Enigma
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Esta historia está hecha sin fines lucrativos.
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N/A: Solo pido que le tengan paciencia a esta historia.
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- ¿estamos de acuerdo entonces?- preguntó una
- por supuesto que si, ¿no te iras a echar para atrás?-
- claro que no, solo preguntaba- aclaró
- si ya terminamos con esto, prefiero irme de este cuchitril- la tercera habló
- no te permito que hables así de mi casa-
- ya basta las dos, está todo listo, eso es lo importante, ahora cada una sebe lo que tienes que hacer.
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Seis meses después.
- ¿qué haces cariño?- preguntó la mujer al ver su hija en la entrada de la cocina con semblante preocupado.
- ¿Cuándo se recuperará papá?
- No te preocupes demasiado, solo es una racha sin inspiración.
- lleva sin inspiración meses, tenemos muy pocos clientes- la chica suspiró
- veras que pronto volverá a hacer esos panes tan sabrosos que tanto adoramos todos-
- yo no sé si los adoro…- dijo bajando la cabeza
- también eso pronto se arreglara- dijo palmeándole cariñosamente la coronilla – ahora ve al mostrador creo que llegó un cliente- la joven fue y asomó su cabeza para poder ver quien era, en seguida volvió a meterla
- mamá ¿no puedes ir tú?-
- ¿y eso porque?-
- ese hombre es muy extraño, desde que comenzó a venir hace como un mes a nuestro negocio lo noté, no me gusta- declaró
- ¿a quien te refieres?- la mujer se asomó, luego contestó- pero si es uno de nuestros clientes regulares, ese hombre es muy amable.
- yo no dije que no fuera amable, pero… no sé… me hace sentir incomoda, siempre me pregunta cosas, y es muy misterioso, todo el tiempo trae puestos sus lentes de sol, alguien que no muestra su rostro no es confiable-
- ¡¿pero de donde sacaste eso Kirara?! Deja de ver tanta tele, así que no seas ridícula y ve a atenderlo- la tomó de los hombros y la empujó fuera del pasillo, obligándola así a salir al mostrador, a la joven no le quedó más remedio, solo alcanzó a decir entre dientes
- ni siquiera tenemos tele…
Al verse sola la mujer, entró en la cocina y preguntó a su esposo
- cuando vas a preparar algo decente, vas a llevar nuestro negocio a la quiebra, después de todo lo que hemos pasado echaras todo a la basura, y lo peor de todo, Kirara ya está haciendo preguntas-
- no es para tanto mujer, solo es cosa de habituarme, además el pan blanco ya sabe bien-
- ¡pues habitúate pronto!- dijo frustrada- que solo de pan blanco no va a sobrevivir esta panadería.
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- buenos días, bienvenido a la panadería Todaka, ¿en qué puedo ayudarlo?- dijo cortés, pero mirando fijamente los números de la caja registradora.
- buenos días señorita- a pesar de sus gafas negras Kirara sentía su mirada penetrante sobre si- ¿tienen hoy pan de mesa?-
- si, está en el lugar de siempre- respondió haciendo su mejor esfuerzo por no hacer una mueca y acomodando sus propios lentes, todos los días comenzaban con la misma pregunta.
- ya veo…- el hombre fue y tomó las pinzas se puso una cuantas piezas sobre una charola y fue de nuevo al mostrador para que terminaran de atenderlo.
La chica no habló, tomó las pinzas y comenzó con el conteo, poniéndolas en una bolsa de papel. Al terminar entregó la bolsa con ambas manos, por "accidente" las manos de ambos se rozaron y ella podría jurar que había sentido algo muy extraño, esta no era la primera vez que pasaba, de hecho pasaba casi a diario, retiró las manos rápidamente.
- son 450Y por favor.
- claro, permítame un momento- mientras el cliente buscaba su dinero comenzó a hablar de nuevo- ¿y qué tal la mañana?- ella ya se lo esperaba siempre hacía lo mismo
- bien- respondió seca
- me alegro, ¿qué tal con el clima?
- frio…- contestó mirando de nuevo las teclas de la registradora, por mucha curiosidad que le diera el hombre, no quería mirarlo
- si, cada día más frió, tengo las manos congeladas ¿usted no tiene frio?-
- pues no
- si, me imagino, quien tendría frió en una panadería, aunque pudiese ser contraproducente en tiempo de calor, todo el tiempo con el horno encendido, debe ser difícil para usted hornear el pan-
- yo no horneo
- ¿y eso por qué?, cualquiera pensaría que…- ella lo interrumpió
- mi padre es el que hornea
- entiendo, pero seguro sabe cocinar- a Kirara le pareció una pregunta un poco fuera de lugar pero respondió
- claro… - por algunos instantes el hombre se quedó estático, ella levantó el rostro para ver si por fin le iba a pagar, no fue así, en su lugar se encontró con algo que no esperaba. Ella no podía ver sus ojos, pero se notaba que sus cejas estaban levantadas y sonreía de lado, una expresión a todas luces burlona, ¿acaso no le creía?
- ¿algo más, señor?- habló remarcando cada palabra, para hacerle notar que él no le agradaba
- no, no, nada más…- él no borró aquella expresión de su cara y mágicamente el dinero apareció en el bolsillo que había estado buscando todo este tiempo, sin poder evitarlo, Kirara resopló, y en lugar de que él se apenara o enfadara, soltó una carcajada, entonces pagó volviendo a rozar su mano en el proceso, antes de retirarse habló
- la paciencia es una virtud, aunque dudo que usted la tenga, nunca la ha tenido- y salió de la tienda.
- ¡¿pero este que se ha creído?!, ¡ni que me conociera!- echando humo del enojo siguió con su trabajo.
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- Mamá- llamó la muchacha viendo una revista de moda entre jovencitas- mira, este es el shampo que usa mi amiga, dice que le deja el cabello súper brillante y …-
- Kirara, ya hemos hablado de esto- contestó antes de que su hija terminara – tú tienes un shampo especial y no puedes usar otro- aclaró sin despegar sus ojos de la cena que preparaba.
- ¿y que tiene de especial?- rezongó
- no vamos a discutir esto de nuevo, y hablando de eso, ve al baño y revisa que aun tengas suficiente, mañana iré a hacer la compra y no quiero que te vaya a faltar-
- ya voy…- contestó de mala gana
La joven ingresó al cuarto de baño y buscó su jabón para cabello, no le gustaba, no tenía un olor bonito y siempre le dejaba el pelo áspero; tomó la botella y la agito un poco, ya le quedaba menos de la mitad, Kirara miró de cerca la etiqueta que leía cada que usaba el producto buscando alguna señal de porque era especial, entonces leyó en voz alta.
- Shampo de nogal, resultados visibles en menos de una semana.
Suspirando salió del baño.
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Kirara entró a la panadería corriendo, se había quedado más en la escuela de lo que sus papas le permitían, bien sabía que le estaba terminantemente prohibido hacer cualquier tipo de deporte, su condición de salud podría recaer, pero ¿Qué podía hacer ella? Le gustaba demasiado, cualquier cosa que involucrara actividad física le encantaba, el atletismo, el baloncesto, la gimnasia, el voleibol, el kendo, el tenis, TODO, ella asistía a todas las competencias de todos los clubes deportivos de su escuela por el puro placer de poder aunque sea observarlos, vaya, que hasta la natación donde no era para nada buena le parecía interesante. Hoy por pura casualidad la habían invitado a un jugo de práctica del equipo de voleibol, había accedido, ¿qué podía pasar? Solo era una cascarita amistosa. Había descubierto que era bastante buena. Ahora, con casi dos horas de retraso, sus padres la matarían, ella debía estar puntual en el mostrador después de la escuela.
Para su suerte en la panadería no había ningún cliente, aunque eso no era algo raro, el pan que hacía su padre no era el mejor de la ciudad. Entró corriendo hasta la cocina y lo encontró leyendo un recetario.
- ya llegué- se anunció con pena. Su padre despegó la vista de lo que leía
- hola nena, ¿Cómo te fue en la escuela?-
- bien, ¿y mamá?-
- al ver que no llegabas, y como no había mucho trabajo, decidió ir a las tiendas cercanas a levantar algunos pedidos, tienes suerte, esta vez no parecía tan enojada, ¿Qué estaba haciendo?- el hombre empezó a buscar más ingredientes
- nada… solo estaba viendo el partido de las chicas de volei- mintió
- hija, eso es auto torturarte, sabes que no…
- ¿pero porqué no?- comenzó a quejarse – hace meses que no voy al medico, no sabemos si ya puedo hacer ejercicio o no, y yo me siento muy bien, yo…
- ¡basta!- la joven se quedó quieta, su padre pocas veces la regañaba – aun estás en recuperación-
- pues no he visto ningún cambio- opinó orgullosa
- bien, entonces haz deporte, pero no te quejes cuando NUNCA veas una mejoría. Ahora sal de aquí… necesito concentrarme- la joven mejor se fue a ocupar su lugar en el mostrador.
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- ¡y llegué!- gritó con entusiasmo
- vaya milagro- exageró sus mamá- nunca llegas temprano, ¿a qué debemos el honor?- bromeó cuando su hija se acercó saludarla tras mostrador.
- estoy muy feliz, mi clase de historia esta organizando un viaje a Tokyo, iremos al museo de…-
- No- tajante la madre había perdido la sonrisa
- ¿qué…- sin comprender parpadeó varias veces
- no iras.
- ¡¿pero porqué?! soy una excelente alumna, la mejor de mi clase y es lo único divertido que haré en la escuela porque no puedo hacer mucho y ¿no me dejarás ir?- la chica habló frustrada
- no- volvió a decir la señora
- ¡¿pero porqué?! ¡quiero una explicación!- gritó exasperada
- porque tu salud no es buena, no vamos a arriesgarnos a que te pongas mal lejos de nosotros y no podamos ayudarte-
- ¡hace meses que no tengo dolores de cabeza! ¡y… y me he acostumbrado a mi condición! ¡ya no tengo crisis de ansiedad por no recuperarme! ¡¿porqué me haces esto?!
- yo no te hago nada Kirara, soy tu madre, y voy a ver por tu bien, te guste o no-
- le diré a papá- corrió por el pasillo y llegó a la cocina donde el hombre sacaba unos bollos del horno
- papá la próxima semana haremos un viaje a Tokyo y yo…-
- no iras- contestó igual de seco
- pero…
- no iras y se acabó.
A la joven se le llenaron los ojos de lágrimas de frustración, pero antes de ponerse a llorar se dio media vuelta, y salió del lugar corriendo, alcanzó a oír como la llamaban pero no se detuvo.
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Kirara lloraba casi en silencio, a pesar de estar en un lugar apartado en el parque, se había quitado los lentes y se limpiaba sus lágrimas con las mangas del suéter y trataba de no pensar demasiado en el frio viento que le rozaba las piernas, aun no tenía ganas de volver a su casa…
De pronto alguien le extendió un pañuelo, extrañada levantó la vista…
- ¿u… usted…?
- no me gusta verte llorar- dijo el hombre misterioso, como ella misma lo denominaría – vamos sécate esas lágrimas, nada vale tanto la pena- ella tomó el pañuelo que él le ofrecía, sus dedos se rozaron nuevamente y volvió a sentir esa sensación de vértigo, y no precisamente era desagradable.
Él hombre no volvió a hablar, solo se sentó a su lado en la banca, ante esto Kirara comenzó a ponerse incomoda, tenía muchas dudas sobre este sujeto, para empezar, porque usaba esas gafas grandes de sol, a esa hora del día ya el sol se estaba metiendo; ni siquiera sabía cómo lucia sin los lentes, no sabía a ciencia cierta si pudiese distinguirlo si lo viera de pronto sin ellas, no sabía su nombre o cuantos años tenía, debía ser joven no parecía mayor a 25, y lo más importante de todo, ¿porqué parecía tan interesado en ella?, una simple chiquilla de pueblo, cuando se veía que él tenía cosas mucho más importante que hacer, su ropa no parecía cara ni nada, pero varías veces lo había visto abordar su carro, y era un carro por lo que podía adivinar, caro. Entonces también pensó ¿porqué un hombre con dinero iría a comprar pan a diario a la panadería menos recomendada del barrio?, todos estos pensamientos se vieron interrumpidos cuando él por fin habló.
- ¿ya estás mejor?-
- mmm… eso creo…- una nueva duda más, ¿porqué le hablaba con tanta confianza?
- quieres hablar…- ella permaneció en silencio, probablemente a él le parecerían problemas sin sentido, entonces volvió preguntar - ¿problemas con tu familia?-ella agrandó los ojos, él había atinado a la primera
- ¿cómo…
- ¿cómo lo sé?... bueno sé muchas cosas, pero si te las dijera te parecería loco, démosle un poco más de tiempo-
- ¿a qué se refiere?-
- nada en especial- ella no creyó eso pero lo dejó pasar – entonces, ¿quieres contarme? No le diré a nadie.
- es solo…- comenzó pero tampoco quería entrar mucho en detalles- es solo que algunas veces se siento sofocada, como si… estuviera encerrada, muy limitada…
- tus padres no te dejan vivir ¿no es así?- de nuevo ¿cómo era que sabía eso?
- algo así…-
- todo mejorara, te lo prometo-
- ¿cómo puede prometer algo así?
- por el momento lo único que debes hacer es tranquilizarte, analiza lo que te rodea, no creas nada que tu no veas, duda de todo lo que no tengas una explicación comprobable, busca pruebas de todo lo que no te agrade, así, cuando llegue el momento sabrás que hacer-
- ¿de… de qué me está hablando?
- no importa, ya te dije que te parecería loco por ahora…- sin darle tiempo a nada se levantó de la banca- bueno tengo que irme- y sin más comenzó a alejarse
- ¡espere!- gritó a unos metros de él haciendo que detuviera su marcha - ¡tu pañuelo!- corrió hasta alcanzarlo; él se quedó sin tomarlo cuando ella lo extendió, luego habló
- no, consérvalo-
- ¿me lo está regalando?
- no, no se puede regalar algo que no es tuyo- fue cuando él se quitó los lentes, y ella pudo apreciar por fin su rostro, sin duda era guapo, más guapo que cualquier otro chico que hubiese conocido, pero lo más llamativo eran sus ojos, de un color azul tan profundo, que se sintió perdida en ellos,
- ¡oiga! ¡¿a qué se refiere?!- reaccionó de su embeleso y volvió a gritarle cuando él comenzó a correr
- ¡lo entenderás pronto!- ella pudo ver como el misterioso hombre llegaba a su auto, arrancaba y se perdía calle arriba.
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- Bueno… ¿qué es eso tan importante que debes contarme Kirara?- preguntó con interés la jovencita, su amiga le había pedido que se saltaran la última clase del día para hablar, cosa rara, porque Kirara era la mejor de la clase y desde que había llegado a la escuela hace seis meses nunca había hecho esas cosas.
- Es que siento que necesito hablar de esto con alguien- ella jaló a su amiga para que se sentaran sobre el césped, escondidas detrás de la bodega de intendencia.
- pues cuéntamelo, soy todo oídos.
- prométeme que no le dirás a nadie
- prometido- dijo levantando la mano de manera solemne
- Siempre me he sentido como si estuviera encerrada en una burbuja, como si mis padres trataran de controlar TODA mi vida, pensé que esto con el tiempo cambiaría pero no fue así, cada vez me siento más limitada, frustrada…
- te entiendo, mis papás también son así.
- no Anna, no lo entiendes… es diferente.
- ¿en que sentido?
- A raíz de mi problema, mis papás no me dejan hacer muchas cosas, ¡me prohíben casi todo!
- tal vez solo quieren cuidarte y…
- escúchame… no es así… conocí a alguien…
- ¿alguien? ¿alguien quien?
- En un cliente asiduo de la panadería, empezó a ir hace como un mes, y no ha dejado de ir, es muy extraño, todo es un misterio con él, ni siquiera sé cómo se llama, y debo confesar que no me agradaba, porque él siempre intentaba hacerme platica, es de diario, no hay día que deje de ir al negocio. Hace días me lo encontré en el parque y me dijo cosas muy extrañas, pero que me hicieron reflexionar, he de admitir que puse en práctica todo lo que me aconsejó.
- ¡¿no te habrás metido en drogas?!
- ¡¿qué?! ¡no! ¡por supuesto que no!
- ¡qué alivio! Pero… Kirara me estas confundiendo, ¿no me estabas hablando de tus papás?, ¿esto qué tiene que ver?
- a eso voy… verás, en resumen lo que él me aconsejó es que desconfíe de todo- la joven que la escuchaba hizo cara de no entender nada – lo sé, suena confuso, pero te lo voy a explicar.
Kirara pareció pensar por donde comenzar ¿Cómo le explicas a alguien tú extraña vida sin que piense que estas exagerando?
- En mi casa no hay televisión, mis padres dicen que embrutece
- bueno eso no es tan raro, mis papá también dicen eso, solo que no quitan la tele porque ellos la miran tanto como yo.
- No me dejan cambiar de shampo- su amiga sonrió pensando que era una broma – es en serio, así que después del consejo que me dio ese hombre, me puse a investigar, y sabes que descubrí- la joven negó – es para obscurecer el cabello.
- pero tu tienes el cabello negro, ¿para qué querrías obscurecerlo más?
- sabes, lo curioso es que creo que no es mi color natural- su amiga no pudo preguntar a que se refería porque Kirara siguió hablando
- ¿sabias qué mis papas me tienen prohibido quitarme los anteojos?, ellos dicen que siempre he tenido ojos sensibles y que si no los uso se me irritarían fácilmente, pero siendo sincera nunca me ha pasado…
- ¿entonces porqué?
- no sé, pero sabes, me di cuenta que casi nadie nota algo, tal vez porque siempre traigo puestos los lentes-
- ¿Qué cosa?- Kirara se movió hasta donde le diera el sol y se quitó las gafas redondas; Anna la miró fijamente, con el cambio de iluminación la joven apreció a lo que se refería - ¿tus ojos son verdes?- preguntó con asombro
- más bien creo que son de un café extraño- volvió a ponerse los lentes- Por otro lado… bueno, tu sabes de mi problema y es normal que no sepa muchas cosas, pero a raíz de lo que me dijo ese hombre…
- ¿Qué pasa Kirara?- preguntó cuando ella se quedo callada
- es que hay muchas cosas extrañas, por ejemplo, ¿porqué tenemos una panadería si mi papá no sabe hacer pan? Desde que nos mudamos a Kagoshima papá dice que no tiene inspiración, y lo único que le sale bien es el pan blanco, pero ninguna otra cosa, ¡pero ya van seis meses!
- a mi me había dado pena decirte…- mencionó
- Lo cual me lleva a otra cosa, como es que tenemos dinero para vivir si en la panadería muy apenas vendemos algunas piezas al día.
- eso si es raro
- Y sabes que más, hablando de la mudanza… ¿sabías que en casa no hay ningún foto de nuestra vida antes de cambiarnos de casa? Mamá dice que se perdieron en el flete.
- ¿ni una sola?
- ninguna. Y hay algo más, desde que llegamos a este lugar, no he ido al doctor ni una sola vez, algo extraño para unos padres que no dejan hacer ninguna actividad física a su hija, ni tampoco viajar, incluso tengo prohibido ir a otro lugar que no sea de la casa a la escuela y de la escuela a la casa, de hecho al principio no querían que asistiera a la escuela, que no era necesario… voy a seguir investigando, como dijo el cliente extraño, a ver que descubro.
- pero… es decir, si es raro, pero no estarás exagerando un poco, es decir hablas como si confiaras más es ese hombre del cual ni conoces su nombre que en tus papás ¡tus papás!
- ¡Ya lo sé!, ¡crees que me gusta la situación?, me siento perdida y frustrada, apenas voy saliendo de mis ansiedades anteriores, y debo aclarar que a pesar de todo, mis padres nunca me llevaron con un psicólogo o algo, dijeron que se me pasaría con el tiempo.
- ¡ahí vas de nuevo a cuestionar a tus papás!
- ¡es que no puedes negar que es muy raro! Y el hombre dijo que…
- ¡otra vez con ese hombre! ¿qué tiene de especial para que te haya puesto así?
- cuando hablo con él… siento como… como si supiera las respuestas que busco, y sé que suena estúpido no tienes que decírmelo- le hizo un ademan con la mano para que no hablara
- ¿y no será que te gusta y ese es el problema?
- ¡¿qué?! ¡no! ¡por supuesto que no!- se había puesto un poco roja, luego de una pausa volvió a hablar- ¿quieres saber otro secreto?
- ya que…
- soy pésima para la cocina… lo único que se hacer es hervir agua…
Con este último comentario dieron por terminada aquella sesión.
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- Mamá, hoy las chicas de volei me invitaron jugar con ellas
- por supuesto les dijiste que no ¿verdad?
- si… las rechacé, solo me quedé mirándolas un rato, juegan muy bien
- deberías dejar de mirarlas, te hará sentir ansiosa de nuevo
- por lo menos dime, ¿era buena?
- ¿de que hablas?
- ya sabes ¿era buena en volei?
- no, nunca te gustó y cuando te obligaron eras pésima- contestó sin mirarla
- eso creí…- por supuesto la muchacha ya sabía que no era así
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- buenas tardes- dijo el sujeto de manera amable
- buenas tardes- contestó
- ¿tiene pan blanco?-
- está donde siempre- Kirara a diferencia de otras veces que se portaba cortante con el hombre de enormes gafas de sol, esta vez lo veía fijamente, y se descubrió a si misma deseando ver de nuevo sus ojos azules, sacudió la cabeza con fuerza para alejar esos pensamientos, lo que le importaba ahora, es que sentía que él era el único que podía escucharla y aconsejarla de nuevo sin tildarla de loca, sin embargo, luego de aquella platica en el parque habían pasado dos semanas y él no le había mencionado nada, como si esa conversación jamás hubiese existido, como si a él no le importara, y eso también la hacía tener un sentimiento de ¿desprotección? ¿soledad?
- ¿y qué tal va su día?- preguntó él buscando el dinero
- bien- ella lo miró fijamente, como si deseara con todas sus fuerzas darle entender lo que necesitaba
- que bueno, aquí tiene- le entregó el dinero, sin rozar sus manos, y ella de alguna forma se sintió decepcionada. Él hombre tomó su bolsa de papel y caminó la salida.
- ¡espere!- ella salió del mostrador casi corriendo y lo alcanzó en la puerta- yo…- se quedó en blanco sin saber que decir.
- a las doce de la noche, en el mismo lugar de la otra vez- eso fue lo último que intercambiaron antes de que él se fuera.
- ¿qué pasó? Te oí gritar- preguntó su padre
- se le quedo la billetera, solo se la devolví.
- que buena niña eres Kirara.
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CONTINUARÁ…
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Hola a todos de nuevo, esta historia como habrán notado va para dos partes, espero no haberlos enredado tanto, y creo que a estas alturas ya saben más o menos por donde va la trama. Espero les esté pareciendo interesante.
Gracias a todos por seguir conmigo en este reto, en especial a:
- Benani0125
- Btaisho
- Kaysachan
- Shojoranko
- kioh
- DanisitaM
- Juany Rdz
- saotomedgo
- GabyCo
- livamesauribe
- nancyricoleon
- Akai27
- kariiim
- Ranma84
- felicius
- abi Saotome
- Kris de Andromed
Cuéntenme sus teorías, igual y le atinan.
Hasta mañana, de este lado del ciber mundo
AkaneMiiya.
