Disclaimer: Los personajes de esta historia; casi en su mayoría, fueron desarrollados por una escritora llamada Joanne Rowling. Tengo una enorme necesidad de entrega para dos de ellos; por la gran alegría, satisfacción y amor que me dan todos los días desde hace años; por eso escribo esta historia. No gano dinero; ni tampoco intento ganarlo. Mi cuota de trabajo cumplido es entregar un cheque de sonrisas a cada uno de ustedes, en la medida que esto sea posible. Por cierto; no olvidemos la Warner, que sigue mi –y nuestros- pasos.

Notas de Laura: La imaginación viene y se va; así como los minutos se transforman en horas. Realmente muchas veces tengo inagotables ganas de escribir; sin embargo, cuando abro la hoja en blanco, todo se nubla, se vuelve confuso y cierro la ventana con un poco de frustración y otro poco de decepción. Siempre me dedico a escribir one-shot, me resultan más fáciles de llevar; y no tengo que actualizarlos, pero este fic me ha dado muchas emociones y satisfacciones al escribirlo; por lo que: lamento la demora pero, lamentablemente, no se librarán tan fácilmente de mí. Capítulo dedicado a todos los que creen en el amor verdadero; y especialmente a Glendy, por su cumpleaños. Gracias por tu amistad, que cumplas mucho más y que esos deseos se cumplan. Ya sabes con qué debes soñar. Que cumplas muchísimos más, y que seas muy, muy, pero muy, feliz. Por otro lado; los que esperaban que Gula se refiera a la comida, pues cierren esta página ahora mismo. Sino, te invito a leer.

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Pecados

Capítulo V

"El que cae en las tentaciones de la gula, no sólo quiere consumir comida. Quiere, de alguna manera, ingerir todo el universo. Asimilar, hacer suyo, todo lo exterior."

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Gula

Nada.

Por unos cuantos minutos eso fue lo que se pudo oír. Ni respiraciones, ni movimientos; ni siquiera el juguetón viento haciendo danzar algún objeto liviano. Todo encajaba perfectamente bien en una dimensión desconocida; en la cual no existían las agujas del reloj, y sólo bastaba un mínimo acorde para hacer estallar la enfática tensión que había en aquella habitación iluminada por el débil foco y la luz nocturna.

Parecía que Hermione había permanecido en la misma posición por horas; y aún estaba de espaldas a Harry, el cual mantenía cerrados los ojos; acobardado más que nunca en su vida, a la espera de una respuesta – o un mínimo vestigio- que le confirmen que había sido él quien había hablado.

Y había dicho eso.

El mismísimo Harry sabía que aguardar los momentos, crear climas románticos y declararse adecuadamente no eran cosas muy ligadas a su personalidad. ¿Pero qué diablos se supone que debes decirle a la chica que te conoce más de la mitad de tu vida y poco a poco se ha ido transformando en una extensión de tu cuerpo?

Pero por mil demonios; necesitaba una respuesta.

Sea afirmativa o…afirmativa; no se había detenido a pensar en todo lo que perdería si fuese negativa. O si lo había hecho, pero no con absoluta parsimonia.

Y ahí estaba, como un equilibrista a la cima de los edificios más altos; traspasando el espacio que separaba el abismo; sin saber si caería o llegaría sano y salvo a buen puerto.

"A veces es bueno arriesgar; nunca sabes los resultados hasta que no lo haces" – susurró la conocida voz de su conciencia; haciendo acto de aparición tan inesperadamente que a Harry le zumbaron los oídos cuando se quebró el silencio, al menos para él.

Fue ese el preciso instante; en el cual –en la misma fracción de segundo- Hermione volteó y Harry abrió lentamente los ojos.

Allí estaba, frente a él y a la vez tan lejos.

Hermione se mostraba firme pero su rostro no podía definirse más que impasible. Y Harry vio lo peor avanzar hacia él como una fiera indomable; desgarrándole el pecho, agrietándole la respiración.

"Ella te mandará lejos, no habla, no sonríe, no te ama" – susurró la voz, y Harry apretó los puños lentamente, esperando encontrar en este gesto algo de fuerza que le permita no desvanecerse ahí mismo. El latido en sus sientes había aumentado estrepitosamente, notaba su rostro palidecer y su garganta secarse por completo; impidiéndole, al menos, balbucear o pasar saliva con normalidad.

Hermione se llevó el dedo índice a la boca, haciendo que recorra con lentitud su labio inferior a modo de caricia. Harry entendió que ella estaba pensando; y por un momento, no quiso saber si tenía una respuesta, o si solamente hacía aquello para quitar la incomodidad entre ellos.

-¿Qué has dicho?- balbuceó tan débilmente Hermione; que incluso ella pensó que no había hablado, su voz completamente lejana.

Harry sintió al mundo bajarse de sus hombros para aflojar la presión. Pero, insólitamente, no podía creer lo que estaba sucediendo. ¿Ella no lo había escuchado?; eso sinceramente era el peor chiste de la noche, por lo que no puedo evitar lanzar un ronco rugido enfatizando la frustración.

Se suponía que el tendría que preferir que no lo haya entendido, sin embargo ahora, y luego de experimentar la sensación de estar al borde del precipicio, parecía que hubiese retrocedido, tan sólo para volver a comenzar.

-¿Acaso no me has oído?- dijo claramente, a pesar de que su dicción era inconstante. Ella por primera vez dio un paso hacia atrás; parecía aturdida.

-No…si,..Bueno…verás…no…si…- intentó Hermione. Harry enarcó una ceja; era seguro que ellos se entendían de manera sobrenatural pero, evidentemente, ese no era el caso.

Ella pasó saliva y tomó una gran bocanada de aire tratando de poder expresarse mejor, a medida que recargaba su cuerpo contra un pequeño espacio de pared entre el marco de la puerta –entreabierta- y el armario.

-Sí te he escuchado; pero ¿eso quiere decir lo que quiere decir o qué quiere decir?- el oír la palabra "decir" tan reiterativamente y a la velocidad descomunal que Hermione había empleado en la pregunta, hizo que, en ese instante, Harry entienda menos que antes la situación.

-¿Cómo lo interpretas tú?- indagó él, cosa que no pareció muy acertada debido a que Hermione puso por unos momentos los ojos en blanco.

-Mejor dime lo que quisiste decir- retrucó ella.

Esa era la conversación más estúpida que habían tenido jamás, descontando la vez que Ron se empeñó a hablar de las posibles flatulencias que podría tener el Calamar Gigante, y los inconvenientes que Hogwarts sortearía con esos mini-tsunami.

Harry no pudo evitar sonreír por lo desopilante de la situación, lo que otra vez fue un error porque Hermione frunció considerablemente el entrecejo.

-Yo quise decir que te quiero sólo para mi- repitió Harry, levantándose unos momentos para acomodar el tiro de los pantalones azules que usaba para dormir, lo que quizás, le restaba un poco de importancia al asunto, o tal vez; eso era lo que quería él.

-¿Cómo qué?- aventuró Hermione, quitando una posible pelusa inexistente que habitaba en su hombro.

-¿Cómo que qué? – dijo Harry dando un paso hacia ella; sintiendo el frío penetrar como agujas por la planta de sus pies descalzos.

-Realmente estoy tentada en lanzarte un crucio! – dijo ella de forma exasperada; balanceándose en el lugar, de izquierda a derecha, sus manos retorciendo las puntas de las cintas que anudaban su bata- ya es tarde y mañana ambos trabajamos, quizás sería prudente…

-¿Piensas huir?; déjame explicarte que no irás a ninguna parte –la interrumpió Harry divertido, ahora que esto había comenzado, ya no había una posible vuelta atrás. Hermione lanzó una carcajada monocorde llena incredulidad, enarcando la ceja izquierda tan acentuadamente que se perdía detrás de su flequillo.

-Mi puntaje en aparición ha sido el mejor de Hogwarts…-comenzó ella, soltando la maraña de tela de sus manos y gesticulando a modo de explicación.

-…de los últimos doscientos siete años; lo sé- continuó Harry, finalizando la frase a medida que caminaba hasta acercase más -y más- a la muchacha que tenía enfrente; la cual buscaba retroceder, pero sólo encontraba pared.

Él dibujó una misteriosa sonrisa en sus labios, y Hermione se debatió internamente entre derretirse ahí mismo o buscar una manera de salir de allí.

Tarde. Harry estaba tomándola por los hombros.

-Si te apareces, me voy contigo –dijo en un susurro ronco, manteniendo la sonrisa pero resaltándola a modo triunfante.

Hermione se sintió realmente estúpida. Él había estado buscando tener contacto con ella para no perderle el rastro, y la muy tonta había caído en los benditos encantos-Potter. Sin embargo no pensaba ceder; ni siquiera aunque él la mirara de la maldita manera que ahora mismo lo estaba haciendo; expectante, con su respiración entrecortada y las gafas algo ladeadas hacia la derecha.

Ella pasó saliva ligeramente, intentado pensar. Y de pronto, un destello de luz cruzó por sus ojos, la idea quedó allí, flotando sólidamente en su cerebro.

Gritaría. Fuerte. No porque su meta fuera parecer histérica, sino que eso tomaría de improviso a Harry y ella ganaría un tiempo considerable para sonreírle burlonamente y –acto seguido- desaparecer.

Despegó los labios.

-Realmente no creo que los vecinos se quieran enterar que tan bueno puedo ser en la cama- explicó Harry, quien con sus dedos había capturado suavemente los labios de Hermione con tanta habilidad como si se tratara de una snitch.

Hermione apretó la mandíbula algo acobardada, ¿por qué demonios él tenía que conocer tan bien su forma de actuar? Sin dejar de tratar de mostrarse tranquila a pesar de no estarlo, llevó su mano hasta la de Harry- que aún permanecía en sus labios- para quitarla de allí.

-No seas fanfarrón –espetó con una débil sonrisa surcando sus labios que le había sido imposible de contener- yo creo que tú eres el que no quiere que los vecinos se enteren; nunca fuiste muy adepto a la vida social.

Él la miró detenidamente; su sonrisa se había desdibujado por completo, y Hermione comprendió que además de haber triunfado en esa pequeña batalla intelectual, él empezaría a hablar seriamente.

-Puedes irte o lanzarme un Crucio! – comenzó, intimidando tanto a Hermione con la mirada que a pesar de haber soltado el agarre de sus hombros ella ni siquiera atinó a moverse y debió quitar la vista de él para observar por unos instantes su hombro descubierto. Claro que era peor; Harry debería aprender a dormir con algo abrigado, o al menos una camiseta, era invierno y ella no tenía intenciones de querer mirar más allá y tentarse con cosas que no debía.

-¿Cuál es la otra opción?- murmuró Hermione.

-Algo que yo no sé hacer bien- dijo Harry, con un amago de sonrisa.

-Expresarte - concluyó Hermione, entendiendo a la perfección

-Claro- dijo Harry más sonriente, y caminando hacia ella. Hermione sospechó que se acercaba para conversar; sin saber cómo, habían terminado bastante distanciados; seguramente por los nervios ella debió dar algunos pasos y ahora se encontraba del otro marco de la puerta, que aún permanecía entreabierta.

Harry la cerró. Ella, por un instante, se sintió presa del pánico. Estaba con su mejor amigo, ya no había vuelta atrás, por más que no dijera nada, se negara o se fuera, todas esas opciones confirmaban lo que ella había descubierto muchos años atrás; más de la mitad de su vida.

-Pero no era precisamente eso- Hermione vio la frase deletrearse en los labios de Harry, estaba realmente cerca, por lo que se detuvo a pensar en el significado.

No encontró nada más sólido en su cerebro que los labios de Harry apresando los suyos delicadamente.

Ella estaba estática, con los ojos entreabiertos y seguramente enarcando las cejas debido a la impresión; aunque no le costó mucho entregarse a aquello que había esperado por siempre. Antes de cerrar los ojos y devolver el beso con un poco de violencia que remarcaba el placer, pudo observar los brazos de Harry alzarse, hasta rodearla completamente por la cintura.

Había dejado de ser un juego. Él lo supo cuando ella entreabrió la boca para dejar librado al azar el destino de sus lenguas que seguían explorando con detalle cada sensación nueva.

Ella rodeó el cuello de él al comienzo con temor, pero al sentir la piel descubierta de Harry debajo de las yemas de sus dedos, el calor del tacto la hizo revolver su cabello con algo de desesperación alterando el movimiento con caricias en la espalda.

Las piernas de Harry flaquearon, pero pudo hacer un movimiento rápido que terminó por acorralar a Hermione hasta la pared más cercana en busca de un apoyo. No habían dejado de besarse y a pesar de que el aire comenzaba a hacerse inminente a ninguno le hubiese importado caer muerto allí.

A Harry le importaba poder conocer con mayor detalle la boca de Hermione, pues con cada movimiento nuevo descubría una sensación que no había experimentado antes y que agrietaba su respiración en roncos suspiros dentro de la garganta de Hermione.

A Hermione le interesaba probar el cuello de Harry; y estaba decidida a hacerlo; pero eso interrumpiría el beso y las grandiosas cosas que Harry sabía hacer con su lengua, por lo que aguantó el deseo cuanto pudo. Que no fue mucho.

Cortó el beso con un gemido monocorde y cargando velozmente sus pulmones de aire se centró en el recoveco perfecto que marcaba la mandíbula izquierda de Harry conjunto a su cuello.

Cuando ella comenzó a mover su lengua por allí, Harry balbuceó algo que no sonó a nada más que a placer.

Podía sentir la piel de las mejillas de Hermione quemando sobre él, y entreabrió los ojos, topándose con una mata de cabello castaño que echaba chispas junto con el lóbulo de la oreja de Hermione y, mecánicamente, supo que hacer.

Atrapó el lóbulo delicadamente con los dientes y succionó. Un débil gemido que parecía surgir de una dimensión alterna le embriagó los oídos y descubrió, maravillado, cuál era el punto débil de Hermione, cosa que siempre se había preguntado.

La batalla de conocer todo lo posible del cuerpo ajeno –que ya no era tan ajeno; o nunca lo había sido- dio lugar.

Mientras Harry empujaba un poco más contra la pared el cuerpo de Hermione para poder encontrar una postura más cómoda que le permita saborear sus labios, recordó vagamente las innumerables veces en las cuales la escena de un posible primer beso deseado por los dos se habían dibujado en sus pensamientos. Allí también se trataba de sensaciones, situaciones y palabras; de cómo él abordaría el tema, de cómo ella respondería suspicazmente. De cómo, de pronto, el fuego de las velas que los rodeaban; flaqueaba, dejándolos solos, bailando en la oscuridad; mientras la canción preferida de Hermione sonaba en el aire.

Y nada de eso había sucedido, evidentemente; porque él no era de los tipos que planean, y –tampoco- era la clase de muchachos a los que todo les sale bien. Pero Harry podía jurar que nada que en su vida había experimentado se comparaba con ese momento.

Ese extenso momento en el cuál Hermione no estaba envuelta en un maravilloso vestido negro que contorneaba sus curvas delicadamente, ni él olía a fragancia dulzona y varonil era lo que marcaría su vida para siempre; mucho más que esa cicatriz.

Si. Hermione tenía una bata verde de invierno sobre un pijama de calabazas sonrientes y su cabello lucía de mil demonios; además esas pantuflas –Harry se lo había dicho muchas veces- eran realmente horribles. Él por su parte; estaba vistiendo tan sólo un pantalón azul deslavado, que tenía unos cuantos agujeros pero era su consentido para dormir. Para no dejar a Hermione atrás, su pelo rebelde lucía como si se hubiese electrocutado hace minutos.

Y a pesar de todo, incluso la torpeza del choque de sus pies en busca de una proximidad más profunda, era increíblemente perfecto.

Harry concluyó que todo se debía a que Hermione era excepcionalmente imperfecta, y que, esa imperfección, encajaba justo con la de él. Y juntos eran perfectos.

Y él debería dejar de pensar en la bendita palabra perfecto para definir el momento; y centrarse a probar otros sitios que aún no conocía.

Hermione, por su parte, sólo podía decir una cosa: Harry. La palabra que la había acompañado más de la mitad de su vida, y que seguiría siendo la primera en surgir de sus labios si él seguía haciendo eso con la lengua sobre su cuello. ¿Acaso nevaba afuera?; ¿seguían estando en pleno invierno o el más caluroso verano había llegado mientras ellos seguían besándose allí? Ella no lo podía precisar con claridad, pero en ese sitio, en ese minúsculo y celoso espacio que se reducía a Harry y ella, comenzaba a hacer calor. Demasiado calor. Asfixiante calor. Excelente y placentero calor que quemaba; desde adentro.

¿Necesitaba lluvia para apagar el fuego; o aire para avivarlo? Tampoco podía responder eso; porque, inesperadamente, Harry, balbuceó su nombre en un sonido gutural tan extrañamente sensual que ella se aferró con más fuerza a sus hombros temiendo desmayase.

Allí al fin tenía entre sus brazos su posesión más preciada. El muchacho que le había hecho cometer las peores locuras; el que tenía esa inexplicable sonrisa marca Harry con la cual todo conseguía. Y a ella también la había conseguido, desde luego; y no por la sonrisa; o si, pero más que nada por el conjunto de cualidades de Harry que ella sabía de memoria y enumeraba cada noche intentando convencerse de que él era natural; su mejor amigo, y nada más.

Claro que ese discurso cambiaría desde ahora en adelante: principalmente era algo más, así que Crookshanks dejaría de mirarla cansinamente cada vez que ella hablara sola en su cuarto con su falso convencimiento. También, era el que sabía todo de ella; el que había donado una suma considerable de dinero para la causa mundial contra el abuso de los elfos domésticos, el que la llamaba por teléfono regularmente y terminaban discutiendo torpemente acerca de quién debía cortar. Era el muchacho que comió una gragea sabor melaza y se intoxicó estando en el hospital por días, con ella su lado. Era aquel que adoraba tanto tocar canciones con las manos y una mesa como instrumento como odiaba –Hermione estaba segura que tenía miedo, pero él negaba esto- las montañas rusas.

Harry era para ella –a pesar de la patética comparación, pero nunca encontró una mejor- la versión viviente de su viejo tomo: Historia de Hogwarts. Sabía absolutamente todo de él, incluso las cosas que parecían estar demasiado ocultas, como el diminuto lunar que tenía en la parte trasera de su cuello; o su pasión secreta por los Murciélagos de Ballycastle – súper rivales de los Chudley Cannons- para no desanimar a Ron.

Y todo esto se resumía a dos palabras: Era Harry. O quizás a seis: era Harry el indicado para ella.

Siempre lo había sabido, por eso esperar ya era cotidiano. Pero ahora, cuando ya no necesitaba más palabras porque estaba todo dicho, el momento de esperar había terminado; y comenzaban a arrinconarla otros miedos como si ya era su novia, qué pasaría si llegaban a pelearse o cómo tomarían los conocidos la noticia. Aunque más importante que todo eso era pensar; y no podía hacerlo porque, allí estaba: besándose con Harry Potter. Le importaba un comino deducir si habían pasado días, meses, años haciendo aquello, porque se sentía tan llena y tan bien que la noción del tiempo era algo inexistente.

Sin embargo, hacía falta aire.

Harry quebró el beso arrugando el entrecejo porque –seguramente- no tenía la más mínima intención de hacerlo. Tenía las mejillas encendidas y debió apoyar una palma en la pared para estabilizarse, recargando sus pulmones con una gigante bocanada. Hermione, por su parte, parecía verdaderamente aturdida.

Se suponía que el primer beso debería ser pausado y delicado; pidiendo permisos que ya mucho antes le habían sido otorgados, y hacer caricias momentáneamente. Pero no había sido así. Lo que había sucedido hace momentos podría haberse traducido tranquilamente como desesperación, sumada con ganas reprimidas de antaño.

-Bien…- balbuceó Hermione aún retomando el aliento; no tenía idea de qué decir, y eso no era nada bueno en ella- creo que te referías a otra cosa que no sabías hacer muy bien.

Harry tardó unos momentos en comprender, intentando reprimir los impulsos que se sucedían para que se repita la acción.

-Te he engañado- contestó con una sonrisa ladeada hacia la izquierda. Parecía como que ninguno le dos sabía muy bien qué decir.

-Totalmente- respondió Hermione, dando un paso inestable hacia la cama para poder tomar asiento- dijiste que no lo sabías hacer bien. Irás directo al infierno por mentir.

Harry tomó asiento junto a ella mientras lanzaba una carcajada. Una vez allí, tomó un mechón de cabello castaño y comenzó a enrollarlo entre sus dedos, suavemente.

-Creo que es momento de volver a lo que verdaderamente, y estoy segura, no sabes hacer- continuó Hermione algo intimidada pero mirándolo directo a los ojos.

-¿Quieres que hablemos, ¿qué quieres saber de mi que no sepas, dudo que exista algo…- preguntó Harry en un susurro imperceptible para no romper aquel clima especial.

Hermione asintió con la cabeza, algo insegura de querer saber la verdad. Seguía teniendo miedo pese a todo. El dolor en la boca del estómago comenzaba a acrecentarse, y el recordar lo que había sucedido hacía solo instantes la mareaba por momentos. Sus labios hinchados y profundamente rojos permanecían apretados, mientras sus incisivos presionaban el inferior tratando de encontrar estabilidad.

Harry acomodó el armazón de sus gafas nuevamente hacia el puente de la nariz que con tanto movimiento estaban torcidas; y luego la miró profundamente a los ojos.

-Supongo que por lo que dice tu mirada quieres que te diga qué es lo que me pasa.- dijo al fin, sin detener las caricias en el cabello de Hermione.

-Supongo que mi mirada está en lo correcto- argumentó Hermione, sin poderse contener de trazar una floritura sobre la palma de Harry que descansaba en su cabello.

-Soy muy malo para estas cosas, así que si digo algo descabellado, por favor hazme callar- comenzó Harry, excusándose. Sin embargo no estaba nervioso y mucho menos temeroso de fallar; porque él era así, y Hermione lo comprendía y aceptaba de esa manera.- Podría empezar con que me gustas, que seguramente debes saberlo porque sino no te hubiese besado por segunda vez.

Hermione abrió la boca, posiblemente para retrucar, pero Harry la interrumpió, ahora que había comenzado era todo mucho más fácil.

-Sé que la primera vez fue una de las tonterías más grandes que hice, pero realmente deseaba hacerlo. Veía como todo mi mundo estaba siendo usurpado por Karston, y aunque suene egoísta estaba totalmente perdido. Ya sabía que me gustabas desde hace mucho, Hermione; pero ese fue el detonante perfecto para demostrarlo- Harry hizo una pausa para mirarla a los ojos y besarla en un sencillo, cálido roce de labios- Así estaba yo, por años, temeroso de que en mis gestos se note lo que sentía y perderte… no podía permitirme perderte. Pero tampoco podía seguir así, entonces inventé la excusa de que me ayudes con la biblioteca; libros y Hermione se llevan realmente bien.

-¿Me estás intentando decir que ordené unos trescientos libros tan sólo por una excusa?- lo interrumpió Hermione nuevamente- ¡Y como una gran estúpida traje papeles de colores para identificarlos!

-En verdad necesitaba ordenar la biblioteca, pero para mi era mucho más fácil si tú estabas allí; no importaba haciendo qué, siempre me fue todo más fácil contigo a mi lado. Bien… estábamos en que me gustas desde una época lejana que ya no puedo precisar porque creo que es desde siempre- prosiguió Harry hablando despacio- pero seguramente que me gustas no es novedad porque ya te lo dije en quinto año; la noticia es que, como seguramente sabrás, te amo, Hermione.

Ella hizo un movimiento brusco, que la quitó rápidamente del hombro de Harry para poder mirarlo a los ojos con una expresión inescrutable, pero se mostraba verdaderamente radiante. Él entendió ese gesto a la perfección, como tantas otras veces.

-No sólo te amo, como lo estás viendo en mi rostro. Eres tú. Es la forma en que haces que todo sea más llevadero para mi; tu manera de expresarte, tus manías, tus defectos, esas horribles pantuflas que llevas puestas, la manera en que me miras. Toda, toda tú. ¿Nunca te diste cuenta?- finalizó Harry, asombrado. Hermione tardó en responder, parecía impresionada.

-Creo que estaba demasiado ocupada pensando que tú no te des cuenta que te amaba- murmuró débilmente, con la mirada fija en un punto inexistente.

-¿Me amas?- volvió a preguntar Harry, más para confirmación y asimilación propia de esas palabras que por dudar haber escuchado con claridad.

-Más que a nada –respondió Hermione- y también creo que desde siempre. Hubo un tiempo en que me resigné a ti, a ser siempre tu mejor amiga; que no es un título que me moleste, pero me hubiese gustado ser algo más.

-Lo eres- la interrumpió Harry, acostando su cabeza sobre las piernas de Hermione, pudiendo ver con perfecta claridad el mentón delicado y los movimientos de sus labios- y esto no se trata de ahora; de nuestro primer beso, de nuestro próximos besos, ni de nuestra futura convivencia, matrimonio e hijos; sino de que siempre, más allá de ser mi mejor amiga, tuvimos una especie de conexión especial y lo sabes.

Hermione permaneció en silencio. Él había hablado de futuros besos, convivencia e hijos con tanta decisión y parsimonia que parecía un relato de partido de Quidditch, aunque evidentemente mucho más emocionante. ¿Acaso Harry quería casarse con ella, ¿por qué?

-¿Por qué yo?- balbuceó Hermione totalmente incrédula.

-Esa es un pregunta que debería hacerte yo a ti, realmente no creo que ser un buen partido para la mujer más maravillosa de la tierra- explicó Harry, depositando un beso sobre su frente.

-¡Exageras!- exclamó Hermione en un agudo chillido –yo soy una sabelotodo.

-Creo que los dos tenemos grandes problemas de autoestima- sentenció Harry, haciéndola sonreír- ninguno de los dos es perfecto; Hermione, y eso es lo bueno. Pero si lo que quieres es librarte de mí…

-¡Oh, no te rompería el corazón de esa manera- fingió Hermione graciosamente, haciendo un ademán pomposo con los dedos.

Harry alzó nuevamente la mano, y a pesar de la incómoda postura pudo colocarla en la nuca de Hermione, logrando así atraerla hacia él. Antes de juntar nuevamente sus labios con los de ella, en ese increíble contacto que se estaba convirtiendo en adicción, se expresó.

-Lo que quería decir es que, si quieres librarte de mi; no dejaré que lo hagas- y la volvió a besar.

Esta vez si fue lento. Esta vez no había prisa, porque a pesar de haber perdido mucho tiempo con torpes temores tenían toda la vida por delante pare recuperarlos.

Hermione subió poco a poco las rodillas en donde se encontraban reposando la cabeza de Harry para poder profundizar un poco más el beso; sin embargo él ya había avanzado unos cuantos centímetros más por cuenta propia; y toda la calidez volvía a ser intensa.

Como pudo, Harry se levantó sin romper la conexión, llevando consigo también a Hermione, hasta quedar parados en los pies de la cama.

Él se aferró fuertemente a su cintura, a pesar de que comenzaba a familiarizarse con la inexplicable sensación que le producía besar a Hermione, aún seguía siendo todo demasiado potente como para mostrarse estable, y sospechaba que jamás lo estaría.

Sentía el calor de ella emerger por debajo de la bata, y la irremediable ambición de querer deshacer ese nudo que los separaba para palpar su piel más íntimamente, hasta que sus cuerpos se fusionen y el inconfundible olor a Hermione –una mezcla de pergamino, maderas y ella- y su propio aroma –a mar, césped y Harry- sean uno sólo.

Harry decidió llevar a cabo sus pensamientos, mientras Hermione clavaba las uñas en su espalda desnuda, trazando miles de caminos que tenían como único destino sentirlo; él se cercioró de mover las manos suavemente y sin dejar de mantener contacto, hasta donde se encontraban las puntas de la cinta que anudaban la bata.

Sin embargo Hermione gimió amargamente, cortando el encuentro de lenguas con algo de pesar, y girando luego –sin separar sus dedos de la espalda de Harry- hasta observar el reloj despertador que se encontraba en la desordenada mesa de luz.

-¡Oh por Dios, son las cinco y media de la madrugada, Harry. Hipotéticamente en dos horas deberíamos estar levantándonos para ir a trabajar- dijo, ahogando un grito y con la boca desmesuradamente abierta. Harry enarcó una ceja.

-¿Y?- indagó, simplemente con el monosílabo y acentuando su desconcierto.

-Que debemos ir a dormir- explicó Hermione con un dejo de tristeza.

-La estamos pasando bien, Hermione… o al menos yo- reprochó Harry, rodeando nuevamente su cintura, con un poco más de fuerza como un acto de no querer que se vaya. Hermione sonrió, ausente.

-Yo también la estoy pasando increíblemente bien; pero mañana tengo muchísimo trabajo. Traerán unos objetos especiales y debo estar descansada- argumentó ella, mirándolo a los ojos a medida que separaba una mano de su espalda y acariciaba la mejilla de él con el dedo índice.

Harry dibujó un puchero en sus labios, y ella lo besó rápidamente, por lo que no pudo evitar sonreír.

Hermione acomodó un poco su bata desarreglada, y lo saludó con la mano; sus mejillas encendidas, su boca hinchada, su pelo demasiado alborotado. Harry volvió a dibujar otro puchero y la saludó fingiendo un enfado.

Ella, evidentemente, intentaría dormir, pero estaba segura que no lo lograría.

Crookshanks pisaba sus talones una vez que se apareció en su hogar; por lo que ella lo alzó y dio unas vueltas con los pies; girando con el gato en sus manos mientras atravesaba el pasillo que la llevaba a su habitación.

El felino comenzaba a ser víctima de su felicidad.

Una vez allí, lo depositó en el suelo. Crookshanks había salido corriendo velozmente hasta colocarse debajo de el armario; cerciorándose de que no podría ser alcanzado, pero la miraba extrañado, con sus enormes ojos amarillos fijos en ella.

Hermione se sentó a los pies de la cama; sin quitar esa sonrisa de sus labios. Seguramente se veía como una estúpida, pero eso no le importaba en lo absoluto, nunca había estado tan feliz en su vida.

Luego de lanzar un hondo suspiro para intentar cargar sus pulmones que parecían no llenarse nunca, movió intranquilamente sus piernas para librarse de las pantuflas tan queridas por Harry. Estas volaron por los aires; cayendo desordenadamente a ambas puntas del cuarto, contrastando con la impecable prolijidad del mismo.

Ella lanzó una carcajada imposible de contener; a medida que se levantaba para quitarse la bata. Crookshanks maulló, asustado, escondiéndose con más ahínco debajo del armario.

Si saber porqué, corrió hacia la cama y tomando la mullida almohada ahogó un gritito. Y otro. Y otro más.

Y de pronto, se encontró girando sobre el colchón, sus piernas elevadas en el aire imitando una bicicleta, mientras abrazaba la almohada contra su pecho con demasiada fuerza.

Harry la estaba volviendo completamente loca, y –paradójicamente- eso se sentía realmente bien.

¡Crack!

Hermione tardó en quitar la almohada que había ido a parar sobre sus ojos, y pudo visualizar a Harry, observándola con las cejas totalmente enarcadas –y seguramente- conteniendo una carcajada. Ella, con la poca dignidad que le quedaba, bajó sus piernas que aún permanecían en el aire y logró arrodillarse sobre el colchón para asegurarse que realmente era él.

-Esto… son unos ejercicios que hago todas las noches- comenzó Hermione. Harry acentuó su sonrisa, asintiendo como si escuchara la mentira más grande del mundo; que desde luego, era esa. - …que me beso contigo- finalizó Hermione, entendiendo que era mucho mejor decirle la verdad, como siempre.

-Lamento haberme aparecido- explicó Harry, dando un paso hacia ella.- estuve pensando, y llegué a la conclusión de que ninguno de los dos podrá dormir, tu por los ejercicios- Harry esquivó triunfante un almohadón que ella le arrojó dirigiéndose directo hacia su rostro- y yo porque quiero estar contigo, ahora y siempre.

Hubo un inminente silencio en donde sus ojos se conectaron intensamente, sin siquiera darse cuenta de que Crookshanks había abandonado sigilosamente la habitación, dándoles intimidad.

Verde y castaño comunicándose sin palabras; negándose a desistir de aquella pequeña batalla que se daban, a veces, inconscientemente, pero que siempre había existido como su fiel canal de comunicación. No sabían con claridad cuánto tiempo habían permanecido así, pero hubo un momento en el que todo eso acabó.

Harry sonrió y dio otro paso hacia la cama. Hermione estiró sus manos mientras sus rodillas andaban por el colchón, para poder alcanzarlo.

Ya estaba todo dicho. Ambos querían más.

-Fin del Capítulo V-

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Antes que nada, quiero agradecer a las betas de esta historia, Rosana y Glendy, y ahora mi querida Barby, por actuar con total sinceridad, crítica y hacerme poner de todos los colores. Muchas gracias por su ayuda, sin ustedes dudo publicar capítulos, así que también agradezco el que me hagan continuar con la historia.

Como ya dije anteriormente, me han comentado que no deja que responda los reviews en el mismo capítulo, así que aquellos que han dejado un bonito review con su cuenta de fanfiction o su dirección de e-mail; les he contestado. Y los que no, les agradezco pilas por haberle dedicado un tiempito a esta humilde historia.

Muchas gracias a: Pame-hhr, Tifanny, Wordenwood, Eilyn Granger, arissita, MakisS-Sakuma, hermionedepottergranger, Hikari Takaishi Y, TaNiSaKu, jasire potter, Karen, Niena Potter y nika Granger; y a todos los que leen y no dejan review. Estoy agradecida por sus bonitas palabras y por seguir esta historia, dándome las fuerzas para continuar. Espero que este capítulo les haya gustado, o si no me lo hagan saber de cualquier de las dos maneras.

Lamento la demora, y espero no tardar tanto para subir el próximo capítulo.

Saludos grandes,

Laura.