Disclaimer: Los personajes de Harry Potter son propiedad exclusiva de J. K.
Rowling. Grey Tower y sus habitantes le pertenecen a Raven Dragonclaw.
A/N: Primero que nada quiero agradecer a Raven Dragonclaw por dejarme traducir su historia. Simplemente me encantó Elemental Genesis, y quise ayudar a que fuera posible que personas que no entienden el inglés a leerla. Espero que disfruten leyéndola tanto como yo he disfrutado traduciéndola.
Génesis Elemental
Capitulo Uno: Cayendo en el Abismo
Todo lo que quería en ese momento era morir. Quería caer en ese oscuro abismo y encontrar algo de paz en el vacío olvido. Pero no, no podía hacer eso. El era El-Niño-Que-Vivió, después de todo. El perfecto salvador del mundo mágico no podía morir. Tenía que seguir viviendo, sin importarle la agonía que de algún modo o de otro siempre terminaba recibiendo. Después de todo, él era el héroe de todos.
Tales eran los pensamientos melancólicos de Harry James Potter, de catorce años, acostado en el duro piso de su pequeña habitación, tieso y sangriento. Bueno, ahora catorce, pero en tres días, en el 31 de Julio, cumpliría quince. Eso, si conseguía vivir hasta esa fecha. En el fondo no lo deseaba. La vida y la luz parecían tan rejuvenecedoras y vitalizantes, ¿pero por qué estaba matándolo lentamente? No le importaba. Hacía tiempo ya que había dejado de importarle. Lo que quería en la vida nunca importaba. El Destino amaba arruinarle la vida.
Verás, este infeliz joven no era un adolescente ordinario, sino que también era un mago. La mayoría del año atendía al Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Allí estaba su verdadero hogar. Sus amigos estaban ahí, al igual que todas las personas que se preocupaban por su bienestar. La residencia Dursley en el número 4 de Privet Drive en Surrey no era su hogar, era el Infierno en la Tierra.
Harry era un gran contraste a sus parientes ya que era la viva imagen de su padre, lo que ciertamente no mejoraba el trato que recibía de sus parientes. Fue dejado a su cuidado porque el malvado Señor Oscuro Lord Voldemort mató a sus padres. Su padre, James Potter, intentó darle a su familia el tiempo suficiente para escapar, pero murió en vano. Su madre, Lily, suplicó por su vida, pero Lord Voldemort nunca mostraba piedad. Después de deshacerse de la mujer, lanzó la Maldición Asesina a Harry, en ese entonces aún un bebé. Pero la maldición rebotó hacia el Señor Oscuro, reduciéndolo a poco más que un espíritu. Débil y sin poderes, huyó. Harry ganó instantáneamente status como celebridad, además de una cicatriz en forma de rayo en la frente, recuerdo del encuentro. Huérfano, fue enviado a vivir con la hermana muggle de su madre, Petunia, y sus extremadamente grandes esposo e hijo. No supo acerca de sus habilidades mágicas hasta que Hogwarts lo contactó cuando tenía once años. Su alborotado cabello negro, complexión delgada, y ojos verdes contrastaban violentamente con la apariencia pálida y pelo claro de su "familia."
Actualmente, esos ojos verdes estaban oscuros y vidriosos por el dolor. Su pelo se pegaba a su frente en una extraña mezcla de sangre y sudor. Su ya delgado cuerpo estaba ahora esquelético en apariencia, debido a que no había comido en bastante tiempo. Pero eso no le importaba: tenía cosas más importantes en su mente. El año pasado, había sido forzado a participar en el peligroso Torneo de los Tres Magos como un cuarto competidor. Hizo su mayor esfuerzo, incluso si sólo era un adolescente de catorce años con increíble buena suerte, y empató en el primer lugar. Durante la última prueba, él y un compañero/competidor Cedric Diggory decidieron tomar la copa juntos, ya que ambos sentían que la merecían. Esta fue una terrible decisión. La copa era un traslador, y los envió directamente a un cementerio, donde Voldemort los aguardaba. Peter Pettigrew o Colagusano, un cobarde devoto al Señor Oscuro, asesinó a Cedric y usó al ya herido Harry para revivir a su antiguo amo. Harry apenas consiguió escapar vivo y ya que su sangre fue usada para devolver a Voldemort a su antiguo cuerpo, la protección que su madre le entregó fue anulada. El Ministro de Magia, en oposición al Director de Hogwarts Albus Dumbledore, no creyó su historia. Todo lo que Harry obtuvo fue un gran montón de oro por "ganar" el Torneo, el conocimiento de que Voldemort estaba libre, aterrorizando millones de personas, y una gran carga de culpa en su conciencia. No, casi se olvidó. Sonriendo tristemente, recordó que les había dado el oro a Fred y George Weasley, los gemelos bromistas, hermanos de su mejor amigo, Ron Weasley, para su tienda de bromas.
¿Por qué era la muerte tan despiadada? Al parecer el año pasado tampoco fue bien para los Dursleys. Una gran firma Americana había forzado la compañía de taladros de su tío Vernon, Grunnings, fuera del negocio. Desempleado, los ahorros de los que la familia estaba viviendo estaban casi agotados. También, el diámetro de Dudley y sus pobres hábitos alimenticios finalmente le habían afectado. Había desarrollado una seria condición del corazón y necesitaba una cirugía mayor para salvar su vida. Esto costaba una gran cantidad de dinero; dinero que los Dursley no tenían. De algún modo, su tío lo veía como la causa de sus desgracias. Harry podía aceptar ser la razón de la muerte de Cedric, pero no de esto. Así que, cada día, había estado recibiendo un "castigo" por algo que en lo que no tenía nada que ver. Su tía Petunia había intentado ayudarlo al principio, pero tenía que ir a cuidar a su "widdle Duddy". Pero Harry sabía la verdad: Vernon la había amenazado.
Pobre Harry ni siquiera podía pedir ayuda. Vernon había estrangulado a su fiel lechuza, Hedwig, tan pronto como regresó de Hogwarts. Nunca pudo darle un enterramiento adecuado, ya que los quemados restos fueron tirados a la basura. Contactar a su padrino Sirius Black, Remus Lupin, o sus amigos estaba fuera de cuestión. Ni Ron ni Hermione le habían escrito, probablemente bajo órdenes de Dumbledore. No, estaba atrapado.
Acostarse en el suelo esperando su muerte era muy aburrido, así que escribió "AYUDA" en varios lugares de su habitación. Escribía en la única sustancia disponible, ya que su baúl estaba bajo llave en la alacena debajo de las escaleras: su propia sangre. El resto del tiempo lo pasaba mirando el techo de su habitación, rezando que fuera a morirse ese mismo segundo. Sus plegarias seguían sin ser contestadas. Soportaba días de dolor, mientras en las noches experimentaba horribles pesadillas. O, como el ardiente dolor de su cicatriz le recordaba, veía a Voldemort asesinar a personas inocentes.
Escuchó fuertes pisadas en las escaleras. Comienza de nuevo. La puerta fue abierta con un azote al momento que su robusto tío, con la cara de un color amoratado, empezaba con su tarea de "disciplinar a el anormal". Harry apenas escuchaba el acalorado balbuceo de su tío. No le importaba. No gritó, porque a Harry no le importaba. Ya no reimportaba más su vida, sino que deseaba su propia muerte.
"No te rindas aún," un susurro melodioso dijo en sus oídos. Mientras el pie de su tío continuaba golpeando sus débiles pulmones y costillas, vio una mujer arrodillándose cerca de su cabeza. Aparentemente su tío no podía verla. Con una belleza oscura que tentaba el alma, ella le alentaba en murmullos, pidiéndole sobrevivir. Su voz era como el canto del fénix: lo sanaba y le daba fuerza, aunque metálica y misteriosa. Hilos plateados combinaban con mechones color negro oscuro y castaño, que no revelaban su edad. Ojos azul oscuro, moteados con plateado y dorado brillaban con lágrimas. ¿Lágrimas por él? Una Diosa Real, estaba teniendo piedad en él. Quizá ella fuera la Muerte... no. Ella le decía, le rogaba, que siguiera viviendo. Eso haría. Sólo por ella, él continuaría viviendo.
Vernon Dursley se alejó, pues su sobrino comenzó a brillar con un resplandor plateado. Un poderoso viento apareció de alguna forma, y rodeó al muchacho, prohibiendo que el violento hombre se le acercara. Entonces todo se detuvo. Bajando sus brazos, que habían estado protegiendo su rostro, notó que el muchacho había desaparecido. Vernon Dursley salió de la habitación corriendo, sintiendo más que ojos mortales observándolo. En la noche, esos ojos invisibles lo cazarían en sus sueños, acusándolo de crímenes incontables. Durante el día, lo seguirían, maldiciendo su alma por su existencia. Él no podía explicar su paranoia, así que, por supuesto, culpó al anormal de su sobrino.
Lo último que recordaba fue su cuerpo golpeando el frío piso de piedra. El cielo nocturno sobre él era una visión hermosa. Le sonrió a la Dama, quien benignamente le devolvió la sonrisa antes de que se desmayara. Harry Potter cayó en el abismo.
A/N: Primero que nada quiero agradecer a Raven Dragonclaw por dejarme traducir su historia. Simplemente me encantó Elemental Genesis, y quise ayudar a que fuera posible que personas que no entienden el inglés a leerla. Espero que disfruten leyéndola tanto como yo he disfrutado traduciéndola.
Génesis Elemental
Capitulo Uno: Cayendo en el Abismo
Todo lo que quería en ese momento era morir. Quería caer en ese oscuro abismo y encontrar algo de paz en el vacío olvido. Pero no, no podía hacer eso. El era El-Niño-Que-Vivió, después de todo. El perfecto salvador del mundo mágico no podía morir. Tenía que seguir viviendo, sin importarle la agonía que de algún modo o de otro siempre terminaba recibiendo. Después de todo, él era el héroe de todos.
Tales eran los pensamientos melancólicos de Harry James Potter, de catorce años, acostado en el duro piso de su pequeña habitación, tieso y sangriento. Bueno, ahora catorce, pero en tres días, en el 31 de Julio, cumpliría quince. Eso, si conseguía vivir hasta esa fecha. En el fondo no lo deseaba. La vida y la luz parecían tan rejuvenecedoras y vitalizantes, ¿pero por qué estaba matándolo lentamente? No le importaba. Hacía tiempo ya que había dejado de importarle. Lo que quería en la vida nunca importaba. El Destino amaba arruinarle la vida.
Verás, este infeliz joven no era un adolescente ordinario, sino que también era un mago. La mayoría del año atendía al Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Allí estaba su verdadero hogar. Sus amigos estaban ahí, al igual que todas las personas que se preocupaban por su bienestar. La residencia Dursley en el número 4 de Privet Drive en Surrey no era su hogar, era el Infierno en la Tierra.
Harry era un gran contraste a sus parientes ya que era la viva imagen de su padre, lo que ciertamente no mejoraba el trato que recibía de sus parientes. Fue dejado a su cuidado porque el malvado Señor Oscuro Lord Voldemort mató a sus padres. Su padre, James Potter, intentó darle a su familia el tiempo suficiente para escapar, pero murió en vano. Su madre, Lily, suplicó por su vida, pero Lord Voldemort nunca mostraba piedad. Después de deshacerse de la mujer, lanzó la Maldición Asesina a Harry, en ese entonces aún un bebé. Pero la maldición rebotó hacia el Señor Oscuro, reduciéndolo a poco más que un espíritu. Débil y sin poderes, huyó. Harry ganó instantáneamente status como celebridad, además de una cicatriz en forma de rayo en la frente, recuerdo del encuentro. Huérfano, fue enviado a vivir con la hermana muggle de su madre, Petunia, y sus extremadamente grandes esposo e hijo. No supo acerca de sus habilidades mágicas hasta que Hogwarts lo contactó cuando tenía once años. Su alborotado cabello negro, complexión delgada, y ojos verdes contrastaban violentamente con la apariencia pálida y pelo claro de su "familia."
Actualmente, esos ojos verdes estaban oscuros y vidriosos por el dolor. Su pelo se pegaba a su frente en una extraña mezcla de sangre y sudor. Su ya delgado cuerpo estaba ahora esquelético en apariencia, debido a que no había comido en bastante tiempo. Pero eso no le importaba: tenía cosas más importantes en su mente. El año pasado, había sido forzado a participar en el peligroso Torneo de los Tres Magos como un cuarto competidor. Hizo su mayor esfuerzo, incluso si sólo era un adolescente de catorce años con increíble buena suerte, y empató en el primer lugar. Durante la última prueba, él y un compañero/competidor Cedric Diggory decidieron tomar la copa juntos, ya que ambos sentían que la merecían. Esta fue una terrible decisión. La copa era un traslador, y los envió directamente a un cementerio, donde Voldemort los aguardaba. Peter Pettigrew o Colagusano, un cobarde devoto al Señor Oscuro, asesinó a Cedric y usó al ya herido Harry para revivir a su antiguo amo. Harry apenas consiguió escapar vivo y ya que su sangre fue usada para devolver a Voldemort a su antiguo cuerpo, la protección que su madre le entregó fue anulada. El Ministro de Magia, en oposición al Director de Hogwarts Albus Dumbledore, no creyó su historia. Todo lo que Harry obtuvo fue un gran montón de oro por "ganar" el Torneo, el conocimiento de que Voldemort estaba libre, aterrorizando millones de personas, y una gran carga de culpa en su conciencia. No, casi se olvidó. Sonriendo tristemente, recordó que les había dado el oro a Fred y George Weasley, los gemelos bromistas, hermanos de su mejor amigo, Ron Weasley, para su tienda de bromas.
¿Por qué era la muerte tan despiadada? Al parecer el año pasado tampoco fue bien para los Dursleys. Una gran firma Americana había forzado la compañía de taladros de su tío Vernon, Grunnings, fuera del negocio. Desempleado, los ahorros de los que la familia estaba viviendo estaban casi agotados. También, el diámetro de Dudley y sus pobres hábitos alimenticios finalmente le habían afectado. Había desarrollado una seria condición del corazón y necesitaba una cirugía mayor para salvar su vida. Esto costaba una gran cantidad de dinero; dinero que los Dursley no tenían. De algún modo, su tío lo veía como la causa de sus desgracias. Harry podía aceptar ser la razón de la muerte de Cedric, pero no de esto. Así que, cada día, había estado recibiendo un "castigo" por algo que en lo que no tenía nada que ver. Su tía Petunia había intentado ayudarlo al principio, pero tenía que ir a cuidar a su "widdle Duddy". Pero Harry sabía la verdad: Vernon la había amenazado.
Pobre Harry ni siquiera podía pedir ayuda. Vernon había estrangulado a su fiel lechuza, Hedwig, tan pronto como regresó de Hogwarts. Nunca pudo darle un enterramiento adecuado, ya que los quemados restos fueron tirados a la basura. Contactar a su padrino Sirius Black, Remus Lupin, o sus amigos estaba fuera de cuestión. Ni Ron ni Hermione le habían escrito, probablemente bajo órdenes de Dumbledore. No, estaba atrapado.
Acostarse en el suelo esperando su muerte era muy aburrido, así que escribió "AYUDA" en varios lugares de su habitación. Escribía en la única sustancia disponible, ya que su baúl estaba bajo llave en la alacena debajo de las escaleras: su propia sangre. El resto del tiempo lo pasaba mirando el techo de su habitación, rezando que fuera a morirse ese mismo segundo. Sus plegarias seguían sin ser contestadas. Soportaba días de dolor, mientras en las noches experimentaba horribles pesadillas. O, como el ardiente dolor de su cicatriz le recordaba, veía a Voldemort asesinar a personas inocentes.
Escuchó fuertes pisadas en las escaleras. Comienza de nuevo. La puerta fue abierta con un azote al momento que su robusto tío, con la cara de un color amoratado, empezaba con su tarea de "disciplinar a el anormal". Harry apenas escuchaba el acalorado balbuceo de su tío. No le importaba. No gritó, porque a Harry no le importaba. Ya no reimportaba más su vida, sino que deseaba su propia muerte.
"No te rindas aún," un susurro melodioso dijo en sus oídos. Mientras el pie de su tío continuaba golpeando sus débiles pulmones y costillas, vio una mujer arrodillándose cerca de su cabeza. Aparentemente su tío no podía verla. Con una belleza oscura que tentaba el alma, ella le alentaba en murmullos, pidiéndole sobrevivir. Su voz era como el canto del fénix: lo sanaba y le daba fuerza, aunque metálica y misteriosa. Hilos plateados combinaban con mechones color negro oscuro y castaño, que no revelaban su edad. Ojos azul oscuro, moteados con plateado y dorado brillaban con lágrimas. ¿Lágrimas por él? Una Diosa Real, estaba teniendo piedad en él. Quizá ella fuera la Muerte... no. Ella le decía, le rogaba, que siguiera viviendo. Eso haría. Sólo por ella, él continuaría viviendo.
Vernon Dursley se alejó, pues su sobrino comenzó a brillar con un resplandor plateado. Un poderoso viento apareció de alguna forma, y rodeó al muchacho, prohibiendo que el violento hombre se le acercara. Entonces todo se detuvo. Bajando sus brazos, que habían estado protegiendo su rostro, notó que el muchacho había desaparecido. Vernon Dursley salió de la habitación corriendo, sintiendo más que ojos mortales observándolo. En la noche, esos ojos invisibles lo cazarían en sus sueños, acusándolo de crímenes incontables. Durante el día, lo seguirían, maldiciendo su alma por su existencia. Él no podía explicar su paranoia, así que, por supuesto, culpó al anormal de su sobrino.
Lo último que recordaba fue su cuerpo golpeando el frío piso de piedra. El cielo nocturno sobre él era una visión hermosa. Le sonrió a la Dama, quien benignamente le devolvió la sonrisa antes de que se desmayara. Harry Potter cayó en el abismo.