Perseverancia


5

Soldado Brief


Cuando Vegeta escuchó su nombre por el altoparlante no tardó en dejar sus ejercicios para dirigirse al salón de entrenamiento privado donde requerían su presencia. Supo enseguida que debía tratarse de Zarbon que ya había llegado de la misión que abandonó sin antes faltarle el respeto. Por un momento pensó en ignorar el llamado, pero pensó que si iba a pasar un mal rato, lo mejor era pasarlo de una vez por todas en lugar que el imbécil de la mano derecha de Freezer siguiera molestando.

Cuando llegó al salón no encontró a nadie. Pensó que había escuchado mal el mensaje y antes de abandonar el lugar, se detuvo al oír una voz más que familiar.

—¿Te había dicho cuánto me gusta verte sin camiseta? —Se le acercó y apoyó las manos en su pecho desnudo y caliente a causa del entrenamiento.

Vegeta cerró la puerta y le frunció el ceño a Bulma

—¿De qué se trata esto?

—Se trata de que me costó varias fichas convencer al tipo de los mensajes para que te llamara. Una pensaría que con un poco de coqueteo se podrían conseguir las cosas, pero resulta que hay tantas especies diferentes de mujeres que asombrosamente no soy atractiva para todos los hombres de la torre. ¿Quien se lo hubiera imaginado?

—¿Para qué me sacaste de mi entrenamiento? —Quiso preguntar, pero ella ya estaba sobre él besándolo e intentando bajar sus pantalones.

—Me has costado demasiado fichas, tienes que retribuirme de alguna forma.

—No puedes sacarme de mi entrenamiento cada vez que quieras. Tengo una rutina que necesito completar —dijo tomándola de los brazos para alejarla un poco.

—¿Por qué no? Relájate un poco, todos somos prisioneros aquí, hay que disfrutar lo que podamos —susurró contra su cuello. La pareja se estaba acercando al mes de encuentros furtivos y estaban lejos de aburrirse. Pasó las manos por su pecho, acariciando sus cicatrices, e intentó besarlo, pero él volvió a rechazarla—. Tú me has sacado de mi trabajo en más de una vez y no me ves haciendo un escándalo. Si no quieres estar conmigo, está bien, pero tienes que devolverme lo que gasté por ti.

Quiso salir del salón, pero Vegeta la tomó de la muñeca y le impidió.

—Ya me hiciste venir hasta aquí, no vas a irte ahora. —La acorraló contra la puerta y ahora fue ella quien le puso la mano en la boca para detenerlo.

—Disfrutas hacerte el interesante. Que no se te olvide que como nació mi interés por ti también puede irse.

—Sí, claro —dijo altanero y finalmente se besaron.


(...)


Raditz y Nappa continuaban participando en la misión que lograron conseguir gracias a la ayuda de Bulma y su computador. Antes de marcharse, Nappa se preocupó de avisarle a su príncipe cuál sería la fecha de regreso, pero él no había prestado atención.

Durante los almuerzos en uno de los tantos comedores de guerreros, Vegeta debía encargarse de ir más temprano si quería sentarse en las mesas más tranquilas sin tanta gente. No tenía a Nappa para reservarle un lugar, pero al menos podía comer en silencio y tranquilidad sin el calvo o Raditz parloteando sin cesar. Al menos en teoría…

—Siempre te sientas en diferentes lugares —dijo Bulma cuando se sentó a la mesa y dejó la bandeja del almuerzo, frente al saiyajin—. Es como si estuvieras evitandome.

Vegeta levantó la ceja y la quedó mirando, mientras ella comenzó a comer con ganas.

—No tenemos que estar todo el tiempo juntos —dijo y optó por comer antes de que se enfriara. Detestaba la comida helada.

—Lo siento, ¿esperas a alguien? —preguntó cínica y miró a todos lados esperando que el amigo imaginario de Vegeta llegara en cualquier momento—. O a lo mejor tienes algo mejor que hacer. Ni siquiera has ido a misión, y tampoco quieres aceptar que te ayude con eso.

—No necesito ayuda para conseguir una misión digna. Puedo hacerlo solo.

—Como digas… Esta carne está tan buena —exclamó feliz—. Ni siquiera cuando era una mujer libre había comido tanta carne.

Vegeta no respondió y continuó comiendo en silencio y afortunadamente para él, Bulma hizo lo mismo, lo que les dio varios minutos de paz que se vieron interrumpidos cuando ella hizo a un lado la bandeja para poner el computador.

—Estuve pensando en lo que hablamos…

—En lo que hablaste —la corrigió, pero ella no se dio por aludida.

—Y definitivamente es imposible hacerte pasar a mi cuarto sin levantar un millón de alarmas. Siempre hay guardias y mujeres en los pasillos con sus hijos pequeños y eres demasiado guapo para no llamar la atención… Definitivamente tú como guerrero tienes una mejor habitación que yo, ¿y con baño privado, verdad?

—Sí —respondió e inmediatamente se arrepintió de haberlo hecho al ver cómo los ojos claros de la joven se iluminaban más.

Bulma manipuló su computador un poco más antes de darlo vuelta y mostrarle una imagen.

—Logré conectarme al computador de uno de los jefes de piso y descargué los planos de la Torre, lo que ves es el piso de las habitaciones de los guerreros. Necesito que me digas en qué sección está tu cuarto y yo me encargaré del resto.

Vegeta miró el plano en la pantalla y luego a ella antes de responder.

—Eres condenadamente inteligente, ¿cómo demonios no has escapado de este maldito lugar?

—Tú sí que sabes decir los mejores piropos —dijo coqueta y mirándolo a los ojos. Disimuladamente se quitó una de las botas y estiró la pierna para acariciar con el pie las piernas de Vegeta por debajo de la mesa—. No he podido escapar porque necesito quitarme el chip, o al menos darle mayor alcance y para eso necesito otros programas que pensé que ya había conseguido, pero no fue así… Aunque ya me encargaré de eso, ahora estoy concentrada en esto: un problema a la vez. Muéstrame dónde está tu habitación.

—No.

—Vamos, no seas infantil y dime dónde está. Estoy cansada de tantas heridas en las rodillas y piernas y la espalda me duele demasiado. ¿De verdad no quieres hacerlo en una cama? Mi cuerpo tiene limitaciones y poco poder, deberías tener un poco de consideración… ¿O acaso eres de esos hombres sumamente desordenados y te da vergüenza que vea el desastre que tienes? Yo había imaginado que eres un maniático del orden…

—Jamás pasarías, aunque quisieras, solo se permiten hombres.

—Deja que yo me ocupo de eso. Ahora sé un amor, y muéstrame dónde está tu cuarto. —Las caricias pasaron a su entrepierna con total descaro, pero los dos continuaron con las mismas expresiones, sin llamar la atención en el salón completamente lleno—. ¿Y bien?

Luego de unos segundos, el hombre finalmente le indicó con el dedo el área donde se encontraba su habitación. Bulma lo guardó enseguida en su memoria y con eso fue más que suficiente.

—Pierdes tu tiempo.

—Eso lo veremos… Y así que son solo hombres… Imagino que has rotos muchos corazones de compañeros —dijo dejando el computador de lado y apoyando el mentón en las manos. Vegeta solo respondió frunciendo el ceño—. Oh, vamos, dime la verdad. Pese a lucir siempre molesto eres guapisimo, y no olvidemos que eres un príncipe, esos son muchos puntos extra. —Sonrió al verlo incómodo con las mejillas rojas por los halagos, sin embargo no tuvo ningún reparo por el pie en su entrepierna ya dura.

—Esclava —dijo un guardia detrás de Bulma—. La hora de colación ya acabó. Regresa a tu trabajo.

Vegeta iba a responder con una pesadez, pero notó que muy cerca estaba Zarbon, así que se mordió la lengua y dejó que Bulma tomara sus cosas para retirarse.

—Seguiremos esta conversación después. —Le cerró un ojo y no tardó en marcharse del lugar para que no fueran a molestarla.

Tal como supuso Vegeta, en cuanto quedó solo, Zarbon se acercó a él y no se veía tan amistoso como las veces anteriores. Y como siempre, su séquito de guerreros favoritos lo seguían como mascotas sin decir nada.

—Soldado Vegeta, pensé que no te encontraría de regreso de la misión. Supuse que aprovecharías el tiempo para escapar lejos.

—No soy ningún desertor —respondió cruzado de brazos.

—¿No es precisamente lo que hiciste ante la oportunidad que te ofrecí? La abandonaste porque fue demasiado para ti. Luego no te quejes si no te ofrecen misiones que valgan la pena.

—Me fui de ese planeta porque no estoy dispuesto a seguirte todo el día como perro al igual que los patéticos guerreros que van detrás tuyo día y noche —dijo y los apuntó con el mentón.

—Vegeta, siento decirte que te falta mucho para aspirar a ese honor.

—¿Qué es lo que quieres Zarbon? Si vas a castigarme por haber abandonado la misión hazlo de una vez.

—El castigo ya fue impuesto, Vegeta.. Lo sabrías si hubieras ido por otra misión, pero al parecer has estado encerrado en la torre haciendo quién sabe qué… La multa ya fue impuesta en tu ficha, ahora le debes más a Freezer por no haber cumplido. Si sigues así no podrás marcharte nunca, y tendrás que humillarte para que alguien te ofrezca una misión.

—E imagino que ese serás tú.

—Si te comportas quizás podría aceptarte nuevamente. Tienes que hacer méritos para destacar, pero más te vale apresurarte porque suelo aburrirme pronto y mis intereses cambian.

No esperó a que Vegeta le respondiera. Se marchó y sus guerreros (todos más bajos que él) lo siguieron enseguida.


(...)


Ya estaba acostumbrada a salir sin llamar la atención. Sabía el horario de las rondas de los guardias y era común que durante las noches todo se volviera más lento y tedioso, tanto que los que estaban a cargo de las ronda se durmieran y eso le daba la libertad de salir sin problema alguno. Eso, y la tarjeta que Vegeta le obsequió y le permitía pasar por las puertas que a ciertas horas se encontraban cerradas.

Llevó su caja de herramientas y simplemente caminó como si tuviera que ir a reparar algo a algún lugar. Se preocupó de mantener oculta la tarjeta y a nadie le llamó la atención ver a alguien del departamento de tecnología rondar los pisos.

Llegó al piso de los guerreros y gracias a que siempre lo recorría para arreglar maquinaria importante y también por los planos que descargó, supo enseguida dónde ir: al vestidor de guerreros menores donde estaba todo lo que necesitaba para su plan. Encontró una armadura sin hombreras largas que se ajustaba a su talla, botas, guantes y un traje ajustado nuevo, color azul que sintió algo raro cuando se lo puso, pues era tan ajustado a la piel, que daba la impresión de estar desnudo. No pudo evitar mirarse al espejo y apreciar sus curvas resaltadas por aquella ropa. Ahora entendía por qué no le quitó los ojos de encima a Vegeta cuando lo vio por primera vez. No tardó en calzarse las botas y guantes blancos que eran un poco grandes para sus medidas, pero fue lo más pequeño que tuvo a su alcance sin tener que ir a otros vestidores. Su atuendo estuvo listo cuando encontró el casco con visera oscura que ocultaría sus rasgos más femeninos, su cabello y solo dejaba a la vista su nariz y mentón.

—Incluso así me veo demasiado sexy —dijo luego de contemplarse en el espejo. No le quedó otra opción y sacó el arma secreta que compró en el corredor de mujeres: un bigote despeinado color negro que no importaba cuánto lo intentara acomodar sobre su labio, no lograba enderezarlo—. Con esto bastará. —Guardó su ropa y tarjeta en la caja de herramientas y partió al piso de las habitaciones de los guerreros para la segunda parte de su plan.


Vegeta ya tenía puesto el pantalón del pijama puesto y estaba sobre la cama con la mirada perdida en el techo. No podía creer que estaba considerando la idea de Bulma para meterse en el sistema y conseguirle una misión digna. Ya llevaba demasiado sin salir y además de entumecerle los músculos, hacía que su deuda con Freezer creciera a cada día. Se sentía frustrado por eso y no tenía muchas opciones: una era aceptar la propuesta de Bulma y la otra era seguirle el juego a Zarbon, pero sabía muy bien que no llegaría lejos con ese tipo respirandole en la nuca a cada segundo y era seguro que todo terminaría muy mal.

Frunció el ceño cuando golpearon a la puerta. Nunca tenía visitas, a veces se trataba de Nappa o Raditz, pero ellos aún se encontraban en misión. Decidió ignorar el llamado, pero pronto volvieron a golpear y esta vez con mucha más fuerza.

Molesto, se puso de pie y oprimió el botón para abrir la puerta, arqueó más las cejas al ver un sujeto menudo y de horrible bigote ante él y no dudó en empujarlo del hombro cuando lo vio con intenciones de entrar.

—Vete de aquí, esta no tu sección.

—Podrías no ser tan brusco, bruto —dijo Bulma sin intenciones de ocultar su voz. Si Vegeta hubiera aplicado un poco más de fuerza podría haberle hecho mucho daño.

El saiyajin, sintiéndose un completo estúpido por no haber reconocido a Bulma enseguida, sacó la mitad de su cuerpo al pasillo, se aseguró que no hubiera nadie y se apresuró en tomar a la mujer de la mano para hacerla entrar y ponerle seguro a la puerta.

—Estás loca.

—Decídete. Un día me dices que soy inteligente y al otro que estoy loca —respondió sin atender a Vegeta. Estaba ocupada contemplando su habitación y lo condenadamente ordenada y limpia que era. Cuando pasó por los pasillos hasta encontrar la sección del saiyajin, vio varias puertas abiertas y tal como pensaba, muchos guerreros no se caracterizaban por su limpieza. Imaginó que las habitaciones de los guerreros no es algo que Freezer visitara, de lo contrario los obligaría a tener todo limpio.

—Ninguna es excluyente —dijo observándola con atención. Pronto su mirada se fue al trasero de la joven que se marcaba a la perfección en la tela azul y reveló que no llevaba puesta ropa interior. La armadura ocultaba el resto de sus curvas y atributos femeninos, pero le encantó lo que se alcanzaba a ver.

—Tal como lo imaginé, eres un hombre muy obsesivo. Era imposible que tu habitación estuviera desordenada. —Fue hacia la puerta del baño e hizo una mueca al no encontrar una tina, pero al menos había ducha y con eso ya era la mujer más feliz del planeta.

—¿Viniste hasta aquí para usar mi baño? —dijo cuando la vio salir.

—Entre otras cosas —respondió coqueta y no tardó en ir hacia su boca, pero él la detuvo con los brazos estirados.

—¿Qué es esa inmundicia que tienes en la boca?

—Mi bigote, ¿no te gusta? Me costó muchas fichas conseguirlo. Sin él y toda esta ropa no podría haber llegado hasta aquí. Te dije que lo conseguiría. —Nuevamente se lanzó a sus brazos. Logró rodearle el cuello con los brazos, pero él no permitió más acercamiento que ese—. Oye, ¿qué pasa? Mira todos los problemas en que me meto para estar contigo, deberías estar halagado que una mujer como yo haga todo esto para estar contigo.

—Primero quítate el casco y ese animal muerto del labio.

—¿Qué pasa? ¿No me veo bonita?

—Te ves horrible.

—Pues fijate que no te creo. —Bajó la mano y la metió dentro del pantalón. Su miembro ya había reaccionado a la ropa tan ajustada de la mujer. Decidida lo apretó y avanzó, obligándolo a retroceder hasta que llegaron a la cama—. No tienes idea todo lo que tuve que hacer para llegar hasta aquí, sin contar con todo lo que he gastado: el bigote, los sobornos, las pastillas que cuesta tanto conseguir porque ni loca quedaría embarazada en este lugar, y lo único que quiero es hacerlo toda la noche en esa cama. —Se subió el visor para mostrar sus ojos claros y mirarlo mejor—. ¿Crees que puedas retribuir un poco todo mi esfuerzo? —preguntó sin dejar de tocarlo, apegado a su torso.

—Quítate eso. —Claro que quería estar con ella toda la noche en su cama, pero no cedería por mucho que le encantara lo que estaba haciendo.

Bulma se puso en puntillas para quedar a la altura de su boca.

—Un solo beso y me quito todo lo que quieras —susurró disfrutando el momento y estirando la boca, esperando a que él diera el primer paso.

—Esto es estúpido —dijo él mirando su boca y ese horrible bigote.

—Y terminará en cuanto me des un beso. De ti depende.

Vegeta le dio un corto y rápido beso en la boca que hizo sonreír más a la joven por haberse salido con la suya, y en respuesta, el bigote y el casco terminaron en el suelo.

—La armadura y los guantes también —ordenó el hombre, que se separó de ella para quitarse el pantalón y quedar desnudo. Bulma obedeció enseguida y cuando quiso seguir con el traje azul, Vegeta la tomó de la mano y atrajo de regreso a su cuerpo para darle un beso de verdad.

Bulma se aferró de su cuello cuando la levantó, pero no estuvo mucho tiempo abrazada a él y cuando sintió su espalda reposar en el colchón fue como tocar el cielo. No podía creer que después de más de un mes de fuese lo que fuese que tenía con Vegeta recién podría hacerlo en una cama. Pues bien, tendría que ser inolvidable.

Cuando terminaron el beso, Vegeta se alejó de la boca de Bulma pese a que ella quería seguir pegada a él.

—Vuelve —dijo en un quejido, casi de berrinche. Se había acostumbrado tanto a la cercanía que les impuso el sexo en espacios reducidos que sentía que cada centímetro de su piel lo necesitaba.

—Paciencia —dijo él, y se arrodilló entre las piernas abiertas de Bulma. Usó ambos pulgares para delinear su sexo por sobre la tela azul que se ajustaba al punto de convertirse en una segunda piel.

Bulma cerró los ojos, incapaz de seguir mirando cuando Vegeta ejerció más presión y trazó círculos con un pulgar en su lugar más sensible, y pronto comenzó a mover las caderas para acompañar el ritmo de los dedos del hombre, que con satisfacción vio como la tela se humedeció con rapidez.

—Este lugar es a prueba de sonido —dijo atento a las reacciones de su rostro—. Puedes hacer el ruido que quieras.

Bulma quiso responder, pero cuando sintió la boca y los dientes del hombre en su sexo, por encima de la ropa, solo pudo quejarse más y más fuerte. La fibra especial del traje lo hacía tan resistente que permitía que Vegeta pudiese ser más brusco de lo normal sin causar molestias o dolor, todo lo contrario.

—No me hagas esperar más —reclamó, e intentó quitarse el pantalón, pero estaba demasiado ajustado para hacerlo. Vegeta volvió a arrodillarse para quitárselo con extrema facilidad, junto con las botas y todo lo que ella tuvo que hacer fue levantar las piernas para liberarse de la prenda. En cuanto lo vio con intenciones de regresar la boca a su sexo le rodeó la cintura con las piernas para impedírselo.

Vegeta decidió darle en el gusto y la penetró en un brusco movimiento que la hizo gritar de dolor y sorpresa. No esperó a que se recuperara y la tomó de las caderas para hacer los embistes lo más fuerte y profundo posibles. Se mantuvo arrodillado, con la espalda erguida para tener un completo panorama de la mujer que se remecía de placer ante cada movimiento.

La joven hizo las manos hacia atrás para afirmarse del respaldo de la cama y empujar al contrario de Vegeta, lo que hizo que sus sexos sonaran y la sensación se intensificara. Había estado tan en lo cierto cuando se le metió la idea de hacerlo en la cama del príncipe, así no tendría que preocuparse de ser descubiertos, de heridas en las rodillas ni dolor de espalda por superficies duras. Ahora todo lo que había en mente eran ellos dos y el placer que se incrementaba y recorría su cuerpo.

—No te lo quites —alcanzó a decir Vegeta entre jadeos y sin detenerse cuando la vio levantarse la parte de arriba del traje azul, pero ella no le hizo caso al creer que se trataba de un fetiche del saiyajin.

—Tengo calor — dijo Bulma, y alcanzó a subirse la camiseta manga larga hasta exponer sus pechos que se movieron más libres por las embestidas del saiyajin, pero cuando llegó a la parte del rostro quedó atrapada con los brazos y sin poder moverse o ver debido a que la tela se ajustó más—. Maldición —exclamó con el rostro caliente por el calor y los movimientos de Vegeta—. ¿Podrías detenerte un segundo y ayudarme, por favor? —El hombre se detuvo, aún en su interior, pero no la ayudó enseguida y Bulma pudo escuchar claramente una risa—. Sí, qué gracioso. Siempre tienes cara de estar buscando pelea y cuando te ríes por primera vez, es de mí y ni siquiera te puedo ver.

Finalmente Vegeta la liberó de la ropa que le quedaba y Bulma pudo respirar mejor. Tenía las mejillas rojas y estaba más sudada de lo normal.

—Esta ropa no es fácil de usar. Te dije que no te la quitaras.

—Pues cuando tú te la sacabas lo hacías ver fácil. —Estiró los brazos y obligó a Vegeta que se acercara a ella hasta que sus torsos pudieron rozarse.

El hombre reanudó sus movimientos y no tardaron el devorarse la boca.


Horas más tardes, los dos descansaban agotados y relajados en la cama, sin preocuparse de que los pudieran encontrar o que alguien apareciese en el cuarto de pesas. Tenían todo el tiempo del mundo para disfrutar de la sensación que les dejó el buen sexo y recuperarse para volver a la acción y aprovechar el tiempo.

La cama de Vegeta era más grande y cómoda que la de Bulma, pero no lo suficientemente grande para evitar que ella insistiera en recargarse en su pecho, pese a que quedaba un espacio para que pudiese estar casi sin tocarse.

—Me quedaría toda la noche aquí —dijo pasando una pierna sobre la del hombre, con los ojos cerrados. Había necesitado tanto esto.

—¿Es necesario estar así? —preguntó mirándola de reojo. Tambíen estaba demasiado calmado como para levantarse o hacerla a un lado, pero sí se sentía raro.

—Sí, muy necesario —respondió a gusto y lo abrazó con más fuerza. Sentía que si seguía así se quedaría dormida en cualquier momento.

Estuvieron en silencio por un largo rato hasta que Vegeta volvió a hablar.

—¿Qué es eso del cepillo de dientes? ¿Es algún ritual humano que se practica luego del sexo?

Bulma no pudo evitar reír con suavidad al ver que hablaba en serio.

—No es algo que se haga luego del sexo, pero sí se consigue gracias a eso.

—No entiendo.

—¿Hacen revisión en los cuartos de los guerreros?

—No.

—Tu cuarto es mucho más espacioso que el mio y tienes un mueble grande para la ropa que seguramente está vacío, ya que siempre usas lo mismo… Tal vez haga mi propia versión del cepillo de dientes.

Vegeta volvió a mirarla de reojo. Arrepentido de haberle dicho que no hacían inspección en los cuartos.

La idea era descansar un rato para volver con los juegos, pero de un momento a otro los dos terminaron durmiendose hasta la mañana siguiente.


(...)


Gracias al disfraz, Bulma pudo pasearse con total libertad por la mayoría de las áreas donde usualmente hubiera llamado la atención. En este caso, ni siquiera la miraban, ya que pasaba como cualquier otro soldado menor y ellos no eran tema para los guardias encargados de los esclavos

Las visitas al cuarto de Vegeta se volvieron algo cotidiano, especialmente durante la noche cuando el tiempo estaba a su favor y podían estar tranquilos sin mayores inconvenientes. Bulma no tardó en hacer su ritual del cepillo de dientes a su manera y pronto llevó las cosas que podían confiscarle en caso que la descubrieran durante una inspección sorpresa. Su caja de herramientas también terminó en el armario de Vegeta, junto con un poco de ropa, cosas que había robado, su computador y claro, el cepillo de dientes en el baño. Tal como había imaginado, más de la mitad del closet del hombre se encontraba desocupado, así que no tuvo que trabajar mucho en liberar espacio para acomodar sus pertenencias.

Vegeta no opuso mucha resistencia, ya que el cuarto se mantuvo igual de ordenado y continuaba tan seducido por los encuentros con Bulma que dejó pasar por alto el extraño "ritual"

—No entiendo por qué insistes en usar el mismo scouter —dijo sentada en el suelo del cuarto con la espalda apoyada en el colchón mientras reparaba el aparato y tenía su caja de herramientas a su lado—. Podrían darte otro enseguida. —Estaba solo con pantaletas y una de las camisetas del hombre.

Durante las noches, en los descansos entre sesiones de sexo, ella se entretenía trabajando en sus cosas y siempre había algún tema de conversación, considerando que después de tantas semanas juntos, recien tenían la oportunidad de conversar un poco más.

—No me importa —respondió acostado boca arriba con los brazos detrás de la cabeza. Vestía solo el pantalón del pijama.

En una pequeña mesa tenían comida y para beber que Bulma llevó en su caja de herramientas en uno de sus tantos viajes disfrazada de soldado. En la semana que llevaba hospedandose en la habitación del príncipe, se topó con muchos guerreros en los pasillos, por lo que pronto los rumores de que el saiyajin tenía un compañero para calentarle las sábanas comenzaron a esparcirse por todo el lugar.

—¿Es porque te lo cargan a tu deuda?

—Si pudieran cargar el aire a la deuda también lo harían…

—Y pensé que solo yo tenía problemas… A ti te pagan con dinero de verdad, pero al final del día también eres un esclavo a las órdenes de la lagartija. ¿No has pensado escapar del lugar? Es lo que planeo hacer en el corto plazo… Para ti sería mucho más fácil que tienes libertad de movilidad y no tienes ningún chip implantado en la nuca.

—No soy un desertor.

—No creo que le debas nada a ese tirano. Imagino que ya le debes haber pagado la deuda hace mucho tiempo... ¿Cuántos años llevas trabajando para él?

—Desde los ocho años —dijo y de pronto sintió que se trataba de una eternidad.

—Eso es mucho tiempo —exclamó sorprendida y dejó lo que hacía para mirarlo—. ¿Qué edad tienes?

—Veinticuatro.

—Tenemos la misma edad —dijo sonriendo—. Qué lindo, ya nos estamos conociendo mejor, para la próxima vamos a andar de la mano paseando por el lugar.

Vegeta la miró con cara de horror, a lo que ella respondió con una carcajada.

—Es una broma, tranquilo.

—Estás loca.

Bulma le guiñó el ojo y regresó su atención al scouter, mientras que Vegeta permaneció en silencio observándola.


(...)


La libertad que le ofreció el disfraz a Bulma fue tal que en cuanto terminaba sus deberes durante el día, corría a uno de los baños de su lugar de trabajo para cambiarse de ropa y poder pasear por la torre sin problema alguno. Debió robar una traje azul extra para usar mientras el otro se secaba. No podía ser como la mayoría de los guerreros que solían descartarlos y buscaban uno nuevo y se lo cargaban a la deuda. Todos estaban tan acostumbrados a deberle al emperador que se había hecho a la idea que estarían trabajando para él el resto de sus vidas, y para ellos estaba bien.

Ocupó su nueva apariencia para revisar unos pisos donde no tenía acceso e incluso se distrajo viendo el comportamiento de guerreros y guerreras. Era curioso ver como todos eran tan arrogantes y presumidos, pero a la hora de estar bajo el mando de superiores actuaban como corderos obedientes.

Entretenida, decidió seguir al grupo luego que el superior les ordenó ir al patio de despegues en la azotea, solo había estado ahí cuando Vegeta la llevó y era un lugar que valía la pena visitar de nuevo.


Pese a no tener misiones agendadas, cada cierto tiempo Vegeta se tomaba la molestia de limpiar su nave desde el interior. No le gustaba el olor que adquiría cuando estaba cerrada por mucho tiempo, por lo tanto iba al hangar para revisarla y mantenerla abierta unos minutos mientras la limpiaba estando sentado. No era lo que tenía en mente hacer, pero no tenía muchos planes y cuando no encontró a Bulma en los pisos que solía frecuentar terminó en la cima de la torre detestando su vida y a Zarbon que debía ser quien le tenía las misiones interesantes bloqueadas solo para que fuera a pedirle una oportunidad en su escuadrón. Pues eso no pasaría, prefería seguir perdiendo el tiempo limpiando naves y teniendo sexo con la humana antes de caer así de bajo.

Un grupo de soldados pasó a unos cuantos metros de distancia de la nave, algo totalmente normal en un lugar como ese, pero lo que llamó la atención de Vegeta fue la forma de moverse de uno de los hombres que tenía casco. No podía ser Bulma, no sería tan tonta como para… Le bastó con ver ese horrendo bigote y el movimiento de sus caderas que ya se sabía de memoria para corroborar sus sospechas.

Por un momento estuvo a punto de ponerse de pie e ir por ella, pero desistió. No tenía por qué inmiscuirse en las locuras de esa mujer que seguramente algo estaba planeando para robar o era parte de su plan para escapar de ahí. Fuese lo que fuese, ya había demostrado que era lo suficientemente lista para cuidarse sola y salirse con la suya, por lo que él no tenía que estar preocupandose por nada.

Alcanzó a estar ocupado en su nave un par de segundos antes de abandonarla para ir detrás de Bulma.


Varios de los soldados del grupo donde Bulma se infiltró eran de su altura y algunos incluso mucho más delgados, si se guiaba por las apariencias, ella podría ganarles a todos con un solo empujón. Aprovechó de admirar el lugar mientras el líder daba las instrucciones y sus ojos se iluminaron por completo cuando les dieron la orden de subir a las naves que estaban más adelante esperando por ellos.

Bulma casi corrió para entrar en una de ellas. No era circular como la de Vegeta, esta tenía un aspecto similar a las que vio en la Tierra a los soldados de fuerzas aéreas, pero mucho más pequeñas y compactas. Se levantó el visor para ver mejor e ignoró por completo las instrucciones del líder. Apretó los botones como se le dio la gana para averiguar cómo se conducía la preciosura de nave. Perfectamente podría trabajar para quienes construyen las naves y todo lo que tenía que ver con aeronáutica, pero esos eran los más valorados y por consiguiente, los más custodiados.

Mientras los soldados se familiarizaban con las naves, ella ya estaba casi lista para hacerla andar, sin embargo antes de que pudiera darse cuenta, Vegeta la tomó del brazo y de un tirón la sacó del lugar a vista de todos los presentes que se imaginaron todo tipo de cosas al ver a la pareja de hombres actuar de esa forma tan íntima y cercana.

—Oye, ¿qué haces? —preguntó, obligada a caminar a paso rápido, ya que era imposible soltarse del fiero agarre del saiyajin.

Cuando estuvieron lo suficientemente lejos y detrás de unas naves que les otorgaron mayor intimidad la soltó y respondió.

—¿Qué es lo que estás haciendo tú? —dijo intentando no levantar la voz para no llamar más la atención.

—Estaba mirando los soldados y se presentó la oportunidad de subirse a las… ¿por qué tengo que darte explicaciones de lo que hago? —dijo molesta y con el brazo adolorido.

—¿Acaso pensabas salir volando con la nave? ¿Se te olvida que tienes ese chip puesto en la nuca? —dijo igual de enojado—. ¿No te das cuenta lo peligroso que es meterte con esa gente? Si se dieran cuenta que eres mujer y sin nivel de pelea no dudarían en...

No pudo terminar, pues tenía a Bulma agarrada de su cuello y besándolo. Como ya era costumbre, no entendía lo que estaba pasando, pero cuando se separaron ella aclaró sus dudas.

—Nadie se había preocupado así de mí en todo este tiempo que llevo encerrada aquí.

—Estás completamente loca.

—Tranquilo, no pensaba hacer andar la nave. Y me bastó escuchar a esos soldados hablar unos minutos para darme cuenta que no tenían cerebro suficiente para darse cuenta lo que pasaba a su alrededor… Mi traje de soldado Brief es lo bastante convincente.

—¿Soldado Brief? —preguntó levantando la ceja.

—Mi nombre es Bulma Brief… Llevamos casi dos meses teniendo sexo y no sabes mi apellido —dijo como si estuviera ofendida.

—¿Los humanos deben saber los apellidos para tener sexo entre ellos? Qué raza más extraña.

—No, la verdad es que a veces muchos no saben nada el otro… Y a propósito, ¿cuál es tu apellido? — Le rodeó el cuello con los brazos y se acercó un poco más—. Como príncipe debes tener un nombre largo y rimbombante, con muchos títulos.

—Claro que tengo. —La tomó de la cintura y casi olvidó por un momento que tenía ese feo bigote falso.

—Pues dímelo.

—Soldado Vegeta —exclamó Zarbon molesto, junto a una de las naves que ocultaba a la pareja.

El saiyajin se puso enseguida delante de la joven para taparla con su cuerpo. Bulma, por su parte se bajó el visor e inconscientemente se aseguró que el bigote siguiese en su lugar.

Ahora sí que estaba perdida.

Los dos lo estaban.


Continuará...


Hola a todos. Muchas gracias por llegar leyendo hasta aquí.

Bueno, se puede decir que la relación de Vegeta y Bulma avanzó un poco, ya que como ahora tienen un lugar privado para estar y conversar, han comenzado a conocerse mejor.

En esta ocasión no salieron Raditz y Nappa, porque andan en misión, pero en el próximo capítulo sabrán de ellos.

Zarbon descubrió a la pareja, y no se tomará nada de bien que Vegeta esté viendo a otros cuando él tenía intenciones con el saiyajin.

Me alegra mucho que mi fic les sirva para distraerse durante estos tiempo difíciles. Yo personalmente había estado bastante bajoneada estos días y estuve sin escribir, pero volví al computador porque esto es lo que me ayuda a estar bien.

Pueden encontrarme en facebook como Dev Fanfiction, y también mi perfil de hay un link quel os llevará ahí.

Si les gustan mis fics, y este capítulo, no olviden dejar rw, que es el apoyo que tengo para seguir actualizando así de seguido y constante. Me llenan de alegría y me encanta saber sus opiniones y teorías.

Nos estamos leyendo,

Dev.

14/07/20.