Que nadie me pregunte de dónde salió esto. Porque yo tampoco lo sé. Sólo que me vino a la mente mientras estaba en ese estado entre la consciencia y el sueño. Es solo una pequeña escena que me ha hecho gracia escribir.
Espero os guste.
Takeru se levantó de golpe. Ya estaba. Eso era. Abrió la boca sorprendido mientras se llevaba una mano a la cabeza. ¿Cómo no se le había ocurrido antes? Quiso levantarse bruscamente de la cama, pero entonces recordó que no estaba solo. Con cuidado, se giró hacia la chica que dormía a su lado. La vio medio cubierta con la manta, con la respiración acompasada. Agradeció no haberla despertado. Tras aquello él sonrió mientras acariciaba el rostro de la morena de cabellos castaños.
-Ahora ya sé como continuar- le susurró, a lo que ella solo pareció removerse un poco. Él sonrió justo antes de levantarse de la cama. Tras eso se dirigió hacia la sala del pequeño apartamento.
No hacía mucho que se había mudado allí, hacía dos semanas que se habían cumplido cinco meses. Desde que le subieron el sueldo como becario en el periódico dónde trabajaba desde hacía un año. Aquella subida de sueldo le había permitido alquilarse su propio departamento. Aunque este no fuera demasiado grande. En realidad sólo tenía tres habitaciones: la sala que era compartida con una mesa de comedor/trabajo y cocina, una habitación donde cabía su armario y cama y finalmente un lavabo que también utilizaba como cuarto de la lavadora. Y poco más. Pero al menos, se lo pagaba con su sueldo.
Se adentró en su sala-cocina y tomó la cafetera italiana. Mientras disponía el café en ella, imágenes de aquello que tenía que escribir iban fluyendo dentro de él. Enroscó la cafetera y la dejó a fuego lento. Tras aquello buscó su ordenador y se sentó. Abrió el documento donde estaba su novela en proceso, bajó a la última línea.
El bloqueo, ya no estaba. Ahora, todo eran ideas.
-Takeru, el café- oyó tras un rato de teclear incansablemente. El olor de café ya inundaba toda la sala. Pero él había sido incapaz de oír el ruido del agua hirviendo o oler el olor del café. Estaba demasiado concentrado. –Takeru- lo llamó de nuevo la chica. Ante aquello él levantó la cabeza solo para verla a ella adentrarse en la cocina y apartar la cafetera de encima del fuego. Takeru tragó saliva al verla cubierta sólo con la manta ligera que usaba para taparse en esas noches poco frías de Abril.
-Lo siento, Hika- se disculpó él. Ella resopló mientras buscaba dos tazas limpias en la alacena de la cocina. Él la vio ponerse de puntillas y maldecir un poco por lo bajo la costumbre que tenía él de poner las cosas demasiado altas. Como se notaba que le sacaba, al menos, diez centímetros.
Pero en realidad, ella no debería estar allí. Él aún no entendía muy bien porqué ella estaba allí. La relación que existía entre ellos en realidad no existía. Al menos a los ojos de los demás. Sin embargo… desde hacía tiempo siempre encontraban algún momento para estar juntos. En conreto, los sábados por la noche. Pero ella no era nada más que su amiga. La ex novia de su amigo. La niña de su infancia, la…
-Toma- le dijo ella acercando una taza caliente a la mejilla de él, interrumpiendo sus pensamientos. Ella observó, entonces, la pantalla de él. Takeru quiso cubrir sus palabras. -¿Ya te has desbloqueado?- le preguntó levantando una ceja.
-Tú me desbloqueas- le dijo burlonamente a lo que Hikari no pudo más que rodar los ojos y hacer esfuerzos para evitar enrojecer.
-Tonto- solo le dijo antes de besarle la sien para después tomar un sorbo del café de él y alejarse. –Voy a ducharme, luego me iré a casa- le explicó ella mientras ya se alejaba hacia el baño. Pero cuando ella le observó de reojo, entendió que él no la había escuchado. Ya que ahora el sonido que inundaba el ambiente era el rápido y frenético ruido de las teclas del ordenador de él.
¡Menos mal que no era una máquina de escribir! Sino sería insoportable.
Takeru continuó escribiendo mientras ya se oía el agua correr. Las tuberías de aquel departamento eran realmente ruidosas. Tras un rato, tomó, casi de manera automática, un sobro del café que le había servido Hikari. Sin quererlo hizo una mueca, otra vez la gran falta de azúcar. Entendía que ella, desde hacía algún tiempo, se preocupaba por el exceso de azúcar o de comida algo basura que él podía consumir. Sobretodo por la falta de tiempo de él de prepararse comida realmente saludable. Pero esto era demasiado. Takeru dejó de escribir y se levantó con la intención de añadir una cucharada más de azúcar a su café, o quizás dos.
Al momento de abrir el armario en búsqueda del tarro de azúcar el timbre de su casa sonó. Takeru soltó el tarro y se giró confuso hacia la puerta. Era un domingo por la mañana, aún no daban las diez, y que él recordara no había quedado con nadie. Ni tampoco había ningún motivo para que le hicieran una visita.
Con el ceño fruncido, el joven rubio se acercó a la puerta del departamento y la abrió. Tras hacer aquello sus ojos se abrieron desmesuradamente ante la sorpresa.
Justo delante de él se encontraba su hermano mayor, vestido con una cazadora negra y un jersey verde. Debajo de su brazo llevaba el casco de su moto. A su lado, estaba un joven de cabellera castaña despeinada, que, curiosamente, estaba más despierto de lo que esperaría cualquiera, al tratarse de un domingo por la mañana. Y éste no era solo el mejor amigo de su hermano mayor, sino que era también el hermano mayor, algo sobreprotector, de la chica que ahora se estaba duchando.
Era la peor visita que podía esperar en un momento así.
-¿Qué hacéis vosotros aquí?- preguntó, demasiado bruscamente. Aquello sorprendió a su hermano mayor, quien levantó una ceja.
-Buenos días a ti también- le dijo el mayor mientras observaba de arriba abajo al menor. Le vio vestido con un pantalón corto blanco y una camiseta manga corta de color azulada. Despeinado y algo pálido. -¿Te hemos despertado?- le preguntó.
Takeru se apresuró a negar con la cabeza, y entonces el ruido del agua de la ducha voló a su mente. Tragó saliva. Ellos no podían descubrirla allí. Debía sacárselos de encima lo más rápido posible.
-No, estaba a punto de ir a ducharme- le explicó él levantando las manos. -¡Tengo un montón de cosas que hacer hoy! Así qué…- él rápidamente desvió la mirada de los ojos azulados de su hermano a los castaños de su compañero. -¿Qué pasa?- les preguntó.
-Podrías invitarnos a pasar, ¿no crees?- le preguntó entonces Taichi, mirándole curioso. Takeru negó con la cabeza.
-Está todo hecho un desastre, y tampoco tengo nada para comer- se intentó excusar él. –En realidad iba a ducharme y salir a desayunar algo. ¿Os parece si me esperáis en el bar de abajo?- les preguntó, mientras intentaba que el nerviosismo no se apoderara de él.
-¿Qué te pasa? Se te ve nervioso… -le intentó decir su hermano. Takeru fue a negar con la cabeza pero entonces el ruido del agua de la ducha paró de golpe. Y los tres jóvenes fueron capaces de oír, aunque no en muy alto volumen, una voz femenina cantar desde la zona del baño.
Ante aquello los ojos de los dos visitantes se abrieron como platos. Taichi se llevó una mano a la boca mientras intentaba evitar que una carcajada saliera de sus labios.
-Ahora entiendo porqué no quieres que entremos- le dijo él mientras le miraba de manera burlona. Takeru no pudo evitar enrojecer. -¿Quién es la afortunada? ¿Cuánto tiempo lleváis así?
-Pero déjale Taichi- salió Yamato en defensa del menor, al ver como éste palidecía. –Bueno, cuando tengas un momento, llámame. Queríamos comentar una cosa…-le dijo su hermano mientras tomaba el hombro de su amigo y tiraba de él. Takeru asintió intentando evitar empujar a los dos visitantes fuera de su departamento lo más rápido posible. Solo quería cerrar esa puerta y sacar a Hikari de allí sin que ellos la vieran.
Si Taichi veía a su hermana ahí, podía darse por hombre muerto.
-Vale, vale… luego os cuento- se despidió él mientras ya estaba intentando cerrar la puerta. Respiró mientras pensaba que ya se había librado.
-¡Espera! Antes ¿puedes dejarme el cargador del móvil? Se me olvidó cargarlo ayer y está muriéndose en mi bolsillo. ¿Tienes un cargador universal, no?- le preguntó Taichi. Takeru le observó nervioso, lo cual fue mal interpretado por el moreno. –Tranquilo, lo cargaré en el bar y luego te lo devuelvo…
-No es eso…-se intentó disculpar él. Luego volvió a abrir la puerta y tragando saliva puso todas sus neuronas a pensar una excusa. Algo para sacarlos de allí. Porqué sino…
Pero no fue lo suficientemente rápido.
-Takeru, he cogido esta camiseta limpia. No sé de que año debe ser, pero seguro que ya te viene pequeña. Tampoco es que me suena habértela visto puesta- y al oír la voz de Hikari detrás de él todo el cuerpo del rubio se petrificó.
Y éste no pudo más que girarse hacia ella, sin ser capaz de dirigir la mirada hacia los dos visitantes. Sólo para encontrar a la joven, con el cabello húmedo y cubierta sólo por la camiseta de él. Que, aun y ser pequeña, cubría a la chica casi hasta las rodillas.
-¿Qué estás haciendo…- fue a preguntar ella pero justo al llegar al lado de él también quedó petrificada ante la imagen.
Tanto Yamato como Taichi abrieron sus bocas desmesuradamente al ver, juntos, a los dos menores. Takeru parecía haber perdido la mirada en algún punto del suelo, y Hikari respiraba hondo mientras se recogía el cabello.
-¡¿Qué demonios haces tú aquí?!- fue lo primero que pudo preguntar Taichi al observar a su hermana. Tras aquello la mirada del moreno pasó de un joven al otro. -¿No habrás dormido aquí, no?- le preguntó él. Aunque la respuesta era evidente.
Yamato retrocedió un paso al sentir la furia de su amigo. Y sintió lástima por su hermano ante aquello que le estaba por llegar. Aunque, al recordar la mirada que siempre le había echado a la chica que ahora tenía al lado hizo que pensara que aquella regañina, seguro había valido la pena.
-¿Quieres hacer el favor de no gritar?- le preguntó Hikari, más calmada de lo que cualquiera hubiera esperado. –Tengo veintitrés años, puedo hacer un poco lo que quiera- le dijo ella mientras se pasaba una mano por la cabellera castaña. –Y si quiero venir a dormir con mi novio, pues lo haré- sentenció ella.
-¿Novio?- fue la pregunta que salió de los labios de los tres jóvenes. Porqué no solo Yamato y Taichi habían preguntado aquello, sino también Takeru. Hikari frunció el entrecejo mientras se giraba hacia él, observándolo algo incrédula. Éste levantó las manos en señal de disculpa.
-Bueno… en realidad nunca me has dicho realmente que sí…- le dijo él intentando aguantar la mirada casi de tono rubí de ella. Ante aquello ella no pudo más que golpearse la frente.
-Pero…¿te crees que los sábados voy a dormir con cualquiera?- le preguntó ella de manera incrédula. Haciendo que él se sonrojara, pero no solo él, sino también el hermano mayor de ella. Takeru abrió la boca para decir algo pero ella le volvió a interrumpir. –Bueno ahora ya lo saben ellos, ¿no? Ya podemos hacerlo oficial – ante aquello ella resopló para luego alejarse del portal ante la mirada incrédula de los demás. –Bueno… ¿quedamos luego para comer?
Y tras preguntar aquello solo Yamato fue capaz de responder, ya que tanto Taichi como Takeru seguían petrificados ante la actitud segura de la menor.
-Vale, pido en algún sitio para cuatro. Taichi, yo…-sólo dijo Yamato mientras sacaba su teléfono móvil de su bolsillo y buscaba en su lista de restaurantes favoritos. Luego levantó al mirada hacia su hermano menor y cuando éste se la devolvió solo le pudo ver asentir nerviosamente.
-Sí..yo y..bueno..mi novia.
¡Tachin! Siempre me ha parecido gracioso imaginarme el momento de Taichi/Yamato al saber de la relación de sus hermanos. Porque me da un poco igual en qué universo, reboot, o lo que sea, pero ellos acabaran juntos.
Espero que todos estéis bien, y aún confinados en casa, encontréis el momento de ser felices.
Saludos,
Kyo*.4