Esto es un Oneshot, no guarda relación con la trama de las novelas ni nada de ello; es una historia con su principio y su fin.

Ojalá y les guste.


Una gata Negra.

¿Alguna vez han recogido un gato abandonado?

Porque eso fue lo que hice, veran, vivo en Kyoto, me mude ahí a una casa de alquiler para estudiar en la universidad de ahí.

Mis abuelos vivian ahi, nos mudamos a un pueblo llamado Kuoh pero cuando termine el colegio, decidí volver a casa y terminar mis estudios ahí.

Tengo una vida normal la verdad, pase el colegio sin muchas cosas, notas promedio y demas, intente conseguir una novia en esa época pero hehe, no tuve mucha suerte pero bueno, me gradué del tercer año y rápidamente me vine aca.

Y pues estamos aquí, estudiando en la universidad de Kyoto (así se llama, no me pregunten porqué), decidí sacar un curso de relaciones públicas pues para viajar un poco, esa es mi meta, salir y explorar el mundo, quiero verlo todo, pero hasta entonces, tengo que terminar mis estudios.

Y ahí fue donde paso, el dia del que hoy quiero contar.

Estaba lloviendo, termine el periodo y salí pitando de ahí lo más rápido que pude, masculle levemente ciertas cosas porque no me traje el paraguas, maldije un poco haberme levantado tan tarde, salí corriendo, tapandome con mi chaqueta del agua cuando lo vi.

Tirado en la acera estaba abandonado un gatito, era un gato negro de color azabache, casi como la noche misma, solitario, el felino estaba temblando debajo de la lluvia.

Lo hubiese dejado ahí, como muchas personas, pero parte de las enseñanzas que mi abuela más que nadie me enseñó, era a cuidar estos animales, por lo que opte por tomarlo y llevarlo a casa.

Pues llegue (todo empapado) a mi casa, abrí la puerta y deje mis zapatos a un lado, mire el minino en mis brazos, era grande y parecía estar herido, me di cuenta de ello por los raspones a los lados, pobre animal.

Así que lo seque, y lo puse en unas sabanas secas y ahi lo deje, luego de irme a bañar tome unas vendas que tenia y trate sus heridas con sumo cuidado, para entonces no me habia dado cuenta pero tenia un collar en su cuello, pero no había placa, en cambio solo un cascabel dorado. ¿De quién era el gato? Era la pregunta que me surgió mientras vendaba sus patas y su torso.

Estaba cansado, le di un poco de leche pero no reacciono, no estaba muerto, de eso me asegure al escuchar su latido leve, estaba inconsciente, por lo que deje el plato de leche cerca suyo y lo envolví entre paños para que estuviera caliente. Luego de ello fue a cocinar algo para comer, tenía mucha hambre.

Al siguiente dia, el gato despertó, me encontré con que el plato de leche estaba vacío y de que ya no estaba en su cama, caminé buscandolo un rato pero oh sorpresa, que ya no estaba, me extraño mucho esto. ¿Se había recuperado tan rápido?

Era imposible, me negaba creerlo la verdad y busque al felino un buen rato, cuando vi una de las ventanas abierta me di cuenta de que escapó. Me molesto un poco pero no en el mal sentido, sino que me sentí preocupado pues sus heridas en realidad sí parecían graves.

Pero no podía hacer nada, tenía clases dentro de dos horas así que intentando quitarme esa idea de encima fui a clases.

Pues bien, seis horas más tarde volví a casa, abrí la puerta y entré a la vivienda, mirando un rato los alrededores para ver si había vuelto; pero no, no volvió, deje la ventana abierta esa noche por si volvía.

Uno diría que hasta ahí llega mi historia con ese gato, pero no, hay todavía más.

Al cabo de cuatro días, mientras estaba haciendo unos trabajos en la sala de noche, escuche un leve ruido, creí que fue un pájaro que se había perdido en la oscuridad pero cuando sonó de nuevo voltee mi mirada hacia el cristal y ahí estaba, el mismo gato mirándome desde el vidrio.

—Meow~— fue el sonido que hizo, luego raspar levemente el vidrio.

Extrañado abrí la ventana y como si fuera su casa, entró nada más y siguió por el pasillo caminando, yo fui detrás suyo confundido y curioso mientras veía hacia donde iba, sorprendentemente ese gato llego a donde estaba la cama de emergencia que le había hecho aquella vez.

Eso no era todo, tampoco tenía vendas ¿Alguien se los había quitado? Me agache para tomarlo, acariciándolo levemente, al principio estaba algo reacio pero luego dejó que pasara mis dedos en su cabeza, ronroneo un poco y yo sonreí levemente.

Busque más mantas y le hice otra vez la cama, pero esta vez, con más cuidado y mas comoda, al rato le traje mas leche en un plato y más tarde, cuando había cocinado la cena, le di del pescado que hice. Se lo comió con agradecimiento de eso no hay duda.

Ya más de noche me fui a dormir, no sin antes espiar levemente el gato, para ver si se había ido, pero no, seguía ahí.

A la mañana siguiente, mi alegría fue que aun estaba, no se había ido como aquella vez, es más, estaba esperando a que me levantara, como que me estaba mirando. Me levanté y lo salude como si fuera mío, luego desayunamos.

Esto era lo interesante, pues al salir para irme a estudiar, el gato caminó conmigo, en la acera por un buen rato era seguido por el felino y así hasta que llegue a una intersección, recordaba ese cruce, ya que si tomabas ese camino, llegabas a la prefectura de Kioto, ¿Será acaso ese su hogar?

No lo detuve, bueno, si tuve la intención de hacerlo pero era mejor no apegarme con ese gato, porque después de todo, alguien le había puesto ese collar, por lo que por mas que me gustara, no era mío.

Volví a clases ese dia y segui con lo mío, en la tarde pregunte a los estudiantes de Turismo que si no habían visto un gato negro con collar durantes sus visitas a la prefectura, ellos dijeron que no.

¿De quién era ese gato entonces?

Cuando volví a casa me alegré mucho, pues el gato, había vuelto, me estaba esperando en la entrada, una sonrisa se dibujó en mi boca mientras abría la puerta, entro como si nada y volvió a su cama.

Yo hable un rato con él, era prácticamente hablar solo pero la verdad me gustaba su compañía. Segui haciendo lo mio por un rato, terminando trabajos y mimando al gato, así pasaron los días.

Porque se había convertido en una rutina.

El gato se quedaba y salía cuando yo salía, volvió cuando yo llegaba y así; era casi mi mascota pero sabía en cierto grado que al mismo tiempo no lo era, me dije "Hyodou, cuidalo, pero también intenta buscar a su dueño" sin embargo en cualquier lugar al que preguntaba todos me decían que no, por lo que llegue a pensar que incluso, este era un gato callejero.

Y entonces todo cambió.

—Eres una buena persona. ¿Lo sabías?

Fue una tarde como el resto, estaba tomando café y esas palabras se escaparon de su boca, esa. Simple. Frase.

Quede en shock claro está, y me quede helado en el lugar; tal fue mi asombro que la jarra de café se había caído de mi mano.

—¡Oye, cuidado!— replicó ese gato saltando de ahí.

Mi respuesta ante pues, TODO fue sentarme en el sofá y quedarme mirando a la nada como media hora. Al rato me calme y oh vaya que eso fue tremenda montaña rusa.

Resulta que ella se llama Kuroka, y si, Ella, pues su voz era femenina y me lo había aclarado; una incómoda confusión por cierto. Pero bueno, la ahora llamada Kuroka me había explicado un poco las cosas.

Al parecer ella es un Yokai, venga ¿Un yokai? ¿Estoy seguro que esto no es un anime o algo asi?

Los yokais son parte del folclor nuestro, he ido a fiestas disfrazado de Yokai una que otra vez pero que un animal parlante me diga que es uno es algo pues casi imposible de creer. Pero ella sabía que estaba dudoso y lo demostró de inmediato, Kuroka tenía dos colas, no una ¡Dos colas!

Ahora si tenía que creerle si o si, una vez aclarado el punto de lo que era continuo una larga conversación, más que nada de preguntas mías y esto fue lo que pude sacar mas o menos.

Kuroka me explico que ella es un Yokai, una Nekomata, si recuerdo bien (y espero no equivocarme) eso es un gato mágico, así que tendríamos ahí explicado las dos colas y la facilidad para hablar.

Segundo dato que me explico es que hay ciertas cosas ocultas a plena vista, no entro en mucho detalle pero me dijo que hay más Yokais ahí afuera. Mi única preocupación era que no existieran los Shinigamis, odiaría encontrarme un dios de la muerte, pero me tranquilice cuando menciono que no suelen salir tan seguido. ¿Yay?

Tercer dato, este es curioso, no es relacionado a este mundo sobrenatural; resulta que ella no tiene dueño, no es callejera pero no tiene dueño. No quiere entrar en mucho detalle ahí, por lo que no voy a insistir más.

Lo que sí dejó claro ella, era que quería agradecerme por el cuidado que le di, dejó claro también que seguirá viniendo y pues no me queda de otra que seguir acogiendo la.

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Y aquí empieza lo interesante...

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Son cerca de las nueve de la noche, ya no hay sol y de la casa del muchacho sale un poco de luz.

La sala está encendida y se puede ver sentado en una de las mesas mientras escribe en su laptop. Sus dedos presionan las teclas mientras que el bloc de notas se llena de palabras, Hyodou se ve concentrado en esto, al lado suyo una taza de té que se preparó de lado para llenar su estómago.

Pero no está solo, la gata mira con cuidado hacia afuera, es algo que hacia usualmente, observar hacia afuera con atención, como si estuviera vigilando, pero ¿A que?

Ya paso un rato y ella terminó su vigilancia, bajo del marco de la ventana hacia el suelo y se acercó al muchacho. Metiendo su cabeza debajo de la mesa Kuroka se acercó a Hyoudou.

—¿Qué haces?— pregunto ella asomando su cabeza.

—Hm, tarea, cosas del curso— replicó el chico.

—Que aburrido, deja eso— interrumpió la felina, subiéndose a su regazo —acariciame la cabeza.

—Eh.. pero tengo que terminar esto para el viernes—señaló.

—Faltan dos días para el viernes, así que tienes tiempo para mí— insistió.

El chico se rió de lado, con forme pasaron los días Kuroka se hacia mas apegada al chico, la atención y la comida eran parte importante para ella si estaba Hyodou cerca. Por lo que haciendo caso a sus demandas dejo lo que estaba haciendo y acaricio su cabeza con suavidad.

—Hmm... si... justo ahí— murmuraba ella mientras ronroneaba.

Rascarle la cabeza le encantaba, pero solo ahi, no le gustaba que la rascaran en su lomo, era algo estricta con eso, prefería en su lugar que le acariciaran ahí pues decía Kuroka que la podía disponer si hacia eso.

Era curioso si lo pensaban, pues el pelo de ella era corto, para entenderlo, hay que tener en cuenta que Kuroka, era como un Tabby, algo asi era ella, por lo que decir que se despeinaba era raro.

Mirando la hora, el castaño tomo a la felina y la puso en el sofa.

—Iré a cocinar algo— comentó. —¿Se te antoja algo?

—Pescado, sabes lo que me gusta— replicó ella.

—Pues pescado entonces— murmuró.

La rutina era esa, cocinar algo que ella le gustara, terminar las cosas e ir a dormir temprano, uno diría que era una rutina algo aburrida pero a Hyodou le gustaba y a ella también.

—No olvides condimentar el pescado— señaló la gata subiéndose a la mesa.

—Si si, ya escuche.

Corto los filetes y los puso en la estufa, el sartén siguió hirviendo mientras cocinaba el arroz por aparte, camino hacia el refrigerador mientras buscaba la leche que ella se aseguraba de que hubiera.

—Issei— llamó la gata.

—¿Hm?

—¿Tienes algo importante para mañana?

Sirvió el plato en la mesa mientras miraba extrañado a la felina.

—¿Como que?

—Algún tipo de salida a pasear, una reunión. ¿Tienes?

—Pues no— respondió el chico —Nada más ir a estudiar.

—...Ya veo— bajo de la mesa para ir hacia la ventana, una última vez reviso los alrededores, esto lo noto el castaño de nuevo quien no podía sacar la duda de su cabeza.

—¿Estas bien Kuroka?— dijo al poner los platos.

—¿Porque preguntas eso?

—Estos días has estado muy tensa— señaló, sacó una lata de soda para acompañar la cena —Llevas mirando la ventana muy seguido.

—Ah eso... son cosas de gatos Ise.— Kuroka se acercó al plato y comenzó a comer el delicioso pescado que el castaño le había cocinado —No te preocupes— comentó con la boca llena.

—Bueno si tu lo dices— cogio los palillos y comió un poco del arroz en la taza de al lado.

—Aun así— relamió sus bigotes —Veo que me pones mucha atención.

—Eres casi mi mascota, es mi deber hacerlo.

—Eso fue rudo— masculló ella, se veía enojada —No soy tu mascota, ni de ti ni de nadie.

—Ah disculpa, solo trato de dar un ejemplo de nuestra relación.

—Pues es de todos menos de mascota—señaló.

—¿Ah sí?— ella asintió —¿Entonces qué tipo de relación tenemos?

—Pues— como ya había terminado de comer su pescado, la gata subió hacia la mesa para mirar al chico —Hermanos, amigos, familia... es más, hasta parecemos más una pareja casada que un dueño y su mascota.

—Wow ¿Que?— dijo asombrado al verla, casi se atraganta cuando escucho eso ultimo —No no, tu eres una gata, no mi esposa.

—¿Estás seguro que soy una gata?— comento frotando su cabeza contra la mejilla del chico. —Quizas haya mas de lo que tu ves Ise~.

Bajando de la mesa, la gata camino por el pasillo rumbo a su cama en el fondo del cuarto, dejando al muchacho con algo de duda.

—Kuroka— la llamo —¿A que te refieres con eso?

—No lo se, tu descubrelo— replicó.

Se metió al cuarto dejando al muchacho con la expresión de duda en su rostro, ¿Más? ¿Exactamente cuanto?

Ella era peculiar, al principio cuando Issei la encontró se comportaba como un felino mas, pero cada dia que pasaba y cada momento que compartían juntos, demostraba rasgos muy extraños para una gata.

Para empezar, solía usar su computadora cuando este la desocupada, también actuaba muy "humano" y no en el mal sentido, pero era raro para un gato, lo que mas lo hacia pensar fue una vez que entro cuando ella estaba en el baño, ella chilló de vergüenza mientras lo sacaba de ahí gritando, a ver. Que esto era lo que más lo confunde, si es que ella era una gata¿No?

Una leve fantasía paso por su mente y era que en vez de la gata, Kuroka era una chica, una hermosa chica que estaba saliendo de la ducha cuando él entró, su hermoso cuerpo algo húmedo por el.

—¡Wow wow!— sacudió su cabeza —No, no no no, ella es una gata y tu, eres un chico.

¿Que? No lo juzguen, que también ante todo era un chico y como cualquiera tenía sus fantasias, asi que no critiquen.

Terminó su cena y recoge los trastos, guardo las demás cosas y se fue a bañar antes de dormir, terminara el trabajo después, estaba algo cansado.


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黒猫

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—Hyoudou.

Dijo alguien, llamándolo, pero él estaba dormido.

—Ise.

Siguió de nuevo la voz, nuevamente no hubo respuesta.

—¡Issei!

Abrió sus ojos levemente, estaba algo adormilado pero pudo ver a Kuroka mirándolo a los ojos.

Las pupilas doradas de la gata observaban fijamente las suyas, estaba parada en su almohada.

—¿Que... que pasa?— comentó entre bostezos.

—Ise, necesito que me pongas atención— dijo, se notaba algo seria, cosa que lo confundió.

—¿A que te... refieres?

—Hyoudou. ¿Recuerdas nuestra charla, acerca de lo que hay más allá de la vista normal?— este asintió levemente —Necesito que me prometas que no le dirás esto a nadie más, porque es muy importante.

—Kuroka me estas confundiendo.

—¡Escuchame!— sus pupilas se encogieron, tal y como cuando los gatos se enojan —Eres más de lo que crees Issei Hyoudou, tienes algo importante dentro tuyo y llegará un momento en el que tendrás que protegerlo.

Termino de decir esto y bajo de la cama de un salto, el muchacho se sentó en la cama mirándola mientra se iba.

—¿De que estas hablando?— pregunto.

—Descansa Issei, solo piensa en lo que te dije— indico y se fue.

Confusión era lo que tenía en su mente. ¿A qué se refería ella? Intento llamarla un par de veces pero la gata no respondió, quizás, era uno de sus juegos, o quizas no; tenia muchas preguntas en su mente, más el sueño le estaba ganando. Volvió a acostarse, mañana hablaría con ella.

Oh al menos eso creyó.

—¿Kuroka?

Se levantó a la hora de siempre, lavo su cara y fue al baño, al rato de esto, solía llegar al otro cuarto donde Kuroka solía estar despertando, pero hoy no. Hoy, ella no estaba en su cama, las ventanas estaban cerradas, no había rastro de la gata.

—¿Que se hizo esa gata?— preguntó al aire.

Salió afuera buscándola, pero nuevamente no había rastro de ella, siguio un rato, extrañado buscando a la felina por toda la calle pero nada de nada, ella se había ido.

Confundido el castaño cocinó su desayuno, partiendo a la universidad con gran confusión y preocupación por la gata.

En la tarde Issei había vuelto a casa, pero nuevamente no estaba, esperó unos minutos a que volviera, luego una hora, luego un dia y asi durante más de tres días espero que volviera su amiga, su compañera, pero no había rastro de la gata negra, era como si se hubiese ido de la nada, en el aire.

—Este.. esta en descuento.

El chico estaba comprando unas cosas en la tienda de abarrotes, carne, vegetales y algunas salsas, aunque lo hacia por inercia mas que nada, como automatico pues la gata seguía en su mente aun.

Los últimos dos meses Hyodou se había acostumbrado a la presencia de la pequeña felina; que la acariciara, que le cocinara esto, ocupaba aquello. Era como una hermana menor, o más bien, era como una chica mimada que se acostumbró a vivir a expensas de él, y en el fondo no le molestaba esto, mas bien lo hacia sentir tranquilo.

—Novecientos yenes serían— comentó el encargado.

Pago la comida y salió caminando por la acera, mientras seguía su camino miró la calle hacia la prefectura, ayer había ido a buscarla por esos lados, los monjes y turistas negaron ver a una felina de ese tono y rasgos. ¿Donde iria una gata magica entonces?

Llegó a su casa, poniendo las bolsas en un lado y saco sus llaves.

Thump, un leve sonido en el callejón llamó su atención, levantó su cabeza, el sonido llegaba desde la calle al lado de su casa; ¿Era acaso?

Abrió la puerta rápidamente y asomo su cabeza por la entrada, ahí pudo ver a algo caminando en el pasillo.

—¿Kuroka?— pregunto mirándola, en efecto lo era, Issei se alegró como nunca al verla caminando pero algo paso.

Ella titubeaba, tropezaba hacia los lados mientras seguía su camino.

—Oye, e-espera— la llamó, la gata camino toda herida hacia la sala donde Hyodou pudo ver la sombra de la gata.

Esa misma sombra cambio a la de una figura humanoide, la figura tambaleó y cayó al suelo quedando su mano expuesta en el pasillo.

—¡Hey hey!— tiro las bolsas al suelo y corrio rapidamente hacia la persona.

Al llegar a la sala Hyodou se asombró pues ya no estaba la gata, en su lugar había una hermosa chica, como de su edad la cual estaba toda herida.

Cabello negro azabache, un kimono negro y un obi dorado, su piel era clara y lo que llamo la atencion del chico eran las orejas de gato que sobresalen de su cabeza, estaba impactado por la belleza de ella.

—No no, reacciona maldita sea— exclamó agitando la cabeza.

Ella estaba herida, tenía que hacer algo; tomo a la chica y la llevó hacia su habitación, la puso encima de la cama y corrió hacia el baño. Abrió la ventana de ahi y saco alcohol y vendas, unas gasas y algodón para tratar las heridas.

Ahora es cuando y debía usar lo poco que le enseñaron de primeros auxilios; volvió con todo al cuarto, rápidamente lo puso en la mesa y prosiguió a tratarla.

Desenredo el obi y abrió su kimono, los colores se le subieron al rostro al ver que tan solo traía encima un tipo de lencería blanca, eso para cubrir su intimidad pues respeto a su busto, este era envuelto en unas vendas blancas. Miró el rostro de ella y volvió a su labor, no era hora de actuar como un idiota.

Saco el alcohol y con un trapo limpio las heridas, unos raspones en su hombro, en su vientre y las piernas, ella aunque parecía estar inconsciente se movió levemente, el dolor era lo suficiente como para hacerla reaccionar así; volviendo a su asunto, abrió las vendas y cubrió su vientre, luego de esto con el alcohol trató las heridas en su mejilla, cuando estaba lavada puso otro algodón ahi sujeta con bandas de emergencia.

—Shi... shirone— habló por fin ella, pero parecía más un leve murmullo más que una frase.

¿Shirone? Quién era esa persona y porque murmuraba su nombre más de una vez.

Dejando esto para después, Hyodou revisó su cuerpo en busca de más heridas, ya no había más raspones o moretones expuestos por lo que estaba a salvo, tocó al final su frente para revisar su temperatura, estaba algo fría, no mucho pero era mejor mantenerla caliente.

Tomo las sabanas de su cama y las puso encima de ella, recogió el kimono y el obi y los puso a un lado, estaba segura, caliente y sobre todo aquí con él.

Dio un largo suspiro y se sentó en el suelo, tremendo susto le había pegado.

—Dios, necesito... una taza de café.— comentó temblando.

Camino hacia la cocina, pero antes de salir miro a Kuroka y pensó ¿Era ella su gata? Hasta ahora no sabía comprobarlo o no, estaba inconsciente, por lo que la pregunta giraba en su mente, pero hasta que lo comprobara, debió de dejarla descansar.

Llegó a la cocina y puso el café a hacerse, analizar con cuidado su figura, ella tenía las mismas orejas que la gata y eran del mismo color negro, ¿Era ella en realidad Kuroka? Si no lo era entonces ¿Quien era esa chica?

Sirvió la tasa y caminó hacia su cuarto de nuevo, en ello vio las cosas tiradas en la entrada.

—Demonios— maldijo en voz baja, puso la taza en una mesa que tenía cerca y comenzó a recoger sus cosas.

Ahora debía ir de compras de nuevo, mucha comida se rompió o se regó en el suelo.


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黒猫

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—Hn.

Murmuró levemente, abrió un poco sus ojos.

Lo primero que vio cuando la luz volvio a estos fue el cabello castaño del chico quien estaba algo soñoliento.

—Hy..¿Hyoudou?

—...!

Levantó su cabeza rápidamente y vio a la chica que estaba apenas despertando.

—¡Kuroka!— grito no tan alto.

Puso ambas manos en sus mejillas para mirarla con cuidado.

—¿Eres tu Kuroka?

Ella estaba algo agotada, aun herida pero asintió levemente.

—¿Que te paso? ¿Quién hizo esto?— preguntaba, pero ella ya por su lado tenía sus dudas.

Miro levemente sus alrededores y noto que estaba en la casa del castaño.

—¿Porque... estoy aquí?

—Llegaste mal herida— explicaba —cuando te desmayaste tomaste esta forma— se alejo un poco de ella para darle un poco de espacio —Así que te trate y cure tus heridas.

—No deberia estar aqui— intentó sentarse pero el dolor en su costado la hizo detenerse.

—Hey hey, estas muy herida, no te esfuerces.—la detuvo.

Luego de esto cogió otra almohada y la puso en su espalda para que se pudiera sentar sin ejercer mucha fuerza.

—No... yo... tengo que irme— seguía. Pero el chico puso su dedo en sus labios para detenerla.

—Sin peros, hasta que estés en mejores condiciones, te quedaras aquí.— se puso de pie y caminó hacia afuera —Iré a traer algo para que comas.

¿Porque volvio? Era la pregunta que pasaba en su cabeza, se había dicho a sí misma que no debía volver con el chico, no era seguro, tenía que protegerlo; entonces ¿Porque estan tan herida volvió a esa casa?

Quizás algo dentro suyo la hizo volver, ese olor de las sábanas o esa calidez cuando sus manos la tocaban, era algo que ella hace tiempos no tenía, pero no podía darse ese lujo, esto no era eso, no pertenecía aquí.

—Se que no te gustan las verduras— comentó trayendo una taza de sopa —Pero necesitas vitaminas y minerales.

Tomó asiento en la silla cerca de la cama y puso el plato y la cuchara en la mesa de al lado. A Continuación acomodo las almohadas que tenía detrás la chica para que pudiera estar cómoda.

—Si ocupas algo solo dimelo— señaló.

Iba a tomar el plato pero la mano de ella detuvo la suya levemente, miró su mano herida la cual sujetaba su muñeca.

—Issei— seguia —tengo que irme.

—No, no tienes que hacerlo —Cogió con ambas manos la de ella —Ya te lo dije Kuroka, eres muy importante para mi, siendo gata o no, sigues siendo mi familia y mi amiga.

—Amiga...— pensó en voz baja, cuando una cuchara se acercó a ella.

—Ahora abre la boca— indico este.

Ella abrió levemente esta y recibió la cucharada de la sopa, estaba algo caliente pero no para quemarle la lengua, siguió comiendo por un rato hasta que se acabó el plato entero, estaba llena y tranquila al menos. Hyodou la ayudó a recostarse para que descansara un poco.

Mientras ella dormía, Issei seguía estudiando, no digamos mentiras, estaba molido pero no tanto como ella, por lo que estar sentado ahí no era la gran cosa en comparación a la enorme cantidad de heridas que tenía ella.

Pasaron las horas y los minutos mientras Hyodou seguía cuidando de ella, le daba un poco de líquido cuando tenía sed y la acomodaba para que se sintiera mas comoda.

Aprendió algo interesante de todo esto, y era que ella tenía un factor regenerativo alto, mirando el reloj se dio cuenta de que habian pasado mas de doce horas desde que la ayudó y se sentía muy cansado, tenía algo de sueño pero ella era prioridad.

Cabeceo un poco por el cansancio, bostezo un poco pero seguía haciendo cualquier cosa para estar activo.

—¿Quieres descansar?— preguntó ella.

Mirando, el chico negó con su cabeza.

—No yo.. estoy bien.— continuó leyendo su libro y haciendo apuntes.

—Estas cansado, tienes ojeras— señalo, se había recuperado mucho pues ya no le dolían sus brazos o piernas. —¿Porque no descansas?

—¿Estás segura?— cuestionó a lo que ella asintió levemente.

—Descansa un poco Hyoudou.

—Bueno— puso el libro de lado y caminó hacia afuera.

—Aquí.— interrumpió.

Este volteo su mirada, arqueando una ceja de paso.

—¿Eh?

—Duerme aquí— toco el otro lado de la cama —Conmigo.

—No no, tu toma la cama, yo iré al sofá— comentó.

—No te lo estoy ofreciendo, te estoy pidiendo que descanses cerca mío— continuaba —Si necesito algo, te tendré cerca.

—...Esa es una buena lógica— murmuró rascándose el cuello —Pero estamos algo incómodos, la cama no es para dos es para uno solo.

—No te preocupes por eso— explicó ella —Solo acuéstate aquí conmigo.

Dando un leve suspiro cansado Issei cedió a la petición, ella era muy persuasiva y algo cabezota, así que era mejor hacerle caso.

Se quitó los zapatos y la chaqueta, subiéndose a la cama el chico recostó la cabeza en una de las almohadas disponibles, viendo hacia el otro extremo para darle espacio a ella ante todo.

Estaba algo incomodo, no por tener poco espacio, sino porque nunca había compartido la cama con alguien que no fuera sus padres o en un extremo uno de sus amigos, cuando iban de paseo por ahí.

Detrás suyo había una chica y oh, vaya que era preciosa, y eso, eso no lo hacia todos los días, por eso estaba nervioso y le costaba conseguir el sueño.

Mientras pensaba todo eso unas manos pasaron debajo de sus brazos y lo tomaron levemente, Hyodou se asombró ante esto pero más allá de esto, no hizo nada más; era Kuroka quien lo acercó a ella y recostó su cabeza detrás de la suya.

En ese momento el chico pudo sentir la suavidad de su busto en su espalda, lo sedoso que eran sus manos y lo bien que ella olía, era algo que nunca antes había hecho y lo cogió de sorpresa.

—¿Qué haces?— pregunto en voz baja.

—Solo quiero que estemos augustos los dos— replicó.

—...E-entiendo.

Kuroka, quien tenía cerrados sus ojos comenzó a ronronear levemente, el chico se dio cuenta de que estaba dormida ahora, ese ronroneo característico que había escuchado muchas veces.

Si antes tenia la duda, ahora lo sabía totalmente, ella era su Kuroka, ella era su amiga.

Pensó con cuidado en algo y aunque sería un movimiento riesgoso, lo tiró hacia un lado y decidió hacerlo de todos modos. Pues bien, Issei tomó las manos de la chica y se soltó del agarre de ella, dio media vuelta para mirarla directamente al rostro, se veía tranquila, en paz, sonrió de lado al ver su expresión, luego de esto la acerco con cuidado a su pecho y dejó que su cabeza reposara en este mismo, algo peculiar hizo ella, pues inconscientemente sonrió al escuchar el latido del corazón del chico.

A Issei le costó, pero al final pudo dormir un poco.


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黒猫

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A la mañana siguiente, cuando la luz toco su rostro, el chico abrió sus ojos un poco; noto algo de inmediato y es que Kuroka ya no estaba... otra vez.

—No puede ser— se puso de pie de inmediato y corrió descalzo por el pasillo, rumbo a la sala mientras buscaba a la chica.

—¡Kuroka! ¡Kuroka!— gritaba buscándola, no estaba en el corredor ni en la sala, ¿Se había ido otra vez? Ahora que la había encontrado no estaba dispuesto a dejarla irse y—

—¿Porque gritas tanto? Es muy temprano.

La voz de la chica salió del baño, al voltearse Issei la pudo ver saliendo con una toalla envuelta en su cuerpo y secándose el cabello.

—Wow, es decir, rayos— puso su mano en su nariz para evitar avergonzarse al ver tal escena, la chica puso el paño en su escote mientras lo miraba serio. —Lo siento, mejor me voy.

—¿Sabes dónde está mi Kimono?— pregunto sin verlo.

—Si, está, en la secadora, iré a traerlo— comentó.

Fue al cuarto de lavado, en una de las cestas estaba el kimono de ella que había lavado el dia anterior, estaba ahora limpio y elegante, no como lo tenia el dia pasado, sucio y lleno de sangre, sangre de ella que lo hacia enojar. Negó levemente la idea y volvió al baño para entregarle la prenda de vestir, toco la puerta dos veces y Kuroka abrió la misma para tomar la tela.

—Gracias— dijo cerrando.

Issei iba a hacer algo pero al verla nuevamente tan preciosa olvido lo que era, no quería dejarla irse por lo que se apoyó contra la pared mientras hablaba.

—Veo que estás mejor— hablo.

—Si, es parte de mi especie, parte de lo que somos en general, nos curamos más rápido que los humanos.— respondió.

—¿Y porque te hicieron eso?— continuo.

—Ciertas personas se dieron cuenta de algo e intentaron atacar a alguien importante para mi.

—¿Era Shirone?— pregunto.

Dentro del baño, Kuroka se detuvo y miró el espejo, sus orejas apuntaron hacia la puerta en la dirección del chico.

—¿Quien, te dijo ese nombre?

—Lo repetías mientras te curaba, cuando dormías también. ¿Puedo saber quien es ella?

Kuroka se recostó contra la pared de la puerta también mientras pensaba en hablarle o no al chico acerca de ella. Pensó con cuidado, ¿Confiaba en Issei? El la ayudo, la curó y le dio un lugar al que podía llamar hogar, era prácticamente de las pocas personas con las que podía hablar de lo que fuera sin sentirse incómoda o desconfiada.

—Si no quieres hacerlo— hablo el muchacho, —yo entenderé que—

—Es mi hermana.

—¿Tu hermana?

—Si, Shirone, es mi hermana.— contestó— mi hermana menor.

—¿Y fue a ella quien trataron de atacar?

—No, Shirone y yo ya no estamos juntas, ella está... —se detuvo un momento— ella esta con alguien que la puede proteger.

—Entiendo.

—¿Ya hiciste el desayuno?— preguntó cambiando de tema.

—No— dijo sin mas, —¿Quieres algo en especifico?

Kuroka se rio levemente, algunas cosas no cambian.

—Tu sabes lo que me gusta.

E igual el muchacho, era bueno tenerla de nuevo con él. Rio de lado y caminó hacia la cocina.


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黒猫

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—Ah... hace días que no comía tan bien— comentó ella.

Como era fin de semana, el chico no tenía que ir a estudiar y podían por fin, luego de tanto, descansar y disfrutar de la compañía de uno y del otro como lo hacían antes.

Dicen que lo que bien se aprende nunca se olvida, y Kuroka aunque no era una gata en ese momento, no podía evitar recostarse en el regazo del chico.

Sentados ambos en el sofá, la chica se acostó poniendo su cabeza en el regazo del muchacho, Hyodou la miró levemente, su rostro tranquilo y los ojos cerrados.

—Me halaga tus comentarios— señaló.

—Es cierto, los últimos días he estado comiendo sashimi mal hecho, tu sabes como me gusta el pescado y como no.

Se volteo un poco para descansar como lo haría un gato, Issei se vio tentado al ver sus orejas pero no las toco, alejo su mano.

—Adelante no tengas miedo— dijo ella sin abrir los ojos —Sabes que me gusta que las toques.

—¿No hay problema?

—Ise— se sentó mirándolo —Soy yo, siempre me ha gustado que me acaricies y ahora luego de tantos días, quiero que lo hagas— sonrio acercandose al chico, a unos centímetros de su rostro —¿Quieres acariciarme?

El castaño, un poco sonrojado por la belleza y ternura de la chica, extendió su mano para tocar sus orejas, estas reaccionaron como cualquiera gato cuando las tocas, Kuroka por otro lado cerró sus ojos y disfruto del tacto del chico como cuando lo hacia en forma de gato.

Ronroneo levemente mientras él tocaba su sedoso cabello, bajo la mano un poco hacia sus mejillas y ella cuando tenía la mano en la misma reposo su cabeza en su palma. Luego de ronronear, Kuroka abrió sus ojos un poco, esas hermosas pupilas doradas y miró al chico quien estaba estupefacto por como era tan hermosa.

Kuroka tomo la mano de Issei mientras sonreía levemente, Hyodou pudo ver su cola moverse un poco, luego ella bajó la mano y se acercó a gatas hacia el chico, lentamente.

—¿Oye que haces?— dijo confundido.

—Shhh— lo silencio en voz baja.

Se recostó en el pecho del chico mientras frotaba su rostro contra el de él, era una sensación indescriptible, algo que no podía explicar, era como una mezcla de relajación y placer, como si fuera también un gato él, y estuvieran en un acto de cortejo.

Al rato de esto Kuroka levantó su mirada y susurró algo en su oído.

—Siempre quise hacer eso— susurró.

Y se alejó del chico dejándolo aún más confundido.

Ya más de tarde la chica y el muchacho estaba revisando unas cosas que ella traía en su kimono.

—Talismanes, sellos, papeles bombas, bombas de humo— revisaba todo en la mesa —tres Tantōs y cuatro Kunais.

Todas esas herramientas estaban puestas en la mesa, Kuroka las había traído en su kimono pero lo que más sorprendió al muchacho no eran las herramientas en sí.

—¿Como cargaste tanto en un simple kimono?— pregunto mirándola.

—Secretos de mujer Ise.— sonrió ella de lado.

Volteando su mirada para analizar las armas, el chico noto algo entre el grupo de armas, una especie de piedra con forma de coma, de un tono verde esmeralda.

—¿Y esto?

—Eso es un Magatama, ten cuidado— cogio la pieza —Si lo rompes puedes atraer a un enorme Koma Inu.

—¿¡Porque traes algo así?!

—Es para cualquier emergencia,— sostuvo la pieza en su palma —Si algo llegara a pasar tengo que usarla como medida de emergencia.

—Entiendo.

Kuroka miro al castaño levemente, Hyodou no era alguien que pudiera defenderse y ahora que había vuelto necesitaba algo por si ella no estuviera o se separaran.

—Ten— le entrego la magatama.

—Creí que era para una emergencia— confundido dijo.

—Si, pero si algo pasara, necesito que estés a salvo, así que guardalo y usalo solo si es necesario.

—Bueno.

Guarde la pieza en su bolsillo mientras ella recogía sus cosas, Issei noto que las dos colas de Kuroka tenían un leve anillo puesto, así mismo, la chica cogió todas las herramientas y las guardo dentro de su Kimono, las kunais sin embargo iban en una pequeña faja en su pierna derecha, estrategia de combate más que nada.

Camino hacia la sala mientras revisaba los papeles bomba que traía, Issei por otro lado pensando en el magatama y la frase que ella le había dado hace unos días decidió ir por respuestas, era mejor ahora que tenía y que podía.

—Kuroka,— la llamó.

—¿Hm?

—Creo que deberias decirme, qué está pasando, ¿Porque vuelves tan herida?

Suspirando levemente la chica bajó sus orejas, se notaba leve ¿Tristeza? ¿Era un tema tan delicado que ella se notaba no quería hablar de eso?

Que ocultaba, que clase de cosas hacia y lo más importante, ¿A quien protegía? Como para desaparecer y volver a los días en pésimo estado.

—Ise, escucha— hablo ella.

—Se que no quieres hablar de ello, pero necesito saber porque puede que no vuelvas un dia, me importas ¿Entiendes?

—...!— eso la tomó por sorpresa, si bien para ella él era alguien importante, escucharlo directamente de sus labios la alegraba y al mismo tiempo le dolía.

Miro hacia un lado mientras pensaba en qué hacer, qué decirle.

—¿Porque tengo que proteger?— cuestiono —Cuando me dijiste que era importante.

—Dentro tuyo, hay algo que puede o no, cambiarlo todo y a todos— explicó acercándose, tomo su mano derecha y la acarició levemente —Es un poder que por ahora esta dormido, oculto aquí— y luego poniendo su mano en el pecho del chico —y aquí.

—¿Que clase de poder?— dijo confundido, esto no lo esperaba.

Pero esperen, si ella estaba explicando eso, ¿Era acaso a él a quien ella protegía?

—Lo que tienes se llama Sa— de inmediato se puso tensa, sus orejas se movieron hacia los lados como captando algo.

—Oye que— la chica tapo su boca con su mano mientras volteaba su mirada hacia afuera, entrecerró sus ojos para ver algo y cuando lo vio, actuó.

—¡AL SUELO!

Empujándolo al suelo entró por la ventana rápidamente una flecha de luz dorada y se enterró en la pared de la sala.

—¡Hmm!— gritaba Issei aun con la boca tapada, ella quito su mano de ahí sin mirarlo, en cambio estaba aún revisando los alrededores. —¿Qué fue eso?

—Contra la pared, vamos— se sentaron detrás de la pared de la ventana, la chica trataba de oír algo, el problema era que los sonidos se mezclaban y le era difícil encontrar al atacante.

La luz del sol hacia una media sombra, una que aprovechó para ocultar su rostro, ahí empleando su aguda vista la chica busco al atacante quien estaba a unas casas lejos de ahí. En ese instante pudo ver que la persona sostenía un arco y tensando este mismo lanzó más flechas.

Kuroka tomo al castaño de un brazo y lo saco de ahi, rodando por el suelo mientras las demás flechas atravesaban como si nada las paredes y se enterraban en el suelo de madera.

—Corre— indicó encima suyo.

—¿Que?

—Corre Issei ¡Corre!— apuntó hacia afuera, el chico se puso de rodillas y gateo rápidamente hacia la salida de la sala.

Por su parte Kuroka se apoyó contra la pared mientras ideaba una forma de darle tiempo al chico para salir. Miro la pared contra la que estaba apoyada y un plan paso en su mente en ese instante.

Puso la palma contra la misma, creándose un Kanji púrpura en la misma mientras que la pared, comenzaba a moverse como si fuese arena, afuera por otra parte comenzaron a extenderse enormes estacas las cuales salieron disparadas hacia el arquero, este al ver tal cosa viniendo a su dirección, saltó de su lugar para evitar el ataque de las piezas de madera.

Mientras tanto con el castaño, este salió por la puerta trasera y corrió por el callejón intentando salir de ahí lo mas rapido que podia. Al salir a la calle sin embargo notó algo y es que no había nadie, ni vehículos, ni personas, nada, era como estar en una zona fantasma.

Ignorando esto, opto por correr hacia el barrio mercado, donde los puestos podían servir de escondite, tan solo cruzo la calle y llegó a esta zona, se tiró detrás de uno de los estantes para despistar a la persona que los estaba persiguiendo.

Era un hombre de rasgos pálidos, un cabello rubio rozando el dorado y vistiendo un traje de corbata de un tono plateado. El hombre buscaba con sus pupilas celestes al joven por el mercado mientras sostenía en su mano izquierda una espada bastarda de tono blanco.

Siguió en silencio por el lugar lentamente, Hyodou por su parte espiaba por el agujero de una tabla al hombre, tapándose la boca para evitar que lo escuchara y rezando porque no lo descubriera.

Camino cerca de la venta de pescados, mirando los peces, ahí para asegurarse de cualquier cosa enterró la espada lentamente entre el pescado, al no tocar nada concluyó que no estaba ahí; luego de sacarla siguió por el lugar hacia la dirección contraria del muchacho.

Cuando se perdió de vista dio un respiro aliviado, ya había pasado.

—...!

O tal vez no.

Una mano lo tomó del cuello de la camisa y lo sacó del estante tirándolo al suelo, aterrizó de rostro y se raspo las manos por la fuerza en la que lo tiró ahí. Al voltearse vio a una mujer de pie enfrente suyo, sus rasgos eran como los del hombre de la espada, rubia, pálida y con un traje plateado.

En su mano sin embargo traía no una espada, sino una alabarda de mango dorado, con esa filosa arma levantó la barbilla del muchacho.

—¿Issei Hyoudou?— pregunto con una voz dulce, pero el tono era serio.

Era más que obvio que el chico no tenía intención de responderle, se mantuvo callado mientras buscaba una forma de salir de ahí.

—Tomaré eso como un si— llevo su mano a su oreja —Lo tengo.

Se acercó el sujeto con la espada, esta vez guardada en la funda de su cintura, agachándose tomo las mejillas del castaño mientras inspeccionaba algo. La mujer guardó la lanza y volteo su mirada hacia atrás mientras sacaba un teléfono para hablar con alguien.

El sujeto soltó al chico y se puso de pie, sacando de su bolsillo una especie de Jeringa con algo adentro, destapó la aguja quizás para inyectarse sin embargo fue interrumpido.

—¡HEY!

Al mirar a su derecha la mujer fue recibida por una patada de la felina japonesa, ella salió disparada hacia atrás e impactando en un estante de souvenirs; el sujeto se alejó del muchacho para aumentar la distancia entre la gata y él.

—¿Estas bien Hyoudou?

Kuroka estaba furiosa, se notaba por su postura, tal y como un gato preparado para atacar, la postura de Kuroka era en cuatro patas, mas su cola pudo ver Issei, sostenían las kunais en los anillos de oro.

En su mano derecha portaba ella un Tanto sin la funda, tenía leves manchas de sangre, quizás del atacante de hace un rato, sus pupilas agudas y filosas y se podía ver, que había sacado sus garras.

—Hazte a un lado, Gato— habló el hombre sacando su arma.

—¡Primero muerta!

—Este es un asunto del cielo,— continuo —No interfieras.

—Él vive en Kioto, es asunto de la familia imperial— replicó más determinada.

No habría negociaciones, esto era defenderse o ser asesinado, la mujer se había recuperado, sacudiendo su ropa se acercó con la lanza lista para atacar, el hombre también, con la espada en mano en una postura defensiva.

Issei podía sentir la tensión en el aire, tanto así que sudaba levemente; al ponerse de pie miró a su amiga quien no hacia por donde mirarlo, su vista en cambio fija hacia los atacantes. Observó a las personas rubias y también, se veían listos para atacar al mínimo movimiento.

Trago saliva mientras miraba hacia los lados buscando una ruta de escape.

—...!

El hombre saltó a una velocidad imposible hacia ella, siendo recibida por la chica con el cuchillo en sus manos. La mujer aprovechó esto para caerle encima al chico pero olvidó la presencia de las kunais en sus colas.

Kuroka dio una patada la cual empujó a su enemigo hacia atrás unos metros, seguido con las colas detuvo la lanza que iba hacia el muchacho y le entregó tiempo suficiente como para salir de ahí.

Al correr por el pasillo, las flechas del arquero detuvieron su avance, se enterraron en el suelo y en la pared cerca de su rostro, Hyodou se tiró detrás de un basurero para esquivar estos mortales proyectiles.

De vuelta con el grupo, Kuroka se separó de la mujer aumentado la distancia ente el dúo y ella, como estaba en desventaja, optó por el aumento de armas, cogio una tercera Kunai del cinturón en su pierna y el segundo tanto, lo cogio con su boca, ahora tenía cinco navajas para defenderse y atacar.

El hombre y la mujer saltaron contra ella, siendo la mujer desde arriba y el hombre hacia adelante suyo, Kuroka uso las cuchillas de sus manos para detener la espada bastarda, mientras que con las cuchillas en sus dos colas apuñaló a la mujer en la pierna.

Teniéndolos a corta distancia, la chica soltó los agarres y giró tan rápido con estas armas que era una esfera filosa, esta técnica aunque poco ortodoxa, fue lo suficientemente efectiva como para dañarlos considerablemente, soltaron sus armas por las heridas en su brazos.

Ya malheridos, la chica aterrizó de nuevo en el suelo y guardó sus armas en su kimono.

—¡Ahhh!— grito Issei desde su lugar mientras las flechas atravesaban la lata.

Ella se volteo y vio donde estaba su amigo, miró de nuevo a los atacantes y tomando tres papeles bombas, los tiró contra suyo.

La explosión los tiró al suelo dejándolos gravemente heridos, aprovecho esto para correr como un gato hacia donde estaba Issei. Tomando una Kunai salto al aire y tiró la misma contra el arquero quien se ocultó detrás de un vehículo.

—¡Vamos!— exclamó tomándolo del brazo.

El arquero por fin podíamos ver, que era alguien muy joven, era de rasgos andróginos, pero destacaba aparte del cabello corto rubio, que su ojo derecho era dorado y el izquierdo celeste como el resto.

Miro el carcaj de las flechas en su cintura, con el reflejo de una ventana los vio a los dos correr por ahí, tomando dos flechas al mismo tiempo arqueo la cuerda y los lanzó rápidamente.

Kuroka uso una kunai extra para detener las flechas, pero a duras penas una logró detenerla, la otra raspo su hombro.

—Agh— masculló levemente.

—¡Kuroka!— exclamó el muchacho tomándola del mismo.

—¡Solo corre!

Al ver que era muy mortal el arquero, la chica sacó dos bombas de humo en su mano y las tiró al suelo para levantar una cortina del mismo.

Debido a la densidad de la misma, le resultaba imposible encontrarlos en medio del humo. Aun así tensó su arco para disparar al mínimo movimiento.

—...— se quedó callado mirando el humo, entrecerró sus ojos —...!

Ahí, justo en ese instante, pudo ver una silueta salir de la nube, de inmediato las flechas llovieron encima suyo, era Hyoudou quien salió corriendo por la densidad del humo y la falta de aire, pero esto le saco factura y recibió cinco flechas en su espalda, el castaño cayó al suelo de frente, parecía muerto.

El arquero corrió hacia donde estaba el chico muerto, esa no era la orden, sino la de traerlo con vida, toco su cuello en busca de pulso que marcar.

Cuando estaba haciendo esto pasos se escucharon, levantó la mirada y pudo ver a Kuroka cargando a Irse fuera de ahi, abrio los ojos en shock y al voltearse vio al cuerpo hacerse en madera, era un maldito señuelo.

—¡Tsk!— golpeó el suelo y salió detrás de ellos.


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黒猫

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La chica aterrizó en un paso de puente lejos de ahí y puso al castaño en el suelo, estaba cansada, se veía en su agitado respirar, no ayudaba que la herida de la flecha estuviera sangrando.

—Nhg..— se quejó levemente sujetándolo.

El castaño tomo su hombro y vio la herida, parte de la flecha se había incrustado en su piel y era lo que la tenía sangrando.

—Hay que hacer algo con esto— dijo Ise pero ella negó levemente.

—No, estaré bien.

—Ni hablar, estas muy mal herida.— insistió.

—Dejalo.

Viendo que no iba a detenerse, Hyoudou optó por romper una manga de su camiseta, la envolvió en su hombro para detener el sangrado, luego miró a Kuroka, ella asintió.

—Con eso al menos saldremos de aquí.— indicó.

Tomó la mano del muchacho y salieron de ahi rapidamente, cruzaron un pequeño santuario y llegaron al muelle de botes artesanales, ahí era donde Kuroka tenía una ruta de escape.

—¿Que estamos buscando?

—Un bote de Ukai— indico ella, un tipo de lancha vieja de madera para pescar camarón —Tiene la cabeza de un dragón verde y la lengua afuera.

Reviso todo el muelle buscando el susodicho bote, cuando lo vio al final del mismo, estaba atado a una cuerda vieja, se veía abandonado.

—¿Ese?— apuntó.

—¡Si! ¡Vamos!

Corrieron por las tablas del muelle hacia la ubicación del Ukai, pero en ese instante una enorme pared de hielo comenzó a surgir de entre las aguas, cerrando el paso de los chicos.

Al voltear vieron a las tres personas de hace un rato, siendo la mujer quien levantando la mano creaba estas edificaciones de helada agua. Se vieron acorralados ambos pues no había salida hacia adelante y aunque pensaran en saltar hacia el agua, también la pared de hielo la había cubierto.

Kuroka puso una mano al frente de Issei para protegerlo mientras los miraba acercarse.

—¡Estas violando las leyes de la tregua!— exclamó la chica —¡Esto es un acto de guerra!

—¡El tratado solo afecta las tres facciones!— respondió la mujer con voz alta —¡No aplica hacia ninguna de las razas secundarias!

—Secundarias, Maldita sea ¡Somos Yokais! ¡Se estan enfrentando a todo Japon y China!—siguió.

—Pues que así sea, hasta los ángeles caídos le harán frente a la familia imperial— respondió.

Estaban en un punto muerto, cada paso que daban hacia ellos era menos posibilidades de salir de ahí con vida, mirando hacia los lados intento ella, buscar una salida.

—¿Y que seguirá ahora?— pregunto viéndolos de nuevo —¿Lo mataran a sangre fría y le extraerán la Gear? No esperaba eso de heraldos de Yahveh.

—¿Yahveh? ¿El cielo?— cuestiono el chico en silencio.

—Matarlo solo seria transportarla a otro usuario, hay que extraerla del cuerpo.— indicó el arquero.

Esa respuesta puso de muy mala hostia a la chica quien cerró uno de sus puños, pero se tranquilizo, no debía dejarse llevar por sus emociones o terminaria mal todo esto. Siendo solo Ise quien lo vio, la chica sacó el último papel bomba que tenía de su manga y lo sostuvo con cuidado.

—Ise, cuando salte hacia ellos, corre al barco ¿Me oíste?

—¿Qué crees que haces?— pregunto asustado.

—¡Haz lo que digo!— miro el papel en su mano y cerró los ojos, ahora era cuando debía usarlo.

Concentro energia alrededor de su cuerpo, una esencia celeste que se manifestó como una leve aura que la cubría, abrió entonces los ojos.

—¡Ahora Issei!— grito.

Saltó hacia ellos a una velocidad que pareció ser un simple pestañeo, Kuroka pasó de estar al final del muelle a tenerlos en frente suyo.

Con el papel bomba en la mano y una esfera blanca en la otra, la chica hizo un ataque suicida para detenerlos.

—¡AHHHHHH!

La mezcla de explosivos (el papel y la esfera) desató una enorme explosión que rompió tanto el muro de hielo como parte del muelle, Issei cayó de espaldas por la onda de impacto.

—¡Kuroka!— grito al levantarse.

Había una enorme columna de humo en donde ellos estaban, no podía creer lo que había pasado, ella se había sacrificado para que saliera de ahí; tenía que correr, pero algo le impedia hacerlo, sentía impotencia al ver que ella había muerto ahí.

Al cabo de unos segundos, la nube de humo se fue cortando y pudo ver el castaño la silueta de ella en lo que quedaba de suelo, así mismo frente suyo estaban las tres personas envueltas en un pequeño domo dorado. Quedo boquiabierto al ver que estaban sin un solo rasguño luego de tal ataque.

—Que desperdicio— murmuró el arquero deshaciendo la esfera.

Miro a la chica inconsciente en el suelo, estaba toda malherida y apenas se sujetaba por unas tablas que la sostenían en el muelle, sin darle mucha importancia pasaron encima suyo y siguieron caminando hacia el castaño.

—¡N-No se acerquen!— exclamó temblando.

—Llamen a un grupo de limpieza— indicó el hombre de la espada bastarda, —que arreglen el muelle y la zona dañada.

—¡Se los advierto!— insistió.

Dio unos pasos hacia atrás al ver que ellos no hacían caso a sus amenazas, volteandose intento correr de ahí, pero una flecha le dio en el pie haciendo que cayera.

—¡Ahh!— gimió por la herida.

Cayo de frente y se cayeron sus cosas, Issei sentía rabia, no por haberse caído, sino porque ella estaba totalmente herida, estaba casi al borde la muerte mientras que él no podía hacer nada, no tenía salida.

Golpeó la tabla del coraje y ahí fue cuando un reflejo hizo que mirara algo que traía consigo: el magatama.

La piedra esmeralda que ella le habia dado, se habia caido cuando la flecha lo impactó, pensó de inmediato lo que ella le había dicho.

"Usalo solo si es necesario"

—¡Pues ahora es cuando!— grito tomándolo.

De inmediato lo rompió contra la tabla y un leve destello salió de esta misma, luego de esto el viento comenzó a raspar el aire al frente suyo, tanto los atacantes como Se sintieron una presencia pesada en el ambiente.

La realidad por así decirlo comenzó a romperse, era como si una grieta saliera de la nada y de esta enorme fractura, una enorme bestia salió lentamente.

Aquello era un Koma Inu, o un león Fu, esas estatuas que hay en los templos, mas ahora, esta era real. Como su nombre lo decía, era una especie de León gigante, con rasgos de perro, tal era su altura que podía devorar un bus con facilidad.

La bestia camino encima de las tablas, sorprendentemente no las rompía, no se rajaba el muelle. Siguió marchando hacia ellos cuando rugió con gran fuerza.

Era tal el tono que creería uno que aquello había sido un trueno en el cielo.

—¡Retrocedan, retrocedan!— ordenó el hombre de la espada.

Al hacer esto el enorme león cargó contra ellos con rapidez, de un zarpazo lanzó al espadachín contra un barco de pesca, rompiendolo en el proceso. De sus espaldas brotaron alas doradas y con ellas alzaron vuelo para tener distancia.

El animal intentó morder a uno de ellos, pero volaron tan rápido que resultó muy lento como para atraparlo, sacando su arco y las flechas, el arquero y la lancera intentaron frenar el ataque de la bestia.

Mientras ellos luchaban para sobrevivir al enorme León, Hyodou tomó la flecha en su pierna y la intento sacar, al apenas tocarlo sintió un enorme dolor que lo hizo soltarla.

—Vamos maldita sea, has algo— se dijo a si mismo, tomó un pedazo de madera y lo mordió con fuerza, luego sacó de un tirón la flecha, gracias a la pieza en su mandíbula nada lo detuvo de hacerlo.

A duras penas se pudo poner de pie y corrió cojeando hacia donde estaba Kuroka, las pisadas del León soltaron las tablas y la chica estaba hundiéndose en el agua. Ise salto a ella y se sumergió para tomarla, la llevó de nuevo a la superficie y nado hasta el barco de madera. Ahi subio a Kuroka en este, reviso de nuevo que las personas estuvieran ocupadas con el león Fu, y al estarlo, quitó el nudo del barco y dejó que se los llevara el mar.

Siguió vigilando el muelle para asegurarse de que ya no los estuvieran siguiendo, lentamente se fueron alejando de ahí hasta que apenas se veía el enorme león a lo lejos, el rostro del dragón se movió asustando al chico; esta cabeza los miró a ambos un momento para después voltear nuevamente hacia adelante.

El castaño escucho algo que surgía del agua, y de entre la niebla vio alzarse un portón Torii, el barco siguió moviéndose hacia este mismo.

—Hn...— la voz de Kuroka llamó la atención del muchacho quien volteo su mirada hacia ella.

—Kuroka— la llamó.

Ella abrió sus ojos y vio al muchacho todo empapado mirándola.

—I..Issei— dijo levemente.

—Oh dios, estás bien, gracias gracias— murmuró abrazándola con fuerza.

La chica confundida miraba hacia los lados, estaba en la barca y se dirigen hacia el Torii.

—¿Donde estan los ángeles?— preguntó confusa.

—Los deje en el muelle, están ocupados con un enorme León.

—León... ¡Hn! ¿Usaste el magatama?— él asintió. —No debiste hacerlo.

—Tu estabas en peligro Kuroka, claro que lo debía usar, pudiste haber muerto.

—¿Y?— cuestiono —Mi vida no importa, si te hubiera pasado algo hubiese—

Kuroka no pudo terminar, pues los labios del muchacho la callaron, Hyodou la tomó y la beso para sorpresa de ella. Cuando se separaron sus labio, el chico la miro a los ojos.

—Me importas me oíste, eres lo mejor que me ha pasado y no me he di cuenta desde hace dos meses, que si no estuvieras, ya no sería lo mismo. No me importa si son ángeles o lo que sean, si son youkais o leones, haré lo que sea para tenerte junto a mi, quieras o no.

Kuroka se quedó callada, mirando al chico sintió la misma calidez en su corazón que él experimentaba, no quería aceptarlo, lo negó varias veces cada vez que salía y lo nego mucho cuando se fue, pero ella tambien sentia lo mismo por el castaño.

No necesito decir nada, simplemente acercó sus manos hacia las mejillas del muchacho y esta vez ella fue quien lo beso, un beso apasionado, puro, que sentía ella, dejaba claro que también comparte esos sentimientos por el muchacho.

Compartieron un apasionado beso por unos segundos, apenas separaron sus labios, en cambio juntaron sus frente mientras él la sujetaba de la cadera y ella, sentía sus suaves mejillas.

El barco entró en el Torii, llevando la pareja lejos de ahí y con suerte, a un lugar seguro.


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黒猫

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Tres días después.

—¿En que le puedo ayudar?— preguntó la encargada de los boletos.

—Dos tiquetes hacia nagasaki por favor.

La encargada cobró el pasaje y entregó las tarjetas de pase del tren bala, quien los tomó era una muchacha de un cabello castaño largo, traía puesta una camiseta tipo sueter beige y encima una chaqueta café, traía una falda roja y botas.

Un poco más alejado de ahí estaba un señor de cabello castaño, leve barba en un candado y de lentes, vestía una camisa de manga larga y pantalón oscuro. Estaba mirando su reflejo en uno de los vidrios de los anuncios que ponen ahí, haciendo muecas mientras tocaba su mejilla y nariz.

—No te toques mucho,— comentó la mujer acercándose —Se puede caer el camuflaje y podrían ver tu cara.

—Es que es muy raro ver un rostro que no es el mío.— explicó.

—No le veo nada raro— miró también su reflejo ella —Te ves más guapo.

—¿No te gusta como me veía?— pregunto algo asombrado.

—Todo de ti me gusta— beso su mejilla.

Este sonrió de lado mientras se iban de ahí, esperaron en la estación mientras llegaba el tren bala, la mujer entrelazo su brazo con la del hombre, se veían tranquilos, alegres.

—¿Van de visita hacia Nagasaki?— preguntó una señora sentada en la banca.

—Si, mi esposo y yo— replico tranquila —Pensábamos ir a visitar a una amiga que vive ahí.

—Ya veo, ¿Amigo cercano?

—Casi una madre para mí— indicó la mujer —no se lleva muy bien con ella— comentó apuntando a su "Esposo" —Pero en el fondo si se quieren.

—Así es la vida, no pasa nada— contestó la señora.

Llegó el tren a la estación, bajando los pasajeros entraron ellos dos y tomaron sus respectivos asientos.

Ya en sus lugares, el hombre miró a la mujer.

—Es curioso como te es fácil pegarse al papel de pareja casada.— ella lo miró sonriendo.

—¿Y porque no? Prácticamente lo somos, solo faltaria un anillo en mi dedo.

—Bueno.. si tu quieres— comentaba sonrojado —Solo ocupo conseguir un trabaja de medio tiempo y.

—Shh, tranquilo— puso su dedo en sus labios —Todo vendrá a su tiempo, por ahora, descansemos, todavía falta mucho para llegar a Nagasaki.

Recostó su cabeza en su hombro mientras entrelazaron sus manos.

¿Que había en nagasaki?

Quien sabe, a lo mejor ahí era un lugar seguro, por ahora, ellos dos disfrutaban la compañía uno del otro.

Un dia como ningun otro, Issei Hyoudou recogió una gata malherida bajo la lluvia, ella fue su amiga, su familia y ahora, la mujer que mas amaba en su vida.

A lo mejor quien sabe, quizás todavía queda mucho por delante, nadie sabe si los están siguiendo o si algo mas pasara en el futuro.

Eso es historia de otro momento, por ahora, solo importaban ellos dos y eso, eso era de lo que más estaban agradecidos de vivir.


FIN