Disclaimer: solo la trama me pertenece.

Summary: One-Shot: Porque había muchos besos que Kagome e Inuyasha se habían dado pero que nunca iban a contar… hasta ahora. Participado en el reto «Por un puñado de besos» del foro ¡SIÉNTATE!.

N/A: este OS está ambientado antes de Kanketsu-Hen pero después del capítulo 167 del ánime.


Beso robado

Por: soyefímera

—¡Shh!

—¡Keh!

Kagome supo en ese momento que nunca debió salir de la cama esa mañana. Y es que el día había comenzado especialmente mal cuando al quererse dar una ducha, no hubo agua caliente. Pero ella era positiva, así que cuando se manchó su blusa blanca del uniforme con salsa de soja durante el desayuno, ni si quiera frunció el ceño, y tarareando una canción subió a su habitación a ponerse otra. Y ni que decir de las dos veces que tropezó en el camino hacia el instituto. O cuando se dio cuenta que había olvidado (de nuevo) el almuerzo que su madre le había preparado con tanto cariño. No, no bajó la cabeza en ningún momento porque estaba en su época, e Inuyasha le había dado tres días para ponerse al corriente con los estudios. Estaba feliz. Muy, muy feliz.

—¡Me estás pisando!

—¡Pues muévete, tonta!

—¡Shh!

Pero ni si quiera el positivismo de la miko pudo hacer algo en esta situación particular. ¿Cómo había terminado Kagome dentro de un cubículo de baño, en el sanitario masculino del instituto, con Inuyasha invadiendo todo su espacio personal?

La respuesta corta sería que… no hay una respuesta corta. Inuyasha había decidido que tres días eran muchos días sin Kagome, por lo que regresó en la mañana a por ella. Sin embargo, se encontró más bien a su madre la cual le pidió por favor el ir a dejarle el almuerzo que había olvidado, y el hanyō, obediente, a travesó media ciudad para llevarle la comida a Kagome. Sí, es cierto, había perdido la gorra que cubría sus orejas durante el camino, ¡pero es que quería llegar rápido! ¡A veces él no puede poner atención a ese tipo de cosas como mantener un pañuelo o una gorra en su cabeza durante todo recorrido! Así que así sin más, había llegado a la escuela de la aludida. No había nadie por los pasillos, pero siguió el olor de la miko que la llevó hacia un salón donde había muchos humanos sentados y con las mismas ropas que ella. Y cuando Kagome lo vio… bueno, casi salió corriendo de salón para empujarlo a la siguiente sala más cercana que terminó siendo el baño de hombres. Y como si aquello fuera una serie de eventos desafortunados que no paraba, justo sonó la campana del receso, por lo que pronto se escuchó los adolescentes entrando al sanitario y rondando por los pasillos.

—K-Kagome, ¿por qué nos escondemos?

—¡Shh!

Inuyasha no entendía porque tenían que esconderse de manera tan sigilosa. Bueno, sabía que sus orejas podían llegar a ser un problema, pero ¿era necesario tanto? Kagome por su parte moría por sentar el medio demonio que estaba tomándola por la cintura con una mano, y haciendo equilibrio en las paredes del cubículo, con la otra. Los dos estaban parados encima del retrete, muy, muy cerquita. Y es que el hanyō jamás entendería que el problema no eran solo las orejas, sino lo terriblemente mal que era que ella (una señorita) estuviera dentro del baño de los hombres, y, además, encerrada en un cubículo con un hombre. ¿Qué dirían en su escuela? Probablemente la suspenderían. Y sabía que, con sus faltas, no podía darse el lujo de que la suspendieran. Dios, si apenas estaba llevando el año escolar por encima del aprobatorio.

Pero tenía un plan. Porque Kagome era optimista. Así que en su cabeza ingenió rápidamente el mantenerse escondidos en el sanitario hasta que la hora del receso terminara, y poder escapar por alguna ventana con la ayuda de Inuyasha. Fácil. Solo tenía que esperar a que el timbre sonara y…

—¡Ashú! —Inuyasha estornudó.

—¡Inuyasha! —le mandó callar la miko mientras se pegaba más a su cuerpo, con la intención de no caerse.

—¡Los olores aquí son muy fuertes! —soltó otro estornudo—. ¡Keh!

—¡Baja la voz!

—¡No, tú baja la voz!

De pronto, escucharon pasos y voces que se acercaban hacia ellos. Kagome sintió la desesperación apoderarse de ella. Los descubrirían. Los descubrirían y ella reprobaría el año y jamás podría graduarse, y quedaría exiliada para siempre. Y por si fuera poco, Inuyasha no cooperaba, al no dejar de soltar maldiciones y estornudos, los cuales iban subiendo en decibeles.

«Cállalo. Tienes que callarlo.»

Así que así, sin pensarlo, Kagome agarró con sus dos manos la cara de Inuyasha, y antes de que él pudiera si quiera procesar lo que estaba sucediendo, lo besó. Cerró los ojos y le besó la boca, mientras se detenía de su cuello para no caer, confiando ciegamente en que él la tenía bien sujeta. E Inuyasha, aunque se le atoró la respiración en la garganta y se le colorearon vergonzosamente las mejillas durante los primeros segundos, pronto afianzó el agarre y le correspondió al beso, sintiéndose un poco torpe. Kagome por su parte, sintió toda la espontaniedad con la que inició el beso esfumarse al caer en cuenta lo cerca que estaban y como estaba siendo correspondida, por lo que sintió prontamente la cara caliente y de pronto una ola de timidez, sin embargo, no dejó de mover suavemente sus labios contra los de él.

El sonido de alguien tocando la puerta los interrumpió, provocando que se separaran abruptamente. Los ojos de Kagome se pintaron de terror, e instintivamente escondió su cara en el haori rojo del mediodemonio, como intentando protegerse. Inuyasha contuvo la respiración, tentándose en desenvainar su espada para atacar a quien fuera que estuviera haciendo sentir tan asustada a la miko que tenía en sus brazos, y todos sus sentidos se pusieron alerta. El seguro del baño comenzó a moverse, como cundo alguien intenta abrirlo a la fuerza…

El timbre de la campana sonó por todo el lugar, anunciando el fin del receso. Quien sea que estuviera intentando abrir el sanitario, soltó un chasquido y dejó el forcejeo. La pareja escuchó como el baño fue vaciándose lentamente, hasta que de pronto no hubo nadie más que ellos. Kagome separó su cara del pecho de Inuyasha, quien la estaba mirando directamente a los ojos. El silencio era pesado, y a ambos les urgía la necesidad por decir algo, sin embargo, ella interrumpió el momento al asomarse por encima de la puerta, comprobando que no quedaba ni un alma ahí. Sonrojados, bajaron del retrete y salieron del pequeño espacio que estuvieron compartiendo por aproximadamente 20 minutos. Kagome se miró en el espejo que tenía delante; tenía la piel perlada por un sudor fino y la piel pintada de un suave rosado, con los ojos brillantes entre la excitación del momento y el miedo por ser atrapada. Inuyasha por su parte estaba evitando todo tipo de contacto visual, dándole la espalda.

—Inuyasha, yo…

—Te veo en tu casa, tonta.

Y sin más, el hanyō salió por un ventanal que estaba en el fondo del sanitario. Kagome sonrió.

Hoy era un buen día.


A ver, ya sé que me tardé, lo cual es muy irónico porque cuando agarré este reto, lo hice JUSTO porque ya tenía la idea para este beso, y era el que creí que me saldría mejor/más rápido lo cual fue todo lo contrario, ya que la idea que originalmente tenía al final no me gustó y terminé sufriendo muchísimo para este OS. :( No es de mis favoritos, pero espero que les haya gustado aunque sea un poquito. Y bueno este fue el fin del reto, me encantó participar, los invito a que se den una vuelta por el foro donde hay retos muy chidos y piratas muy divertidas (L).

Si les gustó, dejen su review. Besitos (L).