EL AMOR ES UN MODO DE MUERTE SÚBITA
tres.
Giyuu despierta durante la madrugada del sábado en más de una ocasión. La primera vez son las 2:17 de la mañana, la segunda las 4:44 AM y la tercera y última las 5:15 AM. Después de eso, no puede dormir más. Piensa en su abuelo, en su hermana y en Sabito; en cómo diablos se ha metido en esta situación. En lo mucho que se va a decepcionar Tanjiro si se entera que les está mintiendo o en la manera en la que va a actuar Kocho, ¿todo terminará bien? Teme que no. Que todo se arruine. Kocho es una persona impredecible, no sabe qué esperar de ella; sus propios pensamientos son un caos.
Todavía está preocupado cuando sale de su departamento y ve a Kocho salir del suyo, como si estuvieran sincronizados. Ella lleva una maleta de mano que parece enorme dado a lo menudo de sus brazos, una chaqueta púrpura y un vestido de verano blanco.
—Buenos días, Tomioka-san.
—Buenos días.
Ella parece más fresca que él, pero probablemente es porque ha conseguido tiempo para ponerse maquillaje.
—¿Es pesada? —hace alusión a la maleta.
—No soy una chica débil —responde y se echa a andar.
—Lamento tener que involucrarte en algo como esto.
—No te preocupes tanto, Tomioka-san; no hubiera aceptado si no obtuviera algún beneficio propio.
Juntos bajan las escaleras del edificio de departamentos sin mediar palabra, solo el sonido de ocasionales autos pasando por la calle llena el silencio entre los dos. Kocho parece de buen humor y eso alivia los nervios del abogado en muchos niveles-
Giyuu quita el seguro del auto, dirigiéndose hasta el asiento del conductor, Shinobu sacude la cabeza en negativa.
—Así nadie creerá que estamos saliendo —ella abre la puerta que da a los asientos traseros y deja su maleta con cuidado. Giyuu espera aturdido con una mano en la manija de la puerta, deseando una explicación.
—¿De qué hablas?
—La maleta, Tomioka-san. Mi novio la hubiera llevado por mí. En realidad, cualquier hombre se hubiera ofrecido a hacerlo.
—Dijiste que no era pesada.
—Eso no significa que no debiste insistir en ayudarme —ella vuelve a agitar la cabeza en negativa—. Todavía hay detalles que necesitamos afinar.
Ambos suben al auto, pero Giyuu está a la expectativa porque la chica ha sonado profundamente decepcionada, aunque no sorprendida. Ha estado tan preocupado porque Kocho lo eche de cabeza que no se ha puesto a pensar que sus propias actitudes pueden hacerle quedar mal.
Giyuu admite que es una persona tímida por naturaleza, algo cerrada y encuentra disfrute en la soledad; no odia el contacto humano, pero tampoco sabe cómo comenzarlo ni tampoco está deseoso de buscarlo. Eso lo ha dejado con pocas personas en su vida. Quizá para alguien externo como su hermana tiene una existencia solitaria, pero Giyuu no lo ve así. No se siente solo. No realmente. Aunque quizá sí que le hace falta una persona para charlar de vez en cuando. Ese aislamiento voluntario le ha provocado no saber interactuar en situaciones que para otras personas pueden parecer cotidianas, como tener una novia. Una persona enamorada debe actuar terminantemente diferente a una persona que solo se encuentra al lado de un conocido, como es su caso, ahora que cae en cuenta de ello.
Tiene mucho que aprender de Kocho.
—¿Qué más debo hacer? —es casi vergüenza lo que subyace en su voz, empero, Kocho no se burla por ello—. No soy bueno para estas cosas.
—Dime, Tomioka-san, ¿alguna vez has estado en una relación?
En algún otro momento y circunstancia la pregunta de su vecina hubiese sido no solo invasiva, sino de mofa, no obstante, esta vez ella luce curiosa, casi seria.
—La tuve.
Hace mucho tiempo.
—Piensa en mí como si fuera esa chica; cuando recién comenzaban su relación y la querías.
—No puedo —se niega tajante.
Apenas recuerda que sucedió algo así en su vida. Ya ni siquiera está seguro del color de los ojos de aquella chica, ¿eran azules o grises? ¿Qué tan largo era su cabello? No puede evocar su rostro, tampoco los sentimientos que tuvo por ella. No sirve de nada su sugerencia. Aquello fue un efímero amor de preparatoria.
Sin embargo, eso no se lo dice a la chica en su asiento del copiloto, quien solo resopla y suena muy amargada la próxima vez que habla.
—Lamento no poder inspirarte ningún sentimiento positivo, Tomioka-san.
"No es eso", quiere decir, pero Kocho se distrae usando su celular buscando indicaciones para el camino.
—No importa que no puedas pensar en mí como en tu novia, al menos debes fingir con tu cuerpo que lo haces —añade luego de un rato.
Eso sorprende a Giyuu, quien se lo hace saber—. ¿A qué te refieres?
—Las parejas tienden a querer estar juntas y a tocarse, aunque no lo noten. Si fueras mi novio me gustaría tomarte de la mano y estar cerca de ti. Pero no de manera exagerada o empalagosa, solo con estar cerca basta, Tomioka-san. Sé que no eres una persona aficionada al contacto físico. Tampoco tenemos que tomarnos de las manos todo el tiempo. Puedes tocar mis hombros, mis manos o algún mechón de mi cabello cuando estoy cerca. Unas cuantas veces en el día en momentos esporádicos será más que suficiente.
Giyuu se revuelve incómodo con la mención del contacto físico, hay tantas cosas que pueden salir mal en ese campo, desde su reticencia a entablarlo hasta el desasosiego que le puede causar a Kocho . Al final del día ella podría incluso demandarlo.
—Si te preocupa ofenderme, te estoy dando permiso —adivina sus pensamientos—. Yo haré lo mismo, ¿está bien?
—Sí —acepta no muy seguro de sí mismo y con la vista puesta en el camino, no se atreve a mirarla. Todavía no la ha tocado, pero ya está preocupado por lo que ella podría hacerle si le pone una mano encima.
—Y debes prestarme atención. Sé que te gusta ignorarme, pero no puedes hacer eso todo el tiempo frente a tu familia. O puedes hacerlo y arruinarlo todo. Es tu decisión. Lo único que debes hacer es darte cuenta de dónde estoy o lo que digo cuando estoy cerca. No te voy a pedir un resumen. Y de vez en cuando habla conmigo, ¿está bien?
El abogado se pasa una mano por el cabello, abochornado. Tener novia suena como algo muy agotador. Todavía no comienza y ya se está cansando.
—¿Algo más?
—¿Deberíamos llamarnos por nuestros nombres? —pese a que Kocho ha hablado con confianza todo el tiempo, esta es la primera pregunta que hace; no es una orden—. Si somos lo suficientemente cercanos como para salir y visitar a la familia del otro…
No debería ser un problema considerando lo que van a hacer, pero la repentina timidez de Kocho detiene también a Giyuu. Él apenas y ha abierto la boca, pero ahora tiene menos ganas de hacerlo.
—Podemos decidir en el camino —se deshace ella de la incomodidad con facilidad, cambiando de tema—. ¿Puedo poner música?
Aunque no pueda, Kocho enciende el bluetooth del auto y reproduce canciones desde su celular.
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Media hora después, Kocho bosteza tan profundo que luce hasta grotesco, pero sigue parloteando sobre cosas sin sentido como las calles y las montañas. Hace rato que han dejado la ciudad y todo lo que ven es el asfalto de la carretera. Giyuu no tiene prisa por llegar, pero tampoco quiere aparecer demasiado tarde. Sus sentimientos sobre todo este evento son muy contradictorios.
—Deberías dormir —le sugiere cuando ella bosteza por segunda vez—. Luces cansada.
—¿Preocupado? —podría decirse, pero ella no le deja responder—. No te preocupes por mí, Tomioka-san; tú eres el que luce como si pudiera quedarse dormido al volante.
Él jamás haría algo tan irresponsable como eso, pero entiende lo que quiere decir. Ha dormido poco y mal.
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Cuando están a punto de llegar, Giyuu siente principios de una arritmia. Comienza a escuchar los latidos de su corazón en sus oídos, las manos le sudan y no puede concentrarse en una sola palabra de lo que dice Kocho. Están llegando al pueblo al pie de la montaña al cual Nezuko y Tanjiro bajan para asistir a clases, eso significa que están a menos de 10 minutos de distancia.
—¡Es muy lindo aquí, Tomioka-san! ¿De verdad este es el pueblo donde creciste?
Él no le responde. Apenas y ha escuchado algo parecido a "pueblo" y "Tomioka-san", no puede conectar dos pensamientos seguidos.
—Kocho, ¿qué deberíamos hacer? —van a notar que todo es una farsa, puede sentirlo. Mierda, ahora le han dado ganas de vomitar—. ¿Crees que vaya a funcionar?
—Depende de las ganas que le pongas —desestima ella con poco afán. Está buscando algo en su bolso con mucho interés. Cuando alza los ojos reconoce con facilidad el frenesí que ahoga los de Giyuu, porque le pide que se detenga con voz autoritaria y firme, sin lugar a reproches.
Igual deben detenerse.
Han llegado.
Giyuu echa un vistazo a la posada de Urokodaki y ve a alguien asomarse por la ventana; por el cabello diría que parece Makomo o Nezuko, no ha visto bien. No ha alcanzado a reconocer la cara.
—Deberíamos ir.
—No —dice ella con firmeza—. No hasta que te tranquilices.
Es más fácil decirlo que hacerlo.
—Intenta respirar profundo, Tomioka-san. No, no vas a ser Tomioka-san. De ahora en adelante yo seré Shinobu para ti y tú serás Giyuu-san. Vamos, respira, Giyuu-san.
Mientras él hace lo que ella le pide, Kocho destapa un labial rosado, el mismo tono que lleva en los labios, y pasa el pulgar brevemente por la barra. Se inclina hacia él de una manera invasiva, sostiene su rostro con la mano izquierda y pasa el pulgar manchado de la mano derecha por los labios de Giyuu en un roce rápido.
—Creo que ha sido un buen ángulo, Giyuu-san. ¿Crees que tu prima en la ventana lo ha visto? Trata de no limpiarte los labios hasta que haya alguien cerca de nosotros. Y si te preguntan quién inició nuestro primer beso, puedes decir que yo te asalté una mañana en tu auto.
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Nezuko es la primera en salir a recibirlos. Giyuu todavía está algo aturdido mientras baja de su coche, pero incluso así se recuerda que debe bajar la maleta de Kocho por iniciativa propia. Ella le detiene un poco y abre el cierre, sacando un paquete pulcramente envuelto.
—No podía llegar a la casa de la familia de mi novio con las manos vacías —le dice, sonriendo.
Giyuu no puede creer la buena suerte que tiene de que Kocho sea alguien tan meticulosa. Debe asegurarse de pagarle el costo del regalo también tan pronto como esta situación llegue a su fin.
—¡Giyuu! —grita Nezuko agitando las manos, todavía sin terminar de andar el camino de la entrada hasta el auto—. ¡Llegaste temprano! ¿Eh? —se frena al ver su rostro de cerca—. ¿Comiste algún dulce?
Nezuko le echa los brazos alrededor del cuello sin ahondar más en su pregunta y le abraza con fuerza, como le ha hecho desde que era una niña pequeña y él cuidaba de ella. Puede tener 18, pero a su lado siempre quiere ser una bebé consentida.
—Nezuko, quiero presentarte a alguien —le dice tan pronto como ella lo suelta—. Ella es Ko… Shinobu-san.
Kocho, quien se ha hecho a un lado y se ha mantenido en silencio todo el tiempo, le sonríe a Nezuko brillantemente y hace una ligera reverencia—. Encantada de conocerte, Nezuko.
—Mucho gusto —responde su prima con perfectos modales, como ha sido criada—. Espero que el camino desde Tokio hasta aquí no se te haya hecho muy pesado.
—Ningún problema.
—Nezuko, ¿puedes llevar a Shinobu-san a la posada? Debo sacar unas cosas del maletero y las alcanzaré.
Nezuko asiente.
Giyuu se limpia el labial, pero ya no hay nadie que lo vea.
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Cuando Giyuu llega a la recepción de la posada hay una pequeña comitiva alrededor de Kocho; están Urokodaki, Tanjiro y Nezuko; un chico a quien Giyuu no conoce se encuentra sentado en un sofá con cara de aburrimiento, mirando por la ventana de vez en cuando. Tiene el cabello largo y oscuro, quizá fue él quien los vio antes y no Nezuko, por eso no le ha terminado de reconocer.
—No tenías por qué traerme nada —escucha que el abuelo le dice a Kocho, aceptando el regalo que ella insiste en colocar en sus manos. Su voz suena golpeada, severa, pero en realidad está avergonzado, no molesto. Espera que Kocho alcance a comprender el sentimiento—. Eres una invitada aquí.
—No se preocupe, no es un regalo caro. Por favor, Urokodaki-san, no se sienta abrumado.
—Entonces, Kocho-san —interfiere Tanjiro—, ¿usted es amiga de Giyuu?
—Por favor, llámame Shinobu, Tanjiro-san.
—Obviamente—dice tajante Nezuko, cruzando los brazos con aire de listilla—. Ha venido con él.
—En realidad es mi novia —intercede él, sin medir sus palabras.
Es correcto que él la presente como su pareja, es su familia.
Se hace un espeso silencio colectivo en el que Giyuu puede escuchar el rápido latido de su corazón martilleándole los oídos. Teme por una fracción de segundo que los demás presentes en la habitación puedan oírlo que se niega a mover un solo músculo, incluso para respirar.
La única que tiene el valor de alzar la voz es Kocho.
—Así es, soy su novia, Tanjiro-san.
Giyuu escucha a su primo atragantarse con su saliva bruscamente, pero un momento después comienza a deshacerse en disculpas frente a Kocho, avergonzado de su reacción.
—A-así que usted es la no-novia de Giyuu, Kocho Shinobu-san. Mu-mucho gusto —tartamudea sin parar, completamente confundido y abochornado—. Mu-muchas felicida-¡Muchas felicidades! —la toma de las manos y le dedica unos ojos brillantes que ponen incluso incómoda a su vecina.
—¿Su novia? —repite Nezuko, incrédula, sus ojos abiertos como platos. Está a un lado de su hermano, mirando sin mirar la escena que monta.
Urokodaki hace una suave reverencia.
—Ya veo. Por favor, cuida de mi nieto torpe.
Kocho logra liberar sus manos de Tanjiro y sonríe gentilmente, como si no tuviera todo un circo a su alrededor—. No se preocupe.
—¿Su novia? —dice Nezuko nuevamente, como si necesitara una tercera confirmación para terminárselo de creer—. ¿De verdad?
—De verdad —afirma Shinobu.
Nezuko asiente como autómata y se gira sobre sus talones, dándole la espalda deliberadamente a Kocho—. Tokito-kun, ven conmigo, te mostraré el resto de la posada mientras buscamos a Inosuke —habla de nuevo, cambiando de tema radicalmente y dirigiéndose al chico sentado en el sofá. Ni siquiera se toma la molestia de presentarlo.
Giyuu no tiene tiempo de reprocharle nada a su prima pequeña por la sutil grosería —Nezuko no suele ser así—, puesto que la puerta de entrada se abre de forma repentina y escandalosa. El escalofrío que recorre la espalda de Giyuu le hace comprender sin ver que Sabito ha llegado. Sus pesadillas se están materializando.
—¡Sabito! ¡No vas a creerlo! —Tanjiro echa a correr hasta su primo con las manos alzadas, una réplica de Nezuko minutos atrás—. ¡Giyuu nos ha presentado a su novia!
Kocho, todavía al lado de Urokodaki, le dirige una mirada divertida a Giyuu; parece que ya ha comprendido que no solo es incapaz de conseguir una novia real, sino que es un completo acontecimiento en su familia que tenga una. Se imagina las burlas que eso le acarreará cuando se encuentren a solas.
—¿Una novia? ¿Giyuu-kun? —pregunta Makomo dejando caer su maleta escandalosamente.
—¿Es una broma? —secunda Sabito.
Al ver que Giyuu es incapaz de hacer nada, Kocho toma la iniciativa y se acerca a los recién llegados, sonriendo con tranquilidad.
—Mucho gusto, soy Kocho Shinobu, la novia de Giyuu-san. ¿Ustedes deben ser sus primos?
—¡Cielos! —es un grito entre horrorizado, sorprendido y divertido de Sabito—. ¡No solo es real este año, sino que también es muy guapa!
Comienza oficialmente el infierno de Giyuu.
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Por suerte, el encuentro con su hermana, su cuñado y su sobrino es menos caótico, pero sí más vergonzoso. Tsutako y su esposo, Masato, hacen una reverencia a Shinobu mientras le agradecen formar parte de la vida de su hermano cuando llegan corriendo a la recepción de la posada, seguramente después de escuchar las noticias de la boca de Nezuko.
En el rostro de su hermana parecen nacer lágrimas cuando le toma las manos a Kocho, como asegurándose que es real, que de verdad existe. Giyuu solo está detrás de su vecina, cargando a su pequeño sobrino en los hombros, quien se alegra en serio de verlo. Quiere un momento de paz, ni siquiera les han mostrado sus habitaciones.
—Hermana, por favor deja de abrumar a Ko… Shinobu-san. Necesitamos dejar nuestras cosas.
Sabito, quien ha estado planeando algo con Urokodaki en una esquina (o, más bien, obliga a su abuelo a aceptar sus planes), sale disparado y se acerca a Giyuu, dándole una palmada en los omóplatos—. Sí, Tsutako-nee-san, déjame llevarlos a su habitación.
—Sí, sí, lo lamento, Kocho-san. Disculpa por entretenerte. Es solo que… Es solo que estamos muy felices de conocerte, ¿no es así, cariño?
—Sí —acuerda enérgicamente Masato—. Ya nos pondremos al día en la comida, por favor vayan a descansar unas horas. Debió ser un largo viaje.
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Debió sospecharlo cuando vio a Sabito discutir con Urokodaki, debió presentirlo cuando su abuelo hizo su tono de "haz lo que quieras" cuando le entregó las llaves a su primo. Pero incluso si lo hubiese previsto, no hubiera podido hacer nada para evitarlo.
—Hubo reservaciones sorpresa —explica Sabito una mentira descarada, no han visto a ningún forastero desde que llegaron— y solo pudimos apartarles una habitación. Lamento mucho las molestias, Kocho-san, pero Giyuu no nos dijo que iba a traer a una mujer, sino hubiéramos sido más cuidadosos con los cuartos.
Mentira. Si les hubiera dicho que llevaba a una novia, les hubieran apartado una habitación al lado de la suya después de haber agujereado la pared para espiarlos.
—Lamentamos mucho lo ocurrido, Kocho-san —Makomo hace un perfecto tono de aflicción perfectamente creíble en su rostro juvenil. Cuando la conoció Makomo era generalmente dulce y permisiva, pero desde que comenzó a salir con Sabito se volvió más caótica como él—. Espero que no te incomode la distribución de habitaciones. Yo también debo dormir en el mismo cuarto que Sabito.
—Tú siempre duermes en el mismo cuarto que Sabito.
Makomo le fulmina con la mirada, a Giyuu le importa menos que poco.
—No se preocupen, Giyuu-san y yo todavía no tenemos el tipo de relación carnal que ustedes dos llevan, pero nos las apañaremos en un solo cuarto.
El comentario de Kocho hace sonrojar a la pareja. Ella, a diferencia de él, sabe defenderse.
Giyuu toma las llaves de la mano de su primo—. Ya nos han mostrado la habitación. Pueden irse —los corre con el ceño fruncido y una cara de mal genio. El par tiene la decencia de marcharse al instante luego de darles sus buenos deseos una vez más.
Giyuu abre la habitación y se sorprende al notar que Sabito les ha dado una con dos camas. Probablemente obra de Urokodaki, de otra manera les hubiera tocado una individual entre los dos. Es espaciosa como el resto de los cuartos de la posada, perfectamente limpia.
—Tienes una familia muy peculiar, Giyuu-san —estas son las primeras palabras que Kocho le dirige a él y solo a él desde que han llegado—. Una prima celosa, una hermana que parece estarte entregando en matrimonio y un primo salido de una comedia romántica. Muy pintoresco, debo decir.
—Mira, lo siento… Sabía que sería así, pero no te advertí —se disculpa pasándose una mano por el cabello y dando vueltas por la habitación cual animal enjaulado.
—No me molesta, Giyuu-san. Me alegro que tengas personas que te quieran tanto.
Ojalá lo quisieran menos.
—Iré con el abuelo Urokodaki para arreglar lo de las habitaciones —sigue con su perorata—. Este acomodo es cosa de Sabito y probablemente se vaya a poner peor; estos no son los términos en los que establecimos este viaje y…
—Giyuu-san, basta. No me molesta compartir habitación contigo. Si vas en este estado a ver a tu abuelo terminarás preocupando a todos —intenta tranquilizarlo—. Cada quien tiene una cama, con eso es suficiente. Solo debemos turnarnos para usar el baño y es únicamente por una noche. Todo está bien, ¿entiendes?
Se pasa la mano por el cabello una vez más, un hábito que realiza cuando está nervioso—. Entiendo —cede, pero en su interior sigue atribulado.
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Por sugerencia de Kocho no salen de la habitación hasta que han pasado un par de horas. Ella ha aprovechado para acomodar su pijama en el armario y su ropa de recambio también. Ocupa un cajón del tocador con artículos personales que Giyuu reconoce como maquillaje y cremas. Todo con la tele encendida en un canal cualquiera, solo para tener ruido de fondo. Ninguno de los dos está buscando una conversación.
Giyuu no se molesta en desempacar nada. Usará el champú de la posada y si necesita ropa la sacará directamente de su maleta.
Unos golpes repentinos se escuchan en su puerta, Giyuu se levanta para abrir. Es Nezuko, quien luce muchísimo más desanimada ahora que cuando lo vio llegar por el camino de entrada.
—Dice Sabito que quiere que le mostremos el pueblo a Kocho-san. Los esperamos en la recepción.
La chica no espera una respuesta; se gira sobre sus talones y se marcha.
—¿Qué le pasa hoy a Nezuko? —pregunta Giyuu en voz alta.
No espera una respuesta, pero aún así Kocho le da una—. No lo sé, tú dime.
Aunque sus palabras demuestran ignorancia, su tono deja entrever que sabe más, pero deben ser imaginaciones suyas.
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Una escena extraña se da frente a todos cuando Giyuu y Kocho arriban nuevamente a la recepción; hay un chico que Giyuu no reconoce con la camisa abierta, descalzo, y los pantalones arremangados discutiendo con Tanjiro, parece tratarse acerca del pastel de cumpleaños del abuelo Urokodaki; tiene la cara tan linda que, si no fuera porque puede ver su pecho, creería que es una mujer. De un momento a otro Kocho levanta la voz para hacer un saludo general a todos y el desconocido para su argumento al instante, deja a Tanjiro con la palabra en la boca y se precipita hasta su vecina, quien apenas alcanza a procesar toda la escena a tiempo.
—¡Shinobu! —le dice con una voz alegre y grave, tomándola de los hombros—. ¿Qué haces aquí? ¿Me estabas buscando?
—¡Inosuke, cuánto tiempo!
La atención de todos se traslada hacia el reencuentro, incluso él se siente curioso por entender lo que está sucediendo.
—Vamos al pueblo, venden manjus de chocolate.
—Tus favoritos todavía, ¿verdad?
El desconocido (Inosuke) toma a Kocho por la muñeca sin más miramientos y la arrastra a una velocidad impropia hasta la salida. Kocho, más pequeña y calzando sandalias, apenas puede seguirle el paso, pero no se queja. Probablemente dos pasos de ella equivalen apenas a uno de Inosuke.
—¿Qué ha sido eso? —pregunta Nezuko de forma no retórica, pero nadie da una respuesta.
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Sabito aborda a Giyuu mientras andan camino abajo. La zona es conocida por atraer excursionistas debido a sus montañas y su flora, y a otros tantos por la arquitectura de las casas. La posada de Urokodaki nunca ha sido un gran éxito dada su ubicación, pero da suficiente para mantenerse. En realidad, el abuelo Urokodaki no necesita mantener la posada para tener una economía estable, antiguo distinguido alto mando militar, recibe una cuantiosa pensión de parte del gobierno mes con mes, la posada es más bien una manera de mantenerse ocupado y evitar que se aisle de las demás personas, como lo hacía antes de abrir el lugar.
—Este año tu novia es real, eh, Giyuu —señala su primo, rodeando sus hombros con un brazo. El abogado sabe que está aludiendo a su mentira del año anterior y lucha por no darse por aludido—. Me pregunto cómo se conocieron.
—Somos vecinos —responde con facilidad. Se alegra de que toda esta puesta en escena no tenga más mentiras de las necesarias.
—Eso explica cómo la conociste, supongo. ¿Cuántos años tiene?
—Veintiuno.
—¡Wah! —exclama Makomo, emocionada—. ¡Soy mayor que ella! ¿Todavía va a la universidad? —ella acaba de terminar la carrera de arquitectura en diciembre pasado, se encuentra como pasante en una firma de arquitectos en Kioto, reuniendo experiencia.
—Sí. Estudia… —diablos, ¿qué estudia Kocho? Jamás le preguntó. Todo lo que sabe es su facultad—… Estudiante de química.
—¿Ingeniería Química? —indaga Sabito.
Tomioka se encoge de hombros.
—Es muy bonita, debe ser muy popular. No es que tú seas feo, Giyuu-kun, estás bastante bien, pero tus expresiones habituales no ayudan.
A Giyuu le agrada escuchar que tiene un buen rostro, independientemente de lo que ha añadido Makomo al final. Ya lo ha escuchado dos veces ese mes: de Kocho y de la novia de su primo. Un récord. Solo falta que su hermana se lo recuerde para empatar su marca de tres veces, dichas cuando era niño.
—¡Hey, Giyuu-san! —su vecina recorre el camino de regreso a mucha prisa, casi corriendo. Hace rato que han llegado al pueblo, al menos ella ha debido hacerlo tomando en cuenta de que iba siendo arrastrada con Inosuke—. ¿Es cierto que esta es tu tienda de dangos favorita? Inosuke dice que su manju es delicioso también, ¿cuál me recomiendas?
Makomo los mira con la boca abierta en una "o" perfecta y Sabito alza una ceja, esperando. Este tipo de cosas es la que hacen las parejas, supone. Recomendarse cosas.
—Creí que comerías de chocolate —es su respuesta, intentando demostrar que ha prestado atención a lo que ella ha hecho y dicho recientemente.
—Esos son los favoritos de Inosuke. Ya le he comprado uno.
—Umh… De… De frutas están bien.
—¿Te gustan? —insiste.
No es que le gusten; le gustan todos los tipos de manjus, pero no es como que tenga un favorito. Prefiere comer dangos.
—Sí.
—¡Bien! —se marcha tan rápido como llegó.
—Tu novia —dice Makomo— es muy linda.
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Giyuu compra dangos.
Kocho parece decepcionada de verlo comiendo algo diferente al manju, pero no dice nada. No puede, en todo caso, Inosuke acapara su atención a voz en grito, hablando sobre un parque de juegos y cosas que comparten de un pasado en común.
—Tengo toda la historia —Nezuko se sienta pegada a su lado en el porche de la tienda. Ella también ha elegido dangos—. Inosuke vivió en Tokio con su madre antes de que falleciera. Ambos asistían a la misma primaria y Kocho-san se encargaba de llevarlo porque le quedaba de paso.
No preguntó, pero el abogado agradece silenciosamente la información. No quiere inmiscuirse en la vida privada de su vecina más de la cuenta.
—Creo que a Inosuke le gusta —insiste Nezuko, tomando uno de los dangos de Giyuu sin permiso—. ¿No te molesta eso?
No. No realmente. Esos son asuntos privados de Kocho. Él no tiene autoridad para meterse.
—Ella sabe lo que hace.
—Lo sabía —afirma Nezuko sin que Giyuu se entere qué es lo que sabe, pero parece más animada de repente.
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Kocho se sienta al lado de Giyuu en un momento en el que Nezuko se ha marchado. Ocupa el mismo lugar y espacio que su prima lejana, a la misma distancia, sin embargo, esta vez Giyuu se siente consciente de los pocos centímetros que los separan. Con Nezuko nunca ha pensado en esas cosas porque la conoce de toda la vida, es como una hermana pequeña para él, pero con Kocho es diferente. Su proceder normal sería rehuir de la proximidad entre los dos, empero, hay muchos ojos observando sus movimientos, entonces se resiste al impulso de su cuerpo. Sabito y Makomo en la banca de en frente, Tanjiro a su lado con el chico llamado Muichiro, su hermana y su esposo a unos metros, mostrándole las flores del camino a su hijo.
—¿Aquí estuviste toda tu infancia, Giyuu-san? —pregunta Kocho, recargando su cabeza ligeramente sobre su hombro. Giyuu echa un vistazo en frente: Sabito los observa con gran interés, debe ser por eso que la chica ha hecho ese gesto.
—Hasta donde puedo recordar.
—Es muy bonito, ¿hace cuánto que no venías?
—Ha pasado un tiempo, pero nada ha cambiado.
—¿Por qué no vienes más seguido?
—Mi familia.
—¿Qué tiene de malo tu familia?
—Son algo invasivos.
—El trabajo de la familia es ser invasivo. Eso es lo que hace mi hermana mayor, por eso me mudé. Eso y porque no quería molestar.
Giyuu jamás ha escuchado hablar de la hermana de Kocho antes, pero es natural. No hablan de cosas personales, solo de cucarachas o cosas al azar relacionadas con el vecindario.
—¿Te molesta si dormito en tu hombro un rato? Creo que tengo sueño.
—Debiste dormir en el camino —la reprende—. O hace un rato en la habitación.
Ella se separa de inmediato y se pone de pie—. Ya entendí, Giyuu-san.
Luego, Kocho regresa con Inosuke.
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En el camino de regreso, Giyuu se encuentra atrapado nuevamente entre Makomo y Sabito. Reanudan su interrogatorio sin pensárselo dos veces.
—Entonces —comienza Sabito—, ¿te gustó porque es linda? Kocho-san.
Esa es una pregunta para la que Kocho no le entrenó, así que Giyuu se queda en blanco. ¿Qué debería decir? Necesita una mentira benigna, algo cercano a la verdad, para que sea creíble y fácil de recordar. Entonces se le ocurre algo—. Me gusta conversar con ella.
No es completamente falso. Le es fácil hablar con ella, a diferencia de otras personas. Debe ser por su insistencia y porque se ha acostumbrado a su presencia a lo largo de los meses. Lo nota apenas ahora, mientras lo dice.
—Qué frío —comenta Sabito inmediatamente.
—Aunque es lindo que no solo te fijes en su físico, eso ha sonado muy impersonal.
—Sí —insiste su primo—. No parece que estés muy entusiasmado con esta relación.
—Fui yo quien le pidió salir —se defiende.
Makomo hace una expresión escandalizada—. ¡No puedo creerlo! ¡¿Cómo lo hiciste?!
Giyuu hace memoria. Esto sí que lo ha ensayado—. Cenamos juntos después de que la ayudé con algo en su departamento. Me fui y entonces me di cuenta de que quería seguirla viendo no solo por favores. Toqué a su puerta y le pedí que saliéramos. Fue un 16 de mayo —añade lo último como un pensamiento tardío.
—¡Waah! ¡Entonces sí te gusta!
—No te ofendas, pero no te veo haciendo nada de eso. ¿Qué comían esa noche? —indaga Sabito.
—Ramen —las dos veces que ha cenado en el departamento de Kocho ha sido ramen instantáneo. Ella no es una cocinera asidua y siempre está ocupada con sus estudios, no tiene tiempo de cocinar. Lo sabe porque se lo dijo en alguna de esas dos únicas ocasiones.
—¿Qué clase de favores le hacías?
—Mato sus cucarachas —tiempo presente, no es algo que haya terminado. Va a seguir haciéndolo en el futuro tanto como ella se lo pida.
—¿Cucarachas? —repite Makomo—. ¿Les tiene miedo?
—Sí. ¿Por qué más pediría ayuda para matar una cucaracha?
—Nunca he sabido de nadie que no pueda matar sus propias cucarachas —acota Sabito—. Aunque yo admito querer escapar de las voladoras.
—Y las blancas —agrega Makomo, fingiendo un escalofrío—. No soporto las blancas.
—Pero no es nada que el insecticida no pueda arreglar. ¿De verdad necesita ayuda para eso?
Giyuu jamás se lo ha cuestionado antes, así que responde tajante—. Está claro que sí, ¿para qué otra razón llamaría a mi puerta por la noche al menos tres veces por semana? —insiste, intentando hacer que la pareja vea la lógica en la situación.
—Puede haber otras razones. No digo que las cucarachas no sean legítimas, pero…
La conversación no llega a ninguna parte.
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Giyuu hace recordatorios mentales de que debe mantenerse cerca de Kocho, prestarle atención y hablarle de vez en cuando, todo por el bien de su farsa. Por ello la espera en la entrada de la posada para dar la impresión correcta. Ella se ha quedado atrás, siendo desviada por Inosuke de cuando en cuando que insiste en que vayan a explorar las praderas.
—¿Estás cansada? —le pregunta, ella parece sorprenderse.
—No, no mucho.
—Tu amigo de la infancia te ha hecho andar camino extra.
—Así es Inosuke —justifica—. Cuando jugábamos en el parque de niños era igual. Debían ser los juegos que él quisiera cuando él quisiera. Lo veo como un hermanito caprichoso, en parte es mi culpa porque ayudé a mimarlo. Mi hermana Kanae lo dijo cuando se mudó y nos despedimos de él. Lo ves así, pero ese día lloró mucho sobre mi hombro.
—Es bueno que te hayas reencontrado con él entonces.
—Sí, gracias por traerme, Giyuu-san.
mmmm, esta no es la escena completa y todavía me faltan mil cosas, lamentablemente estoy hasta el tope con el trabajo y no creo poder actualizar hasta la quincena de junio, esta y la próxima semana la tengo llena, entonces vengo a entregar lo que tengo; existe la posibilidad de que edite para añadir o eliminar cosas, pero yo les aviso
Gracias por sus comentarios a Shiawase Day, Dany1505, silverstrm, oemv y Petite Rveur
lamento no tener el tiempo para responder; un abrazo y gracias por leer; las críticas constructivas siempre son apreciadas