Buenas, buenas!

¡Al parecer el Edward duro pero dulce gusta! A mí personalmente me encanta, creo que es mi Edward favorito.

Vi que me piden continuación de Hermético, pero esa historia está terminada por el momento, no descarto continuarla una vez que termine de subir las historias ya listas que tengo (porque si, aún hay más esperando ser publicadas y leídas)

Aun así les dejo esta, si les gustó Edward allí acá van a amarlo (u odiarlo)

Espero les guste!

Ahora si, a leer!


Summary completo :

¿Qué ocurre cuando un niño ve a su padre destrozado por amor? Luego de que Edward viera a su padre destrozado al ser abandonado por su esposa se ha prometido no confiar jamás en una mujer, nunca ser ese hombre destrozado. Con Bella en su vida su plan parece quebrarse poco a poco. ¿Podrá animarse a amar y dejarse amar? ¿Será capaz de darle a una mujer el poder de destrozarlo y confiar en que no va a hacerlo? Quizá de eso se trate el amor después de todo, darle el poder a otra persona de destruirte y confiar que no va a hacerlo.


Capítulo 1

Lunes.

Tecleé rápidamente las últimas indicaciones de mi jefe en la computadora de mi oficina, pre oficina de Edward Cullen. Era un hombre sumamente hermoso, rasgos masculinos y duros, ojos preciosamente verdes y sumamente fríos. Todo en el imponía autoridad, nadie se atrevía a discutir o errar delante suyo, sabían lo que eso conllevaría.

Corrección, si había personas que se atrevían a pasar los límites que el señor Cullen establecía muy cuidadosamente, y una de ellas era la mujer que acababa de entrar a mi oficina.

— Buenos días señorita Cullen — le sonreí

— Te he dicho que me digas Alice, Bella — me sonrió cuando su novio se ponía a sus espaldas— Ya sé que estas allí Jazz —

— Jamás voy a poder sorprenderte — dijo abrazando a su novia por la cintura.

— Te conozco demasiado bien — le sonrió antes de recibir el amoroso beso de su novio.

— Buenos días Bella — me saludó Jasper

— Buenos días señor Withlook — lo saludé. Jasper era el abogado en jefe de Cullen's corp. Alice 20 años y Jasper con 27, estaban juntos hace unos cuatro años. Yo misma había sido cómplice de su relación al inicio. Edward Cullen no estaba de acuerdo al principio por supuesto, pero Jasper realmente amaba a Alice. Aun cuando ella tuviera tan solo 16 años y él 24.

— Dios Bella, basta, somos Alice y Jasper — negó Alice

— Lo se Alice — dije sintiéndome extraña por llamarla por su nombre— Pero el señor Cullen — me interrumpió

— El señor Cullen es un idiota — gruñó— Mi hermano tiene que dejar tanta formalidad, tienen 5 años trabajando juntos. Y has cubierto su trasero demasiadas veces — aseguró divertida. Sonreí sabiendo que era verdad, me encargaba de que Edward jamás olvidara los cumpleaños de su familia y que tuviera siempre un regalo para ellos. Él era muy bueno en los negocios pero muy malo con las relaciones sentimentales. Me encargaba de su familia y de las ocasionales conquistas que tenía, cosa que hubiera preferido obviar por el bien de mi corazón.

— ¿Que te trae por aquí Alice? —pregunté. Esta niña era muy diferente a Edward , era muy alegre y vital. — Edward no está en su mejor día, quizá debas volver luego o mañana. Pidió que nadie lo molestara — expliqué

— Pues eso nunca me ha detenido. Si lo hiciera no vería nunca a mi hermano — rodó los ojos— Como siempre yo me hago cargo de las reprimendas, tengo algo para ti — sonrió. — Este sábado es mi cumpleaños, quiero que vengas. Este año no hay escusas — aseguró extendiendo la elegante invitación para mí. Alice cumplía 21 años— Y por eso quiero que estés conmigo, eres parte de mi regalo — sonrió

— De-e acuerdo — asentí tomando la invitación.

— Vamos, esto es divertido — dijo tomándome de la mano. Jasper nos siguió de cerca riendo.

— ¡Hermanito!— gritó Alice abriendo la oficina de su hermano sin siquiera tocar. Me asombre viendo al gran Edward Cullen saltando del sillón que estaba en uno de los laterales de su oficina y cayendo al suelo

— Mierda — gimió poniéndose de pie. Alice y Jasper no retuvieron sus carcajadas, yo mordí fuertemente mi labio inferior para no reír.— Te he dicho mil veces que no hagas eso — protestó ya recuperado caminando hacia su sillón detrás de su escritorio— Además estoy seguro de que Isabella te dijo que no quería que nadie me molestara — dijo dándome una dura mirada

— Claro que sí, pero jamás le hago caso —sonrió Alice— No te enfades con ella, además ¿recuerdas lo que me prometiste de regalo verdad? — preguntó

— Claro que si Alice, lo que sea que quieras — sonrió. Solo con Alice y Esme Cullen era que este hombre sonreía.

— Pues bien, ya lo decidí — dijo sonriendo— Quiero que vayas a mi fiesta con Bella de acompañante — pidió

— ¿Que-e? —tartamudeé ruborizándome rápidamente

— Eso — sonrió Alice girándose para verme también a mí— Cada año tu evitas ir con escusas tontas, y Edward llega, me da su regalo y desaparece por la casa. Luego de cantar por mi cumpleaños se despide y adiós — explicó Alice— Lo que quiero este año es que ambos vayan, juntos, y si uno desaparece el otro estaría también incumpliendo. Los quiero allí y juntos, eso quiero este año —

— Pe-e-pero Alice— tartamudeé

— Pero nada, eso quiero — negó

— Eso es chantaje — aseguró Edward

— No, son negocios — sonrió Alice pasándole su invitación— Yo quiero algo que tú tienes, son negocios hermanito —

— Vete y déjame trabajar — pidió. Alice sonrió sabiendo que ese era todo el sí de su hermano

— Te dejo con el león enfadado — me susurró Alice divertida saliendo de la oficina con Jasper cerrando a mis espaldas

— Se-señor Cullen —tartamudeé— Le aseguro que no he hecho nada que — me cortó

— Lo se Isabella, conozco a mi hermana, lo que quiere lo obtiene y en parte es mi culpa. Le he dado todo lo que me pidió desde que supo hablar e incluso antes — negó con un suspiro— Y Esme y Carlisle por lo visto hacen lo mismo —

— Lo siento — murmuré

— No debe hacerlo, lamento que la haya involucrado en esto. — Se disculpó viéndome a los ojos— Entiendo que no quiera ir al cumpleaños de la hermanita de su jefe y además con el jefe de pareja — dijo con una sonrisa divertida— Voy a pagar por tus horas como extras — aseguró

— Señor, no me molesta ir. Aprecio a su hermana, si decliné estos años fue porque me sentía fuera de lugar allí. Su familia es muy amable pero… es su familia — expliqué.

— Si ella te invitó, no deberías de tenerme en cuenta — sonrió levemente. — Pero ahora te has visto dentro de su… regalo — rio divertido. Sentí mi sangre cálida en mis venas oyendo su risa.

— Entonces no quiero dinero por esas horas, me sentiría incomoda con ello. No me molesta ir — aseguré

— Muy bien — asintió volviendo a su postura dura de siempre

— ¿Necesita algo más? —pregunté

— No, pero alístate luego del almuerzo para salir. — pidió

— De acuerdo, ¿alguna documentación en especial va a necesitar? —pregunté

— No, es algo personal — respondió— Vamos a ir por un vestido para ti — dijo abriendo uno de las carpetas en frente suyo

— No es necesario, tengo ropa apropiada — prometí. Suspiró levantando la vista hacia mí

— Es un regalo — aseguró traspasándome con una intensa mirada verdosa

— De-e acuerdo-do— tartamudeé

— Retírese — pidió volviendo a ver los documentos. Salí de su oficina sintiendo mi cuerpo tembloroso. Esa mirada había traspasado mi cuerpo. Me senté en mi sillón intentando recuperar la calma. Una vez logré calmar mi cuerpo seguí con los recados que aún tenía pendientes.

Durante el almuerzo apenas probé la solitaria manzana que había comprado, mi estómago burbujeaba de nervios. Íbamos a buscar un vestido para mí. Usar un vestido que Edward Cullen aprobara en mi cuerpo. Me estremecí.

Volví 15 minutos antes de que la hora de mi almuerzo terminara. Necesitaba tranquilizarme, no me esperaba encontrar a Edward recargado en mi escritorio viendo a la nada.

— ¿Vamos? —preguntó enfocando su vista en mí. Asentí.— Toma tus cosas Bella, luego te dejo en tu casa — dijo caminando hacia el ascensor. Un escalofrió me recorrió el cuerpo cuando me tuteo. Edward Cullen estaba actuando demasiado extraño hoy. Caminé silenciosamente a su lado hasta el Aston Martin del señor Cullen. Abrió para mí la puerta del conductor y luego de que estuviera acomodada en el asiento cerró y fue de su lado. Respiré su aroma estremeciéndome.

— ¿Dónde vamos señor? —pregunté luego de que arrancara el auto y saliera de la cochera de la empresa

— A una de las mejores casas de vestidos que conozco — respondió— Y por cierto Bella, no me molestaría que me llames por mi nombre el sábado, se vería raro que nos tratáramos tan formales allí — explico

— Me va a resultar un poco extraño — respondí viendo por la ventana. Asique todo era por eso, por el regalo de su hermana. Este hombre me hacía sentir el cuerpo de gelatina sin saberlo y yo me ilusionaba como boba, solo era por Alice.

— ¿Bella? —preguntó apretando mi mano suavemente

— ¿He? —pregunté asombrada por su contacto

— ¿Estas bien? Te llamé varias veces — respondió. Noté una leve preocupación en su rostro. Era la primera vez que notaba alguna emoción en él ajena al trabajo.

— Si-i — tartamudeé— Solo pensaba, disculpe —

— Solo Edward, Bella — me sonrió levemente— Si te hace sentir más cómoda, podemos a partir de ahora tratarnos de tú fuera de la empresa o cuando estemos solos —

— Yo… no sabría que decir señor — respondí

— Solo di Edward, Bella — me sonrió estacionando el coche.

— Edward — asentí

— Así me gusta — dijo bajando del auto. Bajé y lo encontré con el ceño fruncido.

— ¿Hice algo mal? —pregunté

— No, vamos — respondió suspirando. Lo seguí frustrada, sus cambios de humor me alteraban los nervios más de lo normal. Se adelantó

— Ed-Edward — murmuré notando el logo de Gucci

— ¿Qué ocurre? —preguntó

— Esto es demasiado caro — negué.

— Te dije que es un regalo — dijo acercándose a mí.

— Lo-o sé pero esto es… —dudé viendo la tienda. Rio suavemente a mi lado.

— Aprovecha Bella — sonrió poniendo una mano en mi espalda haciéndome entrar.

— Buenos días, ¿en que los puedo ayudar? — nos preguntó una de las dependientas de la tienda. Creo que nunca había entrado a una tienda semejante, era enorme y se veía demasiado cara.

— Buscamos un vestido acorde a esta señorita — dijo Edward empujándome levemente con su mano aun en mi espalda para que quedara delante suyo— También zapatos y algunos accesorios — pidió

— Por supuesto que si — sonrió con los ojos brillosos. Rodé los ojos sabiendo que había notado el excesivo dinero que Edward iba a gastar en mí

— Has visto como le brillaban los ojos ¿verdad? —pregunté solo a Edward . Rio roncamente en mí oído aun con la mano en mi espalda

— Tu busca cosas bonitas — pidió en mi oído mientras la seguíamos más hacia dentro de la tienda. Me estremecí y sentí su mano apretarse en la piel de mi espalda.

— ¿Para qué evento buscan? —preguntó la dependienta

— Una fiesta de cumpleaños, formal — respondió

— ¿Puedo elegir el color?—pregunté

— Claro que sí, ¿qué te gusta? —preguntó

— Oscuros — pedí a la dependienta— Y en lo posible que no muestre demasiado —

— Bella, tienes 25 años — respondió Edward

— Lo sé, ¿y? —pregunté

— Buscamos algo formal, oscuro y acorde a la preciosa señorita de aquí.—

— Pero no me guste que muestre demasiado — negué ruborizada.

— Síganme — sonrió la dependienta girándose a los percheros. Tomó unos cuantos e hizo señas a unas chicas para que también la ayudaran— Síganos por favor — pidió. Edward volvió a apretar su mano en mi espalda haciéndome caminar.

— Muy bien, veamos que nos trajeron — pidió Edward mientras las chicas colgaban los vestidos dentro del vestidor que era para mí.

— Puede probarse aquí el que le guste y luego salir a que su novio lo vea — me sonrió

— É- él no es — murmuré

— Me parece bien — asintió Edward interrumpiéndome — A Alice le va a gustar que vayamos acorde, cuando ella elija su vestido voy a buscar algo para mí — pidió

— Muy bien señor — asintió la dependienta

— Bien Bella, empieza a probarte los vestidos — me pidió Edward con un brillo distinto en los ojos. Asentí entrando al vestidor. Me probé varios vestidos y salí a mostrarle a Edward algunos. Otros los descarté casi de inmediato sin siquiera mostrárselo.

Me puse uno azul rey que marcaba muy bien mi figura sin parecer demasiado. El escote era cerrado y bonito. Fruncí el señor al notar la abertura de la espalda. Suspiré. Me encantaba este vestido pero no tanto la espalda, además no me permitía usar sostén.

— Esto no tiene fin —murmuré viendo mi espalda en el espejo

— ¿Bella? ¿Todo bien? —preguntó Edward desde fuera— ¿Quieres ver más? Podemos ir a otro lado si quieres — aseguró

— No es eso — respondí saliendo del vestidor

— Vaya — sonrió

— Me gusta — acepté ruborizada— Pero…— dudé girándome dejándole ver la espalda

— Increíble — murmuró con la voz enronquecida. Cerré los ojos por lo que me causó su voz. Él solo estaba siendo amable por Alice. Me giré hacia el nuevamente. — Lo llevamos— aseguró

— Pero —murmuré

— Dijiste que te gusta, ¿no? —preguntó alzando una ceja

— Si pero la espalda… — hice una mueca

— Te queda muy bien Bella. No lo dudes más — pidió

— Bien, lo llevo — asentí. Sonrió.

— Muy bien, necesitamos zapatos, cartera y algunos accesorios para este — señaló Edward .

— Por supuesto, enseguida — asintió una de las dependientas antes de que las otras dos se llevaran lo que no habíamos elegido. Era increíble lo que hacía el dinero. Me giré hacia el vestidor de nuevo

— Espera Bella, deja que te traigan las demás cosas así vemos todo junto — pidió Edward . Asentí.

— Muy bien, estos zapatos irían perfectos con este vestido — dijo dejando 3 cajas en los cómodos sillones de la sala de los vestidores. Me senté allí probándomelos

— Pueden ir trayendo un traje para mí — les pidió Edward . Una de las dependientas asintió yendo por él.

— Estos — dije poniéndome los del tacón más bajo. Estaba acostumbrada a los tacos debido a la empresa pero siempre buscaba algo cómodo. Vi a Edward elegir unas cajitas que supuse eran los accesorios que él había pedido.

— Bella — me llamó. Me acerqué a él. — ¿Qué te parece? —preguntó mostrándome unos preciosos aretes largos con una gota azulada.

— Es precioso — murmuré

— Muy bien, lo llevamos. Elije una cartera — pidió Edward . Lo miré— De nuevo no, elije — me sonrió cálidamente. Asentí y elegí un sobre pequeño negro.

— Bien, voy a cambiarme — dije. Edward asintió cuando ya le mostraban los distintos trajes Gucci. Entré al vestidor quitándome todo y poniéndome la ropa de la oficina nuevamente. Al salir no vi a Edward .

— El señor Cullen está en uno de los vestidores — me explicó una de las dependientas mientras acomodaba mi vestido en una gran caja.

— Muy bien, gracias — asentí

— ¿Qué te parece Bella? —preguntó Edward acomodándose la corbata. Tenía un traje oscuro que se adhería a su cuerpo deliciosamente. Una camisa blanca y una corbata azul del mismo tono que mí vestido con líneas plateadas sobre ella.

— Definitivamente a tono con mi vestido — le sonreí— Y te queda muy bien — aseguré ruborizándome. Sentí mi vientre burbujear de deseo y una corriente eléctrica atravesó mi cuerpo cuando sus ojos se encontraron con los míos. Creí ver por un momento fuego en ellos, pero rápidamente se volteó entrando al vestidor nuevamente.

Luego de que Edward saliera del vestidor no dirigió ni una sola mirada en mi dirección, suspiré frustrada. Alguien debería decirle lo bipolar que era.

— Que lo disfruten — nos sonrió la cajera luego de que Edward pagara. No quise ni ver lo que había gastado.

— Gracias — asentí por Edward. El siquiera se había dirigido a la chica. Salió rápidamente del establecimiento y lo seguí. Subimos al Aston y arrancó sin volver a dirigirme la palabra.

— ¿Estas bien? —le pregunté a Edward

— Si — respondió en tono duro. Cerré los ojos acomodándome en el asiento, si tenía algún problema no me iba a inmiscuir. Él era mi jefe, solo eso.— Llegamos — lo escuché decir unos cuantos minutos después. Abrí mis ojos.

— ¿Edward ? ¿Qué-e? — dudé al ver mi casa

— Ya son las 6 — respondió bajando del auto. Lo imité.

— No me había dado cuenta — dije mientras él tomaba lo que iba a usar para el cumpleaños de su hermana. Lo ayudé con algunas de las bolsas.

— Te acompaño hasta la puerta — me avisó. Asentí caminando en un incómodo silencio. Una vez abierta la puerta del edificio se apresuró a dejar todas las bosas en mis manos — Buenas noches Bella — se despidió rápidamente.

Con un suspiro cerré la puerta sin siquiera esperar que volviera a subir al auto. Una vez en mi departamento me dispuse a acomodar todo lo que habíamos comprado. Cené algo y me metí en la bañera de agua caliente con aroma a fresas debido a las sales que había echado en el agua. Suspiré sintiendo mi cuerpo relajándose al contacto con la alta temperatura del agua.

De forma inconsciente mi mente trajo el recuerdo de las intensas y casi lujuriosas miradas de Edward Cullen el día de hoy. Mis pezones se irguieron necesitados y mis pulgares e índices empezaron a jugar con ellos. Gemí alto. Hacía demasiado no hacia esto. Una de mis manos se fue al sur luego de atender bastante tiempo a mis pezones excitados. Gemí frente al primer contacto de mis dedos con mi húmedo centro. Cerré los ojos recordando esa mirada de Edward mientras me probaba los vestidos.

Mi dedo índice hizo caricias circulares mientras mi dedo medio invadía mi cavidad. Gemí arqueándome y bombeando más rápidamente en mi centro.

— ¡Edward ! — gemí temblando intensamente cuando el orgasmo golpeó mi cuerpo. Respiré agitadamente bajando de mi gran nube de placer.— Dios mío —murmuré y sentí mi cuerpo entero relajarse rápidamente. Me quedé allí en el agua hasta que la noté enfriarse. Salí y me envolví en una toalla antes de ir hasta mi cuarto y ponerme crema en todo el cuerpo. Amaba el olor a fresas que siempre tenía mi piel. Dejé que la crema fuera absorbida en lo que dejaba lista la ropa de la oficina para mañana.

Me vi a mi misma buscando esmerarme un poco más en mi arreglo debido a las miradas de Edward hoy. De forma inmediata mi mente se fue a lo que había ocurrido en la ducha y me ruboricé por completo, sabía que mañana en cuanto lo viera me iba a morir de la vergüenza pero ese orgasmo había sido bastante increíble.

Luego de dejar todo acomodado, me puse un pijama calentito y me metí en la cama. Suspiré satisfecha dejándome llevar por el sueño.

Martes

Me desperté agitada y toda sudada sintiendo una vergonzosa humedad en mis bragas. Había soñado que allí entre mis piernas tenía el rostro de Edward y su lengua haciendo maravillas.

— Maldita sea — murmuré escondiendo el rostro en las almohadas.— Quizá deba seguir el consejo de Jesica, ir a bailar y agarrarme al primer hombre decente del lugar — suspiré— Dios, debo estar realmente mal si estoy considerando los consejos de Jesica — gemí sentándome en la cama.— Bien, tengo tiempo para una nueva ducha — dije encaminándome hacia la regadera. Me negué rotundamente a volver a satisfacerme a mí misma a tan pocas horas de ver a Edward.

Luego de volver a ponerme crema y dejar que absorbiera me vestí rápidamente para la oficina, incluso me maquillé levemente. No desayuné.

— Buenos días Bella — me sonrió Mike Newton recargándose en mi escritorio

— Buenos días Mike — asentí acomodando los documentos del día de hoy. En pocas horas Edward tenía una importante junta

— Estás diferente hoy, más hermosa de lo normal — me sonrió "coquetamente"

— Gracias — asentí removiéndome incomoda. No era Mike Newton quien quería que lo notara.

— Señorita Swan, a mi oficina —escuchamos la dura voz de Edward Cullen entrando a mi oficina, camino a la suya, haciéndonos saltar a mí y a Mike

— Si-i, por supuesto —respondí nerviosamente ignorando a Mike y su mueca de disconformidad.

— ¿Sales con Newton? —me preguntó Edward en cuanto cerré la puerta de su oficina

— ¿Qué? —pregunté— No, para nada — aseguré

— Estaba coqueteándote, ¿no es así? —preguntó. Sus ojos parecían brillar y su rostro estaba más duro de lo normal.

— Bue-e-bueno si pero no me importa— negué— No tienes de que preocuparte, aunque no sabía que hubiera políticas en contra de las relaciones amorosas entre los empleados — murmuré

— No las hay — negó más tranquilo— Newton no me gusta para ti, es todo — explicó

— De acuerdo — murmuré extrañada.

— Siéntate — me pidió. Asentí obedeciendo— Necesito copias de esto — dijo tendiéndome una carpeta— Haz 7— pidió— Y no te olvides ninguna de las carpetas que te pasé ayer por la mañana — pidió

— Claro, despreocúpese — asentí. Me miró— Lo siento, despreocúpate — me corregí. Me dio una última mirada antes de seguir con sus carpetas

— Eso es todo — dijo frotándose las cienes

— ¿Estas bien? —pregunté

— Sí, solo me duele la cabeza — aseguró

— ¿Quieres una pastilla? —pregunté

— Tengo —asintió sin mirarme

— De acuerdo, voy a ponerme con esto — asentó poniéndome de pie y saliendo de la oficina hacia el cuarto de copiado.

Inicié la copiadora con lo que Edward me había dado y suspiré. Al parecer hoy también iba a seguir con su cambiante humor. Acabé justo a tiempo con las copias antes de volver a mi escritorio y tomar los documentos para la junta. Entré a la sala encontrándome a Edward allí, en el cabecero de la mesa, frotándose la frente con sus manos manteniendo los ojos cerrados

— ¿Ya está todo? —preguntó escuchándome entrar y cerrar la puerta.

— Así es — dije repartiendo las copias en cada uno de los puestos que se iban a utilizar hoy

— Muy bien — asintió

— Edward , seguro que estás —me cortó

— Estoy bien Bella — respondió rápidamente. Asentí no insistiendo. Los miembros de la junta comenzaron a llegar rápidamente. Me acomodé en mi asiento del lado derecho de Edward . Lo noté bastante molesto y en ningún momento dejó de frotarse la frente, el cuello y las cienes.

— ¡Son todos unos incompetentes! — gritó Edward levantándose de su sillón— ¿Cómo es posible que nadie pueda controlar su sector como corresponde? —preguntó alterado— ¡Quiero para hoy a antes de que termine el horario laboral un informe completo y detallado de cada uno de sus sectores! — pidió retirándose de la sala. Suspiré anotando todo lo necesario antes de ir hacia mi oficina.

Esperé unos cuantos minutos en mi escritorio pero mi preocupación fue aumentando al no escuchar ningún movimiento de Edward en la oficina. Respirando hondo me decidí a ir a verlo.

Golpeé suavemente su puerta sin escuchar respuesta, ente silenciosamente esperando una gran reprimenda y me asombré encontrándolo recostado sobre el sofá con las manos en la cabeza. Cerré suavemente la puerta intentando que no lo notara pero no lo conseguí, sus ojos rápidamente volaron a los míos

— Me decís que estas bien, pero no lo estás — murmuré

— No — negó volviendo a cubrirse el rostro. Me acerqué a él.

— ¿Qué puedo hacer?—pregunté

— En mi cajón hay pastillas, tráeme una y agua— pidió. Asentí y fui por lo que me pidió. Se sentó sobre el sillón muy lentamente. Me arrodillé delante suyo pasándole la pastilla y el vaso— Gracias — dijo tomándolo. Me pasó el vaso y me estiré hasta el escritorio para dejarlo. Edward se dejó caer sobre el sillón viéndome a los ojos.

— ¿Qué pasa?—pregunté.

— Te cuento pero no le digas a mi familia — pidió.

— Claro, dime — asentí

— Sufro de estrés — murmuró cerrando los ojos — La empresa empieza a pesar mucho, demasiado — admitió— Y está empezando a darme migrañas —

— Tienes que empezar a tomarlo con calma Edward — murmuré

— Lo sé, fui al médico porque me moría de los dolores de cabeza. Me hicieron estudios y me da todo perfecto. Es estrés — explicó— Me dio esos relajantes para aliviarme los síntomas, pero no puedo simplemente tomarme un mes de vacaciones en una isla desierta Bella — dijo abriendo los ojos— Sé que allí no me dolería nada, pero ¿qué hago con la empresa? —preguntó

— ¿Y tu papá? —pregunté

— Carlisle esta grande — negó— Ya sufrió bastante aquí, por eso la tomé tan rápido yo, el no daba más, superó muchísimas crisis, la empresa me la dejó en perfectas condiciones, y a mí me tocó hacerla crecer —

— Te vas a terminar haciendo daño —susurré animándome a acariciar su suave cabello. Cerró los ojos abandonándose a mis caricias

— Lo sé —murmuró— No sé qué hacer Bella — suspiró

— Déjame ayudarte — murmuré— Déjame que te ayude a organizarte y a bajarte un poco la exigencia que tienes sobre ti mismo — pedí

Edward 's P.O.V

Sonreí

— Aunque no lo creas, eres una de las pocas personas en las que yo puedo confiar lo suficientemente para relajarme — confesé

— ¿De-e verdad? —preguntó. Abrí los ojos

— De verdad — le sonreí— Eres… como mi mano derecha aquí, sé que si necesito algo lo vas a hacer, si tienes que poner a alguien en su lugar también lo vas a hacer — expliqué— Y tu perfume—dudé— me relaja más que las millones de pastillas que me tomo — admití viéndola a los ojos.

—No… no sé qué decir — murmuró avergonzada

— No hace falta que digas nada — murmuré avergonzado cerrando los ojos— No te sientas incomoda — pedí

— No lo estoy, no me molesta — aseguró y escuché una sonrisa en su voz.

— ¿Y si te digo que eres preciosa? —pregunté

— Tampoco — rio. La sentí recargarse más en el sillón en el que yo estaba sin dejar sus caricias

— Me voy a quedar dormido — murmuré

— Hazlo, me encargo de que nadie te moleste — prometió

— ¿Ni Alice? —reí adormilado

— Ni Alice — prometió

— Gracias — suspiré dejándome llevar por su perfume a fresas y sus dulces caricias. Cuando desperté me encontré a Bella dormida a mi lado con su rostro a centímetros del mío— ¿Cómo haces para ser tan hermosa? —pregunté adormilado acariciando su mejilla. La noté ruborizarse— ¿No-o estas dormida?—pregunté

— No — sonrió abriendo los ojos— Me tenía que encargar de que nadie te molestara —

— Y… ¿hubo algo importante? —pregunté sin dejar de acariciar la piel de su mejilla

— Solo un par de informes y cosas tranquilas, están sobre tu escritorio — respondió— Pero es hora de que almuerces algo, luego puedes verlos — aseguró

— O puedo verlos mientras almuerzo — propuse

— No — negó— Vas a salir a almorzar fuera de esta empresa — aseguró

— Y… ¿si no lo hago? —pregunté

— Vas a estar en problemas — sonrió divertida

— Entonces ven conmigo así te aseguras que almuerzo — pedí. Me sonrió volviendo a cerrar los ojos

— De acuerdo — murmuró. Sonreí viéndola, era tan, tan hermosa y no estaba rechazando ninguno de mis gestos con ella. Era sumamente raro para mi sentir más necesidad de tiempo con ella, así, solo hablando, que de llevármela a la cama. Es la mujer más hermosa del mundo y sin embargo solo quiero esto, estar así con ella.

— ¿Dónde quieres ir? —pregunté paseando mis yemas por todo su rostro dulcemente

— Donde quieras, no soy exigente — aseguró. Su mano había quedado entrelazada a mi cabello mandando chispas a todo mi cuerpo.

— De acuerdo, hay uno cerca que es lindo. No ando con ganas de conducir — comenté

— Puedo pedir el auto de la empresa — dijo abriendo los ojos mientras sus dedos comenzaba a acariciar mi cuero cabelludo

— Bien — asentí

— Voy a pedirlo así almorzamos, estas con pastillas, debes comer. ¿Desayunaste? —preguntó. Asentí. – Bien, quédate aquí, yo me encargo — sonrió alejándose de mis dedos y saliendo de mi oficina. Suspiré extrañándola, mis manos picaban por la ausencia de su calor. Cerré los ojos, estaba a nada de enamorarme de ella. Cuando hoy la vi junto a Newton me di cuenta de que lo que sentía no iba a acabarse cuando estuviera en mi cama, sino que solo iba a aumentar mi deseo por ella. Me senté desperezándome.

No suelo ser un hombre que espera al amor para terminar en la cama con una mujer, muchas veces ellas aman mi dinero, no a mí. Tampoco era de creer en el amor.

Mi padre Carlisle Cullen se había casado muy joven con mi madre, Elizabeth Masen. Sin embargo mi madre había desaparecido a mis 3 años, jamás entendí la razón, un día ella no estaba más en casa y mi padre no supo por qué jamás. Vi como mi padre sufrió por ello, tenía solo 3 años pero supe lo mucho que el sufrió a pesar de que intentaba esconderlo por mí. Luego cuando conoció a Esme Platt volví a ver a mi padre brillar, se casaron a mis 6 años y luego llegó Alice, mi hermanita. Yo no estaba dispuesto a darle a una mujer el poder que Carlisle le daba a cada mujer que había amado en su vida, primero a mi madre y luego a Esme.

— Ya pedí el auto — dijo Bella entrando a mi oficina. La miré. Bella, sin saberlo ni yo mismo, quizá si tenía algún poder sobre mí sin que yo lo hubiera autorizado— ¿Qué ocurre?—preguntó

— Nada, vamos — dije poniéndome de pie. Bella caminó cerca mío mientras bajábamos hasta el auto

— ¿A dónde señor Cullen? —me preguntó el chofer una vez nos acomodamos en el coche de la empresa

— Al Starton — respondí viendo por la ventana. No volví a dirigirle la palabra a Bella. Ella intentó durante el almuerzo hablar conmigo pero no respondí muy animado. Tenía demasiadas cosas en que pensar y sentía que si hablaba con ella iba a soltarle todo el torrente de emociones que estaban pasando dentro mío. Y definitivamente no era un hombre de tantas palabras.

Luego de volver a la empresa me encerré en mi oficina, a eso de las 5 Bella me trajo un late y un cheesecake

— No lo pedí — dije viéndola

— Lo sé, pero mi horario está por terminar y te vas a quedar sin comer nada— respondió. Volví a mirar los documentos delante mío sin responderle— Estábamos bien, ¿qué ocurre? —preguntó

— Nada, si quieres puedes irte — respondí

— Puedo quedarme un poco más — respondió

— No, está bien. No necesito nada — aseguré

— Edward — me llamó

— ¿Qué? —respondí sin apartar mi vista de mis documentos. Por la periferia de mi visión vi a Bella rodear mi escritorio. Sentí su mano en mi cabello

— Mírame — pidió suavemente. Con un suspiro lo hice— Prométeme que te vas a ir antes de las 6 — pidió— Y que vas a cenar —

— Lo prometo — asentí no pudiendo negarle nada a esos ojos preocupados.

— Bien — asintió con una sonrisa. Note que la preocupación aun en sus ojos — ¿Me llamas cualquier cosa? ¿Si te sentís mal? —Preguntó. Asentí. Besó rápidamente mi mejilla y salió de mi oficina sin esperar a que dijera nada. Cerré los ojos concentrándome en el calorcito de sus labios. Sabía que estaba actuando de forma errática a su alrededor pero no sabía cómo moverme. Realmente no tenía idea, jamás me había permitido sentir aprecio por alguna mujer. Sentía mayor o menos satisfacción sexual, y eso era todo.

Bella se había anidado en mi cuerpo sin que yo me diera cuenta. Su perfume siempre había generado un sopor en mi cuerpo. Me adormecía de forma placentera. Muchas veces tuve que reprimir el impulso de enterrar el rostro en su cuello cada vez que se inclina sobre mí. Es casi una droga su perfume.

Suspiré tecleando unas últimas anotaciones en mi portátil y la apague. Tenía ganas de ir a correr un rato. Caminé tranquilamente hasta mi auto y conduje hasta mi departamento. Me cambié rápidamente el traje por ropa deportiva y bajé al gran parque que había enfrente.

Corrí poco más de una hora a un ritmo tranquilo y volví a mi departamento, pedí algo para comer y me fui a duchar. Cené tranquilamente y miré un poco de televisión, deportes y algo de finanzas antes de irme a dormir.

Miércoles

Minutos después de que me acomodara en mi escritorio golpearon la puerta

— Pase — respondí encendiendo mi portátil

— Buenos días Edward — dijo Bella con una sonrisa cerrando a sus espaldas

— Buenos días — asentí apenas dirigiéndole una mirada

— ¿Desayunaste?—preguntó

— No necesito una niñera — respondí. Frunció el seño

— Creí que me ibas a dejar apoyarte — murmuró

— Retírese señorita Swan — respondí con voz dura sin dirigirle una sola mirada. Suspiré cuando escuché la puerta cerrarse y me pasé una mano por el pelo frustrado. No le iba a dar más espacio en mi vida. Punto.

Minutos después tocaron nuevamente la puerta

— Pase — respondí con un gruñido

— Permiso señor Cullen — dijo una chica entrando a mi oficina— Aquí tiene su café y su pastel de chocolate — dijo dejándolo sobre mi escritorio

— ¿Quién lo pidió? —pregunté viéndola

— Usted — murmuró nerviosa

— Retírese — gruñí. La pobre chica huyó despavorida de mi oficina. Bella sabía que no me podía resistir al pastel de chocolate de la cafetería de la empresa. Estaba hecho especialmente con mis gustos. También al momento del almuerzo apareció frente a mí un delicioso platillo con salmón. Se me hizo agua la boca y comí encantado, a pesar de mi mal humor, por las atenciones de Bella. No parecía ella querer ayudarme a sacarla de mi vida, o por lo menos de mi mente. Golpearon unos minutos después

— Pase — suspiré

— Señor Cullen, está aquí Aro Vulturi— dijo Bella entrando con Vulturi siguiéndole los pasos.

— Buenos días Edward — me sonrió estirando una mano para mí con una sonrisa, siempre tan cínico.

— Buenos días — respondí secamente sin estrechar su mano.

— Permiso — dijo Bella retirándose no sin antes dedicarme una mirada significativa. Asentí solo para ella.

— ¿A qué vienes?—pregunté— Ya te di mi respuesta la semana pasada — dije apartando los documentos de mi vista para apurar su retirada

— Vengo a ofrecerte más — sonrió acomodándose en el sillón frente a mí.

— No tienes nada más — respondí

— ¿No me vas a ofrecer un café? — sonrió— Que lo traiga tu secretaria, esta preciosa— dijo lujuriosamente

— No tengo nada que hablar contigo — respondí colérico poniéndome de pie y alcanzando la puerta de mi despacho a grandes zancadas— Retírate, ahora — dije abriendo para él. Se puso de pie lentamente encarándome

— Vamos Edward , puedo ayudarte. Tengo grandes contactos, incluso mayores, a los de Cullen's corp. — prometió

— Prefiero que no, los míos están limpios — aseguré— Vete — dije. Noté a Bella acercándose a la puerta de mi oficina quedando a mi lado. La cubrí ligeramente con mi cuerpo interponiéndome entre Aro y ella.

— Querida Isabella — dijo Aro ignorando mi comentario y acercándose a ella.— Espero hayas considerado mi oferta — dijo sonriéndole

— Ya le di mi respuesta, sigue siendo no. Y no va a cambiar — respondió

— Oh vamos querida, puedo doblarte la puesta. Darte el doble, o el triple de lo que nuestro amigo Edward te da — le sonrió. ¿Él había osado ofrecerle un puesto en su empresa?

— No —respondió firmemente.

— Si ella dijo que no, es no — dije adelantándome un paso por sobre Bella y elevando el tono— Vete, ahora — ordené sintiendo mis venas arder de pura furia. Aro se despidió con una sádica sonrisa. Sabía que había hecho estallar una bomba, sabía que Bella iba a decirle no desde el inicio y que no me había dicho nada. Esperé a que Aro estuviera dentro del ascensor antes de girarme colérico hacia Bella— No me dijiste que te habían ofrecido un puesto — le gruñí.

— No vi la necesidad, dije que no antes de que terminara siquiera su propuesta — aseguró firme

— ¿Y por eso me tengo que enterar por él que me quiere robar a mi secretaria? —pregunté

— Creí que confiabas en mi — respondió

— Creí que lo merecías, ahora ya no lo sé — respondí caminando a mi oficina— ¡Que nadie me moleste! — grité cerrando la puerta con una fuerza considerable.

Bella's P.O.V

Me dejé caer en mi sillón hastiada por la actitud de Edward . Recargué la cabeza en mis manos frotándome la frente y las cienes. Noté el gran silencio que se generó en el piso debido a los gritos de Edward y su portazo. Mi oficina era cerrada solo hacia los laterales y por la oficina de Edward (((imagen de la oficina de Bella, y la vista que tiene ella del resto del piso en mi face, link en mi perfil))), en frente a su salida no había ninguna pared ni puerta que separara el resto del piso y de los demás empleados. Estaba segura que todos habían escuchado la propuesta de Aro Vulturi hacia mí y el enojo de Edward .

¡Este hombre iba a matarme! La mitad del día parecía adorarme y la otra mitad yo era su enemigo. ¿Quién se creía? Si bueno, mi jefe, pero había cambiado. Sus ojos parecían derretirse al mirarme, y sin embargo se endurecían en presencia de alguien más. Era algo que solo había notado que le pasara delante de su familia y ahora parecía estar bajando sus muros también conmigo a pesar de hacerlo de forma aleatoria. Siquiera sabía que era lo que lo hacía cambiar de opinión y temía que el comentario de Aro Vulturi me cerrara completamente las puertas a las respuestas que estaba buscando.

Completamente frustrada salí de mi oficina ignorando todas las miradas curiosas y bajé por el ascensor hacia el Starbucks. Me quedé allí unos 20 minutos disfrutando de mi café y mi pastelillo. Necesitaba calmar mis ánimos si quería evitar mandar al diablo a Edward Cullen y perder, lo poco o nada, que aún quedaba de su confianza. Ya ni siquiera era mi empleo lo que me importaba en este momento.

Caminé a la empresa nuevamente aun con medio café en la mano y llegué a mi escritorio justo a tiempo para recibir unos informes para Edward . Golpeé suavemente la puerta de su oficina y al no escuchar ninguna respuesta, abrí suavemente, lo encontré dormido sobre su sofá. Entré silenciosamente dejando los informes en su escritorio notando el frasquito de pastillas que Edward venía tomando. Seguramente Aro Vulturi había sido el causante de su nuevo dolor de cabeza. Salí de nuevo silenciosamente de la oficina y me aseguré de que nadie lo molestara por el resto de la tarde.

Cuando mi horario de trabajo finalizó a las 5 me encontré con la disyuntiva de irme o no. Hacía 2 horas Edward dormía y no estaba seguro de dejarlo aquí solo. 5 y media finalmente salió.

— ¿Qué haces aquí? —preguntó viéndome

— No estaba segura de dejarte dormido — respondí

— La próxima vete — respondió pasando por a mi lado

— ¡Edward , espera! — pedí alcanzándolo en camino del ascensor aprovechando que ya no quedaba nadie en este piso

— ¿Qué?—preguntó elevando el tono

— No quise… lo de Aro no es lo que parece. Lo hizo para molestarte y lo sabes. Solo por eso me lo ofreció. Él no me quería en su empresa realmente pero principalmente —dudé — Yo no quería irme de aquí.— aseguré— Sabes que no te traicionaría Edward — prometí.

Edward 's P.O.V

Vi los ojos de Bella bañados de verdad, sabía que Aro Vulturi solo buscaba desequilibrarme y ganar batallas independientes, porque la guerra era mía. No iba a aceptar que su empresa se incorporara a la mía jamás.

— Lo sabes — susurró Bella. Con un suspiro cerré los ojos y respiré profundamente abandonándome al impulso de esconder mi rostro en su cuello. Bella se tensó cuando mi rostro descansó contra la piel de su cuello estremeciéndola. Pasé un brazo por su cintura acercándola a mi cuerpo y respiré profundo contra su piel. Se fue relajando en mis brazos y pasó sus manos por mi cuello acariciando mi cabello

— Lo siento — murmuré— Sé que el problema soy yo, lo siento — dije besando su cuello dulcemente. Volví a absorber todo lo que podía de su esencia.

— Tranquilo, está todo bien — prometió escondiendo el rostro en mi cabello. Me abandoné a sus mimos y aroma unos cuantos minutos. Besé su cuello una última vez y me animé a besar su frente dos veces absolutamente embriagado de ella antes de soltarla del mismo modo sorpresivo en que la había abrazado y huir hacia el ascensor.

La vi allí, con el rostro completamente asombrado por mis impulsos, en medio del piso de presidencia mientras el ascensor se cerraba alejándome de ella.


¿Opiniones? Este edward va a confundirnos bastante, y a Bella ni les cuento. Pero habría que ver si Bella soporta estos cambios, y por cuanto tiempo.