Capítulo 24. Perdición.

La vela de sebo desprendía una luz muy débil y llenaba la celda de la prisión de un olor desagradable que empeoraba su tos, pero ella estaba demasiado concentraba como para notarlo.

Pálida y con los cabellos desordenados lo único que parecía tener vida en su rostro marchito eran sus ojos, enrojecidos y llenos de una fanática determinación. Con cuidado acarició el huevo de gallina negra que ocultaba entre sus ropas, suave y cálido. Durante casi tres semanas lo había protegido con dedicación, deseando tener éxito esta vez. Estaba segura de que el pequeño polluelo estaba vivo.

A la luz vacilante de la vela utilizó un palo con la punta carbonizada para dibujar un símbolo sobre la hoja de la Biblia que había conseguido robar de la capilla de la prisión. El pasaje del Apocalipsis sobre el que escribía era el adecuado para conseguir sus fines.

El símbolo diabólico ardía en su mente y amenazaba con destruir la poca cordura que le quedaba, pero su odio era más intenso que su miedo y consiguió terminarlo.

Sacó de la cintura de su falda andrajosa un cuchillo hecho de cobre. Le había costado promesas y amenazas conseguirlo, pero finalmente uno de sus antiguos cómplices había conseguido introducirlo en la prisión entre los suministros de las cocinas. Le daba igual que aquel hombre se quedara con todas sus posesiones materiales, no esperaba salir viva de la prisión. Todo lo que le quedaba era la venganza.

Mientras recitaba una letanía en un idioma antiguo y prohibido acercó el cuchillo a su brazo. Su voz no vaciló cuando se hizo un corte y dejó caer su propia sangre sobre el papel. Con cuidado depositó el huevo al lado del símbolo, dispuesta a abrirlo y sacrificar a la pequeña criatura que contenía en cuanto la aparición que estaba invocando se manifestara. Era un sacrificio muy magro para un demonio, pero esperaba que fuera suficiente para la entidad que había llamado. Cerró los ojos y vio en su mente la puerta que traería al ser con el que se cumpliría el pacto. Repitió el ritual por tercera vez, y sintió que la puerta se hacía más nítida.

La puerta ya estaba invocada, ahora solo quedaba esperar. Alzó la vista un momento y vio una sombra que se movía cerca de la pared del fondo. Pensó que era una rata, pero al enfocar la vista se dio cuenta de que era un zorro que le enseñó los dientes antes de lamerse el hocico.

"¿Dónde estás, maldito zorro?" siseó.

Al fin lo vio, una figura enmascarada junto a la puerta de la celda. Al mirarlo desde el suelo le pareció aún más alto de lo que realmente era.

"No me impresionan tus trucos, de la Vega. Los conozco todos, y muchos más que tú no te atreverías a usar."

"No soy como tú, a mí me basta con lo que tengo."

"Lo dices como si tuvieras poco. Niño afortunado. Deberías haber sido mío, y haberme dado el poder. Yo te habría enseñado a hacer cosas que ni siquiera has soñado que sean posibles. Tu hermano era una pobre imitación, solo poseía un pálido reflejo de tus dones. Debí haberlo sabido. El fantasma al que interrogamos dijo que nos lleváramos a su primogénito, pero los fantasmas siempre tratan de engañar a sus amos, por eso hablaba en latín, para confundirnos."

"Gilberto era el primogénito de mi madre. Dijiste que nació antes que yo."

"Sí, nació primero, pero fracasé porque en latín primogenitum no se refiere al primero en nacer, sino al primero en ser concebido. Debí hacer un ritual para asegurarme de que me llevaba el bebé correcto, pero tu padre desconfiaba de mí y la mujer que me vigilaba no iba a tardar mucho en volver, así que no lo recordé a tiempo y huí con él."

Diego la miró con frialdad. "Durante un tiempo creí que estabas loca, pero es peor. Estás corrompida hasta la médula."

"Sin duda has acabado conmigo, pero aún estoy a tiempo de vengarme. La puerta ha sido invocada, y la criatura que entrará destruirá tu velo. Él te rastreará y te dará caza donde quiera que estés. Esta vez no fracasaré, todos sabrán quién eres y te ahorcarán junto a tu padre. Tendrán que esperar a que tu mujer de a luz a tu hijo, pero finalmente acabará en la horca."

"No entiendo que también odies a Victoria. Ni siquiera la conoces. Odiar a tanta gente tiene que ser agotador."

"Mi venganza caerá sobre todos vosotros. Tu hijo pondrá sus dones al servicio de mi señor, y la ramera de ojos de loba también será ejecutada."

Diego se movió, sorprendido por esa última afirmación. "¿Conoces a doña Carmen?"

"Si intentas acercarte aplastaré el huevo y con él al pollo que está dentro. Es mejor que el sacrificio se produzca con el sabueso infernal aquí, pero será suficiente. No podrás impedirlo."

"No pensaba intentarlo."

"¿Crees que eres más poderoso que él?"

"No, pero te ruego que detengas esta locura ahora que aún estás a tiempo. A veces las invocaciones no salen como uno espera, te lo digo por experiencia. (1)"

Ambos vieron en su mente que la puerta que ella había invocado comenzaba a moverse.

"Como te he dicho antes, es demasiado tarde. Tu perdición se acerca." dijo ella con una mezcla de odio y triunfo.

"La perdición de alguien, en cualquier caso." la serenidad en su voz hizo que ella sintiera un escalofrío.

La puerta se empezó a abrir, y al hacerlo se filtró por la ranura una luz blanca, que fue aumentando de intensidad.

"No puede ser." jadeó Inés Risendo. Miró la hoja que estaba frente a ella y vio que era un papel blanco sobre el que había dibujada una estrella de cinco puntas que contenía una única letra: A mayúscula. Horrorizada dirigió su vista otra vez hacia la puerta que ya se había abierto del todo revelando una figura vestida con una armadura y con una enorme espada en la mano. Miró hacia Diego atónita.

"No deberías haber cerrado los ojos al hacer la última invocación." dijo Diego casi con compasión en su voz.

El ángel vengador se acercó a la aterrorizada mujer y le atravesó el pecho con la espada. Ella cayó al suelo, y aunque no tenía ninguna herida visible sus ojos estaban vacíos.

"¿Está muerta?" preguntó Diego con voz ronca.

"Aún no, pero su alma ya no está encadenada a su cuerpo y no tardará en expirar. Será mejor que salgas de aquí antes de que el demonio con el que pactó venga a reclamarla. No va a ser agradable."

Diego recogió el papel del suelo y tras pensárselo un poco cogió también el huevo.

"No me digas que vas a salvar al pollito también." dijo el ángel.

"Es una pena dejarlo aquí y que muera de frío. Puedo acercarme al corral que tiene uno de los guardias de la prisión en la zona en la que viven y dejarlo en alguno de los nidos."

"Sabes que lo más probable es que acabe en una cazuela."

"Bueno, supongo que sí, pero por lo menos su muerte le resultará útil a alguien."

Salieron de la celda y Diego la volvió a cerrar utilizando una ganzúa. Cuando llegaron al patio de la prisión se ocultó entre las sombras y se volvió hacia ella.

"Gracias por venir, Agueda."

"Ya sabes que puedes contar conmigo, aunque creo recordar que te advirtieron que no volvieras a hacer algo así."

"Lo sé, pero no es lo mismo. En este caso era un sabueso infernal, no un señor demonio."

"¿Esa es tu excusa, que solo era un perro?. Ese sabueso podría haberte dado muchos problemas."

"Por eso no podía dejarlo suelto por ahí, quería descubrirme delante de mis enemigos."

"Vamos, no creerás que una criatura de tres al cuarto podría destruir tu velo. Lo heredaste de tu abuela, está reforzado por las oraciones de 999 religiosas y bendecido por San Miguel Arcángel. Hace falta mucho más que una bruja loca para quitártelo. Ha estado bastante tiempo intentándolo, creándote toda clase de problemas. Incluso envió a doña Carmen, y fracasó."

"¿Ella la envió para que descubriera mi secreto?"

"Sí, oficialmente su alma estaba condenada, así que Inés y su señor demonio pensaron que te vendería por la recompensa."

"¿Carmen lo sabe?"

"No, influyeron en ella sin que supiera lo que estaba pasando."

"¿Y por qué no funcionó?"

"Porque ella no es como ellos pensaron, claro, pero fundamentalmente lo que pasó fue que Victoria no la juzgó, confió en ella y se hicieron amigas."

Diego sonrió, orgulloso de su esposa, pero algo le preocupaba. "¿Pueden volver a utilizarla contra mí?"

"Desde luego que no, perdieron la partida y ahora su alma está libre de la carga que llevaba. No pueden volver a manipularla."

"¿Hicisteis una apuesta?"

"Hasta cierto punto, pero es complicado, más parecido a una juego de ajedrez."

"¿Y de Soto es uno de los involucrados?"

"Pues sí, sin que tú sospecharas, el fantasma de Luis Ramón estaba influyendo en él, pero se le acabó el tiempo que podía permanecer aquí, y ahora es mi turno."

Una sospecha surgió en la mente de Diego. "¿Ayudó alguien a mi padre con la historia que contó?"

"Luis Ramón influyó en una persona, don Raimundo, así que yo pude influir en otra. En realidad tu padre estaba deseando ayudar, así que solo tuve que inspirarlo un poco con los detalles. Pero no sigas preguntando, ahora no puedo contarte nada más, porque si te doy demasiada información ellos podrán hacer lo mismo con otra persona. Si surge otra amenaza puedes preguntarme."

"¿De verdad puedo? Creí que los ángeles no se podían convocar. Solo he encontrado rituales para llamar a los demonios."

"No es una invocación como tal, no me obligará a ir, simplemente pídeme que acuda, y si puedo, lo haré."

Cambiemos de tema. Enhorabuena por tu boda, tu madre y yo estábamos allí las dos veces, tu suegro se fue después de la segunda, porque no pudo asistir a la primera. Unas ceremonias preciosas. Ya te dije que ella perdonaría tus locuras."

"Es verdad, me lo dijiste. No lo recordaba. Pero se supone que nadie puede entrar en la hacienda o la cueva sin que yo lo permita."

"No te preocupes, el destierro está bien hecho, recuerda que yo no soy un fantasma, y tu madre vivía en esa casa, así que no necesita el permiso de nadie para entrar. Debo irme ya."

"Lo sé. Gracias otra vez. Por todo."

Águeda desenvainó su enorme espada para saludarle y Diego devolvió el gesto sonriente.

"Sigo pensando que esa espada es demasiado grande y muy anticuada." añadió él.

"Ya verás como cambias de opinión cuando te ofrezcan una." rió Águeda justo antes de desaparecer.

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Después de atender a Tornado y cambiarse de ropa, Diego entró en su habitación sin apenas hacer ruido, tratando de no despertar a Victoria, pero ella se giró hacia él y se incorporó.

"Siento haberte despertado."

"Ya sabes que no puedo dormir bien cuando sales."

"Ojalá hubiera podido evitarlo, pero en el sueño que tuve, tu padre me dijo claramente que había una influencia externa tratando de hacernos daño."

"¿Era esa espantosa mujer?"

"Sí, pero ya no tenemos que preocuparnos por ella nunca más."

"¿Está muerta?" dijo Victoria con voz angustiada.

Diego asintió. "Hizo una invocación que salió mal. En cualquier caso estaba enferma, no le quedaba mucho tiempo."

"¿Vendrán más como ella?"

"No lo creo, intentó descubrir mi secreto pero no pudo. Lo que hizo esta noche era un último intento desesperado."

"Entonces estamos a salvo."

"Eso creo, pero si quieres haré un ritual para asegurarnos. No quiero que te preocupes por nada. Es importante que descanses bien."

Victoria colocó su mano sobre su abdomen hinchado y asintió. "¿Por qué tengo la sensación de que me ocultas algo?"

Diego suspiró. "Es solo algo que ha dicho esa mujer, acerca del bebé, pero quizá no sea cierto."

"¿Crees que mentía?"

"Es probable que no."

"Entonces quiero saber lo que dijo."

"Está bien. Dijo que nuestro bebé es un niño, y que heredará mis habilidades."

Victoria frunció un poco el ceño. "¿Tus habilidades? ¿También eso que haces de escabullirte?"

"Es muy posible."

"¿Y qué vamos a hacer? No podré vigilarlo."

"Carmen podrá verlo siempre."

"Pero no puede ocuparse de él todo el tiempo."

"Está bien, puedo entrenar a un familiar de ojos dorados para que nos ayude. ¿Prefieres un perro o un gato?"

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11 años después.

Aquel año había sido más seco de lo habitual, y el viento levantaba nubes de polvo. Antonio llegó a la granja de su amigo Pedro y le ofrecieron algo para beber. En el patio varias gallinas escarbaban y picoteaban el suelo, bajo la atenta mirada de un gallo negro algo desplumado.

"¿Todavía tienes a ese gallo viejo?"

"Sí, es el mejor que he tenido."

"Vamos, ni siquiera es grande. No es más que un gallo piojoso."

El gallo giró la cabeza bruscamente y miró hacia él, y Antonio vio que sus ojos se iluminaban como ascuas.

"¡Por todos los santos! ¿Qué ha sido eso?"

"No deberías insultarlo, es un animal excepcional. Es el mejor gallo de pelea que he visto jamás. Ya de pequeño mantenía a raya a gallos adultos. Además cuando los demás lo veían apostaban contra mí confiando en que sus gallos lo ganarían con facilidad. Con lo que he ganado con él pude retirarme del trabajo en la prisión y comprar esta granja. Incluso he pagado los estudios de mis hijos."

"Pero… sus ojos."

"Sí, lo hace cuando se enfada. Por eso lo llamé Diablo."

Fin

Notas de la autora.

(1) Ver "El Nombre que Falta" capítulo 10.

Gracias por leer, y especialmente si has incluido un comentario. Voy a echar de menos esta historia, que empecé a publicar en Halloween de 2019, aunque para entonces ya llevaba unos meses trabajando en ella. Puedo seguir disfrutando de los personajes principales en otros fanfics, pero el zorro guía espiritual y doña Carmen no estarán ahí, y no será lo mismo.