Después de duras pruebas, Tetsunosuke creía haber logrado su cometido de ingresar al Shinsengumi con el propósito de hacerse un hombre fuerte. Sin embargo, desconocía que el Subcomandante Hijikata tenía un plan para el chico muy diferente al que él tenía en mente, ya que terminó convirtiéndose en el nuevo sirviente al servicio del Subcomandante. Ahora, Tetsu tendrá que encontrar otro camino para cumplir su más afamado deseo…
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En ese mismo momento, como por arte de magia, una serie de objetos atraviesan la puerta de la habitación, directo a la parte en donde se encontraba Tetsu. Los objetos se lanzaron en su contra, encajándose en el suelo sin tocarlo, a excepción de una que le rozó el brazo, haciéndole una cortada. Tetsu ni siquiera se había dado cuenta hasta que sintió el dolor de la herida. Se vio rodeado por todos esos objetos. Eran pequeñas cuchillas de metal, clavadas en el suelo a su alrededor.
- ¡¿Qué rayos?! – Se preguntó sorprendido.
En las puertas se veían los agujeros por lo que salieron hacía el exterior. En ese momento, se abren de golpe gracias a las manos de una persona. La tenue luz del cuarto surgió por ellas hacía el patio, alumbrando al pequeño espía. Tetsu se quedó en su lugar mirando hacía el frente a la persona en la puerta. No era el Subcomandante Hijikata, era otra persona.
Se trataba de un chico, alto y delgado, vestido con un traje gris y una cinta negra en su cintura. Su cabello era completamente negro, con un copete peinado hacía arriba. Atrás de su cabeza tenía una larga cola que le llegaba a la mitad de la espalda.
- ¿Quién es...? – Preguntó Tetsunosuke casi sin poder hablar.
HACEDOR DE PAZ
CAPITULO V
EL CHICO DE LAS SOMBRAS
El extraño se le quedó viendo fijamente desde la puerta, sin cambiar ni un segundo la expresión fría de sus ojos. Tetsu casi se sentía intimidado esos profundos ojos oscuros que lo habían sorprendido de un momento a otro. Su mano izquierda estaba colocada en el lugar en el que una de las cuchillas lo había lastimado; estaba comenzando a sangrar. El sirviente nunca había visto a ese nuevo muchacho. Sus ojos eran fríos, serios, pensativos; no reflejaban ni una sola emoción, al igual todo lo demás de su rostro. Su presencia intimidaba singularmente al muchacho, hasta dejarlo congelado.
De pronto, las puertas se vuelven a cerrar lentamente por acción del extraño. Tetsu se quedó sorprendido al ver como su figura se perdía en el interior de la habitación.
- ¿Qué era? – Pronunció la voz del Subcomandante mientras se cerraban las puertas.
- Nada importante. – Le mencionó el chico con completa tranquilidad. – Sólo era un pequeño perro que oía lo que no le incumbía.
Tetsu se quedó por un segundo atónito al escuchar esas palabras desde su posición, solamente para después cubrirse por completo por la rabia.
- ¡¿Qué cosa?! – Gritó sin importarle el lugar en el que se encontraba o la situación. – ¡¿A quién le estás diciendo pequeño perro...?!
Antes de que el pelirrojo fuera capaz de decir alguna otra palabra, una mano se le acercó rápidamente por detrás, tapándole la boca. Luego, la misma mano lo jaló con fuerza, alejándolo lo más rápidamente posible del frente de la habitación.
En el interior del cuarto, Hijikata fue capaz de oír sin dificultad el grito de Tetsu, el cual en realidad no había sido para nada escondido. El Shinsen pareció reconocer de inmediato la voz de Tetsunosuke sin problema. Rápidamente se puso de pie y abrió las puertas frenético. Sin embargo, ya cuando la luz del cuarto tocó el exterior, frente al Subcomandante no se encontraba más que el césped del jardín.
- Esa voz era de… - Pronunció en tono bajo con algo de enojo. Sin ponerle más importancia de la debida ni perder más el tiempo, cerró de nuevo las puertas y se dispuso a seguir con sus asuntos.
Al mismo tiempo, oculto detrás de los arbustos del jardín ubicados a algunos metros delante del cuarto, Tatsu yacía tirado en el suelo completamente oculto, mientras en sus brazos tenía a Tetsunosuke fuertemente sujeto, sobretodo su boca para que no pronunciara algo que pudiera delatar su ubicación. El rostro del mayor de los Ichimura estaba cubierto por el espanto, muy diferente a su hermano que se le notaba aún el enojo.
Después que el Subcomandante cerró de nuevo las puertas, Tetsu comenzó a intentar zafarse de las manos de su hermano. Sin embargo, éste, con todo el miedo del mundo reflejado en su expresión, no lo soltaba para nada.
- Guarda silencio Tetsu. – Le dijo en voz baja. – Tu dramatismo terminará por matarnos a los dos, ¿lo sabes?
La travesura nocturna de Tetsu parecía haber terminado sin ningún incidente grave. Sin embargo, unos minutos después de haber sido sorprendido y luego ignorado, fue el causante de que una habitación más del cuartel se viera alumbrada a esa hora. Dentro de esa habitación se encontraban los hermanos Ichimura, además de Ayu, la chica que esa mañana le había servido el desayuno. Al parecer era la encargada de la comida para los soldados, pero en ese instante tenía la labor de curar la herida que Tetsunosuke había recibido en su brazo derecho por estar espiado a escondidas frente a la habitación de Hijikata.
- ¡¿Es qué acaso me quieres ver muerto Tetsu?! – Reprendía Tatsu a su hermano menor, jalándole sus mejillas como señal de regaño ante sus acciones. – ¡¿En qué estabas pensando?!
- ¡Ya sueltamente Tatsu! – Gritó el chico en respuesta al trató de su hermano mayor. Su brazo ya se encontraba vendado.
- La mejor medicina para tu ánimo es estar tranquilo Tatsu-san. – Mencionó la joven de cabello oscuro con una sonrisa.
- Es difícil estar tranquilo con este niño como hermano. – Contestó desanimado el chico de cabello castaño, soltándole las mejillas.
- ¡Yo no hice nada malo! – Contestó furioso el muchacho pelirrojo, frotando sus mejillas rojas. – Pensé que era un intruso y lo seguí, eso es todo. Pero lo escuché hablando con el Subcomandante acerca de un incidente ocurrido ayer… ¿quién es ese sujeto tan extraño?
- Ese sujeto "tan extraño" es un Inspector. – Contestó Ayu, casi como un suspiro.
Ambos hermanos se vieron confundidos el uno al otro al escuchar la respuesta tan repentina. ¿Inspector?, ¿Qué significaba eso? Ayu notó de inmediato la confusión en sus ojos. Miró fijamente al chico pelirrojo, sonriéndole
- Tetsu, acabas de conocer al jefe de inspectores e investigadores del Shinsengumi, Yamazaki Susumu.
- "¿Yamazaki?" – Se preguntó Tatsunosuke así mismo. Ese apellido ya lo había escuchado, y no hace mucho. Por su parte, la mujer siguió con su explicación.
- Él es diferente a los otros soldados. Su trabajo es investigar y recolectar información para el Subcomandante por la ciudad, en especial con respecto a los movimientos de los radicales. En otras palabras él es un "espía".
Ambos jóvenes se quedaron en silencio tras escuchar la explicación de su compañera. De pronto, Tatsu pareció reaccionar de golpe ante la llegada de una idea a su cabeza,
- ¡¿Un… Ninja...?! – Preguntó el mayor, casi sin poder pronunciar por completo esa pregunta.
- Sí, supongo que esa palabra es la correcta. – Le contestó Ayu con la misma sonrisa. – A pesar de que es parte del Grupo Shinsen, toda la gente lo considera una persona muy misteriosa, y como pudiste haber notado da la impresión de no ser alguien muy amable. Pero la realidad es que esa imagen se debe a que su trabajo siempre evita que demuestre su verdadero rostro…
Los chicos parecieron notar algo singular en la manera en la que la joven había pronunciado esa última explicación, casi con un tono "nostálgico".
- A pesar de ser una persona misteriosa, tú pareces saber mucho de él. – Comentó Tatsunosuke al notar como hablaba de esa persona con ese singular modo.
Ayumu se sobresaltó al escuchar la observación del mayor de los Ichimura. Una risa nerviosa surgió de pronto de la joven, como intentando disfrazar la verdadera naturaleza de lo que ocurría.
- No, por supuesto que no. – Contestó apresurada mientras se reía con moderación. – Mi único trabajo es cocinar la comida de los soldados… No sé nada que no tenga que ver con ello...
Tatsu no dijo más a respecto, pero en el fondo estaba seguro de que había algo detrás de ese tema…
- ¡Muchas gracias señorita! – Agradeció Tetsu, antes de continuar con su desayuno.
- Me llamo Ayumu, Ayumu Yamazaki. – Le contestó ella al tiempo que le daba el plato. – Pero bueno, no sé si prefieras llamarme "Ayu"...
- ¿Y podría yo convertirme en un inspector también? – Preguntó de pronto Tetsu. La voz de su hermano sacó drásticamente al contable de sus pensamientos.
El chico castaño pareció tardar más tiempo del debido en procesar la pregunta que le había formulado el pelirrojo a la joven frente a ellos.
- ¿Qué?.. – Preguntó extrañado.
De pronto, la expresión de Tetsu cambió drásticamente. Agachó su mirada y su expresión pareció entristecerse.
- Si me quedo como un simple sirviente, no podré enfrentarme a los hombres de Chosu... y no podré cumplir mi deseo. – Comentó casi en voz baja el muchacho pelirrojo.
Los dos oyentes se quedaron en silencio al escuchar tales palabras, especialmente por el tono en el que lo había pronunciado. La más extrañada era por supuesto Ayu, la cual no conocía aún del todo al chico, mientras que Tatsu ya sabía la forma en la que pensaba su hermano menor. Ayu ya estaba enterada del duelo con el capitán Okita, incluyendo lo que todo el mundo había escuchado que el Subcomandante le había dicho aquella ocasión…
- Lo que buscas no lo encontrarás aquí. – Dijo de pronto con suma tranquilidad y sin moverse siquiera. – En el Shinsengumi no aprenderás a usar la espada para la venganza…
"Venganza", eso era lo que el Subcomandante había mencionado. De seguro él había visto en las acciones de Tetsu los deseos de venganza. Entonces, este muchacho había entrado al Shinsengumi para vengarse de alguien… ¿Sería ese el deseo que acababa de mencionar?
Después de un rato Tetsu reaccionó de nuevo, recuperando el mismo humor.
- ¡Lo he decidido! – Pronunció de pronto con entusiasmo al tiempo que se paraba de nuevo. – ¡Dejaré de se un sirviente y me convertiré en un investigador! Después de todo no debe de ser tan difícil recolectar información...
- No sabes lo que estás diciendo... – Le dijo Ayu, para nada convencida de la decisión del chico.
- Piénsalo. Doy la impresión de tener menos edad de la que tengo, ¿no?, pues entonces sería pan comido pasar inadvertido. ¡Le demostraré al Subcomandante que es un error que sea un simple sirviente y que puedo hacer un mejor trabajo que ese sujeto de cabello puntiagudo!
Pronunciando con ímpetu sus nuevos deseos, el muchacho se dirigió rápidamente hacía la puerta del cuarto, disponiéndose a salir de ese sitio de inmediato.
- ¡Tetsu! – Le gritó su hermano intentando detenerlo.
- ¡Me iré a dormir justo ahora! – Le contestó el pelirrojo, girándose hacía él en la puerta. – ¡Mañana comenzará esta nueva misión!
El chico corrió apresurado por el pasillo, disponiéndose a dormir de inmediato.
- ¡Espera idiota! – Gritó el chico mayor, parándose y yéndose de inmediato a la puerta. – ¡No te vayas así sin dar las gracias!
Sin embargo, sus gritos fueron completamente ignorados, y de un segundo a otro la figura de Tetsunosuke se perdió a lo lejos. Disgustado por la actitud de su hermano, Tatsunosuke se giró de nuevo al cuarto para intentar disculparse.
- Es duro ser el hermano mayor, ¿no es así? – Pronunció Ayu, que seguía sentada en el suelo, mirándolo con una sonrisa aparentemente divertida.
- Lamento haberte pedido que lo atendieras a estas horas de la noche. – Se disculpó el mayor con vergüenza.
- No te preocupes. Igual no lograba conciliar el sueño.
La sonrisa del rostro de la chica se desvaneció lentamente, cambiando a un semblante más pensativo.
- Dime… ¿Por qué él desea vengarse del clan Chosu? – Preguntó con un tono serio la muchacha, basándose al parecer por todo lo que Tetsunosuke había mencionado.
Tatsu se quedó serio al escuchar tal pregunta. Giró su cabeza hacía afuera, centrando la mirada en el suelo de madera del pasillo. La noche era cálida, y ese calor lo tocaba con delicadeza desde el jardín central de los cuarteles.
- Nuestros padres murieron asesinados hace dos años. – Mencionó de pronto el chico con seriedad. Ayu se sorprendió al oír eso, pero intentó mantener la calma. – Como ya has de saber, el Clan Chosu es el clan líder de los recientes movimientos imperialistas que han comenzando a atacar al Shogunato. No estoy muy enterado, pero parece ser que mi padre de alguna manera era un partidario de la entrada de los extranjeros a Japón. Él y mi madre fueron asesinados por un miembro del Clan Chosu, o al menos de alguna parte del clan que se oponía a esta idea.
Ayu pareció confundirse al escuchar esa explicación. No esperaba que se tratara de algo como eso. Tatsu continuó hablando sin voltear a ver a la joven.
- Si nos enlistábamos en el Shinsengumi, que se encarga de proteger la ciudad del movimiento de los Ronin, obtendríamos información de Chosu, y por lo tanto sería más fácil encontrar a ese hombre que asesinó a nuestros padres. Esa era la idea que teníamos en un principio... pero parece que Tetsu aún no la ha olvidado…
Ayu desvió su mirada al suelo una vez que Tatsunosuke guardó silencio; una sonrisa inocente regresó a su semblante.
- Suena como la idea de un niño pequeño… - Comentó después de unos segundos.
- No pienses mucho en lo que Tetsu dice. – Agregó Tatsu, girándose de nuevo al interior del cuarto. De igual manera, el muchacho disfrazaba sus pensamientos con el mismo estilo de expresión. – Sus intenciones son buenas, pero a veces se deja llevar…
Tatsu se dispuso a retirarse, saliendo por completo de la habitación.
- Buenas noches. – Pronunció por último, cerrando las puertas del cuarto como acto seguido.
Justo cuando las puertas se cerraron y se encontró de nuevo sola, Ayu se giró lentamente hacía la puerta, mirándola con gran seriedad. Al parecer había algo que la había comenzando a perturbar para ese momento…
La noche le había parecido eterna a Tetsu. De hecho, no había podido dormir mucho después de que le curaran su herida y regresara al mismo armario. Su mente estaba concentrada por completo en esa persona con la que se había encontrado en la noche, y en todo lo que Ayumu le había dicho con respecto a él y al trabajo de Inspector. Se había decidido por completo a cumplir con ese propósito. Era obvio que como sirviente no lograría nada, pero de seguro si lograba hacer ese trabajo estaría más cerca de alcanzar su cometido. Pero antes que nada tenía el deber de observar que era lo que ese sujeto llamado "Yamazaki" hacía en realidad…
La mañana ya llevaba algunas horas de iniciada cuando Tetsu logró su primer cometido del día: encontrar al misterioso espía. Había estado recorriendo y preguntado por los cuarteles, hasta que al fin descubrió que Yamazaki esperaba siempre las órdenes directas del Subcomandante, aguardándolo en la habitación continua a la suya.
El chico de cabello oscuro y de peinado levantado había estado sentado en la habitación desde hace algún tiempo, mientras leía con cuidado un pequeño libro para pasar el rato. Sus ojos tranquilos y prácticamente libres de emoción estaban puestos en el escrito, colocado en un pequeño atril que lo elevaba a cierta altura para que el chico pudiera leerlo estando de rodillas en el suelo. Justo cuando acercó su mano al libro para cambiar de página, logró escuchar unos pasos secos que se aproximaban por el pasillo hacía la puerta abierta del cuarto.
El chico no le puso atención y dio sin preocupación la vuelta a la página. Un instante después, la figura decidida del menor de los Ichimura apareció justo en el umbral, con sus manos en la cintura y mirándolo fijamente desde su posición. Yamazaki volteó a verlo de reojo al divisar su figura en la puerta, pero después de un segundo volvió su vista a su frente sin ponerle importancia, cosa que al parece disgustó demasiado a Tetsu.
Entró sin invitación al cuarto, sentándose de lleno a la izquierda del muchacho, todo esto sin quitarle la mirada en ningún momento. Tetsu, ahora en el suelo junto con él, tenía sus ojos profundos clavados en el rostro del muchacho, mirándolo intensamente como si esperara que eso de alguna manera lo perturbara. Sin embargo, Yamazaki continuaba con su lectura con total tranquilidad.
- "¡¿Qué le pasa a este sujeto?!" – Se preguntó así mismo Tetsu al ver su actitud.
El chico comenzó a hacerle gestos y a sacarle la lengua, pero al parecer nada parecía mutarlo siquiera. La poca paciencia del pelirrojo ya se había agotado desde que puso un pie en ese cuarto… De pronto, el muchacho parece reaccionar, alzando con cuidado su mano derecha. Tetsunosuke se quedó quieto, esperando ver que hacía… pero para su sorpresa, el muchacho acercó su mano al libro y cambió la hoja…
Tetsu cayó al suelo al ver tal movimiento. Un rato después de eso, Yamazaki pareció reaccionar por fin a la presencia del chico.
- ¿Se te ofrece algo? – Le preguntó con tranquilidad sin quitar sus ojos de su lectura.
- Ya que insistes… te lo diré si tanto deseas saberlo... – Exclamó con un tono elocuente el sirviente, levantándose de inmediato como si nada.
El chico de cabello oscuro lo miró de reojo, confundido por dentro pero tranquilo por fuera. Tetsu llevó su mano derecha hacía su barbilla con una pose astuta.
- Verás "Inspector"… Esto se trata más o menos de un experimento, o más bien de una demostración...
- ¿Demostración de qué? – Preguntó Yamazaki más por deber que por otra cosa. Tetsu alzó su cabeza, tomando un tono más enérgico en sus palabras.
- ¡Éste será el día en que Ichimura Tetsunosuke dejará de ser un simple sirviente!, ¡Porque hoy le mostraré al Subcomandante Demonio la diferencia que existe entre nuestras habilidades!... Una vez que note que soy mejor para el trabajo... – Tetsu bajó de nuevo su mirada al espía, el cual desde hace algunos segundos ya había regresado su vista al libro, aparentemente ignorando lo que le estaba gritando a tan corta distancia de él. – ¡Oye!, ¡¿Me estás escuchando?!
De pronto, de un momento a otro, Yamazaki cerró con cuidado su libro. Tetsu se quedó confundido al ver esa reacción. En un principio pensó que se iba a levantar e iba a intentar hacerle algo, pero esa idea se esfumó casi al momento. Se escuchó de pronto ruidos a través de la puerta de la otra habitación, ruidos que fueron acompañados por el sonido de otra puerta abriéndose.
Tetsu se quedó en silencio; alguien había entrado a la otra habitación. Esa habitación era la del Subcomandante, así que de seguro se trataba de él, a quien Yamazaki estaba esperando.
- "¡Él está aquí!" – Pensó Tetsu tras darse cuenta de lo que sucedía. Ese era el momento que esperaba… el éxito de su nueva misión dependía de ese instante. – "Es el momento, debo de estar listo para todo...!"
Tetsu se quedó observando con cuidado la puerta del cuarto, esperando que el Subcomandante hablara. Por su parte, Yamazaki continuaba de rodillas en el mismo lugar, totalmente inmóvil. De pronto, se escucha que alguien habla, pero no era lo que Tetsu esperaba…
- Hijikata-san... – Pronuncia una voz chillona con un tono casi de burla, pero no era la del Subcomandante. – ¿Aún no se levanta Subcomandante?... Ayu quiere saber si va a desayunar o si prefiere que su parte se le dé a los cerdos…
- ¿No recuerda que le dije de los hongos señor...? – Agregó la voz de otra persona con el mismo tono burlesco.
El muchacho pelirrojo se quedó atónito y confundido al reconocer esas dos voces. Con la primera no había estado seguro, pero después de oírla con más cuidado podía asegurar que se trataba de ese hombre pelirrojo y de estatura media, el que se suponía era el Capitán de la Segunda División y que había conocido justo ayer. La segunda la reconoció de inmediato, ya que se trataba de la voz de Okita, el Capitán de la Primera División y con quien ya había hablando en varias ocasiones.
Lo próximo que se escucharon fueron los quejidos de una tercera persona, al parecer como respuesta a los comentarios de los capitanes.
- Cierra la boca Souji... – Pronunció con desgano la que sí era la voz de Hijikata, seguida después por un intento de bostezo.
Tetsu cayó de nuevo al suelo al escuchar todo eso.
- "¡Él aún estaba dormido!" – Pensó con un sentimiento entre enojo y sorpresa.
Entonces Yamazaki no se encontraba en ese sitio esperando a que el Subcomandante le diera las órdenes, sino que además había estado esperando a que éste despertara. ¿Qué clase de dirigente de un grupo como Shinsengumi era ese sujeto?
En su cuarto, Hijikata estaba sentado sobre sus tendidos, teniendo su cabeza baja. Llevó su mano izquierda a su hombro derecho, y luego movió la cabeza hacía los lados para que su cuello también volviera a la normalidad después de tanto tiempo de sueño. El Subcomandante traía puesto un kimono para dormir de color blanco. A pesar de acabarse de levantar, su expresión no parecía soñolienta. Desde el momento en el que abrió sus ojos, su rostro reflejó de inmediato la habitual expresión seria y fría típica del famoso Hijikata Toshizou.
Okita y Nagakura estaban de pie en la puerta. Ninguno de ellos portaba su habitual uniforme del Shinsengumi. Okita vestía su kimono blanco con una cinta negra, mientras Nagakura usaba su traje gris con saco verde oscuro que usaba con frecuencia. Okita se sintió con la libertad de entrar al cuarto y dirigirse a la puerta de la habitación contraria.
- ¿Que hora es? – Preguntó con tranquilidad Hijikata, mientras Okita pasaba frente a él.
- Como la hora mayor de la Serpiente creo... – Le contestó el capitán.
- ¿Acaso estuvo afuera toda la noche Subcomandante? – Preguntó el capitán de cabellos rojos, con el mismo tono burlesco que tenía desde que apareció en su puerta.
- Estuve trabajando... no otra cosa. – Contestó con seriedad el segundo al mando del grupo mientras se ponía de pie, enderezando su cuerpo.
- Subcomandante, el pobre de Yamazaki lleva esperándolo desde hace algún rato para que le de las órdenes de hoy. – Comentó Okita, parándose a lado de la otra puerta. – Hasta se puso a leer en la otra habitación en lo que lo esperaba.
- Bien, ya desperté… - Le contestó con desgano, aparentemente completamente despierto. – ¿Pueden decirle a Ayumu-san que me traiga el desayuno?
- Para eso tiene a su sirviente, ¿o no? – Comentó Nagakura sin cambiar su tono, lo cual ya pareció exasperar al Subcomandante.
Hijikata volteó a ver de golpe al pelirrojo, clavando sus fulminantes ojos en él. Nagakura se quedó congelado al sentir su mirada profunda y penetrante sobre su persona, sentimiento que fue compartido por Okita, a pesar de que no lo estaban viendo a él.
- De inmediato señor… - Contestó nervioso Nagakura mientras retrocedía hacía atrás. Okita lo siguió por detrás, y ambos se alejaron de la habitación.
Una vez solo, Hijikata se quedó más tranquilo. Se giró lentamente hacía la puerta a sus espaldas, detrás de la cual se encontraba esperándolo el jefe de espías.
- Yamazaki-kun... – Pronunció con un tono tranquilo en dirección a la puerta.
- "¡Al fin!" – Pensó sobresaltado Tetsu, que también se encontraba aguardando.
Se apresuró lo más rápido que pudo a la puerta que estaba a la diestra del espía, abriéndola de golpe al tiempo que Yamazaki a penas se ponía de pie.
- ¡Subcomandante!, ¡Ichimura Tetsunosuke listo para...!
Las palabras que Tetsu comenzó a pronunciar incluso antes de que terminara de abrir la puerta fueron silenciadas de golpe al visualizar ante él lo que había del otro lado: No había abierto la puerta de una habitación, sino la puerta de uno de los armarios…
Mientras tanto, Yamzaki se aproximó hacía la puerta que estaba delante de él, hincándose con cuidado frente a ella para luego abrirla.
- ¿Si señor? – Preguntó el chico con un tono profundo de respeto.
Tetsu se quedó totalmente atónito al ver el armario ante él… Yamazaki no estaba sentado a lado de la puerta que daba a la habitación del Subcomandante, sino sentado frente a ella. Como él era nuevo en ese lugar, era lógico que aún no tuviera una idea clara de la distribución de las habitaciones, lo que había provocado sin remedio su error de ubicación… sin embargo, él podría haber jurado que la voz de Hijikata y de los dos capitanes provenía justamente de esa dirección… ¿Cómo había podido equivocarse de esa manera?
Volteó a ver de reojo a Yamazaki en la otra puerta… ¿Habría sido él?
- "¡Truco ninja!" – Pensó furioso y a la vez avergonzado mientras veía al Inspector.
A pesar de todo, Hijikata había escuchado el grito tan enérgico de Tetsu. Una vez que Yamazaki abrió la puerta, se acercó a ésta para asomarse hacía el otro cuarto. No tardó mucho tiempo el visualizar la cabellera rojiza de Tetsunosuke, la cual sobresalía por completo de todo el resto de los colores de la habitación. La expresión del Subcomandante reflejó cierta desidia a ver a su nuevo sirviente tan temprano en la mañana y en ese mismo momento.
- Ah, eras tú... ¿que haces aquí? – Le dijo Hijikata con desgano. Tetsu reaccionó, y se giró rápidamente hacía él. – ¿No tuviste suficiente con estar espiando en la noche?
El sirviente se quedó atónito al escuchar esas palabras. Después de todo, el Subcomandante sí se había dado cuenta de su presencia en la noche anterior. Eso había sido su culpa, ya que sin pensarlo le había gritado a Yamazaki, el cual lo había descubierto con facilidad.
Hijikata se giró de nuevo hacía el interior de su cuarto, dirigiéndose a una de las esquinas, en la cual aguardaba el kimono negro que usaba con regularidad.
- Mis disculpas por hacerte esperar Yamazaki. – Comentó el Subcomandante, mientras tomaba el kimono con la intención de cambiarse de ropa.
Tetsu se apresuró rápidamente a la puerta al escuchar que estaba comenzando a dar las órdenes, colocándose detrás de Yamazaki. Éste y Hijikata continuaron como si nada. El hombre de alto rango seguía dando las instrucciones, mientras se retiraba sus ropas de dormir y se colocaba su ropa habitual.
- Me temo que el día de hoy será algo atareado para ti. Necesito que recolectes la información que puedas de Gofukuya y Kyouya en Shijou. Tuvimos reportes de un número considerable de Ronins en los últimos días. Si tienes algo de tiempo, necesito también que revises esa tienda de segunda mano que has estado observando.
- ¿Masuya? – Preguntó Yamazaki para estar seguro de la orden.
- Sí. Ya sabes que hacer con eso. Cualquier dato me lo comunicas.
- ¿Algo más?
Una vez con su kimono puesto, el Subcomandante pasó a amarrarse la cinta del mismo color en la cintura. Parecía meditar un poco en la última pregunta del espía, antes de contestar.
- No, creo que será todo por hoy. Si se presenta algo te haré llamar.
- Entendido. – Exclamó el ninja al mismo tiempo que volvía a cerrar la puerta con cuidado.
Una vez recibida su orden, Yamazaki se puso rápidamente de pie y se giró hacía el armario que Tetsu había abierto. Por su parte, el pelirrojo lo volteaba a ver confundido desde su posición.
- Oye... – Pronunció Tetsu para llamar su atención, pero Yamazaki parecía ignorarlo por completo. El sirviente se puso de pie furioso. – Oye... ¡Oye!, ¡No me ignores!
Yamazaki caminó hacía el armario abierto, mientras Tetsu le seguía y le hablaba a sus espaldas. De pronto, el chico de cabello oscuro sacó de este sitio un elegante kimono de color rosado. Ichimura miró extrañado la prenda tan extraña que sacaba.
- ¿Qué se supone que estás haciendo? – Le preguntó confundido. – Si eres un ninja, debes de vestirte como tal, ¿no?... Aunque de día eso no serviría de mucho...
Yamazaki se alejó del armario, de nuevo sin ponerle atención a las preguntas o comentarios de la otra persona en esa habitación. Tetsu, algo curioso por lo que el chico hacía, se dirigió al armario para ver que era lo que estaba guardado ahí. A pesar de que había sido él quien lo abrió, no se había fijado en su contenido: adentro del armario, doblados con cuidado y cada uno en su lugar, había varios kimonos de mujer, todos de diferentes colores, y algunos con adornos muy llamativos. Tetsu se quedó totalmente confundido…
- Aquí… hay muchos Kimonos… - Preguntó extrañado mientras volteaba a ver de reojo al Ninja. – ¿Para qué son...?
Para cuando el pelirrojo volteó a ver de nuevo al chico, éste se estaba cambiando de ropa, del traje oscuro que usaba al kimono rosa que había sacado del armario. Se veía a simple vista que se trataba de un kimono para mujer… ¿Por qué se lo estaba poniendo él?
Se colocó un abrigo de color blanco encima del kimono y se giró de nuevo al armario. Tetsu lo siguió con la vista, ya sin pronunciar ninguna frase, pregunta o replica; parecía que tenía más curiosidad de saber que era lo que estaba haciendo. De la parte baja del armario, sacó una caja de madera con cajones. Tetsu ya había visto cajas como esa. Los actores del teatro Kabuki cargaban en ellas todas las herramientas que usaban para maquillarse para las funciones. Esto pareció darle una idea al chico de lo que estaba haciendo… aún así, se le quedó viendo fijamente a ver que hacía.
Yamazaki colocó la caja en el suelo y se sentó delante de ella. En efecto, al abrirla, se pudo ver que contenía varios instrumentos para maquillaje. Lo próximo no fue comprensible para Tetsu, al menos no al principio. El chico tomó una cinta blanca e hizo todo su cabello hacía atrás, de tal manera que no le tapara para nada el rostro. Después pasó a colocarse en diferentes partes del rostro una sustancia liquida, y sobre ésta área manchada con esa sustancia comenzó a colocar pequeños pedazos de un material blando y de color claro, mismo que fue ajustando con cuidado hasta que casi se confundía con su propia piel. Hizo esto sobre todo es los pómulos del rostro y en su nariz.
Tomó un pequeño espejo que estaba guardado en uno de los cajones de la caja, y lo acercó a su rostro. Desde la distancia en la que lo tenía no era capaz de ver a la totalidad su cara, sino más bien una parte en particular de ella. Con un pincel comenzó a retocar varias de las zonas que había cubierto con esa sustancia, ajustando el tono del área y de su contorno. Pasó de inmediato a maquillarse con un polvo blanquizco por toda la cara, hasta que quedó de un singular tono de piel claro.
Mientras Yamazaki se delineaba los ojos y hacía uno toques finales a su maquillaje, Tetsu lo miraba totalmente atónito. No podía creer lo que estaba viendo…
Una vez que el arreglo de su rostro quedó, el chico guardó todo de nuevo en la caja y se dirigió una última vez al armario. Tetsu, aún sin palabras, se acercó con cuidado hacía él para ver que era lo que sacaría ahora. Entonces surgió el toque final para lo que había estado haciendo todo ese tiempo. De la parte superior del armario, el espía sacó una peluca de mujer de color negro… Yamazaki se colocó con cuidado la peluca en su cabeza, mientras los ojos de Tetsunosuke se abrían por completo, casi saltando de sus órbitas al darse cuenta de lo que había sido testigo…
Dos miembros del Grupo Shinsen caminaban cerca de la puerta de los cuarteles, cada uno portando ya su uniforme. De pronto, la atención de ambos es desviada de golpe al percibir cerca de ellos la presencia de una persona. Con el hermoso fondo de los pétalos de sakura a sus espaldas, una hermosa mujer de cabello brillante y negro, ojos oscuros y piel clara, caminaba con pasos cuidados hacía la entrada. Traía los labios pintados de un tono rojizo, y como marca partícula tenía un pequeño lunar debajo del ojo izquierdo. Vestía un kimono de color rosa oscuro, y sobre éste un abrigo largo de color blanco. La mujer pasó sonriente frente a los dos hombres, los cuales le siguieron con la vista hasta que llegó a la puerta. De pronto, los dos parecieron comenzar a sonreír con diversión.
- Si no supiera que se trata Yamazaki-san, de seguro me sentiría intimidado por una chica tan linda. – Comentó uno de ellos con un tono burlón.
Pero ellos dos no eran los únicos que miraban como esa figura salía de los cuarteles, ya que Tetsu la venía siguiendo con cuidado desde que salió de la habitación… El chico seguía aún sin palabras. No podía creerlo, pero esa mujer tan hermosa ni siquiera era una mujer: Era Yamazaki, el espía… si no hubiera visto con sus propios ojos la transformación, jamás lo creería, sin importar quien se lo dijera.
Era increíble, simplemente increíble. Todo el mundo sabía que en el Teatro Kabuki, todos los papeles eran interpretados por hombres, incluso los papeles femeninos, así que eso no era tan extraño. Sin embargo, por más que un hombre del Teatro Kabuki se maquillara y se disfrazara, de seguro nunca llegaría a hacer lo que Yamazaki había logrado.
- "¡Sorprendente!" – Pensó el pelirrojo, mientras Yamazaki desaparecía en la calle. – "¡Ahora entiendo!, es casi como una persona completamente diferente... ¡¿Esto es lo que logra hacer un inspector?!"
Tetsu creía que el hecho de parecer un niño de diez años o menos teniendo en realidad quince era una gran ventaja, ¿Pero cambiar por completo tu apariencia e incluso tu sexo ante la demás gente?... Eso era realmente impresionante. En ese momento, el chico pelirrojo pareció darse cuenta de la situación en la que estaba, al tiempo que recordaba de golpe su nueva "misión". Se suponía que tenía que demostrarle al Subcomandante sus habilidades, y que podría hacer mejor el trabajo de ese chico… pero después de ver esa transformación, todo tomaba un giro diferente.
- ¡¿Qué estoy haciendo aquí parado?! – Pronunció en voz baja con un tono decidido. – ¡No puede quedarme atrás!
De inmediato Ichimura se dio la media vuelta y corrió a toda velocidad en dirección a la habitación de la que acababa de salir…
Kyoto estaba en un constante movimiento, digna de la Ciudad Capital del Japón. Por supuesto, todo el poder del llamado "Shogun", el representante del poder político y militar, se ubicaba justamente en la ciudad de Edo desde hace más de dos siglos; por algo a este periodo conocido como "Periodo Tokugawa" también lo llaman "Periodo Edo". Aún así, la presencia del poder del Emperador, el máximo representante del poder religioso y de la unión del país, se localiza justamente en esta ciudad, la ciudad de Kyoto, por lo que ésta seguía siendo aún la gran capital.
Como era común en las grandes capitales, tanto occidentales como orientales, Kyoto es una ciudad muy grande y llena de muchas personas. Este número de personas se ha incrementado considerablemente en los últimos tiempos, sobre todo por la creciente llegada a la ciudad de Ronins, samuráis que han abandonado a su señor y vienen a la capital en esta nueva era de disturbios. El Shinsengumi, la patrulla protectora de la capital, se ha dedicado desde hace algún tiempo a vigilar el movimiento de estos Ronins, ya que es casi seguro que aquellos que vienen hacía la ciudad vienen con la intensión de apoyar a los imperialistas de Chosu.
- Muchas gracias... – Pronunciaba el dueño de la Tienda de Muebles de Segunda Masuya, mientras despedía a una pareja que acababa de comprar en su tienda. – Por favor, vuelvan pronto.
El dueño de la tienda, Masuya, de quien venía el nombre de la misma, era originario de la región de Chosu, y había llegado a la capital hace ya más de un año. Se había instalado abriendo esta tienda de segunda, la cual al parecer le daban los suficientes ingresos para vivir de una manera decente. Era un hombre adulto, de altura normal y piel oscura, cabello castaño muy oscuro, casi negro, con la cabeza con algunas partes rapadas. Se le conocía como un hombre amable y sonriente que siempre trataba bien a todos, fueran clientes o no.
- Masuya-han... – De pronto, el hombre escuchó una singular voz femenina que le hablaba desde el lado izquierdo de la calle.
El hombre se giró con cuidado en su dirección. Su rostro pareció iluminarse al ver la brillante figura de una mujer de piel blanca y kimono rosado, misma que había sido la presa de las miradas de todos los hombres que caminaban por la calle en esos momentos. La mujer caminó con cuidado hacía el hombre parado afuera de su tienda, sonriéndole con discreción.
- Cuanto tiempo sin vernos Masuya-han.
- ¡Ah!, ¡Pero si es ni nada menos que Osen-han! – Exclamó el hombre, reconociendo de inmediato a la joven que ya había visto en varias ocasiones en el pasado. – Y dígame, ¿qué puedo hacer por usted el día de hoy?
- Bueno, usted sabe... – La mujer le sonrió con dulzura, alzando su mano izquierda y cubriendo el área de su boca con la manga de su kimono. – Es un día tan lindo, y quise venir a dar una miradita y ver si no tiene algún póster para colgar la lavandería...
Masuya reaccionó a las palabras de la joven, y pareció comenzar a pensar si tenía a su disposición algo que pudiera cumplir con lo que su nuevo cliente buscaba. Sin embargo, no tuvo mucho tiempo de pensar al respecto, ya que la visitante cambió de pronto la perspectiva del tema.
- Aunque eso fue en realidad una excusa... – Comentó ella con algo de timidez. – La verdad es que sentía ciertas ansias de volver a ver su rostro Masuya-han...
El vendedor pareció apenarse un poco ante el comentario de la señorita, mismo que se reflejó en un tono rojizo que se dibujó en su rostro tras escuchar esas palabras.
- Ah... bien... se lo agradezco señorita... – Contestó el hombre con algo de timidez, seguido por una risa nerviosa.
- Pero veo que no ha cambiado nada en todo este tiempo, y su negocio continúa prosperando como siempre.
- No, se equivoca... Estos son tiempos peligrosos, y en tiempos como estos a cualquier negocio no le va del todo bien...
- ¿Peligrosos...? – Preguntó la visitante algo extrañada del comentario del vendedor.
- Sí, usted sabe…
El hombre mayor se acercó un poco a la joven, y alzó su mano a lado de su boca, como queriendo hablar en voz baja.
- Me refiero a esos hombres a los que se les llama como los "Lobos de Mibou"...
La mujer se mantuvo tranquila por afuera, pero el interior era otra cosa. "Lobos de Mibou", era el nombre popular con el que el pueblo había comenzado a llamar a los miembros del Shinsengumi. Esa actitud de cuidado con el Shisengumi tenía que significar algo…
- Pero no hablemos de eso. – Exclamó de pronto el hombre, recuperando la compostura como si nada. – ¿Porqué no pasamos adentro para ver si encuentra algo que le guste...?
La chica asintió afirmativa a la propuesta de Masuya. Sin embargo, antes de que lograra su cometido, notó como el vendedor se quedaba paralizado de golpe, mirando con espanto al frente, justo detrás de ella. La joven miró sorprendida la expresión tan cambiante del vendedor, y luego notó que algunos de los que caminaban por la calle tenían el mismo tipo de mirada, y todos con su atención en la misma dirección.
Se volteó con cuidado para ver cual era la causa de tanto espanto, pero nada la preparó para lo que vería. Lo suyo no fue espanto, fue más impresión, misma que le duró unos segundos antes de que pudiera comprender lo que veía y después ese sentimiento pasará a rabia.
Toda la gente miraba hacía un callejón, cercano a la tienda, desde el cual se asomaba un extraño "ser". Era bajo, como de la estatura de un niño, con una peluca negra de mujer desalineada, y debajo de ésta se asomaban unos cabellos rojizos, que resalaban mucho con el color de la peluca. La cara del ser estaba pintada con desigualdad, con un contorno grueso y rojo alrededor de sus labios, una pestañas exageradas y sobresaltadas, un rubor excesivo y un lunar pequeño y oscuro justo a la mitad de la frente. Vestía un kimono rosa que le quedaba horriblemente grande, tanto que arrastraba gran parte de él por el suelo.
En esa época, cualquiera hubiera pensado que se trataba de algún espíritu maligno al momento de ver a ese ser en ese callejón oscuro, pero la chica frente a la tienda Masuya no compartió esa idea. Desvió su mirada hacía a otro lado, intentando no reflejar en su semblante su gran enojo, cosa que hubiera arruinado por completo su imagen.
Segundos después, en el mismo callejón para más adentro, Tetsu es arrojado con fuerza contra el suelo, después de ser desprendido con violencia de las ropas que se había robado del armario de Yamazaki, así como la peluca y el horrible maquillaje que se había hecho en la cara.
El jefe de Inspectores, aún con su disfraz de mujer, estaba de pie frente a él, mirándolo furioso e intentando no imaginarse como encontrará la habitación cuando regrese al cuartel.
- ¡¿Que crees que estás haciendo?! – Exclamó furioso el muchacho pelirrojo, aún en el suelo. – ¡Lo único que intentaba era ayudarte!, ¡Por eso me vestí así...!
La persona ante Tetsu no le dio la mayor oportunidad de explicarse, ya que en verdad no esperaba una explicación satisfactoria. Yamazaki se le aproximó con fuerza, clavando una de sus cuchillas en la pared, muy cerca del lado izquierdo del cuello del pelirrojo. El ninja, aún con su apariencia de mujer, acercó su rostro al del chico, clavando su mirada furiosa en él. Ichimura se quedó totalmente paralizado ante sus ojos profundos.
- ¡Calla tu estúpida boca enano! – Le gritó el ninja con un tono fuerte, contradiciendo por completo la apariencia delicada que traía en esos momentos. – En primer lugar, no tenías ni un derecho de tomar uno de mis kimonos, y mucho menos jugar con el maquillaje... ¿crees acaso que esto es un juego idiota?
¿Era este el mismo chico tranquilo que acababa de conocer y que a penas y le mencionó dos palabras esa mañana? Yamazaki se veía realmente furioso; al tiempo que hablaba, movía su cuchilla, como si quisiera que atravesara la pared.
- Anoche y hoy en la mañana no dije nada por la presencia de Hijikata-sama… y además, pensé que simplemente eras una insignificante rata metiéndose en lo que no le importaba... – Yamazaki apretó con fuerza el mango de la cuchilla, sin quitarle los ojos de encima a Tetsu. – ¡Pero ahora te has metido con mi trabajo y has puesto en peligro los encargos que me puso el Subcomante!
Jaló su cuchilla y la separó de la pared, separándose él también del impresionado muchacho. Desvió su mirada a otro lado, comenzando a arreglarse su kimono; se disponía a irse de ese callejón, pero no sin antes terminar de terminar lo que tenía que decir.
- No sé porque eres su sirviente... ni siquiera eres bueno para eso... – Agregó el Ninja mientras caminaba de nuevo a la calle. – Te daré un consejo, y guárdatelo en tu cabeza porque será el último favor que haga por ti: La primera regla de un sirviente como tú es nunca meter su nariz en los asuntos de otras personas... – Parado ya en la entrada del callejón, se volteó a verlo encima de su hombro izquierdo, aún con furia en los ojos. – Eres un incompetente. No hay nada más que puedas hacer con tus pobres habilidades...
Sin decir más, el ninja se retiró, mezclándose entre el resto de la gente como tenía que hacerlo en su trabajo.
Todo ese tiempo el muchacho de cabellos rojizos había permanecido paralizado, intimidado ampliamente por el jefe de inspectores. Incluso cuando él ya se había apartado y ya había salido del callejón, aún no le era posible levantarse y salir. ¿A que se debía?, ¿era por la manera tan agresiva en la que el ninja le había hablado?, ¿su mirada?, o tal vez eran todas las cosas que le acababa de decir.
Es probable que Yamazaki tuviera razón. En su afán por demostrar algo, estuvo a punto de arruinar una misión muy importante. Pero él no deseaba quedarse como un simple sirviente… ¿Qué le pasaba a todo el mundo? ¿Por qué todos estaban en su contra? Parecía como si quisieran que se quedara como un simple sirviente. Lo había llamado "incompetente", ¿Qué se creía ese sujeto para llamarlo así?
Con la cabeza baja y casi arrastrando sus pies, el joven Ichimura salió de ese callejón sin un rumbo fijo. "Incompetente"… ¿Era realmente un incompetente? ¿Era por eso que lo habían hecho un sirviente?, ¿acaso no servía para nada más? Ahora pensaba en lo que acababa de pensar y se daba cuenta de que había sido una estupidez; debió de haberlo sabido cuando todo el mundo se le quedaba viendo, cuando debería de procurar todo lo contrario.
¿Había cometido un error? ¿Desear dejar de ser un sirviente había sido un error? De ser así, ¿entonces que tenía hacer?, ¿conformarse?, ¿resignarse a que era un sirviente y nada más? No, no podía aceptar eso… ¿cómo podría cumplir lo que tanto deseaba si se quedaba como un sirviente? Era inverosímil.
Tetsu marchó por la calle, pasando casi inconscientemente por la tienda Masuya. Frente a la tienda que Yamazaki espiaba estaba reunida una gran multitud, pero Tetsunosuke no le puso mucha atención.
- Esa pobre niña... todavía es muy pequeña... – Exclamó la voz de una señora entre la gente reunida frente a la tienda.
- ¿Qué no hay nadie que pueda ayudarla? – Agregó un hombre entre la multitud.
- No seas tonto. – Le contestó otro. – ¿Acaso crees que puedes hacer algo si tu oponente es un Ronin?
Esa palabra retumbo en los oídos de Tetsu a diferencia de todas las demás. El chico se detuvo de pronto al oírlo, casi como si lo hubieran llamado.
- ¿Ronin? – Pronunció en voz baja, repitiendo la misma palabra que lo había detenido.
Justo frente a la puerta de la tienda había tres hombres parados, los tres armados con una katana y una espada corta en su costado. Los tres parecían estar rodeando a una persona, que al parecer era más pequeña que ellos. La gente a su alrededor murmura, simplemente viendo a los tres hombres y a la persona que rodean.
Esta personita parecía ser una niña, pequeña, apenas y superaba las cinturas de los hombres, de cabello castaño y corto, vestida con un kimono rosa. La pequeña miraba asustada a los hombres armados, mientras abrazaba con fuerza un objeto envuelto.
- Eres demasiado descuidada pequeña. – Mencionó uno de los chicos, acercando su rostro de manera agresiva hacía la niña. – Pero no te preocupes... te perdonaremos si nos das lo que queremos.
El hombre le sonrió de manera maliciosa, mientras le extendía su mano, como si le estuviera pidiendo algo.
- Acabamos de llegar a Kyoto, y estamos algo cortos de fondos. – Comentó otro de los tres. – Tú te ves de una vida muy cómoda... ¿porque no cooperas con nosotros?, ¿he?
La pequeña no pronunciaba palabra alguna, ni siquiera se movía. Solamente permanecía de pie, mirando asustada a los tres hombres con sus ojos casi llorosos. De pronto, Masuya, el dueño de la tienda, sale de su establecimiento acercándose con cuidado a los tres hombres.
- Ah, disculpen señores... – Les comenzó a decir con timidez el vendedor. – ¿Pero podrían evitar estos tumultos en el frente de mi tienda...?
Los tres espadachines voltearon a ver con fastidio al vendedor, el cual de alguna manera intentaba ayudar a la pequeña, cosa que el resto de los presentes parecía no estar dispuesto a intentar.
- Ella es un importante cliente de mi tienda... Por favor, perdónenla...
- ¿Qué rayos estás diciendo idiota? – Exclamó con enojo uno de los provocadores, tomando con violencia las ropas del vendedor.
- Ignóralo, vamos... sólo es un hombre de negocios... – Mencionó otro de ellos divertido. – No hay nada que pueda hacer...
En ese momento, cuando todos tenían sus ojos puestos en Masuya, de entre la multitud de personas enfrente de la tienda, la silueta de alguien comenzó a marchar lentamente hacía el lugar en el que estaban los provocadores.
Dos de ellos sintieron la cercanía de esa persona y el tercero los siguió, soltando al vendedor de golpe. La persona que se les acercaba era un muchacho, de estatura baja, cabello rojo con peinado de puntas y una cola atrás de su cabeza, vestido con un traje blanco. El chico se les acercó firmemente, centrando una mirada severa sobre ellos.
Los tres espadachines parecieron reírse ante la presencia del muchacho. ¿Qué se creía ese niño? ¿Quería ser un héroe? Era triste ver como los hombres comenzaban a ser tan tontos a tan corta edad.
- ¿Que deseas pequeño? – Mencionó uno de los hombres con diversión.
- ¿Eres su amigo o algo así? – Preguntó otro.
- Anda, vuelve a casa antes de que salgas lastimado. – Agregó el tercero con burla. – Esto no te incumbe chico...
Todos los presentes comenzaban a mormurar entre ellos sobre ese misterioso chico, algunos alabando su valentía, pero la mayoría señalando su locura.
Por su parte, el muchacho no se intimidada ante esos tres hombres armados. Se paró con firmeza frente a ellos sin apartar su vista de ninguno. Después de unos segundos de silencio, los tres hombres se preguntaban que era lo que iba a hacer. De pronto, el chico dirigió su mano izquierda hacía su brazo derecho, levantando lentamente su manga.
- Yo... – Comenzó a decir con un tono de ligera frustración, mientras alzaba su manga. – Yo no soy...
Los tres espadachines miraron extrañados al muchacho. De pronto, el chico alzó su otra manga, y justo al mismo tiempo su mirada se acrecentó.
- ¡¡Yo no soy un incompetente!! – Gritó con todas sus fuerzas mientras se alzaba su otra manga.
Los tres espadachines y los presentes se quedaron totalmente atónitos al oír esas palabras, sin entender su significado. Lentamente la niña se giró hacía el muchacho que se había acercado, mostrándole a su posible salvador sus grandes y hermosos ojos cafés…
FIN DEL CAPITULO V
Notas del Autor:
Este capitulo fue terminado el 26 de abril del 2007, mucho tiempo después de cuando fue terminado el capitulo 4. Pido disculpas a todos los que han estado esperando más capítulos de esta historia. Me han mandado algunos comentarios positivos de ella, en especial por el asunto de que no se necesita haber visto "Peace Maker Kurogane" para comprenderla, ya que es un resumen de la serie más que nada. Pero claro, rescribir toda la historia no tendría mucho sentido, por lo que ya a partir del otro capitulo la historia cambiara de formato. Los capítulos que tienen totalmente con la historia original de la serie se reducirán, y se enfocaran más a lo "Nuevo", que es la unión con la serie de "Rurouni Kenshin". Aún en el siguiente capitulo es posible que siga el mismo seguimiento que algún capitulo de "PMK", ya que considero importante contar esta parte del inicio de la historia antes de pasar a algo más.
Bueno, espero que este capítulo y los que le sigan sean de su agrado así como los anteriores. Aprovecho para avisar que con respecto al resto de las historias de la Saga, el primer capítulo de "Los Cuatro Rurouni" también será publicado dentro de poco, y pido paciencia para aquellos que lo han esperado.
Aprovecho también por este medio agradecerle a Okashira Janet, por todo el apoyo que me dio hace tiempo al leer todos los fics de mi saga y darme la opinión casi de cada capítulos … gracias, y espero que nos sigamos leyendo.
Atte.
Wing Beelezemon –
Wingzemon X
"The Last Power of this