Añorada Infancia

—Hola, mucho gusto. A partir de hoy seré tu nueva Nana. Mi nombre es Charlie Magne —se presentó la joven muchacha de cabellera rubia larga y rosadas mejillas cual manzana.

Observándola en silencio desde su propio lugar, el pequeño Alastor analizo a la muchacha que tenía frente a él. Con apenas dieciséis años y una altura semejante a la de su madre, vestía ropas sencillas que no se parecían jamás a las ropas que usaban las señoritas acomodadas que colindaban su casa. Tenía una sonrisa estúpida y parecía verlo como un simple niño de escasa edad. Por eso, ensanchando su sonrisa en un gesto más burlón, se acercó hasta ella acerco hasta ella con una mano extendida de la cual, curiosamente salto un pequeño animal verde que termino impactando en el vestido de la pobre Charlie.

Un enorme grito provino de parte la recién llegada, la cual cayó al suelo con ojos despavoridos mientras Alastor reía a carcajadas al intentar atrapar la pequeña lagartija que había estado sosteniendo hasta hace un momento.

En vista de la enfermedad de su madre, muchas de las tareas en relación a su crianza, a Alastor le fue conferida una "nana". Si de verdad el niño era sincero, había detestado la idea desde el primer momento que su padre le había hecho saber la futura llegada de dicha persona, era casi como una especie de bofetada a la incontenible realidad que amenazaba su calma. Alastor no era tonto, aun cuando apenas tenía sus nueve años, sabía muy bien como era algunas cosas de la vida, sabía que la enfermedad de su madre no era sencilla de curar y ese tipo de acciones parecieran casi predicar la futura ausencia de ella. Sumado al hecho de la constante ausencia de su padre en casa y ahora la molesta presencia de una nada que no había pedido, habían hecho que la molestia de Alastor solamente aumentara. Él no iba a aceptarlo, no estaba dispuesto a aceptar tan fácilmente la partida de su madre por algo tan vil como una enfermedad.

Por ello fue indulgente, fue un niño exigente, haciéndola pasar trabajo desde el primer momento que sus mejillas de manzana se mostraron en su hogar. Se quejaba de su comida, se quejó de como ordenaba sus cosas alegando que encontraba sus libros, le hizo todo tipo de travesura que paso por su infantil cabeza hasta hacerla chillar de susto en múltiples ocasiones. Quería hacerle saber que ella no era bienvenida en su casa y que no estaba dispuesto a aceptarla.

Eso hasta que su madre se dio cuenta de sus acciones y le regaño fuerte, pero con un tono de condescendencia muy característico de ella. Alastor no pudo evitar sentirse avergonzando, porque no quería molestarla a ella. Intento excusarse, viéndola con ojos nerviosos e intentando espetar que no necesitaban de Charlie y que ella pronto mejoraría. Sin embargo, los ojos de su madre cambiaron en una expresión melancólica que ocultaba demasiadas cosas, aproximándolo a una verdad que le pesaría constantemente por el resto de su vida.

—Tendrás que ser fuerte mi amor —le dijo esa tarde, conteniendo en sus ojos las lágrimas—… quizás no pueda seguir la promesa de estar juntos por siempre.

El peso de sus palabras cayó en Alastor como un balde de agua congelada, haciéndolo estremecer y sostener su mirada con una incredibilidad que hizo desaparecer la sonrisa que siempre tenía. Su labio inferior tembló en reflejo desesperado del remolino que se formó en su estómago y su pecho, la mirada de dolor de su madre persistía, pero estaba determinada en obtener de él una respuesta que pudiera convencerla de que estaría bien aun sin ella. Seria mentir muy descaradamente si decía que sería fuerte, porque en ese mismo momento se estaba cayendo a pedazos.

Aun así, él pudo resistirlo.

Conteniéndose hasta el último momento de la dura conversación, asintió sus palabras y le prometió que haría hasta lo último para continuar con esa sonrisa que ella tanto le gustaba, fue entonces que con un apretado abrazo se despidió de su madre con su habitual beso en la mejilla y salió a toda velocidad hacia el amplio jardín de su casa, hasta el árbol donde su madre y el compartieron hasta cierto tiempo la afable lectura. Eso hasta que su cuerpo había empeorado y tuvo prohibido salir de la casa. Bajo ese mismo árbol que ocultaba el cielo nublado, sintió que las lágrimas y los hipidos que había contenido hasta ese momento salieron como una tormenta, cayendo sobre sus mejillas y acelerando el temblor de su cuerpo.

Era injusto.

Le parecía una jugarreta malvada de dios el que quisiera a su madre tan pronto cuando el todavía no había tenido el suficiente tiempo de disfrutar de ella. A pesar de que su amada madre le había dicho que seguiría con el hasta verlo casado y ser una pobre mujer llena de arrugas, la promesa quizás no podría ser cumplida. Él quiso gritar, llorar en una plegaria desesperada a dios para que no se la llevara, que le permitiera a su madre quedarse hasta donde ella prometido, dejándole a él la tarea de acompañarla hasta ese momento, cumpliendo sus sueños con el único afán de mantener aquella enorme sonrisa en sus bellos labios.

Pero él no le escucho.

La enfermedad de su madre no desaparecería y algún día ella moriría, no sabía cuándo, no sabía cómo. Solo se iría y lo dejaría solo.

Estaba tan lleno de dolor y de odio quería romperlo todo, destrozar el mundo a pedazos. Pero cuando creyó que la desesperación lo consumiría por completo, un par de cálidos brazos lo sostuvieron entre ellos, acercándolo hacia la repentina presencia de Charlie que estaba ahora de rodillas, abrazándolo.

Su cuerpo se llenó de molestia al verse encontrado por ella y su acto de lastima, dispuesto a zafarse y gritarle que le dejara, comenzó a removerse cuando su suave voz lo lleno con sus palabras y se detuvo de repente.

—Está bien. No tienes que ser fuerte y contener lo que sientes —susurro cálidamente, acariciando la curva de su cabello y acunándolo en su pecho.

Lo que lo sorprendió de todo ello, no fueron sus palabras o sus acciones, fue el simple hecho de ella también lloraba con él. No se compadecía ni le veía con la lástima que muchas personas le dirigían al enterarse de la realidad de su madre. Ella compartía y sentía su dolor como si fuera el de ella, buscando desesperadamente una forma de hacerlo sentir mejor, aunque eso fuera imposible. Por ello simplemente aparto sus lágrimas para observarla curioso, sintiendo algo extraño en lo profundo de su pecho que le hizo pensar que quizás había juzgado mal desde el primer momento y que aquella linda muchacha que ahora lo acobijaba cálidamente era una buena persona.

Un ser demasiado cálido.

Con el paso del tiempo su relación comenzó a mejorar. El dejo de hacerle travesuras y ella estuvo más que complacida por su nuevo trato, invitándolo a compartir nuevos tipos de actividades mientras ella estaba encargada de los quehaceres de la casa. Comenzaron a leer los libros que Alastor tenía guardados en su casa y a conversar por largo rato cada vez que él terminaba sus tareas de la escuela, de por si él era lo suficientemente hablador, pero hablar con Charlie se le hacía demás interesante porque ella también parecía conocer muchas cosas. Complaciéndolo al preparar su comida favorita más ocasiones de lo que él podía llegar a imaginar.

Pero, uno de los hechos que siempre aprecio y le agrado profundamente fue el espacio que ella permitía a él y su madre, dejando que el tiempo en que pasaba con ella fluyera hasta que debiese iniciar sus deberes. Fue así que más pronto que tarde, la chica fue haciéndose un importante lugar en el corazón del pequeño Alastor.

Entonces un día se vio extrañamente sorprendido.

Motivado por las palabras de su madre que le indicaba como debiese tratar a las mujeres que se llevaran su aprecio, decidió sorprender a Charlie con un pequeño manojo de flores que busco exhaustivamente por todo el bosque cercano al jardín. Trato de no tardar lo suficiente para no elevar sospechas o preocupaciones, logrando su cometido en un par de horas. Satisfecho llego hasta la cocina donde la joven muchacha preparaba la comida de esa noche.

— ¡Charlie! —la llamo emocionado. Ella se volteó de la cocina, limpiando sus manos con el pañuelo, lo miró con curiosidad hasta que se vio sorprendida con un ramo de flores en el rostro—. ¡Ten!

—Alastor ¡Por dios, son hermosas! ¿Las escogiste tú? —pregunto. Alastor asintió, inflando el pecho bastante orgulloso de la expresión de sorpresa que se dibujó en el rostro de Charlie—. Me encanta mucho, de verdad, muchas gracias —expreso tomándolo entre sus brazos y dándole un pequeño beso sobre la frente.

Su cálida sonrisa y el amoroso beso que dio sobre su frente, lejos de incomodarlo el toque, hicieron que fuertes colores cubrieran la totalidad de su rostro, tomando especial lugar en sus mejillas. Casi sin poder evitarlo, excusándose de haber dejado su abrigo en el jardín, salió disparado de la cocina sin entender lo rápido y repentino de las terribles pulsaciones que sentía en su pecho.

Abrumado, las preguntas de que habría sido esa reacción fueron y vinieron durante varios días, sintiendo su corazón alborotado en más ocasiones de las que quería admitir, y en circunstancias cada vez más cotidianas que hacían imposible de eludir. Fue entonces, que harto, consulto aquello con la única persona cuya confianza superaba la de Charlie: su madre.

Le planteo el hecho esperando algunas respuestas concretas, para verse sorprendido por la cándida y jovial risa de su madre, una risa, que de no ser porque era a costa suya, podría haber disfrutado agradablemente dado el tiempo ella tenía sin poder reírse tan alto dada su enfermedad.

—No entiendo el motivo de la gracia, mama —comento en un mohín.

Pero con su madre disculpándose, simplemente no le importo eso. Le había hecho feliz verla reír estruendosamente después de tanto tiempo. Fue entonces que, con una dulce sonrisa de oreja a oreja, le comento la razón detrás de sus reacciones.

—Oh, querido. Parece que la dulzura de nuestra querida Charlie ha llegado contigo —comento.

Fue así que se percató que le gustaba esa grácil muchacha.

La conciencia le hizo sentir avergonzado, especialmente con el hecho de la sonrisa divertida de su madre. Pero entonces razono que mientras no dijera nada, podría soportar ese sentimiento e impedir que el bochorno llegara más lejos.

Sin embargo, a su lado le era muy difícil bajar la guardia.

Sentados ambos debajo del gran árbol una tarde verano, Charlie tejía algo con lana mientras que Alastor estaba leyendo uno de sus tantos libros. Poco a poco, la tranquilidad de la tarde acompañada de la suave brisa, hicieron que la relajación del cuerpo del pequeño lo llevara a sucumbir al sueño.

No fue hasta un rato después que noto que se había quedado dormido.

Confundido y severamente avergonzado, el pequeño niño no supo cómo había llegado a quedar dormido entre los brazos de una afable Charlie, estaba indeciso de si debía moverse o algo, atrapado entre los brazos de su joven nana.

—Alastor…

Con murmullos adormilados, Charlie lo había tomado más cálidamente entre sus brazos, acariciando un poco su cabello en medio de su ensoñación.

Y aunque estaba sumamente avergonzando con su corazón latiendo fuertemente, decidió que no le haría ningún mal volver a quedarse dormido.

Quizás, disfrutar de aquellas dulces atenciones que silenciosamente le otorgaba Charlie no le harían ningún tipo de daño.

¡Hola! Espero estén sanos y a salvo durante estos días de cuarentena. Como he tenido un poco de tiempo libre, he estado escribiendo una serie de one shots a partir de una serie de fanarts muy hermosos que vi en Twitter. El primero que comenzó esto fue el hermoso trabajo de Sheila9696716588 el cual me trajo años de vida. Este no sera el primer ni el único OS originado a partir de sus trabajos, esta persona tiene un arte de encanto y muerte que les fascinará, así que las invito a seguirla.

También como había anunciado en el resumen, muchos de estos OS estarán concadenados, así que estén siempre atentos a las continuaciones de estos. No quería hacer longfics de ellos, pero tampoco podía abandonar las ideas así como así, yo se que les encantará. Estaré publicando el resto de los OS que escrito a lo largo de estos días, esperenlos con ansias.

Link original del fanart de inspiración: /Sheila96716588/status/1236498798047834112?s=19&fbclid=IwAR3IaQOF78bK9-N6VHazv6aeBIqjoXCamp77yNVDz6dAQ9rljNWrBBpTxwo