el pulgar, viendo por cumplida la misión de distracción.

—¡¿Maki-chan?! ¡¿Está en Japón?!

—Si, Sakamichi-kun dijo que vino por unos días, incluso los de Sohoku harían un picnic para celebrar su regreso— Siguió contando de manera relajada.

—Maki-chan no me dijo nada— Refunfuñó el mayor—, Pero supongo que se lo perdono por haberme llamado ayer para felicitarme— Añadió alegre.

—Sakamichi-kun también le mandó muchos saludos, dijo que buscaría un regalo para usted en Akihabara.

—Es un gran chico— Asentía emocionado Toudou— Podríamos reunirnos un día para volver a andar en bicicleta. ¡Podría enseñarles nuevas técnicas dignas del gran Dios de la montaña!

—¡Se lo diré, Toudou-san!— Le respondió entusiasmado con la idea.

El aura que ambos irradiaban eran de amplio entusiasmo y alegría, a la visión de Kuroda, mientras que en el lado de cierto lobo de Hakone solo se podía ver la oscuridad y la molestia. Dudó unos momentos por el camino a elegir, pero terminó por ir con el all-rounder tras recordar todo lo que había hecho por él.

—Arakita-san— Lo llamó, a lo que él dejó su nuevo pasatiempo (dijese el moler un maní con el mondadientes) para verlo con fastidio— Puede que no sea de mi incumbencia, pero viajamos horas para llegar hasta aquí, ¿y planea solo quedarse aquí haciendo nada?

Arakita desvió su mirada hasta el escalador, chocando con sus iris amatistas, los cuales rehuyeron su mirada para continuar con la conversación.

"Terminemos esto".

—Tal vez lo mejor si sea acabar con todo...— Murmuró tan suave que Kuroda pensó haberlo imaginado, sin embargo, no tuvo tiempo de corroborarlo, puesto que el all-rounder simplemente se había parado para encaminarse de forma silenciosa hasta la puerta.

Tras escuchar el ruido de la puerta cerrarse, Toudou hizo una mueca triste que no pasó desapercibida para los demás y menos para cierto suspicaz peliazul.

—No sabía que su familia se llevaba mal con Arakita-san— Comentó refiriéndose a la discusión en la entrada.

—Es desde la nochebuena del primer año que empezamos a salir juntos— Contó el de iris amatista con una ligera sonrisa—. Fue un desastre a niveles monumentales.

—¿Por qué?— Preguntó curioso el peliazul.

—Invité a Arakita para que conociera a mi familia. Al principio todo iba bien, pero poco a poco la tensión fue aumentando y terminó en una guerra de comida en plena cena— A los demás no les costó nada imaginárselo, menos conociendo la impulsividad del azabache—. Llegó un punto en que mi papá lo increpó diciéndole que era obvio que un "salvaje" como él solo estaba conmigo por interés y que no admitiría nuestra relación.

—¿Qué fue lo que dijo Arakita-san?— Preguntó interesado Izumida, a lo que recibió una risa de Toudou.

—Él me besó frente a todos, para después tomar mi mano y casi arrastrarme a la puerta, ahí dijo "¡Si fuera solo por interés para empezar no estaría aquí, estoy enamorado de este dios de los problemas y no lo dejaré solo porque ustedes me lo digan! ¡Y gracias por la cena!"

Todos se quedaron en silencio, imaginándose la escena con esas exactas palabras y después se largaron a reír, aunque algunos intentaban disimularlo mejor como Fukutomi.

—Después de eso, terminamos comiendo hamburguesas en un McDonalds que encontramos en el camino— Terminó de relatar con un suspiro, pero con un deje divertido en la voz.

—Eso, definitivamente, suena como Arakita-san— Dijo Kuroda aún entre risas.

—Yasutomo siempre fue muy sincero con sus sentimientos— Comentó Shinkai.

—Si...— El murmullo casi inaudible del escalador los hizo voltear en su dirección, viéndolo con una panorámica melancólica, inusual en su constante energía— Creo...que saldré a pasear unos momentos, ustedes pueden quedarse aquí y ordenar lo que quieran— Agregó con una sonrisa antes de salir por una puerta contraria a la de Arakita.

El silencio se hizo pesado en la habitación, con constantes miradas unos con otros hasta que el peliplata habló golpeando la mesa.

—Esto no puede quedar así, hay que hacer algo o de lo contrario tendremos a un Arakita-san solterón y huraño con miles de gatos y a un Toudou-san con aires de modelo de ending de anime— Negó con la cabeza al pensar que la mitad de las cosas el all-rounder ya las tenía para ver a sus compañeros del club de ciclismo con seriedad.

—¿Qué propones, Yuki?— Le preguntó el de largas pestañas igual de intranquilo.

—Esto de las relaciones es demasiado complicado— Se sacudió su cabello desesperado— Lo único que se me ocurre en estos momentos es encerrarlos en alguna parte hasta que no tengan más remedio que reconciliarse.

—¿N-no es un poco extremo?— Sonrió nervioso el sprinter.

—¿Por qué no?— Todos voltearon a ver al peliazul que les sonreía inocente— Creo que es una buena idea.

Arakita soltó un suspiro pesado y se sentó con brusquedad en el suelo de la posada, el mismo por el que había pasado con Toudou años atrás mientras éste le reclamaba lo que había hecho en la cena, pero con un sonrojo que lo hacia ver muy hermoso a la luz de la luna.

Otro suspiro mientras se recriminaba sus acciones pasadas y las palabras de Toudou retumbaban en su cabeza, aunque en ese momento no las había escuchado muy bien por lo ajetreado de los sonidos de fondo y su resaca mañanera.

Espera...¿sonidos de fondo? ¿Toudou estaba con alguien en ese momento?

Negó con la cabeza recordando las palabras de la revista, tal vez si tuviera razón en lo posesivo y paranoico que podía llegar a ser. ¿Quién hacia esas revistas para empezar? ¿Expertos en adolescentes hormonales?

Volvió a sacudir su cabeza, atormentado por tantos pensamientos y meditó sus futuras acciones.

1) No podía simplemente tomar la furgoneta e irse, puesto que los demás no tendrían cómo volver: Opción tentadora como venganza, pero por el momento en "veremos".

2) Dormir en ese mismo lugar y esperar a que los zánganos malagradecidos de sus amigos se acuerden de él para poder irse: Opción descartada, puesto que esos malditos eran perfectamente capaces de llenar sus estómagos y marcharse sin él.

3) Robar una bicicleta y largarse por su cuenta: Hasta el momento era la alternativa más tentadora de su lista mental.

4) Hablar con Toudou.

Hizo una mueca ante su cobardía, puesto que todas las opciones anteriores eran de él huyendo de la situación. Kuroda tenía razón, aunque le desagradaba de sobremanera el dársela, pero si había venido era para ser sincero y darle a entender a Toudou que era lo más valioso que tenía en su vida, sin embargo, era por ese mismo motivo por el que no se atrevía a enfrentarse a él.

No tenía la fortaleza para escucharlo decirle que se alejara para siempre.

—Si...la mejor opción es la de la bicic-

Un grito detuvo sus cavilaciones, levantándose al instante, puesto que reconocería esa voz donde sea que estuviera. Corrió sin importarle por poco botar a su cuñada en el camino hasta llegar a una habitación donde solo se veía una figura ocultando su cara en un rincón.

Cuando Toudou lo escuchó llegar, bajó las manos de su rostro, dejando ver sus ojos brillantes por pequeñas lágrimas que se habían acumulado producto del susto.

—Arakita— Lo llamó, haciendo que el azabache sintiera que un latido se saltaba su correcto ritmo— Un-un escarabajo...

Siguió el dedo de Jinpachi hasta el insecto que parecía observarlos desde la pared. Una ligera sonrisa se acentuó en sus labios, ya acostumbrado a lo único que podía hacer temblar de miedo a quien era poseedor de tanta confianza en sí mismo.

Tomó al insecto sin temor y lo dejó fuera de la habitación, haciéndole gestos para que se vaya. Una vez que vio que había vuelto al jardín, volteó su mirada al escalador, quien había vuelto a taparse la cara sin moverse del rincón.

—Ya se marchó, dios del drama— Dijo sin el tono tosco que lo caracterizaba, sino con un deje amable mientras se agachaba para calmarlo con suaves caricias en el cabello, aprovechando también para apartar la diadema que lo obstaculizaba.

En el momento en que Toudou levantó la cabeza, fue cuando escucharon rápidos pasos acercarse y luego el retumbar de la puerta cerrarse con brusquedad junto a un "¡Lo logramos!" grupal.

Ambas víctimas se miraron sin entender hasta que Arakita se dio cuenta que había caído en su vil trampa.

—¡Bastardos! ¡Contaré hasta 3 para que nos dejen salir de aquí o los dejaré en medio de la carretera para sean comida de ardillas! ¡¿Me entendieron?!— Les gruñó tratando de abrir la puerta.

Pareció escuchar el murmullo de una conversación, para después recibir la respuesta de quien parecía ser el gestor del plan.

—Lo siento, Arakita-san, pero esto es lo único que se nos ocurrió, no nos importa quedar abandonados en la carretera con tal de que se reconcilien— Dijo con determinación el peliplata.

—¡Kuroda, maldito! ¡Así que fue tu idea!

—Bueno...se podría decir que a medias— Dijo tras un instante de duda, escuchando de fondo la risita del escalador menor.

—Manami— Murmuró molesto, ya cayendo en cuenta de cómo pudieron enterarse de la fobia de Toudou.

—Andy y Frank también están de acuerdo— Apoyó Izumida.

—Yasutomo, lo mejor será que aproveches esta instancia para arreglar las cosas con Jinpachi— Lo secundó Shinkai.

—Ustedes, haciendo lo que se les da la gana— Farfulló el azabache— ¿Fuku-chan está ahí? ¡Él no pudo estar de acuerdo con esto!

—En realidad, se fue a beber el té con los padres de Toudou-san hace algunos minutos— Dijo Manami con su característica voz cantarina— Le dejó dicho que debía ser fuerte o algo así.

—Fuku-chan también...— Suspiró viendo su última esperanza destruida, para luego voltear a ver a quien seguía sin entender nada en el otro lado de la habitación.

—Arakita, ¿qué está pasando?— Preguntó recobrando su personalidad habitual.

El aludido hizo una mueca, resignándose a alejarse de la puerta y acercarse a hablar.

—Pasa que...bueno— Empezó titubeante, a lo que Toudou ladeó la cabeza confundido.

—¿Arakita?

—Solo escúchame, ¿si?— Le pidió con un tono suplicante que el escalador nunca le había escuchado, por lo que asintió— Sé...sé que estás enfadado y estás en todo tu derecho, para empezar nunca me he podido comportar como un buen novio y lo que pasó anoche solo fue la gota que rebalsó el vaso.

—Arakita-

—Sé también que, de vez en cuando, soy exageradamente celoso, que no estoy al pendiente de tus preocupaciones y-

—Arakita~

—Los apodos cariñosos no son lo mío, ni tampoco te he llevado a citas decentes desde hace meses. El olvidarme de tu cumpleaños es algo imperdonable, mucho más que un aniversario y-

—¡Arakita!

—¡Joder, Toudou, te dije que me escucharas!— Terminó por interrumpirse, percatándose de la sonrisa divertida que adornaba el rostro del escalador.

—Es que no dejabas de hablar como revista para adolescentes— Rió, a lo que Arakita sintió sus mejillas enrojecer.

—Pe-pero...¿no es eso lo que quieres?— Preguntó avergonzado con la mano rascándose la nuca, ya sin saber muy bien cómo continuar.

—¿A qué te refieres?— Le preguntó Toudou, tratando de mantener sus miradas conectadas.

—A que, bueno, olvidé tu cumpleaños y me fui sin decirte toda la noche...por eso rompiste conmigo, ¿no?

El rostro del escalador era un poema, se alternaba entre la confusión y la diversión que bailaba entre sus labios hasta que finalmente optó por la última, dejando sin entender ahora al contrario.

—¿Qué es tan gracioso?— Farfulló hasta que Toudou frenó sus carcajadas.

—¿Por qué piensas que terminé contigo?— Preguntó, a lo que Arakita se debatía si era una pregunta retórica o no, pero la sonrisa de Toudou lo animó a responder.

—Porque me dijiste un "Terminemos esto", un "no te molestes en volver" y todo eso— Dijo, aunque sonaba más a una pregunta.

—Oh ¿no lo escuchaste bien? Estaba discutiendo con mi hermana en ese momento, así que tal vez se escuchó raro, pero en realidad te estaba diciendo que terminemos lo de la cena que habíamos planeado y que no te molestaras en ir al departamento porque saldría— Explicó, a lo que Arakita encajaba las piezas poco a poco— Y eso que te dejé una nota por si no me habías entendido en la prisa por salir, ¿no la leíste? Incluso te dibujé un corazón con una carita enfadada detrás, Arakita.

El azabache soltó un quejido mientras maldecía al alcohol que aún nublaba su sistema a esa hora de la mañana hasta que se quedó quieto ante las nuevas carcajadas que salieron de la boca de Toudou.

—Por dios, Arakita, ¿cuánto bebiste ayer?— Comentó riendo.

—Entonces...¿no estás enfadado?— Se atrevió a preguntar.

—Por supuesto que estoy enfadado, te olvidaste de mi cumpleaños y ni siquiera me llamaste para saber cómo te había ido en tu examen. Por si fuera poco, cuando vuelvo a encontrarme contigo lo único que haces es discutir con mi hermana y llamarme reina del drama en mi propia casa — Dijo haciendo una mueca parecida a un puchero, a lo que Arakita parecía encogerse con cada reprimenda— Pero no terminaría contigo por eso, Arakita. — Añadió tomando su mano para que volviera a verlo a los ojos— Después de todo, eres lo más valioso para mí.

Arakita suavizó la mirada ante sus palabras, guiando una de sus manos hasta la mejilla contraria, acercándola lo suficiente para rozar sus labios en un casto beso.

—Es lo mismo para mí— Susurró sobre sus labios, sintiendo que éstos se curvaban en una sonrisa.

—Aún así, estás actuando raro, hablando como catálogo de citas e, incluso, lo de quedarte hasta tan tarde bebiendo, ¿algo te preocupa?— Le preguntó sin afán de reclamo, a lo que Yasutomo se alejó con un ligero sonrojo—. ¿Arakita?

—En realidad...fue porque pensé que eso me daría valor— Dijo desviando la mirada.

—¿Valor para qué?— El escalador se sentía perdido en el hilo de la conversación.

—Lo cierto es que, desde el principio, me había propuesto el preguntártelo apenas aprobara mi examen de grado, pero ayer comencé a acobardarme y...bueno, el resto ya lo sabes— Decía a medida que sacaba con nerviosismo una pequeña cajita aterciopelada de su bolsillo— Como ya te dije, no soy para nada el novio ideal, pero si tú me lo pides, trabajaré por ello todos los días, porque me enamoré perdidamente de ti, tanto que ya no puedo imaginarme un futuro en el que no estés tú, tú sin tus diademas de mal gusto o tus constantes charlas de comida saludable, tú sin tus mensajes de ánimo en mis libros o las caricias que me das al dormir y...Maldición, Jinpachi, no sé lo que me hiciste, pero todo lo que sé es que no puedo vivir sin ti, así que ¿qu-querrías casarte conmigo?

Vio los ojos de Toudou expandirse en sorpresa hasta que éstos comenzaron a nublarse por las lágrimas. Volvió a ver el anillo con la amatista que había escogido, por si tal vez había sido muy pequeña o no había acertado en su gusto, hasta que sintió los brazos de Jinpachi rodearlo con fuerza.

—¡Por supuesto que si, Yasutomo!— Exclamó con una de las sonrisas más radiantes que Arakita le había visto— ¡Si, si y mil veces si!

—Te advierto que no habrá vuelta atrás— Le secó las lágrimas y tomó una de sus manos para entrelazar sus dedos— No te dejaré escapar de mis brazos hasta que seamos dos ancianos que ven la repetición de las telenovelas antiguas los fines de semana.

—Pues no me parece nada mal, suena justo como la clase de cursilerías que me encantan— Mantuvo su sonrisa con sus ojos amatista brillantes de emoción— ¿Debería empezar a grabar algunas?

Arakita liberó toda la tensión que había acumulado con una carcajada, para luego apoyar su frente en el hombro del escalador. Se sentía tan confortable ahí, respirando su aroma y disfrutando de su calidez, aún más cuando temía no poder volver a hacerlo.

—Lo siento, Jinpachi. Te prometo que, de ahora en adelante, recordaré todas las fechas importantes sin falta— Susurró en la misma posición.

—Definitivamente estás actuando extraño— Toudou sintió sus mejillas colorearse por la disculpa tan honesta, pero después sencillamente apoyó su cabeza sobre la contraria—. ¿Estarás bien aprendiéndotelas todas? Estoy seguro de que cada vez serán más.

—¡Ja! Por supuesto que las aprenderé— Dijo recuperando su humor habitual, obteniendo una sonrisa del escalador, quien le tendió su mano ante el rostro confundido del azabache.

—Tienes que ser tú quien ponga el anillo, Yasutomo— Le indicó con un puchero, llamándolo por su nombre como solía hacer en situaciones especiales—. Sería de mal gusto que yo me lo coloque.

Arakita sintió sus mejillas calentarse por lo vergonzoso de la situación, pero igualmente haciéndole caso.

—Siempre con tus cosas de película disney— Refunfuñó abochornado.

Una vez que lo colocó, Toudou levantó su mano sonriente mientras veía el brillo de la amatista desde diferentes ángulos hasta que se percató del sutil grabado alrededor.

"I will love you forever"

—Y así dices que yo soy el cursi— Acentuó su sonrisa mientras Arakita se rascaba la mejilla sin querer verlo a los ojos.

Volvieron a besarse, una y otra vez, disfrutando de cada roce como si fuera el primero, después de todo, tenían tiempo. Tanto como lo era la vida de cada uno.

—Creo que fue un buen final— Dijo Kuroda, volviendo a cerrar la puerta de forma silenciosa, para que la pareja no se diera cuenta de que, en realidad, estuvieron viéndolo todo desde que Arakita empezó con su monólogo de revista—. Lo grabaste todo, ¿verdad, Manami?

—Si, Kuroda-san— Afirmó el peliazul con una sonrisa mientras aún sostenía la cámara.

—Será un buen material de chantaje— Asintió el peliplata.

—Yuki— Frenó sus ideas malévolas el sprinter menor.

—Les dije que lo solucionarían— Sonrió Shinkai— Lo mejor será dejarlos solos.

—¿Estarán bien?— Preguntó Izumida una vez comenzaron a alejarse— Tal vez vuelvan a discutir.

—No es un "Tal vez", es un "de seguro" van a volver a discutir, después de todo son la viva imagen de una relación amor-odio— Suspiró el all-rounder— Su matrimonio será como vivir en una comedia romántica de Netflix todos los días.

—Suena bastante divertido— Comentó Manami.

—A ti todo te parece divertido, Fushigi-chan— Dijo golpeándole la frente con uno de sus dedos.

—Que cruel, Kuroda-san, y eso que lo ayudé a grabar— Se sobó la frente con una mueca parecida a un puchero.

—¿Qué tal salió todo?— Se les unió en el camino un relajado Fukutomi, quien acababa de salir de uno de los baños termales.

La respuesta fue un pulgar en alto de parte de todos, a lo que el ex-capitán asintió orgulloso.

—Ahora lo que necesito es un descanso, aprovecharé la invitación de Toudou-san y disfrutaré del agua termal.

—Te acompaño, Yuki.

—¡Yo igual iré!

—A todo esto, Juichi, pensé que estabas con los padres de Jinpachi— Le comentó curioso el sprinter mientras seguían a los otros tres.

—Si, pero después decidieron ir a buscar a Toudou para que fuera a soplar las velas de su pastel— Respondió tranquilo el rubio.

—Es-espera...— Todos vieron al peliplata que se había detenido en su camino— ¿Dijiste que estaban buscando a Toudou-san?

—Si— Asintió Juichi con su característico tono.

—¿N-no es eso muy malo?— Preguntó con un tic en la ceja, a lo que los otros lo vieron sin entender.

—¡JINPACHI!— Se escuchó una voz masculina a lo lejos, seguido de un "¡Papá, no es lo que parece!" y un "¡Cariño, que se ha metido de nuevo el pejelagarto en la casa!", después de eso, solo eran ruidos de cosas cayendo y rápidas pisadas.

Pasaron solo unos minutos después, cuando vieron a Arakita corriendo en su dirección con lo que parecía ser el escalador en su hombro, quejándose de algo que no alcanzaban a escuchar.

Una vez llegó hasta ellos, les lanzó su billetera, la cual Izumida agarró apenas mientras veía cómo se subía a toda prisa a la furgoneta.

—Ahí tienen para el taxi— Les dijo encendiendo el auto, en tanto Toudou intentaba arreglarse el cabello revuelto en el asiento de copiloto.

—¡Arakita, esa puerta saldrá cara!— Le reclamó, a lo que los demás ya se imaginaban el caos que se había armado— ¿No podrías ser más civilizado y-? ¡Ahí vienen! ¡Acelera, acelera!

Los del equipo de Hakone solo pudieron ver incrédulos cómo la pareja huía mientras la familia Toudou alcanzaba la entrada, pero no lograba detenerlos, lanzando las escobas y sandalias que probablemente estaban usando como letales armas.

—Realmente son como una comedia romántica cualquiera— Comentó el peliplata tras reponerse del impacto.

Ninguno lo rebatió.


¡El final! Realmente fue pura ociosidad, pero me entretuvo mucho escribirlo xD

Extraño a mis bebés de Hakone en el manga, espero que vuelvan a aparecer pronto

¡Muchas gracias por leer! ❤️