Los personajes de Twilight no son míos sino de Stephenie Meyer, yo solo me divierto un poco con ellos.


Capítulo beteado por Yanina Barboza, beta de Élite Fanfiction (www facebook com/ groups/ elite fanfiction)


~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ TWOP ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Capítulo 1

Desde que era un niño me enseñaron varias cosas que siempre debía tener en cuenta y que eran prioridad en la vida.

Desde la importancia del trabajo duro hasta lo importante que era disfrutar los dulces momentos que la vida llegaba a ofrecer.

Pero siempre consideré que el punto más importante, la una única cosa que se podría tomar como la más sagrada en el mundo, o por lo menos yo siempre lo vi de ese modo, era el lecho matrimonial.

Uno podía compartir sus alimentos, su casa, su ropa, sus posesiones, pero la cama que compartías con tu esposa, esa era sagrada y se respetaba.

Yo lo tenía muy presente en ese momento y aún seguía teniéndolo.

Se me educó para saber que siempre se debían seguir reglas de comportamiento, en todo lugar y momento, pero en el dormitorio, ese lugar sagrado que compartías solamente con tu esposa a mitad de la noche, en donde dejaban de ser seres individuales para convertirse en uno solo, en ese lugar, las reglas pasaban a segundo término, dejaban de tener importancia.

Se podía ser tan sucio, descortés y liberal como a ambos les gustara y desearan.

No es que pensé permanecer virgen hasta el matrimonio, pero sí sabía que una vez casado, respetaría a mi esposa, además que sería ella con quien podría sincerarme y abrirme por completo.

Por eso cuando me casé con mi hermosa esposa, Isabella, tenía muy presente que cada una de nuestras fantasías se cumpliría en nuestra habitación, conociéndonos cada noche más a profundidad, descubriendo nuestros límites y aquellos deseos oscuros que ni siquiera nosotros mismos conocíamos.

Lo anhelaba.

Lo ansiaba.

Soñaba con poseerla por completo.

Pasaría mi vida adorando su hermoso cuerpo que solo me pertenecería a mí.

Un cuerpo que solo yo vería y conocería.

Ambos nos desnudaríamos en cuerpo y alma por completo.

Disfruté cada centímetro de su dulce, suave y apetitoso cuerpo durante nuestros primeros años como marido y mujer, intentaba aprovechar cada momento a solas que teníamos, era un adicto a Bella, pero lamentablemente todo lo que ansiaba hacer junto a ella, no fue... posible.

Mi esposa, en el mejor sentido de la palabra, era... conservadora.

Bella era una mujer cariñosa, amable, atenta, no era una persona sociable, de hecho a veces rayaba en lo reservada, incluso llegaba a aislarse en varias ocasiones, pero siempre era amable y cordial con todos, para mí ella era la mujer perfecta.

La amaba.

Me enamoré de ella desde la primera vez la vi.

Pepillo conciencia: ¿Amor a primera vista? No me hagas reír.

No te metas en donde no te llaman.

Quizás decir que me enamoré a primera vista era exagerar, tal vez sentí atracción y deseo por ella cuando la vi cruzar el campus durante nuestro segundo año en la universidad, pero estuve seguro de que se trataba de amor cuando después de dos semanas en donde investigué a sus amistades y me hice amigo de un conocido del amigo del novio de su amiga, por fin coincidí con ella y pudimos hablar, ahí definitivamente supe que quería pasar mi vida con ella.

Pepillo conciencia: Tremendo rompecabezas hiciste, tan fácil hubiera sido acercarte y hablarle, pero a ti te gusta parecer un acosador.

¿Acaso tú no te cansas de molestarme?

Pepillo conciencia: No, tú me das material de sobra para burlarme, continúa, Romeo.

Ella era una cosita callada y misteriosa.

Por tres largos meses la cortejé, le regalaba flores, le decía lo hermosa que estaba todos los días, me ofrecía a acompañarla a la parada del bus y cuando salía muy tarde de alguna clase, la esperaba y acompañaba a su casa para que estuviera segura, y así, poco a poco, conseguí que fuera mi novia, y lo fue por los siguientes dos años de la universidad. Salíamos a citas, nos besábamos, la tomaba de la mano, incluso la abrazaba —me encantaba abrazarla y ella amaba que lo hiciera—, pero nunca me dejó acariciarla más de lo debido, ni siquiera levantarle un poco la falda cuando nos besuqueábamos en el sofá de mi departamento, ¿y el sexo?, el sexo estaba simplemente prohibido.

Bella había sido educada bajo unas creencias estrictas y arcaicas acerca de que debía guardarse hasta el matrimonio y yo no tuve otro remedio que aguantarme y usar muchísimo mi mano derecha, no ayudaba en nada que Bella aún viviera con su madre y esta fuera la cuñada del predicador de su iglesia.

Era muy frustrante no poder dar el siguiente paso, le repetía cuánto la amaba y que quería pasar el resto de mi vida con ella, que me moría por enterrarme en ella y ser uno solo, mi pene definitivamente lloraba cada vez que Bella detenía los besuqueos y me alejaba de ella, pero a pesar de que estaba teniendo un serio caso de bolas azules, amaba a Bella lo suficiente como para aguantarme el dolor en mi entrepierna y esperar hasta que la hiciera mi esposa, lo cual ocurrió una semana después de nuestra graduación.

Recordaba a mis padres y hermanas decirme que era exagerado casarme precipitadamente, solo tenía veintidós años como para echarme la soga al cuello, pero no les escuché en ese momento, por la simple razón de que me negaba a permitir que ella se quedara en Seattle con su familia mientras yo me iba a otra ciudad, dejando el camino libre para que alguien más intentara captar su atención y me la arrebatara. Ella había sido mía, seguía siendo mía y haría hasta lo imposible para que siguiera siéndolo.

No tuvimos una gran boda, yo no era un hombre muy religioso y aunque estaba dispuesto a bautizarme en la iglesia de Bella —aun cuando eso significara el enojo de mis padres—, ella me aseguró que no había necesidad de que lo hiciera y casarnos en los juzgados era perfecto para ella.

Sencillo e íntimo, perfecto para nosotros.

Una vez como marido y mujer, Bella me contó que la verdadera razón por la que quiso un matrimonio en el juzgado era porque no quería que yo me marchara a Chicago al puesto que me habían ofrecido por graduarme con honores y ahí pudiera conocer a alguien mucho más interesante que ella y la terminara botando.

Eso nunca hubiera ocurrido, pero ya no importaba pues ella era mi señora Cullen y por lo tanto ella se marchaba conmigo a vivir nuestra vida juntos.

Tuvimos problemas como cualquier matrimonio durante el primer año, pero logramos superarlos, nuestros hábitos y costumbres que desquiciaban al otro los manejamos hasta el punto de poder sobrellevarlos y vivir en armonía.

En lo único que no pudimos llegar a entendernos fue en la cama.

Yo había tenido mi cuota de experiencias sexuales, las suficientes para saber lo que me gustaba y desagradaba, pero sabía que aún me faltaba todo un mundo por conocer y quería hacerlo junto a Bella, solo que mi amada esposa se negaba a experimentar.

¿El Kama Sutra? Descartado.

¿Hacerlo en el estacionamiento? Ni de broma.

¿Una mamada mientras conducía? No podía estar hablando en serio.

¿El baño del avión? Insalubre e indecente.

¿Mi oficina? La secretaria puede entrar en cualquier momento.

¿El elevador cuando nos quedamos atorados por dos horas? El encargado ya llamó a los bomberos y pueden abrir la puerta en cualquier momento.

¿La cocina? La habitación está a unos cuantos pasos, puedes esperar a llevarme a la cama.

¿En la habitación de mi infancia en casa de mis padres? Creo que tenemos que guardar respeto, tus padres nos invitan con buenas intenciones, además pueden escucharnos por accidente.

¿El baño? Mejor regresemos a la habitación.

¿Follarla contra la pared? No crees que es más cómodo hacerlo sobre la coma o está el sofá, no me opongo a eso.

Yo quería hacer tantas cosas con Bella, llevarnos a ambos al punto del éxtasis, pero Bella era... ¿puritana?, ¿mojigata?

No se sentía cómoda haciendo muchas cosas.

Más bien, no se sentía cómoda con nada.

No dormía desnuda, jamás, ni siquiera en nuestra noche de bodas, después de que lo hicimos la primera vez, nos acurrucamos y besamos un poco más, ella se levantó, abrió su maleta y sacó un camisón, no era muy largo, pero no era lo que pensaba que iba a usar en nuestra noche de bodas.

Más bien la había imaginado desnuda toda la noche, yo estaba listo para dormir desnudo pero ella me extendió mis pantalones del pijama y no pude negarme a ponérmelos y dormir abrazándola, sintiendo la suave tela de su camisón, aunque hubiera preferido sentir su piel.

En ese momento pensé que su timidez se debía a que era virgen, aún le faltaba todo un mundo por conocer, pero conforme el tiempo pasó, ella no cambió.

Me dejaba tomarla cada noche, incluso ella me buscaba y me susurraba al oído que quería que le hiciera el amor —muchas veces a mitad de la noche cuando se suponía que ambos debíamos estar dormidos—, pero aunque sabía que ella disfrutaba plenamente y llegaba al orgasmo y yo también lo hacía, no era lo que estaba esperando cuando me casé.

Nuestra intimidad se reducía a la cama, a veces en el sofá, pero solamente lo hacíamos a lo misionero... quizás una que otra mamada, algunas veces yo le hacía sexo oral a ella —sabía que le encantaba ya que abría sus piernas para mí y movía sus caderas sin control mientras me pedía que no parara—, y cuando era mi cumpleaños me dejaba ponerla a cuatro patas, sin embargo debíamos estar en la habitación, ambos disfrutábamos, aunque ciertamente no era su posición favorita.

Y aunque me excitaba, no se sentía bien cuando ella estaba tan tensa.

Incluso podía decir que sus orgasmos no eran tan placenteros.

Pepillo conciencia: ¿Clasificas los orgasmos de tu esposa?

¡Claro que sí!

Disfruté cada una de nuestras noches juntos, no me quejaba pero faltaba un picante en nuestra relación.

Durante nuestro tercer año de matrimonio le conté sobre mis inquietudes, fui sincero con ella, quería experimentar más allá de nuestro dormitorio, nada extremo como masoquismo, aunque no me oponía a atarla y ser atado, tampoco quería ningún trío ni orgía, me negaba a compartirla con alguien más, pero quería ampliar nuestros horizontes.

Bella aceptó intentarlo.

Quisiera decir que fue maravilloso y nuestra vida cambió a partir de ese momento, pero ese no fue el caso, aunque ella estuvo dispuesta a que la follara en el asiento trasero del auto en el estacionamiento durante la noche, cuando me dispuse a entrar en ella, noté que su humedad no se asemejaba a la que estaba tan acostumbrado a sentir —a pesar de todas las caricias y besos que nos dimos—, Bella no estaba lo suficientemente lubricada para hacerlo.

Quizás le exigí más de lo que debí para nuestro primer intento, por eso regresamos a nuestra habitación.

Aunque no fue la sexy conejita que ansiaba, por fin pude conseguir que Bella me cabalgara.

Aún puedo recordar su expresión de asombro cuando me tomó en su tibia cavidad por primera vez, el gemido que lanzó cuando la incité a que moviera sus caderas, y definitivamente nunca olvidaría cuando, a punto de volverse loca de deseo, me senté causando que ella chillara por el movimiento dentro de ella, sus palabras murieron al llevarme su pezón a la boca.

¿Quieres que me detenga?

No, Dios, no, por favor no.

Después del espléndido orgasmo que obtuvimos, Bella aceptó que estar arriba entraba dentro de lo aceptable.

Tres años después de ese acontecimiento y no se había agregado nada más a la lista.

Puede que yo tampoco insistiera mucho.

Pero a pesar de que no tenía una esposa tan osada en la cama, la amaba y era suficiente con eso.

Quizás no podía cogerla en la cocina antes de irme al trabajo, pero hacerlo ocho veces a la semana a lo misionero o que ella me cabalgara, no me molestaba en lo absoluto.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ TWOP ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Como cada año, viajamos a Seattle al cumpleaños del tío de Bella, el mismo que era como un padre para ella, ya que el respetable comandante Swan murió durante la guerra cuando Bella tenía tan solo cuatro años, Eleazar Swan se hizo cargo tanto de Bella como de su madre, cobijándolas bajo su techo y dándoles todas las comodidades que pudieran necesitar.

Así como el estricto código de moral que impidió que Bella pudiera viajar a Boston a conocer y pasar las vacaciones con mi familia, y que cuando yo pasé las vacaciones con ella me dejó durmiendo en la planta baja, alejado de ella.

Pero una vez ella fue mi esposa, dormí con ella pegada a mi pecho, aunque sin poder hacer nada más que dormir, no importaba las veces que le dijera a Bella que seríamos silenciosos.

Pero no importaba, despertar cada mañana sabiendo que nunca más volvería a dormir lejos de ella en aquella habitación fría y solitaria era más que suficiente, lo disfrutaba aún más cuando salíamos de su habitación y nos topábamos con su tío quien solo nos sonreía y nos invitaba a acompañarlo a desayunar, yo no perdía oportunidad y sostenía su cintura en todo momento.

Era su esposo y ella mi esposa, teníamos derecho a cierta indulgencia del pastor Swan.

Eleazar estaba cumpliendo setenta y dos años, y toda la familia estaba presente, fuimos los últimos en llegar —nos quedamos dormidos y perdimos el vuelo—, por lo cual la habitación que sería nuestra fue dada a otros familiares y a nosotros nos mandaron a la última habitación en el tercer piso, después del cuarto de cacharros y el baño, estábamos bastante alejados de todos, pero ya que habíamos llegado el mismo día que se realizaría la celebración, no tuvimos mucho tiempo a solas, solo nos dimos un rápido baño, nos alistamos y bajamos a reunirnos con todos los Swan.

Bella estaba un poco molesta conmigo pues había sido mi idea desvelarnos.

Aunque no la vi quejándose cuando alcanzó su tercer orgasmo, sabía que era preferible no contradecirla, además, verla enfurruñada y vestirse en mi presencia olvidando por completo la decencia de que la estaba viendo ponerse la ropa interior para lograr estar listos a tiempo y no perdernos más de la celebración, valía la pena.

Pepillo conciencia: Eres un pervertido.

Sí, lo soy, ahora silencio que me pierdo del espectáculo.

—No es muy cortés ver debajo de la falda de una mujer cuando se está acomodando los zapatos, mi amor —me reprendió mientras abrochaba los cintillos de sus zapatos altos.

—Nunca veo bajo la falda de nadie, solo bajo la tuya.

—¿Eso hace la diferencia?

—Sí, yo solo quiero ver la manera de quitarte las medias y que me dejes jugar un poco con…

—Edward… —Su tono de voz era de advertencia, no estaba de humor, pero ella nunca estaba de humor para bromas sexuales, aunque eso no evitaba que yo siguiera haciéndolas.

—No puedes reñirme, sabes que tus piernas me vuelven loco y cuando están alrededor de mi…

—Estás siendo imposible, primero en el avión, y ahora aquí, es suficiente.

—Si tan solo me dejaras...

—No va a pasar, es la casa de mis tíos y si no puedes entenderlo creo que le pediré a mi madre que me permita dormir esta noche con ella.

Pepillo conciencia: La estamos perdiendo, idiota, actúa rápido, ahora, ya.

Me levanté y fui detrás de ella, intentó alejarse pero no me detuve, al final después de dar unas cinco vueltas por la habitación, en donde dejó de estar enojada y se rio mientras escapaba de mí, por fin la atrapé y capturé sus labios haciendo que dejara de reírse y en su lugar abrazara mi cuello y respondiera el beso.

—Te amo.

—Yo también, Edward —respondió mientras peinaba mi cabello que se había despeinado, Bella realmente se esforzaba por mantenerlo en su lugar cuando estábamos con su familia, al parecer mi look despeinado no era bien recibido por los Swan—, a pesar de que a veces seas un pervertido sin remedio y me hagas enojar, te amo de igual manera.

—Pero a mí solo me gusta ser pervertido contigo —aclaré afianzando mi agarre en su espalda baja, no era tan estúpido como para tocar más abajo—, me vuelves loco, es difícil contenerme de no besarte, abrazarte, poseerte.

Bella se rio mientras besaba su cuello y lo mordía levemente, las palabras tiernas siempre funcionaban para que bajara un poco la guardia.

—En dos días regresamos a casa, amor, solo espera dos días.

Asentí y salimos de la habitación.

Dos días eran demasiado tiempo.

Pepillo conciencia: Será aún más si no te comportas y Bella abandona la habitación, así que compórtate por lo que más quieras.

Aunque normalmente encontraba a mi conciencia como un entrometido que juzgaba todo lo que hacía, esta vez reconocí que tenía toda la razón.

La reunión era amena, yo no le agradaba a muchos de los Swan, pero ya que Bella no se separaba de mí, no me importaban mucho las sonrisas sarcásticas o las preguntas incómodas acerca de cuándo pensaba mudarse de regreso a Seattle o para cuándo les daría la maravillosa noticia de que tendría un bebé.

¿Alguna vez he dicho que la familia de Bella es demasiado machista? Pues lo es, y agradezco que Bella no heredara esa característica.

A pesar de todo eso, podía calificar nuestra estancia como buena, pero tarde o temprano Renée, mi maravillosa suegra, pidió la ayuda de Bella quien me dejó en el jardín completamente solo por una larga hora.

Solo la vi alejarse y ayudar a las demás mujeres, no pude acercarme, lo había intentado antes pero solo me había ganado malas miradas y a Bella susurrándome que la esperara en la mesa, que iría conmigo pronto.

Una vez estuvo toda la comida servida en la gran mesa que estaban usando para colocar el buffet, cada invitado tomó un plato y se formó para tomar algunos aperitivos, yo me dirigí a Bella, no me notó, tampoco su tía Carmen, por esa razón escuché como le pedía a Bella traer las servilletas extras que había olvidado en la silla junto a la ventana de su habitación.

Bella asintió y entró a la casa, yo la seguí con un plan en mente.

Nadie pareció notar que seguí a Bella y si lo hicieron no dijeron nada, ella entró por la cocina, pasó el comedor principal, el baño, la sala y subió las escaleras, luego se dirigió a la habitación principal, antes de que llegara corrí los metros que nos separaban y entramos a alguna habitación desconocida, sabía que todas estaban vacías, todos estaban afuera disfrutando de la reunión.

—¿Ed…? —No la dejé terminar, ataqué sus labios, pegándola contra la pared.

—Lo siento, princesa, pero realmente necesito tenerte junto a mí, lo que siento es más fuerte que yo.

Bella dejó que la besara pero mantuvo el beso inocente, levanté mi mano, enredé sus mechones castaños entre mis dedos y tiré hacia atrás, Bella soltó un leve gemido el cual aproveché para meter mi lengua a su boca, escuché la protesta pero se perdió cuando mantuve su rostro pegado al mío, negándome a dejar que terminara el beso.

Antes de que perdiera el valor y el salvajismo que se apoderó de mí, desfajé su blusa y metí mi mano.

—No, Edward —logró murmurar al sentir la palma de mi mano en su pecho izquierdo, pero su queja no fue muy válida ya que se arqueó.

—Eres exquisita, princesa —murmuré dejando de sostener su cabeza, y usando mis dos manos para recorrer su cuerpo, desprendí unos cuantos botones de su blusa y levanté su falda.

—No es nuestra habitación —gimió, sus manos temblorosas intentando apartar las mías sin mucha convicción, ella lo quería, también quería hacerlo, lo sentía en mi sangre.

—Tampoco de ellos.

—No podemos… no debemos.

Sus palabras decían una cosa, pero sus acciones otra, mientras jugaba con su sexo sobre su ropa interior notando la humedad, Bella desprendió el botón de mi pantalón, no estaba usando bóxer así que se topó con mi muy dispuesta erección, lista para entrar en acción.

Solo sentí el roce de sus dedos estando a punto de tomarlo entre sus manos pero me vi apartado por un fuerte empujón.

—Edward, basta, te he dicho que no. —Su respiración agitada y la ropa desarreglada, decían todo lo contrario, ella quería, estaba seguro de eso.

—Pero, nena, estamos de vacaciones, todos aquí lo están, solo es una cama cualquiera, estamos casados, podemos tener un rapidín sin que nadie nos juzgue.

—¿Y eso significa que puedes actuar como cavernícola?

—Cuando te tengo cerca me es difícil comportarme.

La tomé de la cintura pegándola a mi pecho nuevamente, ella bufó indignada, pero antes de que pudiera continuar hablando, atrapé sus regordetes labios, llevaba cerca de seis horas sin poder besarla como era debido, además estábamos excitados, podía olerla.

Era mi esposa, estaba en todo mi derecho de poder besarla cuanto, cuando y como yo quisiera, ella estaba en todo su derecho de disfrutar al máximo de su sexualidad, no limitarse por una educación extremista.

Sentí los brazos de Bella enrollarse en mi cuello, acercándome más a ella.

¡Sí!

Mi Bella estaba respondiendo y no alejándome.

Mi madre no había criado a un estúpido, por eso iba a aprovechar la oportunidad que se me presentaba.

Pepillo conciencia: Permíteme dudar de eso.

Afiancé mi agarre en su cintura y la incité a caminar sin romper aún el beso, ella lo hizo, demasiado entretenida besándome.

Por favor, Dios, por favor, permite que mi esposa siga en besolandia solo unos cuantos minutos más. Solo unos minutos más para que me permita demostrarle lo placentero que es hacer el amor en lugares prohibidos y con la expectación de que alguien nos atrape.

—¡Edward!

Idiota, idiota, idiota.

Calculé mal y en lugar de caer sobre el mullido colchón, hice que Bella chocara con la pared.

—Perdón, mi amor —susurré sintiendo cómo mi oportunidad se alejaba—, déjame besar esa cabecita hermosa.

Con toda la fuerza que no creía tener la levanté en brazos incitándola a que envolviera sus piernas a mi alrededor, cosa que por supuesto no hizo.

—Te dije que no.

—Estamos solos —protesté, negándome a ceder.

—No es así.

—Pero nadie vendrá. —Me recargué contra su cuerpo negándome a bajarla y pegué mi frente contra la suya haciéndola suspirar—. Te necesito, mi amor, será rápido y te gustará.

—No podemos.

—Sí podemos, eres mi esposa.

—No uses eso conmigo, Edward. —Se retorció entre mis brazos y la dejé ir, sabiendo que había perdido.

De nuevo.

Como siempre.

Pepillo conciencia: ¿Quieres que te responda o...?

Cállate.

Bella salió de la habitación dando un portazo, estaba enojadísima conmigo y no sabía cómo iba a volver a contentarla.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ TWOP ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Pasaron dos semanas para que Bella me perdonara por ser un bruto, no me dejó solo en casa de sus tíos, pero estuvo alejada en cierto sentido.

No me dejó abrazarla ni besarla.

Cuando abordamos descubrí que cambió nuestros billetes y no me senté junto a ella en el vuelo de regreso, una vez en casa, no me dejó besarla y si me permitía verla deambular por nuestra habitación usando solamente su bata, ahora ni eso.

Me había dejado seco, sin ningún vistazo de mi Bella.

Y me lo merecía por estúpido.

Pero después de cumplirse exactamente quince días fue mi límite de soportar a mi esposa lejos, apenas ella entró a la casa, la besé y abracé rogando que me perdonara —ignorando que ya había intentado pedirle disculpas y nuestra casa estaba llena de rosas y peluches—, después de una hora rogándole que dejara de estar enojada conmigo, que me perdonara por ser un pervertido y querer hacerle el amor porque era mi cosa favorita en el mundo, ella me perdonó.

Y me dejó tomarla en el sofá.

Y después me dejó comerla.

Y luego la llevé a la habitación y ella me cabalgó.

Y todo en mi pequeño mundo volvió a ser perfecto.

Aún seguía en periodo de prueba, pero lo iba a superar, además de que no se me había olvidado lo que ocurrió en la casa Swan.

Por primera vez en seis años de nuestro matrimonio, vi a Bella a punto de romper sus barreras, dejarse guiar por sus deseos.

Si lograba descifrar cómo romper lo que mantenía encerrada la lujuria de mi Bella, ella sería todo lo sexual que quisiera.

Pepillo conciencia: A veces creo que solo la quieres para fallártela.

No, no es así, la quiero en todos los sentidos, y por eso la quiero libre de todas sus reservas, no es bueno para nadie guardarse sus deseos, soy su esposo y estoy dispuesto a todo con ella.

Pepillo conciencia: ¿Y si resulta que le gusta el masoquismo y te vuelve su sumiso?

Seré un sumiso feliz.

Había intentado volver a atraparla con la guardia baja y comprobé en más de una ocasión que ella estaba dispuesta a que la tomara.

Solo era cuestión de tiempo para que mi delicada princesa se convirtiera en una conejita sexual.

Quizás sí era un pervertido.

Pepillo conciencia: Dime algo que no sepa.

Ignorando de nuevo a mi conciencia, entré a nuestro departamento, Bella había terminado su trabajo a las cuatro, lo que le daba el tiempo suficiente para llegar a casa y preparar la cena —ella normalmente la preparaba los lunes, miércoles y viernes, yo lo hacía los demás días—, no era normal que yo saliera temprano del trabajo pero lo había logrado y quería pasar tiempo con mi querida esposa.

Los chicos habían insistido en ir a tomar una cerveza antes de volver a casa, pero no había aceptado, no lo necesitaba, bien podía disfrutar una buena cerveza helada en compañía de mi bella esposa en la comodidad de nuestro sofá mientras la besaba cuanto quisiera.

Una velada junto a mi esposa era mil veces mejor plan que aguantar los eructos de Emmett.

Nuestro departamento no era la gran cosa, solo contaba con lo básico, perfecto para un matrimonio joven, lo pequeño daba cierto aire de intimidad y de ese modo garantizaba que ninguno estuviera demasiado lejos del otro.

Pepillo conciencia: ¿Has pensado en ir a terapia? Eso parece un verdadero caso de dependencia hacia tu pareja.

No tengo ninguna dependencia.

Pepillo conciencia: La negación es parte del problema.

No estoy en…

Mi pelea interna con el entrometido de mi conciencia se vio interrumpida cuando mi diosa, mi ángel, mi princesa, el amor de mi vida, entró en mi campo de visión.

—¿Bella?

Mi esposa gritó asustada, llevándose una mano al pecho, debía sentirme mal por asustarla pero había otra cosa más importante en lo que mi mente estaba centrada.

Bella estaba desnuda a mitad del pasillo, bueno, no estaba exactamente desnuda, pero solo tenía la bata de baño puesta, y conociendo a mi mujercita como solo yo la conocía, para ella era estar desnuda.

—¿Qu-qué haces aquí, Edward? —preguntó después de recuperarse del susto—. No te esperaba tan temprano.

—Terminé antes y regresé a casa para pasar la tarde contigo, ¿estabas por bañarte?

Lo sé, lo sé, pregunta tonta, pero ver sus desnudas piernas me tenía medio atontado.

Pepillo conciencia: ¿Atontado? Yo diría que medio idiota, creo que necesito traer un balde para la baba que se te está cayendo.

Cállate que tú estás igual que yo.

Pepillo conciencia: Yo por lo menos estoy escuchando a mi esposa, tú deja de babear por sus piernas y ponle atención.

Haciendo caso a Pepillo, centré mi atención en mi Bella.

—Siempre tomo mis baños después de meter la cena al horno, lo sabes muy bien.

Claro que sí lo sabía, había estado rogando para encontrarla en la ducha y escabullirme dentro... tanto de la ducha como de ella.

Uno podía soñar.

—¿Necesitas que te ayude con el baño?

—Puedo hacerlo sola, Edward, tú ve a ver la televisión, no tardaré demasiado, lo prometo.

Sonreí ante su inocencia, me acerqué y la abracé, sintiendo solamente la suavidad de la bata, no encontré rastro de bragas ni sostén, solo necesitaba quitarle la bata y estaría desnuda entre mis brazos.

Completa y exquisitamente desnuda.

—¿Y si nos bañamos juntos? Para ahorrar agua, ya sabes, cuidar el medio ambiente.

—¿Compartir el baño? No creo que eso sea correcto.

—Todo lo que tenga que ver contigo es correcto.

Para enfatizar mi punto la iba a besar, pero Bella fue más rápida y se alejó, su rostro completamente colorado, ni siquiera me miraba a la cara.

—¿Qué pasa, mi amor?

No me respondió, solo vio rápidamente a mi entrepierna, la cual estaba despierta, lista y dispuesta, muy dispuesta.

¿Pueden culparme por calentarme al sentir a mi esposa cerca?

Pepillo conciencia: Sí, sí pueden, eres un caliente.

—Cállate.

—¿Disculpa?

Mierda, mierda, mierda, lo dije en voz alta.

—Nada mi amor, perdón —me disculpé ajustándome el pantalón, no había ninguna oportunidad de que pudiera meterme con ella al baño, al menos no ahora—. Ve a tomar tu baño relajante, no te apures, yo te espero aquí, pondré la mesa y serviré la cena.

—Está bien, no creo que...

Un ruido en la habitación la interrumpió, normalmente lo dejaría pasar pero ella se puso toda nerviosa, su rosado rostro poniéndose pálido en un segundo.

Pepillo conciencia: ¿No creerás que ella...?

No, claro que no, mi amor no podría...

Pepillo conciencia: Claro, ella nos ama, a pesar de lo idiota que eres, te ama, Bella nunca...

No, Bella no...

Un segundo ruido hizo que Bella se viera verdaderamente pálida.

Pepillo conciencia: ¡Corre a la habitación, ahora!

Lo hice, corrí a la habitación con Bella siguiéndome de cerca.

—Edward, espera un minuto.

Entré en nuestra habitación y era un caos total, la cama estaba sin hacer, cuando siempre estaba perfectamente hecha —yo la había hecho antes de ir a trabajar—, la ropa de Bella esparcida por el suelo, no en el cesto, definitivamente no era la habitación que esperaba.

—Pu-puedo explicarlo.

No había nada que explicar, su teléfono seguía vibrando desde el suelo junto a la fotografía que adornaba nuestra mesita de noche, al parecer era lo que había hecho el ruido.

Pero todo eso quedó en el olvido al ver lo que estaba sobre la mesita, era alargado y bastante conocido, era difícil no reconocerlo.

—¿Mi amor?

Me acerqué a tomar el teléfono que vibraba anunciando que los cinco minutos en el cronómetro habían terminado, también tomé nuestra fotografía, ambos estábamos sonriendo en el día de nuestra boda, Bella usaba un sencillo vestido blanco con un pequeño ramo de tulipanes, yo la abrazaba, ese día no había podido dejar de hacerlo.

Fue el día más feliz de mi vida.

Hasta ahora.

Las tres pruebas de embarazo sobre la mesita de noche se burlaban de mí.

Llevábamos seis años de casados, para muchos tal vez era momento de comenzar a agrandar la familia pero nosotros habíamos decidido esperar otros dos años más, y volver a hablarlo y tal vez comenzar a intentarlo, aún no estábamos listos para dar ese paso, yo estaba la mayor parte del día en el trabajo y Bella trabajaba medio tiempo en la librería del centro con cambio de turno cada mes.

Teníamos una vida tranquila y organizada, con planes que aún nos faltaban por cumplir.

Queríamos ir a Grecia en el verano.

Pero ahora...

—¿Son positivos o negativos?

La pregunta de Bella me hizo girar a verla, cubría su rostro con ambas manos, estaba tan indefensa.

—Mi amor...

—Te prometo que fue un accidente —habló rápidamente comenzando a llorar—, fui cuidadosa, realmente lo fui, pero... no sé qué pasó. He tomado todas las pastillas, sin falta y a la misma hora, ni un minuto más ni un minuto menos, pero... pero...

La atraje a mis brazos, dejando que se desahogara.

Ahora entendía todo, ella había estado asustada, demasiado como para importarle tener la habitación limpia.

—Lo siento, Edward —murmuró contra mi pecho—, no estaba en nuestros planes, por eso no te lo dije, pensé que solo era un retraso inofensivo, nada importante, quise tomar una siesta y quizás así comprendía que solo estaba exagerando, pero no he podido cerrar los ojos. Me hice las pruebas para terminar con mis dudas, sin embargo no me he atrevido a ver el resultado, me dije que lo haría después de la ducha, pero tú llegaste antes y…

Sonreí ante su tartamudeo, las pruebas estaban detrás de nosotros, solo un pequeño vistazo y las vería, pero no quería hacerlo.

—¿Me dejarás ponerle Bella si es niña? —interrumpí su monólogo.

Ella se separó de mí, sus ojos llorosos pero con cierto brillo de felicidad, quizás uno igual al mío.

No estaba en nuestros planes tener un bebé, pero ahora saber que ya existía era mucho mejor que cualquier cosa que hubiéramos planeado.

Pepillo conciencia: Y tú pensando mal de nuestra chica.

Recuérdame quién me dijo que corriera a la habitación.

Pepillo conciencia: *cuelga cartel de cerrado*.

La besé, esta vez Bella me dejó quitarle la bata —sin ninguna resistencia— y llevarla a la cama.

—Hicimos un bebé, nena —murmuré mientras besaba su cuello.

—Lo hicimos.

—¿Te apetece practicar un poco más?

Bella se rio pero asintió atrayéndome a sus labios.

Mi vida era condenadamente buena.


Hola!

Yo sé que ustedes quieren actualizaciones pero ya que es mi cumpleaños tiempo cierto permiso de hacer lo que quiera 😎, así que por segundo año consecutivo les traigo en mi cumpleaños una nueva historia que espero disfruten y me acompañen Capítulo a capítulo.

Yanina, muchas gracias por acompañarme en esta nueva historia, eres la mejor por seguirme en mis locuras y no abandonarme, te adoro, eres la mejor en todo el mundo.

Dejenme sus comentarios, opiniones, críticas, teorías o lo que quieran compartir conmigo en un review.

Nos vemos muy pronto


Recuerden que pueden unirse al grupo de facebook "The follies and evils by Teffi" en donde encontrarán adelantos, imágenes, información extra de las historias y muchas otras actividades, además de que podrán acosarme con mayor libertad 😘😘😘 jajaja.