¡Hola!
Se que esto es una sorpresa, empezar una historia sin terminar otra... pero, he de decir en mi defensa que esta ya la tengo escrita hace tiempo y estaba guardada en una carpeta en el olvido. El otro día la encontré y me dije ¿por que no subirla? y aquí estoy.
Esta historia está inspirada en una famosa historia de amor entre una sexy cantante y un famoso presidente con la banda sonora de mi querida "Lana del Rey" a la que amo y admiro. En este capítulo podemos ver unos fragmentos de su canción "Lolita" por si quieren disfrutar de la canción.
En cuanto a esta historia no será tan densa como Protectora (la cual está en proceso de actualización, llevo escrito mas o menos la mitad del nuevo capítulo así que no teman, como siempre digo Protectora no será abandonada). Como sabéis los personajes no me pertenecen y hago esto con el único fin de divertirme y haceros pasar un buen rato.
Espero que me dejéis un review y me comentéis que os parece, ya sabéis toda crítica es buena.
Sin mas, a leer.
Capítulo 1
Ranma Saotome, soltero, veintisiete años y el senador más joven de la historia de Japón, ese era el. Era un hombre alto, guapo y de buena familia que tenía al alcance de su mano ganar las elecciones para convertirse en el presidente más joven del país del sol naciente. Corría el año 1957 y Japón poco a poco se iba recuperando de los estragos que la segunda guerra mundial habían dejado en el paí había alguien capaz de terminar de levantar Japón de nuevo ese era él, y por Kami juraba que su principal meta en su vida era conseguir el sillón de cuero de la presidencia.
Su madre siempre le recriminaba que un hombre a su edad debería estar casado y tener hijos. Su padre y jefe de campaña estaba de acuerdo con su madre, por lo que acordó con la familia Kuonji, amigos de toda la vida de la familia Saotome que Ranma se casaría con Ukyo, la única hija de los Kuonji.
Ranma no se opuso al plan ya que Ukyo era su mejor amiga y una mujer de buena familia, educada y nada estrafalaria, perfecta como primera dama. No la amaba aunque él sabía de buena tinta que ella estaba perdidamente enamorada de el – El amor llegará con el tiempo – le había dicho su madre cuando les comprometieron.
Su vida estaba programada pero él estaba cómodo con eso, fue la vida que eligió vivir y la que quería vivir ¿Qué más daba casarse ahora o en diez años? ¿Y que importaba si su familia o el elegían a la candidata a ser la futura señora Saotome? Eso a él le daba lo mismo ya que no veía diferencia entre uno y lo otro.
- Hermanito – Ranko entró disparada en el despacho de su hermano. Ranma bufó molesto ya que a pesar de tener prácticamente treinta años y de ser un hombre con dinero y fama aún no se había independizado. Y no entendía el por qué.
- ¿Qué haces aquí? ¡Estoy trabajando! – Ranko era la hermana pequeña de Ranma, muy parecidos pero a la vez distintos. Ranma alto de pelo negro y ojos azules era un hombre chapado a la antigua, siempre pendiente del honor, el deber y el qué dirán. Ranko por el contrario a sus dieciséis años era una chica bastante alocada, con ideas modernas y con un impresionante pelo rojo.
- Necesito que me prestes dinero – dijo mirándole con ojitos de cordero degollado. Ranko sabía bien que era el ojito derecho de su hermano aunque él lo negara, había llegado al mundo cuando Ranma tenía once años y desde entonces era su consentida, se lo tapaba todo y le otorgaba todo lo que pedía.
- ¿Para qué? – preguntó desconfiado. Desde que había entrado en la adolescencia Ranko se había vuelto un poco rebelde. A diferencia de él que hacía todo lo que sus padres le decían, Ranko siempre estaba castigada por romper las normas, todo por culpa de esa cantante descocada…
- En la revista Kawaii hay un reportaje completo sobre Akane Tendo y necesito comprármela – dijo emocionada la chica – por favor, prometo que mamá no se enterara.
Ranma bufó levemente – Ya sabes que a mamá no le gusta que escuches la música de esa mujer y a mí tampoco.
- Pero si ni siquiera la has escuchado, estás muy ocupado con tu aburrido trabajo intentando sentar tu culo plano en una silla de cuero que solo te traerá dolor de cabeza.
- ¡Oye! – Protestó – mi culo no es plano – Ranko soltó una carcajada y Ranma supo que había perdido la batalla. Sacó su cartera y le extendió un billete 2.000 yenes – ¿es suficiente?
- De sobra – contestó Ranko con los ojos brillante. Se acercó a su hermano mayor y besó la mejilla de este – eres el mejor hermano del mundo.
- No tienes otro – dijo con gracia Ranma – venga, ve a comprar esa revista pero que mamá no se entere o nos matará.
- Soy una tumba – se giró haciendo que el vuelo de su vestido azul celeste ondeara en el aire, pero antes de salir se giró y preguntó – ¿Por qué mamá y tú odiáis a Akane Tendo?
- No la odio, simplemente no me parece que esa mujer sea un ejemplo a seguir para las señoritas – respondió tranquilamente.
- Eso es una tontería, no tenéis ni idea, Akane Tendo es la chica más genial del mundo, deberías escuchar alguna de sus canciones.
- ¿Y llenar mis oídos de tacos e insinuaciones? No gracias.
- Aburrido – bufo Ranko para luego alejarse del despacho cerrando la puerta a su espalda. Ranma soltó una risita y volvió a centrarse en lo que estaba haciendo. Sinceramente se arrepentía de haberle dado el dinero a su hermana ya que no quería que acabara siendo igual que esa tal Akane Tendo.
Sabía muy poco sobre ella, solo que era una cantante tan famosa como polémica, palabra que a él no le gustaba nada. Nunca había escuchado una canción suya o visto una foto o entrevista, pero según su madre esa mujer se paseaba con escotados y apretados vestidos – se cree una pin-up americana – había dicho su madre una vez que había pillado a Ranko escuchando una canción suya.
Según lo que había oído Akane Tendo no era la típica cantante japonesa, todas recatadas y cantando tristes canciones sobre amores perdidos. Ella en cambio llevaba atrevidos vestidos y tocaba el tema de la sexualidad con una tranquilidad que le resultaba pasmosa. Akane Tendo era considerada un icono sexual al alcance de muy pocos pero eso a él no le interesaba siempre y cuando no salpicara su impecable carrera política.
Ranko quería ser como ella, hablar como ella, moverse y vestirse como ella y según había oído no era la única, cientos de chicas en todo el país se morían por ser Akane Tendo, pero también otras muchas la tachaban de fresca, como era el caso de Ukyo.
Ranma suspiró levemente dejando a un lado el discurso que debía dar en dos días en una fábrica de máquinas de coser. Se sobó la cara y se dejó caer hacia atrás en el sillón. Estaba agotado, desde que habían empezado las campañas electorales apenas tenía tiempo para recostarse en un sofá y leer un buen libro, o ver una película.
A veces desearía haber seguido con su carrera de abogado pero como habían dicho sus padres, ser presidente de la gran nación japonesa era un honor mucho más grande para él y su familia que ser un abogado más.
- ¿Qué haces? ¿Vaguear? – le preguntó su padre que había entrado en el despacho.
- No, descansaba un rato – contestó enderezándose.
Genma Saotome era un hombre de cincuenta y tantos, calvo y gordo, siempre vestido con elegantes trajes extranjeros muy caros y unas enormes gafas redondas.
- Hijo, sirvámonos una copa, tengo noticias para ti – dijo sentándose en el sofá que había a un lado del despacho.
- Espero que sean buenas noticias – se levantó y fue directo al mini bar donde sirvió dos vasos de coñac con dos piezas de hielo. Le acercó un vaso a su padre quien meneó el vaso con una sonrisa.
- Por supuesto, las mejores – Ranma dio un sorbo a su bebida enarcando una ceja diciéndole sin palabras que le escuchaba.
- Los primeros sondeos te ponen como el ganador de las elecciones, tu política conservadora y tu buena planta te tienen el primero de la lista y gran favorito.
- A penas ha empezado la campaña electoral, todo puede truncarse.
- Por eso tú debes encargarte de que nada se trunque – dijo Genma serio – Eres joven, eres guapo, tienes a todas las mujeres del país suspirando por ti, tienes un pensamiento que gusta al país, tus medidas económicas son un soplo de aire fresco para los comerciantes y tu imagen familiar impecable es un plus.
- ¿Me estas intentando decir que no me vea involucrado en algún escándalo? – Preguntó Ranma con ironía – porque si es lo que intentas decirme ya lo sé.
- Sé que eres un hombre listo Ranma y que nunca te verás envuelto en un escándalo, pero siempre está bien recordártelo. Tienes una prometida divina que gusta a la gente, es educada, bella, de buena familia, estudiada y recatada, la mujer perfecta para ser tu primera dama.
Ranma rodó los ojos con cansancio, sabía que su padre estaba muy interesado en que pusiera sus ojos sobre Ukyo de manera romántica pero por ahora no tenía tiempo ni ganas, quizás en el futuro.
- No te preocupes padre, todo saldrá a pedir de boca.
- Eso espero hijo – alzó la copa frente la cara de su hijo con una gran sonrisa – por ti hijo, porque ganes las elecciones y seas feliz en tu matrimonio.
Ranma le imitó con una falsa sonrisa y se bebió su copa. Empezó a sentir calor y se desabrochó la corbata. Genma soltó una risita – Eso hazlo solo en tu casa, que los periodistas no te vean de esas trazas o pensaran que eres un guarro.
- Tranquilo padre, no soy estúpido.
- Lo sé – Genma se puso en pie – debo irme, tu madre quiere ir a comprar no sé qué armario para el salón, está loca con el estilo americano.
- Todo el país lo está – dijo Ranma observando su despacho totalmente occidental – Desde la guerra este país se ha enamorado de todo lo americano, desde su ropa hasta sus muebles y su forma de vida. Se está perdiendo la tradición y lo mas curioso de todo es que mientras yo estoy luchando para tener una política tradicional madre ande comprando mercancía yankee.
- Esperemos que no hijo pero ya conoces a tu madre... es muy entusiasta con todo – sacó del bolsillo interior de su chaqueta un pequeño sobre – Por cierto esto ha llegado hoy a la sede del partido, es una invitación para una gala benéfica, para recaudar dinero para los huérfanos de guerra.
- ¿Debo ir no? – preguntó Ranma tomando el sobre con aburrimiento.
- Es bueno para tu imagen, el futuro presidente en actos benéficos… esto te sumara unos mil votos más.
Ranma dio un suspiro – Allí estaré.
- Lleva a Ukyo – dijo Genma – a la gente le encanta veros juntos, os llaman los nuevos Grace Kelly y Rainiero de Mónaco.
- La diferencia es que yo no soy europeo, Ukyo no es actriz, ni voy a heredar un reino.
Genma sonrió de forma ladeada – si juegas bien tus cartas no tendrás un reinado pero si una presidencia que puede llevarte años y darte mucho poder.
- Lo que digas padre – dijo Ranma intentando terminar la conversación, estaba terriblemente agotado quería terminar el papeleo, cenar e irse a la cama – si no te importa tengo cosas que hacer.
- ¡Por supuesto hijo! – Genma se apresuró a salir del despacho con una sonrisa de satisfacción – Te dejo trabajar.
- Nos vemos luego.
Una vez Genma Saotome abandonó el despacho, Ranma se dirigió a su mesa y se dejó caer sobre el sillón. Cerró los ojos y se balanceó en la silla. Debía hacer un último esfuerzo, quedaba poco para las elecciones y si se esforzaba podría ser el presidente de Japón, tenía muchas opciones para lograrlo, era para lo que se había preparado toda su vida y nada ni nadie lo truncaría.
Con gesto cansado tomó sus papeles y se dispuso a seguir trabajando. Cuando terminó eran casi las ocho de la tarde, con pesar descolgó el teléfono y marcó el número de Ukyo. La bocina dio dos tonos y la cantarina voz de su prometida sonó en el aparato.
- ¿Hogar Kuonji?
- Ukyo, soy yo.
- Ranma mi amor, que bueno oírte.
- Hola, te llamo para comunicarte que en dos semanas hay una gala benéfica para recaudar dinero para los huérfanos de guerra y creo que sería correcto que acudiéramos.
- Por supuesto, siempre está bien que acudas a esos actos, tu imagen se verá muy favorecida.
Ranma puso los ojos en blanco ante las palabras de Ukyo – También es bueno ayudar a unos niños que no tienen nada más que a ellos mismos.
- Bueno, también – Ukyo soltó una boba risa – ¿y será de noche o de día?
- Por la noche.
- Perfecto, pues debo ir a comprarme el vestido adecuado, la futura primera dama no puede ir por ahí dando el espectáculo.
- Aun no sabemos si ganaré Ukyo.
- Estoy segura de que ganarás – dijo con convicción – con tus dotes y nuestra ayuda, ya lo verás.
- Eso espero Ukyo – el cansancio era palpable en el tono de voz de Ranma, quería colgar cuanto antes porque sabía que Ukyo terminaría poniéndose cariñosa y no le apetecía mucho aguantarla – voy a colgar, estoy agotado.
- Sí, lo noto en tu voz, deberías descansar querido.
Ranma se sobó el puente de la nariz – Si eso haré, hasta mañana.
- Hasta mañana mi amor, te quiero – Ranma se apresuró a colgar el aparato ante las palabras de su prometida. Se quedó mirando fijamente al gran teléfono de madera y hierro con miedo. Odiaba que Ukyo le dijera te quiero porque él no podía corresponderla como merecía, la quería como amiga, eso estaba claro pero él sabía que Ukyo buscaba un te quiero diferente, un te quiero que por ahora él no podía otorgarle.
Subió las manos al aire y estiró su espalda sintiendo su camisa salírsele del pantalón. Se levantó y recogió sus papeles guardándolos en una carpetita de cartón. Salió de su despacho y se encaminó a su habitación, no tenía ganas de cenar, solo quería irse a su cuarto y tumbarse a dormir.
Al pasar por el cuarto de su hermana escuchó una ligera melodía que salía del gramófono que tenía Ranko en su habitación. Se acercó a la puerta y vio que su hermana estaba tendida en la cama leyendo una revista, seguramente enfrascada en la entrevista con la tal Akane Tendo, la misma que sonaba en el aparato diciendo frases tales como: "Se lo que los chicos quieren, no me ando con juegos", "podría ser tuya, podría ser tu chica esta noche", "no me importa lo que digan de mi" o la que más le escandalizó "brillando como un dios, no me puedo creer que te tenga dentro mío"
Quiso entrar y quitar esa cosa que su hermana llamaba canción pero se contuvo, no tenía ganas de pelear, ya mañana le diría que no era correcto para una señorita como ella escuchar esa serie de obscenidades.
Se encaminó hacia su cuarto y se quitó la corbata, cerró la puerta y se tiró sobre la cama bocabajo. Suspiró con pesar notando sus ojos pesados, el día de mañana sería tranquilo pero estaba seguro de que acabaría discutiendo con Ranko. Siempre discutían.
El la quería y le gustaba que su hermanita fuera una chica con carácter pero lo que no estaba bien era que quisiera ser como esa cantante que tanto idolatraba, no era bueno para ella y para que mentir, para el tampoco. Si Ranko se veía envuelta en un escándalo le salpicaría a él y podría hacer temblar su carrera y todos sus esfuerzos, definitivamente hablaría con ella y si el no conseguía nada, hablaría con su madre para que la pusiera firme de una vez.
Se giró para mirar el techo y sonrió levemente – Como si eso hubiera funcionado anteriormente.
Pensó entonces en la letra de aquella obscena canción, Ukyo y su madre solían escuchar a las grandes cantantes japonesas como Tamaki Miura o la famosa cantante francesa Edith Piaff, su madre y prometida era gran fan de estas mujeres de voz dulce que cantan bonitas y melódicas canciones, nunca jamás se había dado el caso de una cantante femenina que tocara temas como la sexualidad en sus canciones ¿Qué lleva a una mujer a cantar eso? ¿Serán sus propias experiencias? ¿Eso quería decir que lo de la tal Akane Tendo no era fachada? ¿Sería ella así de verdad?
Movió su cabeza ligeramente para sacar esos pensamientos, poco le importaba lo que hacía con su vida esa mujer que no sabía si quiera como era su rostro, ni lo sabía ni quería saberlo. Poco a poco dejó su cuerpo relajarse y se acomodó en el colchón, cerró los ojos y notó como su cuerpo pesaba. Antes de que se diera cuenta estaba dormido.
La fecha de la gala benéfica había llegado, Ranma vestido con un elegante traje negro y camisa blanca esperaba a su prometida en el recibidor de la casa de los Kuonji. Ranma fingía escuchar con interés el parloteo desmedido del señor Kuonji sobre lo maravilloso presidente que sería y la gran mujer que se llevaba.
Ranma contestaba monosílabos o pequeñas frases comodín como "sí", "no" o "sin duda". Estaba un poco harto de que todos sus familiares, allegados y subordinados vendieran la piel del oso antes de cazarlo, su contrincante era un gran rival, un hombre con muchísimo apoyo que en cualquier momento podría desbancarle, una cosa era ser optimista y otra muy diferente ir de arrogantes por la vida.
Observó con gesto cansado el reloj de oro en su muñeca izquierda y frunció el ceño al percatarse de que se hacía tarde. Con una falsa sonrisa cortó el monólogo de su futuro suegro – Discúlpame pero creo que debería llamar a su hija, se nos hace tarde.
El señor Kuonji puso gesto de sorpresa pero luego sonrió afable y le dio una palmadita en el hombro – Ya sabes cómo son las mujeres chico, quieren verse siempre perfectas.
- No lo dudo pero creo que no solo el físico es importante, la puntualidad es una gran virtud.
Cuando su suegro iba a contestar las risas se escucharon al final del pasillo. La señora Kuonji, una mujer muy bonita pero algo tosca llego y abriendo los brazos de forma teatral – Ranma querido, espero que no te desmayes de la impresión.
- Seguro que podré contenerme – contestó Ranma fríamente con una falsa sonrisa.
La señora Kuonji soltó una risita – No creo que puedas resistirte a esta belleza que te entrego – apartándose a un lado Ranma vio la silueta de Ukyo enfundada en un bonito y recatado vestido color oliva. Era cerrado hasta el cuello y con las mangas hasta los codos, el vuelo de la falda era coqueto pero muy correcto, justo por debajo de la rodilla. Iba maquillada resaltando los bonitos ojos azules y su pelo estaba levemente recogido a un lado. Realmente Ukyo era bonita, pero para su desgracia Ranma no estaba impresionado.
- Llegas tarde, querida – dijo el querida con tono irónico haciendo que Ukyo se sonrojara y bajara la cabeza avergonzada, no por el reproche velado sino por el apodo que Ranma había usado con ella.
- ¿Te gusta? – Preguntó la señora Kuonji – sé que se nos ha hecho tarde pero la espera ha merecido la pena ¿verdad?
- Por supuesto que si – se adelantó el padre de Ukyo – estas preciosa querida, Ranma tendrás que tener cuidado esta noche si no quieres que otro te quite semejante belleza.
- Sin duda – dijo Ranma con una falsa sonrisa tendiéndole el brazo a una sonriente Ukyo – ahora si nos disculpáis, llegamos tarde.
- Divertíos – canturreó a su espalda la señora Kuonji que había ido a la puerta a despedirse. Ranma abrió la puerta del elegante coche negro que los llevaría a la fiesta para que Ukyo pasara. Una vez la muchacha se acomodó dentro fue su turno de entrar, cerró la puerta y mandó al chofer que iniciara el trayecto.
El viaje fue agotador pues Ukyo no paraba de parlotear – Ay querido que ganas tengo de llegar a esa fiesta ¿crees que alabaran mi vestido?
- Seguro Ukyo, estas estupenda.
- No quería ser muy extravagante, el protagonista eres tu – dijo con tono meloso acomodando su cara en el pecho del muchacho – estoy tan feliz Ranma.
- Sí, yo también – se sentía un poco incómodo por lo que la alejó levemente y buscó con rapidez una excusa para mantenerla entretenida – ¿esos pendientes son nuevos?
Los ojos de Ukyo brillaron como dos soles en verano y llevó su mano a la delicada joya – sí, los compre el otro día, regalo de papá.
- Son muy bonitos - halagó el muchacho – vas perfecta Ukyo, no creo que haya mujer más elegante y bella que tú.
Esa conversación era un arma de doble filo ya que Ukyo podría albergar esperanzas de que el empezaba a interesarse románticamente en ella cuando no era así, pero por otro lado los halagos eran la debilidad de una mujer y el entusiasmo de Ukyo al empezar a explicarle como, donde y por qué había elegido esa joya la mantuvo alejada de él el resto del trayecto.
Cuando llegaron a la mansión donde se haría el banquete Ukyo se quedó impactada. Era una mansión moderna al estilo americano, nada tradicional, ni siquiera una pagoda en el jardín, ni un triste sakura… todo occidental – Se están perdiendo las tradiciones – murmuró Ranma una vez bajó del coche y observó la escalera de mármol que les daba la bienvenida.
Ukyo observaba todo extasiada y tomó del brazo a su prometido – ¿Has visto Ranma? ¡Es maravilloso!
- Sí, muy bonito – dijo Ranma una vez entraron a la casa, les recibió un hombre gordo con poco pelo y con un traje gris perla.
- Señor Saotome, es todo un honor tenerle aquí – para sorpresa de todos en vez de hacer el tradicional saludo japonés le apretó la mano con determinación – así es como se saludan en occidente.
- Lo sé – contestó Ranma con una amable sonrisa – ya veo que es un gran apasionado del estilo americano – contestó viendo la decoración dela casa, amplia, de mármol y color blanco, con amplios ventanales y suelos brillantes.
- Gracias a ellos amasé una fortuna al final de la guerra – dijo el hombre – pero dígame ¿Quién es tan encantadora dama?
Ukyo sonrió orgullosa y Ranma presentó a la que en un futuro sería su esposa – Señor Kiusu le presento a Ukyo Kuonji, mi prometida.
El hombre le tomó la mano y besó el dorso haciendo que Ukyo se incomodara un poco pues no estaba muy acostumbrada a ese tipo de acercamientos. Al ver el sonrojo en las mejillas de la muchacha el hombre rio con ganas – no te sonrojes mujer, pero que delicia de chica, eres un hombre afortunado hijo.
- Lo sé, es una gran muchacha.
Ukyo le dio un leve golpecito a Ranma en el brazo – Basta, lo dices por decir.
- Por supuesto que no – corroboró Ranma.
- La verdad es que hacéis una pareja encantadora – habló el hombre – si ganas las elecciones tendremos a la primera dama más hermosa del mundo.
- Muchas gracias señor Kiusu – agradeció Ukyo – es un honor para nosotros ser invitados a tan hermoso acto, no nos lo podíamos perder.
El anfitrión tomó una copa de champan del camarero que pasaba por allí y bebió un sorbo – El honor es mío querida.
- Eso me recuerda una cosa – dijo Ranma buscando en el bolsillo de su camisa – Aquí tiene un cheque, 10.000 yenes para los huérfanos, no es mucho pero…
- Es más de lo que muchos han aportado – agradeció el señor Kiusu – es muy generoso señor Saotome, será un gran presidente.
- Eso espero – contestó amable Ranma.
- ¡Pero bueno no nos hemos movido de la puerta! Vamos Ranma ¿puedo tutearte? – Tras recibir el asentimiento de Ranma el señor Kiusu sonrió – vamos a tomarnos una copa con el resto de caballeros, Ukyo querida te presentaré a mi esposa, tiene muchas ganas de conocerte.
- Será todo un placer.
Caminaron por el amplio salón saludando a varios conocidos, muchos eran empresarios, había varios políticos y un par de artistas, toda gente adinerada que podía permitirse el lujo de rascarse el bolsillo por una buena obra.
La mujer del señor Kiusu era una mujer entrada en años, muy delgada, tan delgada que parecía enferma y muy pálida, no era una belleza pero si muy elegante enfundada en un traje largo de color vino de manga larga y cuello alto. Por lo visto muchas mujeres llevaban a rajatabla ese estilo recatado, colores sobrios, mangas que cubrieran al menos la mitad del brazo, cuellos altos y faldas largas, nada de dejar ver más piel demás. Todo correcto y eso no le desagradaba, se veía que eran mujeres tradicionales y de buena familia, nada estrafalarias.
Ukyo entabló una agradable conversación con varias mujeres y Ranma se fue con los hombres. Charló sobre política tanto interior como exterior, contestó un par de preguntas sobre su candidatura y charló de temas tan banales como la música, el cine o los deportes.
La verdad es que estaba bastante aburrido, esas reuniones solían ser soporíferas y aunque a él le gustaba la corrección y el decoro llegaba un momento de la velada que preferiría estar cenando en un buen restaurante con música ambiental y buena compañía que estar allí.
Tomó su vaso de coñac y dio un sorbo cuando una silueta plateada llamó terriblemente su atención. Desvió la vista y lo que vio lo dejó literalmente sin palabras. Una preciosa mujer, delgada, de cabello corto azulado y un cuerpo voluptuoso envuelto en un atrevido vestido plateado que dejaba a la vista de todos más carne de lo políticamente correcto estaba enfrascada en una charla amena con un chico bastante joven.
Ranma tragó con dificultad al ver el bonito rostro de la muchacha, llevaba un potente labial oscuro que resaltaba su pelo y la sonrisa que puso cuando el muchacho le dijo algo lo dejó sin aliento ¿Quién era aquella mujer?
- Vaya, creo que se lo que estás mirando.
Ranma se giró para encontrarse frente a él al señor Kiusu con una juguetona mirada en el rostro. Desvió de nuevo sus ojos y enfocó su mirada en la muchacha quien coqueteaba descaradamente con el chico.
- ¿Quién es?
- ¡No me puedo creer que no la conozcas! ¡Es Akane Tendo! – Dijo como si Ranma fuera un loco o una especie de marciano de otro planeta – es una celebridad y una belleza si me permites decirlo.
- Es una fresca – dijo la voz de una mujer a su espalda. Cuando se giró Ukyo y la mujer del señor Kiusu miraban con malicia a la cantante – miradla, que exhibicionista.
- La vemos querida, la vemos – el señor Kiusu recorrió el cuerpo de la muchacha y Ranma sintió algo parecido a un malestar en la boca del estómago. Sorprendido achacó ese malestar a que había bebido demasiado.
- Por Kami – dijo otra mujer que se había unido a ellas – mirad que escote lleva, no es decente salir con eso.
- ¿Y qué quieres que haga mujer? – Habló el señor Kiusu – ¿Qué las deje en casa?
Ukyo le miró con ojos incendiarios y Ranma tuvo que apartar rápidamente la mirada de aquella mujer que poco a poco se alejaba contoneando las caderas hacia la barra de bebidas. En su camino otro hombre, este un poco más mayor la interceptó y tras un par de palabras y una sonrisa por parte de ella se alejó con él a por otra copa.
Ranma intentaba disimular el asombro pero a Ukyo no se le escapaba nada, mientras sus nuevas amigas discutían con sus esposos por mirar a otra mujer ella se acercó a Ranma y tomándole del brazo para acércale le susurró – ¿te gusta?
- ¿De qué hablas? – preguntó Ranma con curiosidad.
- No te hagas el tonto conmigo – bufó molesta Ukyo – he visto como la mirabas.
Ranma rodó los ojos – No es lo que crees, simplemente me sorprendí al saber quién era.
- ¿No la conocías? – Preguntó irónicamente Ukyo – es el ídolo de tu hermana.
- Y yo que se – refutó Ranma mal humorado – tengo cosas más importantes que hacer ahora mismo que interesarme en la cantante favorita de mi hermana.
Ukyo le escudriñó con la mirada, buscando un ápice de mentira en su rostro pero Ranma como buen político que era puso una máscara de amabilidad y tras ofrecerle una copa dijo – No te preocupes querida, sabes que las mujeres tan extravagantes no son lo mío.
- Lo sé, pero no puedo evitar ponerme celosa – dijo Ukyo poniendo un lindo puchero – no quiero que mires a otra.
Ranma restó importancia a la situación, un mayordomo avisó que era la hora de la cena y todos los invitados se dirigieron a un amplio comedor. En la mesa del anfitrión se sentaron Ranma, Ukyo, un par de diplomáticos y un exitoso escritor japonés.
Los ojos azules de Ranma buscaron la figura femenina que le había dejado medio lelo, la encontró dos mesas más allá rodeada de jóvenes y un par de mujeres que la miraban como si quisieran clavarle el cuchillo en la yugular.
- No me puedo creer su descaro – habló la mujer de un diplomático coreano – ese escote es como mínimo indecente.
- Y parece que se ha comprado un vestido dos tallas más pequeños – dijo la señora Kiusu – temo que en cualquier momento le reviente la cremallera.
Ranma miro de reojo a la receptora de tan amables comentarios y corroboró que efectivamente la estrechez del vestido dejaba entrever cada curva del femenino cuerpo, a pesar de llegarle a los pies, la tela del vestido envolvía su cuerpo como una segunda piel dándole un toque sensual.
- ¿Por qué la odiáis tanto? – Preguntó el anfitrión de la fiesta – no es como si hubiera matado a alguien.
- Es un instinto primitivo de las mujeres – habló el escritor, un hombre mayor de amables facciones – cuando ven a una mujer segura de sí misma con encantos que ellas consideran mejores que los suyos sacan las uñas y despellejan a la susodicha como bestias salvajes.
- Eso no es cierto – dijo Ukyo mirando de reojo a la muchacha – lo que nos pasa es que nos parece una falta de educación y decoro pavonearse de esa forma frente a hombres casados.
- Son ellos los que deben lealtad a sus esposas – respondió el escritor – ella es soltera así que no tiene que rendir cuentas a nadie sobre cómo vivir su vida.
La señora Kiusu bebió de su copa mientras fulminaba al pobre hombre con la mirada – Señor Yamato parece que está excusando su vida de adultera.
- ¿Adultera? – preguntó Ranma con curiosidad ¿Qué era lo que hacía esa mujer? ¿Sería acaso que se aprovechaba de su fama para conseguir parejas? ¿O era su fama la que venía derivada de sus escarceos con hombres importantes?
- ¡Cuentos! – Dijo el otro diplomático – os dejáis envenenar por la prensa rosa, la señorita Tendo es una gran artista, sus letras son un poco… sugerentes pero ¿Quién no ha echado una canita al aire alguna vez en su vida?
Los hombres de la mesa asintieron solemnemente, Ukyo torció la boca mirando a la joven Tendo toquetear el antebrazo de un muchacho quien sonreía como un bobo – No creo que sea necesario dar tales espectáculos.
La mesa entera se giró para observar el coqueteo entre la cantante y el hombre, el señor Kiusu soltó una risa burlona – es un hombre soltero, al igual que ella, ¿Quién sabe? Igual surge el amor.
- Nadie podría enamorarse de una descocada – dijo Ukyo tensa.
En la mesa hubo un intercambio de comentarios acerca de la cantante más polémica y famosa de la última década, pero poco a poco el tema fue degradando a una conversación sobre los millones que pensaban recaudar para los huérfanos de guerra. Todos comentaban y daban sus opiniones salvo Ranma quien no podía apartar los ojos de la sensual joven quien parecía que el coqueteo y la sensualidad le nacía de dentro, no era un papel, no era forzado, ella era simplemente una mujer fatal.
- Ranma – le llamó su prometida captando su atención – La señora Kiusu te está hablando.
- Discúlpeme, estaba pensando en… un meeting que tengo en dos días – le dio una ligera sonrisa a la mujer que la hizo sonrojarse.
- No importa, es entendible – el señor Kiusu rodó los ojos ante la risa nerviosa de su mujer por la sonrisa del apuesto jovencito – le preguntaba cómo piensa usted llevar el peso de un país tan afectado por la guerra.
- Bueno, principalmente trabajando e impulsando la economía – el resto de la cena se la pasó respondiendo respuestas sobre sus proyectos y planes en caso de que ganara las elecciones.
Contestaba a todas y cada una de las preguntas de manera rápida y fluida dejando impresionados a varios de los comensales que le acompañaban. Ukyo sonreía orgullosa y cada poco le tocaba el brazo en señal de apoyo.
Y aunque a ojos de todos los que había en aquella mesa, Ranma estaba metido en su papel de político, lo que no sabían es que estaba muy pendiente de los movimientos de cierta jovencita de cortos cabellos negros, la cual parecía no estar al tanto de su escrutinio.
Al menos lo parecía ya que dicha joven puso una torcida sonrisa en el momento en el que sus ojos se toparon en apenas un segundo con los del joven Saotome.
