Cuando Ava llegó al colegio lo primero que hizo fue ir al baño. En el camino pudo notar que su período de menstruación había comenzado, así que quería ponerse una toalla femenina para que evitar accidentes de manchado. Entró a un cubículo y se colocó la toalla. Cuando salió, se fue a lavar las manos. Mientras lo hacía escuchó un llanto. Miró y había un solo cubículo ocupado. El llanto debía venir de allí. La chica que estaba llorando lo hacía de una manera muy desesperante, y eso le partió el corazón. Para llorar de esa manera la chica en verdad tendría que estar sufriendo. Así que decidió preguntarle si estaba bien o necesitaba algo, pero la chica dijo que estaba todo bien, aunque ambas sabían que era mentira.

Ava reconoció esa voz, era la de Sara. Eso la sorprendió. Por lo poco que la conocía, no creía que Sara fuera el tipo de persona que lloraba en lugares públicos. ¿El baño del colegio contaba como un lugar público? Ava sacudió su cabeza y decidió esperar a que la otra salga para asegurarse de que estuviera bien. Pero cuando Sara salió del cubículo se sorprendió aún más, la mitad de la cara de la chica estaba cubierta con moretones. Sus colores variaban entre negro, azul y violeta; y lucían muy dolorosos. Sin quererlo, la asustó. Y luego de volver a insistir en preguntarle si estaba bien, la otra escapó. Y aunque Ava entendía su reacción, porque ellas no eran amigas, se quedó preocupada.

Por eso es que no se pudo concentrar en las clases de ese día. Ava no dejaba de pensar en que le habría pasado a Sara para que su cara se lastime de esa manera. Se preguntó si esos golpes tendrían algo que ver con el hecho de que ella siempre lucía cansada y distraída. ¿Alguien la estaría mal tratando? Ava creía que nadie se merecía ser maltratado, ni siquiera esa chica a pesar de que la mayor parte del tiempo le caía más mal que bien.

— ¿Y Sara? — Preguntó, sorprendida de que las Leyendas se hayan unido a ella y sus amigos para almorzar sin Sara.

— Necesitaba un poco de aire. — Respondió Charlie, señalando hacia el parque del colegio.

— ¿Qué le pasó en la cara? — Pidió saber, intentado que no se note que estaba preocupada.

— Le robaron, y ese fue el efecto ya que intentó negarse. — Explicó Jax.

— ¿Por qué se negó? Eso es tonto. — Comentó imaginando la situación.

— No sabía que te preocupabas tanto por Sara, ¿Te gusta? — Bromeó Nora, haciendo que todos rían porque sabían que a ella no le caía muy bien esa chica.

El tema quedó olvidado porque el tema de conversación cambió. Pero Ava mantuvo esa pregunta presente en su mente por todo el almuerzo. ¿Por qué no había respondido que no? Se sentía mal mentirle a su amiga, y decir que no le gustaba una chica cuando le gustaban las chicas en general. Se sentía como una traición hacia esa parte de ella misma que había descubierto recientemente.

Pero Sara no le gustaba, a ella no podía gustarle esa chica. Es decir, podía admitir que era atractiva… o mejor dicho hermosa, su desordenado cabello color rubio, sus ojos azules, sus pecas… Y su actitud misteriosa y rebelde la hacían parecer sexy. Pero gustar, de en verdad gustarle, eso no. A ella no podía gustarle alguien que la hacía frustrar y enojar en la mayoría de sus interacciones.

Igualmente ese pequeño pensamiento quedó rondando en su cabeza. Y por más que había intentado hacer todo lo posible para olvidarlo, no podía hacerlo. Así que finalmente decidió que lo mejor iba a ser hablarlo con alguien, y como Ashley era la única que sabía que le gustaban las chicas la eligió a ella. Así que después de cenar, fue a invadir la habitación de su hermana en búsqueda de apoyo.

—¿Cómo sabes cuando te gusta una chica? — Pidió saber.

— ¿Qué clase de pregunta es esa? — Preguntó riéndose.

— Estoy hablando enserio. — Dijo con seriedad.

— Bien. — Aceptó y se tomó unos segundos para pensarlo. — No sé si hay una manera de saberlo, no hay una clave para descifrarlo que a todos nos sirva… creo que cada uno tiene sus propias formas. — Dio su opinión.

— Pero, ¿cómo sabes si alguien te gusta solo por la atracción física o si te gusta de verdad? — Insistió.

— Bueno, en mi experiencia cuando alguien te gusta de verdad es porque también tienes sentimientos hacia esa persona. — Dijo con sinceridad. — Esa persona te hace reír cuando piensas en ella, sientes que la conoces de toda la vida y te entiende y conoce mejor que nadie; tenes ganas de verle feliz todo el tiempo, y no importa que tanto tiempo pasan juntos cuando se separan parece que todo es aburrido y sin sentido. — Expresó.

— Eso suena lindo. — Dijo ella con cierto aire risueño.

— Lo es. — Asistió.

— Gracias. — Le agradeció.

Ava se levantó de la cama y se dirigió a la puerta para salir de la habitación de su hermana e irse a la de ella.

— ¿Ni siquiera me vas a decir quién es la chica afortunada? — Le preguntó, llamando su atención antes de que se fuera.

— No. — Respondió con una sonrisa.

— ¿Por qué no mala? — Protestó y le revoleó una almohada.

— Porque me hiciste confirmar que esa persona no me gusta en verdad, solo me parece atractiva. — Dijo con sinceridad.

Si, era eso. Ava podía admitir que Sara era atractiva, pero eso no significaba que le gustaba. De hecho estaba -casi- segura que jamás podría gustarle alguien con la personalidad de Sara.

La siguiente semana fue muy estresante. Las pruebas de baile estaban resultando un desastre, todas las personas que habían dado la prueba fallaron miserablemente. Era como si ni siquiera lo intentarán. Ava no entendía porque se presentaban a la prueba, cuando para ella estaba claro que ya tenían que saber que no iban a quedar para ser parte del equipo.

Cada vez el sueño de participar de las competencias estatales y nacionales quedaba más lejos. Hasta Rip estaba frustrado, y eso era raro.

Y entonces algo sorprendente pasó.

En realidad no fue tan sorprendente, Ava debería haberlo esperado. Sara se presentó a la prueba.

— Sara, ¿Puedes decirnos por qué quieres dar la prueba? — Pidió saber Ava.

— Porque Zari me rogó que lo haga. — Respondió Sara con sinceridad.

— Sara. — Protestó Zari.

— Y porque me gusta mucho bailar. — Agregó Sara.

— Si no quieres ser parte de un equipo esto no va a funcionar. — Advirtió Ava.

— No te preocupes, sé comprometerme perfectamente cuando algo me importa. — Dijo Sara con seriedad, una actitud que casi parecía querer desafiar a la otra.

— Bien, muéstranos la coreografía entonces — Aceptó Ava.

Charlie encendió la música y todo el equipo se sentó a observar como Sara bailaba la coreografía que el equipo había pedido a quienes se querían presentar a la prueba que la aprendan.

La música comenzó a sonar, y Sara comenzó a bailar la coreografía a la perfección. Pero lo más destacable no era que se había aprendido todos los pasos a la perfección, de hecho hasta había cambiado un par por otros que se ve que le gustaban más, sino la naturalidad con la que lo hacía. La chica bailaba como si bailar fuera lo más sencillo del universo. Bailaba y se encendía. Bailaba y brillaba. Era como si bailando se liberará, como si bailando fuera otra persona totalmente diferente a la que siempre veía en en el aula o en los pasillos.

Cuando terminó la coreografía todos sus compañeros aplaudieron, excepto ella.

— ¿Puedo pedirte que hagas un par de cosas más o ya tuviste suficiente? — Pidió saber Ava.

— Estoy lista para lo que sea. — Respondió Sara con convicción.

Ava sabía que no estaba bien pedirle otras cosas, pero no pudo evitarlo y por suerte sus compañeros no la detuvieron. Lo que sucedía era que esa chica no dejaba de frustrarla. Ava amaba bailar, pero para ella poder hacerlo de una forma que consideraba buena o correcta había requerido mucho esfuerzo y mucha práctica. En cambio, ahí estaba Sara, haciendo todo lo que ella pedía, como si todo fuera fácil de hacer. A Ava siempre le había costado tener confianza en sí misma y en sus habilidades. Para ella era doloroso ver a otra persona ser tan talentosa, porque ella no se sentía talentosa. Por eso ver a la otra chica bailar tan bien generó que miles de inseguridades resurjan en ella. ¿Qué pasaba si Sara era mejor que ella? ¿Qué pasaba si el equipo se daba cuenta de eso y de repente elegían cambiar de capitana?

Por eso Ava le pidió que haga distintos pasos de baile, y distintas piruetas, y saltos.

— Creo que ya es suficiente, ¿No? — Dijo Amaya al sentir que la situación se estaba desviando de su objetivo.

— Una última cosa. — Dijo Ava volviéndose hacia Sara. — Da un salto triple. — Le ordenó.

— ¿Enserio? — Preguntó Sara sorprendida.

— Si. — Afirmó ella. — Sino ahí está la puerta. — Indicó hacia la salida del gimnasio.

Sara dio media vuelta y comenzó a caminar en dirección a la salida. ¿Eso era todo? ¿Había logrado que se fuera? ¿Había hecho bien? No era justo pedirle eso cuando no era parte del baile. Los saltos dobles y triples eran pasos de porristas. De hecho el salto triple no era parte de la prueba de las porristas, era el salto doble. Su hermana Ashley, quien era la mejor porrista del colegio y la mejor de todas sus hermanas, ni siquiera sabía hacer un salto triple bien del todo. A veces le salía y a veces no. Muchos decían que era cuestión de la suerte del momento. Y Ava… Ava ni siquiera había podido pasar la prueba de porristas, que era salto doble.

— No es justo que le hayas pedido eso. — Dijo Ray seriamente.

— Sabemos que no te cae bien, pero tenes que admitir que es la persona que mejor baila de todas las que se presentaron. — Dijo Charlie.

Antes que Ava pueda decir algo para excusarse o defenderse, Sara chifló desde lejos llamando la atención de todos. Después tomó carrera y vino hacia ellos, hasta que en cierto momento dio un salto, y otro, y otro. Terminando el último salto perfectamente enfrente de ellos. Sara acababa de dar un salto triple a la perfección. Ava pudo ver que todos la miraban con la boca abierta, evidentemente al igual que ella nadie había esperado que Sara hiciera lo que ella había pedido.

— Eso fue… — Empezó a decir Ava.

— Eso fue un "ya entendí que no me quieren en el equipo". — La interrumpió Sara.

Sara abandonó el gimnasio lo más rápido que pudo, sin dar tiempo a que alguien pueda detenerla. Ava quedó en estado de shock, porque no terminaba de comprender todo lo que había ocurrido. ¿En verdad Sara pensaba que no la querían en el equipo? Eso era ridículo, cómo podía pensar eso con el talento que ella tenía… Pero cuando vio la cara de sus compañeros entendió el motivo, todo lo que ella le había pedido seguramente la había hecho pensar que estaban jugando con ella.

— Eso fue intenso. — Dijo Nate, tratando de probar si ella estaba enojada.

— No sabíamos que podías ser tan... exigente. — Comentó Behrad.

— Más que exigente, una idiota. — Susurró Zari, ganándose un golpe en el brazo por parte de su hermano mellizo.

— Sí, sé que estuve mal. — Admitió ella, algo avergonzada.

— Habrás estado mal cariño, pero estuvo bueno verte defender y pelear por la reputación del equipo. — Dijo John con sinceridad.

— ¿Todos la quieren en el equipo, no? — Pidió saber y todos asistieron. — Bien, veré si puedo convencerla de que sea parte. — Dijo decidida.

Ava era de esas personas que reconocían cuando habían estado mal. Y cuando ella se daba cuenta que había hecho algo mal, le gustaba remendarlo. No había estado bien que le haya hecho hacer cosas de más a Sara en la prueba, solo por haber sentido bronca de que hiciera todo bien. Y no estaba bien que no haya dejado a sus compañeros participar de la decisión, cuando ellos eran un equipo. Y en el equipo de ellos tomaban las decisiones entre todos. Así que si todos querían a Sara en el equipo y Sara quería estar en el equipo, Ava iba a dejar su orgullo de lado e iba a hacer lo posible por lograrlo. Incluso si eso en un futuro le hacía perder su lugar como capitana.

— ¡Sara! ¡Espera! — La llamó, alcanzándola en la salida del colegio.

— ¿Qué? — Preguntó, frenando su andar y volviéndose hacia la otra.

— Primero quiero pedirte perdón. — Dijo, una vez que se recuperó de la corrida.

— No hace falta que lo hagas, ya entendi todo. — Retrucó, sacudiendo su cabeza.

— ¿Qué entendiste? — Preguntó confundida.

— Que no me quieres en el equipo, y yo no voy a estar en un lugar donde no me quieren, ya tengo demasiado de eso en mi vida. — Respondió, sonando derrotada.

— Eso no es así. — Negó.

— ¿Segura? ¿Entonces por qué todos esos pedidos de los pasos y los saltos? — Cuestionó, ya que le costaba creerle.

— Por eso es que te quiero pedir perdón, sé que estuve mal exigiéndote esas cosas que no eran parte de la prueba. — Asintió disculpándose. — Todos te queremos en el equipo, eres la persona más talentosa que se presentó a la prueba, te mereces ser parte. — Dijo con sinceridad.

— Disculpas aceptadas. — Dijo, después de unos minutos de examinar a la otra y comprobar que estaba siendo sincera. — ¿Pero estás segura que quieres que sea parte del equipo? Yo sé que te caigo mal, y si va a ser para problemas… — Pidió saber.

— Sí, estoy segura. — Afirmó. — Y no es que me caigas tan mal, es que no nos conocemos. — Intentó buscar una excusa creíble para ambas.

— Bien, porque una vez que sea parte del equipo lo voy a ser siempre. Una vez que me comprometo a algo, lo hago con todo mi ser y no lo suelto. — Expresó con convicción.

— Bien, eso es lo que necesitamos. — Aceptó.

Ava se sorprendió al escuchar eso de la otra chica. Ella no esperaba que Sara fuera una persona comprometida, porque ella siempre lucía desinteresada. Pero lo dijo de una manera especial, con una energía que la hizo convencerla de que estaba siendo sincera. Tal vez lo que le había dicho era verdad, no la conocía y la había estado juzgando todo ese tiempo sin conocerla. Así que ella extendió la mano hacia la otra en señal de paz. Sara tomó su mano y la estrechó, demostrando que aceptaba las disculpas y la bienvenida al equipo de baile.

— ¿Y ahora? ¿Qué hacemos? — Preguntó.

— Vamos al gimnasio a que conozcas a Rip, nuestro entrenador, y tengas tu primer práctica con el equipo. — Respondió.

— Bien. — Dijo con una pequeña sonrisa.

Ambas caminaron hacia el gimnasio en silencio. El equipo recibió a Sara con la mejor onda. Luego de la práctica de ese día, Rip estuvo de acuerdo en que Sara era la integrante perfecta que faltaba para el equipo. Ava sonrió, Rip tenía razón. Sara había encajado a la perfección en todas las coreografías que praticaron ese día, y eso que recién era su primer entrenamiento. Con ella el equipo estaba completo, lo que significaba que tenían la posibilidad de presentarse a las competencias y hacer su sueño real.