RECOMENDACIONES: Leer junto a la canción "Fiedl of Innocence" de Evanescence un tema que me inspiro, sin saber lo que decía, hasta que encontré su traducción y un herimos párrafo en latín incorporado a ella… creo que fue perfecta, le dio cierto toque místico a la historia… espero la disfruten

Capítulo XV

Final

Nuestro Paraíso

"Iesu, Rex admirabilis"

Oh Jesús, Rey más hermoso!

"Et triumphator nobilis,"

Tu Conquistador renombrado

"dulcedo ineffabilis,"

Tu Dulzura mas inefable!

"Totus desiderabilis."
En quién todas nuestras dichas son halladas!

Se incorporó sentándose en la cama que ahora estaba tan vacía y helada, el lugar había vuelto a ser su antigua habitación, a un costado el tocador en el cual ella solía arreglar su cabello antes de venir junto a él, se puso de pie y camino hasta aquel lugar, tomando entre sus manos un cepillo que aún conservaba cabellos de la última vez que los peinó, observó sus figura a través del espejo, vislumbrando en su imaginación la de Kagome que le sonreía como era su costumbre, esa sonrisa llena de luz que era la energía de su propia vida… respiro profundamente, intentando contener las lagrimas, no debía llorar, ella estaba ahora bien, en paz, en la paz que quizás jamás debió dejar, esa que le había sido arrebatada por confusiones y duros hincapiés que solo podías enfrentar en este mundo enfermo en el que habitaba.

-Kagome…- susurró, mientras que tomaba en sus manos el camisón de ella que permanecía sobre la silla del tocador, tal como ella lo dejara… se lo llevó a la nariz y aspiró su inconfundible aroma a flor de cerezo.

Esa noche no le importó la ropa húmeda que aún vestía, se dejó caer sobre la cama, abrazado a la tela que contenía el añorado aroma de la piel de su ángel, impregnándose de él, dejando que sus sueños lo llevaran a un paraje más tranquilo y lejos de la incertidumbre y el dolor.

-.-.-.-.-

Sango y Miroku no comprendían mucho las razones que les daba InuYasha sobre la ausencia de Kagome, pensaban que su amigo se estaba resguardando en la esperanza de que algún día regresara, pero sus propios asuntos, los mantenían algo alejados del abogado, su bebé al fin había nacido y era un hermoso niño, con los expresivos ojos de su madre, y el carácter pasivo y aparentemente serio de su padre, llorando cuando había muchas mujeres a su alrededor y calmándose cuando lo paseaban de brazo en brazo, intentando buscar alimento en cada mujer que lo cobijaba en su seno, ocasionando las sonrisas de todos, menos del padre que temía heredara algunas malas costumbres que a su hermosa esposa le llevó trabajo extirpar, pero estaban felices, deseaban que la joven pareja de amigos fueran los padrinos, pero todo indicaba que Kagome jamás volvería, sin embargo InuYasha, a pesar de las duras noches de soledad, no perdía las esperanzas, y cuando ello llegaba a suceder, se reconfortaba pensando en que finalmente ella era feliz, si había decidido quedarse en aquel paraíso del que le habló, tenía la certeza de que ella era feliz…

Caminaba descalzo por el piso algo frío de la habitación, finalmente lo único frío en aquel lugar, además de su propio lecho, que no conocía el calor de otro cuerpo más que del suyo, desde que ella partiera , el verano ya los estaba abandonando, de acuerdo al calendario, sin embargo el calor aún era constante, a altas horas de a noche incluso… estaba acomodando algunas flores, rosas blancas, es esta ocasión, en el jarrón que pertenecía a la mesa de noche de Kagome, la que se encontraba al lado derecho de su cama, el lugar de ella, intentaba mantener siempre flores frescas en ese sitio, quizás recordándola simplemente, había pensado en una oportunidad ir a visitar su tumba… pero ya no tenía sentido, ella no estaba muerta, Kagome vivía más que todos los humanos concientes y encarcelados dentro de un cuerpo de carne, ella era libre y él deseaba creer que muy feliz… por eso, mantenía las flores frescas cerca, para recordar ese dulce aroma a flores que poseía…

I still remember the world

Todavía recuerdo el mundo

From the eyes of a child

Desde los ojos de un chico

Slowly those feelings

Lentamente esos sentimientos

Were clouded by what I know now

Fueron empañados por lo que yo sé ahora

Se acostó de su lado de la cama, como hacía cada noche desde que Kagome se había ido, hacía tanto tiempo ya, existiendo noches en las que los sentimientos de abandono se apoderaban de su ser nuevamente, y aunque se sentía triste y solitario, sabía que vivir cada día, de la mejor manera posible, era su forma de amar a la mujer que le había entregado todo, sin restricciones, arriesgando su propia alma por él.

Un susurró en el que dejo escapar su nombre, fue el que vino hasta sus labios, como cada noche invocándola en sus sueños, tantos y de tantas formas que no deseaba despertar… deseaba con todo su corazón tener fe, creer en que ella regresaría, creer en que era feliz en donde se encontraba, creer en que todo tenía un orden perfecto, aunque a simple vista fuera tan difícil comprenderlo.

Esta noche lo había visitado, según él quería convencerse, envuelta en una maravillosa vestimenta de color azul cielo, con su cabello libre, con los rizos que no se cansaba de admirar, más definidos que nunca, de espaldas a él sentada en un prado de inverosímil belleza, completamente cubierto de colores maravillosos y tenues, que reflejaban pareciendo brillar, la luz del sol al amanecer, el rocío sobre los pétalos entregando una visión asombrosa… y ahí estaba, con al espalda descubierta, en lo que las hebras de color azabache le permitían ver, caminó hasta ella sintiendo la humedad fresca del roció tocarle los pies desnudos, ya que vestía aún su pijama, agradeciendo el que Kagome pareciera no sentir su presencia, se arrodillo tras de ella, a solo centímetros de su cuerpo, recogió una flor parecida a los liliums, tan azul como su cabello y con la mano libre cubrió los ojos femeninos, escuchó su sonrisa, como si realmente estuviera junto a él, esa sonrisa clara y que a pesar del tiempo y los hechos, seguía siendo tan inocente como cuando la conoció, quizás más libre…sintió las manos delgadas posarse sobre la que le obstruía la visión y entonces acercó su boca hasta el oído de ella, notando que su aliento le movía el cabello levemente en un susurro.

-Te amo…- fue lo que le dijo, descubriendo sus ojos y poniendo ante ellos la flor, aquella pequeña frase que encerraba todo su sentir, le había quitado un peso doloroso que había cargado por tanto tiempo, todos estos meses en los que no pudo decírselo, y aunque esto fuera solo un sueño, era el más hermoso que había tenido. Ella se giró y lo observó, con la flor entre sus dedos y el rostro alegre.

-Te extrañé…- pronunció entonces ella, con el cuerpo a medio girar, dejando que la tela delgada y liviana se adhiriera a su cuerpo, sin muchas ataduras, formando su figura bajo ella, tomando entre sus manos el rostro de InuYasha, acercando sus labios a los de él, devolviéndole con ello el aliento a su alma humana, que clamaba un poco de paz, la que Kagome le estaba entregando con un simple beso… simplemente no quería que terminara… y la estrechó entre sus brazos, robándose el aliento calido y calmo que de ella emanaba, sintiendo una paz absoluta en su alma… ¿así se sentía besar a un ángel?...

Where has my heart gone

Donde ha ido mi corazón


An uneven trade for the real world

Un injusto canje por el mundo real


I want to go back to

Quiero regresar


Believing in everything and knowing nothing at all
Creyendo en todo y sin saber nada de nada

Lo besó con suavidad dejando que sus labios acariciaran los hambrientos de él, deshaciendo con lentitud la unión, InuYasha la aferró más desde la cintura, obligándola a descansar sobre su cuerpo, temiendo que si abría los ojos, su sueño se terminaría… no quería dejar de soñar… podría vivir así pro siempre, mientras ella permaneciera junto a él…

-Tranquilo…- dijo únicamente, apenas escapando de los labios masculinos, presa entre sus brazos, entonces InuYasha abrió los ojos, tragando difícilmente y de algún modo rogando al Dios que había comprobado que existía, por que no se la arrebatara -… ven conmigo…- le pidió deslizando sus delgados dedos hasta su propia cintura, en busca de una de las manos de su amado, enlazando sus dedos y solicitando con una dulce mirada su momentánea liberación.

InuYasha obedeció, siempre temeroso de que se esfumara ante sus ojos, se puso de pie como Kagome le indicó, siguiéndola algunos pasos, oprimiendo la mano en el agarre, a lo que ella le respondió girándose, mientras que su cabello parecía flotar levemente a cada paso, como si la gravedad fuera un poco menor… lo observó con sus infinitos ojos marrones, y le sonrió acercándolo más a ella, mientras que parecían llegar a una especie de precipicio… lo que vio a continuación, simplemente le pareció el lugar más hermosos que jamás logró imaginar…


I still remember the sun

Todavía recuerdo el sol


Always warm on my back

Siempre cálido sobre mi espalda

A la distancia y sin parecer tener un limite, de veían un mar que de tan brillante ante la luz del sol del amanecer, parecía de cristal, centelleando como si estuviera agradeciendo a su creador por el calor de un nuevo día, islas repartidas por doquier de una vegetación visiblemente hermosa, delfines que retozaban jugueteando en medio de las suaves olas que se formaban sobre el agua, niños en sus espaldas, tocando con sus dedos los cristales líquidos, con vestimentas tan ligeras como las que Kagome vestía en este momento, notando en las islas más cercanas una bella escalinata de piedra decorada en toda su extensión por flores de diversos colores y formas, pareciendo que todo era más intenso a sus sentidos en este momento, a su costado Kagome le indicó una hermosa construcción que resplandecía al toque de los rayos del astro que les estaba entregando los deseos más amorosos de un buen día, sus paredes eran de cristal, tal como recordaba haber visto las de su habitación el día en que fue por Kagome, tal como el arcángel que vino en su ayuda había creado, seres humanos de diferentes razas y edades, pareciendo a pesar de sus diferencias, igualmente hermosos, salían de aquel lugar, que parecía un verdadero palacio de cristal emergían al encuentro de una nueva mañana, algunos bajaban la colina corriendo con sus vestidos recogidos entre los dedos, felices, para llegar hasta el agua cristalina y radiante, otros simplemente se elevaban haciendo cabriolas en el aire y jugueteando entre ellos, como si todo a su alrededor estuviera hecho simplemente para su deleite, y para entregarles felicidad a sus almas. Observó a su alrededor, cada cosa creada y cada ser parecía regocijarse con aquel deseo, de un día más en la armonía de este lugar, en el que solo lograba respirar paz, apretó aún más la mano de su amada, sintiendo un infinito contento, un amor tan inmenso que le provocaba lagrimas, ella a través de su sueño le estaba enseñando el maravilloso lugar en el que vivía…sabía que despertar le significaría volver a su realidad… pero al menos ahora tendría la certeza de que Kagome era feliz…y era su tranquilidad, aunque él debiera volver al mundo al que pertenecía…


Somehow it seems colder now
De algún modo parece más frío ahora

Where has my heart gone

Donde ha ido mi corazón

-Sígueme…- le pidió contagiada de la alegría que existía en ese lugar, y de pronto comprendió todo el amor dentro de ella, sintiéndose también parte de este maravillosos sitio, perdiendo por algunos momentos todo su dolor, energizándose con el amor proveniente de aquella radiante luz que parecía brindarle lo mismo a todos.

La seguía mientras escuchaba su suave sonrisa, dispersa entre los verdes árboles de un bosque que le pareció encantado, sintiendo también las risas de los seres a su alrededor, Kagome llevaba su vestido sujeto desde un costado, para facilitar el movimiento de sus piernas, tirando con energía de la mano de InuYasha que la seguía, corriendo descalzos por la hierba que parecía estar permanentemente húmeda, cuando ella e inclinada para esquivar alguna rama, él lo hacía también , notando que cuando sus reflejos no eran suficientes, las ramas simplemente salían de su camino, todo en este lugar era mágico y sorprendente. Se detuvieron de pronto frente a un pequeño claro en medio del bosque, completamente cubierto de flores azules, como la que Kagome aún llevaba en su mano, a un costado y adosada a la pared de una montaña, salía una gran jarra que dejaba despeñar desde dentro agua, tan cristalina como la del mar que acababan de contemplar que caía como una pequeña cascada hasta lo que parecía una fuente, y desde ahí por un sendero se perdía, formando un angosto riachuelo. Kagome se soltó de la mano de InuYasha y entonces él dejó de contemplar el lugar, para mirarla a ella, que se acariciaba contra las flores, que no parecían marchitarse ante el contacto con la pálida piel.

-¿Qué es todo esto?...- preguntó recostándose, y apoyando su cabeza sobre su propia mano, vislumbrando como permanecía con los ojos cerrados, de costado retozando en medio de las azules flores. Abrió sus ojos oscuros y profundos y se enfocó con alegría en los de él.

-Este InuYasha…- dijo, sentándose con ambas manos apoyadas en el piso junto al hombre, mirándolo con una dicha indescriptible, sus cabellos azabaches, cayendo en rizos sobre su hombro izquierdo - …es el amor del Padre… para ti…para todos nosotros…

Se inclinó sobre la figura masculina y tomó con suavidad los labios de su ser amado, sintiéndolo respirar por la nariz ante el beso, de forma profunda pero descansada, el aroma que ella expelía, al igual que aquel lugar, como si aquello fuera un alivio, lo sintió rodearla con sus brazos y llevarlo por sobre su cuerpo, se sentó sobre si vientre y dejo que sus caricias le recorrieran la espalda, con los dedos enredados en su cabello.

Trapped in the eyes of a stranger

Atrapado en los ojos de un extraño

I want to go back to

Quiero regresar

Believing in everything

Creyendo en todo

-Te amo… InuYasha… - musito, con el aliento entrecortado por la magnitud del beso que recibía, continuaba sentada sobre su vientre, sintiendo la premura de las caricias sobre su espalda, y su muslo, la piel se le erizaba, sintiendo el placer de amarlo, tanto que sus sentidos se concentraban solo en su ser amado, en InuYasha, el hombre que la había rescatado, el hombre que se había hecho fuerte en su fe, solo por salvarla, el hombre que le había demostrado cuan hermosa podía ser el alma humana… él, InuYasha… que ahora mostraba ante ella su pasión, la energía más sagrada…

-Oh…Kagome… yo te amo… tanto hermosa…mi ángel…- respondía sin pensarlo demasiado a las palabras que ella le entregaba, sintiendo su sueño tan real que no deseaba despertar, su conciencia le hablaba de un lugar sagrado que no podía ser profanado con la pasión de la carne… pero amarla con su piel, era la forma más sagrada que él poseía para amarla…

La vio erguirse sobre él, notando de seguro la excitación que crecía bajo su pantalón, pensó en que tal vez lo detendría, pero contrario a eso, se asombro al ver como se despojaba de su indumentaria, quedando desnuda por completo ante sus ojos, que fulguraron por la belleza y perfección de aquella piel que era solo suya, cálida y suave a su tacto. Se incorporó besando sus senos, lamiendo y mordisqueando los pezones con suavidad, sintiendo una infinita tranquilidad, arrancándole suspiros y gemidos mansos que brotaban como aliento entre los labios de Kagome, que se arqueaba entre sus manos, dejando que la sostuviera, mientras desfallecía por sus caricias, moviéndose con suavidad sobre su virilidad, aumentando aún más la excitación en él… era como energía que se condensaba dentro de sus cuerpos, había aprendido a verlo de ese modo desde que Kagome se lo enseñara, luz para la humanidad…

-Hazme el amor…- le pidió, sosteniendo entre sus manos la cabeza de InuYasha, que la observó con inquietud, mordiendo su labio ante las palabras tan excitantes y deseadas de Kagome, observando sus mejillas sonrosadas ya.

-Claro pequeña…- respondió sin saber cómo, con total calma, la elevó con sus caderas, para poder quitar la prenda que los separaba, su pantalón de pijama azul oscuro, y se acomodó bajo la figura femenina, que suspiraba con cada movimiento, aunque solo fueran roces, se arrodillo, para tener un mejor equilibrio de su cuerpo, y dejo que ella lo montara, introduciéndose con suavidad, hasta que ambos soltaron el aire comprendiendo que ya estaban acoplados, Kagome humedeció sus labios y besó los de InuYasha, comenzando con el ritmo, ascendente y descendente sobre las caderas del hombre, sintiendo como él la aferraba a su cuerpo, sus pechos rozándose a cada movimiento, el corazón latiendo presuroso, empujándose hacía arriba para entrar aún más en ella, deseaba que lo sintiera, como él lo estaba haciendo… amarla… simplemente, del único modo más intenso que conocía… con su piel…

-Siente amor…- le pidió Kagome en un suspiro infinito, cortando las palabras para poder respirar, aferrada a su cuello, dejando caer su cabeza hacía atrás recogiendo las sensaciones que se gestaban en su interior, llevándola hasta los extremos más insospechados de entrega…era su forma privada de expresarse amor… su complemento, hacerse uno en amor y con Dios, unificar sus sensaciones y brindarlas.

-No solo… con la piel…- continuó él la frase, sin poder terminarla, igualmente agitado y concentrando el sentimiento que le embargaba, impulsando con mayor fuerza hacía arriba, cuando Kagome se dejaba caer, oprimiendo de este modo sus intimidades hasta el límite que resistían, volviendo a efectuar el mismo movimiento, sabiendo que con ello estaba, llegando poco a poco al éxtasis total de sus sentidos.

-Con el… alma…- concluyó ella la frase, cuando sentía que las embestidas se hacían cada vez más fuertes y las manos de InuYasha una vez más se marcaban en sus hombros, sosteniéndola con fuerza, como su aquello le permitiera entrar aún más, sintiendo como Kagome se movían con mayor rapidez sobre él, indicándole con ello que el fin de la búsqueda de su placer estaba a punto de embargarla -… ven InuYasha… ahhh…. InuYasha… unifícate a mí… ahhh… mi amor… y a la… energía divina… de Padre…

-Oh Kagome…Kagome…- fue todo lo que logró responder en el momento en que sintió que explotaba tanto dentro de ella, como fuera, en energía, sembrando su interior y envolviendo con su amor a cada ser que los rodeaba, tanto los árboles del bosque que acababan de cruzar, el agua del pequeño riachuelo, las flores que les había servido como lecho, el mar de cristal, los delfines, los pequeños niños y los alegres humanos, los delfines y todo más allá de donde sus ojos alcanzaron… así se sentían… dos seres desnudos en cuerpo y alma, ante los ojos de Dios, entregando de modo sublime su mayor fuente de energía a la humanidad, del modo más sagrado que se conocía…

"Iesu, Rex admirabilis"

Oh Jesús, Rey más hermoso!

"Et triumphator nobilis,"

Tu Conquistador renombrado

"dulcedo ineffabilis,"

Tu Dulzura mas inefable!

"Totus desiderabilis."
En quién todas nuestras dichas son halladas!

-.-.-.-.-

Despertó de su lado de la cama, abrió los ojos a la luz que entraba por la ventana, aquel ventanal que nunca más estuvo cerrado a la luminosidad de una nueva mañana, desde que Kagome así lo había deseado, se sonrió sintiendo aún bajo sus palmas la tersura de la piel de la mujer que amaba… su ángel… se sentó al borde del lecho y caminó en dirección a la luz, extendió sus brazos desperezándose y recibiendo aquella energía que irradiaba el astro para él, y para cada ser en esta lugar, que si bien no era tan hermoso como el que Kagome le mostró en su sueño, podía llegar a serlo… después de todo eso fue lo que ella había venido a entregarle… esperanza…

Se giró enfocando las cosas en su habitación, aún permanecían el tocador de Kagome y sus topas en el armario, todo perfectamente ordenado, quizás ya no debería conservarlo, sentía tristeza al pensar en no verla, al menos en el tiempo que permaneciera en esta tierra, pero le quedaba el inigualable consuelo de que ella era feliz, en un maravilloso lugar el que esperaba poder aspirar… la amaba… y el saberla tan llena de vida y alegría era suficiente para él… le había dejado el recuerdo imborrable del amor en la expresión más grande que hasta el momento había logrado conocer… ese era un regalo de vida que él no esperaba poseer…

Caminó en dirección a la puerta, pero se obligó a girar, algo había llamado su atención, observó sobre la mesa de noche en la que dejara la noche anterior las rosas blancas, pero en su lugar encontró, varias hermosas flores de un profundo color azul, que no pudo evitar el salto que dio su corazón dentro de su pecho, no supo como salió de la habitación, su mente lo único que hacía era escrutar las habitaciones, sin encontrar nada. Pero al observar el ventanal de la salo, notó que las cortinas se movían levemente por un pequeño especio abierto, entonces comenzó a avanzar más sigiloso, el corazón arrancándose de su pecho y la mandíbula apretada, alcanzó con los dedos el borde de la ventana corrediza y comenzó a deslizarla, teniendo ante sus ojos, la visión más maravillosa que pudo pedir… Kagome… sentada con las rodillas pegadas a su pecho, en una de las sillas de la terraza, con los ojos cerrados y sonriendo, mientras recibía el saludo de una nueva y despejada mañana, vestida con la camisa del pijama que él ahora usaba, la pálida piel de sus piernas y parte de su pecho, en contraste con el azul de la indumentaria.

-Kagome…- fue todo lo que logro musitar, con un sentido tono en su voz y los ojos a punto de soltar las lágrimas que ya no lograría contener, tenerla ahí frente a él, era la visión más extraordinaria que pudo esperar… simplemente el amor albergado en su corazón no tenía forma de ser expresado, ya que sentía que ni siquiera un te amo sería suficiente para pronunciarlo. Ella lo miro entonces, bajando sus piernas y extendiendo su mano a él, InuYasha solo pudo responder… se acercó hasta ella y se sentó en el piso junto a la silla, sin esperar por cierto que Kagome se sentara a su lado, se acomodó cobijándose entre sus brazos, apoyando la espalda en el pecho desnudo del hombre, ambos contemplando los vivos y maravillosos colores que iluminaban poco a poco el cielo-… creí que no volverías…- susurró acomodando algunas hebras de cabello tras la oreja de la mujer, con el fin de poder besar con suavidad su rostro, sintiendo como Kagome tomaba su otra mano y la ponía con suavidad en su vientre.

-Nuestro hijo deseaba estar a tu lado…- respondió, indicando el lugar en el cual el bebé de ambos se gestaba.

-Pero han pasado meses…- se apresuró a decir InuYasha, comprendiendo que en el tiempo transcurrido, alrededor de ocho meses, Kagome debía de tener un abdomen bastante abultado o en caso contrario un bebé ya nacido.

-El tiempo en Edentía es diferente…- respondió ella con la voz calma y llena de sabiduría que la caracterizaba, acariciando la mano de InuYasha que permanecía sobre su vientre – lo que para ti fueron meses… allá solo fueron días…

-Te amo tanto Kagome… tanto… que un te amo no me basta…- confesó aferrándose al abrazo en que la mantenía, besando con suavidad la mejilla expuesta notando como ella se giraba entre sus brazos, para quedar casi frente a él.

-No le des un nombre al amor… solo siéntelo… de todas las formas en que tu alma te lo pida…- acarició con suavidad el cabello del hombre que iluminaba su existencia con el dorado de sus ojos, entregándole un mundo de amor que anhelaba vivir… él era su complemento, su todo… lo besó y dejó que aquella húmeda caricia, les hablara de sentimientos y de eternidad… ahí sentados en la terraza de un edificio, en un mundo imperfecto, que anhelaba la redención que junto al amor del Padre… conseguiría… por que el amor es infinito y eterno…

Fin

Espero que esta historia les halla gustado, a mí me volvió a cautivar ahora que la retome, creo que debían suceder algunas cosas en mi vida, para encontrarme nuevamente con el sentido que le dio nacimiento a este fic, y que creo le dio igualmente un buen final…

Les agradezco a todos los que me acompañaron en el peregrinar de esta historia, así como a las chicas que me vienen siguiendo desde CZ, gracias por sus mensajes y su compañía, a las amigas y amigos que esta escritura me ha entregado, creo que jamás terminaré de agradecer…

Dejen sus mensajes y nos continuamos leyendo… siempre en amor…

Anyara