Capítulo 1. Asalto de Dudas

—¿Nanoha, que somos tu y yo?

Apenas alcancé a musitar esas palabras. Era increíble la cantidad de fuerza que había sido necesaria para atreverme a preguntarle eso a aquella mujer que ha sido mi vida por los últimos años. Preferiría enfrentar a cientos de androides que poner en voz alta mis pensamientos más profundos, pero ya no había vuelta atrás. Tenía que ser ahora o nunca.


Era una tarde relajada de viernes en la residencia Takamachi en Midchilda. Tan relajada y normal como se pueden tener cuando tanto la rubia agente como la pelirroja instructora, estaban al mismo tiempo en casa después de una semana fulminante...o dos o tres en el caso de la agente. La agenda de Fate era mucho más irregular que la de Nanoha por muchas razones, pero que en realidad podían reducirse a sólo una. Su trabajo.

A pesar de eso, Nanoha nunca le había recriminado nada acerca de eso. Al contrario, la apoyaba y la motivaba. Fate no tenía duda alguna de aquello, pues al mismo tiempo sabía que era la pelirroja la que trataba de mantener sus vidas lo más normal posible cuando las tres estaban juntas. Como las cenas familiares preparadas en casa cuando Fate estaba con ellas. Vivio aprovechaba para contarle Fate todo lo que había sucedido en la escuela, lo que había aprendido, y lo que había sucedido con sus amigas. Y Nanoha escucharía todas las historias y participaría en la plática como si fuera la primera vez que escuchaba las historias. Los cumpleaños y los días festivos eran un poco más complicados, ya que los itinerarios de Fate eran tan impredecibles como erráticos. Misiones de cuatro días podrían fácilmente convertirse en diez. Vacaciones juntas las tres eran prácticamente imposibles de considerar.

Fate podía no hacer ningún comentario al respecto, pero sabía que Nanoha se esforzaba mucho para que ella no se sintiera hecha a un lado. Sin embargo Fate sabía que, cada vez más, se estaba perdiendo momentos importantes no solo con Vivio, sino con la misma Nanoha,

Si, ella lo sabía muy bien y mientras más le daba vueltas a esos pensamientos, más se perdía en esas ideas. En esas diatribas estaba, al tiempo que observaba cómo caían los últimos rayos de sol del día, los cuales intentaban todavía atravesar la lluvia que levemente comenzaba a golpear la ventana, dando una atmósfera de claroscuro a la habitación cuando no pudo contenerse más y le lanzó a Nanoha la pregunta sin preámbulo alguno.

La mencionada estaba ensimismada en un libro de técnicas de combate aéreo, bastante pasado de años que tendría que haber devuelto a la Biblioteca Infinita hacia un buen tiempo ya, hasta que la suave voz de Fate la había regresado al cuarto.

—¿Cómo que qué somos Fate-chan? —contestó Nanoha con su alegre voz, al tiempo que intentaba, pero fallaba, encontrar su mirada con la de Fate. —¿Además de las Expertas de Expertas, qué clase de pregunta es esa? Eres agente, soy instructora. Pensé que lo sabías —bromeó, sin perder el entusiasmo en su voz.

Fate soltó una pequeña risa, apenas perceptible, intentando sin éxito acomodarse en la esquina de la ventana que habían adaptado como espacio de lectura. Su incomodidad definitivamente no provenía de como estaba sentada, sino de la conversación a la que le acaba de abrir la puerta de par en par, pero aun así intentó encontrar, sin éxito, una mejor posición para acomodarse.

Ese espacio, que ellas mismas habían adaptado, resultaba realmente agradable para ambas y les encantaba pasar tiempo ahí leyendo. Era un hábito al que se habían acostumbrado al paso de los años. Prácticamente cada noche que Fate pasaba en casa, y después de acostar a Vivio, al regresar al cuarto se acomodarían ahí un rato a leer antes de dormir. Nueve de cada diez veces, Nanoha encontraría lugar en los brazos de Fate, para que ésta le sirviera como su almohada de cuerpo completo.

Hoy era, sin embargo, esa ocasión de cada diez donde Nanoha no estaba magnéticamente pegada a Fate. Por alguna razón, la cobriza siempre encuentra cómo mantenerse físicamente muy cerca de la rubia. Fate ya se había acostumbrado a que el concepto de espacio personal era inexistente cuando tenía que ver con Nanoha, y la verdad es que no le molestaba en absoluto. Al contrario, Fate disfrutaba mucho el tenerla así de cerca, aunque a veces eso significaba que de pronto se encontraba pensando muchas cosas y sintiendo aún más cosas. Cuando eso sucedía, se obligaba a cortar de tajo esos pensamientos, pero cada vez se le volvía más difícil, por lo que que por fin se había decidido a cruzar la línea invisible que la estaba ahogando desde adentro.

Realmente eres tan inocente, Nanoha, pensó para sí misma.

A pesar de todo, había algo rescatable. Nanoha no consideraba que Fate estuviera realmente obsesionada con su trabajo. No la creía una workaholic sin remedio. Aun con el horario complicado que su trabajo implicaba, Fate y Nanoha eran fundamentalmente distintas en una cosa. En el momento en el que Fate entraba a su hogar, su trabajo quedaba afuera. Para Nanoha en cambio, su trabajo la perseguía a todos lados y a toda hora. Siempre estaba ideando nuevos planes y nuevas técnicas para retar y preparar a sus estudiantes. Tenía una mente muy inquieta en cuanto a acción se refería.

Así que su respuesta, en realidad no tomó por sorpresa a Fate. De alguna manera, hasta la esperaba. Solo alguien como ella podría responder a esa pregunta relacionándolo con el trabajo de ambas. Con un impulso más de seguridad, volteó a ver esos ojos azul-violáceos que no se cansaba nunca de ver y cuya tonalidad variaba, no sólo con el reflejo de la luz sino con el humor de su dueña, también.

—No me refiero a eso, me refiero... a nosotras —dijo, con una voz un poco más clara.

Nanoha dejó a un lado el libro que estaba leyendo, colocándolo con cuidado en la mesa de noche antes de voltear a mirar a Fate para prestarle toda su atención. Esta conversación parecía seria, lo podía leer en sus ojos. Además era raro que Fate iniciara una conversación así. Generalmente era ella, Nanoha, la que tocaba los temas serios.

—Somos una familia —contestó de inmediato y con una gran sonrisa.

Fate le sonrió de regreso. Había algo cálido en su interior cada que oía eso, ya fuera por parte de Nanoha o cualquiera que hiciera referencia a ellas como la familia Takamachi. Sin embargo, últimamente había algo que la inquietaba cada vez más. Ese sentimiento no solo la hacía sentir incómoda, sino que también sentía que la estaba distrayendo y confundiendo. Últimamente todos sus pensamientos se encontraban permanentemente consumidos por preguntas y esas preguntas la seguían a sus sueños y ensueños. Deseos y miedos que no podía encontrar como apartar.

—Sí… somos una familia, pero... ¿Qué significa eso?" —volvió a preguntarle.

Nanoha parpadeó un par veces mientras muchas imágenes acudían a su mente. Ella sabía lo que era pertenecer a una familia, tenía a su madre, Momoko y a su padre, Shirō, así como a sus hermanos Kyoya y Miyuki.

Recordó momentos en Midori-ya, el restaurante de la familia, allá en Uminari donde ella había nacido, donde habían compartido tantas cenas, festejos de cumpleaños, no solo con su familia sino con sus amigos también. Aun cuando se había sentido un poco diferente, sin encajar del todo, ellos la habían apoyado en todo momento, y sabía que podía contar con ellos, con su familia, aunque estuvieran lejos, viviendo en mundos diferentes, literalmente.

Reconsiderando lo que significa una familia, observó a Fate parada frente a ella, quien, junto con Vivio, Nanoha sin duda reconocía como su familia también. Una formada por ella. Era un hecho al que nunca había tenido que darle muchas vueltas ya que todo había sucedido con una naturalidad asombrosa. Eran muchos los años que llevaba viviendo, de una manera u otra al lado de Fate. La manera tan natural y sencilla en qué Fate asumió la responsabilidad conjunta para cuidar y criar a Vivio sin que tuvieran siquiera que hablarlo, únicamente afianzó más el hecho.

¿Porque tienes dudas ahora, Fate? Nanoha se preguntó para sí misma.

—Pues significa que nos preocupamos una por la otra, que formamos un hogar para Vivio…

Las palabras de Nanoha fueron súbitamente interrumpidas por una pantalla de comunicación que apareció frente a ellas con la característica señal de alarma.

Fate era requerida inmediatamente en su base ya que había nuevas pistas en el caso que estaba investigando y no había tiempo que perder si quería capturar por fin a los implicados. De hecho, la Enforcer ya estaba alistándose para salir en cuanto escuchó el sonido de la alerta.

Visiblemente irritada, algo totalmente atípico en ella, Fate gruño por lo bajo mientras peleaba con la manga de su saco y lograr abrocharse al mismo tiempo los zapatos al tiempo que pensaba en lo inoportuno de esa llamada, lo cual entorpece aún más sus concertación con cosas tan sencillas como vestirse.

Nanoha la observaba con una calma absoluta que no reflejaba en absoluto los pensamientos que corrían por su mente. Fate tenía dudas, eso era obvio. Algo la preocupaba y, quizás por primera vez desde que sus vidas llevaban el mismo camino, no lograba descifrar lo que esa mirada trataba de decirle.

—Vete tranquila, Fate-chan, continuaremos esta conversación cuando regreses —le dijo. Lo prometo.

Nanoha colocó suavemente su mano sobre el hombro de la mujer más alta y deslizó lentamente su brazo por el brazo de Fate, deteniéndose en la mitad del brazo para darle un leve apretón antes de atraerla para un abrazo largo.

Algo había en ese tono de voz, que Nanoha sabía perfectamente cuándo usar, que podía desestresar totalmente a Fate. La calidez del contacto con ella siempre la hacía sentir especial.

Siempre había algo en la pelirroja que, sin excepción, extendía el contacto físico con ella, más que cualquier otra persona que conocieran. No era un secreto para nadie que Nanoha siempre había demostrado ser una persona cálida, a quien no le importa dar muestras afectuosas con todos, pero Fate se sabía la receptora de gestos cariñosos adicionales. Ella siempre había asumido que era por su cercanía siendo amigas desde la infancia pero últimamente esas muestras de afecto seguían provocando diferentes sentimientos y reacciones incómodas que se acumulaban en su interior.

—Fate-chan cuídate mucho y no te esfuerces demasiado —Nanoha siguió.

Era un recordatorio que siempre decía, no solo a Fate, sino también a todos sus alumnos y realmente a cualquiera de quien se preocupara; aunque en el fondo ella sabía que cada vez que se lo decía a alguien, era, al mismo tiempo, una oportunidad más para repetírselo a sí misma una y otra vez. Se había acercado peligrosamente al borde más de una vez. En su corazón sabía que tenía al menos dos buenas razones para no ponerse en riesgo de esa manera nuevamente.

—Gracias, Nanoha —le contestó Fate, con un medio suspiro, lamentando tener que ser ella, ahora, la que terminaba el abrazo.

Apresurándose a salir y al tiempo que abría la puerta, se tomó un momento para voltear. Miró a Nanoha, de pie frente a ella, luciendo hermosa y serena en su delicado camisón de dormir, y le dirigió una sonrisa tímida. Sintió el inevitable calor amenazando a subir por sus mejillas.

Sus ojos se encontraron y con voz clara se dirigió a ella antes de irse.

—Te quiero, Nanoha.

Apenas pronunció esas palabras, salió rápidamente sin esperar respuesta, cerrando la puerta tras de sí.


Un par de minutos después el sonido de la puerta de entrada cerrando le indicó que Fate ya había partido. Nanoha seguía parada en la misma posición, sola en su cuarto y sintiendo el aire de pronto más pesado. Ni siquiera parecía importarle que la única luz que llegaba a iluminar el cuarto provenía de los destellos esporádicos de los rayos que indicaban de la tormenta que se cernía sobre la ciudad.

Ciertamente no era la primera vez que Fate le decía eso. Se había vuelto relativamente común entre ellas. Al paso de los años, el tomarse de la mano había dado paso a algunos jugueteos inocentes; abrazarse había dado paso a dormir abrazadas compartiendo la misma cama. Estas transiciones en sus muestras de afecto habían sucedido con tal naturalidad que ninguna se había cuestionado el por qué lo hacían.

Al menos no una a otra.

Sin embargo, esta vez parecía que no se podía mover del suelo que pisaban sus pies. La intensidad con la que esos ojos carmesíes la habían mirado al decirle que la quería…

¿Qué era diferente esta vez?


Notas del Autor:

Es momento de presentar la traducción de la nueva versión que re-escribí y publiqué hace un par de semanas de "Beyond the Magic". Resulta irónico de alguna manera, pues originalmente la historia la escribí en español y luego al traduje al inglés.

Sin embargo, debido a que en esta extraña cuarentena del 2020 me pegó el amor al Nanofate otra vez con todo, y me inspire para "completar" la historia, pero fluyó en inglés.

Si llega a haber lectores que disfrutaron esta historia hace ya muchos años, espero la disfruten de nuevo. Después de leer muchos comentarios que me perdí por varios años (en los que me aleje del fanfiction) me inspiraron para completar lo que evidentemente "quede a deber" con la primera versión.

Para nuevos lectores, únicamente les pido que tengan en mente que cuando escribí esta historia, únicamente había visto hasta StrikerS entonces obviamente se sale del canon establecido por Vivid, Force, etc y no pretendo cambiar la esencia de la historia original.

Como comentario también, esta historia inicia con rating T pero pasará a M eventualmente.