Disclaimer: Por última vez repito, el mundo representado a continuación no es mío, tampoco lo son ninguno de los personajes que puedan ustedes reconocer de los libros sobre Harry Potter. Todo eso pertenece a J. K. Rowling, a Warner Brothers y a quien sabe quien más. Los otros personajes sí me pertenecen, y los quiero mucho así que pídanlos antes de usarlos. No he ganado un quinto con esta historia hasta el momento y no empezaré a esta altura, es sólo un hobbie, no me demanden.

Nota de la Autora: Ummmm… ok… está bien lo admito, no hay excusa alguna por el retraso de años de esto, en especial si tienen el cuenta que tengo un manuscrito del capítulo. Mi excusa es está: mi vida en estos últimos años ha sido fatal, no tengo trabajo, novio, dinero, ni vida social, todos mis planes de vida se han ido por el drenaje y mi musa se ha peleado conmigo, se mudo fuera de casa y me visita 3 veces al año o algo así. Además odio TANTO tipear cosas, eso de tener que leer, detenerme y tipear un poco, y luego repetir todo el asunto, me irrita en extremo y soy tan pero tan lenta para hacerlo. De todos modos, esto si lo tenía ya tipeado, no es el capítulo completo, pero es algo, prometo tratar de tipear alguito todos los días o al menos todas las semanas y subirlo cuando tenga algo aspa como esto, en unas 3, 4 o 5, entregas de esas tendrán el capítulo final completo. No puedo responder a los reviews que he acumulado desde la última vez que publiqué un capítulo, son demasiados y muchos de uds. Ya ni se acordarían que escribieron, pero leí cada uno de esos reviews, agradezco que hayan leído, y que hayan disfrutado mis desvaríos; agradezco su paciencia y espero disfruten este pedacito de capítulo también. Mil besos a mis fieles lectores, que por seguir esperando y comentando después de 4 años de ausencia merecen una ovasión de pie; son de lo mejor.

"EL CALENDARIO"

Autora: Lorien Lupin

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Capítulo XX: "Planes, pociones y peinetas"

Michael Clarick abrió los ojos y se levantó ligeramente, solamente para volver a cerrarlos de inmediato con un gemido de dolor. Un fuerte dolor de cabeza, acababa de hacerse notar; trayendo consigo una repentina sensación de nauseas. Ambas eran razones más que suficientes para que Michael decidiera permanecer en cama, y volviéndose a acostar giró para ponerse de lado, intentando encontrar una posición cómoda para volverse a dormir. Finalmente volvió a quedarse quieto, echado de costado, las piernas parcialmente dobladas y la frente apoyada contra algo duro.

"Que raro" – pensó ligeramente aturdido, recordando que su cama no daba a ninguna pared. Con cansancio y sin abrir los ojos, Michael estiró el brazo que tenía libre, hacia el objeto que tenía enfrente.

"¿Tela?" – Se preguntó con confusión, mientras su mano se deslizaba hacia arriba. Para su sorpresa, el recorrido vertical de su mano acabó abruptamente, y tras un recorrido en forma de U invertida su mano siguió un camino recto hacia abajo.

"¿Qué demo…?"

Su pregunta silenciosa se vio contestada con el repentino movimiento del extraño objeto. Con un ligero bostezo, y sin despertar completamente tampoco, Terrence giró sobre sí mismo, abrazándose al objeto más cercano, que resultó ser la cintura de Michael, y atrayéndolo hacia él. Fue entonces cuando ambos muchachos abrieron los ojos.

- Buenos días – exclamaron al mismo tiempo antes de volver a cerrar los ojos, y sin deshacer el abrazo; una fracción de segundo después, ambos volvían a abrir los ojos con sorpresa – ¡AHHHHHHHHHH!!!!!!!!!!!

Ambos muchachos se separaron abruptamente y de un brinco saltaron fuera de la cama, despertando a Nicholas en el proceso.

El mencionado premio anual había brincado sobre la cama, en la que permaneció de pie, tambaleándose ligeramente, y lanzando una mirada de confusión y sorpresa a su alrededor.

- ¡¿Qué crees que haces?!!!!! – Preguntó Michael.

- ¡¿Qué haces en mi cama?!!!!! – Preguntó Terrence al mismo tiempo que Michael y con igual expresión de terror.

- ¡¿Qué demonios?!!!! – Fue la simultánea pregunta de los demás habitantes del cuarto, que habían brincado fuera de sus camas al mismo tiempo que Nicholas, al escuchar el colosal grito soltado por Terrence y Michael.

- ¡Aaaaaaaauuuuu!!!!! – Gimieron al unísono ocho de esos doce muchachos, cogiéndose las cabezas con un gesto de dolor, y encogiéndose o sentándose, con la esperanza de que la habitación dejara de dar vueltas.

- ¡Oh, por Merlín!!! – Exclamaron al unísono ambos golpeadores de Gryffindor, poniéndose de pie de repente y corriendo hacia el baño, al tiempo que se cubrían la boca con una mano.

Sirius, James y Remus se miraron entre sí; los tres estaban a los pies de sus camas con las varitas dispuestas en posición de ataque. Peter estaba a sus pies, aún dentro de la bolsa de dormir color rojo, y mirando confundido a su alrededor. Los tres estallaron de pronto en sonoras carcajadas, a las que pronto se unió Peter, y que fueron recibidas con más gemidos de dolor de parte de los demás muchachos.

- ¡No, por favor!!!!! Guarden silencio, no sean desgraciados – gimieron al mismo tiempo ambos prefectos, cubriéndose los oídos, y dejando caer las cabezas hacia delante.

- ¡Merlín, mi cabeza!!!! – Lloriqueó Frederick que en ese momento salía del baño.

- Que pasa Freddie, ¿resaca? – Preguntó Remus alegremente.

(N.A. Resaca = cruda. Vale decir, los efectos matinales de una noche de tragos.)

El joven golpeador levantó la cabeza para mirarlo, lo cual pareció ser un error, pues cubriéndose la boca con ambas manos, regresó al baño a toda carrera.

Esto logró reforzar las carcajadas de los cuatro amigos, que ahora se apoyaban los unos en los otros, con lágrimas de risa en los ojos y cogiéndose el estómago que al parecer les había empezado a doler de tanto reír.

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- ¡Arriba, chicas!!!! – Fue el entusiasta saludo matinal de Arabella.

La delgada chica de corto cabello castaño, se había ido acercando de una en una a las camas de sus amigas, brincando alegremente en el camino, y tarareando mientras les quitaba las sábanas y las almohadas para despertarlas.

- No pueden seguir en la cama – explicó Arabella con una sonrisa, descubriendo a la última de sus amigas y arrebatándole la almohada, causando que la cabeza de largos cabellos rubios bajara bruscamente al mismo nivel que el colchón – ¡hoy es el gran día!!! – Exclamó con entusiasmo, pero las protestas no se hicieron esperar.

- ¡No Bella!!!! Es muy temprano…

- Cinco minutos más…

- Necesito mi sueño de belleza, Bella…

- Arriba ustedes tres, hoy es el gran día. Hoy es el día de la revancha ¡LA VENGANZA SERÁ NUESTRA!!!!! – Empezó con voz fanática – pero no se hará realidad si seguimos en la cama como un cuarteto de lirones – concluyó con tono de regaño y cruzándose de brazos.

- ¿Ah? – Preguntó Olive, sentándose finalmente y frotándose los ojos con pereza antes de regalar a su amiga una mirada de confusión.

- Esos animalitos que duermen todo el tiempo – explicó Arabella, interpretando la mirada de extrañeza de su amiga.

- ¿Cuál, la marmota? – Preguntó Lily con voz soñolienta, despertando finalmente y sentándose estirándose con igual pereza que Olive, antes de voltear a mirar a Bella ella también.

- No, el otro animalito que duerme todo el tiempo – exclamó Arabella – ese pues, el que parece ratoncito – explicó seguidamente.

- ¿El qué aparece en esa… belícula que vimos con Lily? – Preguntó Olive – ¿"No sé quien en el país de no sé donde"?

- Es película – la corrigió Lily – y se llama "Alicia en el país de las maravillas".

- Esa misma – exclamó Arabella.

- Hay, me gustó mucho esa película – exclamó Stella que también se encontraba sentada sobre su cama frotándose los ojos con cansancio – pero mi parte favorita es la de la oruga.

- A mí me gustó el gato – exclamó Lily sonriendo ampliamente.

- Pero los erizos que usaban en vez de pelotas eran de lo más adorables – debatió Olive revolviendo entre sus dedos un mechón de su cabello.

- ¡Hay sí!!! – Aceptaron las otras tres muchachas con voces emocionadas.

- Un momento – exclamó de pronto Arabella con expresión pensativa.

- ¿Qué pasa, Bella? – Preguntaron sus tres amigas mirándola con interés.

- Que hacemos hablando de esa película tonta – chilló Arabella con voz baja pero cercana a la histeria – ¡es hora de la venganza!!!!!!!

- No es una película tonta, es una película Disney – exclamó Lily tranquilamente.

- Da lo mismo, ¡hoy nos vengaremos aunque tenga que arrastrarlas durante todo el asunto!!!!! – Gritó Arabella con voz histérica – Sirius Black me pagará por todo lo que me ha hecho y nadie me va a detener…

- Ya, Bella, cariño; no te exaltes, tendrás tu venganza – interrumpió Olive poniéndose de pie y empinándose ligeramente para acariciar la cabeza de su amiga, para luego hacerla tomar asiento en la cama de Lily – ¿verdad que sí, chicas?

Ellas dos asintieron acercándose mimosas hasta su histérica amiga y acariciándole la cabeza.

- Ya hizo click la pobre – exclamó entre dientes Lily, mirando a Stella que asintió.

- Mucho estress, se le han saltado las tuercas – exclamó esta a su vez.

- ¡Yo no estoy loca!!! – gritó Arabella.

- No, cariño, nadie a dicho eso – exclamó Olive riendo suavemente – tú no estás loca – afirmó acariciando nuevamente la cabeza de Arabella, pero girando su dedo índice sobre su cien, para que sus otras dos amigas la vieran.

- Olive – exclamó Arabella tranquilamente.

- ¿Sí, cariño? – Preguntó Olive con voz afectuosa y calmada, aún acariciando la cabeza de la chica.

- Te veo por el espejo – exclamó Bella.

- Jiji, perdón – exclamó la rubia riendo falsamente avergonzada.

¡AHHHHHHHHHHHHH!!!!!!

- Hay Dios – exclamó Lily con un pequeño brinco – ¿qué pasa en el cuarto de esos cuatro?

- ¿Cómo sabes que es en su cuarto? – preguntaron Stella y Olive al mismo tiempo.

- Que otros alumnos estarían haciendo ese escándalo tan temprano, y sobre todo hoy – explicó Lily brevemente.

- Mucha razón – exclamaron las otras tres chicas guardando silencio después de eso, y poniendo atención a lo que pasaba en el lejano dormitorio de los varones de sexto.

Ningún otro sonido que diera alguna pista sobre lo que sucedía en el territorio enemigo, llegó hasta las chicas; salvo lo que parecían risas casi inaudibles a causa de la distancia.

- Bueno, sea lo que sea que está pasando por allá, no lo sabremos por el momento – dijo Stella alejándose de la cama de Lily rumbo a la suya y yendo hacia el baño – más nos vale empezar de una vez.

- Ese es el espíritu, Lita cariño – celebró Arabella poniéndose de pie de un brinco y aplaudiendo alegremente antes de caminar ella también hacia el baño.

- Espérennos – exclamó Lily cogiendo de la mano a Olive y corriendo en pos de las otras dos muchachas, llevando a rastras a su amiga rubia – quiero contarles algo – añadió Lily, entrando por la puerta – ayer tuve un sueño de lo más extraño. Estaba yo en el campo de quidditch, era de noche y entonces apareció un ciervo, pero de algún modo yo sabía que en realidad era el tonto de Potter y…

La voz de Lily, y el resto de su sueño se perdieron en cuanto la puerta se cerró tras Olive y el sonido de las duchas invadió el ambiente.

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Bostezando y estirándose con cansancio, Armen Granat entró a la sala de profesores, donde ya se encontraban la mayoría de sus colegas. Con el profesor de defensa llegaba Cifar Carlyle, el profesor de pociones y cabeza de la casa Slytherin; y tras ellos Chacel Atwood, profesora de Adivinación.

(N.A. Tomé este personaje de otro de mis fics, pero esa historia no tiene nada que ver aquí; para los que ya saben quien es ella, pues Chacel aquí es sólo una extra, no interviene en la trama, tan sólo lo digo para que no se me gasten tratando de encajar la trama de "El Secreto" en esta historia.)

Poco después que ellos, llegó la maestra de Aritmancia, la profesora Vector, acompañada por la profesora Sprout. Con ellas se completaba el personal de la escuela, incluidos Hagrid y Filch, por lo que sólo faltaba la presencia del líder del grupo, Albus Dumbledore; la razón por la que el resto de ellos estaba en ese lugar, en Domingo y a esa temprana hora de la mañana.

Dumbledore entró algunos minutos después de que el último de su personal hubo llegado, y cuando algunos de ellos ya empezaban a quedarse dormidos en sus respectivos asientos y sillones.

- Arriba esos ánimos señores y señoras, hoy es el día; hoy todo será normal nuevamente – exclamó Dumbledore con una amplia, y ligeramente loca sonrisa en su rostro de brillantes ojos azules.

- Lo que yo me pregunto es si él volverá a ser normal – susurró Cifar, inclinándose hacia su colega de Defensa, que río entre dientes. (N.A. Hay que bien me caen esos dos ^_^ ¿a ustedes no?)

- ¡Están conspirando contra mí!!! – Bramó de pronto Albus, señalando con su varita a los dos hombres que se hicieron hacia atrás con temor.

- No, Albus; no empieces de nuevo – exclamó Minerva, poniéndose de pie y cogiendo por los hombros al director, a quien sacó de la sala de maestros – vamos de una vez, acabemos con esto.

A regañadientes Albus dejó el lugar, guiado (N.A. O empujado ^^') por Minerva, y seguido por el resto de sus profesores; entre los cuales se encontraban dos aliviados maestros.

- En definitiva no estaba tan loco antes – exclamó Armen pasándose una mano por el cabello rubio.

- Tienes razón, siempre a sido loco, pero esto ya es demasiado – concordó Cifar – Gryffindors – añadió luego con una sonrisa de superioridad que encontró eco en su colega de Defensa Contra las Artes Oscuras.

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- Aquí están – exclamó Remus alegremente, saliendo del baño y caminando hacia las dos camas, sobre las que estaban sentados en línea sus ocho compañeros de venganza; uno al lado de otro y en espera de que los cuatro chicos de sexto regresaran del baño con las pociones.

El joven licántropo sostenía dos vasos grandes llenos de un espeso y grumoso líquido verde; aunque lo de líquido era sólo un decir, según James. Tras Remus salían Sirius, James y Peter haciendo exactamente lo mismo que Remus. Todos se dirigieron a las camas y entregaron un vaso a cada uno de los ocho chicos que miraron el contenido con evidente asco.

- ¡Oh, eso se ve asqueroso!!! – Se quejó Frederick – creo que voy a vomitar otra vez – agregó poniendo una mano sobre su boca, y recuperando el tono ligeramente verde que acababa de desaparecer de su piel hacia un minuto.

Los cuatro chicos de sexto se lanzaron miradas divertidas, antes de volver a mirar a los chicos frente a ellos.

- Vamos, Freddy – exclamó Sirius – te hará sentir mucho mejor, ya verás. Además – agregó luego con una pequeña sonrisa divertida – no sabe ni la mitad de mal de lo que parece.

- Eso no me hace sentir mejor – gimió Frederick.

- Ni a mí – lo secundó Keneth, lanzando una mirada de asco al vaso que sostenía entre sus manos.

- Vamos, cobardes. Apúrense, no podemos estar esperándolos todo el día – dijo Sirius a los cuatro muchachos sentados frente a él, que finalmente acercaron a sus caras sus respectivos vasos.

- Tan grandotes y tan chillones – agregó James, al ver a los ocho chicos alejar sus vasos y lanzar renovadas miradas de duda al "líquido" que contenían.

Nicholas fue el primero en hablar, dirigiéndose a Remus pero sin levantar su mirada dudosa de su vaso.

- ¿Es necesario que me tome esta… cosa? – Preguntó, acercando el vaso a su nariz un segundo para luego alejarlo, arrugando la nariz con repugnancia.

- No – respondió calmadamente Remus, los cuatro chicos frente a él y los otros cuatro de al lado soltaron suspiros de alivio – puedes pasarte el día con resaca, si tú así lo eliges; pero procura no vomitar en plena batalla, perderíamos credibilidad.

El siguiente en tomar la palabra fue Terrence, que luego de agitar ligeramente el vaso, levantó la mirada hacia Remus.

- ¿Están seguros que está bien hecha? No recuerdo que fuera tan espesa…

- O que tuviera estos grumos – agregó Michael, observando uno de los grumos también verdes, que flotaba en su vaso.

- O que oliera de esta forma – exclamó a su vez Julius.

- En realidad no hubo tiempo para hacer la poción verdadera – exclamó Sirius tranquilamente – así que hicimos dos pociones separadas para el dolor de cabeza, y las nauseas; y luego de verificar que no se neutralizaran la una a la otra, o algo peor, las unimos.

El siguiente en hablar fue James que se había acostado boca abajo en la cama de al lado y observaba sonriente a sus compañeros de venganza.

- Siguen funcionando igual de bien, desgraciadamente el sabor se arruinó definitivamente, y el olor ni que hablar; eso sí, estaba más liquida cuando la hicimos, la noche de reposo parece haberla solidificado un poquito.

- Tampoco pudimos encontrar ninguna poción que deshiciera de la sed, así que tendrán que tomar mucha agua – agregó Remus.

- Vamos, acaben ya, que no tenemos todo el día – exclamó Sirius con impaciencia.

Michael suspiró, y miró a sus compañeros con resignación; los demás asintieron e inhalando profundamente se llevaron los vasos a los labios y apuraron el contenido que resbalo trabajosamente por sus gargantas.

Finalmente el "líquido" verde desapareció en las gargantas de los ocho muchachos, que dejando los vasos en cualquier parte lanzaron diversas exclamaciones de asco.

Sirius, James, Sirius y Peter empezaron a reír nuevamente, mientras observaban a los gemelos Wallace correr a la ventana y pelearse por el contenido de la jarra que descansaba en el muro. Por su parte Frederick y Keneth se restregaban la lengua con el borde de sus camisetas, al parecer con la esperanza de que la tela se llevara el mal sabor. Mientras que Julius se unía a la lucha por la jarra de la ventana, los tres chicos mayores corrían al baño con la intención de beber toda el agua que les fuera posible.

Cuando Michael, Terrence y Nicholas regresaron del baño, los gemelos y Julius parecían haber arreglado la lucha pacíficamente, y tanto ellos, como los golpeadores del equipo estaban quietos y sentados nuevamente en las camas.

- OK, eso fue asqueroso – exclamó Terrence, tomando asiento en el borde de la cama y arrimándose luego a un lado para dejar espacio a Nicholas y Michael.

- Sí que lo fue – acordó Michael arrugando la nariz – pero tenemos una guerra que ganar, y ya perdimos demasiado tiempo – agregó luego recibiendo la emocionada aprobación de Sirius.

Al instante James los dividió en los cuatro grupos acordados el día anterior, y mientras Sirius y Remus entregaban los frasquitos que contenían la poción que habían preparado el día anterior.

- Muy bien muchachos, reunanse en los grupos acordados, tengan en mente sus misiones asignadas y en marcha – exclamó James antes de abrir la puerta de la habitación y empujar a su ejercito hacia fuera.

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- Eso es todo – exclamó McGonagall tras volver a colocar el hechizo de invisibilidad sobre la última de las trampas – ahora sólo nos queda esperar y pedir porque este disparatado plan tuyo funcione – agregó la profesora de Transformaciones, apareciendo un pequeño banco y sentándose con cansancio sobre él, antes de lanzar al director una mirada seria.

- Sí, esperar… esperar… sólo debemos esperar un poco, y entonces ¡BAM!!! Todo habrá vuelto a la normalidad – exclamó Dumbledore a media voz, y con un tono claramente emocionado.

Los profesores se escondieron en los lugares preparador por ellos mismos y con expresiones cansadas se dispusieron a esperar la llegada de los alumnos.

- Quiero regresar a dorm… - el resto de la frase del profesor Carlyle fue cortada por un amplio bostezo.

- …ímelo a mí – respondió el profesor de Defensa bostezando a su vez.

- ¡Albus, quédate quieto!!!! – Llamó la atención la profesora McGonagall a algunos pasos de ambos maestros, mirando con el ceño fruncido al director de la escuela que caminaba de un lado a otro preguntando repentinamente a los maestros si sabían que hacer.

Lentamente y frunciendo el ceño, pero el director finalmente se sentó y se quedó quieto, lo cual pareció devolver a McGonagall algo de su tranquilidad.

- Alguien me quiere explicar por favor, ¿por qué no podemos irnos? – Preguntó el profesor Granat algunos momentos después.

- Armen tiene razón – exclamó la joven profesora de Adivinación – ya construimos esas trampas, pusimos los hechizos; el verasitesum y las demás pociones están en su sitio; yo quiero irme a dormir.

- ¡NO!!!!! – Exclamó Dumbledore alzando la voz y poniéndose de pie, para luego bajar la voz hasta convertirla en un susurro desconfiado – nadie se alejará de aquí hasta que los criminales sean capturados.

- Albus, son niños, no criminales – exclamó Minerva con exasperación – y te repito una vez más, que ninguno de nosotros conspira contra ti.

- Como sea, pero de aquí nadie se va – exclamó el director, al parecer sin haberse convencido.

Los profesores sus piraron con cansancio y volvieron a guardar silencio; resignados a la idea de quedarse hasta el desenlace de esa guerra absurda que el director parecía haber emprendido contra un grupo de adolescentes lunáticos.

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Lily abrochó las correas de sus pesadas botas rápidamente, y cogiendo su varita se dirigió hacia la puerta en donde una muy impaciente Arabella esperaba a su "tropa", que ese día parecían especialmente lentas para vestirse.

- Lista, Bella – exclamó Lily sonriendo ampliamente.

- Ya era hora – siseó Arabella, antes de dirigir su mirada hacia las otras dos figuras de la habitación – ¿qué están esperando ustedes dos?

Stella ató los cordones de sus propias botas, y cerró las correas, antes de coger su varita y correr hacia sus dos amigas en la puerta.

- Lista, lista; estoy lista, no enloquezcas, por favor – exclamó ligeramente falta de aliento y sonriendo ampliamente a su alta amiga castaña.

- Olive, ¿qué rayos estás esperando? – Preguntó Arabella, acercándose a la rubia de larga cabellera, que sentada sobre su baúl, luchaba con los cordones de las pesadas botas negras.

- Lo lamento, Bella – se disculpó Olive – pero nunca en mi vida he usado botas de combate muggle – agregó cambiando su tono de voz a uno de quejido, al tiempo que jalaba con desesperación de los cordones.

Olive dejó caer los cordones al tiempo que lanzaba un grito de rabia.

Arabella bufó a su vez con exasperación y arrodillándose a los pies de su amiga, tuvo atados los cordones y cerradas las correas en cuestión de segundos.

- ¡Hay! Gracias, Bella; serías un excelente soldado – exclamó Olive alegremente, poniéndose de pie de un brinco y acercándose a la puerta de la habitación donde ya se encontraban sus dos amigas.

- Muy bien – empezó Arabella una vez que Olive estuvo parada junto a sus dos compañeras – a llegado el momento que estabamos esperando, el momento definitivo.

- ¡Señor, sí señor!!! – Rugieron las otras tres chicas al mismo tiempo, cuadrándose frente a Arabella en actitud militar.

Arabella miró con exasperación a sus amigas, y murmuró un rápido hechizo silenciados antes de proseguir con su discurso.

- Recuerden que nuestros enemigos son listos, no debemos subestimarlos, pero nosotras lo somos más, ¿no es verdad? – Preguntó Arabella con fiereza.

- ¡Señor, sí señor!!! – gritaron las otras tres emocionadas.

- ¿Quiénes ganaran esta guerra? – preguntó gritando Arabella.

- ¡Nosotras!!! – Respondieron Olive, Stella y Lily al unísono.

- ¿Quiénes son las mejores?

- ¡Nosotras!!! – fue la unánime y emocionada respuesta.

- ¿Quiénes se arrepentirán de haberse entrometido en nuestros planes? – preguntó Arabella con fiereza.

-¡ELLOS!!! – Respondieron las otras tres.

- ¡Entonces adelante! Vista en frente, mente el plan, y nada de misericordia.

Con esta última instrucción Arabella deshizo el hechizo silenciador y abrió la puerta por la cual se deslizaron ellas en silencio. Rápidamente pero relativamente en silencio las cuatro chicas salieron de los dormitorios y de la sala común de Gryffindor y se internaron por pasillos poco recorridos. Fue precisamente en uno de esos pasillos, cuando la arenga en la que tanta pasión había puesto Arabella se fue por el caño; pues al doblar de una esquina las chicas se encontraron cara a cara con una armadura algo baja de estatura y sobre su hombro moviendo sus azules antenas se encontraba la peineta de Stella, inconfundible entre otros bichos de la misma especie por su color azul añil y por tener un intermitente 'hecho en Salem' aún grabado en un costado.

- Mi peineta – exclamo Stella lanzándose sobre la armadura que se desarmó bajo el ataque, escondiendo entre sus escombros al azul insecto.

- Stella ¿se puede saber que haces? – preguntó Arabella sorprendida.

- Es un regalo de mi madre, pensé que la había perdido para siempre, la atrapo y nos vamos – respondió la chica mientras revolvía entre los escombros en busca de la elusiva peineta.

- Stella, se ha ido, olvida la peineta, tenemos una guerra que ganar – le recordó Arabella.

- ¡Allá va!!! – gritó de pronto Olive señalando a un pasillo cercano.

Y en efecto, allá iba la peineta, internándose en el pasillo a toda velocidad, resuelta, de seguro, a no perder una libertad de la que no disfrutaba como peineta. Detrás de la peineta corrió Stella, y detrás de Stella Olive, seguida de cerca por Lily. Arabella gritó de desesperación, correr tras una peineta no formaba parte de su bien planeado plan, pero su tropa se alejaba, y tras su tropa corrió Arabella, después de todo no podía ser tan difícil atrapar a una peineta y pronto estarían de regreso a lo planeado.

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Fin del capítulo 20

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Nota de la Autora: Eso fue todo, serán capítulos cortos en lugar del capítulo final largo, pues la idea de tipearlo todo me da flojera y uds. no verían nada, así que tipearé de a poco, dejen reviews que yo les dejo besos.

Lorien Lupin