Todos los personajes de la serie Kaitou Saint Tail pertenecen a la gran Megumi Tachikawa. En serio la adoro solo por haber hecho esta serie, hago esto solo por diversión sin fin de lucro por ello no incurro en ningún delito, aclarado el punto aquí vamos.

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GENIO EMBOTELLADO

Por Mimi chan

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Capitulo 8:

Deseo.

"… el niño percibe el mundo afectivo mucho más intensamente que el adulto…"

Uno de los alumnos leía la lectura indicada mientras toda la clase escuchaba, un mechón de cabello tenía la atención de dos personas en ese momento, los dedos delgados y finos jugando con el mechón cobrizo entre ellos, los ojos negro aceituna y azules sobre se sencillo mechón.

Daiki observaba mucho a Meimi, a veces ni siquiera lo notaba, sus nuevos amigos trataban de hacerle burla cuando había notado aquello, pero él solo reía con ellos y no le prestaba atención, era bueno tener amigos y en su energía sabía que no lo hacían por querer agredir si no por síntoma de amistad, era cosa extraña esa. Tener amigos.

Había pasado todo un mes, de vivir esa vida normal, todo le parecía nuevo y excitante, tener familia era fantástico, había adquirido un cariño especial hacía la madre y una relación muy especial con el padre, había llegado a pensar que tener amigos sería complicado, pero desde el primer día, los chicos lo había aceptado como un igual, había jugado deportes en clase de gimnasia, él era resistente y rápido por ello destacó rápido y eso lo incluyó en el grupo enseguida.

Y ella.

Ella lo estaba llenando de emociones, con el paso del tiempo se dio cuenta de que ella, no solo transmitía emociones, sino que hacía que él mismo las creara. Durante todo ese mes, ella se había dedicado a mostrarle todas las cosas que él no conocía. La primera vez que habían entrado a un cinematógrafo había sido más de lo que él hubiera alcanzado a imaginar. Estar dentro de la sala cerrada y oscura, y ver la imagen tan grande, no había podido adivinar como es que los rollos de fotografía en movimiento continuo producían un efecto tan sorprendente, y más con la ayuda del sonido, se había sentido literalmente dentro de la acción que se llevaba en la pantalla, ella había permanecido a su lado casi tan emocionada con él, la energía que ella despedía era tan agradable, sabía que todo lo que veía era agradable, pero sabía bien que era aun mejor por que ella lo acompañaba.

Meimi no había pedido casi ningún deseo durante todo ese tiempo los "por favor Daiki" eran mucho más comunes entre ellos, la pequeña ama sin duda estaba despertando cosas en él.

Todo con cosas realmente pequeñas, cuando pedía ayuda con las tareas del colegio, cuando se reunían a comer el almuerzo, cuando él le contaba alguna de las historias de algún lugar o persona que hubiera conocido, y cuando lo tocaba, así fuera disimuladamente y sin intención, esa sensación eléctrica, y si, sensual lo recorría, ella había despertado una serie de emociones en él que no podía esconder.

El más desconcertante de todos eran los celos.

El incidente de la rosa desde ese día se había repetido cada mañana. Ellos llegaban juntos y siempre la delicada rosa roja estaba en el taburete de ella, Meimi solo la tomaba y la arrojaba al cesto de basura, había tanto desdén en su gesto que él no se había atrevido a preguntar que significaba, pero sabía como averiguarlo, solo había tenido que mirar un par de minutos en el pasado para poder ver el joven de ojos negros poniendo esa rosa cada mañana en el taburete de Meimi, y no, definitivamente eso no le gustaba, cada vez que tenía que estar cerca de ese chico, él sentía como una energía oscura arremolinaba alrededor de él, no era honesto, no era una persona leal, había conocido a muchas personas así en su vida y siempre se había mantenido al margen de ellos, tampoco le gustaba que estuviera asociado con Meimi, pero para su alegría, ella pensaba lo mismo y cada vez que él intentaba acercarse ella lo repelía, y al tiempo que repelía a Tenshi, se acercaba a él, al menos por eso debía agradecerle.

Y el más agradable, ternura.

Nahomi también era otra cosa, desde el día que Meimi se lo había pedido se mantenía a una distancia prudente de esa chica, pero era realmente insistente, siempre lo buscaba así fuera con la excusa más simple. El solo se limitaba a ser amable y condescendiente, pero tal parecía que mientras más lo hacía más empujaba a la chica a buscarlo, ese halito caliente alrededor de ella empezaba a parecerle realmente incomodo, y no le gustaba que cuando estaba alrededor de Meimi este se volviera completamente frio, Meimi lo notaba, no sabía como pero lo hacía y no se lo merecía. Además de que algo extraño estaba pasando cuando esta chica se le acercaba, desde un principio él había identificado el color rojizo de la seducción, pero cuando estaba alrededor de él, no podía percibirlo correctamente era la primera vez que le pasaba algo así, cuando lo sentía queriéndose colar por su propio cuerpo, este se trasformaba en algo cálido pero no relacionado con Nahomi, sino con Meimi, los ojos verdes de esa chica lo hacían recordar los azules de su joven ama y a veces la memoria de los marrones que tenía cuando la conoció, la sonrisa coqueta de esa chica lo llevaba a recuperar la que Meimi siempre tenía en su rostro, era de verdad extraño, nunca había experimentado una extrapolación de emociones hasta el día de hoy.

Y el más curioso de todos, el más inexplicable… anhelo.

Algunas veces cuando ella bajaba las escaleras en movimientos lentos, cuando se arqueaba en su asiento cansada, cuando leía con determinación, más cuando leía algo que le era agradable sus ojos brillaban con cierta magia, o solo cuando hacía algo como lo que hacía justo en ese momento, cuando tomaba un mechón de su cabello y jugaba con él.

Él se encontraba a si mismo mirándola con anhelo en sus propio ojos, él solo anhelaba poder hacer lo mismo, poder tomar entre sus propios dedos un mechón de los de ella y jugar con él, enterrar su nariz entre su cabello y recibir la pureza de su aroma, y… la verdad anhelaba mucho más, pero refrenaba sus propios pensamientos, pero a veces se preguntaba su era un anhelo real o era solo que ella lo deseaba de la misma manera. Muchas veces la había visto observarlo con detenimiento cuando pensaba que él no podía verla, y no hacía nada, solo la dejaba observarlo, porque de alguna manera lo disfrutaba, pero… era solo su imagen, él sabía muy bien que a ella le gustaba la imagen que portaba, solo era por eso ¿cierto? Estando en medio de sus pensamientos la miró voltear a verlo y sonreírle.

Meimi había notado como Daiki la observaba desde hacía minutos, la carga de su mirada no la dejaba escuchar con atención, por ello lo había volteado a ver, para que notara que sabía que la observaba pero nada, él seguía mirándola aunque hubiera notado que ella sabía, eso desconcertaba aun poco a Meimi, es decir, ella esperaba que él se comportara como la mayoría de los chicos, que al verse descubiertos volviera la mirada a otro lado sonrojado, pero eso nunca pasaba, él era completamente distinto a todos los demás chicos.

- Sakamoto san…

Pero tenía su lado amable después de todo, él era también distinto con todas las demás personas, Nahomi durante todo ese tiempo había hecho hasta lo imposible por llamar su atención si resultado, ella le coqueteaba descaradamente y él solo era cortes con ella, llana y puramente cortes, y esto crispaba los nervios de la chica de cabello rubio, estaba acostumbrada a que con una sonrisa de ella y un guiño ellos se sonrojaran hasta la raíz del cabello, pero él solo devolvía los comentarios atrevidos de ella con cortesía, una cortesía que parecía casi frialdad y la dejaba sin armas.

- Sakamoto san…

A veces cuando él la miraba así, de esa forma tan insistente, ella solo deseaba saber que era lo que estaba pensando, ir hasta donde estaba él y tocarlo para poder averiguarlo, pero eso seria muy extraño, solo lograría desconcertarlo y…

- Sakamoto san, por favor preste intención.

Meimi casi saltó en su lugar cuando escuchó cuando la profesora decía su nombre en voz muy alta.

- Sakamoto san, le he preguntado, ¿cual es su conclusión con respecto a la lectura?

- Yo… - no sabia que decir, había perdido por completo el hilo de la lectura hacia demasiado.

- No ha prestado nada de atención ¿verdad? – dijo con reprobación.

- Lo siento profesora. – dijo ella apenada.

- Por favor ya no se distraiga – dijo algo molesta y se dirigió a otro alumno – Nakashima san.

- El vinculo más importante para el recién nacido es con su madre pues a partir de ella, crean sus demás vínculos emocionales con el exterior.

- Muy bien, Asuka san ¿podría continuar la lectura?

Meimi volteó a ver a ver a Daiki con preocupación y solo formulo mentalmente "deseo que sepas exactamente donde que ha quedado la lectura" el joven de ojos negro aceitunados le sonrió y se levantó con libro en mano.

- … por lo que las sensaciones son también muy importantes para el niño pues despiertan sus sentidos…

Meimi sonrió aliviada y empezó a escuchar con atención la lectura, las palabras escurrían pero la voz de él no, como adoraba su tono de voz.

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La chica de cabello rubio estaba sentada sola en el patio, era el descanso para almorzar pero no tenía mucho apetito, estaba molesta, sacó un espejo de mano y se miró dentro de él ¿Qué había de malo con ella? Estaba cansada del comportamiento de Daiki, ella había utilizado todos y cada uno de sus trucos para llamar su atención, se había insinuado de todas las formas, había sido delicada, había sido agresiva y nada, nada de lo que hiciera daba resultado, él la ignoraba por completo, y para colmo se veía cada día más y más unido a Meimi y eso la ponía de nervios ¿Qué demonios tenía Meimi que no tuviera ella?

- Estoy seguro de que no es del tipo del que te dirá que eres la más bella Nahomi – dijo una voz a su lado.

La chica subió la mirada molesta al chico de ojos negros que la miraba con una semi sonrisa, ella tomó su espejo y lo guardó.

- No estoy de humor Tenshi, cierra la boca.

- Estamos temperamentales hoy – dijo el chico sentándose a su lado – tendrá algo que ver con el chico de los mangas.

- No veo que tu hagas más avances que yo querido – dijo con burla y la sonrisa del chico cayó al piso. – he visto muchas rosas en el basurero últimamente.

- Creo querida Nahomi que ninguno de los dos esta haciendo la táctica correcta – dijo sentándose cerca de ella - creo que es hora de intentar hacer algo nuevo.

- ¿Cómo que? – le preguntó esperando que él tuviera una mejor idea.

- Bueno, no podremos hacer ningún avance mientras ellos permanezcan juntos – dijo el joven de cabello rubio - así que supongo que lo primero deberá ser separarlos.

- Y ¿Cómo propones que hagamos eso?

- Yo conozco los puntos débiles de Meimi – dijo con una sonrisa - no será tan complicado, ¿me ayudas?, te conviene.

- Muy bien.

Los dos chicos se quedaron platicando en el césped durante un buen rato.

Mientras tanto en la azotea de la escuela, un par de ojos verdes miraban el cielo recostado en el piso, una nube con forma de oso panda delante de él, era un sitio limpio aquel, no había nadie más lo que le permitió descansar un poco los sentidos, después de un par de horas empezaba a sentirse un poco abarrotado, pero su soledad duro poco, una energía que le hizo sonreír se acercaba.

Meimi había estado buscando al chico algunos minutos, hasta que uno de sus amigos le dijo que había dicho que si lo buscaba estaría en la azotea, dijeron eso no sin la respectiva burla y bulla, pero no prestó mucha atención fue a buscarlo, y al llegar a la azotea lo vio allí con los ojos cerrados recostado en el piso.

- Daiki – lo llamó despacio, no sabía si estaba dormido.

- Dígame Meimi – dijo abriendo sus ojos y mirándola de lleno.

- ¿Qué haces aquí? – dijo mirándolo tan relajado que de pronto se sintió culpable de haberlo interrumpido.

- Descansando – solo estaba un par de pasos de él mirándolo con curiosidad mientras una nube con forma de pez pasaba detrás de ella.

La chica se sentó a su lado, analizando lo que el joven que había vuelto a cerrar los ojos, de alguna manera sabía que lo que él decía siempre tenía un significado verdaderamente literal.

- ¿De que estas descansando?

Daiki abrió los ojos de nuevo y volteó a ver, hasta cierto punto complacido, a la jovencita a su lado.

- De las emociones Meimi.

- ¿De las emociones? – preguntó de nuevo con entrecejo.

- Si, usted sabe Meimi – dijo levantándose de su lugar para quedar sentado a su lado - yo soy un ser creado de emociones, así que todas las que siento a mí alrededor me afectan de cierto modo, algunas emociones son más pesadas que otras.

- ¿Esto te afecta Daiki? – dijo de pronto preocupada a lo mejor le estaba pidiendo demasiado al estar en medio de tantas personas o vivir una vida como no lo había hecho nunca.

- No Meimi san – dijo por el tono preocupado que tenía su voz – solo me resulta algo cansado, todos son tan jóvenes y tan llenos de vida que a veces me resulta difícil mantener una distancia entre ellos y yo, pero – dijo y sonrió de una forma que Meimi sabía que era solo para ella – me concentro en una sola energía y me es más fácil, aun así solo deseaba estar un poco alejado de todas ellas, aunque no las deje de sentir.

- ¿Estas seguro que estarás bien? – dijo sin poder dejar de preocuparse.

- No se preocupe Meimi, estoy muy bien – dijo tomando una de sus manos, el calor de su esencia era algo delicioso – en realidad he sido muy feliz estos días, nunca había convivido tanto con los humanos sin que ellos supieran lo que yo soy en realidad y me trataran como su igual.

- Me alegro mucho que seas feliz – dijo solo un poco más tranquila.

- Solo debo acostumbrarme y mientras este a mi lado será fácil.

La chica se sonrojó y fue al barandal de la escuela para que no fuera tan obvio, él la siguió y la miró de nuevo, allí había quedado un rastro de preocupación.

- Ve la mujer en la calle fuera del colegio Meimi.

Meimi miró a la mujer de cabello rubio parada como si buscara una dirección y luego de nuevo al chico que no había dejado de mirarla.

- Si la veo.

- Esa mujer esta triste, en su aura se nota un tono gris de tristeza, alguna pena la embarga – dijo el perviviendo a la joven a lo lejos, añoranza, soledad, anhelo - aunque este lejos Meimi puedo sentir esa tristeza, no habilidad no se afecta Meimi san, no se preocupe por mi.

- Está bien, creo en ti – dijo tímidamente y después volvió a ver a la mujer en la vereda – me pregunto ¿Por qué estará triste?

- Eso no lo puedo saber Meimi.

Meimi no dijo más, pero se quedo viendo a la mujer en la calle, el viento empujó su cabello dorado y ella le dio la cara al viento, era una mujer hermosa, a pesar de la lejanía, los ojos azules y la tez clara la hacían especial, seguro era extranjera, la había dejado intrigada, ¿Qué haría que una mujer tan hermosa estuviera triste?, la vio recogerse el cabello y echar a andar de nuevo "de alguna manera, deseo que lo que quiera que la haga sentirse triste se solucione" y la vio desaparecer en una esquina, solo un poco después la campana sonó.

- Debemos volver a clases – dijo con una sonrisa amable Meimi.

- Si, vamos.

Así los dos chicos fueron de nuevo al salón.

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La chica se estiró en el asiento por segunda vez con un suspiro profundo, bajó la mirada del joven genio, hizo rodar su cuello y se relajó de nuevo en el asiento. Al menos las clases ya habían terminado, todos sus demás compañeros salieron como disparados del salón, así que no debería ser la única que la tuviera difícil con la ultima materia.

- Matemáticas, matemáticas, siempre lo he dicho y lo seguiré diciendo – dijo estirándose alejando la tensión - las matemáticas son lo mismo que el Ingles para mí, los dos son lenguajes desconocidos.

El genio río, no pudo evitarlo, solo era un cometario divertido y ameno, la joven ojiazul primero lo miró con ira y después no pudo si no menos que reír con él.

- Desea descansar Meimi – dijo el genio que cogía su mochila a su lado – descansar siempre es bueno.

- Realmente seria bueno ¿Qué dices tú? ¿A donde iríamos?

- La llevare a un lugar donde podamos descansar los dos.

Tomó a la joven de la mano y salió con ella del pequeño salón de clases.

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Abrió los ojos para llenarse de mar la mirada, un profundo e infinito mar abarcaba más de lo que sus ojos podían ver, el aire llenó de roció y calor sal, el horizonte llenó de un azul intenso donde no se podía distinguir donde había terminado el mar y comenzado el cielo era…

- Es realmente hermoso – dijo sin poder apartar su mirada – más de lo que siempre imagine.

- ¿No conocía el mar Meimi san?

- Si, pero la playa nunca se ha visto así – dijo emocionada, no había una sola persona a su alrededor – siempre vamos cuando es verano y siempre hay muchísima gente. Aquí se siente como si fuera infinito y perfecto.

La chica se sentó en la arena dejándose caer y empezó a quitarse los zapatos, sus pies desnudos tocaron la arena caliente y dejo que se enterraran en la arena, después se levantó y tomó al joven de la mano.

- Ven vamos.

Echó a correr con él a la orilla sus pies tocaron la arena mojada y después la lenta y calida marea le trajo el agua llena de espuma que cosquilleo en sus dedos, cerró los ojos y se llenó del sonido del mar, el arrullo que producía el agua cuando se movía, el sonido de las gaviotas sobre su cabeza, las olas golpeando un rompe olas que había adelante.

- Hacía mucho que no volvía aquí. - dijo de improviso Daiki – Ángeles de Sal siempre tendrá mis mejores recuerdos, adoro el mar solo significa – dijo el mismo cerrando los ojos – libertad.

Meimi volteó a ver al joven que tenía los ojos cerrados dejando que el aire jugara con su cabello, era como si estuviera absorbiendo la libertad que tanto anhelaba de ese modo, "libertad…"

El joven de ojos negros recibió un golpe de agua fría que fue a parar a su rostro, abrió los ojos y vio a esa chica metida en la orilla con la mitad de la falda escolar metida en el agua, y ahuecando más con las manos tenía una sonrisa y miradas traviesas.

- Oye… - dijo un poco enojado.

- Tonto – dio otro golpe de agua que fue a caer en su pecho mojando toda su camisa y después hecho a correr con dificultad en el agua – atrápame si puedes.

La chica logró salir del agua antes de que el genio reaccionara por completo y echara a correr detrás de ella, empezaron un juego de persecuciones entre risas y gritos que hicieron eco en toda la playa vacía, hasta que ella empezó a cansarse de correr y él empezaba a darle alcance.

- Te tengo – dijo cuando casi la tenía a su alcance.

La chica no lo pensó demasiado, el movimiento salió por demás natural, con el pie derecho tomó un poco de impulso y saltó, fue un brinco alto dando una vuelta completa sobre la cabeza del chico cayendo de pie detrás de él, pero se dejo caer sola en el piso con los ojos bien abiertos.

- No sabía que también podía hacer eso – dijo la chica pensando en la única… "persona" que sabía que podía hacer algo así.

- Usted pidió todas sus habilidades – dijo y se dejo caer a un lado de ella – esto ha sido muy divertido, pero ya me canse.

- Para mí también – dijo en una amable sonrisa.

Se quedaron un par de minutos allí recuperando el aliento. El viento era tan fresco, la brisa marina barrió los cabellos de la chica a su derecha, y aventó algunas hebras sobre su rostro, antes de que ella se diera cuenta, el genio, obedeciendo una orden dentro de si mismo dejó ir su mano y tomó uno de los mechones que estaban sobre su rostro, era tal y como lo había deseado, era suave y liso entre sus dedos, lo puso ordenándolo detrás de su oreja y dejó su mano enredarse con el demás cabello cobrizo. Ella cerró los ojos y no pudo evitar dejar a su mente correr en los mismos pensamientos que la arrobaban desde que él había llegado a su vida. "Hay muchas formas de ser libre Daiki, déjame mostrarte cuales… déjame mostrarte al menos las que yo puedo mostrarte… no quiero que… no quiero que te vayas… te quiero conmigo"

Y lo encerró de nuevo, volvió a pasar de nuevo, ella recargó su mejilla en su mano y la sintió pensar con suma intensidad, escuchó cada uno de sus pensamientos, uno más cálido que el ultimo, deseo decirle que no se iría, que se quedaría a su lado, que él también quería estar a su lado, pero el suyo era un trabajo temporal incluso él lo sabia. La chica delante de él cerró los ojos y escuchó con tal amor "Daiki…" que le derritió el corazón, sabía que se iría en un momento dado, cuando su deseo fuera cumplido pero mientras estuviera a su lado, todo el tiempo que la tuviera a su lado lo disfrutaría.

Meimi sabía lo que vendría en el momento que él la tomó de los brazos la acercó a si mismo, lo sabía por que era lo que estaba deseando, un sentimiento cálido, tierno y afectuoso la recorrió y deseó que el tiempo se detuviera en ese momento, y que él lo deseara también, de alguna manera supo que él también lo deseaba. Sus manos se enredaron detrás de su nuca y se rindió a la sensación que la recorría de pies a cabeza, sintió su cabello crespo en las puntas de sus dedos, su aroma a aire tan libre, él era bueno, tan enormemente bueno, y era tan placentero que la besara. "no me sueltes, no me dejes ir ahora Daiki" Pensó con tanta intensidad que él solo pudo responder a esa intensidad, no supo en que momento quedaron recostados los dos sobre la arena blanca y el beso continuo. "Daiki… Akai"

La energía de él casi chisporroteó contra ella y la sintió enseguida, abrió los ojos solo para empezar a romper suavemente el beso y quedarse mirando un momento uno al otro, la mirada del joven genio estaba llena de confusión y de alegría, mientras la de ella de asombro… ¿Estaban recostados en la arena? ¿A qué hora había pasado?

Meimi se levantó casi tímidamente y él la siguió sin poder soltarla, la chica estaba del rojo del tomate.

- Daiki… - dijo y agachó un poco la mirada – creo que deberíamos volver a casa.

- Aun no – dijo suavemente y la rodeó de nuevo enredando sus en su cabello – solo quédate un momento más así, por favor

- Esta… bien – dijo Meimi y dejo su cabeza recargarse en su hombro, se río de si misma cuando se sintió en medio de la más linda escena en su historia favorita – Daiki…

Mientras tanto…

Una mujer de largo cabello rubio entró a su departamento, dejó la bolsa de mano en un mueble a un lado de la puerta y quitándose los zapatos para quedar en medias entró a la habitación vacía.

Se tiró sobre un sillón y entonces oyó el timbre eléctrico, subió la mirada para ver cansada la puerta, y vio un sobre resbalar por la rendija del correo, caminó hasta allí y vio un alegría, sus ojos se iluminaron, lo abrió enseguida y su corazón comenzó a latir muy rápido.

Querida Felicia: ha terminado por fin la instigación, pronto volveré a Tokio, solo espera un poco más, y estaremos juntos para siempre.

Te amo.

Morveus.

La chica pegó el telegrama a su pecho y lloró un momento más, sabiendo que esas lágrimas se habían terminado, había llegado el final de su sufrimiento.

Los dos chicos quedaron en la playa un largo momento hasta que el sol comenzó a caer, la noche a nacer, y ese día daba su final.

Fin capitulo 7

24 de febrero de 2012

5:52 pm