Acabo de editar esto desde un celular, así que puede contener algún error en alguna que otra parte, no estoy segura. Dicho esto, me complace presentarles el capítulo final de este fic que no creí que terminaría pero que sí terminé. Es un capítulo largo para lo que generalmente fue la extensión de los capítulos en este fic, pero casi siempre mis capítulos finales son largos, así que espero que les guste.
Veintiuno.
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Despierta viendo el techo de la habitación iluminada por los primeros rayos de sol. Inosuke no está seguro de qué lo despierta. Podría ser Zenitsu que habla dormido o una patada de Nezuko o simplemente el hecho de que siempre hace demasiado calor cuando los cuatro duermen en esas posadas que tienen habitaciones condenadamente pequeñas, pero sabe ciertamente que en el momento en que abre los ojos ya no podrá volver a dormir.
Se sienta, se frota los ojos y mira a su alrededor. Hay suficiente luz de las ventanas para ver que, al lado suyo, hay una cama, una que no contiene un Zenitsu babeante ni a Tanjirou quieto cual muerto ni mucho menos a Nezuko. A su lado hay una cama y está vacía. El olor a medicinas y desinfectante reposa en la habitación y penetra en sus fosas nasales, y si eso no es suficiente indicio, el verse cubierto de vendas y el ligero dolor en sus músculos es suficiente para que él sepa en dónde está.
Se pregunta brevemente cómo fue que llegó allí, pero no le preocupa tanto. Se levanta entonces, sintiendo un ligero tirón de molestia en su cadera y un dolor amortiguado en su cabeza—que ignora—, y se da a la tarea de buscar su máscara. Cuando se da cuenta que no está en la habitación, decide salir, cojeando un poco mientras camina. Inosuke no puede soportar esto, parece que su cadera se desencaja cada nada. Cada paso firme que da parece dejarlo temblando porque, aunque se negaría a admitirlo, su cuerpo aún no está curado de los eventos del día anterior. Él resopla irritado por eso, pero a pesar de las heridas, continúa caminando por los pasillos de la Finca Mariposa.
Antes de siquiera poder preguntarse quién ha sido el listo que le ha quitado la máscara y ha decidido que era buena idea llevarla a otro lugar, reconoce una presencia familiar; una que había sido muy débil en las últimas semanas, pero que ahora parece ser como siempre. Él tiene la certeza de quién es la persona en el jardín antes de confirmarlo. La siente más que verla, como si su presencia se volviera algo tangible. Inosuke apresura sus pasos ignorando el dolor en su cadera y olvidando la máscara momentáneamente, dirigiéndose hacia el jardín. Cuando sale, se congela, y realmente no es por el frío de la brisa que trae la madrugada y que golpea directamente en su piel expuesta.
Su corazón se detiene por un segundo. Es como si hubiera muerto un instante y luego vuelto a la vida como alguien nuevo. No puede evitarlo cuando se queda mirándola fijamente. Hay muchas emociones en su interior y no puede siquiera empezar a numerarlas ni mucho menos distinguirlas, pero entre tantas cosas que lo abordan, lo que más siente es alivio.
Tal vez es un sueño. Él tiene sueños raros a veces. Tal vez su subconsciente—esa cosa que Tanjirou dice que todo el mundo tiene—ha hecho que él la vea ahora, altamente influenciado por el demonio que enfrentó la noche anterior. Se pellizca sólo para corroborar, pero aparte del pinchazo que siente en su brazo, todo parece igual. Ella sigue siendo tan real, sentada a unos cuantos metros de dónde él está parado.
Aoi. Se oye decir el nombre en su cabeza, pero el sonido no se eleva hasta sus labios al ver a la chica en el amplio porche de madera, con las piernas colgando sobre el borde. Lleva puesta la ropa que la marca como un paciente del lugar y cada centímetro de su cuerpo es cubierto con los colores del amanecer, haciendo que parezca que brilla.
Algo sobre la forma en que su cabeza se inclina hacia atrás, dejando caer su cabello sobre su espalda, hace que Inosuke trague. Esto es extraño, porque no puede soportar el intenso golpeteo en su pecho que ha aparecido de un momento a otro. Es extraño ver cuán relajada se ve Aoi apoyada en sus manos mirando el cielo, como si nunca hubiese estado al borde de la muerte—y hubiese muerto, de hecho—y de alguna manera Inosuke se siente inquieto.
Aoi, lo intenta de nuevo. Se imagina decirlo con una voz autoritaria que la haga mirarlo inmediatamente, pero no sale nada, y se da cuenta de que no está seguro de cómo estar cerca de ella ahora y de que no había pensado qué decirle cuando despertara, tal y como lo demuestra su incapacidad actual para hablar.
Su estómago gruñe repentinamente, también inestable y evidentemente vacío, cortando el sonido del viento y los insectos, llenando ruidosamente el lugar. Se aferra a él con las manos, como si con eso consiguiera callarlo—se está muriendo de hambre y no se había dado cuenta de eso—pero es demasiado tarde porque Aoi gira la cabeza y lo ve. Sus ojos azules están brillando en la penumbra; brillando con vida. Aoi está viva de verdad y no sólo existiendo. Ella está despierta ahora y cuando finalmente entiende esto, el peso imaginario de su pecho se desvanece parcialmente. Él había estado cargando esa culpa durante las últimas tres semanas, o el mes completo, o más del mes, tal vez. Realmente no puede decir cuánto tiempo ha pasado desde ese incidente, pero si puede decir que se siente renovado. Bueno, más o menos, porque sigue sintiéndose raro.
La situación en sí es rara. Y ella ha de estar pensado que él es un fantasma o algo así porque lo mira, pero no dice nada.
—¡Tengo hambre! —Inosuke grita, demasiado alto. Su voz suena falsa, aunque no está seguro de cómo una frase como esa puede ser una mentira porque en efecto, tiene hambre, pero no es lo que quería decirle. Se sacude el cerebro por algo más que decir, pero encuentra su cabeza vacía de cosas útiles. Sus pensamientos parecen fragmentados.
Aoi frunce el ceño, y por muy extraño que fuese, Inosuke se siente bien. Después de tanto tiempo viéndola dormir, es casi increíble verla teniendo expresiones ahora. Luego él piensa en lo que significa que ella frunza el ceño y se prepara para un regaño.
—No deberías estar despierto todavía, y definitivamente no deberías estar gritando así. Las personas todavía están durmiendo y, además, todavía estás herido. Tú cadera está-
—¡¿A quién demonios le importa?! ¡Estoy genial! —él continúa en voz alta, con la voz extrañamente quebrada y el corazón retumbando, pero necesita quitarse esta incomodidad de encima —. ¡Mejor que nunca! ¡Los venceré a todos si quisiera hacerlo! ¡Podría correr por todo este lugar y no me cansaría!
Baja corriendo los escalones de madera, aterriza pesadamente en la tierra y sigue avanzando en dirección al jardín. La cadera le arde y la cabeza le punza, pero siente una gran necesidad de liberar energía justo ahora, aunque desacelera el ritmo y ahora sólo camina. Tiene ganas de gritar, y así lo hace; un grito largo y satisfactorio brota de su garganta como si hubiera estado esperando por un tiempo sólo soltarlo así, sin más.
—Eres demasiado ruidoso —viene una voz desde atrás. Inosuke no tiene que darse vuelta para saber que es Aoi detrás de él —. No te sobre esfuerces.
—¡Yo hago lo que quiero! ¡Por algo soy el rey de la montaña! —Inosuke continúa gritando.
—¡Para de gritar!
Algo dentro de la cabeza de Inosuke hace corto. Ha pasado tanto tiempo desde que Aoi le gritó así, persiguiéndolo como si literalmente lo fuera a atacar si fuese necesario. No debería sentirse bien porque ella básicamente le está ordenando qué hacer, pero de alguna manera lo hace. Y esto es algo que no deberían estar haciendo, pero nadie más está despierto todavía e Inosuke sonríe y corre más rápido y no se calla. De alguna manera, todavía está sorprendido cuando Aoi realmente lo aborda y lo toma del brazo, halándolo hacia ella, pero resultando en el efecto totalmente contrario, porque Inosuke tiene más masa muscular y, por lo tanto, es más pesado. Ambos sisean de dolor cuando sus cuerpos se estrellan y, por el impulso, terminan chocando en el suelo. Inosuke solo logra amortiguar su caída boca abajo con los brazos. Se mete tierra en la boca y escupe. Aoi termina acostada a medias sobre él.
—Mira lo que terminas haciendo —más que enojada, Aoi suena preocupada cuando se mueve tan rápido como su cuerpo se lo permite y se acomoda fuera de él.
Inosuke resopla, luciendo orgulloso de sí mismo, luego lentamente se acomoda y se coloca en una posición entrecruzada, que le permite no tener todo su peso sobre el lado derecho de su cadera. Él inclina la cabeza, todavía sin la máscara de jabalí, y mira hacia donde puede sentir los ojos en él. El ceño fruncido de Aoi es profundo, la mirada fija en las marcas moradas que se pueden ver en los costados de su cuerpo gracias a la camiseta que trae abierta.
Él resopla de nuevo. —¡Pues no es-!
Aoi mueve una de sus manos para ponerla sobre la boca del chico. —¡Inosuke-san, en silencio! ¡Estás herido!
El chico se calla, mirando a Aoi. Se siente un poco más ligero porque, finalmente, al tenerla cerca, puede darse cuenta de que las lesiones que ella había sufrido no se ven tan mal como una vez lo hicieron y eso es bueno. Inosuke siente una burbuja de calor en su pecho ante la evidente preocupación que ella le está mostrando, a pesar de que él ha sido la causa de que ella sufriera tanto dolor. Siente que su corazón se acelera y, en lugar de escucharla regañarlo, lame la palma que cubre su boca. Aoi chilla sorprendida, quitando la mano de su boca y echándose un poco hacia atrás.
—¿Qué estás haciendo? —ella pregunta. Se ve confundida y tiene las mejillas sonrojadas ligeramente, pero lo mira como si buscara la respuesta a una pregunta que no le habían hecho. Ella no parece enojada, más curiosa en todo caso.
—¿Ahora? Nada —él comienza a arrancar la hierba alrededor de su mano como para mantenerse distraído. No la mira, y la sensación retorcida en sus entrañas lo invade ante la obvia conversación que ambos deben tener pero que están evitando convenientemente.
Inosuke está confundido por, bueno, lo que sea que esté pasando, pero no está realmente de humor para pensar. Su cabeza duele, pero no recibe ningún sonido emitido por Aoi.
¿Por qué las cosas son tan malditamente extrañas?
Hay una tensión entre ellos, e Inosuke realmente no puede decir por qué. Las cosas habían ido bien, casi de vuelta a lo que habían sido sus interacciones normales del mes anterior a lo que pasó, pero ahora…
Zenitsu se lo dijo una vez. Él solo tiene suficiente espacio en su cabeza para una cosa a la vez, pero parece que hay un espacio vacío en algún lugar dentro de Inosuke, y está lleno de algo que lo hace querer mirar a Aoi y preguntar por qué y quién y qué pasa si… No sabe cómo terminan esas preguntas porque las corta a medias, no dispuesto a darles un final en su cabeza. Todo lo que sabe es cómo comienzan, y se siente mal, las tripas se le retuercen con extrañas emociones; sentimientos desagradables e inquietos que le hacen querer gritar—otra vez—y arrancarse el cabello. Inosuke no ha sentido tanta confusión interna antes. Se ha sentido extraño por un tiempo, pero eso no es nada en comparación con ahora.
Y ha tenido suficiente de esta mierda.
—¿Por qué? —él gruñe, llamando la atención de Aoi —. ¿Por qué tenías que ir y hacer algo tan jodidamente tonto?
El recuerdo vuelve a repetirse en su cabeza y lo hace gruñir de nuevo.
—Yo sólo-
—Deberías haberme dejado y correr. No es como si hubiera estado fuera por mucho tiempo. ¡Soy el mejor, el más fuerte! Ningún demonio de mierda podría mantenerme abajo —él termina, agitado por lo rápido que habló, y es un alivio decir todo eso en voz alta.
—¿Y si no?
Inosuke levanta la vista bruscamente. La voz de Aoi suena casi culpable, a pesar de que parece tan enojada, con el ceño fruncido y la mandíbula apretada. La sorpresa, sin embargo, es la profundidad de las emociones que se arremolinan en los ojos azules. ¿Por qué ella se siente tan triste, tan miserable? No le gusta en absoluto, pero él no puede consolarla, porque no sabe cómo.
—No hubiese muerto, de todas formas.
—No sabes eso —ella suspira —. Yo sólo… sólo sentí que debía hacerlo, ¿está bien?
—¿Por qué?
—Porque hay vidas más importantes que otras —Aoi dice, con una expresión dura en su rostro —. Yo soy fácilmente reemplazable. No puedo matar demonios, ¿entiendes? Tú, por otro lado, eres bueno en eso. Tienes habilidad, un aliento propio, has estado en batallas muy duras y has sobrevivido a cada una de ellas y… —Aoi deja escapar un suspiro muy cuidadoso —…y me preocupé, ¿de acuerdo? No quería que te lastimaran por mi culpa. Hubiera sido peor si te pasaba algo a ti… sí, hubiera sido realmente malo si te hubiera pasado eso.
Algo en lo que ella ha dicho hace que el interior de Inosuke se retuerza, y él traga, tratando de desaparecer ese nudo que se forma en su garganta. Él mira hacia donde están sentados, lo que es bastante cerca porque sus rodillas se están tocando. Él piensa por un momento y luego decide que ha estado pensando demasiado durante las últimas semanas. Sí, todo estaría mejor dejando el pensamiento a personas más inteligentes, como la persona junto a él. No hay nadie aquí excepto ellos dos y este amanecer, relativamente lejos de los demás y así, Inosuke ignora las sacudidas en su estómago y hace lo que le viene a la mente primero; eso es lo que es mejor después de todo.
Él toma las manos de Aoi entre las suyas y las examina. Son relativamente suaves, hay muy poca callosidad en ellas, tan diferentes de su insensible par, que están marcadas y rasposas por la manipulación de katanas. Las de ella son de color crema con un tinte rosado, y pequeñas en comparación con las de él. Son manos reconfortantes, capaces de frotar suavemente la espalda de una persona afligida con tanta seguridad. Son manos valientes y fuertes por la forma en que se envolvieron alrededor de su katana para ayudarlo sin dudarlo. Son manos bondadosas y curativas. Manos a las que se les había enseñado a matar a los demonios y, sin embargo, persistían en esta tarea de sanar.
—¿Q-qué estás haciendo ahora? —cuando siente que ella intenta retirar sus manos, él las aprieta y habla.
—No es verdad —quiere sonar enojado, y lo intenta, más o menos —. No eres reemplazable. Tú ayudas bastante con lo que haces. ¿Has visto a alguno de nosotros tratar heridas que se ven mal? Es un asco. Casi siempre terminamos heridos en las misiones y si no fuera porque hay personas como tú, estaríamos jodidos. Así que no me vengas con esta mierda. La próxima vez que digas eso, créeme, voy a golpearte hasta que cambies de parecer.
Algunas gotas caen sobre sus manos y él se pregunta si empezará a llover pronto. Sin embargo, cuando las manos de Aoi tiemblan y él se da cuenta de que esas gotas son calientes, Inosuke finalmente levanta la cabeza para mirarla.
Aoi está llorando. Las lágrimas corren por sus mejillas a un ritmo acelerado. Los ojos de Inosuke se abren de más porque no está acostumbrado a ver a las personas llorar así—salvo Zenitsu—, y está bastante seguro de que Aoi no llora. Nunca la había visto llorar, al menos. Por lo general, las personas lloran si tienen un dolor inmenso, físico o emocional, no importa. Ella no tiene tanto dolor, ¿o sí? No puede ver la herida en su espalda, pero ella no se ve tan mal, y es seguro como el infierno que Inosuke no sabe qué hacer. Si es sincero, está asustado. ¿Él la hizo llorar?
Las lágrimas fluyen abiertamente por la cara de la chica, como una represa con paredes rotas. Él se pone de rodillas—siseando un poco por su cadera—, inclinándose y levantando una mano para tocarla, pero Aoi se aparta y baja la cabeza, cerrando los ojos con fuerza. Entonces, recordando como Tanjirou consoló un niño una vez, posa su mano sobre la cabeza de la chica pesadamente y la mueve un poco.
—No… eh... —Inosuke vacila, pero siente la necesidad de hablarle —. No te voy a golpear realmente. Sólo no digas esas cosas, ¡me enoja! —los temblores en el cuerpo de la chica no cesan —. Ah, mierda, por favor… por favor no llores.
Ella levanta la cabeza ante eso, la piel alrededor de sus ojos se tiñe de rojo, las lágrimas aún corren por sus mejillas. Inosuke siente que su rostro se calienta porque no esperaba que ella volviera a mirarlo.
—Lo siento — Aoi dice, limpiándose los ojos furiosamente —. Por todo. Sé que causé muchos problemas y sólo… perdón.
Un abrazo puede curar el alma, le dijo Tanjirou una vez, y aunque Inosuke es todavía reacio a demostrar afecto—no es que no le guste, es sólo que es raro—hoy puede decidir no serlo y el cielo es morado y los cerdos vuelan cuando él enreda sus dedos en la parte posterior del cabello de Aoi y tira de su cabeza hacia adelante, apoyándola en su hombro. Ella se remueve un poco, probablemente incómoda, respirando con dificultad, pero se queda quieta eventualmente y yacen así por un tiempo, e Inosuke se pregunta si todo el cuerpo de Aoi es tembloroso como el suyo. Parece que puede ser; él puede sentir los latidos del corazón de la chica retumbando contra su propio pecho.
—No necesito protección, soy el más fuerte que existe, pero… gracias —decirle eso resulta un poco más fácil cuando no puede ver su cara.
Nubes, rayos de sol, viento, insectos, aves, los pacientes que se mueven, Aoi: los sentidos de Inosuke están sobrecargados y se da cuenta de cada cosa, pero él no trata de calmarlos. Quiere almacenar este momento de alguna manera: la sensación de la mano de ella sobre la suya, sus cuerpos presionados juntos, el sonido de la respiración de Aoi tan cerca, el calor que emana de su cuerpo.
Él deja de agarrar la mano de la chica y la lleva hacia su espalda, tirando de la camiseta que ella trae puesta. En el mismo movimiento, deja que su mano se deslice debajo de la tela, tocando con la punta de sus dedos la piel que se extiende allí, hasta llegar a sentir la irregularidad de su vieja cicatriz y más arriba, la herida aún en proceso de curación. Inosuke siente la forma en que la mano de Aoi le aprieta por un momento ante el contacto, cuando él se mueve, por lo que son las yemas de sus dedos contra la piel suave. Sus ojos se cierran entonces, enfocándose en sólo sentir. Todo el aire fresco en el mundo no podría hacer que los pulmones de Inosuke se sientan llenos en este momento. Sin embargo, parece que Aoi tiene la misma dificultad para respirar normalmente, por lo que no le importa la forma en que su respiración solo parece ir entre jadeos y suspiros estremecedores.
Pero, ¿por qué ella lo deja hacer esto? ¿Por qué no está gritando o regañándolo con alguna mierda de lo que es debido y lo que no? Ella nunca ha tenido problemas para decirle a Inosuke que deje de hacer lo que sea que esté haciendo antes de hacerla enojar; ¿Por qué comenzaría ahora?
Las yemas de sus dedos se sienten como si estuvieran ardiendo cuando ella se remueve repentinamente, alejándose de él y aclarándose la garganta, mirándolo con el ceño fruncido y pareciendo enojada, lo que tendría más peso si su cara no estuviese roja.
—Deberías ir a descansar, Inosuke-san. Shinobu-sama nos dijo que tienes una cantidad de laceraciones que recubren la región derecha de tu cadera y aunque no estoy muy segura de cómo sucedió exactamente, tu cabeza tuvo un hoyo desagradable y considerablemente grande que hubo que suturar y de milagro no tienes una conmoción cerebral. Yo... desearía que te cuidaras mejor. Medicamente hablando, no deberías pararte en esa pierna por lo que serian unas dos semanas. Las articulaciones en la cadera son bastante delicadas y, de hecho, puede que tengas mareos repentinos e incluso náuseas y-
—¡Ya cállate!
Ella lo mira, notablemente indignada y verdaderamente enojada esta vez. —¡No interrumpas a las personas cuando te estás hablando, jabalí grosero!
—¡Estás hablando un montón de cosas que no entiendo, tonta!
—¡Lo único que tienes que entender es que tienes que ir a descansar!
—¡No eres quien para decirme nada! ¡También estás siendo paciente justo ahora!
—¡Que te vayas a la cama!
—¡Que no!
—Buenos días —ambas cabezas se giran para mirar a Shinobu parada en la entrada a la Finca —. Me alegra saber que ambos volvieron a ser tan enérgicos como siempre. Inosuke-kun estuvo muy triste mientras estabas en cama, Aoi. Realmente te extrañó mucho —la mujer sonríe con los ojos cerrados —. Y Aoi estuvo muy asustada cuando llegaste ayer, inconsciente y herido, Inosuke-kun. Que bueno que pudieron volver a verse —para cuando ella abre los ojos, ambos ya están de pie, pero sin mirarse, avergonzados —. Ahora, si no es mucha molestia, ¿ambos pueden volver a la cama?
—Sí señora —Aoi asiente e Inosuke está siendo empujado por ella segundos después para que se movilice.
—Oh, por cierto —Shinobu vuelve a llamar la atención cuando ya están adentro y caminando hacia sus respectivas habitaciones —, esto estaba en tu pantalón, Inosuke-kun —ella le entrega los broches de Aoi que habían sido arreglados —. Pasaré a revisarlos más tarde a ambos.
Con eso, Shinobu se retira, dejándolos solos otra vez.
—¿Qué es eso? —Aoi pregunta, tratando de mirar sus manos.
—Cosas del cabello.
—¿Cosas del cabello?
Inosuke se da vuelta y le extiende la mano. —Agarra eso.
—¿Huh? —Aoi parece genuinamente sorprendida —. ¿Para mí?
Cada uno de los nervios de Inosuke se siente al límite cuando ella estira sus manos y sus dedos se tocan ligeramente. Se imagina colocando una mano de nuevo contra la piel que tocó hace un momento, imagina el estremecimiento de la respiración que Aoi seguramente soltaría, porque ella lo dejaría tocar, ¿no? Y es raro. Así es como se siente en este momento, y él no lo entiende en absoluto. Siempre ha arrastrado a las personas a su ritmo, pero esto es diferente. Este es un ritmo en el que no debería poder arrastrar a nadie.
Cuando ella mira los broches, Inosuke resopla y la señala, lamentando que no tenga su máscara con él. —¡Más te vale ser agradecida! ¡El gran Inosuke-sama ha arreglado eso para ti! Bueno, hice que lo arreglaran para ti, aunque en realidad si arreglé uno, o la mitad de uno, ¡pero no importa! ¡Fue mi idea y punto!
Él se ríe, victorioso, pero la risa cesa cuando ella lleva los broches en sus manos a su pecho y le sonríe. Una sonrisa grande e Inosuke descubre que, de hecho, Aoi no está mueca. Todos sus dientes están allí, blancos y perfectos y… mierda, le está sonriendo a él y se ve, como lo diría Zenitsu, bonita. Tan jodidamente bonita. Una cara tan amable, con ojos cerrados y mejillas sonrojadas. Su sonrisa parece iluminarlo todo.
—Gracias. Son perfectos.
Inosuke se queda viéndola, con el rostro rojo brillante—extrañando su máscara más que nunca—y entonces sí, el cielo es morado, los cerdos vuelan y Zenitsu ya no llora por todo, porque la calidez que siente con ella es diferente y extraña y sabe que lo que sea que está sintiendo en ese momento, esa cosa cálida dentro de su pecho, va a llevarlo a la tumba tarde o temprano.
Pero realmente nada de eso importa ahora, porque después de lo que pareció una eternidad, la carga en su pecho ahora sí se desvanece por completo y el aire parece llenar sus pulmones correctamente por primera vez en mucho, mucho tiempo.
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Fin
Mil gracias a todos los que leyeron esto. Me ha gustado cómo ha quedado este fic, porque aunque no es del todo romántico, todavía se puede entender como el inicio de una amistad que podrá florecer en algo más con un poco más de tiempo porque aunque soy medio cursi con el amor a primera vista, me gusta más cuando este amor es cultivado y va creciendo con el tiempo.
Hay muchas ideas que tengo para esta ship y espero poder escribirlas todas y compartirlas con ustedes :3 Probablemente no sean cosas sad (tal vez). Lo que estoy segura es que regresaré a mi zona de confort con mi humor así que si quieren leer eso, bienvenidos sean.
Con esto Kiry se despide, paz~