Lobo de Luna

Reescrito varias veces, simplemente no logro hacer que llegue al nivel deseado, pero si sigo borrando y escribiendo todo desde el inicio, jamás saldrá a la luz.

Advertencia: Sexo, Violencia, Homicidios, Sangre, Suicidio, Drogas, Lenguaje.

Para ti, Dana.

Capítulo 0: NULL.

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Viernes 9:00 p.m. (G.M.T. +3). Moscú, Rusia. Abadía Vólkov.

La habitación está vacía. Una cama tamaño individual con las sábanas desperdigadas yace en una esquina; un escritorio viejo de madera, en otra. Las enormes puertas de un armario empotrado a la pared están abiertas, mostrando ropa amontonada entre cajones igualmente abiertos, repisas, y ganchos.

Tala Ivánovich no se molesta en encender las luces; entra con un suspiro aburrido y continúa su andar hasta el baño, lo atraviesa y se asoma por la puerta contraria a la que entró. Otra habitación vacía lo recibe.

— ¿Kuznetzov? — pregunta a la oscuridad, aun a sabiendas que no hay nadie más en el cuarto.

Cierra la segunda puerta sin poner llave. Sus ropas están sucias, tiene el cabello suelto, desarreglado, seboso, pegado a su rostro de manera grotesca.

— Maldición — una expresión de enojo cruza su rostro.

Míranos — escucha; abre sus ojos azules y observa el espejo que tiene frente a él, viendo todo de cabeza.

Su torso y cabeza cuelgan del borde de la cama. Una mano está fuertemente aferrada a sus cabellos; una boca lame y muerde sus pezones entre jadeos. Sus piernas están abiertas y acogen entre ellas el cuerpo de un hombre mayor.

En el reflejo del espejo ambos cruzan la mirada. El hombre sonríe con la tetilla del joven en la boca.

Eres perfecto — el individuo embiste nuevamente. Tala cierra sus ojos. El otro continúa admirando las hebras rojizas del niño mecerse a centímetros del piso con cada estocada.

Su ropa cae al piso. Sus músculos desnudos se tensan. Se posiciona justo frente al enorme espejo de cuerpo entero admirando su pálido y delgado cuerpo; de pronto, manos ajenas comienzan a recorrer su torso abrazándole por la espalda, pellizcan sus pezones con maestría, lamen su cuello con vehemencia.

Cierra Tala sus ojos azules. Suelta un largo suspiro. Los vuelve a abrir. No hay nadie más con él. Levanta su mano con el puño cerrado y de un certero golpe hace millones de pedazos el espejo que le refleja en ese oscuro cuarto de baño.

Trozos de cristal vuelan por doquier; la pared se troza, grietas se abren desde donde el puño hizo contacto hasta el techo y el piso.

Ivanov baja el brazo, trayendo consigo un par de enormes ladrillos del muro. Aún queda un pedazo de espejo pegado a la pared. Son sólo las orillas, pero lo suficiente como para reflejarlo de manera monstruosa y distorsionada.

Se escucha la pared quebrándose más, una larga grieta llega hasta el foco apagado del techo. Algunas gotas de sangre caen del puño de Tala. La sangre se coagula casi de inmediato, evitando que brotase mucha.

— Querido Iván — suelta una divertida carcajada — Aquí estoy. ¿Quieres lastimarme? — Se relame los labios — No puedes... no siendo dolor —

Los trozos de espejo que sobrevivieron tienen forma de triángulos pronunciados que apuntan al agujero del centro.

Deja detrás la destrucción – y la dispersión de tela con cristales en el suelo – abre la llave del agua. El sonido es tranquilizador. Agua corre por las tuberías, sale por pequeños orificios en un conducto, rebota al llegar al fin de la caída.

Suspira y golpetea con sus dedos la cortina semitransparente con ritmo de 'Descent of the archangel' de Kamelot. Un destello platinado brilla frente a él. Suspira. Estira su mano sangrante al chorro de agua y permite que ésta limpie el desastre que él mismo se había causado.

— Bienvenido, Bryan — ríe. Lanza un vistazo fugaz a la única puerta cerrada del baño, la puerta de la habitación de Bryan. Da un paso adelante e introduce todo su desnudo cuerpo a la regadera.

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Viernes 09:17 p.m. (G.M.T. +3). Moscú, Rusia. Abadía Vólkov.

Es increíble — Ian empuja la silla con ruedas donde Bryan está sentado, leyendo en su poderoso computador — Con eso puedes asesinarlo — ríe.

No quiero asesinarlo, imbécil —

¡Qué desperdicio! Sin él en el camino, yo podría... — el chico de cabellos púrpuras calla de súbito —...nada. — Termina de leer la información que les muestra la pantalla de la Workstation y toma entre sus manos un pequeño control negro que contiene un solitario botón. La computadora tiene una fotografía del mismo control.

No entiendo aún para qué es eso — Kuznetzov gruñe.

¡Neandertal! — Ian rasca su nariz — Te lo explico por 5 libras — ofrece.

Habla —

Pon atención, no pienso repetirlo — la cobra levanta el aparato — Los nanotubos de carbono que cubren toda la fisionomía de Tala, debido a su superconductividad y la descarga que estos mismos generarían al presionar este botón — muestra el único botón rojo — causarían un cambio en sus efectos cuánticos, provocando comportamientos anormales en la materias; en este caso, en el cuerpo de nuestro querido capitán.

Ajá — Kuznetzov soltó una carcajada sarcástica — Cobra, eres un idiota, ahora explícamelo en ruso — dijo en tono sombrío.

Te regalaré un tesauro — niega frustrado el joven cobra — Sería humano. Tala sería humano. No sé por cuánto tiempo, pero los nanotubos de carbón se bloquearían a sí mismos y... —

¿Qué son nanotubos de carbón? ¿Qué diablos es tesauro? —

Inculto. Los nanotubos son... — Pausa — ¿Cómo podré decirlo y que entiendas? Es con lo que Ivanov... Es lo que le da a Tala su fuerza, velocidad, agilidad, habilidad mental y todo aquello que lo hace superior a todos nosotros. —

Bryan toma asiento en su cama. Las sábanas yacen en el piso junto con varias cuchillas, fundas, casquillos de balas, ropa, botas y otros objetos. Mira fijamente el control que tiene entre las manos. El pequeño botón rojo brilla entre la oscuridad.

— ¿Qué tanto odio te tengo, Ivanov? — Se pregunta a sí mismo. — Con esto te jodo la vida — sonríe. Levanta la vista en dirección al baño. Una pequeña e indefensa puerta es lo que lo separa de su capitán. — Disfruta tu baño — puede escuchar el agua correr — Ya no tengo tiempo de estupideces, eres tú o soy yo — se levanta de la cama.

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Viernes 9:21 p.m. (G.M.T. +3). Moscú, Rusia. Abadía Vólkov.

El vapor envuelve el cuarto de baño. Tala gruñe una y otra vez frustrado por no sentir la deliciosa temperatura del agua sobre su piel. Aprieta los puños mirando asesinamente el agua ardiente caer. 'Suficiente'. Cierra la llave.

Camina descalzo – mientras se seca con una pequeña toalla – sobre los cristales rotos que truenan bajo sus pies. Después de colocarse ropa interior ajustada y una playera, se lanza sobre su – no muy cómodo – colchón con una expresión de completo hastío.

No siente dolor, no siente frío, no siente calor... no siente placer.

Le da la espalda a todo, teniendo frente a él un frío muro grisáceo. Cuando cierra los ojos e intenta relajar su cuerpo, miles de murmullos y sonidos llegan directo a sus sensibles oídos.

Pero puede sentir, oír y ver todo lo demás: agua corriendo por tuberías, alguien caminando por el pasillo tres pisos arriba, tos en la enfermería, gritos de un chico en las habitaciones de los soldados de mayor rango, algunos jadeos de excitación...

'Diablos' Ivanov se da la vuelta en su cama, rasca su cabeza. Sabe que los jadeos no representan actos sexualmente consentidos, sino todo lo contrario, forzados, dolorosos e inevitables. Fija su atención a lo que correspondería a las habitaciones del equipo de reconocimiento Borg, su equipo.

Spencer ronca sonoramente. Ian teclea a gran velocidad en una de sus computadoras. Oprime la misma tecla repetidas veces – juega World of warcraft –. La puerta del baño se abre.

— ¡Hnmm! — Bryan gruñe torciendo una mueca al ver la destrucción en el cuarto de baño que lo lleva a la habitación de su capitán. Su presencia provoca miles de voces susurrantes en la cabeza concentrada de su capitán.

Bryan BORIS Kuznetzov PELIGRO 186 centímetros de altura MANIÁTICO Bryan RUSO Rusia BIPOLAR Bipolar HIPERSEXUAL Maniático AGRESIVO Síntomas de manía ALTO RITMO CARDIACO Maniático MANIÁTICO Kuznetzov HIPERSEXUAL...

— ¡Ah! — Tala se sienta rápidamente en la cama; suelta un suave clamor sosteniendo su cabeza y apretando los ojos. En tan sólo segundos conoce: ritmo cardiaco, presión arterial, fuerza física de brazos y piernas en kilogramos y libras...edad... La información se repite una y otra vez sin dejarle respirar. Agita la cabeza, jalando algunos de sus cabellos rojos.

— ¿Sobrecarga de información? — pregunta Kuznetzov levantando una ceja al ver al joven de cabellos rojos.

— Diablos, ahora hasta sé que estás constipado — Tala se pasó la mano por sus cabellos.

— Compartimos baño, no necesitas un cerebro sobrenatural para saber eso — comenta aburrido el halcón.

— Hmm — respira profundo. — Ese dolor definitivamente lo puedo sentir — se queja aún con los ojos cerrados.

— Hoy no te presentaste al entrenamiento — el visitante continúa caminando por la habitación de su capitán hasta colocarse junto a la cama.

— ¿En serio? — Responde sarcástico — No me había dado cuenta — hace alusión a lo obvio.

— ¿Te follabas al jefe? —

— ¿Huh? — Tala abre sus ojos y frunce el ceño molesto.

Bryan mueve velozmente su brazo derecho hacia el rostro de Tala; tiene un largo cuchillo negro 'G.I. Tanto' bien afianzado de la empuñadura de polipropileno. El joven lobo ni siquiera se inmuta, ladea aburrido el rostro; para él, el ataque es lento y con facilidad sostiene el brazo del halcón.

Desorden bipolar, estado de ánimo peligroso. Ritmo cardiaco señala síntomas de manía.

— Cuando te toco puedo sentir cada pequeño cambio en tu cuerpo, ¿Recuerdas? — Golpetea suavemente con sus dedos la piel de Bryan al tiempo que lo sujeta y aprieta con algo de fuerza, provocando que el otro joven suelte el arma blanca — Es muy estúpido lanzarte en mi contra — humedece sus labios.

En un parpadeo de Kuznetzov el ocupante de la cama desaparece, soltándole el brazo. Bryan abre enorme sus ojos por unos segundos, después sonríe divertido. Mete sus manos en los bolsillos de su pantalón tranquilamente y se da vuelta.

— Entreno contigo, sé cómo peleas — comenta el halcón — Sigiloso, rápido, certero y... por la espalda — mira cómo el joven de cabellos rojos, en efecto, se había posicionado por unos momentos detrás de él — creo saber cómo eres lejos del campo de batalla... je, mandamás y dominante contra el colchón. —

— ¿Me lo dice el sátiro que ha desvirgado a innumerables jovencitas de conventos? Anoche mismo te escuché en el patio norte. —

— No hay nada antinatural en mí — gruñó con más énfasis el halcón. Sus manos, aún en los bolsillos, temblaron de tensión.

— Escucho el aumento de tu ritmo cardiaco, es como si tu corazón latiera en mi oído. Mejor tranquiliza tu enojo. —

— Te equivocas — Bryan saca un pequeño control de uno de sus bolsillos — mi ritmo aumenta por la emoción — suelta una sonora carcajada, presionando el botón rojo.

— Mmhh... ¡Ah! — El lobo pierde el control de su equilibrio al instante, su visión se vuelve blanquizca, cae pesadamente en el piso; se retuerce soltando un suave gemido — ¿Qu.e... —

Bryan ríe con anticipación por su victoria. Aprieta los puños y comienza a descargar su enojo y frustración con fuertes patadas al cuerpo de su capitán. Sus carcajadas envuelven la habitación. Sus venas se marcan en sus brazos. Una leve capa de sudor cubre su frente.

— Esto. Apenas. Comienza. — Hace énfasis en cada palabra. Pisa con fuerza una pierna, escucha con sumo placer el gemido, casi grito, de Ivanov. Sin embargo, no detiene su ataque, con cada momento sus golpes obtienen mayor fuerza y malicia.

De los oídos y nariz de Tala brotan gotas de sangre. Los dedos de sus manos y pies se enroscan, las venas de su cuerpo se marcan en brazos y piernas. Los sonidos son sustituidos por zumbidos agudos. Siente por todo su cuerpo una horrible descarga hacer desmanes con sus músculos, en sus venas, por su piel.

Ivanov suelta un quejido por cada golpe recibido. Su cuerpo se convulsiona. Bryan jadea, limpia el sudor de su rostro con la manga de su chamarra, la cual remueve de su cuerpo, con la respiración irregular, remueve también su – sudada – playera, quedando con el torso al descubierto. Levanta el cuerpo aún espasmódico y lo lanza nuevamente a la cama; posteriormente, toma los cabellos húmedos – de sangre y agua de la regadera – de Tala, los hala hacia atrás.

Manchones blancos es lo único que puede percibir el capitán. Siente algo líquido saliendo de sus oídos, la sangre se escapa hasta con forma de lágrimas por los ojos.

Bryan se reclina sobre su capitán, recarga su brazo libre a un lado de la cabeza de Ivanov; sus dedos rozan el costado del rostro distorsionado. Suspira.

— ¿Qu... é... ha... ces? — hipa sin aliento el de cabellos rojizos. Intenta llenar sus pulmones de aire, pero le es difícil con la sangre que gotea de sus fosas nasales. Siente sus bronquios ardiendo como el fuego.

— tratarte como lo... — respira profundo —...prostituto que eres — asegura el halcón. Humedece sus labios.

— Por tu... sátira forma de ser con las mujeres... — el capitán logra levantar con mucho trabajo una de sus manos y las posa sobre la insultante pierna de su contrario —...debí imaginarme que bateabas de ambos bandos — consigue reabrir sus ojos y enfoca con ellos. Aún su cuerpo tiembla con fuerza.

— No, Tala — Bryan mueve la cabeza en círculos, dejando su cuello tronar — me encantan las mujeres, pero a ti... a ti... sólo para probar que puedo dominarte, a pesar de que no eres humano, a pesar de... que eres más fuerte que yo... voy a partirte en dos — tuerce una sonrisa lasciva.

— muy bajo hasta... — intenta inhalar, pero hasta eso le cuesta trabajo —...para ti — balbucea. Su voz no modula bien. La habitación sigue a dando vueltas, a pesar de la poca luz, continúa viendo manchones blancos que nublan su visión.

— Me robé ese control del jefe, interesante, ¿no? — Jala la tela de la playera de su presa haciéndola pedazos. El de cabellos rojos cierra los ojos. Bryan remueve de su pierna la mano del capitán con una mueca de disgusto. Con fuerza, aún provocada por los síntomas de manía, aprisiona ambos brazos por sobre la cabeza del lobo.

— Nadie... le... roba a... — Tala tose estrepitosamente —...te hace creer lo que le... — relame sus labios, limpiando la sangre que los pinta de color carmín — lo que le conviene. —

Kuznetzov imita al lobo humedeciendo también sus labios. Utiliza su puño para callar a ese que ya puede articular, con un golpe certero en la mandíbula. Siente bajo su cuerpo otro ataque de temblores bajo él.

— Continúa y... — dos deditos de la mano del joven de ojos azules se curvearon alrededor de la mano opresora — Suéltame — dijo ya sin fuerza de negar el dolor.

— Te bajo de tu pedestal del mismo modo en que subiste, sublime castigo, ¿no crees? — Bryan rechina la mandíbula — ¿Te cuento un secreto? — abre su pantalón con la mano con la que había dado el último puñetazo.

— Idiota — aprieta los ojos.

Me frustra tener que venir a buscarte — Bryan reniega. Llega todo cubierto de tierra, sangre, golpes y moho — Tienes toda la maldita fuerza para doblar o romper los barrotes — dice curioso.

Y tengo el maldito autocontrol como para no hacerlo — responde Tala. Se levanta del pequeño catre que estaba al fondo de la celda — ¿Por qué tardaste tanto, pareja? — pregunta.

Resulta que a mi 'padre' Boris no le gustó la nueva decoración de la iglesia — ríe sardónico el halcón. Se agacha con piernas temblorosas para meter sus dedos en la parte metálica de sus botas y saca un delgado alambre. Tala puede ver el dolor que siente su compañero de equipo.

Te lo dije, el grafiti es vandalismo — se acerca a la salida y ve como Bryan comienza a pelear con la cerradura para dejarle salir.

Y aún así ayudaste — comenta con sádica diversión el de cabellos platinados. El cerrojo de la puerta de la celda cede ante él y permite a su capitán salir — ¿Tienes idea de qué tipo de recuerdo pudieron haberte borrado esta vez? — pregunta.

Mmm — Tala inclina un poco el rostro hacía un lado — ¿Te preocupa que yo pierda algún recuerdo en específico? — responde.

— No será la primera vez que tengo sexo con un hombre — susurra Kuznetzov en el oído del lobo — Hueles bien — su cuerpo tiembla. Inhala fuertemente y deja su lengua recorrer el cuello del de ojos azules — como a jabón, shampoo y sangre. — Las palabras rompen el recuerdo que había llegado de improvisto a Tala quien abre los ojos y nota la habitación aún girando sin parar.Le están despojando de su ropa interior.

— Basta — susurra Ivanov con voz rasposa — ¡Basta! — Repite.

— Cuando termine — responde el halcón con un susurro amenazante al oído.

— dame. Déjame recuperarme y... — Tala humedece nervioso sus labios — te lo haré como... nadie te lo ha hecho... — obtiene la atención de los nublados ojos verdes de Kuznetzov — Como nadie jamás te lo ha... — otro certero golpe con el puño lo silencia. Su rostro de ladea por la fuerza del impacto. Comienza a toser estrepitosamente.

Bryan baja el cierre de su pantalón, éste retumba en los oídos sangrantes del capitán; lo escucha como si las paredes insistieran en rebotar el sonido una y otra y otra vez para torturarle.

— Separa bien las piernas para mí — jadea el de los ojos verdes. Puede notar como sus palabras causan que el lobo retenga el aliento por unos momentos. Tala niega con la cabeza, se niega a sí mismo su situación y sus alrededores. Tiene sentimientos por su atacante, ninguno de sus encuentros imaginarios con él eran así.

— Basta. —

— Me das asco — responde sin vergüenza el agresor — Sé cómo me miras — jadea. Sus ojos están dilatados — por años me has amado y deseado — relame sus labios. La mano que usó para abrir su pantalón sube y acaricia el rostro del menor — Cuando te tengo y te toco, ¿Quieres que me detenga? — ríe. Su dedo delinea esos labios ensangrentados. Moretones se hacen visibles con el paso del tiempo en la nívea piel del lobo. — Deberías estar feliz. —

— Yo. Quiero. No. Esto. — tose nuevamente, la sangre brota por el esfuerzo de hablar. — Te voy a matar — continúa a pesar de todo. Los deditos de sus pies aún no le responden.

— Uuy, te gusta hablar sucio mientras te follan — Bryan coloca la mano de su dedo juguetón en el cuello de su capitán en señal de amenaza. — ¿Esto es en lo que piensas y deseas cuando te quedas mirándome? — sisea acercando su rostro como lo ha hecho en varias ocasiones tiempo atrás.

— Así no — confiesa Ivanov — Duele — jadea lastimosamente ganando más carcajadas — Me descuidé — admite.Suelta su primer grito angustioso de la noche.

El chico dominante lame y muerde repetidas veces los labios que soltaron el lastimero suspiro clamando libertad; aprieta un poco uno de los pezones que tiene a su disposición, causando una diferente exhalación, provocando que Tala abra más la boca. Introduce la lengua.

— Al parecer no eres tan insensible como imaginé — bufa el halcón entre sus expertas lengüetadas — ¿Me celas y no vas a corresponder mis besos? —

Los espasmos continúan sin remedio alguno, pero Kuznetzov los ignora. Juguetea con su lengua; hace reaccionar al capitán.

Los ojos azules se relajan cuando los espasmos terminan. Puede respirar un poco mejor a pesar de la sangre que gotea de su nariz. Ya tiene control sobre los brazos para defenderse, pero no lo hace. No mueve ni un sólo dedo, simplemente respira profundo y sonríe apenas perceptiblemente.

— Tan cálido cuerpo — continúa el de cabellos platinados. Introduce el rosado pezón en su boca. Acaricia el miembro que poco a poco logra despertar — Mmhh... Tan... ahhh... — Bryan baja sólo un poco su pantalón y su ropa interior. — ¿Listo? —

Ivanov vuelve a negar, aprieta fuertemente los ojos. Sintió la punta del miembro de Kuznetzov posicionarse y prepararse para sodomizarlo. Intentó respirar profundo para prepararse, pero no tuvo tiempo, pues de golpe lo sintió entrar en él.

También apretó con fuerza la mandíbula en un frustrado intento por no gritar. El de cabellos platinados se apoya en él, con sus ojos verdes observa divertido y sardónico el rostro contorsionado del pelirrojo.

— Grita — le invita. Sale y entra con fuerza, comenzando el vaivén salvaje que le encanta. La presión es deliciosa, la calidez inmensurable. — ¿Querías esto, no? — pregunta con dificultad para articular.

Débilmente un par de manos se posan en los brazos que mantienen su peso. Los dedos de Tala se aferran a sus brazos, escucha quejidos ahogados. El lobo intenta no gritar su dolor, se siente partir en dos mientras embisten dentro de él con fuerza y furia.

Bryan desgarra piel a su paso, lame la sangre de la mejilla de Tala y vuelve a robar besos de esos labios entreabiertos. Continúa con sus salvajes embestidas, permitiendo que el colchón rechine con cada movimiento. Jala las bien torneadas piernas, las coloca sobre sus hombros, se pone en una posición más cómoda para llegar hasta el fondo. Las manos de Tala sólo atinan a tensarse, se cierran ahora sobre la sábana al ya no tener el fornido cuerpo de Kuznetzov para aferrarse.

— Ah, tan estrecho — dice entre jadeos el subordinado — Mm... Sí... — escucha al de cabellos rojos gritar de dolor por lo salvaje de sus estocadas en la nueva posición.

A su atacante le encanta: respira agitado, disfruta, se sacia; entra y sale del cuerpo que tiene bajo él, escuchando esos quejidos que jamás pensó lograr de Ivanov. Se inclina, apoyando un brazo junto al rostro del lobo, su otra mano sostiene una de las piernas en su hombro; estando casi recostado sobre el menor comienza a embestir rozando todos los nervios del interior del chico.

El miembro del de cabellos rojos queda atrapado entre los cuerpos; aumenta aún más de tamaño por la rápida circulación de la sangre.

— ¡Ah! ¡Gaaahh! — la voz varonil de Ivanov se escucha. Emite otro gritillo de satisfacción, otro, y otro. Bryan comprende, continúa sus embestidas, escucha a su víctima disfrutar mientras satisface sus necesidades

— Gimes... Mmhh... Rico... —

La pasión llega a su cúspide. Ninguno lo resiste por más tiempo. El halcón llena de su ser al joven de ojos azules; llega con tanta fuerza que provoca el mismo resultado en su momentáneo amante. Sus espaldas se arquean mientras continúan las embestidas, cada vez con menos fuerza y repetición hasta que eventualmente se detienen.

Bryan cierra los ojos. Tala los mantiene abiertos.

— Lo sabía, eres tan queer conmigo que lo disfrutaste, ¿no? — ríe Kuznetzov. Sale del cuerpo ultrajado y se recuesta unos segundos a un lado para recuperar el aliento. No recibe respuesta.

Se apoya en un codo y se asoma para ver de frente al menor quien sigue con la vista hacía el monótono techo. Bryan, por curiosidad, revisa el techo buscando algo interesante. Regresa su atención a su capitán.

— ¿Tala? — pregunta. Se levanta y mira fijamente ese hermoso y ensangrentado rostro: esos ojos continúan abiertos, dilatados... y vacíos — Shit — revisa sus alrededores, desconcertado por el resultado: Ivanov está en shock.

Ł ₰obo de ℓuna Ł ₰obo de ℓuna Ł

Y con esto, comenzamos de nuevo.