Solo Tres Deseos

Nota de recomendación: Relean el fic por el bien de sus neuronas, a menos que si lo recuerden.

Magdalia Daidouji: ¡un año casi!, o ¿es que ya ha pasado el año?, ¡como vuela el tiempo! Mi primera semana de vacaciones y Solo Tres Deseos es el primero en mi lista de "Fics que terminar". Los primeros párrafos fueron escritos hace muchos meses, casi el año atrás, cuando pensaba que iba a terminarlo corrido, pero no pude, así que si mi manera de escribir cambia un poco, fue eso. Aunque…no creo que pueda haber cambiado mucho, porque siempre escribo conforme a mis creencias y mis sentimientos…y sigo siendo la misma persona de hace un año…mas tonta…pero quizás mas fuerte.

Este día es perfecto para terminar esto, este momento es el ideal para acabar esta historia. ¿Por qué?, porque en este momento tengo el corazón roto en mil pedazos y a través de esta historia los volveré a juntar todos y cada uno. Así de valiosa es esta historia para mí. Mil perdones si los decepciono.

Para quienes aun me recuerden… ¡sigo siendo yo!, escribí eso muy triste pero aun sigo siendo la payasa de siempre. No cambiara el rumbo de la historia, solo el sentimiento con el que la escribo, será fuerte y claro.

Creo haber dicho esto en uno de mis fics anteriores, o algo muy parecido.

Lo mejor de una historia…es que siempre tiene un final.

Solo Tres Deseos

Capitulo 10: El Último Deseo

Historia por: Magdalia Daidouji

Personajes propiedad de: CLAMP

En este mundo existen cosas que sobrepasan lo increíble y una cantidad sin fin que desconocemos, de distintas formas y matices, vivas y muertas, algo normales y otras totalmente inusuales. Sin embargo, lo más sorprendente es que las cosas mas maravillosas siempre están frente a nosotros, casi mirándonos a los ojos, pero como si algo nos vendara, nos es imposible notar que están ahí. Vendados, siempre esperamos encontrar algo que en verdad no sabemos que es, en una búsqueda sin fin que no nos lleva a ningún lado. Viviendo dormidos, sin darnos cuenta que lo más valioso, aquello que más necesitamos, siempre esta con nosotros. O ¿realmente…has abierto tus ojos lo suficiente para ver lo extraordinario que es estar rodeado de la gente que te ama y aquella persona tan especial?, tan maravilloso es, que el tiempo y la distancia se vuelven nada, porque no importa si ciudades y días los separan, siempre habrá algo que los mantendrá conectados…desde algo tan simple como saber que viven bajo el mismo cielo y que cada noche verán la misma luna y a través de las estrellas hablaran.

Ahora…

¿Eres capaz de decir que tienes tus ojos abiertos?

Esta es la historia de Li Syaoran, un chico que jamás espero que lo mas especial estuviera dentro de su mano en aquel día lluvioso cuando aprendió que el mundo guarda mil misterios y que uno había llegado a el. Descubriéndolo comenzó a quererle y a notar que jamás su corazón se había sentido así hasta que Sakura apareció en su vida para llenarla de alegría, magia y… amor… ¿es esa la palabra?...el aun no lo sabe.

Ya era tarde, probablemente cerca de las once de la noche cuando Sakura se encontraba pensante en la cama de Syaoran. Debido a que Meiling estaba en la casa de los Li, Syaoran y Sakura no volverían a dormir en la misma habitación hasta que la de ojos rasgados se marchara, si es que lo hacia. El pequeño lobo había decidido que seria mejor si el dormía

en alguno de los sofás de la sala y el al igual que el cerezo se encontraba ahogándose en un mar de pensamientos. Ambos compartiendo las mismas preguntas pero con diferentes respuestas…incluso, Syaoran ni siquiera podía pensarlas.

"Un hogar…en el corazón de Syaoran…realmente… ¿fue eso lo que quiso decir?"-se decía Sakura a si misma, con sus ojos casi cerrados, con su voz suave y dulce que salía con algo de esfuerzo pues comenzaba a sentirse débil. Algo más allá de rubor adornaba a sus rosas mejillas. El Hada tenía una fiebre terrible debido a las horas que paso con frío en la lluvia. Claro, eso tiene lógica para los humanos, pero un hada no puede enfermarse, pero Sakura lo hacia por segunda vez desafiando su propia naturaleza.

"De nuevo…mi cuerpo duele…mi cabeza esta muy caliente…igual que el día en que…"- y se callaba abruptamente pues recordaba que había sido ese día cuando enfermo por primera vez, el día en que había recibido el primer beso de Syaoran. Esta vez sus mejillas ardían por la felicidad que le daba recordarlo, por un momento parecía olvidar que se sentía mal. Es sorprendente lo que los sentimientos pueden lograr.

"espero sentirme mejor para cuando amanezca…o Syaoran podría preocuparse…y no quiero eso…n-no quiero e-eso"-sus bellos ojos esmeralda se terminaban de cerrar, pero seguía conciente. Su respiración se volvía mas agitada, pues un dolor golpeaba su pecho como un martillo hundiendo clavos con fuerza y lentitud. Se volvía más doloroso, justo cuando deseaba lo contrario.

­"Aun si pido ayuda…no la obtendré… ¿cierto, Tomoyo?"- preguntaba el hada en su cabeza, una leve sonrisa se pintaba en su rostro, una que se veía tan triste como una primavera sin sol.

"Curarnos con magia es limitado. Te he ayudado antes y hoy no puedo hacerlo, perdóname, Sakura…sabes que es lo que yo mas quisiera"-se escuchaba la triste y frágil voz de su Reina en su mente. No importaba si protegerla era lo que mas quería, existían cosas que aun siendo Reina no estaban en su poder.

"El dolor en mi cuerpo….es mas fuerte…cada vez mas…duele…mucho…es mucho mas fuerte que aquel día que me ayudaste… ¿Por qué?..To…Tomoyo."- unas silenciosas lagrimas salían de sus ojos, producto del dolor. Trataba de no hacer ningún ruido, ni un solo gemido, después de todo, su meta era que Syaoran no lo notara. No hay duda que el amor requiere de sacrificios.

"Si te atreves a mirar…veras que la respuesta esta dentro de ti. Ya pronto todo acabara"-respondía la Reina Tomoyo con una voz que llevaba sabiduría en sus palabras. La Reina de las hadas sabía a la perfección que una de las cosas más difíciles de hacer y que pocos logran es ver el corazón de uno mismo y entenderlo de verdad. Pero antes que sabia y Reina, era la mejor amiga de Sakura y estaba preocupada por ella, aunque su voz trataba de permanecer serena y gentil.

"Dentro de mi…"-repetía el cerezo, casi ida, tratando de analizar lo que oía. Poco a poco iba perdiendo el conocimiento.

"Se fuerte… recuerda tu hogar…y el tesoro que te lo dio"-respondía la bella Reina de ojos para envidiar y que tenia aquella mirada que esconde cien misterios. Hablaba con una voz suave que de alguna manera se volvía fuerte para dar ánimo. Con eso dicho, corto la comunicación.

"…mi tesoro es…Syaoran…mi hogar es… su cora…"-se decía a si misma por ultima vez la flor de cerezo y quedaba dormida, sin siquiera preguntarse como era que Tomoyo sabia que el corazón de Syaoran era su hogar. A veces, parecía que la Reina estaba en todo, desde las gotas de lluvia hasta el viento que sopla sobre las flores.

En otra parte de la mansión, aun quedaban dos personas despiertas del clan Li: Syaoran y Meiling. La de ojos marrón estaba en la cocina comiendo galletas en su tristeza, haciendo un mayor esfuerzo por no llorar, estaba casi segura que ya había perdido a Syaoran, a pesar de que nunca lo había tenido. Por otro lado, el pequeño lobo estaba acostado sobre un sofá. Ya solo quería cerrar sus ojos y quedar dormido para dejar de torturarse con sus pensamientos, ya que no era capaz de decir lo que su corazón sentía de verdad, le era tan difícil el solo intentar asimilarlo.

"Sakura..."-a veces, parecía que con solo decir el nombre de el cerezo, ocultaba en ese solo nombre, mil palabras mas que moría por decir, y solo parecía que así era, por ese tono de voz indescriptible con el que llamaba su nombre.

"ella es la persona…Sakura…es mi persona mas…"- justo cuando parecía que se rendiría ante sus sentimientos, se callaba a si mismo y comenzaba a cerrar sus ojos, un leve sonrojo aparecía en sus mejillas. ¿En verdad era posible…que la hubiera encontrado?, ¿en verdad era real ese sentimiento y por fin la había descubierto?

La Persona Más Importante

"Sakura…"-decía una ultima vez y lograba conciliar el sueño. Para mala fortuna o buena fortuna, Mailing acababa de pasar por ahí, pues iba caminando hacia su cuarto y había escuchado ese susurro que en los oídos de Meiling era más fuerte que el eco de las montañas. Sus ojos se abrían a la par y cristalinos se tornaban, sentía una tristeza y envidia inmensa recorrerla de pies a cabeza.

Con una determinación tremenda apretó sus labios, fruncía el ceño y lagrimillas se formaban en sus marrones ojos, mientras corría con prisa hacia la habitación de Syaoran donde el hada se encontraba tan débil como una flor que lleva tanto tiempo sin nada de riego.

Llegaba frente a la puerta de la habitación y tocaba con fuerza, no quería gritar para no despertar a Syaoran, aunque sus golpes eran casi tan fuertes como si hubiese gritado. Se sentía humillada. La chica "nueva" siquiera se atrevía a responderle o abrir la puerta. En un último intento, sin siquiera pensar que tan fácil hubiese sido, giro la perilla y la puerta se abrió…pues Sakura no la había cerrado con candado. Al entrar vio frente a ella la figura de Sakura en la cama de Syaoran, pero estaba dándole la espalda, estaba acostada de lado, hacia la pared.

"¡Hay algo que quiero saber y no me iré hasta que respondas!"- decía justo después de haber cerrado la puerta tras de si, pues no quería que nadie mas oyera. Al ver que la flor no se volteaba hacia ella, apretaba sus puños con fuerza y tragaba saliva con coraje, pero continuaba hablando.

"¿¡Tu…amas a Syaoran!?"-preguntaba con fuerza, tomando mucha de su valentía para preguntar algo así, pero ninguna palabra salía de la boca del cerezo. Los ojos de Meiling comenzaban a empaparse.

"¡No se quien eres y tampoco se que haces aquí!...pero hay algo en Syaoran que no había antes"-comenzaba a hablar alterada pero al mencionar al lobo su voz empezaba a calmarse en un tono triste, pues estaba relacionado a lo que había descubierto ese día.

"Siempre he estado junto a Syaoran…y porque Syaoran es la persona mas maravillosa, pensé que seria bueno si podíamos estar juntos siempre, así que me volví su prometida, pero no importaba si yo lo trataba como tal…nunca fui tratada así por el. Así que cada día…prometí esforzarme mas y mas"-continuaba hablando, ahora su mirada estaba fija en el piso de madera que tenia la habitación de Syaoran. Una expresión de tristeza estaba dibujada en su rostro, sus ojos parecían tristes pero su voz continuaba siendo la de una persona fuerte.

"La mirada que siempre quise tener de Syaoran…de alguna manera, es tuya…y… ¡Y NO ES JUSTO!"- sus quietas lagrimas comenzaban a desbordarse como un río y caía al suelo de rodillas. Ella definitivamente no quería rendirse aun. Quería pelear hasta que supiera que en el retrato no había espacio para ella.

Seguía llorando y de pronto volvió a si misma.

"¡Te estoy hablando no seas grosera!"-decía Meiling poniéndose de pie, caminando molesta hacia la cama de Syaoran, y al voltear el cuerpo de la flor de cerezo hacia ella…entendía porque no había podido hablar.

"¡Tu!... ¡Estas ardiendo!"-sus ojos contemplaban al bello rostro de Sakura inconciente totalmente empapado en sudor, la sostenía de los hombros y la agitaba un poco tratando de lograr que recuperara conciencia, pero era casi imposible.

"¡Vuelve en si!... ¡Vuelve!"-Meiling gritaba con fuerza y su rostro estaba lleno de preocupación. No importaba si era la chica que pensaba le había quitado el afecto de su amado…aun era un ser humano. ¿Un ser humano?...no por mucho mas, su tiempo con esa figura estaba acabando, pues la fiebre consumía casi toda su magia.

"M-meil…ing"-abría con dificultad sus ojos y veía borrosamente la imagen de la de cabellos largos recogidos en dos coletas.

"¡No hables!... ¡Yo…conseguiré ayuda!"-la primera persona en su mente era Syaoran, pero lo dudaba un momento al pensar que tendría que ver al joven Li preocuparse por alguien mas que no fuese ella. Sin embargo, Meiling no era una mala persona, y en su corazón había nobleza, así que corrió hacia donde estaba el ambarino para hacerle saber.

"¡Syaoran!... ¡SYAORAN!"-gritaba corriendo y casi caía encima de el, sacudiéndolo fuertemente para despertarlo.

"… ¡M-Meiling!... ¿Qué pasa?"-recuperaba conciencia rápido pero conociendo a su prima, pensó que se trataba de algo de no mucha importancia así que se calmo pronto.

"¡Esa niña… esta muy enferma!"-gritaba a la cara de Syaoran, su rostro aun preocupado por Sakura, a pesar de que no la conocía y era su rival. En el fondo, la mayoría de las personas guardan un poco de luz para compartir cuando en verdad se necesita.

"¿¡Sakura!?"-se alarmaba por completo, parecía convertirse en alguien mas cuando se trataba de la flor de cerezo, ya que su sangre corría por sus venas a toda velocidad, sus ojos parecían crecer y su voz al gritar su nombre era la de alguien en desesperación. Ni siquiera lo pensó dos veces, ya se había puesto de pie y había corrido hacia su habitación. Meiling quedaba de pie a un lado del sofá, con su mirada triste que veía la espalda de Syaoran desaparecer mientras se alejaba. La puerta estaba abierta, así que entro fácilmente directo hacia Sakura.

"¡Sakura!"-tomaba con delicadeza el rostro de la castaña con sus manos, las quitaba rápido con sorpresa pues lo había sentido húmedo y veía como quedaba el sudor en las palmas de sus manos. Su expresión estaba atónita…esta era la segunda vez que Sakura enfermaba.

"…Estoy bien"-decía ella, viéndolo con ternura, con una muy leve sonrisa en su rostro, tomando toda su fuerza para poder hablar claramente y no preocupar a su tesoro, aunque es claro que eso era imposible.

"¡No hagas eso!"-decía el castaño alterado y tomaba con cariño ambas manos de la flor. Sakura abría sus ojos un poco mas en sorpresa… ¿no hacer que?

"Siempre te preocupas por los demás…por eso no eres capaz de decirme como te sientes a pesar de que puedo verlo"-decía el pequeño lobo a la flor de cerezo con una voz seria y a la vez dulce. Ese era quizás el regaño más dulce que pudiese haber recibido.

"Syao…ran…"-quedaba inconsciente de nuevo y los latidos de su corazón iban en aumento, esa tenia que ser la fiebre mas fuerte que Syaoran había llegado a ver.

Cerraba sus ojos con fuerza y acercaba las manos de Sakura a su rostro, un gemido salía de el, no tenia idea de que hacer, la preocupación lo consumía, esta fiebre era muchísimo mas fuerte que la anterior donde solo había sido capaz de dejarla en cama, pensando que así se había recuperado, sin tener la mas mínima idea que la Reina Tomoyo había intervenido…pero, en ese momento no sabia si podía hacer lo mismo, no sabia a donde llevarla, inclusive no estaba seguro si eso realmente era una fiebre… ¿Por qué estaba pasando algo así?... ¿Por qué?...¿que o quien podía ayudar a Sakura?...eran preguntas como esas las que pasaban por su mente en ese instante.

De pronto, tuvo una idea.

"¡Reina Tomoyo!"-grito en su cabeza con la esperanza que la Reina fuese a escuchar sus plegarias.

"¡Reina Tomoyo!... ¡REINA TOMOYO!...necesito tu ayuda…ayuda a Sakura, por favor…quiero saber que es lo que esta mal con ella…que va a pasar con Sakura… ¡Reina Tomoyo!"-gritaba y pedía con todo su corazón que en los siguientes segundos escucharía una voz que no era la de el en su cabeza, que Tomoyo respondería y lograría entender todo, pero la Reina no respondió.

La Reina Tomoyo podía oírlo y conscientemente lo ignoraba, porque sentía que era su deber que así pasara. Justo se encontraba en el mundo de los humanos, con su bella apariencia humana, sentada en esa noche lluviosa en un café llamado "Cat's Eye", siendo acompañada de una persona que para ella y para el mundo de las hadas era el humano más especial, pues podía recordar el mundo de las criaturas diminutas y fascinantes, aquel mundo totalmente opuesto al nuestro. Un lugar donde solo hay que desear para que las cosas pasen. En nuestro mundo trabajamos para que sucedan porque el deseo en nuestros corazones nunca ha sido lo suficientemente fuerte y puro como el de las hadas. La magia solo ocurre para aquel que tiene el poder de creer…y ese poder es invencible e incontrolable, casi tan poderoso como el amor. Tiene el don de hacer y deshacer…así de extraordinario es.

"Syaoran acaba de llamarme"-decía la bella Reina, era increíble como estaba en un lugar tan común rodeada de personas que jamás imaginarían que la Reina de las Hadas estaba tomando un capuccino tan cerca de ellos, justo como una persona ordinaria lo haría.

"No respondiste… ¿cierto?"-decía Eriol, entrecerrando sus ojos dulcemente con una sonrisa en el rostro…a pesar de que ese momento no era ninguno feliz.

"Es cierto, no lo hice. Syaoran quiere saber el futuro…y cuando el futuro es dicho…"-decía Tomoyo con seriedad.

"Deja de ser divertido"-terminaba Eriol la frase. De alguna manera, eran muy parecidos, pero tenían rasgos que los hacían totalmente distintos.

"Syaoran tiene que hacer esto por si solo…tiene que darse cuenta…quizás así…puedan evitarlo"- la Reina tomaba un sorbido a su capuccino al acabar de hablar. Era curioso que el joven no tenia nada sobre la mesa, no había ordenado siquiera agua. Realmente parecía que solo había ido a hablar con ella y a contemplarla.

"Cometer nuestro error"-decía Eriol con una dulce sonrisa mientras la veía con ojos tiernos. La Reina abría sus ojos en grande, pues en realidad, ella sentía que ese error solo lo había cometido ella, y siempre se sorprendía de cómo el tomaba una responsabilidad ajena. No hay nada que los sentimientos no nos puedan impulsar a hacer.

"Eriol"-decía sonriendo de una manera dulce y nostálgica hacia el.

La lluvia no dejaba de cesar ni un momento. A veces el clima parece jugárnosla mal, e incluso se torna irónico. Definitivamente hay cosas que no están en nuestro poder cambiar…pero al menos, nuestras decisiones, siempre serán nuestras.

En la mansión Li, sin ningún otro remedio, Syaoran cargaba a Sakura en su espalda y se apresuraba a salir de la mansión, pero antes de poder hacerlo, Meiling lo detenía.

"¡Espera, Syaoran!"- decía Meiling, quien había quedado un poco detrás de el. El joven lobo se tornaba hacia ella y la veía con seriedad, pero al mismo tiempo sus ojos estaban nublados con preocupación.

"Iré contigo"-se acercaba a el sosteniendo un paraguas en sus manos, pues no permitiría que fueran dos los enfermos por la lluvia.

"Meiling…"-Syaoran apreciaba ese gesto de preocupación y bondad, pues estaba consciente que en primer lugar, a Meiling no le gustaba para nada ver a Syaoran con "esa niña". Así que con una leve sonrisa acento con su cabeza, y salio caminando lo mas aprisa posible en compañía de su prima quien iba a su paso para cubrirlos con el paraguas.

"Al final de cuentas no pude evitarlo…Syaoran"-decía Sakura en sus pensamientos, podía sentir como estaba recargada en la fuerte espalda del ambarino y podía escuchar los pasos que hacían a las gotas de lluvia levantarse del suelo.

"No creo que el hospital pueda hacer algo, pero…si hay algo que yo pueda hacer…entonces lo haré…y es lo único que puedo hacer ahora"-se decía a si mismo mientras caminaban por las calles oscuras y húmedas de China dirigiéndose al hospital mas cercano.

"Sakura…resiste por favor"- se decía a si mismo mientras seguían corriendo por las calles que a pesar de ser una ciudad de numerosos habitantes, por ser tarde y por el horrible clima que había, parecía ser una enorme ciudad vacía…una ciudad sin gente.

Había poco trafico y eso estaba en su favor, así lograron llegar mas pronto al hospital, pero… ¿en verdad era eso bueno? Sabrá Dios. Porque somos capaces de tomar nuestras propias decisiones, es por ello que cada vez que tomamos una, un camino nuevo se abre ante nosotros, sea bueno o malo.

Entraron corriendo a la sala de emergencias muy agitados, especialmente el lobo que llevaba mas peso que el propio cargando.

"¡Ayuda, por favor!... ¡tiene una fiebre muy fuerte!"-gritaban los primos a coro frente a la recepción, donde una enfermera se encargo de atenderles de inmediato pues podía ver como la esmeralda no estaba empapada de lluvia, si no de sudor.

"¡El doctor Kinomoto viene en camino!"-y justo cuando decía eso la enfermera, un doctor alto de cabello castaño y anteojos llegaba deprisa con enfermeros tras el que arrastraban una camilla para llevarse a la flor de cerezo. Syaoran se apresuraba a acostarla sobre la camilla, apenas terminaba y los enfermeros se adelantaban a llevarla hacia una habitación. Syaoran intentaba correr detrás de ellos pero el doctor lo detenía, tomándolo de su hombro derecho por detrás.

"Soy Fujitaka Kinomoto…y te aseguro que si lo que tiene es una fiebre, se recuperara muy pronto"-le decía el doctor Fujitaka con una sonrisa llena de gentileza. Seguramente no le gustaba preocupar para nada a las personas relativas a sus pacientes. Syaoran simplemente lo veía a los ojos apreciando su amabilidad, sin embargo era incapaz de sonreírle de regreso y sus ojos seguían pareciendo tan tristes como un desolado otoño.

"La examinaremos y no importa cual sea el problema, te lo haré saber de inmediato, no te preocupes"-era su ultima forma de condolencia y se apresuraba a llegar a la habitación numero veinticuatro donde Sakura estaba.

Syaoran regresaba a sentarse en la sala de esperas junto a Meiling. Su prometida no podía evitar sentir a su corazón partirse al ver el rostro de Syaoran y su mirada que a pesar de seria, parecía estar en otro mundo, un universo donde solo había espacio para pensar en Sakura.

Pasaba el tiempo, ya era de media noche y Meiling y Syaoran no habían cruzado palabra, cada uno traía cosas distintas en la mente y al mismo tiempo se trataban de lo mismo. Pero alguien decidió romper el hielo.

"…Syaoran"-hablo Meiling quedamente, sin girar su rostro hacia el, simplemente veía hacia el frente, pues la pregunta que iba a hacer era una muy dolorosa y no se sentía capaz de verle.

"Uh… ¿que pasa?"-le habían interrumpido de su mar de preguntas sin respuestas.

"…Tu… ¿Estas enamorado de…esa niña?"-preguntaba apretando sus ojos mientras los tenia cerrados, pero volvía a abrirlos porque quería verlo cuando respondiera, quería obtener esa mirada honesta y estar segura que había perdido la batalla y así por fin bajar la bandera.

La veía con sorpresa inmensa, su corazón se aceleraba y sus mejillas se tornaban de un rojo intenso… ¿Qué tenia que decir a esa tan sencilla pero dolorosa pregunta?

Pero como era trabajo del destino, el doctor Fujitaka intervino al llegar corriendo hacia Syaoran para darle una respuesta que pondría todo en riesgo. Absolutamente todo.

"Ella…ninguna de las radiografías muestra nada…que sea normal. Es como si todo su cuerpo estuviese construido diferente…inclusive, algunas de las conexiones no tienen sentido...esta persona…no debería poder sostenerse así, ni pensar con ese cerebro…su corazón es diferente…la hemos tomado tres veces, y a pesar de que todo es extraño y permanece igual, en todas las radiografías…su corazón se ve distinto en las tres…su corazón se hace mas pequeño"-….tal como lo había temido Syaoran. Sakura al ser un ser mágico, no importa como fuese su apariencia, su interior probablemente debía ser muy distinto a lo ordinario, pero lo mas impredecible y lo que mas le daba miedo era que su corazón estaba haciéndose pequeño… ¿desapareciendo? De cualquier forma… ¡no había manera en que nadie más pudiera saber eso!

"¡Eso es imposible!"-grito molesto, definitivamente odiaba mentir, pero no tenia otra alternativa, era una regla que la humanidad no supiera de la existencia de las hadas y el no seria quien rompería esa regla… ¿o si?

"Se que así lo parece…pero de alguna manera así es…tampoco podemos creerlo…su fiebre parece no ser importante al lado del desorden dentro de su cuerpo…es como si no fuese humana"-Meiling tenia sus ojos que parecían temblar con tal noticia, su boca abierta sin poder concebirlo y de pronto salía corriendo hacia el cuarto de la flor de cerezo. El doctor no había podido detenerla pero si a Syaoran quien también había estado apunto de salir corriendo tras ella.

"¡Meiling!"-había gritado en vano, pues su prima no se había detenido.

"¡Esa niña…es diferente!"-se decía a si misma mientras corría por los blancos pasillos del hospital, buscando el cuarto que tuviera a la niña que no era humana.

Entraba a distintos cuartos y se disculpaba cada vez que se equivoca, pero sabía que no estaba muy lejos y estaba en lo correcto. Paso por esa habitación…la numero veinticuatro y abrió la puerta sin pensarlo dos veces.

Había dos enfermeros ahí pero se encargo de que salieran huyendo al gritarles molesta que necesitaba privacidad con su "hermana" que estaba desfalleciendo. Apenas salieron y cerró aprisa la puerta con candado.

La flor estaba dormida en la cama, se veía menos empapada porque la habían bañado pero parecía que su fiebre seguía igual, si acaso un poco menos.

Caminaba con cautela hacia Sakura, de alguna manera tenia miedo y al mismo tiempo pensaba que no había manera en que esa niña pudiese lastimarla. Su ceño estaba casi fruncido, pero parecía mas una mirada confundida por la forma en que sus cejas estaban. Y sin esperarlo en lo más mínimo…algo increíble paso.

Estaba cambiando…Sakura…estaba cambiando…

Por un segundo creyó ver como el cuerpo de Sakura había parecido desaparecer y regresar como un holograma. Pero no era que desapareciera, era que se volvía tan pequeña.

"¿…Q-que fue eso…justo ahora?"-retrocedía un paso pues aunque lo consideraba impensable, estaba segura de que había visto una imagen de Sakura con alas por una milésima de segundo.

El tiempo estaba terminando, la magia que le permitía permanecer como humana estaba apunto de acabar y no era correcto que Meiling fuera quien estuviera ahí para verlo. Sin embargo, la suerte le permitió correr ahí sin que nadie la detuviera… ¿significaba eso que estaba destinada a estar ahí?... ¿O la suerte se equivoco?

El tiempo acabo.

Un brillo infinitamente bello salía de su cuerpo, una luz blanca se desprendía de su ser mientras se elevaba un poco de la cama aun acostada y sus alas que eran parecidas a las de una mariposa (excepto sin todo ese patrón) se desplegaban y lentamente recuperaba su tamaño original, el de alguien mas pequeño que un dedo pulgar. Afortunada o desafortunadamente, Meiling había estado ahí para presenciarlo.

Sakura caía sobre la cama exhausta, su fiebre había desaparecido casi por completo al cambiar a su diminuto ser y sin esperarlo, algo la atrapo.

Meiling había tomado un vaso que estaba en el buró junto a la cama y lo había echado encima de ella antes de que escapara.

"¡Eres una bruja!... ¡tu no ganaste el corazón de Syaoran honestamente!... ¡tu no eres humana!... ¡has usado tu magia para cosas malas y me asegurare de que todos lo sepan, incluso Syaoran!"-le gritaba Meiling, de alguna manera su miedo se había ido pues se sentía poderosa al tenerla encerrada, ni siquiera le había pasado por la cabeza que Sakura podía usar magia para salir de ahí…excepto que, un hada no puede usar magia directamente para beneficio propio.

"¡¡N-no lo hagas, por favor!!"-gritaba con un miedo inmenso, jamás se había sentido tan en peligro como en ese momento, tenia un nerviosismo que recorría todo su cuerpo, y la fiebre que débilmente seguía ahí parecía no ser nada en esos momentos.

"¡Y tampoco estabas enferma!, ¡todo ha sido un truco para ganarte a Syaoran!"-decía Meiling que se apresuraba a tomar el vaso en sus manos, tapando la boca de este con su mano.

"¡No ha sido así!, ¡Por favor no lo hagas!"-suplicaba la castaña dentro del vaso de vidrio golpeándolo con todas sus fuerzas, aunque comparada a la de Meiling, la fuerza de Sakura era tal cual la de una mosca. Imposible de hacer algo, diminutas lágrimas comenzaban a salir. Meiling apenas podía escuchar sus gritos mientras Sakura estaba bajo el cristal y aunque sentía una pequeña molestia en su corazón al verla llorar, estaba convencida de que todo era un truco.

El corazón humano siempre será un gran misterio. Si la mente es impredecible, el corazón es el doble de inimaginable. Nos puede llevar a hacer cosas que nos harán sentir bien con uno mismo y cosas que traerán infortunio a otros. Los sentimientos que el corazón guarda son la llave a la mayoría de nuestras acciones, pero si no puedes entender tus sentimientos, sean tus acciones malas o buenas, tu mente les encontrara justificación. El corazón y la mente a pesar de ser completamente distintos, se ayudan el uno al otro cuando quieres.

Meiling salía corriendo con fuerzas de la habitación aun llevando a Sakura "enjaulada" en un vaso, los doctores y enfermeros que operaban el turno nocturno la veían correr por los pasillos e inclusive le gritaban detenerse.

"¡DETENTE!"

"¡CUIDADO!"

"¡PUEDES CAUSAR UN ACCIDENTE!"

Ninguno parecía notar que llevaba a alguien dentro de un vaso. Así que al dar la vuelta en el pasillo donde estaba la alarma de incendios paso deprisa por ahí y la acciono. El estruendoso y alarmante sonido que hacia al ser activada se oía en cada cuarto, pasillo y piso del edificio. Quería tener toda la atención posible. Quería librar al mundo de Dios-sabrá-que traía en el vaso. Quería desmentir a Syaoran y quitarle la venda de los ojos para que se diese cuenta que estaba enamorado de algo que no era humano y por ese solo hecho, le había engañado.

Realmente, ¿tiene que ser todo lo diferente a nosotros de menor valor? Dime, porque la hormiga se lleva la comida de tu cocina y al verla hacerlo o solo verla, te nace aplastarla…estoy segura que no pensaste, que al igual que tu, estaba viva, y que hacia eso con una razón. Seguro, no esperas nunca que llegue el día en que venga alguien mas grande que tu a poner un pie encima de ti y terminar contigo. Aunque uno puede terminar en tantas maneras.

"¡Si soy vista!... ¡Nunca mas podré…!"-

La gente corría de un lado a otro tratando de buscar la fuente del incendio porque la mayoría estaba convencido de que era una falsa alarma, pero aun así todos corrían de un lado a otro, pues no se habían escuchado explosiones de ningún tipo ni gritos de nadie, pero querían asegurarse.

Al fin, Meiling llego a su destino. Llegó a la sala de esperas en donde estaba Syaoran, dos enfermeras en la recepción y al menos treinta personas más aguardando.

Como si lo que mas anhelase fuera ser vista, se puso de pie sobre una mesa que estaba en medio de la sala y alzó su mano derecha en alto, donde sujetaba con fuerza por debajo al vaso que llevaba presa al hada.

"¡¡ESCUCHENME TODOS!!"-grito con toda su fuerza, casi sudando por la forma en que había corrido y toda la energía que le restaba la usaba en ese grito.

Syaoran estaba de pie junto al doctor Fujitaka que se había quedado a su lado para calmarlo y evitar que el castaño hubiese corrido tras su prima. De cualquier forma, al escuchar la voz de Meiling todos y absolutamente cada persona ahí y cada persona que llego ahí por andar huyendo de "el incendio" se quedaban inmóviles al escuchar el grito de la extraña chica que recién había gritado tan fuerte como si estuviese en guerra.

"¡ATRAPE UNA BRUJA!"-claro, al escuchar algo así, debes pensar que esa persona ha visto muchos dibujos animados o que la realidad la ha trastornado un poco, pero…ella tenia la prueba en la palma de su mano y al alcance de la vista de todos.

La evidencia que demostraba la existencia de un mundo mágico, el reino de las hadas, estaba en su mano.

"¡I-INCREIBLE!"-

"¡PARECE UNA MARIPOSA, MAMÀ!"

"¡QUE ES ESO!"

"¡IMPOSIBLE!"

"¡AH!"

"¡UNA BRUJA!, ¡TIENE QUE SER MENTIRA!"-

Y después de todos esos gritos…

"¡¡SAKURA!!"-el mas fuerte se oyó, la expresión en el rostro de Syaoran era indescriptible, y la fuerza con que escapaba de los brazos del doctor Kinomoto era impresionante, ya que cuando la situación lo requiere, nosotros mismos podemos ser los seres mas fuertes del planeta, sin necesitar algo como un súper héroe.

Corrió hacia donde Meiling estaba y esta sin impedirlo, ni oponerse ni un poco, dejo que Syaoran quitara el vaso, dejando así a Sakura libre de volar, para poder juntos…escapar.

"¡Sígueme!"-le gritaba al hada y salía corriendo de la multitud que lo rodeaba, con el hada volando por encima de el sin retrasarse ni un segundo. Como era de esperarse,todos salieron corriendo tras el. ¡Vieron a esa criatura volar!, ¡tenia que ser cierto!, ¡si el tenia una!, ¡ellos también querían una!, ¡los doctores querían saber que era ese misterioso ser!, ¡los demás querían saber si algo como una bruja existía!...todos, excepto Meiling. Ella se quedaba sola en la sala de espera, sentándose lentamente sobre la mesa en la que se había parado. Su corazón diciéndole que había hecho algo muy malo, mientras que su mente decía que no tenía porque lamentarse, si a fin de cuentas lo había hecho por ayudar. ¿Realmente había sido así?

"¡Syaoran, lo siento!... ¡Realmente no pude detener la transformación!"-gritaba mientras salían del edificio con toda una multitud tras ellos.

"¡yo te traje a ese lugar!... ¡por eso, no te culpes!"-respondía Syaoran gritando, la lluvia por fin había parado, y ni el mismo estaba seguro si eso era bueno o malo en ese momento, pues la lluvia hubiera ayudado a que la gente no fuese tan persistente al correr tras el y Sakura. No quería meterse en ninguna calle abierta donde otra persona pudiese verlos, aunque de igual manera ya era muy tarde.

Corrían hasta llegar al parque donde días antes habían compartido un sabroso helado de vainilla y chocolate. El pequeño lobo conocía el parque bastante bien y para su suerte era un parque lleno de árboles de todos tamaños y de formas tanto ordinarias como bizarras.

Perdiendo a la multitud por un segundo, se escondió tras uno de los más anchos árboles que existía en el parque y quizás en China.

Sakura exhausta descendió hasta quedar sobre la mano derecha del chico. Así, después de una noche que había parecido eterna para ambos; como si las manecillas del reloj se hubieran congelado; después de todo ese lapso, podían verse a los ojos nuevamente y perderse en ellos por un momento.

Hubo un poco de silencio mientras se veían, excepto por el jadeo discreto que hacia Syaoran pues estaba muy agitado. Entonces, ella habló.

"No falta mucho…Syaoran"-decía Sakura con sus pequeños y tiernos ojos viéndole y su voz que parecía quebrada mientras estaba arrodillada en su mano.

"¿D-de que hablas?"-respondía tartamudeando debido a lo agitado que lo había dejado esa "carrera" donde la meta era no ser encontrado. Sin embargo, el realmente sabia de que hablaba, solo prefería pensar que ese momento no iba a llegar ahora ni nunca.

"He sido vista…por alguien mas aparte de ti. Alguien más…no, muchas personas mas…saben que no soy humana. Muy pronto, las hadas vendrán por mi o me harán desaparecer…porque rompí la regla mas importante"-el tono de tristeza en su voz no podía ser mas deprimente, solo escucharla hablar así rompía el corazón de Syaoran…además, no quería aceptar algo como eso. ¡Nunca!...al menos, no aun…no cuando no había dicho exactamente lo que sentía por ella.

Syaoran bajaba un poco la mano en que llevaba Sakura con desánimo y ahora tenia su cabeza caída para que no pudiese ver sus ojos, aunque era claro en como su boca formaba una expresión de angustia y desesperación, que no estaba bien en lo absoluto.

Pero como un buen ciego se sostenía con fuerza a una esperanza que no podía ver, pues por su mente paso "la mejor de las ideas".

"¡Puedo arreglarlo!"-levanto su cabeza de nuevo y su mirada estaba llena de determinación, Sakura le veía con algo de sorpresa y tristeza al mismo tiempo…ya no se le podía ocurrir que clase de cosa podría solucionar algo como eso…simplemente, no existía nada que pudiera resolverlo… ¿o si?

"¡Mi tercer deseo…es que todosolviden haberte visto, Sakura!"-ese deseo fue hecho con todo el valor y coraje que había dentro de su corazón. Había tomado todo…absolutamente todo de si, desear algo como eso. Sin excepciones, su familia que tanto había acogido a Sakura y todos presentes esa noche olvidarían haberla conocido.

Si deseas algo tan horrible como olvidar, sea un feliz recuerdo, sea un triste recuerdo, seguirá dejando un hueco en tu corazón.

En la vida no hay algo como "enterrar el pasado", porque sin el, no hay manera en la que podrías ser tu. Así que, deja que tus más horribles y tus más maravillosas experiencias formen la persona que eres. Podrás empezar siendo tan débil como un árbol que al comenzar a crecer apenas se sostiene, pero al enfrentar todo lo que el mundo te traiga, sin importar cuantas ramas se te caigan en el camino, un día crecerás tan alto como aquel árbol que la gente se pregunta donde acaba.

A veces los sentimientos y pensamientos no se llevan bien, a veces uno gana sobre otro.

Pudiendo haber deseado cualquier cosa, absolutamente todo había estado a su alcance con Sakura para conceder sus deseos…y ni siquiera en su tercer deseo podía haber pedido algo para si mismo…aunque en realidad, ese deseo era para si mismo, pues pensaba que así, Sakura podría quedarse. Definitivamente no lo había pensado muy bien.

Sakura abrió sus ojos en grande al escuchar el deseo…y seguido de eso los entrecerró tiernamente mientras cristalina lluvia salía de sus ojos, mostrando la sonrisa más pura del universo a Syaoran. Al verla hacer eso, su mirada callo en confusión.

Los gritos de las personas y doctores podían escucharse a lo lejos y los pasos también, cada vez acercándose mas y mas.

"¡Me da mucho gusto…que haya sido por ti, Syaoran!"-sonreía con todo su esplendor a pesar de que las lagrimas seguían ahí. En verdad, sentía una gratitud infinita de que fuera por Syaoran que podía decir adiós, en lugar de haber sido tomada repentinamente por las hadas y jamás despedirse de la persona que le dio un hogar en su corazón.

"¡De otra manera, hubiese sido muy doloroso!"-inclusive reía dulcemente al finalizar de hablar. Con el contraste enorme entre la sonrisa y los ojos de la flor de cerezo…Syaoran podía sentir que su deseo en verdad no había sido tan brillante como esperaba.

Las alas de Sakura se levantaron firmemente y se elevo de la mano de Syaoran para hacerse hacia atrás. Un brillo discreto salio de ella esta vez al transformarse de vuelta a humana…y la fiebre poco a poco regresaba cuando estaba en esa forma.

La preciosa forma de una joven con una belleza que definitivamente no era humana estaba frente a el. Sus rostros estaban tan juntos, Syaoran podía sentir a su corazón latir con fuerza al verle de frente sonreír así, y sin importar que tan fuerte fuera el latido de su corazón, quería estar aun más cerca de ella, tan juntos que nada podría separarlos.

"Pero antes de irme…"-la flor de cerezo comenzaba a decir, tratando de parar sus lagrimas que eran tan discretas, parecía que intentaba hacer su adiós lo menos doloroso posible.

Se abrazo a Syaoran como nunca lo había hecho, parecía que intentaba aferrarse y al mismo tiempo lo hacia verse como un abrazo que al verlo solo podrías sentir paz y tristeza. Sus palabras no le habían dado tiempo a Syaoran de responder el abrazo… ¿Irse…?...

"¿Irte?..."-su mirada parecía estar vacía, sus cejas marcaban toda la sorpresa que le daban esas simples palabras.

Al escucharlo preguntar, el cerezo lo abrazo con mayor fuerza y cerraba sus ojos tristes al comenzar a hablar, una leve sonrisa se pintaba en sus labios.

"Cuando cumpla el tercer deseo de Syaoran mi trabajo aquí estará hecho…y desapareceré. En el momento en que lo cumpla…vas a olvidarme, voy a desaparecer de tus recuerdos y nunca volveremos a vernos…seré remplazada por algo mas con magia en tu memoria…y "-

"¡Nada va a remplazarte!..."- la tomaba de los hombros para separarla de el y que viera su rostro tan decidido, sus ojos que temblaban…era casi… …como si hubiese una lagrima ahí, escondida en la esquina derecha de su ojo izquierdo. Sakura quedaba atónita ante eso y tomaba con suavidad en sus manos el rostro de Syaoran y lo acercaba al suyo, los labios de ambos tan cerca, podían leer con claridad cada expresión facial que el otro tenia. El cerezo sonreía con sus labios casi tocando los de Syaoran y continuaba…

"… aun si nunca nos volvemos a ver…yo estaré cuidándote siempre …sin importar si no puedes verme ni oírme… ni siquiera importara si no sabes que existo…yo estaré junto a ti. Porque tu eres la persona que yo más quiero en todo el mundo, Syaoran"-. La voz con la que había dicho esas palabras, era la voz más sincera y hermosa que alguna vez había sido escuchada por cualquiera, pensaba Syaoran. Rompía su corazón y lo juntaba una y otra vez.

"Aunque…soy muy torpe y pequeña ¡pero prometo dar lo mejor de mi!"-continuaba hablando, tratando de sonar como siempre y Syaoran no podía impedir ese sentimiento de impotencia al ver lo que ocurría, dolía mas que cualquier sufrimiento que fuese imaginable.

Tan hermoso como pétalos de flores de cerezo cayendo al suelo, Sakura comenzaba a desvanecerse, sus pies y alas lentamente parecían partirse en pedazos y cada uno de ellos se iba desvaneciendo en la nada, dejando un brillo de hada conforme iba desapareciendo.

Al notar que el cerezo se estaba esfumando, se abrazo con fuerza a ella, tomando la cabeza de esta pegándola a su pecho mientras con su otro brazo la sujetaba con cariño y fuerza al mismo tiempo, sin lastimarla en lo absoluto. Apretó sus ojos con dolor, mientras de su boca solo salían gemidos y el rechinar de sus dientes.

"…era tan feliz al estar contigo, despertar en las mañanas junto a Syaoran y ser atendida por ti, que mala hada fui, ¡debía ser yo quien concediera los deseos! …además"-y de pronto era interrumpida con la voz de Syaoran que sonaba tan desolada, parecía que había pasado un milenio desde la ultima vez que había hablado, su voz…inclusive esa voz que siempre parecía ser fuerte, comenzaba a quebrarse.

"…no sigas…. solo quiero…quedarme así…"-Sakura entendía a la perfección que su corazón no era el único que se estaba rompiendo en pedazos y por ello, dejaba que sus lagrimas de desbordaran como agua del rió. Se abrazaba con fuerza a el y el a ella. Con tanta fuerza y sentimientos que costaba pensar que pudiera haber algo que separara sus cuerpos, pero lo había. Las piernas de Sakura ya habían desaparecido…y de sus alas casi no quedaba nada. Pronto, ya no quedaría absolutamente nada de ella.

"Haleiza Mazani"-susurro la flor a su oído en un idioma que el lobo no conocía, y de Sakura ya no quedaba nada. Solo polvo existía en los brazos de Syaoran, solo alcanzaba a apreciar el brillo en sus manos y esa frase extraña resonaba en su cabeza por un segundo que parecían mil años y cuando el milenio acabo, cayo inconciente al suelo…y de su dormido ser, lagrimas salieron.

Es una lastima que solo fuesen tres deseos, ¿verdad? Aunque, aun si un deseo mas pudiese ser concedido, ¿de que servia?, si Li Syaoran nunca había tenido un hada y no tenia la mas remota idea de que pudieran existir, solo eran cuentos para niños, solo eso. No había tal cosa como "el mundo de las hadas"…ya no.

Despertó, su cuerpo se sentía algo débil y su mente parecía como si se acabara de recobrar de un dolor de cabeza. Sus ojos se abrían lentamente y al solo ver el techo sabía que estaba en su habitación, acostado en cama, como todos los días, nada fuera de lo ordinario. Sin embargo, tenía problemas recordando a que hora se había ido a dormir la noche anterior. Al hacer un esfuerzo lo recordó.

El había llevado a Meiling al hospital porque esta había tenido una fiebre muy alta en la noche. De alguna manera Meiling había escapado del hospital y todos habían corrido tras ella, inclusive el. Había caído exhausto e inconciente y fue regresado a casa en la madrugada junto a Meiling por los doctores quienes creyó escuchar decir algo como: "Ella tenia una fiebre terrible, pero escapo y corrimos tras ella pero con tanto esfuerzo nos desmayamos, al despertar encontramos al chico y al seguir buscando encontramos a la chica de vuelta en el hospital, en la sala de espera, increíblemente mejorada" o algo entre esas líneas, había estado mas dormido que despierto como para haberlo captado bien, pero… que extraño, ¿Por qué iban todos a desmayarse?...y ¿Por qué iban todos a correr tras Meiling por una fiebre?...de cierta forma, el día anterior parecía un sueño.

Ya era de mañana y era viernes, solo para asegurarse de que ya no tenia caso ir a la escuela, levanto su abdomen y al girar su mirada hacia su despertador, no solo encontró este ahí, pero a su madre aun dormida sentada en una mecedora a su lado. Lo había estado cuidando.

"M…madre"-ya no recordaba cuando era la ultima vez que había enfermado o había pasado algo para que su madre durmiera en su cuarto. Seguro había quedado preocupada porque le habían dicho que su hijo había sido encontrado inconsciente.

Se levantaba de su cama y se paraba junto a su madre, le tomaba las manos y sonreía agradecido, no había sido su intención despertarla así, pero lo había hecho.

"…Syaoran"-la mirada de la señora Yelan cual usualmente era una recta y difícil de leer, se volvía tierna para su hijo, cual estaba grata de ver despierto y en buen estado.

"…No….No vuelvas a salir en la noche sin avisarme y menos cuando es en un día lluvioso y por una urgencia así…yo debo saberlo"-y eso fue dicho como si fuera una orden, mama-comandante Yelan estaba de regreso, pero el pequeño lobo entendía a la perfección que tenia una madre maravillosa que simplemente deseaba protegerlo.

"Si, madre"-acento levemente.

"Syaoran, ¿Dónde esta Sa…?"-y de pronto sintió un mareo, ¿Sa?... ¿Quien era Sa?

"¿Sa?"-Syaoran pregunto algo confundido.

"…Nada…no se porque pregunte eso"-se decía a si misma, sus ojos caían al piso, intentando recordarlo, pero, de alguna forma, sentía como si estuviera en la punta de la lengua pero también sentía que no había nada…nada especial que recordar.

El pequeño lobo se extrañaba, era la primera vez que veía a su madre olvidar algo tan repentino. Aun así, prefirió no darle importancia.

Se aseguro de que Meiling estuviera bien y todos en casa parecían estarlo. Había algo que le inquietaba pero si no era su familia, no sabía que podía ser. Seguro estaba volviéndose loco, pensó.

Prefirió omitir ese sentimiento y con el paso del tiempo continuo su vida ordinaria, con una familia amorosa y gente que le apreciaba, hasta el final de sus días.

Fin

¡JAJAJAJAJA! Claro que no, continuemos.

Se aseguro de que Meiling estuviera bien y todos en casa parecían estarlo, había algo que le inquietaba pero si no era su familia, no sabía que podía ser. Seguro estaba volviéndose loco, pensó. Prefirió omitir ese sentimiento.

Sus siguientes fines de semana parecían aburridos de cierta manera, ya había pasado cerca del mes y solo hizo tarea, leyó un poco, vio televisión y los domingos salía al parque solo. Meiling se había ofrecido a acompañarlo y había querido estar junto a el todo el tiempo, pero la había evitado…por alguna razón, quería estar solo. Todo ese mes había tenido esa molestia y necesidad de resolver el problema aunque al mismo tiempo quería ignorarlo, pues ni tenia idea de que era.

Se sentó en una banca que tenia detrás un árbol no muy grande y traía en sus manos un libro, aunque no pensaba leer. Veía a la gente pasar, gente feliz, gente triste, con perros y con hijos, sin mascotas y sin hijos. Parejas felices y parejas que parecían querer lanzarse un sartén en la cara, había de todo en su vista…hasta que vio a alguien familiar pasar.

"¡Li!"-alzaba su mano saludándolo cuando sus ojos se cruzaron. Hiragizawa Eriol se acercaba en compañía de una bella chica de ojos azules y cabello largo…se preguntaba si era su novia. Aunque Eriol no le simpatizaba, no lo odiaba y si este lo saludaba, lo saludaría de regreso, no con la misma gentileza que el de cabello negro azulado, pero tampoco groseramente. Ambos se acercaron hasta quedar frente a Syaoran que estaba sentado en la banca, pero al ser presentado a la blanca chica de cabellos negros se puso de pie.

"Mucho gusto en conocerte, soy Daidouji Tomoyo"-se inclinaba un poco al ser presentada, era tan bonita y tenia un porte de elegancia que infundían respeto en el ambarino.

"Yo soy Li Syaoran"-le hizo la misma reverencia, con su actitud seria pero que de alguna manera era agradable, aun siendo tan "seco".

"Es algo obvio, pero es buena amiga mía. Asiste a otro instituto, así que es muy probable que por eso no la hayas visto en la escuela"- todo sonaba tan natural, que Syaoran creía cada palabra que Eriol decía mientras este hablaba sonriente con sus ojos entrecerrados. De pronto notaba como la niña Tomoyo aun estando sonriente, lo veía con unos ojos que parecían muy tristes. ¿Por qué una extraña lo vería así?

"¿Nos conocemos de algún lado? "-pregunto de la nada la chica, solo queriendo verificar que no quedaba ni una pizca de "eso" en el.

"…me parece que no"-respondió sintiendo algo de pena al contestar eso, temía que en verdad se conocían y el no pudiera recordarlo. Cuan cierto.

"Por supuesto"-dijo ella entrecerrando sus ojos con dulzura. Syaoran se sorprendió al ver esa reacción en ella, por como Tomoyo lo aceptaba tan fácil, con una sonrisa y ojos tiernos…que parecían doler.

Seguido de eso, ambos se despidieron y cada quien partió por su rumbo. Syaoran regreso a casa, a su habitación, acostado en cama, casi envidiando a Eriol por estar con una chica que no solo parecía ser linda, pero también lista. Al haber visto a todas esas personas juntas, familias, amigos…parejas, definitivamente sentía como si estuviera solo…tenia "amigos", estaba su familia…y su prometida y prima Li Meiling, pero aunque lo intentara, su corazón no amaba a Meiling en esa forma.

Sacudía su cabeza al darse cuenta de las cosas que estaba pensando… ¿tener a alguien?, ¿¡para que!? Bah, era muy joven y había cosas mas importantes en que pensar como su futuro. Claro…su futuro, ¿sin…nadie?

Volvía a sacudir su cabeza, ¡era muy joven para estar pensando en algo como matrimonio! Aunque fuera el prometido de Meiling, estaba seguro que el no seria la persona que compartiría su vida con ella, pues si no la amaba, el no podría hacerla feliz y no quería que ella sufriera.

"Que rayos…me pasa"-se dijo a si mismo, recostado con su mano sobre su frente y cerro sus ojos para caer dormido.

Sus sueños…no parecían otra cosa más que una serie de recuerdos proyectados en su mente de una forma ambigua y borrosa. Ya los había tenido antes, pero hoy un nuevo recuerdo se agregaba.

El día en que había ido a la tienda a comprar un oso de felpa y había ocurrido un asalto, cuando salio, una enfermera le había estado curando las heridas.

El día en que cumplió años se lo había pasado en casa.

El primer día de escuela después de vacaciones, había ido a la parte de atrás para estar solo.

El día de la tormenta había salido corriendo buscando algo que su madre le había pedido.

Y el día que parecía mas lejano, el día en que comenzó la lluvia después de tanto calor en Hong-Kong y que el había salido a su patio a refrescarse, alzando sus brazos para sentir las gotas sobre su piel…una flor de cerezo había caído en su mano. Una Sakura.

Entre más recordaba mas doloroso se volvía…pero al ver esa flor en su mano, sentía paz en su corazón, la confusión y todo el sufrimiento que recordar causaba se disolvían en la nada…tan poderosa era una bella y sencilla flor de cerezo.

Despertó abriendo lentamente sus ojos, con esa imagen en su cabeza.

"…una flor de cerezo…Sakura"-se dijo a si mismo y al pronunciar el nombre sentía una ligera molestia en su pecho.

"Japonés, ¿huh?...que extraño"-se levanto de la cama y vio que ya era de noche, en un rato tendría que regresar a la cama, que fastidio, pensó.

Se paseo por su casa un momento. Paso por la habitación de su madre sin entrar y vio desde la puerta como todas sus hermanas estaban acostadas en la cama y su madre en una silla a un lado, todas viendo la televisión…parecían estar bien del todo… ¿entonces porque había algo que le molestaba?

Apenas iba para la cocina a buscar algún refrigerio cuando se topo a Meiling en su camino y por una milésima de segundo considero la posibilidad de huir corriendo.

"¡Syaoran!"-se le lanzo encima tumbándolo al suelo.

"¡M-meiling!"-trataba de quitársela de encima, pues podía ser bastante empalagosa.

"¡No has estado conmigo desde que llegue!...al llegar solo pude saludarte y te fuiste corriendo a comprar algo, después me llevaste al hospital pero no lo puedo recordar muy bien… ¡ya no estamos en el mismo salón en la escuela!"-estaba diciendo ella y en eso el ambarino abrió sus ojos en sorpresa… ¿Ella tampoco lo recordaba? Pero seguro es porque estaba muy enferma…aunque que extraño que se curara en un cerrar de ojos, pensaba Syaoran.

"¡Ah, si!... ¡y este fin de semana no has querido estar conmigo para nada!, ¡Ni los anteriores!"-se quejaba ella abrazándole con fuerza, un gesto dramático en su rostro que podía ser tan cómico como molesto.

"No es eso…es solo que…"-aunque no tenia ninguna excusa, pero no quería hacerla sentir mal.

"¡No me digas que te enamoraste de otra chica mientras no estuve!"-decía la de cabellos largos con lagrimillas en los ojos, bastante temerosa de que así fuera. El ambarino se coloreaba de rojo por completo al escuchar eso.

"¡Claro que no!..."- pero que consecuencias traería decir algo así.

"¡LO DIJISTE!... ¡Dije de otra chica!... ¡eso quiere decir que si estas enamorado de mi!"-mil estrellas podían verse en sus ojos. Syaoran se la quitaba de encima y corría hacia su cuarto para tener un minuto de paz antes de que a Meiling se le ocurriera otra cosa al estar tan feliz.

Se sentaba en la esquina de su cama haciendo un gesto gracioso de alivio…y cuando alzaba su mirada, un objeto especial estaba sobre el estante…un oso de felpa.

Se paraba, se dirigía hacia el y lo tomaba en sus manos, alejándolo al tener sus brazos extendidos pero el peluche quedaba a la altura de sus ojos.

"¿…Es de Meiling?"-se pregunto por un momento, mientras lo veía con confusión.

"No…este oso fue el que compre el día que asaltaron la tienda"-afirmó.

"… ¿Por qué…compre este oso?"-se pregunto en voz alta. No importa que tan grande fuera el porcentaje de su lado femenino, estaba seguro que no hubiese comprado un oso de felpa sin razón.

"…Este oso no es para mi…"-y estaba completamente seguro de eso. ¿Qué faltaba?... ¿tendría eso que ver con lo que le había estado molestando últimamente?

Su corazón se estaba comenzando a agitar y su cabeza empezaba a doler.

"…Este oso…este oso se llama Syaoran"-poco a poco…parecía recordar, pero entre mas lo intentaba averiguar, mas insoportable el dolor se volvía, pareciera que optaría por no recordar para no sufrir mas.

"…es como la historia de Meiling…si le das un oso de felpa con tu nombre a alguien especial…esa persona te corresponderá… ¿A quien…querría yo darle algo así?..."-como si el abismo pudiera existir en un individuo, aquel vació que había dentro de si mismo parecía expandirse e incluso doler cuando preguntaba eso. Algo faltaba, algo sumamente importante.

"…Ver a este oso…duele"-uno de sus ojos comenzaba a entrecerrarse con dolor, pareciera que perdería conciencia en cualquier momento…y si eso pasaba, lo mas probable es que ellas se desharían del peluche para que la próxima vez que el abriera sus ojos, pensara que lo que había pasado no era nada mas que un sueño.

Tiro al oso por debilidad y al caer, este tumbo su cuaderno de matemáticas que había quedado sobre el escritorio cuando el pequeño lobo había acabado su tarea…y cuando ambos, peluche y cuaderno caían al suelo, el cuaderno quedaba abierto en la última página.

Con sorpresa, Syaoran podía leer lo que estaba escrito ahí en grande…escrito con su propia letra.

SAKURA

El poder que un nombre tiene es increíble, nunca lo subestimes.

Sakura…Sakura…Sakura…Sakura…Sakura…Sakura…Sakura…Sakura

Resonaba en su mente…era justo como la flor de su sueño.

Gritó con dolor, con una mano sobre su cabeza y la otra sobre su pecho. Pareciendo que arrancaría a ambos en cualquier momento por la fuerza que estaba haciendo.

De la nada, como un relámpago, una luz parecía haber tocado su ser en cuestión de segundos.

Y lo que esa luz trajo…fue la verdad.

"………Este es el oso de Sakura"-acababa de despertar del sueño que era una total mentira y todo en su mente comenzaba a recobrar orden.

Cada segundo vivido regresaba tal y como había pasado a su cabeza y corazón, inclusive podía escuchar y sentir a sus latidos alentarse y acelerarse sin siquiera ponerse su mano sobre el pecho.

Por un momento comenzó a retroceder lenta y torpemente, seguido de eso, se dejo caer sentado sobre su cama, con sus manos sobre sus rodillas que se cerraban con fuerza, casi encajando lo poco que tenia de uñas en las palmas de sus manos. Su espalda estaba agachada, con su cabeza completamente hacia abajo, viendo el suelo. La expresión que hacia su boca era una de dolor, cerrada pero aun parecía triste…y lentamente, comenzaba a cambiar en una sonrisa.

"…Dije que nada iba a remplazarte"-se decía a si mismo, pero en verdad esperaba que ella pudiera escucharlo si estaba cerca de el. Lo decía con un tono de voz indescriptible, lo decía con esa sonrisa débil que regresaba a ser una mueca triste. Decía esas palabras como si sintiera culpa…porque realmente habían logrado remplazar a Sakura con algo mas, se sentía decepcionado de si.

"… ¿Estas escuchándome?... ¿estas aquí?...como dijiste"-la voz de Syaoran al hablar era sencillamente hermosa, era triste pero honesta. Lograba hablar aun cuando todos sus sentimientos parecían tener una batalla interna y querían explotar.

"Todo este tiempo…no pude sentirme tranquilo…porque no estabas aquí. Si no te hubiera recordado…quizás hubiese pasado el resto de mi vida así"-deseaba con todas sus fuerzas que Sakura pudiera escucharlo, pues estaba dejando a sus sentimientos hablar por primera vez y quería que ella los oyera fuerte y claro.

"…Mi madre y mis hermanas…parecen actuar igual que siempre, pero…también a veces, por un momento…puedo verlas tristes. Tu presencia en esta casa…es necesaria, Sakura"-levantaba su mirada, con la esperanza en su corazón de que cuando viera al frente, ella estaría frente a el, pero no había nadie ahí. Sin embargo, no quería abandonar ese sentimiento de verdad, no quería dejarlo ir ni a la esperanza que pocos pueden sostener por más de unos minutos.

"Si nunca hubieras venido…seguiría pensando que en los árboles no hay nada mas que hojas…que este mundo acaba hasta donde mis ojos alcanzan a ver…y…creería que todos pueden encontrar algo especial, excepto yo…pero…yo encontré lo mas especial de todo…encontré a la persona mas importante en mi vida"-la sinceridad con la que hablaba podría conmover hasta las piedras. Solo quería pensar que en cualquier momento aparecería frente a el y podría sostenerla en sus brazos con fuerza y nunca dejarla ir otra vez. Porque había encontrado a su tesoro.

Minutos pasaron y nada ocurría, volvía a bajar su cabeza con dolor, gimiendo y apretando sus manos, con ocultos deseos de llorar.

¿La había perdido por siempre?... ¿Si la hubiera recordado mas pronto, hubiera solucionado algo?...

En un momento de locura y sin saber que hacer, quiso salir corriendo de su casa y buscarla por cada rincón de la ciudad pero cuando abrió la puerta de su cuarto, se había convertido en la entrada a algo extraordinario, ya no era un pasillo lo que había frente a sus ojos, si no el paraíso.

Miraba hacia atrás y veía su habitación y miraba hacia el frente, y el mundo de las hadas estaba ahí.

Atravesaba la entrada, volvía a mirar hacia atrás y su cuarto seguía ahí. Sus ojos eran más grandes que los de dos platos al ir caminando y su boca estaba ligeramente abierta en sorpresa. Las hadas le habían permitido entrar a un mundo al que nadie más que hadas podía penetrar y en la manera más peculiar, pues ya lo había experimentado una vez en vuelo extremo con Sakura. Pero ahora, solo había tenido que abrir la puerta de su cuarto para llegar ahí…era un milagro.

Caminaba por un mundo que al contrario de nuestro mundo, merecía ser llamado "Verde", no había nada que no fuese colorido, el pasto, hierbas, árboles, flores, todos tenían colores vivos y colores pasteles creando una atmósfera de ensueño.

Al pasar por un camino rodeado de colosales árboles de bellísimas magnolias, podía escuchar cientos de susurros, que casi parecía que las magnolias le hablaban.

"…Es el"

"El tesoro del cerezo"

"…Es mas apuesto de lo que pensaba"

"Cerezo tiene buen gusto, el corazón del chico es transparente"

"Pero Cerezo es tan torpe"

"Es seguro que la Reina esta tras esto"

"Claro, porque la Reina tiene una historia parecida"

"Hay que ver como le va"

"Con un corazón fuerte como el suyo, seguro saldrá bien"

"A menos que…"

Pero que entrometidas Magnolias, pero es que en el mundo de las hadas, tan vasto como era, aun así, todas y todos sabían lo que fuera.

Siguió caminando, esperando encontrarla a ella…o una señal que le diría que estaba cerca, o ¿Por qué más podría entrar a ese mundo?

Pero al final de su recorrido, una hermosísima y gigante Jacaranda se encontraba ahí, repleta hasta la más fina punta de sus ramas, de esas bellísimas pequeñas flores de color lila. En su centro se encontraba la más bella de todas sus flores…la Reina Tomoyo.

Era visible para Syaoran, porque además estaba en su cuerpo humano, sentada justo donde en el tronco las ramas comienzan a partir lados. Vestida con un hermoso atuendo blanco de fina tela, flores y una corona de hojas. Syaoran estaba perplejo, y al reaccionar en si, corría hasta quedar frente a ella.

"Lo lograste, después de todo"-le decía con suavidad, su mirada se veía tan nostálgica, también parecía como si estuviera decepcionada de si misma por haberlo llegado a dudar.

"¡Reina Tomoyo!… ¿¡Dónde esta Sakura!?"-fue la primera pregunta que le cruzo por la mente.

"Ha estado junto a ti todo este tiempo, desde que caíste inconciente. Con excepciones pues también tiene trabajo que hacer en este mundo y en el tuyo"-le decía son una sonrisa en el rostro. Syaoran abría sus ojos grandes en sorpresa y su corazón se exaltaba.

"¿Porque no he podido verla?"-preguntaba confundido y con tristeza.

"No eres su dueño, ya no puedes ver la magia…por ello no pudiste ver a mis niñas, las magnolias…y tampoco pudiste ver a Sakura mientras te veía cada noche antes de volver aquí…pero ahora puedes ver mi mundo y a mi porque yo te lo permito. Para ti, entraste a un mundo de árboles y flores…sin ver que todos estamos aquí"-le aclaraba sus dudas. Asentaba a la respuesta de la Reina, pero aun tenia otra pregunta.

"¿Sakura…esta junto a mi ahora?"-preguntaba con el corazón en la mano temblando fuertemente.

"No…hoy tenia que volar a distintos países en América. Lugares distintos y lejanos, pero ella llegara a cada uno en un cerrar de ojos. Somos rápidas. Se llevara una sorpresa y preocupara cuando se apure a llegar a tu casa para ver si estas bien y no te encuentre…siendo que ya es noche en tu mundo"-decía la Reina Tomoyo con su voz calmada y madura. Lo había olvidado por completo, a pesar de que era noche en su mundo, parecía que todavía faltaba un poco para que entrara el ocaso en el mundo de las hadas. Sus mejillas se tornaban rosas al pensar en lo mucho que se preocupaba la castaña por el.

"Si te sirve de consuelo…yo si escuche lo que tenias que decir y por eso estas aquí hoy, Syaoran"-

"¿A que te refieres?"-preguntaba confundido. Sentía algo de pena de pensar que la Reina había escuchado su confesión.

"Cuando te vi en el parque y pregunte si me conocías y dijiste que no, pensé que había perdido la esperanza…pensé que aunque no podía mostrarte a Sakura, si yo aparecía… si mi rostro podía serte un poco familiar…entonces recobraría la ilusión, pero supongo que pedí mucho…el hechizo del olvido es sumamente poderoso, nadie ha podido recordarnos por voluntad propia. Pedir que recuerdes por una persona que solo viste una vez es mucho y de todas formas, incluso pedir que recuerdes a la persona que quieres es mucho contra algo tan poderoso como la magia…pero pudiste sobrepasarla, un simple humano…pudo deshacer el hechizo…porque encontraste tu tesoro, ¿verdad?"-dijo Tomoyo, de alguna manera, Syaoran creía ver como los ojos azules de la Reina parecían volverse de cristal.

"…Se supone que Hiragizawa…era la única persona que podía recordar este mundo…eso me dijo Sakura"-recordaba Syaoran las palabras de la flor de cerezo sobre su simpático amigo.

"Ese fue mi error"-muy pequeñas lagrimas comenzaban a formarse en sus ojos y Syaoran quedaba atónito.

"…Eriol recuerda este mundo porque yo le hice desear por ello…ese fue su tercer deseo, no olvidar…y a pesar de que ese deseo parece listo…en verdad, es muy doloroso. Eriol es mi tesoro…pero al tener miedo de que sus sentimientos por mi no fueran lo suficientemente fuertes para romper la magia como tu lo hiciste…le hice desear por no olvidarme"-ponía sus manos sobre su pecho con tristeza y cerraba sus ojos al hablar…sus cejas marcando el dolor en su rostro…era la primera vez que escuchaba y veía a la Reina tan vulnerable.

"…Reina Tomoyo…si puedo saberlo… ¿Por qué es ese un deseo doloroso?"-pregunto con curiosidad, porque al escucharlo en verdad pensó que era un deseo astuto, aunque no tenia la intención de seguir viendo a la Reina sufrir así.

"Yo no tengo una segunda oportunidad Syaoran. Lo que sabia de los humanos era que eran maravillosas criaturas…con corazones increíbles pero fáciles de tornar en lo que fuera. Yo tenía miedo de que el corazón de Eriol no fuese fuerte. Cuando deseaste que todos olvidaran a Sakura, todos lo hicieron, incluso Eriol. Yo no la he olvidado, ni a ninguna de mis niñas…porque no hay forma, en que podamos olvidar algo que es parte de nosotras. Soy la Madre de las hadas y jamás olvidare a una sola de mis hijas. Pero, con los humanos es distinto…por eso tenia mucho miedo…y cuando Eriol pidió ese deseo, nuestro destino se sello. No importa que tanto lo quiera…este es mi mundo y ese el suyo, no podemos estar juntos. Puedo verlo muy pocas veces por unos momentos…y cuando eso pasa, deseo que el tiempo no exista, pero algo como eso nunca pasara. Pero hoy frente a mi, te doy una segunda oportunidad Syaoran. Salvaste a un hada nuevamente al pedir tu tercer deseo, la salvaste de ser descubierta… y ¿sabes lo que significa?, ¿no es así?"-contaba su triste historia, la Reina. Sin embargo, calmaba a su ser y una feliz y tierna sonrisa aparecía en su rostro al hacer esa pregunta. Quería darles la bendición que ella y Eriol no tenían.

"……"-lo estaba analizando…y entonces, por fin la respuesta llego a su mente.

"¿Tengo…tres deseos?"-pregunto con confusión a la Reina.

"¡Jojojo!, eso seria muy bueno, pero no. Ya tuviste tres deseos por salvar un hada y cada vez que un hada es salvada se le conceden tres deseos, el problema es que volviste a salvar a la misma hada…y ella ya no puede concederte ni uno mas…y yo tampoco puedo darte tres…pero con uno bastara"-decía alegremente la Reina, se veía tan bella cuando ese humor la rodeaba y su apariencia seguía siendo sorprendente, mas cuando su cabello jugueteaba con el viento del atardecer.

No podía creerlo, tenia un deseo mas…y sabia justo lo que quería hacer con el.

Tomando todo el coraje de su corazón, grito su deseo a los cuatro vientos.

"Porque Sakura es la persona mas importante en mi vida… ¡QUIERO QUE ESTEMOS SIEMPRE JUNTOS!"-decía con gran determinación, poniendo su mano en su pecho y sin siquiera preguntarse en que era lo que tendría que hacer la Reina para lograr algo así.

La Reina entrecerró sus ojos felizmente al escucharlo desear eso.

"No lo pudiste haber dicho mejor. No hay otra manera en que tú y Sakura puedan estar juntos, más que ambos vivan en el mismo mundo. No tengo el poder para traerte a vivir en este mundo, pero tengo el poder de mandar a Sakura al tuyo. Tendrás que esperar un poco, aun esta en el proceso"-decía la Reina Tomoyo.

"¿Qué esta en proceso?"-preguntaba con confusión. ¿Y cuanto tendría que esperar?...solo quería tenerla en ese instante con el.

"La transformación de Sakura en humana. No puede quedarse a vivir en tu mundo como hada. Lo más sorprendente es que ningún deseo la ha estado convirtiendo. Desde que te conoció, su interior comenzó a cambiar lentamente…es por eso que se ha podido enfermar y su corazón se comenzó a hacer mas pequeño, pues hay una gran diferencia entre el tamaño del corazón de un hada y el de un humano, no importa que tan diminutas nos veamos, nuestros corazón son mas grandes, pero eso no significa que sean mas buenos, no me mal interpretes, por favor…después de todo, es claro que el tamaño de las cosas no lo es todo"-decía atentamente la Reina y Syaoran quedaba boquiabierto… ¿Cómo era algo así posible?

"¿Cómo puede ser posible…eso?"-se preguntaba aunque si el fin era que ambos estuvieran juntos, no se quejaría en lo absoluto.

"En este universo si tienes el poder de creer, entonces tienes el poder de hacer todo posible"-decía ella con cariño, intentando que palabras tan simples como esas pudieran alcanzar el ser de Syaoran y compartirle algo mas de la verdad que ella sabia. Asentó a lo dicho con una sonrisa, después de conocer hadas, ya de que servia preguntarse como era que Sakura cambiaba, si incluso en su propio mundo, había mil preguntas sin resolver y la gente vivía con ello todos los días….desde la mas sencilla y primera pregunta: "¿Cómo llegamos aquí?... ¿Qué hacemos aquí?", aun sin saberlo, continuamos viviendo día a día, con ello.

"Regresa a tu mundo y espérela…y pronto la encontraras"-decía la Reina Tomoyo despidiéndose del castaño, Syaoran estaba apunto de darse la vuelta cuando otra pregunta paso por su mente.

"…Si Sakura y yo estamos juntos… ¿podrá volver aquí?"-preguntaba seriamente y la temida respuesta era dada.

"No, no podrá. Pero si es por ti, ella pagara el precio…porque su felicidad esta contigo"- respondía con dolor, pues "perder" a su mejor amiga causaba sufrimiento, pero estaba segura que si Sakura podía ser feliz, entonces ella también podía tener un poco de ese brillo de luz que la felicidad otorga.

Las mejillas del castaño enrojecían y se despedía de Tomoyo con una discreta reverencia. Aunque no era su intención en lo absoluto separar a Sakura de su mundo, si ella estaba dispuesta a hacerlo y el a tomarla sin importar en que forma…entonces, todo saldría bien.

Regresaba por el camino de magnolias, donde por un momento creyó haber visto un hada asomándose desde una flor. No estaba seguro si había sido cierto, pues Tomoyo decía que el ya no podía ver la magia…pero al mismo tiempo, ahora sabia que si el en verdad creía, entonces podía lograrlo.

Llego hasta su cuarto y con un suspiro, cerro la puerta. Al volverá a abrir, el pasillo de su casa que llevaba a los demás cuartos de la familia Li había regresado. Parecía un sueño.

Con gran felicidad se tiraba en su cama, no podía esperar al día en que el y Sakura estuvieran juntos otra vez. Recogió al peluche, se tiro de nuevo a la cama y lo abrazo con fuerza, a pesar de que lo representaba a el mismo, era el oso que había comprado para Sakura. Quería verla y decirle lo que en verdad sentía su corazón…y estar juntos siempre.

Por un irónico momento, creyó que estaba viviendo un cuento de hadas.

Los días pasaron y no podía evitar preguntarse como era que se encontrarían, había olvidado ese pequeño detalle, así que todos los días salía a pasear por la calle con la esperanza de encontrarla.

Pensando que no faltaba mucho para ese día, decidió hablar con Meiling en claro. Estaban ambos sentados en la sala, ya era de noche, cuando aunque el tenia la intención de ser quien hablara primero, Meiling se le adelanto.

"… ¿vas a decirme que encontraste a alguien?"-pregunto seriamente y aunque estaba segura que así era, no se le podía ocurrir quien.

"M-meiling… ¿Cómo supiste?"-pregunto sorprendido, ¿acaso era tan fácil de leer?

"Primero empezaste evadiéndome en una forma diferente a lo usual, pero últimamente ya no te molesta…pareces estar feliz y tu mirada se pierde en la nada y luego te vuelves a ver triste e incluso suspiras…como si pensaras en alguien…y estoy segura que no soy yo"-decía ella viéndole de frente, aguantándose todas las ganas de llorar, aunque ya no eran tan fuertes, de alguna forma, sentía que ya había pasado por eso. Las mejillas de Syaoran se ruborizaban, no estaba tan conciente de que así de fácil era darse cuenta de que alguien esta enamorado.

"…Anda, ¿no vas a decir nada?"-decía molesta, había estado esperando por ese momento y ahora el se quedaba callado.

"En verdad lo lamento…Meiling…yo…"-pero no había duda de que era un bruto para expresarse. Aunque había cambiado, de cierta forma, seguía siendo el mismo.

"Hazla feliz… ¡pero tendrás que presentármela!, ¡tengo que saber ante quien he perdido!"-le decía Meiling, intentando lucir fuerte y suprimiendo sus sentimientos, por el bien de que esa relación pudiera continuar, al menos como amigos, ella podía conformarse con algo así

."Meiling……muchas gracias"-se inclinaba ante ella, estaba sorprendido ante la fuerza que estaba mostrando y agradecía tanto que pudiera entenderlo. También estaba seguro que ella no tardaría en encontrar un chico digno de ella. Al volverle a ver a los ojos, le entregaba una mirada tierna y una sonrisa que hacían a Meiling envidiar a la chica a la que le pertenecían.

Los días transcurrieron normales después de eso, la única diferencia era que Meiling ya no se le lanzaba encima pero seguía siendo tan energética como siempre.

Aun… ¿Por qué el tiempo pasaba y no había señales de ella? Había intentado comunicarse con la Reina pero en vano, pues Tomoyo no había contestado a sus llamados.

Cinco meses habían pasado y parecía que ya no aguantaba mas, era sábado por la tarde y decidió que si iba a estar solo otro fin de semana mas, al menos quería hacerlo en un lugar agradable y se dirigió al parque que estaba cercano al hospital y a su casa. Llego y se sentó en la misma banca de siempre que tenia un árbol nada extraordinario tras de si, estaba hundido en pensamientos con su cabeza viendo al cielo…y al bajarla y ver de frente…encontró lo que tanto había estado buscando.

Su corazón exploto en ese momento.

Sakura estaba sentada bajo la sombra de un árbol que quedaba a unos metros de distancia de donde el estaba sentado. Se veía que acababa de llegar a sentarse ahí.

"¡SAK...!"-salio corriendo apunto de gritar su nombre, cuando de pronto quedo helado.

Al lado de la flor, llegaba una bella señora de cabellos largos grisáceos, un chico alto de cabello negro y…el doctor Fujitaka. Se veía justo como una familia…y no lo entendía en lo absoluto.

Quería acercarse pero tenia miedo, había esperado tanto tiempo y justo cuando la encontraba, sentía que algo lo retenía…como si algo no encajara en el rompecabezas.

¿Por qué iba a estar Sakura con esas personas?

Sin saber si la volvería a encontrar, apretando sus puños con fuerza, se dio la vuelta y regreso a casa corriendo. Anoto el día en que la había visto en el parque y decidió regresar así el siguiente sábado, así lo hizo y ahí estaba ella y su familia de nuevo.

Cada sábado iba a verla, no podía acercarse…algo le decía que cuando dijera "Sakura" ella diría "No". Su corazón se estaba rompiendo, definitivamente no era como lo había deseado. Ya dudaba de que esa niña fuera Sakura, a pesar de que lucía igual a ella.

Pasó un fin de semana más y ese día, despertó con un solo propósito:

"Voy a hablar con ella"-se dijo a si mismo y salio de casa.

Llego mas temprano esta vez y con mucha suerte, ese fin de semana solo estaba ella ahí, quizás se había adelantado al resto, pero solo estaba ella, recargada en el árbol, sentada en el césped, leyendo una revista de postres.

Lucia tan bella, no podía creer que solo hasta ahora podía pensarlo libremente.

Con valor, camino hacia esta, aunque sentía que sus piernas estaban temblando un poco, pero logro llegar hasta quedar frente a ella, cuando Sakura vio unos tenis en el suelo, levanto su mirada y lo vio a los ojos, sus mejillas se tornaron rosas y las de Syaoran también, no sabia si las de ella ardían por la misma razón que las de el, pero sentía a su corazón dar mil latidos por volverle a ver después de medio año.

Se hinco para estar a su altura, la vio con determinación y habló.

"¿Sakura?"-pregunto esperando que la respuesta fuese un si y ella gritara '¡Syaoran!' y se lanzara a sus brazos, era lo que mas quería en ese momento.

"Hoe… si, soy Kinomoto Sakura, ¿me conoces?"-pregunto ella tiernamente, aunque se veía algo intimidada por la presencia de Syaoran y tan apuesto era que la lograba sonrojar. En ese momento el castillo de ilusión parecía haber recibido pedradas de guerra y derrumbarse en pedazos. Contuvo todo lo que se demolía dentro de si, solo para responderle.

"Si, pero…si no lo recuerdas, esta bien"-le sonrió dulcemente, era una sonrisa muy dolorosa y al mismo tiempo bonita.

"Disculpa haberte molestado"-decía el lobo listo para retirarse, no entendía porque estaba pasando así, pero era seguro que eso no era lo que había deseado. Apenas se iba a levantar cuando ella le jalo de la playera pidiéndole esperar.

"Espera…no es una molestia. Hace dos meses que fui encontrada dormida en la calle, alguien del orfanato Liang me tomo y cuando desperté no recordaba nada, solo que mi nombre es Sakura, intentaron buscar a mi verdadera familia pero nadie respondió por mi, hasta que la familia Kinomoto decidió adoptarme y soy muy feliz con ellos, son personas maravillosas… pero no se que paso antes de ese día cuando desperté… ¿tu sabes quien soy?"-así que, de cierta forma, ella estaba sufriendo tanto como el. El había tenido problemas al verla remplazada en sus recuerdos…pero el lobo ni siquiera existía ya en los de la flor. Así que al volverse humana, sus recuerdos de hada habían desaparecido…y en ellos, estaba el. Tomoyo la había enviado al mundo humano confiando en los corazones de ambos, pero Syaoran no sabia eso. El solo había estado esperando al día en que aparecería en su casa o se encontrarían en la calle y dirían "¡Cuánto tiempo!" y se unirían por siempre. Pero era muy distinto a su realidad.

"No…"-fue su sola respuesta, pensaba que aun si lo explicaba, no tenia caso si ella no tenia recuerdos ya, los sentimientos que le pertenecían a el probablemente habían desaparecido con ellos. Prefería dejarla comenzar a juntar nuevos recuerdos y así una nueva vida. Sakura le miro con sorpresa y tristeza al mismo tiempo y soltaba la playera del chico con lentitud. El pequeño lobo se ponía de pie y daba dos pasos cuando de pronto su corazón le hablo al oído.

"He estado esperando por esto…por mucho tiempo. Si no lo hago ahora, quizás no lo haré nunca…tal vez me arrepienta un día…y no podré vivir con eso"-pensó sonriendo débilmente con pesar.

De la nada, se volteo de nuevo hacia la castaña, se hinco nuevamente a su altura y con sus brazos la acorralo pegándola hacia el árbol y la beso.

Un brazo lo tenia extendido pegando su mano con el árbol y el otro acariciaba el rostro de la flor. Juntaba sus labios con los de ella, tocándose suavemente como en una caricia del corazón. Suaves y tiernos, sus labios disfrutaban. Ella había tenido sus ojos abiertos en sorpresa, con sus mejillas polvoreándose naturalmente, pero como si fuera lo más normal dejarse besar por un extraño, cerró sus ojos y se dejo querer. Al separar sus labios de los de ella, veía como Sakura aun tenia sus ojos cerrados como si hubiera quedado en transe por el beso, como si estuviera deseando uno mas.

Espero a que abriera sus ojos y cuando lo hizo la miro con ternura y le dijo la verdad de sus sentimientos y de su corazón.

"Te amo, Sakura"-eso era lo que en verdad describía como sentía. No era algo tan común y aun especial como "me gustas" ni "te quiero", después de todo lo que habían pasado, estaba seguro que el la amaba mas que a nada en el mundo. Que iría hasta donde hiciera falta por ella, que haría lo que fuera si solo por un momento esa sonrisa podía ser suya.

"Eres la persona mas importante en mi vida…y esta bien si no lo recuerdas, si yo lo recuerdo, estaré bien con eso"- aunque quería creer que así era, no lo estaría completamente, su corazón se estaba desmoronando

Por un momento se quedo callada, había un muy leve sonrojo en su rostro, esas tenían que ser las palabras mas fuertes que había escuchado y mas llenas de honestidad.

El ambarino se puso de pie una vez mas, quedaba de espaldas a ella, dispuesto a irse a su casa, a tirarse sobre su cama y sinceramente…llorar.

Caminaba alejándose lentamente, aunque lo que más deseaba fuese correr y desaparecer.

Lagrimas comenzaban a salir de los ojos esmeralda de la flor de cerezo, de pronto se ponía de pie rápidamente y sin que el de ojos color ámbar se lo esperara, Sakura llegaba corriendo y lo abrazaba con fuerza por detrás.

"¡Yo también te amo, Syaoran!"-grito fuertemente mientras lloraba y lo abrazaba con fuerza. El lobo quedaba en asombro…sus ojos parecían desorbitarse y su boca que había quedado abierta ante esto…se cerraba en una gran sonrisa. Aun estando de espaldas a ella, ponía sus manos sobre las de la flor de cerezo que estaban en el pecho de este.

"¡Te hice algo muy malo, lo siento mucho!... ¡de verdad!"-decía con fuerza aun llorando, se sentía como si hubiese hecho algo horrible, aunque era totalmente sin la intención.

Quito las manos de la flor de cerezo que le sujetaban, para girarse a verle de frente. Era al menos una cabeza mas alto que ella, y era feliz de que así fuera, aunque no importaba si ella se hubiera quedado tan pequeña como su dedo pulgar, hubiese continuado siendo la persona o ser con la que quería pasar el resto de su vida. Ya no había razón de llorar, ya no la había y sin embargo veía al cerezo derramar lágrimas, no podía evitar nada pero sonreír con dulzura ante eso y secarle las lagrimas con sus dedos pulgares, suavemente tocando el rostro del cerezo.

"No has hecho nada malo, Sakura"-decía con suavidad y besaba su frente para después abrazarle y recargar su cabeza sobre la de ella. Quería quedarse así por lo que la eternidad dure.

"…Syaoran. No puedo creerlo…pero…en verdad, encontré a la persona que mas quiero y me corresponde…soy tan feliz, no tengo palabras…"-dulcemente se apegaba a el y le expresaba una parte de toda la felicidad que parecía bailar dentro de su cuerpo. Por otra parte, Syaoran nunca entendería como era que ella lo había elegido, pero supongo que siempre es así con los enamorados, amaran tanto a esa persona y la verán como si estuviera mas cerca del cielo que nadie más, que pensaran que no son suficientes para ese alguien. Aun cuando no hay nadie mas que pudiera complementarle en la vida a esa persona tan especial que uno mismo.

"……por primera vez… yo también…soy muy feliz"-escuchar palabras como esas salir de Syaoran parecía un sueño, sentía que había logrado su meta en la vida. Sus mejillas se sonrojaban y por un momento ambos se separaban para volver a encontrar sus ojos los unos con los del otro.

"Es una lastima que…ahora que tengo a la familia Kinomoto no podré quedarme a dormir contigo"-decía sonriente. Claro que estaba agradecida con la familia que la había acogido tan fácil al verla sin amparo y sin memoria, pero ella también le había tenido gran cariño a la familia Li y al varón de esta.

"Pero puedes venir a visitarme, siempre que quieras. Mi madre y mis hermanas estarán encantadas de volverte a conocer"-decía Syaoran que ahora sostenía sus manos con el cerezo.

"Y… ¿Meiling?"-preguntaba preocupada.

"Meiling también. Es la mas ansiosa en conocerte"-decía Syaoran sonriendo dulcemente, cual hacia a la cerezo sonreír sin preocupación alguna.

"… ¿Cómo es… que Meiling ha estado ansiosa en conocerme?... ¿hoe?"-se preguntaba, y cuando la respuesta llegaba a su cerebro, ambos castaños se coloreaban de rosa y rojo.

"…S-sera posible…que…Meiling sepa que yo…"-decía viendo al ambarino con nerviosismo y el lobo rojísimo asentaba tragando saliva. Si, el ya le había dicho a Meiling que estaba enamorado de Sakura.

"A-así que el resto de mi familia también lo sabe. N-no han dejado de preguntar quien eres…y"-tenia su mirada en el piso, parecía de nuevo ese niño torpe para hablar y de buenos sentimientos, que se ponía nervioso con cualquier tema respecto a los sentimientos.

"¡Me encantas!"-se le lanzo encima casi tumbándolo al piso, este la atrapaba en brazos, correspondiendo el abrazo y toda la gente se tornaba a mirar. Ambas aves de amor se volvían a ruborizar. Vaya, pero si eran bastante buenos en eso.

Cuando todos regresaban a sus asuntos, ellos también.

"Estemos juntos desde hoy en adelante, Syaoran"-proponía Sakura, eso era casi como decir "cásate conmigo", ya que ambas propuestas comparten el mismo significado…y Syaoran sin dudarlo ni un poco aceptaba.

"Por siempre"-decía el y aun teniéndola en brazos, le daba un beso mas, lleno de amor que la castaña correspondía con facilidad. Se separaban y se besaban otra vez, parecía un cuento sin acabar.

Todo de el le encantaba. Desde su cabello rebelde y actitud seria, hasta sus abrazos que parecían ser el abrigo más calido para invierno y sus besos que la derretían, incluso su confusión por sus sentimientos y su valentía. Después de todo, son todas las cosas buenas y malas de una persona, lo que la forman y solo la persona que pueda aprender a amar ambas partes, sera la indicada. El también amaba todo de ella, la manera en que reía, la manera en que se levantaba tarde, la manera en que no entendía y la manera en que lo quería…todo.

Aceptaría absolutamente todo lo que decir algo como "Estemos juntos siempre" trajera, lucharía contra cada problema y lo afrontaría solo para poder continuar viviendo la felicidad.

En otra parte del parque, dos personas les observaban.

"Me tarde un poco, pero pude recordarla…no es muy fácil olvidar el corazón de Sakura"-decía Eriol quien estaba sentado en un columpio hablándole a Tomoyo quien estaba meciéndose lentamente en el columpio de su lado izquierdo.

"Tienes razón"-aceptaba Tomoyo sonriendo con dulzura.

"Quizás con el tiempo, la familia de Li también llegue a recordarla. Pero aunque no lo hicieran…se divertirán volviéndola a conocer"-decía Eriol con ternura, ambos parecían estar bien encariñados con la flor de cerezo y con hacerla feliz.

"¡Por supuesto!...después de todo, sera la futura prometida de Syaoran"-decía Tomoyo alegremente y tomaba la mano de Eriol, sosteniéndose dulcemente mientras se mecían.

"¿Ahora puedes ver el futuro?"-preguntaba Hiragizawa en juego.

"No hace falta, es tan claro como el agua…solo míralos, para esta hora mañana, Sakura ya estará pedida en matrimonio, ¡jojojojo!"-

"Aunque aun falte un largo camino para que estén frente al altar…tienes razón, quizás desde mañana estarán esperando a que ese día este frente a ellos. ¿Quieres esperar conmigo?, Tomoyo"-tan elocuente como siempre, las palabras le venían como anillo al dedo, al contrario del ambarino. Las mejillas de la Reina se pintaron rosadas y asentó con la cabeza felizmente diciendo "si".

Era doloroso y hermoso al mismo tiempo.

Aquel que quiere amar, debe estar dispuesto a sufrir. Sin querer decir que el amor es sufrimiento, porque el amor lo es todo. Felicidad y tristeza, el amor esta lleno de contrastes que parecemos siempre olvidar y querer optar la idea de que el amor es felicidad entera, que solo hay risas y que si llega a doler, entonces no queremos algo así. Por eso, los pocos que pueden tomar el sufrimiento y la felicidad juntos por la persona que aman, merecen de verdad ser admirados. Puedes haber conocido a más de mil personas en lo largo de tu vida y al final solo habrá pocas que podrán haber visto tu corazón de verdad, que lo habrán abrazado con fuerza viendo como incluso su lado negro pareciendo horrible para cualquiera, ante los ojos del que ama, blanco y negro siguen siendo igual de bellos. El amor puede desafiar hasta la ley más lógica y seguir a la más insana. Nunca lo cuestiones y nunca lo tomes a la ligera. Es un sentimiento que nadie jamás terminara de entender, porque solo intentarlo es una locura.

Ellos dos se amaban más que nada en el mundo…y ya no importaba que fuerza superior les quitara sus memorias, se volverían a recordar y si no, se volverían a conocer y a enamorar y podrían seguir así por siempre.

El ocaso llegaba llenando al cielo de matices de rojo impresionantes, creando una tranquila atmósfera para los dos enamorados que ahora estaban acostados sobre el césped, juntos, sosteniendo sus manos, mirando al cielo. Alguna gente los veía y sentía envidia, porque ambos emanaban sentimientos puros de si mismos, que la gente quería contagiarse de ellos.

"…Oye, Syaoran…ahora que soy humana… ¿cuando pase el tiempo comenzare a crecer y verme grande, verdad?...a-aun si me lleno de arrugas, ¿Seguirás conmigo?"-preguntaba inocentemente la flor de cerezo, girando su rostro hacia el, mostrándole su preocupación en el rostro. Para su mayor sorpresa, Syaoran soltaba una risa y en ese momento parecía que el paraíso había venido a la tierra, era la primera vez que lo veía así, había sido una muy leve, pero había parecido mas mágica que todas las hadas juntas.

"Yo también creceré…y cuando sea viejo también tendré arrugas…pero, te seguiría queriendo aun si tuvieras una verruga en la nariz…mientras sigas siendo tú"- se giraba hacia ella y ambos con sus rostros tan juntos se contemplaban. La respuesta del ambarino la hacia ruborizarse y entender perfectamente que el físico no era nada.

"¡Yo también…aun si Syaoran fuera calvo y sin dientes, te seguiría queriendo igual!"-pero que lindas formas de compararse, causaba gracia en ambos y sonreían juntos.

"…Gracias"-respondía Syaoran y aun ambos acostados se abrazaban con dulzura.

Los niños que jugueteaban por el parque les comenzaban a hacer burla y Syaoran lanzaba mirada fulminante que los enviaba despavoridos a correr a sus casas.

El día acabo así, cuando notaron que ya era tarde, Sakura le dijo al lobo que tenia que volver a casa o se preocuparían por ella, pero Syaoran insistió en acompañarla a su nueva casa, como ya estaba oscuro, le daba miedo que cualquier cosa fuera a pasarle. Al llegar a la residencia Kinomoto, fue invitado a quedarse a cenar por la familia, pues se había presentado como el nuevo amigo de Sakura. Vaya sorpresa que se llevarían los Kinomoto cuando con el tiempo este pidiera la mano de su hija. A la semana siguiente Syaoran la presento de nuevo con su familia y fue acogida con el doble de cariño por todas y presentada oficialmente como Kinomoto Sakura, la prometida del joven Li Syaoran. A Meiling no le cabía duda que había perdido contra una rival muy fuerte.

Todo era tan calido, que le era imposible pensar que no vivía un sueño.

Si en verdad deseas algo como un sueño volviéndose realidad, entonces lucha por el, hasta que ya no puedas mas, se persistente y se fuerte, sabiendo que la fuerza no esta en dejar que el mundo te caiga en la espalda, si no en poder ser uno mismo y aceptar todas las consecuencias que eso traiga. Lentamente, todos intentamos llegar a ese punto.

Sueña…y la puerta se abrirá.

FIN

Magdalia Daidouji: ¡MIS PIERNAS SE ENTUMIERON! XD ¡dios santísimo!, cuando me levanté de la silla, al tratar de dar un paso, ¡me caí!...jajajaja y me levanté de nuevo, camine unos pasos ¡y me volví a caer!

Ahora si, agarrense

¡¡ ACABE!! DIOS SANTISIMO, JESUCRITO, VIRGENSITA, VIRGENSITA DE GUADALUPE, VIRGEN DEL CHORRILLLO Y DE LO QUE QUIERAN, ¡ACABE!, ¡CHINGADO, SOY FELIZ!

Jajajajaja disculpen mis malos modos XD pero sin importar que tan caca haya salido este capitulo, así fue originalmente planeado, antes que el principio, fue el final de esta historia el que vino a mi mente y tenerlo guardado por tanto tiempo y por fin dejarlo salir fue un placer enorme.

Lamento TANTO si los decepcione, tal vez falle al mostrarlo como pasaba en mi mente, no es algo súper increíble, y probablemente si es muy popo, pero bueno, ya que, véanlo de esta forma, XD al menos no pagan por leerlo jajaja XD, pfffff que triste suena eso, lo lamento mucho de nuevo para quienes fue decepcionante.

Pido de nuevo disculpas, mi tono al escribir y hablar es bastante directo y rudo, de alguna manera parece que estoy enojada y cuando escribo en mis historias parece que soy Magdalia suprema conocedora de la verdad, pero NO, no intento decir que tal cosa es tal cosa y que solo así puede ser porque yo digo. No, esa no es mi intención. Si escribo con tono de afirmación es porque he aprendido de tres grandes maestros, que en cualquier cosa que estas escribiendo para los demás, cualquier enunciado que hagas en el que estés expresando tus ideas, tienes que hablar sin hacer dudar a tus lectores de lo que estas diciendo. Y yo creo que es verdad, así que aunque escribo siendo honesta en las cosas que yo creo, no tiene que ser así para nadie mas, si es algo que compartimos, entonces que gusto, pero si no, todo esta bien, no creo que lo que tu pienses este mal ni nada, después de todo, yo creo que cada quien tiene su propia verdad. Respeto sus ideas, por favor, respeten las mías, por mas estupidas e ignorantes que les parezcan XD

Notas sobre el fic:

Si, Syaoran olvido a Sakura y luego esta a el, pero se recordaron VIVA MI IMAGINACION JAJAJAJA –falla en la vida-

-Si, la familia de Syaoran la olvido y Eriol también, solo que Eriol es chido y la recordó

-No, Tomoyo no es madre de Sakura ni de nadie, es un titulo para mi…porque yo asocio la palabra "Reina" con "madre"…l se que Reina no se escribe con mayúsculas, es solo que, jajaja lo hace ver importante y chido. –es estupida-

-Si, Fujitaka el doctor que la atendió término adoptándola después porque no hay mejor papi para Sakura.

-Si, Syaoran pidió la mano de Sakura, y la presento como su prometida ante su familia y todos celebraron porque son chidos –

-Haleiza Mazani (Jaleiza Mazani) esta dicho en el idioma de las hadas…que me invente para la historia. Significa…lo que tu creas que le dijo a Syaoran n.n…yo se lo que le dijo jajaja pero bueno, seria bueno que dejara algo a la imaginación de ustedes.

Y SOLO PORQUE A LAS 4:30 DE LA MAÑANA NO HAY NADA MEJOR QUE HACER XD….(QUE HORRIBLES HORAS DE DORMIR TENGO XD)

Mini- Epilogo

Solo Tres Deseos

Historia por: Magdalia Daidouji

Personajes propiedad de: CLAMP

Diez años después.

Hacia un año que se habían casado y ahora vivían juntos en una modesta pero bonita casa que la señora Yelan, el señor Fujitaka y la señora Nadeshiko les habían obsequiado como regalo de bodas, aunque ambos castaños insistieron en pagar de regreso.

Desde que era humana y tenia familia, se había metido a estudiar y era feliz con su conocimiento que cada vez se ampliaba mas, trabajaba como maestra de pre-escolar, pero incluso ahora había cosas que se le hacían desconocidas.

Daba una y otra vuelta por su sala, caminando lentamente porque se sentía pesada, de alguna manera, su vientre y estomago parecían crecer.

"… ¿Cómo debería decirle a Syaoran?..."-decía son su mirada preocupada viendo a la nada, sin esperarlo, Syaoran que venia entrando a la sala la había escuchado.

"... ¿decirme que?"-preguntaba con inocencia. Eran adultos que estaban cerca de pisar los treinta años y aun había un aura de niños que les rodeaba. Ambos solo habían conseguido volverse más bellos con el tiempo.

"… ¡S-Syaoran!"-se asustaba y sus mejillas se coloreaban cuando el lobo caminaba hacia ella con confianza, ponía sus manos sobre los hombros de su esposa y con una sonrisa le pedía responder.

"¿Qué pasa?"-

Tenia que saberlo. Era ahora o nunca…me corrijo, era ahora o en nueve meses.

"¡U-Um, Um...!... ¡VAMOS….Vamos a tener un bebe!"-casi iba a gritárselo a la cara pero cuando la palabra "bebe" salía, su rostro se cambiaba a uno sonriente y le veía con esperanza. Por un momento, Syaoran quedaba inmóvil…y un gesto cómico de sorpresa se dibujaba en su rostro.

"¿N-No quieres?"-pregunto con tristeza, su cabeza mostrándose cabizbaja. Syaoran negó con su cabeza y le sonrió tiernamente. Iba a ser padre…del hijo de la mujer que amaba, no había mejor sentimiento que ese en ese momento.

"Bienvenido"-se agacho a la altura del abdomen de Sakura y beso su estomago con dulzura mientras le susurraba a su hijo que ya podía sentirse en casa.

Sakura sonrió agradecida y rezo por que los días pudieran seguir siempre así, llenos de sorpresa y amor.

Nueve meses llenos de consentimientos de Syaoran hacia Sakura y de regalos y apoyo de la familia Kinomoto y Li, nueve largos meses de espera se habían ido como primavera arrasando con el invierno, y en la mañana del primero de abril, Sakura dio a luz a un varón.

Fin

Magdalia Daidouji: ¡Ajajaja!, por eso era Mini-epilogo XD…si no les gusto, con mucho gusto pueden ignorarlo XD. De nuevo me disculpo.

Muchas gracias a todos por el apoyo que me brindaron mientras estuve en y a los que me lo han brindado aun fuera de el, soy una persona muy feliz de verdad. Si, comencé a escribir esto con el corazón roto pero al terminar de escribir ya me sentía feliz, porque logre terminar algo de lo que empecé. Es algo que es muy querido para mí y que estoy agradecida de que haya sido acogido bien por ustedes. Después de un año, tal vez esperaban algo mucho mejor, aunque seguro la mayoría no esperaba ya nada, un año es mucho tiempo, pero yo quería acabar esto, sin importar cuanto tiempo pasara…pero el momento llego y lo hice y hoy le digo adiós a mi mas querido fic. Adiós Solo Tres Deseos, fue bastante lindo escribirte, me ayudaste a conocer mas personas y a apreciar muchas cosas y darme cuenta de otras…incluso a iniciar un proyecto que nunca pensé que pasaría con uno de mis fics. Muchas gracias Nagu por haber querido dibujar esta historia, no sabes lo feliz que me hace. Muchas gracias a quien este leyendo por haber gastado su tiempo en esto…y de nuevo, perdóname si te decepcione pero no voy a cambiar nada de lo que escribí por el valor que tiene para mi, por eso, lo siento mucho.

¡Muchas Gracias A TODOS!

Nos Vemos

Magdalia Daidouji