Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad exclusiva de Rumiko Takahashi.

ADVERTENCIA: CONTENIDO LEMON

DESPERTANDO EL DESEO

Inuyasha se interpuso entre Kagome y el pozo devora huesos, extendiendo sus brazos en cruz e impidiéndole el paso a la muchacha.

"¡Te he dicho que no!" el medio demonio ladró tajante

"Vamos Inuyasha, solo serán dos días esta vez, te lo prometo" las suplicas de la colegiala pasaron por las orejas del hanyou sin detenerse.

"Siempre dices lo mismo y luego siempre llegas más tarde" el testarudo chico perro percibió el cambio en el aroma de la joven, pero eso no le haría dejarla ir.

"¡Inuyasha tengo que hacer un examen y me voy a ir a mi casa!" El enojo de la joven se empezó a hacer notable en su rostro.

"No seas terca, mujer. Te he dicho q no vas a ir y no te irás" Inuyasha torció el gesto, no pensaba dar su brazo a torcer. Antes había que derrotar a Naraku.

"Yo tengo una vida ¿sabes? No puedo estar todo el día aquí contigo ¡no puedes impedirme marcharme a mi casa Inuyasha!" La impaciencia de Kagome cada vez era mayor.

"¡Feh! Sí que puedo. Tienes q recolectar los fragmentos de la joya, luego podrás irte y no volver, eso me dará un respiro" el medio demonio apartó la vista dando por terminada la conversación, pero su olfato le avisó del gran enfado que había provocado en Kagome y sabía que su reacción estaba próxima a llegar.

"Inuyasha...¡¡¡¡Osuwari!"

El conjuro eficaz como siempre que esas palabras salían de la boca de Kagome, hizo su efecto, incrustando varios centímetros al chico perro en el suelo. Kagome pasó por encima del muchacho haciendo caso omiso a sus quejas y sentándose en el pozo. Antes de saltar lanzó una última mirada a Inuyasha que se había despegado un poco y podía escupir la tierra que había entrado en su boca al tiempo que mascullaba incoherentes maldiciones mezcladas con gruñidos.

"¡¡¡Y no se te ocurra seguirme!"

Finalmente la chica del futuro se giró y saltó dentro del pozo, atravesando el tiempo y regresando a su época. En el Sengoku el conjuro que mantenía a Inuyasha pegado al suelo perdía su efecto, permitiéndole al hanyou levantarse del suelo y sacudirse la tierra adherida a sus ropas.

"¡Más te vale no retrasarte Kagome!"

Lanzó una mirada fulminante al pozo, esperando que Kagome le hubiese escuchado, pero sabía que ella ya no estaba en esa época y desarrollado olfato se lo confirmaba.

Un gruñido escapó se formó en su garganta y no tardó en llegar a su boca. Malhumorado, emprendió el camino de regreso a la aldea.

Sango dedujo por la mirada del hanyou que habían vuelto a discutir, y no pudo evitar observarle con reproche. El monje Miroku contempló como Inuyasha se desplomaba en el suelo a su lado y le miró divertido, no pudiendo reprimir la risa que le provocaba la actitud del medio demonio.

"Veo que la señorita Kagome volvió a salirse con la suya y te hizo besar el suelo ¿eh Inuyasha?" La situación le era bastante cómica al monje. Inuyasha en cambio, le fulminó con la mirada, pero suprimió su impulso de golpearle.

"¡Feh, déjame en paz!"

Inuyasha se levantó del suelo y subió a uno de los árboles que había cerca, acomodándose en una de las grandes ramas. Su mal humor cargaba el ambiente y esporádicamente algunos gruñidos llegaban a oídos de la Taijiya. Sango suspiró con pesar, tendrían a un insoportable medio demonio durante dos días. Solo pensarlo la ponía los nervios a flor de piel.

XXXX

"¡¡¡¡He llegado!"

Kagome Higurashi entró en la casa, pero no recibió más respuesta que el silencio del sitio que se mantiene cerrando. Recorrió la casa en busca de su madre, su abuelo y Sota, pero no halló a nadie. La casa se encontraba totalmente vacía. Subió las escaleras hasta su cuarto, dejó las cosas que traía consigo de la época de las guerras civiles y se fijó en una nota que había sobre su escritorio. La tomó entre sus manos y leyó su contenido:

Kagome, hija, no sabíamos cuando volverías y no hemos podido avisarte. Nos hemos unos días de viaje, volveremos el sábado. Tienes comida en la nevera. Cuídate hija. Te quiere:

Tu madre.

"Vale, voy a estar sola tres días... bueno así podré estudiar sin interrupciones..." suspiró la muchacha apesadumbrada.

Kagome dejó la nota sobre su escritorio nuevamente y se acercó a la ventana, corriendo las cortinas, no quería ser vista. Encendió la radio y sintonizó una emisora de música. Subió un poco el volumen para poder escucharla desde fuera de la habitación. Se desvistió, dejando su ropa esparcida por el suelo de su alcoba, y se dirigió desnuda hacia el baño con la intención de darse un buen baño caliente. Cerró un poco la puerta, para obtener una mayor intimidad, pero la dejó levemente entornada para poder alcanzar a escuchar la música puesta en su habitación. Tomó todas las cosas necesarias para el baño y colocó el tapón en la bañera. Echó un poco de jabón dentro y abrió el grifo del agua caliente, viendo como se empezaba a formar espuma al tiempo que se llenaba la bañera de agua. Permaneció sentada en el borde de la bañera con los pies dentro, esperando que terminase de llenarse. El calor del agua se adhería a su cuerpo y empañaba los cristales. A los pocos minutos el baño estaba listo. Cerró el grifo y se metió dentro, sintiendo el agua caliente abrazar su cuerpo arrancándole un suspiro placentero. Adoraba esos baños tan relajantes...

XXX

En el Sengoku, Sango y Miroku charlaban del comportamiento de Inuyasha. Palabras como celoso, infantil, tozudo, enamorado... resonaban en los oídos del hanyou, poniendo cada vez más nervioso al aludido. Intentaba mantenerse impasible ante los comentarios de la pareja humana, pero cada vez le costaba más mantener la compostura. La culpa de todo la tenía la joven de largos cabellos azabaches y una falda tan corta que a veces dejaba ver algo más que sus piernas. La mente del medio demonio voló hacia recuerdos en los que había visto aquellas prendas que usaba debajo de la falda, cada día diferentes. Sin darse cuenta se encontró a sí mismo queriendo ver que ocultaban esas prendas, aunque ya lo había observado en algunas ocasiones en que la vio desnuda. Su mente recorría sus largas piernas y volvía a centrarse en esa zona. Se imaginó a sí mismo quitándole esas prendas y recorriendo su cuerpo con su lengua, saboreándolo, probándola... pero... ¿en qué diablos estaba pensando? El rostro de Inuyasha se tiñó de escarlata ante tales pensamientos… ¿cuándo se había sentido atraído por tales cosas de Kagome?

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡PLAAAAAAAAAFFFFFFFF!

La sonora bofetada llamó la atención del hanyou distrayéndole de sus pensamientos y concentrándose en la pareja que se hallaba unos metros del árbol. Sango había empezado a caminar alejándose del monje con un paso veloz. Miroku se tomaba la mejilla que empezaba a ponerse colorada mientras sus brillos de lujuria inundaban su mirada.

"Cuando aprenderás..." Shippo movía la cabeza negativamente en señal de desaprobación

No era muy difícil averiguar que era lo que había ocurrido... Miroku no habría podido contener sus manos pervertidas y habría terminado posándolas donde no debía en un descuido de la Taijiya... y el resto era evidente.

"Deberías dejar de ser tan pervertido monje" el hanyou masculló desde lo alto del árbol llamando la atención de Miroku

"¿Y tú por qué estás tan rojo Inuyasha?" Preguntó Miroku arrastrando las palabras. Shipoo miró hacia el medio demonio percibiendo un cambio de aroma. Olfateó el aire para asegurarse lo que distrajo a Miroku.

"¿Qué ocurre Shippo?" Miroku le miró extrañado, mientras que el Inuyasha levantaba una ceja.

"Es que he notado que Inuyasha huele raro" el pequeño demonio olfateó un poco más.

¡¡¡BOINK!

"¿¡Por qué hiciste eso?" Shippo se tomó el chichón que empezaba a salirle en la cabeza mientras un par de lágrimas escapaban de sus ojos.

"¡¡Yo no huelo raro!" Inuyasha respiraba agitadamente

"¿Y a que huele Shippo?" Quiso saber el monje.

"¡Feh!...no le hagas caso, no dice más que tonterías"

"Pues huele...huele igual que cuando tú te acercas a Sango con malas intenciones... ¡y también tiene la misma mirada!"

¡¡¡BOINK!

"¿¿¿Pero qué estupideces estás diciendo mocoso?" Inuyasha estaba que se salía control, parecía querer matar al chico.

"¡Es verdad! Y ahora q me fijo... jujuju ¿en qué has estado pensando Inuyasha?" Miroku se regodeaba de lo lindo viendo al apurado hanyou tapar con sus manos su entrepierna y su rostro parecerse cada vez más a su Haori. Sus pensamientos le habían puesto en un aprieto y sin poder aguantar la vergüenza, huyó de la escena.

"¿Qué le ocurría a Inuyasha?"

"... Nada Shippo... ya te lo explicaré dentro de unos años..."

El monje y el pequeño joukai se dirigieron tras los pasos de Sango.

Sin proponérselo Inuyasha había llegado hasta el pozo devora huesos. Su reacción se había calmado con el trayecto. ¿Cómo podía esa chiquilla provocarle esos apuros con tan solo recordarla?

Permaneció unos minutos observando el pozo... el aburrimiento comenzó a hacer mella en su cuerpo. Sin Kagome aquí se aburría extremadamente... ¿qué estaría haciendo ahora?... el Hanyou miró a ambos lados recorriendo el paisaje, escrutándolo con rapidez comprobando que se hallaba solo y saltó dentro del pozo...

XXX

Kagome llevaba media hora en el agua, el cual hacia rato que ya no estaba tan caliente. Sus dedos empezaban a arrugarse. Hora de salir. Quitó el tapón de la bañera y tomó una toalla con la que secar su cuerpo. La música seguía sonando y débilmente la seguía con un tarareo. Desenredó su pelo y lo escurrió con la toalla, que después volvió a dejar en su sitio, para que se secara. Desnuda, salió hacia su habitación despreocupadamente. El verano estaba cerca, hacia calor y no cogería un resfriado y además, estaba sola, nadie la vería.

Empujó la puerta de su habitación que había dejado entornada y se paró en seco en el umbral de la puerta. Unos ojos dorados la miraban sorprendidos. Inuyasha se hallaba en el centro de la habitación estático, en sus manos tenía la ropa interior que media hora antes se quitara la joven, dejándola en el suelo. Un fulgor especial brilló en los desencajados ojos del medio demonio, que recorrían con avidez todas las curvas de su cuerpo.

"¡¡¡¡¡¡AHHHHHHHHH OSUWARIIIIIIIIIIIII!"

El conjuro hizo su efecto e Inuyasha se incrustó en el suelo de la habitación. Aprovechando el momento, Kagome corrió al baño para coger la toalla con la que cubrir su cuerpo desnudo. Regresó a la alcoba en el momento en que el conjuro perdía su efecto, dejando libre al Hanyou para despegar la cara del suelo.

"¿¿¡¡Pero qué haces aquí?" gritó Kagome enfadada

"pu… pu... pues vi... vine a recor... recordar... te que no te retrasaras..." Inuyasha jugaba sin darse cuenta con la tela entre sus manos.

"¡AH!... ¡¡suelta eso!" Kagome le quitó al medio demonio la prenda íntima de un zarpazo. Al acercarse pudo notar como Inuyasha aspiraba fuertemente su aroma mientras cerraba los ojos.

"...esto... eh... ¿qué... qué haces?" Kagome le miró nerviosa, ¿acababa de olerla?

"¿Eh?... ¡Feh!... nada" Inuyasha se apartó avergonzado, no pudo evitar el deseo de respirar todo su aroma.

"… ¿Inuyasha... acabas de olerme?" El nerviosismo se notaba en la joven.

"No, por supuesto que no. No digas tonterías... es que algo olía raro y quería saber que era..." El hanyou hinchó el pecho mientras hablaba para dar credibilidad a sus palabras. No tardó en notar que se había equivocado con las palabras.

Kagome le dio la espalda. Inuyasha pudo notar como el olor de las lágrimas llegaba a su nariz haciéndose cada vez más fuerte.

"Largo" la joven fue tajante. Sus palabras pusieron la piel de gallina a Inuyasha, pero no se movió del sitio. Notó como la joven respiraba más fuerte, su corazón se aceleraba.

"¡¡QUE TE VALLAS!" El grito de Kagome hizo estremecerse al Hanyou. No le gustaba hacerla llorar, pero le costaba mucho arreglar las cosas. Se levantó despacio y se acercó a la ventana. Miró hacia la joven que se hallaba en el suelo, cubierta solo con una toalla, dándole la espalda, indefensa... tuvo la tentación de tomarla entre sus brazos y estrecharla fuertemente, aunque no fue lo único a lo que estuvo tentado... el rubor volvió a sus mejillas.

"... Kagome... no eres tú la que huele raro... tu olor es agradable..."

Kagome se quedó estática. Había pensado que Inuyasha despreciaba su olor por su comentario, le acababa de decir que le gustaba. Las lágrimas dejaron de caer de sus ojos y una tímida sonrisa de formó en sus labios. Se giró para regalársela al medio demonio pero él ya se había marchado.

"Inuyasha..." se quedó mirando la ventana con la esperanza de que el chico volviese, pero tras unos minutos desistió y corrió las cortinas. Se puso ropa cómoda y se sentó al escritorio para estudiar el examen del día siguiente.

XXX

Las amigas de Kagome la saludaron en cuanto la vieron aparecer en el colegio y corrieron a su lado.

"¡¡¡Kagome! ¿¿Ya estás buena? Tu abuelo nos dijo que tenias una extraña enfermedad muy agresiva..."

"¿?... ehhh siii... no os preocupéis.. mi abuelo siempre exagera..." una gota de sudor caía por su cabeza ... su abuelo tenía unas invenciones en cuanto a enfermedades...

"Bueno Kagome tienes que aprovechar que estás buena ¿¡¡y qué mejor forma de hacerlo que en la fiesta de Hojo de esta tarde?" sus amigas estaban muy emocionadas

"bueno yo… la verdad es que no tengo muchas ganas..." Kagome intentó escurrir el bulto, no había dormido esa noche y necesitaba descansar además tenía que preparar las cosas para irse al Sengoku al día siguiente...

"Vamos Kagome no aceptamos un no, Hojo nos pidió que te lo dijéramos. Está coladito por ti, jejeje"

"Pero es que yo con Hojo... no me interesa... además está Inuyasha..." Kagome recordó las palabras del Hanyou del día anterior... quizás no estuviese todo perdido con él..

"ah sí... ese novio violento y posesivo tuyo... bueno es igual Kagome, esta tarde no puedes faltar" las chicas se dirigieron al aula del examen mientras seguían comentando que tenia que ir a la fiesta... ya habría tiempo de enredar a Kagome con Hojo...

XXX

En el Sengoku Inuyasha estaba sentado en el árbol cerca del pozo. No se había movido de ahí desde la tarde anterior cuando regreso de la época de Kagome. La imagen de la chica desnuda no se evaporaba de su mente. ¿En que momento Kagome había despertado esos sentimientos en él? Él sabía que era el amor, pues había amado a Kikyo, pero esto era un sentimiento añadido a ese, que no había sentido por la no muerta. Hacía tiempo que se daba cuenta de que Kagome era más importante para él. Ella estaba viva y siempre permanecía a su lado. La había conocido como una niña quinceañera ¿cuándo había adquirido esas formas? ¿Cuándo su cuerpo de niña había dado paso al de una mujer? Supongo que eso ocurrió en algún punto del camino, posiblemente en el momento que su cuerpo empezó a reaccionar. ¿Sería posible que ya estuviese alzando esa etapa de su vida? ¿El momento de en que debía buscar a su mujer y aparearse?

La imagen de ese cuerpo esbelto, fuerte gracias a los días en el Sengoku, desarrollado, sus pechos firmes...solo pensarlo le hacía jadear, sentía el oxígeno no entrar en sus pulmones y la sangre no alcanzar el cerebro, nublándole los sentidos. Se sentía arder por dentro, un calor que en los últimos días le perseguía. Su cuerpo tenía vida propia y rechazaba las órdenes de su mente, pedía ser descargado.

Inuyasha se levantó del suelo y se adentró en el bosque buscando un lugar donde no ser visto ni oído. Su cuerpo le dominaba e inconscientemente su mano se aventuró dentro de su pantalón y comento a acariciarse...

XXX

Kagome salió del examen arrastrando los pies. No es que le hubiese salido mal, sino que se encontraba agotada. Vio a sus amigas esperándola fuera y se acercó ellas y no pudo evitar que tendría que ir a esa fiesta finalmente.

"¡¡Kagome! ¡Venga no perdamos tiempo tenemos que ir a comprar ropa para la fiesta!"

"Exacto no puedes ir con cualquier cosa, tienes que estar estupenda para Hojo" añadió su otra amiga.

"Pero a mi Hojo me da igual... ya os lo he dicho..." Kagome se empezaba a angustiar por el comportamiento obsesivo de sus amigas, que no hacían caso a su rechazo hacia el mencionado chico.

Sus compañeras la arrastraron hasta el centro y la metieron en varias tiendas, donde la obligaron a comprar varias prendas de ropa con las que aseguraban que todo el mundo se fijaría en ella. Cuando terminaron cada una marchó a su casa, acordando quedar a media tarde en la casa de Hojo.

Kagome entró en su casa y soltó las bolsas en el pasillo. Lo último que le apetecía era ir a esa fiesta, pues estaba muy cansada, pero prácticamente no le quedaba más remedio. Si no iba sus amigas vendrían a por ella y la llevarían en volandas.

Entró en la cocina, se sirvió algo de comer de la nevera, calentándolo antes, y llenó su estómago que ya pedía ser nutrido. Lavó los enseres que había utilizado y subió a su habitación para dormir un rato y recuperar fuerzas. Puso el despertador para levantarse a tiempo para arreglarse para la fiesta. Se tumbó en la cama y en apenas unos minutos se entregó a la inconsciencia.

XXX

El sonido del despertador retumbó en los oídos de la muchacha, obligándola abrir los ojos. La habitación se hallaba en penumbras, pues el sol ya empezaba su trayecto con la intención de dejar paso a la noche.

Kagome se estiró como si de un animalillo se tratase y tapó un bostezo con una de sus manos. Frotó un poco sus ojos y levantó su cuerpo del colchón. Prendió la luz para iluminar el cuarto y preparó la ropa que se pondría. Estaba claro que tenía que elegirla de la seleccionada por sus amigas, porque sabía que eran capaces de hacerla cambiarse. Optó por algo sencillo, una falda vaquera corta y una camiseta escotada marrón con varias aberturas. Lo complementaría con unas botas marrones con un poquito de tacón. Se dio una ducha rápida y se puso la ropa apartada.

Diez minutos antes de la hora fijada, salió en dirección de la casa del chico, lugar donde sería la fiesta y donde había quedado. Hojo vivía a dos calles de su casa, muy cerca. Al torcer la esquina que daba a la calle de la casa, vio a sus amigas en la puerta esperándola. Cargaban unas bolsas y la hacían señas.

"¡Al fin llegas!"

"Si, estábamos impacientes por entrar"

"¿Qué lleváis en las bolsas?" Preguntó curiosa Kagome, pues por la forma que hacían estaba claro que eran botellas.

"¡Ah! Son unas botellas de alcohol que nos mandó comprar Hojo hace un rato" le mostraron el contenido de las bolsas y la sorpresa apareció en el rostro de Kagome.

"Pero, no tenemos edad para beber... no debemos tomar estas cosas..." Kagome nunca antes había bebido y la idea la preocupó. No sabía cómo se sentiría.

"No pasa nada, Kagome. Por una vez no te va a hacer daño, sólo tienes que controlar no beber demasiado o te sentará mal. No querrás que sea Hojo quién tenga que llevarte a casa ¿no?"

Sus amigas rieron divertidas la broma mientras Kagome les miraba con sendas ganas de estrangularlas. ¿Cuándo comprenderían que el chico no la interesaba?

Entraron en la casa donde Hojo las dio la bienvenida junto con los demás compañeros que ya se encontraban dentro. La casa había sido decorada con motivos festivos, guirnaldas y globos aparecían por todos lados. Dejaron las bolsas en la cocina y se sirvieron una copa. Cuando hubo llegado toda la gente invitada comenzaron a realizar algunos juegos, a cantar en el karaoke, a bailar con la música...

XXX

Inuyasha pasó toda la tarde en el bosque.

"¡Feh! Pasar tanto tiempo con Miroku tiene consecuencias...ahora soy tan pervertido como él"

No comprendía por qué le ocurría esto ahora. Se sentía igual de obsceno que el monje, con la libido a punto de estallar continuamente. El solo hecho de pronunciar el nombre de la joven le excitaba de nuevo. Algo así nunca le había pasado antes. Necesitaba verla, olerla, sentirla... quería averiguar como era su sabor, besarla, tocarla, poseerla, marcarla...

Estos pensamientos cada vez eran más frecuentes en la mente del hanyou. Llevaba mucho tiempo separado de la joven ¡un día! Y aun le faltaba otro... no… él necesitaba verla ahora.

Emprendió el camino hacia el pozo. Tras andar un rato por el bosque divisó el claro donde este se hallaba. Ni si quiera miró si había alguien cerca que pusiese verle, simplemente se acercó y saltó dentro.

Al llegar al otro lado salió del interior del pozo de un salto, nada difícil para un medio demonio como él. Entró en la casa por la ventana de la habitación de la joven, como siempre hacía, y el aroma de la muchacha impactó contra las fosas nasales del hanyou, haciéndole tambalearse. Todo a su alrededor olía a ella y notaba atontarse sus sentidos por ello.

Buscó a la joven por la casa pero no la halló. Hacía horas que había abandonado el lugar.

"¿Dónde se habrá metido?"

Inuyasha se sintió decepcionado al no encontrarla, pero decidió esperarla en su cuarto. Ya había oscurecido y seguramente la joven estaría a punto de aparecer por la puerta...

XXX

Cuando Kagome se dio cuenta de la hora, hacía rato que se había hecho de noche. Había ingerido varias copas que habían embriagado toda su mente. Mantenía una risa tonta constante, unas rosadas mejillas, se tambaleaba al andar y no paraba de repetir cuanto quería ver a Inuyasha.

Hojo intentó en varias ocasiones seducir a la muchacha, pero tras cuatro negativas no volvió a insistir más. Esto decepcionó a sus dos amigas, que habían esperado que se liaran y empezaran a salir, olvidando así a ese chico violento del que se había enamorado, pero no tuvieron esa suerte.

Kagome decidió que había bebido demasiado y que era hora de irse a su casa. Sus amigas la insistieron de que aun era pronto, que se quedara un poco más, pero Kagome se negó y se marchó. Estaba muy cansada y en ese momento solo tenía ganas de volver al Sengoku y estar con Inuyasha... sobre todo encima de Inuyasha...

XXX

Inuyasha se hallaba sentado en la cama de la joven, mantenía su pose de siempre: piernas cruzadas y las manos metidas en las mangas de su haori. ¿Cuánto tiempo había pasado? No estaba seguro, pero ya empezaba a cansarse...

Un ruido llamó su atención y agudizó los sentidos. La puerta de la calle chirrió al ser abierta y la madera del suelo crujió al ser pisada. La joven acaba de entrar. Pudo notar como el aroma de Kagome se iba intensificando a medida que se acercaba hasta el cuarto. Los tambores de su pecho se aceleraron y el nerviosismo se hizo dueño de su cuerpo.

Kagome abrió la puerta de la habitación, la oscuridad envolvía todo y apenas distinguía su cama de la mesa. Notó a alguien moverse en el interior de la estancia, y un gruñido llegó a sus oídos. Sintió su corazón pararse y su respiración cortarse. Notó como una ráfaga subía por su garganta hasta abrirse paso en un grito atemorizado. Apresurada encendió la luz al tiempo que el hanyou se acercaba a ella para calmarla.

"¡Tranquila Kagome! ¡No grites!" Inuyasha sujetó a la muchacha por los brazos para evitar que cayese al suelo. Su olfato alcanzó a distinguir un segundo aroma envuelto por el de Kagome.

"¿Qué… qué ha… haces aquí? ¡Me has asustado!" Le reprochó la ebria joven medio arrodillada en el suelo.

"Pues... vine... ¿oye a q hueles? ¿Dónde has estado?"Inuyasha la escrutó inquisitoriamente. Estas no eran horas de llegar. Podía haberla pasado algo.

" Pues... fui a una fiesta...y bueno… bebí un poco..." comentó Kagome un poco atontada.

"¿Qué bebiste? ¿El qué?" Quiso saber Inuyasha sin comprender. Ese nuevo aroma empezaba a atontarle levemente.

"Alcohol... pero solo fue un poco... Inuyasha..."Kagome se incorporó levemente y entreabrió sus labios, pasando su lengua sobre ellos, humedeciéndolos. Se fue acercando peligrosamente a los labios del hanyou.

"¿Kag… Kagome... qué… qué...?" Inuyasha percibió la excitación de Kagome, y sintió su sexo endurecerse.

No pudo articular más palabras, puesto que sus labios se vieron privados de movilidad al verse sellados por los de Kagome. La joven comenzó a besarle lentamente, pero devorándolo al mismo tiempo. El beso cogió desprevenido a Inuyasha que permaneció durante unos segundos con los ojos muy abiertos mirando a la joven. Lentamente sus labios reaccionaron e iniciaron sus movimientos fundiéndose con los de la joven, correspondiéndola. Fueron unos minutos los que estuvieron así. Inuyasha se sintió enloquecer. Era lo más delicioso que había probado. Los suaves labios de la joven rozando los suyos le hacia perder la razón. Kagome pasó sus brazos por el cuello del medio demonio y acarició su espalda. Sintió una lengua abrir sus labios y aventurarse en el interior de su boca, iniciándose un juego entre ambas lenguas.

Inuyasha apoyó a la joven firmemente contra la pared y pasó sus manos por la cintura de ésta, recorriéndola. El latir del corazón de Kagome le llegaba acelerándose cada vez más, y podía notar como su pecho subía y bajaba con mayor movimiento de lo normal. El aroma de su sexo se hacía más fuerte, y su instinto le animaba a probarlo. Sintió las manos de la joven abrir su haori y acariciar su torso arrancándole varios gruñidos. Liberó la boca de la joven y deslizó sus labios por su cuello en busca de un posible lugar donde colocar su marca, visible para todo animal que quisiera tocarla, apartándola de ellos. Haciéndola su mujer.

Besó su cuello con calma, pasando la lengua repetidas veces por él, en un delicado movimiento que aumentaba la excitación de Kagome. Pudo notar cómo la chica respondía a éstas caricias levantando una pierna y colocándola alrededor de su cintura, consiguiendo el contacto entre ambos sexos, cubiertos por las prendas de vestir.

Inuyasha deslizó sus manos por el interior de la camisa de la joven, tocando su suave piel en un lento recorrido cuya cumbre fueron los pechos de Kagome. Al principio los tocó con temor, su tacto era suave y delicado. Rebosaban sus manos debido al tamaño. La joven apretó involuntariamente su pelvis contra la del hanyou, presionando ambos sexos al tiempo que un gemido escapaba de sus labios y llegaba a los oídos de Inuyasha perdiéndolo más aun de lo que ya estaba. En un arrebato desgarró la prenda que taba el cuerpo de Kagome con sus garras, dejándola solo con la falda y la ropa interior. Inuyasha alzo a la chica un poca y esta le abrazó con sus piernas, enrollándolas en su cintura, moviéndose levemente contra su sexo. Inuyasha deslizo sus labios por el cuello de Kagome y bajos hasta sus pechos, pero la prenda interior que los sujetaba le estorbaba en sus acciones, por lo que sin más la rompió también. Ambos pechos quedaron libres y la excitación del medio demonio aumentó al verlos. Paso su lengua por ellos, chupándolos, lamiéndolos. Aprisionó un pezón en su boca mientras que con una de sus manos estimulaba el otro pecho. Esto enloquecía a la joven, la cual emitía gemidos más continuamente.

Kagome aparto el haori, ya abierto con anterioridad, y se lo quitó al chico, dejándolo caer en el suelo. Sus mandos subían y bajaban por su pecho, proporcionándole caricias. Se enredaban en su pelo, tocaban su cara, sus labios, sus cuellos, volvían a bajar para posarse en su trasero, mientras leves movimientos de su pelvis embrutecían al muchacho.

La falda de Kagome carro al suelo victima nuevamente de las garras de Inuyasha. Kagome, deshizo el nudo del pantalón de Inuyasha, y este calló al suelo, liberando el miembro del joven erecto a punto de estallar. Inconscientemente se presionaba contra la intimidad de la joven, ejerciendo fuerza contra ella. Posó sus manos en las piernas de Kagome, acariciándolas, y las subió hasta la altura de la cadera rasgando la última prenda que quedaba. Al caer esta al suelo, pudo percibir como el olor de la excitación se hacia más fuerte, nublando sus sentidos, emborrachándolo, y como la secreción del interior de Kagome mojaba su falo con los roces.

Sentía a Kagome preparada, la notaba pedirle que continuara por el movimiento de su cuerpo. Se hallaba igual de deseosa a como se hallaba él, y sin poder aguantarlo más embistió contra ella, penetrándola fuertemente. Un grito de dolor escapó de los labios de Kagome asustándole al principio, pero al grito le siguió el compás de los gemidos de placer, obligándole a acelerar el ritmo.

Sus cuerpos se hallaban sudados del esfuerzo, sus respiraciones entrecortadas. La ronca respiración de Inuyasha inundaba los oídos de Kagome haciéndola estremecerse. Inuyasha se encontraba cerca de culminar y por los espasmos que Kagome comenzaba a tener deducía que ella se hallaba próxima también. Volvió a lamer el cuello de la muchacha, adormeciendo la piel. Sintió a Kagome arquear su espalda mientras tomaba aire fuertemente y cerraba los ojos. Un gemido largo y alto retumbó en las orejas del Inusyasha, quien rugió uno parecido, dando unas últimas sacudidas contra el interior de la chica y clavando sus mandíbulas en el cuello mientras explotaba en su interior. Sintió la piel del cuello romperse y la sangre de la joven invadir su boca, la cual lamió hasta que dejo de sangrar, dejando sola las dos perforaciones rojas en el cuello.

Ambos cayeron agotados en el suelo, Kagome sobre él, con el miembro de Inuyasha aun en su interior. Permanecieron así tumbados durante unos minutos, mientras recuperaban el ritmo normal de sus corazones. Inuyasha rodeó con sus brazos a la joven la cual se quedó dormida a los pocos segundos. Inuyasha observó su rostro dormido durante unos segundos, sonrió y salió de ella. Se puso de pie y la alzo llevándola a la cama, donde se tumbó a su lado hasta quedar dormido abrazado a ella.

XXX

El sol calentaba el rostro de Kagome y molestaba sus ojos, obligándola a abrirlos. Se movió un poco notando adolorida su zona íntima. Un pinchazo en su cuello la hizo llevarse la mano hasta el, tocando las heridas de los colmillos de Inuyasha, cosa que la sorprendió. Observó el suelo de su habitación, hallando su ropa desgarrada y las ropas de Inuyasha, lo q la hizo abrir los ojos desmesuradamente. Imágenes de lo ocurrido la noche anterior golpearon su cabeza, recordándole lo sucedido y hallando el motivo de su dolor. Giró la vista hacia el otro lado de la cama, encontrándose unas orejas de perro, cubiertas de pelo plateado y unos ojos dorados que la miraban con dulzura.

"Al fin despiertas" Inuyasha aprisionó su cintura y deposito un beso en su espalda. El rubor cubrió sus mejillas, aunque las del hanyou no se hallaban muy diferentes.

"Eh..Inu Inuyasha... ¿cómo pasó eso?" preguntó Kagome

"No lo sé Kagome... pero me gustó" Inuyasha la sonreía ampliamente. Como respuesta Kagome posó unos besos en los labios del chico perro.

"A mí también... supongo que esto... cambia las cosas entre nosotros...¿no?" Preguntó tímidamente la joven.

"Kagome... esto no cambia nada... porque yo hace tiempo que te elegí como mi mujer."

Kagome al oír la respuesta del chico no pudo evitar lanzarse a sus brazos alegre. La había elegido a ella, por fin ese tonto perro la había elegido a ella. La había convertido en su mujer.

"Kagome es hora de ir al Sengoku... dijiste que volverías hoy" Inuyasha salió de la cama y se puso sus ropas.

"Claro Inuyasha. Déjame que tome mis cosas y nos vamos" respondió Kagome alegre. Inuyasha se acerco a ella y besó sus labios. Ahora que ya había probado a Kagome, no se podía separar de ella y de sus labios.

Kagome salió de la cama y se vistió. Tomo las cosas necesarias para ir a la otra época y partió en los brazos de Inuyasha.

Al llegar al otro lado Sango, Miroku y Shippo les esperaban para recibirlos. Al verlos salir del pozo abrazados todos se sorprendieron. Sango no pudo evitar reparar en las marcas del cuello de Kagome y mirar con cara incrédula a Inuyasha, el cual se sonrojó ante la mirada de Sango, pues no tardó en darse cuenta a que se debía. Mientras todos se acercaron Shippo quedo atrás olfateando el ambiente, lo que llamo la atención de los demás, que le miraron expectantes.

"Inuyasha ahora que Kagome es tu mujer... ¿pudo seguir abrazándola como antes?"

La pregunta cogió a todos sorprendidos, y el resultado fueron diversos comportamientos. Kagome le decía que claro que podía, mientras Inuyasha se hallaba más rojo que su haori. Sango miró escandalizada a la pareja y Miroku... bueno Miroku simplemente le propuso imitarles a Sango, consiguiendo la bofetada de la Taijiya y las risas de los demás...

Mientras se dirigían a la aldea Inuyasha observó a Kagome, su mujer, hablar con Sango contándole un poco la historia pero omitiendo algunos detalles. Una sonrisa se dibujo en su rostro al recordar todo lo que le había sucedido en estos dos días... y se sonrió de todo lo que vivirían a continuación.

Continuará...

Hola este mi primer fic de Inuyasha... espero que me halla quedado bien 

Quiero darle las gracias a Itnia, que es la primera que me ha dado su opinión, y me ha animado a continuarlo. A Gertrudis que es mi corrector ortográfico particular y todo aquello que se me escapa, no lo hace de su mano. Y se lo dedico ala guarrilla de Catumy que se queja de no tener lemons que leer, así que ala guapa que ya esta terminado XDDDD

Un beso a todos y para cualquier cosa escribirme:

pitunyahoo.es