Disclaimer: Como muy bien todos sabéis, los personajes de estos fan fictions pertenecen a Rowling y a algunos más que yo desconozco. La razón por la que escribimos historias con ellos no es por querer aprovecharnos ni por sacar algo de ello, es simplemente porque nos encantan los personajes y queremos formar parte de su mundo. Por ello, creo que no se merece ningún autor de fan fictions ser demandado por sus escritos sólo porque adora a los personajes y sus vidas en los libros. Que nuestra querida Rowling se lo tome como un halago a su trabajo.

NOTA DEL AUTOR: Hola a todos!!!!!!! Aquí está el sexto capítulo de este fict. Como ya anuncié en el capítulo anterior, este es el comienzo de una nueva etapa de la historia. Va a ser una total sorpresa para vosotros/as ya que no os dije nada sobre lo que ocurre en este capítulo. Perdón por el retraso, abandoné un poco el mundillo y se me olvidó completamente seguir actualizando. Lo siento. Y ahora os dejo con la continuación de "El veneno más mortífero" y espero vuestras opiniones en el libro de visitas (o en formato reviews, da igual) que yo contestaré como ahora hago con las del capi anterior:

Tefy: Ya la continúo ya, jeje. Lo siento de verdad. Pero bueno, aquí va la continuación. Y si alguien quiere castigarme, que no la lea, pero se lo pierde después de tanto tiempo de espera, jeje. Disfrútalo!

Silviota: Hola! Lo mismo, te digo, perdón por el gran retraso. Espero que la continuación de la historia sea de tu agrado, aunque he de decir que este capi sigue centrado en Hermione y sus pensamientos. Pero ya verás como dentro de unos cuantos capis, la historia da un vuelco. Besos!

Wirhaven: Guau! Imagino que esos exámenes pasaron hace ya mucho, jeje. Bueno, espero que te fueran bien, en cualquier caso. Me encanta oír que te gustó el fict y especialmente los profes, porque no veas lo que me cuesta sacar a Sirius y Remus adelante… no sé porque me cuesta tanto, jeje. Ah! Y muchas gracias por leer "El Guardián de la Luna Llena". Adoro esa historia, aunque al estar escrita por mí no debería decir eso jeje. Pero me encanta y me gusta que a la gente le encante como a mí. Se me fue un poco la mano, jeje, pero bueno. En cuanto al flash… bueno, qué decir, jeje. Es lo que tiene que uno sea de la acera de enfrente jajajajaja! Bueno, disfruta del nuevo capi, que pronto habrá más. Besos!

Pumuky: Me alegro que te gustara, y ahí va la continuación, jeje. Espero que sea de tu agrado. Besos!

Sin nada más que decir salvo que no me he copiado de Álex Ubago para el título del capítulo sino que era la mejor opción, os dejo con el capítulo 6 deseando que os guste:

EL VENENO MÁS MORTÍFERO

CAPÍTULO 6: ¿FANTASÍA O REALIDAD?: EL JARDÍN DE LAS ESTRELLAS

Los suaves pétalos rosados de la flor se fueron cerrando lentamente. Se acercaban unos a otros poco a poco mientras el sol del crepúsculo daba por finalizado el día. La débil luz anaranjada apenas podía penetrar por las hojas de los árboles situados cerca de la flor para iluminar sus pétalos antes de que se fundieran en uno. Al final, en el mismo momento en que el sol producía el último de sus rayos, la flor se cerró completamente esperando a que el nuevo día llegara para volver a mostrar todo su esplendor.

En aquel instante, ocurrió algo que no encajaba allí, en aquel jardín. En medio de la hierba fresca apareció una puerta de madera oscura y vieja. La puerta se abrió lentamente dejando paso libre a una figura en el umbral que no se podía ver debido a la luz proveniente del otro lado. Esa misma luz tenía su origen en las antorchas que iluminaban el pasillo de piedra gris que se podía distinguir tras la figura oscura, al otro lado de la puerta. Ésta se adelantó para entrar en el jardín oscurecido por la noche recién aparecida y cerró la puerta. En el mismo momento en que se unieron la hoja y el marco, ambos desaparecieron como si jamás hubieran existido.

La figura ocultaba su rostro en la capucha de la capa negra con broches de plata que llevaba puesta. Avanzaba entre los árboles por un camino al parecer conocido mientras la noche se hacía dueña del ambiente. Las primeras estrellas comenzaron a despuntar como pinceladas blancas en un cuadro oscuro, el redondo orbe de la luna se veía incompleto entre ellas. Mientras la persona oculta bajo la capa caminaba entre los árboles y las plantas, los sonidos de la noche también hicieron su aparición. Los grillos comenzaron su bello canto únicamente interrumpido por aquella persona en su deambular y los búhos y lechuzas el suyo propio, su canto susurrado como si fuera el viento.

La vegetación comenzaba a desprender ese aroma fresco y dulce que solo las estrellas conseguían hacerles despertar. La oscura figura se detenía de vez en cuando sólo para poder respirar profundamente y deleitarse con aquel aroma. Las luciérnagas comenzaron a pulular a su alrededor como llamadas por la luna a su baile brillante. Aquella figura era casi uno más en aquel jardín y se confundía entre los seres que allí habitaban.

Al fin, la persona bajo la capa comenzó a oír el sonido del agua al caer. Con paso lento, como hasta el momento, cubrió la distancia que quedaba hasta un pequeño lago de aguas claras y brillantes que reflejaban la luz de las estrellas como si fueran la sustancia que les diera la vida. El chorro de agua que salía poco a poco de entre las rocas parecía estar formado por gotas de plata que caían hasta perderse entre la brillante superficie del lago. Y sobre ésta, la figura pudo observar el pedazo de luna que había en el cielo, reflejada.

Cuando llegó a la orilla del algo, sacó sus delicadas manos de debajo de la capa y con un grácil movimiento quitó los broches de plata dejándola caer. Reveló su cabello castaño ondulado a la luz de la luna mientras se quitaba la túnica escolar con el escudo de la casa Gryffindor. Miraba como hipnotizada con sus ojos castaños el reflejo de la luna sobre la superficie del agua mientras, prenda tras prenda, se quitó toda su ropa y calzado dejándola caer a sus pies como había hecho con la capa y la túnica.

Una vez desnuda, la chica se internó en las aguas del lago lentamente sintiendo en su piel el helor de la frescura del agua sin un sólo estremecimiento. Caminó por el fondo del pequeño lago como si lo hiciera por tierra hasta que llegó al lugar donde la luna se reflejaba en el agua. Por entonces el agua le llegaba por el pecho y las puntas de su melena castaña ondulada ya estaban mojadas. Allí se sumergió bajo el agua hasta que el lago pareció no albergar a nadie entre sus aguas sino estar manso y tranquilo.

De pronto, la chica salió impetuosamente hacia la superficie echando al mismo tiempo su pelo salpicado de plata hacia atrás. Se introdujo en el agua de nuevo y comenzó a nadar lentamente disfrutando del agua en aquel extraño jardín.

Aquella era la sala del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería conocida como el Jardín de las Estrellas. Se encontraba en el sexto piso del castillo en una zona prácticamente en desuso. Apenas había aulas en su proximidad y por lo tanto casi nadie pasaba cerca de ella. Más que una sala, era un bosque en medio de un castillo, algo extraño e ilógico. La puerta que daba a el Jardín de las Estrellas era en realidad una especie de traslador que llevaba hasta ese jardín oculto, perdido a saber dónde.

Al atravesar la puerta oscura y vieja, tanto como el castillo mismo, la persona que lo hiciera se veía trasportada a ese jardín de localización desconocida sin darse cuenta, como si el jardín formara parte del castillo, como si fuera una sala más. Algunos de los pocos alumnos del castillo que conocían su existencia, pensaban que el Jardín de las Estrellas se encontraba en la profundidad del bosque prohibido. Otros creían que era un lugar oculto entre las montañas de los países nórdicos. Había opiniones para todos los gustos, pero aún así nadie podía dar su ubicación exacta. Además, la puerta desaparecía al instante al atravesarla y se perdía todo el contacto con Hogwarts. Pero, obviamente, se la podía convocar con las palabras mágicas adecuadas y volver al castillo en cualquier momento y en cualquier lugar del jardín.

Era demasiado grande y la poca gente que lo visitaba no se atrevía a alejarse mucho del punto de aparición de la puerta así que no se conocían sus dimensiones. Era un lugar muy extraño y misterioso, plagado de secretos pero al fin y al cabo era un jardín.

Pero en realidad no era un jardín propiamente dicho ya que nadie se ocupaba de atender a las plantas, al menos nadie que se dejara ver. La vegetación crecía a su aire, totalmente a su albedrío, pero aún así las plantas parecían crecer de forma simétrica y asimétrica al mismo tiempo, bellas ambas. En realidad era ese conjunto de extrañas formas la que le daba la hermosura a sus flores y sus hojas. Era muy extraño, ordenado y desordenado a la vez, produciendo una armonía que agradaba a todos los sentidos. Las plantas crecían y crecían mostrando toda la belleza que eran capaces de mostrar, con colores preciosos y aromas sutiles. Todo un universo vegetal que fascinaba hasta a la más fría de las personas.

No sólo las plantas habitaban aquel paraje, la cantidad de animales ocultos en las sombras era asombrosa. Insectos que revoloteaban entre las flores durante el día, recolectando su alimento así como los susurros de los animales de la noche, el paso silencioso de los depredadores. Toda la fauna de un jardín salvaje y civilizado, como un bosque, rebullendo de vida. Se escondían de los alumnos que iban allí para continuar su vida como si ellos no estuvieran.

Además de la extraordinaria cantidad de animales y plantas, estaba el pequeño lago. El lago de aguas claras y brillantes como la luna misma, como la plata reluciendo al sol. Un lago que ahora albergaba en su interior a alguien que, según la naturaleza, no debería de estar allí.

No era la primera ver que Hermione Granger iba al Jardín de las Estrellas, aunque normalmente iba para dar el uso normal que tenía el jardín: observar las estrellas. Los alumnos de Hogwarts si iban al Jardín de las Estrellas era para eso, para ver los luceros del cielo, los planetas y todos los otros cuerpos celestes. Era la alternativa perfecta si necesitabas algo que tuviera relación con el cielo nocturno y no podías utilizar la torre de Astronomía porque era a deshoras y te podían pillar o porque no habías hecho los deberes durante la última clase (NA: No creo que Hermione fuera allí por eso último).

Pero durante los últimos meses del curso anterior, la Gryffindor la había utilizado también para relajarse de los TIMOS o para estudiarlos con mayor tranquilidad. La había descubierto en tercero gracias al mapa del Merodeador de Harry. Estuvo ojeándolo y le llamó la atención que en el sexto piso hubiera una sala con el nombre de Jardín de las Estrellas (NA: Y digo yo, ¿a vosotros no os llamaría también la atención?). Por curiosidad se acercó por allí con el mapa durante una noche y menos mal que en éste ponía las palabras mágicas para hacer aparecer la puerta de vuelta al castillo o se hubiera quedado allí atrapada.

El curso anterior descubrió el pequeño lago y aunque sabía que otros alumnos conocían esa sala, no se preocupó por visitas inesperadas ya que siempre iba entrada la noche. O casi siempre, porque precisamente en aquella ocasión había ido al anochecer. Así que allí, nadaba en el lago y se relajaba de las tensiones del castillo y podía tener cierta tranquilidad aunque en otras ocasiones se agobiaba y prefería ir a otro lugar como la biblioteca de Hogsmeade.

Ella pensaba en todo esto mientras nadaba tranquilamente en el pequeño lago de plata. Podría pasar horas en las frías aguas, moviéndose delicadamente, casi aleteando, de forma silenciosa. Estaba ahora absorta en lo maravilloso del líquido elemento, de su fantástica constitución, de su belleza bajo la luna y las estrellas.

Se produjo un susurro inaudible para ella entre los arbustos cercanos a la orilla. Una sombra se movió silenciosamente entre las hojas mientras ella chapoteaba deleitándose en el agua. La sombra se ocultó tras un pequeño peñasco a la orilla del lago opuesta y allí permaneció asomada, observando a Hermione mientras ella nadaba en el lago sin sospechar que había alguien oculto que la observaba con atención. La sombra desapareció tras el peñasco sin que la chica advirtiera su misteriosa presencia.

Hermione se sumergió para bucear un poco y observar con atención la vida del fondo del poco profundo lago. Observó con curiosidad las algas de río así como los pequeños pececillos y los animales del fondo que se arrastraban con sus casas a cuestas sobre las redondeadas piedras del fondo. Cuando notó que comenzaba a faltarle el aire salió a la superficie tal y como lo había hecho antes, chorreando gotas de plata a su alrededor como un delfín realizando una de sus cabriolas.

Pero al salir vio que una figura oculta por las sombras de la noche se internaba en el lago y se acercaba hacia ella. Tan asustada estaba que se quedó petrificada, como esperando a que la luz de la luna y las estrellas iluminaran al ser que se aproximaba lentamente. Al fin, las sombras de los árboles ya no pudieron ocultar más a aquella persona y la plateada luz nocturna reveló el cuerpo desnudo de Draco Malfoy internándose cada vez más en las frías y relucientes aguas.

Los ojos azules del chico rubio platino se clavaron en los castaños de ella, pero no del mismo modo en que siempre lo habían hecho. Aquella odiosa mirada que Hermione siempre recibía de Draco se había transformado en una profunda seriedad mezclada con firmeza y determinación pero con un fondo de un sentimiento que jamás ella pensó ver en aquellos ojos. Su sonrisa diabólica había desaparecido dejando ver una sonrisa totalmente distinta, la chica pensó que incluso parecía despedir ternura y cariño.

Draco continuó avanzando lentamente hacia la petrificada Hermione sin apartar en ningún momento su mirada y su sonrisa. El aire de la noche en el Jardín de las Estrellas meció los cabellos de él sin que se inmutase, absorto en los ojos de ella. Entonces, el chico rubio platino alzó su brazo lentamente del agua y comenzó a recitar:

Cuando el oro y la plata se fundan

en un agujero de oscuridad y luz,

la bestia de las siete magias escogerá

el camino trazado o la senda de la redención.

El Slytherin ya había llegado junto a la chica. Con los dedos de la mano que había alzado aún goteando plata, rozó con ternura el cabello mojado de Hermione sin apartar la mirada de ella. Tocaba su pelo como con miedo a estropearlo, como si él se estuviera tomando una libertad que no le correspondía, como si fuera un privilegio prohibido. Con una sonrisa de pura felicidad en su rostro, dirigió sus temblorosos dedos hacia el rostro de Hermione mientras continuó recitando en un susurro solemne:

Las estrellas decidirán el destino

cuando el baúl del veneno se abra,

la muerte o la vida, en la brisa nocturna,

palabras al viento que cambiarán su alma.

En ese momento, Hermione se dejó llevar y olvidó el miedo y la sorpresa que sintió en principio. Sintió el estremecimiento de tener los dedos del chico rozando delicadamente su mejilla. Sumida en un escalofrío de puro placer, sin poder creer tenerle allí, frente a ella mientras rozaba suavemente su rostro. Ella se perdió en el azul de los ojos de él, sumergida en ese paraíso, en ese eterno mar de dulzura. Él seguía perdido entre las profundidades de los ojos de ella, embargado en su belleza y rodeado de su resplandor castaño.

Draco bajó su mano de la mejilla de la chica lentamente, recorriendo el contorno del cuello de Hermione y haciendo que los escalofríos de la chica se intensificaran. Los temblorosos dedos de Draco recorrieron el cuerpo de Hermione hasta que agarró su mano, todavía temeroso de ser reprendido por aquella libertad que se había tomado. Con las miradas fijas el uno en el otro, permanecieron unos segundos apreciándose desde el silencio. Entonces, ella cerró sus ojos sumida en el éxtasis de la situación mientras él la estrechó dulcemente entre sus brazos mientras decía susurrando:

-Te quiero Hermione-y acercó delicadamente sus labios a los de ella para realizar aquello que ambos deseaban desesperadamente, pero...

No ocurrió nada. Esperó todavía con los ojos cerrados que aquel delicioso beso se hiciera realidad. Pasaron los segundos y Hermione seguía esperando. Preocupada, abrió los ojos esperando ver el rostro de él a su lado. Pero no, no era así. Estaba sola, como siempre había estado. Sola en su cama en el dormitorio de las chicas de sexto de Gryffindor.

No pudo reprimirse. Las lágrimas afloraron en sus ojos como un torrente contenido. Se giró intentando ahogarlas con la almohada. Lloró durante largo rato, sin poder creerlo. "Todo ha sido un sueño" se dijo en voz baja entre sollozos "Sólo un sueño". Las lágrimas, que habían comenzado a contenerse, surgieron de nuevo con mayor intensidad. El dolor la corrompía por dentro, destrozada. "Ha sido todo tan vívido" se dijo mientras repasaba mentalmente el sueño "He sido una estúpida por creer que era real".

Pero todo le había parecido muy real. De verdad había creído que se encontraba entre los brazos de Draco. De verdad había creído que estaba perdida en su mar como él en su tierra. De verdad había creído que Draco Malfoy, el "gran" Draco Malfoy, le había dicho un "Te quiero". Dos palabras surgidas desde lo más profundo de su ser, eso era lo que creía.

Pero no había sido así, para nada. Todo había sido forjado por el irrefrenable deseo de Hermione de que fuera real, de que aquello ocurriera. Lo deseaba con cada partícula de su ser. Deseaba ser amada por él.

"No puedo aguantarlo más" se dijo mentalmente una vez que estuvo más calmada "Llevo dos meses así, cada noche lo mismo". Así era, aquella mañana del lunes 29 de octubre. Hermione estaba harta de que noche tras noche se repitiera el mismo sueño. En realidad no el mismo sueño sino que cada vez era una situación distinta pero cuyo desenlace era siempre el mismo. Soñaba que Draco se le declaraba a ella, atemorizado por una respuesta negativa, con miedo a que ella le despreciara. "Yo!!! Despreciarle yo a él!!" pensaba ella ironizando. Y al final siempre acababa igual, él va a besarla y justo antes, ella despierta. "Si al menos en alguna ocasión pudiera probar esos dulces labios..." pensaba sumida en la tristeza.

Y cada mañana, al despertar, ella esperaba anhelante que todo aquel mundo imaginado por su subconsciente hubiera sido real y al girarse en la cama encontrara a Draco observándola con una mirada que demostrara aquel sentimiento con el que ella soñaba: amor.

Pero también, cada mañana despertaba en la realidad de su triste historia, de su verdadera situación. Se daba cuenta de que todo había sido producto de su amor por él y que no era más que una ilusión. Y aún así, la llama de la esperanza seguía ardiendo en su interior suplicando que a la mañana siguiente, la fantasía se hiciera realidad.

Y además estaba la profecía. En cada sueño se le aparecía de un modo u otro aunque casi siempre recitada por él. No entendía como aquel amasijo de palabras sin sentido pudiera permanecer en su mente ya que ella no hacía caso de eso. Pero lo cierto es que siempre estaba ahí, recordando las palabras del centauro como intentando enviarle aquel mensaje indescifrable y estúpido. Y aunque durante el día la olvidaba por completo, en el sueño de cada noche la tenía de nuevo presente.

Habían sido dos meses muy duros para ella. Había intentado evitar cualquier tipo de contacto con Draco Malfoy pero dadas todas las clases que compartían, era imposible. Ella mostraba una máscara de indiferencia y normalidad al exterior a pesar de lo que le costaba mantenerla cuando él estaba presente. Intentaba aparentar que no tenía problema alguno para evitar de cualquier modo que alguien pudiera relacionarla con Malfoy.

Intentaba no mirarle y hacer como que él no existía. Pero le resultaba totalmente imposible. En algunas ocasiones se había quedado embobada viéndole hasta que, por suerte, de algún modo despertaba y fingía, sonrojada, que no había ocurrido nada. Por suerte, él jamás se había dado cuenta de aquello.

Había tenido que soportar los susurros de "asquerosa Sangre Sucia" miles de veces así como todo tipo de insultos destinados únicamente a hacer daño. Draco no desaprovechaba jamás cualquier oportunidad que tuviera de humillarla, siempre que podía lo hacía regodeándose y disfrutándolo. Parecía odiarla más que nunca. Y ella, aunque no lo demostraba, se corroía de dolor, un dolor que iba mucho más allá de lo que Malfoy le hacía.

Pero era mucho peor que eso. Por primera vez en su vida, Hermione se había rendido antes de luchar. Sabía que aquello era imposible, que no tenía la más mínima oportunidad de que... Él la odiaba, la odiaba con todo su ser y no había dudado en demostrarlo siempre que había tenido oportunidad. Y ella también le había odiado hasta que se dio cuenta de que su odio se había transformado en amor. Ella le amaba tanto como él la odiaba. Y esa desalentadora conclusión había vencido a Hermione antes de que la batalla comenzara.

Cuando fue transformada en libro por él a principio de curso, entonces, fue cuando lo supo. Fue cuando se dio cuenta de qué era lo que sentía por él, qué era lo que la había mantenido tan extraña durante aquella semana, lo que Demyre ya sabía pero que debía descubrir por si misma. Y al fin, una vez que vio a Malfoy con la varita en alto y sus ojos y sonrisa diabólicos taladrándola, se dio cuenta de todo. El impacto que le produjo saberlo le impidió defenderse del hechizo de Draco. Lo supo todo, desde que le amaba hasta que estaba condenada a no poder amarle.

Condenada, sí, condenada. Aquello era una tortura diaria. Quería gritarlo y que todo el colegio lo supiera. Que todos supieran que amaba a Draco Malfoy a pesar de todo. Al principio se había preguntado como era posible que le quisiera tanto teniendo en cuenta todas sus miradas de odio recíprocas así como las propias demostraciones de ese odio desde que se conocieron.

"Pero el corazón no tiene dueño sino que se rige por su propio albedrío" susurró Hermione. Ella no podía controlar a su corazón, y éste había quedado prendado de los ojos azules y el pelo rubio platino de Draco Malfoy, de su arrogancia y prepotencia, las cuales ella odiaba tanto. Pero su corazón le había elegido a él en el momento en que le vio en el tren y a pesar de todo lo que había intentado en aquellos dos meses, no había podido evitarlo.

Se había intentado hacer a la idea de que lo mejor era olvidarle. Y para ello la mejor opción era odiarle, o eso era lo que ella creyó. Se le olvidó aquello de "El odio y el amor son las dos caras del mismo galeón" y vio que conforme intentaba despreciarle más, más le quería.

Era muy difícil, todo aquello era demasiado complicado (NA: Atención, la chica más inteligente de Hogwarts en toda su historia considera lo que le ocurre "muy difícil" y "demasiado complicado". Sí que está muy afectada, ¿no?). Cuando le veía pavoneándose por los pasillos con todos sus perritos falderos de Slytherin sentía dos sentimientos extremadamente opuestos: alegría y tristeza. La alegría de poder verle, de que él estuviera allí tan cerca de ella y la tristeza de saber que a pesar de la corta distancia que los separaba, jamás podría estar a su lado. Y todo ello ocultándolo tanto a él como a sus amigos.

No creía que Harry y Ron fueran capaces de comprenderla en su situación ya que no eran capaces ni de comprenderse a si mismos. Los ejemplos más claros son que tanto uno como el otro no se han dado cuenta de aquellas chicas de Hogwarts que desde el primer día del curso les pusieron ojos brillantes, les ayudaban siempre que podían y admiraban todo lo que hacían aunque lo hicieran rematadamente mal. "Que tardes una semana como yo en darte cuenta, pasa, pero dos meses es una exageración" pensaba ella cuando veía a aquellas alumnas peleándose por ellos sin que los aludidos se inmutaran lo más mínimo.

En el hipotético caso de que alguno de ellos buscara consejo por un asunto amoroso, estaba más que segura de que jamás se lo pedirían a ella a menos que estuvieran realmente desesperados. Hermione sabía que si ella les pedía consejo, no la ayudarían precisamente. Y mucho menos si la persona a la que ella quiere es Malfoy. "Serían capaces de internarme en San Mungo por esto, escandalizados" pensó mientras intentaba olvidar el sueño, a pesar de que no podía.

De su amor por Draco sólo hablaba con la propia Dem y en contadas ocasiones. Prefería ocultarlo de tal modo que pareciera que no existiera de verdad, incluso, con la única persona que sí sabía que existía. Demyre intentaba aconsejarla y consolarla, pero apenas podía hacer nada por su amiga por mucho que lo había intentado. Salidas a Hogsmeade los fines de semana, intentos de novios para Hermione, todo tipo de distracciones,... pero nada conseguía apartar de la mente de Hermione Granger a Draco Malfoy.

Mientras se levantaba de su cama lentamente y se preparaba para asistir a las clases, Hermione intentó hacerse a la idea de que jamás podría estar junto a Draco. Pero a pesar de todo lo que intentaba, le resultaba imposible. Igual que al despertarse cada mañana esperaba verle a su lado, la Gryffindor mantenía la esperanza de que todo cambiara y su mayor deseo se hiciera realidad. Y al mismo tiempo sabía que no era posible. No podía resignarse por mucho que lo intentara, aunque supiera que nunca ocurriría. Esa irrefrenable esperanza no la dejaba en paz. Lo único que conseguía era sufrir.

"Es lo único que puedo hacer: sufrir por algo que no puede ser" pensó tristemente mientras, ya aseada y vestida, se disponía a salir del dormitorio de puntillas para no despertar a sus compañeras de habitación. Echó una mirada de cariño hacia la cesta de mimbre de Crookshanks y comprobó que su gato seguía acurrucado como una bola de pelo canela enorme que se hinchaba y deshinchaba periódicamente por su respiración.

Justo cuando iba a abrir la puerta, Hermione se quedó mirando dolorosamente las cicatrices de su mano, las cicatrices que le dejó el dugbog durante la primera clase de Herbología del curso. Pero lo que le produjo el dolor en el corazón no era el recordar el mordisco del animal, sino el mensaje que Malfoy le dejó, el cual apareció escrito con su sangre derramada:

"HE COMPROBADO QUE TU SANGRE ESTÁ SUCIA"

Las lágrimas volvieron a sus ojos con premura sólo de recordar aquellas palabras que resonaban en su mente como pronunciadas por él. Mientras salía, intentó contener las lágrimas, y aquellas que no pudo contener, las limpió con la manga de su túnica para intentar ocultarlas. "Me odió, me odia y me odiará. No tengo salida, nunca mi sueño será real."

Todavía no había amanecido cuando Hermione llegó a la puerta del Jardín de las Estrellas. Se había levantado muy pronto y no había nadie despierto todavía así que había decidido ir allí. Su decisión se debía a que le obsesionaba el sueño que había tenido. Sabía que era imposible, pero aún así, guardaba la estúpida esperanza de que Draco la esperara allí para continuar con el beso de su sueño.

Sabía que no, no sería así. Pero se sentía tan feliz de solo imaginarlo que no había podido evitar acercarse al Jardín de las Estrellas para comprobarlo. Con el corazón en un puño abrió la puerta temblorosa y cruzó el umbral. Cuando la puerta se cerró, desapareció tal y como había ocurrido en el sueño.

Anduvo con paso tembloroso entre la vegetación iluminada tenuemente por el esperado amanecer. Las plantas todavía despedían el aroma nocturno pero ya se preparaban para recibir al sol del nuevo día. Se podían ver las últimas estrellas entre las cuales se podía distinguir a Venus, el Lucero del Alba, el primer y último puntito brillante del cielo nocturno a pesar de no ser una estrella. Pero Hermione poco se fijaba en estas cosas. Poco a poco la ansiedad que sentía sólo de pensar que tal vez le encontraría allí se apoderó de ella y fue acelerando el paso progresivamente.

Mientras cada vez ella caminaba más y más rápida, como si la persiguieran, los animales que durante su sueño producían cánticos, como grillos y lechuzas, acababan sus serenatas y cerraban sus brillantes ojos para dejar paso a otras criaturas que llenaran de sonidos el Jardín de las Estrellas. Los ruiseñores así como otros pájaros e insectos comenzaron a pregonar la venida del nuevo día con bellas melodías aunque distintas de las de los animales de la noche.

Los depredadores nocturnos comenzaron a ocultarse en las sombras de entre los árboles para esperar la llegada de su camuflaje oscuro. Los animales diurnos despertaron con la llamada del sol del día que estaba a punto de nacer. Con cautela, esperaban pacientemente el primer rayo de la luz de la vida. Pero una vez más, Hermione no prestaba atención a nada más que aquello que la obsesionaba cada vez más.

Necesitaba saberlo. Su paso ágil se transformó en una frenética carrera para llegar a la orilla del pequeño lago y comprobar de una vez por todas si Draco la esperaba allí o no. De nuevo su llama de esperanza le había hecho creer que había alguna posibilidad de que él estuviera allí. De nuevo su amor por Draco Malfoy la había traicionado vilmente.

Llegó tan impetuosamente que casi se lanza al lago de golpe con la ropa puesta y todo. Al darse cuenta que ya había llegado, intentó tranquilizarse mientras buscaba frenéticamente con la mirada a Draco. Buscó ávidamente en la superficie del agua y clavó su mirada en esta esperando desesperadamente que él saliera de allí de inmediato. Como la espera se le hizo eterna a pesar de que duró únicamente unos segundos, decidió buscarle por al orilla.

Primero sus ojos la recorrieron de un lado a otro, de árbol en árbol y de arbusto en arbusto. Observó detenidamente el peñasco al otro lado del lago donde Draco se había ocultado durante su sueño pero tampoco le divisó allí. Sin haberse rendido todavía, esperó unos minutos cambiando su mirada de una roca al chorro de agua, de un árbol a un movimiento leve entre la vegetación.

Pasaron los segundos y Hermione, inmóvil, seguía esperando que Draco apareciese de un momento a otro. Hasta de esperar sin hacer nada, decidió buscarle de forma más precisa que únicamente con sus ojos. Comenzó a recorrer la orilla con paso vivo debido a los nervios y la ansiedad, pero no por ello no registraba hasta debajo de las piedras de considerable tamaño con hechizos Wingardium Leviosa.

No quedó un solo arbusto sin pasar la "revisión" ni tampoco un manojo de hojas por remover. Revisó con mayor detenimiento aún el arbusto y el peñasco en los que Draco se había ocultado en el sueño pero obtuvo el mismo resultado que en resto de lugares que registró: Draco Malfoy no se encontraba allí.

Cuando se disponía a quitarse las prendas de ropa para buscarle dentro del agua, Hermione se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Inmovilizada por la reacción que sus propios actos le habían producido al caer en la cuenta de ellos, la Gryffindor se percató de que se había entregado desesperadamente a aquella descabellada idea. Había recuperado la razón y la cordura y se había dado de frente con la realidad, con la triste realidad. Draco Malfoy jamás la esperaría allí, en el Jardín de las Estrellas. Nunca.

Cayó de rodillas ya que no pudo soportar el dolor que sintió en el corazón. De nuevo su amor la había engañado y engatusado haciéndola creer que tenía alguna posibilidad de que... El dolor se intensificaba por momentos hasta desgarrarla por dentro. A pesar de sus esfuerzos por contener las lágrimas, otra vez más en aquel fatídico día, no fue capaz de hacerlo. Pero en esta ocasión sólo una pudo resbalar por su mejilla mientras su rostro era cubierto por el cabello castaño ondulado.

En aquel mismo instante, el anhelado rayo de sol por los seres que habitaban el Jardín de las Estrellas durante el día se manifestó iluminando a la arrodillada Hermione, destruida y humillada una vez más. La única lágrima derramada brilló deslumbrante ante el rayo solar durante unos segundos mientras se esforzaba por no caer del rostro de la chica.

La lágrima de dolor, aunque también de amor, no pudo aguantar más y cayó impulsada por la fuerza de la gravedad. Fue a parar en la cumbre de una flor rosada que recibió el impacto haciéndola dividirse en multitud de pequeñas gotitas de sufrimiento. Entonces, la pequeña flor situada frente a Hermione, comenzó a abrirse saludando al rayo de sol del nuevo día. Los pétalos se separaron lentamente mientras el silencio era solamente interrumpido por los ruidos de los seres del Jardín de las Estrellas. La chica sumida en la tristeza que había delante suya no parecía ni respirar de lo silenciosa que permanecía.

Al final, la espera terminó y la flor de suaves pétalos rosados mostró toda su belleza. Descubrió ante el sol sus estambres largos y curvados y su pistilo de un color liláceo. Sus separados pétalos intentaban abrirse todavía un poco más para demostrar cuán hermosa podía llegar a ser. Las últimas gotas de la lágrima derramada resbalaron delicadamente por la superficie de los pétalos hasta caer y perderse entre las profundidades de la tierra.

NOTA DEL AUTOR: Bueno, aquí termina el capítulo 6. Se que no ha sido, digamos, movido pero era necesario este capítulo de nexo entre el principio de curso y las cercanías de Halloween. Más bien ha sido un capítulo para que conozcáis como lo está pasando Hermione desde el momento en que aceptó su destino y como habéis podido comprobar no lo lleva muy bien. Bueno, nada más por hoy. Ya nos veremos en los reviews que dejéis a continuación con vuestras opiniones (jejeje) y posteriormente en los nuevos capítulos de este fict. Espero veros pronto!!!

Y EN EL PRÓXIMO CAPÍTULO...

Comienza la semana de Halloween en Hogwarts, una semana que promete estar plagada de sorpresas y nuevas aventuras de los personajes. No os lo perdáis!!!!!

Me despido ya, por el momento, deseando que os haya gustado.

Alonning.