Life is short

.

Genya x Tanjirou


.

- 3 -

.

.

.

Durante todas las dos horas que estuvo en el club de tiro, Genya no falló ningún disparo. Su hermano tenía razón, cortarse el cabello habría sido fatal, podría sentir ni observar el viento con tanta precisión de haber cometido esa locura. Aunque sabía que todos esos disparos acertados en el blanco eran para canalizar sus nervios. El día anterior también había sucedido, pero pasaron cosas que no planeó. Ahora tiene una segunda oportunidad, y ni loco va a desperdiciarla.

Cuando terminó tomó sus cosas y ordenó su casillero de los vestidores lo más rápido que pudo. Disculpándose con algún compañero que estaba por pedirle algún consejo, solo se fue corriendo con un solo sitio en la cabeza, sin mirar atrás.

Fallar dos veces seguidas en un tema como ese sería lo más patético del mundo, aunque ya no tenía muy en claro lo que iba a decir. El día empezó demasiado deprimente cuando se miró al espejo, pero ahora que surgía un rayito de esperanza no lo iba a desperdiciar. Iba a pensar tanto positiva como negativamente. Si esta vez iban a rechazarlo, sería directamente, y él lo aceptaría. Pero no obtendría un posible rechazo sin luchar.

Aunque, como estaba corriendo tan rápido para llegar al patio trasero, casi choca con alguien girando por el callejón que llevaba a ese sitio. Y ese alguien era Tanjirou.

Se detiene en seco cuando lo vio, haciendo equilibrio para no chocar o caer, ambos mirándose a los ojos un poco sorprendidos al inicio. El silencio rodeándolos al inicio. Se quedan ahí, en el callejón estrecho, solo los dos.

—Hey —dice Genya, apretando la correa de su bolso escolar, tratando se no sonar tan nervioso, aunque la voz cansada por la carrera que acababa de tomar camuflaba un poco eso.

— Hey —dice Tanjirou de vuelta—, aquí estoy.

Genya lo agradece internamente, que se tome el tiempo de ir a verlo a pesar de que debe estar cansado por las actividades de su propio club. Pero ahí estaba, mirándolo con ojos atentos porque realmente quería saber qué le pasaba. Porque Tanjirou era así, y a él le encantaba que fuera así.

—Sí... —comienza a decir, y decide de repente que no tiene tiempos para rodeos—. Mira, ayer sí llegué, pero tarde y te vi con Inosuke.

—Oh, sí, él llegó de repente y me pidió un favor peculiar —se explica Tanjirou, y Genya entiende a qué se refiere.

—Lo sé, los vi, pero no me acerqué porque, bueno, los escuché y...

Entonces Tanjirou parece sorprendido, un poco alarmado inclusive.

—Genya, no es lo que piensas, eso solo fue...

—Yo sé, yo sé —le tranquiliza, levantando una mano en señal de calma—, Inosuke me contó. Pero de todas formas me fui porque... —se lo piensa un segundo, solo uno, porque si es más tiempo podría arrepentirse—… me sentí mal. Escucharlo decir eso para ti.

—¿Por qué? —pregunta Tanjirou, obviamente confundido.

Genya respira profundo en su interior, dispuesto a soltar la bomba en forma de palabras sin contenerse de ningún modo.

—Sinceramente, sentí que alguien me había ganado. En la confesión.

Tanjirou parpadea una vez.

—¿...confesión?

—De hecho, ayer te dije que vinieras por lo mismo, así que cuando escuché a Inosuke me sentí desalentado... y con el corazón roto.

Ya no puede parar después de decir eso, así que solo sigue, y sigue, y sigue.

—Sé que es una locura y esta debe ser la peor confesión de todas, pero, es así. Me gustas, Tanjirou.

Lo mira solo un segundo, durante un milisegundo lo mira a los ojos cuando dice eso y de repente se siente con un peso encima. Siente la libertad necesaria para seguir hablando, cuando sabe que no es bueno para las palabras, pero de todas formas lo hace.

—Yo sé que no es algo con lo que te debes sentir del todo cómodo, porque me conozco y sé que soy un idiota, y soy un chico, ayer me sentí más idiota que nunca, soy…

—A mí también —dice Tanjirou de repente, pero Genya no se detiene.

—…un impulsivo torpe y no entiendo los números cosa que sé que no me hace mala persona, pero mi hermano me ha encasillado que sí, y tú te…

—A mí también —Tanjirou repite.

—…Mereces a alguien mejor y... espera, ¿qué tú qué?

No se había dado cuenta, en el momento que Tanjirou lo miraba con una pequeña sonrisa en la cara. No de esas amplias que le llegan a ambos lados de la cara y le resaltan las mejillas, sino una pequeña y cálida, diminuta pero que parecía expresar demasiado como para explicarlo.

—Que tú también me gustas —Tanjirou dice.

Y Genya piensa que acaba de escuchar mal.

—¿...qué?

—Desde el mes pasado, creo... pero no estaba seguro, hasta hoy.

—¿Qué? —Genya repite.

Este día ha sido muy confuso.

.

.

.

Media hora más tarde están sentados en una banca del parque más cercano a la escuela. Tanjirou ha comprado helado para los dos en lo que Genya procesaba lo que acababa de decirle. Fue como un zombie caminando varias calles al lado de Tanjirou sin saber qué decir. Porque no se lo creía, pero no podía ser mentira ni una broma porque ese chico era incapaz de mentir.

No es hasta que siente que el helado derretido le ensucia los dedos que decide explotar.

—Me voy a retractar, quiero golpearte.

—Eso no es noticia, creo —dice Tanjirou, con un tono comprensivo.

—Me vas a volver loco. No puedo creerlo. Que te gusto yo, no puede ser.

—¿Y cuál es el problema? ¡Si eres genial! ¡Y siempre eres amable conmigo!

—Basta, no sigas —Genya no podía mirarlo—. Siento que voy a morir.

—Esto es mi culpa, perdona que haya tardado tanto, pero… supongo que tenía miedo porque se trataba de ti —Tanjirou se explica, sin mirarlo tampoco—. Y lamento haber usado tu confesión para mi beneficio. Además, que ayer arruiné tu primer intento por mi culpa…

—No fue tu culpa, es de Inosuke. Ahora quiero golpear a Inosuke —declara Genya antes de proceder a comer su helado antes de que se derrita por completo.

—¡Deja de querer golpear a la gente! —le espeta Tanjirou, indignado—. ¿No puedes pensar en otra alternativa para llevar esto?

Genya se detiene y en serio que piensa en una alternativa distinta. La primera opción que cruza por su cabeza le gusta. Y se siente suficientemente impulsivo como para decirlo en voz alta.

—En realidad, ahora pienso que te podría besar.

Sin embargo, es obvio que al segundo siguiente ya quiere morir.

No se dicen nada, solo se miran, y conforme pasan los segundos las caras de ambos se ponen rojas. El helado de Genya cae al suelo cuando ambos desvían las miradas.

—Eso fue…

—Estuvo mal decirlo, perdón.

—No, no, está bien, aunque ahora hay mucha gente.

—Ya sé…

Genya se apoya contra el respaldas de la banca, sin atreverse a mirar al chico a su lado. Ojalá fuera más fácil, piensa. Ojalá todo hubiera salido como él planeaba. Aunque el que le guste a Tanjirou es mejor que cualquier alternativa. Pero simplemente no puede procesarlo aún.

Así como no puede reaccionar para nada cuando Tanjirou apoya su cabeza en su hombro, sin aviso alguno.

—Podríamos ir a mi casa, peor hay mucha gente.

Tanjirou quería matarlo, eso era seguro. Pero eso no evita que le siguiera el juego.

—En la mía también…

—Podríamos ir a otro lado. Como en una cita.

—¿Una de esas oficiales? ¿Cómo las parejas?

—¿No lo somos, acaso?

Entonces se miran, largamente, en silencio. Porque era cierto.

Si ambos se gustaban, y aunque era tácito, era cierto que no les importaba nada más, por qué no solo hacerlo oficial y ya. No había nada más que Genya deseara en el mundo. Pero aun estaba asustado, por alguna razón.

Sin embargo, no contaba que Tanjirou no estuviera asustado para nada. Sabía que el chico que le gustaba era el más valiente de todos, pero no esperaba que se atreviera a rozar sus labios con los de él.

Tampoco se imaginaba a sí mismo correspondiendo el pequeño e inexperto beso con tanto anhelo, haciéndolo más profundo, más cargado de todo lo que quería transmitir.

Dura seis segundos, y cada uno de ellos es verdaderamente mágico.

.

.

.

—Estoy saliendo con Tanjirou.

Esas palabras eran una prueba, para ver si a su hermano le daba una embolia ahí mismo, en la entrada de la casa donde se habían encontrado cuando llegaron los dos al mismo tiempo.

Pero, aunque a su hermano no le da una embolia, sí tiene una expresión que desea capturar con la cámara, pero no quiere morir todavía. No después de la tarde tan mágica que acaba de pasar.

—Eh, bueno. Sabía que tus estándares eran bajos, pero no tan bajos —es lo que dice, y a Genya no le sorprende, pero piensa que es lo mejor que podrá obtener en la vida—. Como dije, haz lo que quieras.

Y, sin embargo, antes de que ambos entren, Sanemi agrega una cosa más.

—Gracias por contarme, estúpido.

No puede evitar sonreír en lo que va a su habitación a dejar sus cosas, es una sonrisa boba, pero no puede contenerla.

La sonrisa se ensancha cuando enciende su celular.

"Qué bueno que no perdiste tu celular. Así puedo seguir hablando contigo. ;)"

Entonces Genya piensa, que la vida es demasiado corta como para no arriesgarse. Y que la vida misma puede sorprenderte cuando lo intentas.

.

.

.

.

FIN

.

.

.

N/A: Muchas gracias a todos por leer! Espero que les haya gustado, aunque sea un poquito uwu eso, ya nos leemos por ahí

Layla Redfox fuera!

:3