Amigas y amigos míos, llevaba dándole vueltas a la cabeza a mi fic acerca de Vegeta y Bulma (La historia de amor de Vegeta y Bulma). Alguien me dejó un review recientemente en el que me indicaba que le parecía el mejor que había leido, y le agradezco enormemente su elogio, pero después de releerlo, personalmente no me terminó de convencer como quedó. Quizás sea porque fue una de las primeras cosas que escribí, o quizás porque maduré algunas ideas más profundas de esos personajes después de escribir algunos otros Fics, no se cual es la razón, pero quise escribir un Fic en el que las situaciones fuesen más realistas. ¿Por qué una relación de 13 años se rompe?. ¿Realmente Yamcha era infiel y Bulma encontró consuelo en cierto saiyajin?. ¿Por qué Bulma se quedó embarazada cuando hay tantos métidos anticonceptivos?. Las cosas no siempre son tan sencillas. No se cuantos capítulos me llevará este fic, pero si se que no voy a escatimar detalles, que voy a entrar en la mente de los personajes y os aviso de antemano, que van a haber lemons, así que si algún menor de edad está leyendo esto, debeis cerrar la página de inmediato.

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SEDUCCION FATAL

El espejo de la habitación reflejaba traviesamente la figura de dos amantes entrelazados. Los gemidos inundaron la habitación abrigada por la tenue iluminación de la luna. El azul de un pelo revuelto sostenido por las manos rudas del guerrero martilleaba contra las sábanas agitadas rítmicamente.

- Mas fuerte, más... más... - En la cabeza de Bulma estaba su última fantasía. Era un compañero de Yamcha que jugaba en su mismo equipo, tenía esa mirada penetrante, ese aire de 'chico malo' que encandilaba... - Dame más... - Yamcha apretó su cuerpo contra el suyo sin poder contener la excitación que aquellos susurros en su oido habían desatado, estallando en su interior con un gemido de placer.

Sus cuerpos rodaron sobre la cama aún agitados. - Te amo. - Intercambiaron una mirada amorosa.

- Te amo. - Bulma acarició su abdomen duro. - Jajajaja, Estate quieta, me haces cosquillas... - Una sombra de la decepción surcó su alma, pero apartó su mano de él.

Nunca pudo comprender qué clase de trauma tenía con las mujeres, las caricias, los besos... - Yamcha. Bésame. -

- Oh amor... claro. - Su beso casto apenas calentó los labios de su amante. Un beso de un segundo de duración. Su beso típico.

- Quiero un beso más apasionado. - Era una petición imperativa, lo quería, lo deseaba, se moría por ese beso, lo necesitaba tanto como respirar. Lo ansiaba con tal magnitud de deseo que si no lo obtenía sentía que su interior iba a arder autocombustionandose.

- Oh vamos... Bulma... deja que respire un poco, luego si quieres... podemos hacer algunas travesuras más, de esta vez no te escapas... - Su mirada era pícara, y Bulma sabía que no mentía en su promesa de una repetición. Había días que podrían hacer el amor 7 veces. - Muy pronto tendremos un niñito dando vueltas a nuestro alrededor... -

Bulma se levantó y fue a su laboratorio sin mediar más palabras. Aquella afirmación le había dolido en el alma. Llevaban meses sin tomar medidas anticonceptivas, pero ella no se quedaba embarazada de ninguna manera. Era decepcionante, pero Yamcha no iría así como así al médico a ver si le pasaba algo, y Bulma tenía algo de miedo de que le dijeran que era esteril, que no podría tener hijos. Un suspiro de angustia asoló su pecho. Habían sido ocho meses de búsqueda, alguien le dijo que cuando se desea demasiado tener hijos, muchas mujeres se obsesionan y acaban por no quedarse embarazadas debido al nerviosismo. ¿Estaba ella obsesionada?. Era una pregunta estúpida. Los últimos 8 meses había pensado que tenía todos los síntomas del embarazo, cada més habría ido a comprar varios test de embarazo de sensibilidad extrema. Pero en todos la presencia del blanco nacarado asolaba por completo sus esperanzas de maternidad. Era tan triste, tan injusto. ¿Por qué hay tantas mujeres que se quedan embarazadas sin buscarlo, y ella que tanto lo desea apenas... no puede?. Incluso tenía pensado el nombre. Si era un niño se llamaría Trunks, si era una niña Bra. Imaginaba cómo serían, había preguntado a Yamcha por las características físicas de sus padres para detemrinar como podrían salir los niños. ¿Tendría los ojos azules o bien marrones?. ¿Su pelo sería azul como el de ella y el de su padre, sería rubio como el de su madre, o bien negro?. Pero no, ¿para qué hacerse ilusiones?. Lo mejor era aceptarlo, seguramente algo estaba mal en ella, seguramente no podía tener hijos, de lo contrario ya se hubiera quedado embarazada.

No mucha gente sabía de sus propósitos de maternidad, ni siquiera los amigos más cercanos, pero se veía venir que después de 13 años de relación, se desease formar una familia. Bulma y Yamcha no estaban casados, en realidad ¿para qué casarse?. Para una mujer como ella, que era la heredera de la fortuna más grande del planeta, una boda tradicional sólo sirve para complicaciones legales, tendrían que firmar un acuerdo prematrimonial, solicitar la separación de bienes, etc. Un lío que no tenía ganas de soportar por el momento... quizás más adelante... Para yamcha tampoco era sencillo, estaba siempre tan ocupado con su profesión de deportista de élite en el mejor equipo de Baseball de Japón, que era complicado encontrar fecha para la boda. Además, hacía como modelo para una firma de perfume, y en su contrato le habían solicitado expresamente no contraer matrimonio mientras durase su representación. Era lógico, aunque su relación con la heredera de la Corporación Capsula fuera se sobra conocida, tenía una retahila de fans dispuestas a invertir grandes sumas de dinero en cualquier cosa que él anunciase. Si se casaba, los beneficios de la firma descenderían y su contrato quedaría restricto. Lo que no decía el contrato era nada acerca de tener hijos así que, ¿por qué no?.

Bulma se miró en el espejo aún estaba enojada por la escenita del beso. Necesitaba despejar su mente. Esta vez sus fantasías retorcidas no la habían conducido al orgasmo. Una parte de su mente se preguntaba si era su problema. ¿Acaso ella no podía gozar de una relación plena con su pareja sin autoestimularse al mismo tiempo?. Tenía un problema serio a nivel sexual, si quería alcanzar el orgasmo tenía que recurrir a la estimulación manual mientras hacía el amor, cuando no, a fantasear acerca de situaciones bizarras. ¿Qué estaba mal en su interior?.

¿Por qué no podía ser tan descomplicada como lo eran sus padres?. Les envidiaba, todo era tan sencillo para ellos. Llevaban juntos una eternidad, inseparables, jamás les había escuchado discutir, jamás un problema. Bueno en realidad, con un padre como el suyo, ¿qué mujer iba a tener problemas?. Cualquier cosa que su madre sugiriera, el aceptaría con un 'lo que tu quieras querida', mientras daba una caladita de su cigarro y terminaba de ajustar algunas tuercas de una invención suya. Muchas veces se cuestionaba cómo su madre soportaba esa rutina, y esa forma de ser de su padre tan despegada. Pero a la mujer de cabellos rubios le parecía divertido incluso que su 'despistado científico' se hubiera olvidado del día de su boda. Si, contaba la historia a sus conocidos tantas veces que era enfermizo. Bulma casi podía repetir sus frases textualmente.

"Oh, queridaaa, eso no es nada, mi marido es tan despistado que el día de nuestra boda se olvidó por completo y se quedó trabajando en un proyecto hasta que fueron a buscarle a su laboratorio todo preocupados pensando que le había llegado a suceder algo malo... jajajaj El pobre vino corriendo y... jajaja"

Arrggg, sus padres eran terribles. Pero eran tal para cual. Cada media naranja encaja con una y cuando lo hacen se complementan. Sus padres eran tan diferentes entre sí como lo podrían ser Yamcha y Bulma, pero sus caracteres era totalmente dispares en comparación con ellos. Definitivamente Bulma no era como su madre, jamás lo sería, y además, aborrecería serlo. Y el doctor Brief no era como Yamcha, por suerte.

- Todo es tan complicado en mi vida. - Bulma se sentó delante de una de sus invenciones, la cajetilla de cigarros de su padre estaba sobre la mesa, cais se sintió tentada de probar uno, pero no, fumar no era bueno para sus propósitos de ser madre así que no fumaría. Aunque era ironico que habían tantas mujeres que fumaban y se quedaban embarazadas igual. - ARGGG. - La peliazul se dió una palmada en la frente. - Deja de pensar en eso... - Se regañó a si misma en voz alta.

De nuevo la imagen mental del compañero de equipo de Yamcha atravesó la mente de Bulma. - ¿Qué estoy pensando?. Ay, Dios mio... - La culpabilidad cruzaba su mente a la par que una leve excitación, la excitación del juego de la seducción.

Ya no era una niña con 16 años a la que todo le parecía increible, ya no era una jovencita impresionable, era una mujer hecha y derecha, con 29 años, y... y con unos deseos enormes de descubrir un mundo de sensaciones que por más que se esforzaba en evocar en su novio, no lograba encontrar. - ¿Por qué?. - De nuevo esa pregunta retórica que no tenía solución. ¿Por qué estaba ella al lado de un hombre que no la satisfacía en la cama cuando podría tener a quien quisiera?. Lo más triste de todo era que Bulma jamás había estado intimamente con nadie que no fuera Yamcha, y eso era un cierto drama añadido. ¿Era yamcha buen amante, o es que ella era demasiado ardiente o estrabagante en sus gustos?. Cuánto había guerreado para convencer a Yamcha de atarla a la cama y jugar a uno de esos juegos de dominación tan excitantes... pero no, él no quería jugar a esas cosas, decía que no era necesario, que él hacía el amor y que eso eran cosas sucias. Quizás era ella la que tenía un problema...

¿Por qué estaba con Yamcha?. La respuesta era compleja. Por un lado era ese miedo atroz a la soledad. Ella era tan inteligente, era tan intrépida y hermosa, y a la vez tan dominante, que los hombres la temían. No hay nada que a un hombre le de más miedo que una mujer exitosa, inteligente, insuperable... y con un caracter fuerte. Toda su vida se había esforzado en ocultar su lado intelectual detrás de un aspecto cuidado, detrás de un vestuario sexy, provocativo... Demostrar que una cosa podía ir acompañada de la otra. Luego estaban los cazadores de fortuna. ¿Y si dejaba a Yamcha y se le acercaba uno de esos tipos dispuestos a hacer o decir lo que fuera con tal de casarla?. Así como ella era inteligente en cuanto a las cuestiones científicas, en las relaciones humanas, era bien confiada, no tanto como para ser una ingenua, pero lo suficiente como para tener miedo de enamorarse de la persona incorrecta. Por otro lado estaba su estatura. No era exageradamente alta, pero con su 1.75, la lista de candidatos quedaba reducida a 'sólo chicos altos'. No, si hubiera algo que a ella le repugnase sería verse como pareja de un enanito. A una mujer con su caracter le gustaba sentirse protegida, cuidada, gobernada por un cuerpo robusto y grande como el de su 'ladrón del desierto'. Y luego estaba esa estúpida apuesta que hizo en el colegio cuando tenía 16 años. Aquella niña estúpida le dijo que jamás tendría un novio guapo, que acabaría casada con un cuatro ojos científico, feo y poca cosa. Por eso se marchó de casa para conseguir su deseo a las Dragon Ball. Se apostó con aquella niñata que en menos de un año tendría el novio más guapo que jamás se pudiera imaginar. JA. Y valla si lo consiguió. - Aún debe estar rabiando cuando ve el anuncio de perfumes en el que sale Yamcha. - Bulma sonrió triunfantemente. Ella tenía su novio guapo, era lo que deseaba y lo había logrado. Su prestigio social del brazo de un caballero tan apuesto estaba totalmente asentado. Todo lo que se había propuesto en la vida lo había conseguido salvo dos cosas: quedarse embarazada y hacer que su novio fuera más 'a su gusto' en la cuestión sexual. Por lo demás era feliz. Yamcha era un buen muchacho, la amaba, de eso no tenía dudas y ella también le amaba. No, no iba a tirar por la borda tantos años de relación, aunque le costase, esos problemas eran solucionables, apenas tenía que esforzarse para cambiar un poco las visagras oxidadas de su cerebro... corromperle un pelín hacia su onda algo más... exuberante, y lo otro, ya llegaría si Dios quiere. Con una sonrisa salió del laboratorio y volvió a la cama.

Yamcha la recibió con su mirada pícara de antes, y volvieron a hacer el amor bajo la luz de la luna.

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Su mundo se rompió ese día, cuando Goku fue a verla, con las ropas ensangrentadas aún y una mirada fija indescriptible. Y él no estaba. Bulma entendió enseguida pero no quiso creerlo. - ¿Yamcha?. -

Goku tenía esa expresión conmovedora. - ¿DONDE ESTA?. - Bulma le sostuvo del traje harapiento sin percatarse de que estaba seriamente herido y él se desplomó en el suelo.

- Le resucitaremos con las Bolas de Dragon de Namek. - Esa frase fue el principio del fin de su relación. Murió, y algo dentro de ella murió también al probar esa soledad que tanto la aterraba. Quizás por eso tomó la decisión de ir ella misma a Namek. No podía soportar quedarse sóla, simplemente no podía, era demasiado terrible.

Pero algo la sorprendió de sí misma y es que por más que ella se repitiera que lo amaba, su muerte, en sí, no la afectó tanto como penso que lo haría. Sus ojos vagaban en los cuerpos de otros hombres con una frivolidad que asustaba. ¿Por qué ella era así de complicada?. ¿Es que no era capaz de amar verdaderamente a alguien?.

Y luego vino el punto de gracia, su frivolidad alzaprimada al infinito, cuando le vió resucitado junto a los namekianos, ese hombre que la había aterrorizado en Namek, ese asesino del ejército de Freezer, con esa pose desorientada y esa rudeza. Algo en su interior le envió una descarga eléctrica de placer. Era un atractivo casi bestial a pesar de ser apenas de su misma estatura, pero tenía esos hombros anchos, esos músculos perfectos, ese cuerpo perfectamente proporcionado. - Eh pequeño, si quieres puedes venir a vivir a mi casa, pero no te hagas ilusiones... no quieras enamorarte de una chica tan bonita como yo, ¿eh?. -

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