Nota: ¿Pero quién encendió el interruptor del Angst?


- ¿Ya te vas? – preguntó Kanae, somnolienta, mientras se tallaba uno de sus ojos, mirando cómo Sanemi comenzaba a vestir su uniforme de cazador de demonios.

Él se detuvo a medio camino de abotonar la camisa, mirándola sobre su hombro –. Tengo una misión en unas horas, sabes que los demonios no descansan, Kanae.

Ella sonrió, apartando la mirada, entristecida –. Lo sé…

Él suspiró, odiándose momentáneamente por ponerla triste, pero era una realidad. Y ellos eran los más conscientes, pues su vida siempre tambaleaba entre la delgada línea de la vida y la muerte. Por eso, no podían darse el lujo de tener una relación a sabiendas, de que podrían morir mañana o en cualquier momento; y aunque él quería con todo su ser, que Genya se casara y formase su familia, él, no pudo evitar tener sentimientos por ella, Kanae Kochou.

Y de paso, tener una relación secreta con ella.

Se volteó, y tomando uno de los mechones largos de su cabello, lo besó. Luego la miró a los ojos, y depositó un breve beso en sus labios, siendo correspondido antes de separarse.

- ¿Te veré después?

- Depende de cuánto dure la misión… Nada es seguro.

- Sí… En caso de que tu misión acabe pronto… Te veré en la noche.

Sanemi asintió, serio, para luego levantarse de la cama y dirigirse a la ventana de la recámara para salir e irse finalmente. Kanae suspiró, levantándose envuelta en la sábana, recargándose ligeramente en el marco de la ventana donde su novio se había ido.

Un brillo de triste añoranza se posó en sus ojos. Sí, nada era seguro.

No obstante, ella deseaba una noche más con Sanemi. Sólo una más.