Reloj de Arena

por Karoru Metallium

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Hola!!! Por primera vez me aventuro en la escritura para un fandom en el que estoy metida desde hace casi cuatro años gracias a mi page Relámpago. Podría parecer un AU por momentos (quizás lo sea), pero cronológicamente esta historia se ubicaría cosa de año y medio después de los acontecimientos en EW, y principalmente es un 6x9, con un trasfondo de 1x2 y 3x4. Mis parejas favoritas, mind you ^^.

Advertencia: major angst, aunque habrá algo de humor de vez en cuando... puede que algún OOC por ahí, pero no demasiado. By the way, tengo la mala costumbre de concentrarme en los sentimientos de la gente, así que puede tornarse pesado y muy serio por momentos ^^.

Disclaimer: Gundam y sus personajes no me pertenecen. Claro que si me regalaran a Zechs no me pondría brava... ¿quién no querría ese hermoso regalo?

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Capítulo I

Cansancio

Lucrezia Noin ordenó por enésima vez los papeles que tenía sobre el escritorio y al fin, dándose por vencida, apagó la computadora y avanzó hacia la puerta, tomando su chaquetón del perchero. No tenía caso permanecer en las oficinas una vez que el trabajo del día (y el del día siguiente, prácticamente) había sido terminado; no tenía caso intentar llenar de más trabajo su soledad.

Porque Noin estaba sola. Atascada en la oficina con el papeleo o en sus ahora escasas salidas al espacio en alguna misión, estaba rodeada de gente; pero en esencia, se sentía sola. Uno podía sentirse solo aún en medio de una multitud, y eso era lo que le ocurría a ella.

Salió del edificio que albergaba la sede de la Organización Preventer, arrebujándose en su enorme chaquetón castaño al sentir el frío de la noche, y automáticamente dirigió sus pasos hacia su apartamento, a sólo dos cuadras y media de distancia. La alegría de sus compañeros de trabajo, de sus subordinados incluso, sólo hacía que la depresión clavara sus garras en ella con más fuerza.

De pronto supo que no quería ir a su apartamento. No quería llegar al lugar meticulosamente limpio y ordenado en el que vivía, y que no era su hogar, porque estaba vacío.

Sus pasos se desviaron y terminó en un pub del centro. Graciosa cosa, la depresión. Ella no solía beber, excepto en alguna ocasión social (y ésas eran más bien escasas), pero justo ahora sentía que necesitaba un trago... un trago de algo fuerte que la adormeciera, que la insensibilizara.

Entró en el pub, un local bastante decente y que estaba extrañamente tranquilo a pesar de ser viernes y casi las diez de la noche. Los clientes, casi todos hombres con la excepción de un par de mujeres que estaban allí con sus parejas, la miraron con vaga curiosidad cuando entró; luego cada quien volvió a sus asuntos.

Ocupó un asiento en la barra y pidió un whisky doble a la rubia que la atendía, sonriendo un poco ante la reacción que causaba su presencia. Sabía que su figura esbelta arrebujada en el grueso chaquetón, y el cabello que había permitido crecer hasta que ahora acariciaba su cuello, la hacían parecer un muchacho; pero no era eso lo que había hecho que todo el mundo procurase no dedicarle una segunda mirada.

Era algo extraño, pero la joven agente parecía llevar tatuada en la frente la palabra "policía", porque la gente, especialmente aquella que no tenía la conciencia tranquila, lo intuía nada más echarle la vista encima y prefería hacer como que la ignoraba.

Cuando la rubia le sirvió lo pedido, se bebió la mitad del vaso de una sola vez, soportando el ardor inicial y sintiendo luego cómo el calor producido por la fuerte bebida se asentaba en su estómago. Se preguntó cuánto tardaría en emborracharse, habida cuenta de que su última comida del día había sido un par de sándwiches a media tarde.

No sería prudente, pero estaba deprimida y no quería sumergirse aún más en la autocompasión, ni pensar más en Zechs.

Zechs...

Fue un error no darse cuenta a tiempo de que lo había convertido en el ancla de su vida, el punto fijo que había escogido inconscientemente para darle un sentido a su existencia, la creencia que había abrazado con todas sus fuerzas, la fe que había usado para atravesar la oscuridad. Se había convertido en su principal interés, lo suficiente como para que ella echara de lado sus propios problemas, su propio bienestar, sus propias dudas y pesadillas.

En aquellos lejanos días en la Academia había apartado la mirada de su oscuro y solitario camino hacia la nada y se había dado cuenta de que él estaba siguiendo la misma ruta. Y entonces había detenido su camino porque él la necesitaba, sin pensar en lo que iba a pasar cuando él ya no la necesitara más; no había pensado que ese día llegaría. Y cuando ese día llegó, ella se dio cuenta de que no había salido de la oscuridad... tan sólo había tomado un desvío del camino, un desvío de años.

Algo en su pecho simplemente se rompió, y se encontró mirando el líquido dorado en su vaso con ojos que realmente no podían ver.

No le importaba. Aún estaba estremecida por el brutal descubrimiento de que él no la necesitaba ya; de que nadie la necesitaba. Y de que no había estado luchando exactamente por él, sino por sí misma... porque lo amaba. Porque había deseado con toda su alma que él la mirara algún día y comprendiera que ella también lo necesitaba; porque había querido escuchar de sus labios la única palabra que nunca le había dicho, lo que más había deseado que él sintiera.

¿Qué clase de amiga era, por todos los cielos? Una egoísta que sólo había pensado en salvarlo a él de la autodestrucción para salvarse a sí misma... alguien que le había apoyado esperando que le pagara con su amor incondicional y devoción eterna. Vaya una cursilería. Y un absurdo.

Pero, ¿qué importaba, de todos modos? Había hecho lo correcto, aunque hubiera sido por las razones equivocadas. Lo había ayudado a salir de ese camino estrecho y oscuro, él podía manejarse solo ahora... siempre había podido, sólo que no lo sabía, y la oscuridad que la vida había hecho anidar en su alma era tan grande que no le había permitido ver la oportunidad de redención. Ella lo había forzado a mirar en la dirección correcta, aunque le tomó años.

Y ahora, nada. Él había encontrado su lugar, estaba haciendo su vida y quizás... quizás uno de estos días encontraría con quién compartirla.

Noin apuró de un trago su vaso y pidió otro. Quería beber hasta que pudiera llorar sin sentir vergüenza de sí misma, hasta que pudiera revolcarse en el piso como una posesa y vomitar. Y luego beber más y más hasta que no pudiera pensar, hasta llegar al punto del olvido en el que el dolor no pudiera alcanzarla.

Con el rabillo del ojo notó que alguien ocupaba el asiento a su lado en la barra y una cansada voz masculina, ligera, pedía un martini doble. Tal parecía que ella no era la única en esta ciudad que estaba llegando al límite de sus fuerzas... y la voz de pronto se le antojaba conocida.

Se volvió para mirar a su fortuito compañero de bebida, que en esos momentos miraba con aire ausente los movimientos de la joven rubia al preparar su trago, y reconoció al instante aquel rostro gracioso y delicado y aquellos enormes ojos de un azul violáceo. Pero, más que todo, fue la larga trenza castaña que caía sobre la abusada chaqueta negra lo que le hizo reconocer a su dueño. Duo Maxwell, ex-piloto Gundam, Dios de la Muerte.

Lo recordaba bien, pero no así. No con el rostro cansado, la expresión endurecida y los ojos opacos.

Él se dio cuenta de que era observado y se volvió lentamente hacia ella, frunciendo el ceño por un momento como si tratara de ubicarla; hasta que pronto aquella sonrisa tan anormalmente alegre, casi maníaca, que ella tan bien recordaba iluminó su rostro.

- ¿Noin?

- Duo Maxwell - repuso ella simplemente, confirmando su identidad. El joven sonrió alegremente y por un momento pareció el mismo de antes, pero había más sombras que nunca en su rostro, debajo de sus ojos y dentro de sus pupilas violáceas. Esa gran sonrisa que era su marca registrada rara vez llegaba a sus ojos, y ahora ese hecho era más patente que nunca.

Noin se preguntó que podía haberle sucedido a Duo en todo ese tiempo que llevaba sin verle. Tenía que haber sido algo grave, a juzgar por su aspecto.

- Eres la última persona a la que habría esperado encontrarme en un bar - comentó en tono confidencial el joven, apurando de un trago su martini y pidiendo otro de inmediato. Al notar las cejas levantadas de Noin, volvió a sonreír, esta vez con genuina diversión.

- ¿Tienes tan siquiera la edad legal para consumir alcohol, Maxwell?

- Apenas - dijo, guiñándole un ojo -; venga, no te preocupes por el pequeño Duo, mi resistencia al alcohol es bastante alta...

- ¿Qué haces aquí en la Tierra? Creí que vivías en L2...

- Quizás deba preguntarte lo mismo, Noin. La última vez que supe de ti ibas camino a Marte.

- Y allí estuve todo un año. ¡Ojalá me hubiera quedado allá! - dejó escapar la joven con amargura, apurando de un trago lo que quedaba en su vaso y pidiendo otro igual.

El ex piloto de L2 guardó silencio por unos momentos, como tratando de decidir si podía confiar en ella o no. Finalmente habló.

- Deduzco que tus razones para estar aquí se parecen mucho a las mías...- comentó, sorbiendo lentamente su segundo martini doble.

- ¿Eso crees?

- Estoy seguro. Tú estás aquí porque no puedes estar lejos de una persona, al igual que yo. Sé que Zechs Merquise está aquí en la Tierra...

- No me vas a decir que estás aquí por Zechs también... - zumbó Noin, vagamente divertida. No le importaba que Duo trajera a colación su legendario apego al famoso coronel de OZ, maniático genocida y príncipe pacifista, todo en uno; al fin y al cabo, era algo que todo el que había combatido en la guerra y sobrevivido sabía. Ella nunca había hecho nada por ocultarlo.

- Noooooo... - Duo pareció horrorizado - quiero decir, el tipo está muy bien y demás historias, pero no es la persona que...

- Cálmate, Maxwell. Sólo quería incordiarte. ¿Qué te pasa? ¿Has perdido tu famoso sentido del humor?

- No, es que el alcohol hace que me ponga serio y tú casi haces que me dé un síncope. Ajá, ya que pasamos de los saludos y las puestas al día reglamentarias... ¿qué haces ahogando tus penas en un bar?

- Estaba esperando que vinieras a buscarme, Shinigami... estoy preparada para abrazar a la muerte, nada me ata ya a este mundo - murmuró Noin en un tono lúgubre que casi hizo brincar en su asiento al ex piloto.

- ¡Noin!

- Creo que la bebida que te hace poner serio, Maxwell - sonrió la joven, divertida -. Estoy sola, cansada, harta y deprimida, pero no he llegado a la etapa suicida... todavía.

- Pues estamos igual, agente Noin; pero puede ser que yo te lleve ventaja en la carrera hacia la etapa suicida. ¿Has leído mi expediente? Soy un individuo hiperactivo con tendencia a padecer de psicosis maníaco-depresiva - sonrió abiertamente.

- Yo no tengo nada de eso; pero aunque mi último reporte psiquiátrico no dice nada al respecto, creo que padezco un desorden obsesivo-compulsivo - retrucó Noin. Había olvidado cuándo había sido la última vez que sostuvo con alguien una conversación ligera e ingeniosa sobre cosas que en el fondo eran tan serias. Estas cosas solían divertirla. Recordó cómo solía bromear con Zechs en la Academia... no, mejor no recordar eso.

- ¡Uh! ¡Pobrecita!

- Pero lo tuyo es grave, ¿no te han recetado sedantes? - bromeó.

- No, mujer, eso ya quedó atrás... ¿quién necesita sedantes, cuando el alcohol es tan barato? Además de que tenemos el olvido y luego el correspondiente purgatorio con la resaca de la mañana siguiente que nos hace jurar nunca volver a beber - se rió.

- Somos un par de perdedores, ¿eh, Maxwell?

- Nos han tocado un par de limones, es todo. A ver si ya que nos ha tocado la misma suerte perra podemos darnos algo de apoyo moral... esto podría ser el comienzo de una hermosa amistad, ¿no crees? - la tristeza y la diversión se mezclaban a partes iguales en sus sombríos ojos violáceos - ¡Brindo por eso! - alzó su copa a medio terminar y la hizo chocar con el vaso casi vacío de la joven. Ambos pidieron otra bebida después de brindar.

- ¿Y bien? - inquirió Noin - ¿Quién es tu limón?

- Agárrate bien de la silla, agente Noin, porque puedes caerte cuando te lo diga...

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N.A.: Que conste que no apoyo el consumo de alcohol... sé que estuvo corto, que va lento y un poquito demasiado angsty (palabras textuales de mi beta, pero él ama el angst, así que vamos bien ^^), pero en el próximo capítulo habrá un poco más de luz y ligereza xDDDDDDDDDDDDDDDD. Esta historia se la dedico a mi amiga Angie Stones, tan fan de Zechs como yo...