Neon Genesis Evangelion

Toma mi Mano

Strike Fiss, 2000
Traducción de Miguel García

~ o ~

La mujer fue extraída del hombre; no de su cabeza, para gobernarlo; ni de sus pies, para ser pisoteada por él; sino de su costado, para ser su igual; bajo su brazo, para poder protegerla, y cerca de su corazón para poder amarla.

Henry

~ o ~

—¡¿Me quieres pegar..., cierto?!

Me aterroricé al oírla decir eso. Era casi como si me estuviera leyendo la mente. El único pensamiento perfectamente claro que se me había estado hinchando en cada neurona del cerebro desde hacía casi media hora.

Quería pegarle. Me moríííííííía por pegarle.

—¡Q... NO! —intento.

Era un lastimero empeño por parecer débil, cuando la voz casi se me estremecía de rabia. No puedo recordar haberme oído nunca la voz de esa manera. Quizá una sola vez...

Papá.

Pero nunca contra ella. No podía soportar la idea de meter a Asuka con mi padre en el mismo pensamiento. Es algo que no le desearía a mi peor enemigo, mucho menos a la...

—¡Claro que quieres! —Acerca la cara, sonriendo.

¡Se está SONRIENDO! ¡No lo puedo creer! Es casi como si sintiera un placer morboso al leerme la mente.

No debe ser muy difícil... leerme la mente... La tengo tan enfocada en un pensamiento concentrado como rayo láser, que hasta un chimpancé sin habilidad psíquica alguna sería capaz de verlo. Aún así... ¿Tenerla a ELLA en la cabeza en este momento? No sé si debería estar aterrado, o si solo debería enojarme más todavía.

—¡¿Qué estás diciendo?! ¡No te quiero pegar! —grito, casi.

Tengo la certeza de que el cargamento entero de ocupantes del tren ya nos está mirando, de todos modos. Si hablara en murmullos, igual me observarían.

Asuka sonríe. Es una sonrisa que da miedo. Debo admitir que sí me asusta a veces. Muchas veces, ella sabe exactamente QUÉ me asusta. Tengo la certeza de eso también. Carajo... Hasta está haciendo eso de mirar con los ojos entornados mientras sonríe. Parece un fantasma que viene a penarme.

—Me quieres pegar, Tercer Niño. —Hace una pausa para dar efecto—. ¡¿Cierto?!

Le quiero pegar. De verdad que sí. Quiero largar el puño y atravesarle esa sonrisa hipócrita. ¡Quiero ver si sigue tan sabionda con un puto diente menos! ¡Sí! ¡A ver si le gusta ESO! A ver si por fin entiende que estoy llegando a mi límite con esta mierda.

¿Cuál mierda?

Qué tal, para empezar, la manera en que me pega palmazos en la nuca. Perra malparida. ¡Y duele, también! ¡Lo hace con las uñas! No tengo idea de cómo las mantiene tan filudas, pero además me golpea con bastante fuerza. Debe tomar leche a litros para tenerlas tan duras.

Me ha traído a palmazos todo el día.

Todo el día.

Ayer, mencioné desear que se dejara de hacerlo. Naturalmente, hoy, es todo lo que hace. Fui muy tonto de darle una invitación tan clara, pero valía la pena.

—¡Asuka! No te quiero pegar —intento de nuevo, dando un paso atrás. No basta, obviamente. El tren está demasiado abarrotado para ofrecer libertad de movimiento.

De pronto, ella parece casi desilusionada. De verdad que a veces no entiendo a esta niña tanto como quisiera.

—¿Ah, sí? ¿Ni cuando hago esto? —dice.

¡PAF!

Ah... Ese dolió. Mucho.

Está sonriendo de nuevo cuando abro los ojos. Maldita. Ojalá y se fuera al infierno.

—¡¿Y ESO POR QUÉ FUE?! —grito.

—¡Lo sabía! ¡SÍ me quieres pegar! —declara orgullosa.

Se lo podría haber dicho yo.

Ella continúa, mirándome el brazo por alguna razón que se me escapa.

—¿Ves? Cada vez que te enojas, aprietas así la mano. ¡Me quieres pegar! ¡¿Cierto?!

Inspiro súbitamente, llegando incluso a usar la mano izquierda para detener el movimiento de mi mano derecha. ¡Carajo! Me había olvidado de eso...

—¡N... No! —ruego—. ¡No es eso!

—Hagamos una una cosa —sonríe con esa misma sonrisa intimidante—. Te voy a dejar que me pegues.

¿Qué?

—¿Qué? —le hago eco a mis pensamientos. Todo esto es alguna especie de broma morbosa. Ella me va a agarrar y desviar el brazo y se va a poner a dar alaridos, chillando que soy un degenerado por querer golpear a una chica—. ¡No!

—En serio —no quiere parar de sonreír—. Si eres capaz de pegarme, te dejo que me des uno gratis, sin temor a represalias.

Con la manera en que me ha estado machacando los nervios todo el día, ser capaz de pegarle sería asombrosamente fácil en este momento. Así y todo, soy cauteloso.

—Estás mintiendo —digo.

Sé que debo de sonar como detective, tratando de resolver un misterio. El que la todopoderosa Asuka Langley me dejara alguna vez sobarle la quijada sería un condenado milagro.

—No, no te miento —asiente—. ¡Con una condición! —dice, y arruga el ceño, luego sonríe en esa misma manera muy... muy intimidante—. Yo te tomo una mano.

Yo pestañeo:

—¿Una mano?

—Voy a demostrar, de una vez por todas, que no podrías enfrentarme ni aunque tuvieras la oportunidad —asevera con un siseo peligroso—. Te reto. Haz lo peor que puedas... Tercer Niño.

Detesto que me llamen Tercer Niño. De verdad que lo detesto.

—Hecho —gruño, casi.

Puedo ver un poquito de preocupación relampaguearle en los ojos. Está empezando a darse cuenta de que puede haber subestimado exactamente CUÁNTO quiero pegarle. Pero, su orgullo porfiado la obliga a seguir. Por mí, perfecto. Me merezco esto. Una vez nada más. Nada más un solo puñetazo bien puesto a esa puta sonrisa y voy a estar bien durante unos cuantos meses más de tortura. Dios sabe que me lo he ganado.

Por favoooooor, me ruego a mí mismo. Nada más pégale... una sola vez... Déjame tener esta victoria pequeñísima sobre esta niña tozuda y cargante, y juro que voy a estar...

Una sensación tibia me envuelve la mano izquierda.

Mierda. Mil veces mierda.

Te odio, Asuka. Te odio. ¿Por qué tenías que saber ESO también? No... No que te odie. Lo otro.

Ella sonríe cuando ve mi cara ablandarse. Sabe que me tiene agarrado de las hipotéticas pelotas.

—¿Y bien, Tercer Niño? Anda... —Se me acerca más—. Te reto...

Ohhhh... Lo dijo susurrando. Susurrando. Por Dios. Es. Tan. Sensual. Cuando susurra.

Empiezo a contestar con otro susurro. En realidad no tengo idea de qué es. Todo lo que puedo sentir son sus manos envolviendo la mía.

—¿Sí, Shin-kun? —me arrulla. Sé que todo es para debilitar aún más mi decisión, pero, demonios, de qué manera me va a desvelar esa voz esta noche.

—Cen...ob...tivo... ap-tar... tillo...

De verdad no tengo idea qué murmuré. Tampoco ella. Me da una mirada inquisitiva.

—¿Perdón?

—Centrar objetivo... —murmuro un poco más fuerte—. Apretar el gatillo...

¡PAFF!

Oh. Ah, diablos.

Eso sí que fue una maravilla.

Todavía puedo ver su expresión al advertir que mi puño derecho estaba a punto de golpearle la mandíbula. Gracias al cielo por el entrenamiento de Misato. En realidad es increíble lo que el cuerpo de uno puede hacer incluso cuando la mente no está.

—¡AAAAAAAAH! —grita ella, casi yéndose de espaldas.

No puedo evitar el sonreír... un poquito nada más. El hormigueo de mis nudillos no hace más que confirmar mi dulce, dulce victoria.

Ella se toma el lado del mentón, obviamente sintiendo mucho dolor, por la manera en que gesticula.

—¡BAAAAAAAAKA!

—Lo siento —digo.

De verdad lo siento. Pero... DEMONIOS... qué falta me hacía.

Asuka me lanza más puñaladas con los ojos de las que yo le haya lanzado nunca a mi padre. El resto del viaje es bastante tranquilo. Ella ya no se está sonriendo.

Aleluya.

~ o ~

—Nos vamos.

Tardo un momento en darme cuenta de que me estoy moviendo. Rayos. No tenía ninguna gana de moverme.

—¡Qué DIABLOS estás haciendo, Baka! —demando, mirando las caras de pasmo que me rodean.

¿Cuándo se puso así Shinji? Nunca debí haber dejado que me pegara el mes pasado en el tren. Mierda. Ahora se cree que me puede mandonear. Hace falta que le raje el culo a patadas.

—¡Para! —exijo. Me sale lo más claro posible dadas las circunstancias, supongo. Él me entiende, pero está claro que no va a parar. Que se cague.

—¡No me quiero ir todavía!

—¡Asuka, nos vamos AHORA! —se da vuelta y casi me grita en la cara.

Que se cague él y su condenada... agh. Tengo náuseas. La repentina corriente de aire frío y fresco cuando salimos de la casa basta para hacerme mal.

—Ay no...

Creo que hizo falta el sonido de mi vómito para que él se diera cuenta de que debería haberme escuchado. Es culpa suya que le haya vomitado los putos zapatos. No me importa.

Cuando vuelvo a abrir los ojos, todo lo que veo es su cara de preocupado mirándome con una inclinación horizontal. Tengo el césped, muy fresco y grato, en la mejilla. Por suerte, lo que sea que haya vomitado debe de haber caído a una corta distancia de donde aterricé.

—¡Asuka! ¡¿Estás bien?!

—Que te jodan, Shinji —murmuro, ronca.

Él parece haber tomado bastante mal esa última frase. Una parte de mí se pregunta si debí haberlo dicho o no. Pero la parte de mí que acaba de echar afuera las tripas siente exactamente eso por él ahora.

—¡¿Por qué me sacaste?! —demando. Por mi vida que no me acuerdo.

—¡Casi te violan! —grita él, igual de ronco— ¡Por la MIERDA, Asuka!

—¡Me... Estaba bien!

Degluto fuerte, percatándome de que lo que él dijo no fue sólo un sueño retorcido que estaba teniendo. Mierda... De verdad tengo que dejar de beber como Misato. No tengo para nada tanta resistencia como ella.

Shinji me conoce como a un puto libro. Desgraciado. No me está creyendo nada de esto.

—¿Y por eso casi le rompiste esa botella en la cabeza cuando por fin te lo saqué de encima?

Maldito.

—¡¿Esperabas un momento más dramático para detenerlo?! —me grita Shinji.

Su voz... Mierda... Está haciendo la cosa esa. Es como si estuviera casi a punto de llorar..., pero también a punto de hacer pedazos a alguien. Nunca sé decir si me da miedo o si me entristece. Mierda. He tenido fantasías con él después de oírlo. Pero de verdad no sé qué pensar por el momento.

—Pero...

—¡Pues no podía haber sido mucho después!

Shinji estira la mano y agarra un pedazo de tela que había sido la parte superior de mi vestido. Ha sido arrancado de cuajo.

—¡Casi me CAGO de miedo, Asuka! ¿No te dabas cuenta de cómo gritabas?

—Pe...

Mierda... ya me viene... Detesto eso... Carajo... No... por Dios, no... No empieces, Asuka... No empieces... No delante de él... Por favor no...

Estoy llorando. Mierda.

—Pe... Perdóname, Shinji...

Carajo. Me odio yo misma. ¿Por qué siempre tengo que hacer estas cagadas delante de Shinji? Se suponía que esto era una fiesta. Algo divertido. Algo para distraer mi mente de las cosas. Claro, quería conocer chicos nuevos... Pero nada como lo que sucedió. Lo único que quería era descansar de...

Shinji. Maldito seas, Shinji. Asqueroso Shinji el Invencible me salva otra vez.

Dios me ayude. Le estoy agradecida. Estoy más agradecida de lo que él podría saber. A la mierda contigo, Shinji.

—Asuka... —Ya me ha envuelto en su chaqueta. Ahora vienen sus brazos. No. Por Dios, no. No puedo aguantar esto ahora—. No pasó nada... Desahógate...

Lo hago. Lloro. Debo de haber estado horas llorando. ¿Por qué diablos es el único hombre delante del cual puedo llorar? Débil, baka Shinji. Maldito seas. No... ¿Por qué hace esto? ¿Por qué? ¡Es tan pequeño! ¡Yo tal vez peso más que él!

—Vamos. Te llevo —murmura, echándose mis brazos sobre los hombros.

—Puedo caminar...

No, no puedo. Apenas puedo respirar de lo cansada que estoy. No sé si estoy enojada o agradecida, pero él no me deja forcejear, y me lleva cargada a la espalda.

Camina calles enteras conmigo a la espalda. La verdad, no me acuerdo de mucho. Pero no se queja. Odio cuando hace eso. No hace más que empeorar las cosas.

Pero... no quiero que las cosas mejoren.

Todo lo que puedo sentir es su mano derecha apretando la mía. Es un asombro que pueda hacerlo y mantenerme cargada, pero en verdad no quiero que deje de hacerlo, así que se las arregla.

—¿Por qué? —le pregunto.

No contesta. Mierda. ¿Por qué no contesta? No es ninguna pregunta complicada. Debe de tener ALGUNA clase de respuesta. Tiene que saber lo que estoy preguntando. Sé que lo sabe. La respuesta tiene que estar ahí... en alguna parte... dentro de ese maldito caparazón suyo. Sé que lo ha pensado una o dos veces. Mierda... por favor, tienes que haberlo pensado, Shinji...

No.

Nada más tómame la mano.

No hables.

Juro que no haré nada, con tal de que hagas esas dos cosas. Nada más quédate callado y tócame. Nada más hasta que lleguemos. No me importa lo que pase después. Te necesito, Shinji.

Te necesito.

Tú no me necesitas a mí.

Pero gracias por haberme aguantado todo este tiempo.

—Gracias —le murmuro al oído.

Él sabe a qué me refiero. Sé que lo sabe. Me lo dice la forma en que me aprieta la mano en respuesta, pero mantiene la boca cerrada.

A la mierda contigo, Shinji. ¿Por qué tenías que leerme la mente de esa manera?

Agh. Estoy tan borracha.

No recuerdo mucho después de eso, pero creo que llegué a tiempo al baño.

~ o ~

—¿Le quieres BAJAR?

Las cosas están empeorando. No sé cómo.

Mentira.

Yo ya no estoy precisamente facilitando las cosas. Es inquietante. Casi podría jurar que estoy disfrutando esto ahora. Todas esas cosas que he mapeado subconscientemente en la cabeza, todas las cosas que por lo general evito hacer en presencia de Asuka, están aflorando a la superficie. Resulta que algunas de verdad la enfurecen.

Ella detesta, por ejemplo, que yo estudie en la sala de estar. Dos razones. Le entra la poquísima cantidad de culpa que pudiera tener en ese ego sobreinflado que tiene, y se siente mal (¡JA!) por ver televisión con el volumen tan alto cuando estoy aquí. Eso, y Misato siempre se da cuenta y le dice a ELLA que estudie. Ella detesta tener que hacer ambas cosas.

—No está tan alta, Tercer Niño —me responde, enfadada.

Por desgracia, Misato no está aquí ahora, y desde esa fiesta infame a la que fuimos la semana pasada, ella se ha puesto extra defensiva contra mis acciones. Parece que ni la culpa funciona esta noche.

Bueno, no es que necesite estudiar ni nada.

¿Ven? ¡Lo estoy haciendo otra vez! ¡SÉ que eso la va a enfurecer! ¡Ni siquiera tengo que estudiar! ¡Entonces, POR QUÉ lo hago?

¡Aagh! Sé EXACTAMENTE por qué lo hago... Pero si admito lo mucho que disfruté el pagarle con su misma moneda, no pararía nunca. Misato se volvería loca con las disputas que resultarían, y cualquier posibilidad que yo tenga de...

Mierda.

¿Para qué pierdo el tiempo? ¿Posibilidad? No hay ninguna. Aún así, lo tengo pegado en la cabeza. Es esa misma idea que Asuka creyó poder usar contra mí en el tren. Esta vez da resultado, también.

—Perdón, Asuka... —suspiro, cerrando los libros—. Tienes razón. Me voy a estudiar a mi cuarto.

Ella parece casi sorprendida con eso. A fin de cuentas, esta semana entera ha estado encaminada hacia una confrontación gigante. Por supuesto, tenía que ser yo el el primero en echarse atrás. ¿Cuándo diablos voy a seguir mis propios consejos? ¿Hasta cuándo voy a estar...?

—¿Huyendo, Shin—kun? —Me lanza esa condenada sonrisa de gato. Casi es suficiente para hacer que quiera pegarle de nuevo... Pero dije la verdad. Ese momento en el tren bastó para durarme un montón de sus malos tratos. Por lo menos otro mes más o algo así.

—Sí —digo categóricamente—. ¿Quieres algo de la cocina antes de que me vaya?

¡Carajo! ¡Otra vez con la mirada esa! ¿Qué DIABLOS es eso? ¿¡Por qué pone cara de niñita a la que acaban de decirle que no puede ir al parque a jugar con sus amigos?! Pues lo siento MUCHO si te decepciono, bruja. No soy juguete tuyo para que me traigas a porrazos.

—Eeh... Sí... Claro. —Se encoge de hombros, rodando sobre el almohadón que ha apoyado en el piso para ver televisión—. Jugo de naranja está bien.

Bien. Perfecto. Voy a la cocina y saco el compartimento que contiene los pocos alimentos que no son instantáneos ni relacionados con la cerveza. ¿A quién diablos trato de engañar? Que no soy juguete suyo. Mierda. Hay días en que lo único que he querido es quedarme en la cama y morirme... Pero siempre me levanto... para que ella me ande trayendo a manotazos.

Soy un enfermo de mierda, ¿cierto?

Ella me mira ceñuda y yo le paso su lata de jugo.

—¿Por qué diablos andas tan deprimido? —exije saber.

—Por nada —digo—. Perdón. Un poco cansado, nada más.

Sí. Eso suena lo bastante convincente.

Casi se lo cree, además. En todo caso, la voz me sale como muerta. Pero esta es Asuka. Ella no se va a rendir tan fácil. La lógica..., por esta vez..., le asiste.

—Dormiste doce horas anoche. ¿Por qué rayos estás cansado todavía?

De verdad que ya no puedo aguantar esto. Mierda... Ya a duras penas puedo pensar. ¿Para qué hace esto? Preferiría que volviera a estarme dando manotazos en la nuca. ¿Por qué de pronto me está interrogando de esta manera?

—Buenas noches —suspiro, levantando mis libros de la mesa. No están muy pesados pero, en este momento, siento como si arrastrara cadenas a mi muerte.

¿Dónde hay un ángel cuando hace falta?

—Bueno... —le oigo murmurar—. Bue... Buenas noches, Shinji-kun.

Demonios.

Demonios.

¡DEMONIOS!

¡¿Cómo CARAJO hace eso?! La mitad del tiempo suena como una maldita alarma de bombardeo. La otra mitad está dominada por ese tono engreído y provocador que tiene. Es como niñita de cinco años que se crea superior de uno.

Pero...

Carajo, qué manera de sonar atrayente cuando susurra. Cuando hace esa tontera del "kun". Ya ni siquiera me importa si dice Baka-kun. ¿Cómo lo hace? Cada vez que hace eso con la voz, me hace...

Desearla.

Por Dios, la deseo. La deseo tanto que me duele pensarlo.

—¿Shinji?

Ay, no... se dio cuenta. Me quedo paralizado. La batería interna indica 0:00. No tengo la capacidad de moverme.

—¿Shinji?

Está más cerca ahora. La siento justo detrás mío.

—Perdóname —le digo... Mierda... Estoy al borde de las lágrimas, además. La semana entera se va por el caño. El poco amor propio que pudiera haber logrado se hace humo. Preferiría renunciar a cualquier satisfacción que haya ganado antes que pelear con ella en este momento.

Ella se pasma cuando me doy vuelta y le tomo la mano. No me importa. Necesito contacto. Necesito decir esto.

—Perdóname, Asuka... Nunca... Nunca debí haberte pegado..., o molestado..., o...

Mierda, apenas puedo hablar con lo fuerte que estoy llorando.

Los pocos vislumbres que capto de ella están llenos de su expresión horrorizada.

—No debí haberme... puesto así... después de la fiesta... Es que... ¡no sabía qué más hacer!

—¡YA BASTA!

Le lleva un momento a mi mente agotada percatarse de lo que ella ha dicho.

—¿Q... Qué? —digo, y levanto la mirada. Ella está... ¿llorando? ¿Llorando? ¿Por qué está llorando Asuka?

Saca de un tirón su mano de la mía. Extraño de inmediato su presencia, pero ahora hasta de eso me arrepiento, porque ella se ve como si hubiera recibido de mí un choque de electricidad.

—¡BAKA! —me grita—. ¡No digas NUNCA cosas así! —Una lágrima me cae en la mano, que aún no he movido—. ¡¿Cómo eres tan IDIOTA?!

De verdad no entiendo lo que mis oídos me dicen. Me dicen que ella está llorando. Que dijo esas últimas palabras, tan de siempre, en una manera distinta de la acostumbrada. Casi como si estuviera preocupada. En realidad no puedo decir nada. Nada más me miro la mano donde cayó su lágrima.

—¡Mein GOTT! —grita—. ¡Cada vez que pides perdón me dan ganas de sacarte la lengua de raíz! ¿Que no te das CUENTA de cuando haces algo BUENO, para variar? ¿No te das cuentas de lo que...? —La voz se le ahoga de repente.

La última expresión que recuerdo de su cara era una de dolor. Pasó corriendo por mi lado y se metió a su cuarto. Dando un portazo. Fuerte.

~ o ~

Claro que no se da cuenta.

Esa es la respuesta a mis tres días de deliberación. Me siento enferma. Físicamente enferma. Cada vez que él pasa junto a mi puerta, puedo sentirlo. Sé que estuve a dos palabras de causar un desastre.

Me haces.

¿No se da cuenta de lo que me hace? ¿Cuando no para de disculparse? ¿Cuando no se me enfrenta? Me enfurece. Me dan ganas de estamparlo contra un muro.

¿No se da cuenta de lo que me hace? ¿Cuando veo ese otro lado de él desaparecer así? ¿Cuando se convierte en ese niñito acobardado que aborrezco? Mierda. Es como si alguien te quitara algo que am...

Que estimas.

Sí. Alguien que se lleva algo que te agrada. Te hace enojar. Me hace enojar. La noche en que por fin se afirmó los pantalones y me dio un puñetazo, yo en realidad estaba sonriendo. Pensé que por fin yo lo había logrado. Que por fin lo había provocado lo suficiente.

Incluso si era para rechazarme.

Valió la pena. Lo supe en el momento en que me trajo arrastrada a casa después de esa puta fiesta. Mierda. Yo no lo hubiera cargado hasta aquí en esa situación. ¡Quedaba como a cuatro calles del apartamento de Misato! Pero lo hizo. Llevó mi pesado culo a rastras por Tokio 3 sin pensarlo dos veces.

Supe que ese era el Shinji que me gustaba.

Casi pierdo el control cuando pidió perdón. No podía creer que fuese tan tarado. ¡Carajo! Yo... debí haberlo presionado... Yo quería otra pelea. La necesitaba. Una pelea de verdad. Quería demostrarle que él PODÍA hacerme frente. Que él era el único a quien consideraba digno.

¿Cómo se le dice eso a alguien? ¿Que quiero que me cague a golpes por su propio bien? Debí haber cursado psicología en la universidad. Mierda.

Todo esto es culpa de Misato.

De verdad, lo es.

Odio esta situación. Odio este cuerpo. Este maldito reloj biológico del que todos se quejan siempre. Me percaté, no hace mucho, pero lo suficiente como para tener tiempo de pensarlo, de que mi reloj estaba andando.

Rápido.

Y me pregunté si tendría que pasarme la vida de esta manera. Viviendo junto a Shinji.

No soy tonta. Sé lo que sucede. Misato quiso pasarse lista y hacernos vivir juntos para mejorar nuestro trabajo de equipo, pero eso no es todo en lo que esto va a terminar. Incluso si lo odiara, yo... Bueno, él siempre está aquí. Está siempre cerca mío. Rozando contra mí todo el día. No es culpa mía. Yo... no puedo evitar sentir... un poquito... por él. ¡Ya va un año y medio desde el último ángel, por todos los cielos! Pero, siempre hay indicios de que podría haber más. Son dos años con un muchacho de mi edad que... en realidad... no es tan mal parecido.

Aagh. ¡AAGH! No. No puedo seguir pensando así o me voy a volver loca.

Pero... con toda sinceridad, lo intenté. De verdad intenté no hacerle caso a mi reloj.

¡Pero es taaaaaaannn DIFÍCIL!

A la larga, llegué a aceptarlo. Sabía que posiblemente tenga que pasarme otros diez años o algo así cerca de Shinji. También empecé a darme cuenta de que tenía dos opciones. Una especie de elección en el asunto. Podía pasar ese tiempo con el Shinji que pide perdón, que me enfurece, que es un mequetrefe pusilánime... O... podía pasarlo con el Shinji que yo qu... que me agrada. El que caga a patadas a los ángeles y que puede enfrentarse a mí. El que le dijo a su padre que se fuera a la mierda cuando este le suplicó perdón.

El que me ayuda... incluso cuando soy demasiado terca para reconocer que la ayuda me hace falta.

Cuando me di cuenta de que tal vez tendría que pelear por ese Shinji durante todo el tiempo que lo conozca, debo admitir que no estuve muy contenta. No quiero tener que estar peleando con él a cada rato para poder mirarlo siquiera.

A la mierda contigo, Shinji. Con ustedes dos, esta vez.

Y me volvió a tomar la mano, además. Me repugnó. Lo peor es que yo no quería soltar. Incluso cuando es ese niñito inaguantable, no puedo evitar ver su otro lado.

¡¿POR QUÉ NO SE DECIDE?!

Mierda.

Digo, no se trata de que yo esté en busca de amor ni nada. Si... Si sucede, entonces... bien, supongo. Pero yo... lo único que deseo es tener alguien con quien hablar. Alguien con quien estar. Shinji casi lo es..., pero... la sigue cagando.

Los otros chicos no están ni en el mismo planeta que nosotros. Eva es el único mundo que conozco. Es lo único que he tenido. No voy a cambiar solo para poder andar con esos pobres pelagatos que hacen que Kensuke y Toji se vean bien en comparación. Al menos ELLOS conocen también este mundo.

Carajo. Ojalá Shinji cambiara...

Incluso si es un mequetrefe.

~ o ~

—¡Das geht dich einen feuchten Scheissdreck an!

Eeeh... ¿Cómo?

Sé que no es una frase buena. La manera en que la dijo pelaría la pintura de las paredes si no me la hubiera dicho en plena cara. La frase llega al final de la semana, después del que quizá es el peor punto que he conocido en nuestra... amistad. Por fin me armo del suficiente valor para preguntar qué le pasa, y me contesta con esto.

Ese impulso por pegarle a algo está volviendo. Esta vez, sin embargo, cualquier objeto inanimado puede servir.

—¿Cómo? —pregunto, consciente por completo de que probablemente no me convenga saber.

—Significa qué mierda te importa, Shinji —dice Asuka mirándome con rabia, luego se da la vuelta para continuar preparando una jarra de café.

¿Qué quiere decir con ESO? ¡CLARO que me importa! ¡Hace días que no sale de su dormitorio! Desde que yo... eeh... me quebré en el pasillo. Si es por otra razón que no sea yo, entonces voy a estar muy sorprendido.

—A ver. Deja que te ayude —ofrezco, pasando la mano por su lado hasta el cajón de arriba, para sacar un pequeña cuchara de medir para los granos de café molidos. Pero, ella me la saca de la mano antes que pueda hacer mucho más y vuelve rápidamente a arrojarla en el cajón.

—Lo puedo hacer sola.

Tiene la voz baja y peligrosa. Sé que debería estar asustado. Rayos, debería estar en cualquier parte menos a su lado en este momento.

—Asuka —suspiro—. No quiero pelear contigo. Dime qué es lo que...

Oh.

Ah, mierda.

Algo que dije le llegó. Me encuentro retrocediendo aún más antes de poder pensar qué fue.

—¡Ese es el PROBLEMA, baka! —grita. Pese a su evidente rabia, parece casi cansada. Hastiada a más no poder.

—¿Q... Qué?

Sus ojos... me miran con furia. Nunca creí que algo tan bello pudiera verse tan amenazante. Tiene los labios apretados y torcidos, como aprontándose a morder algo. Creo que en ese momento empecé a temer por mi vida.

—El pequeño Shinji, siempre tan formalito y educado... —empezó ella en voz baja, pero empezando a alzarse—. ¡Pero no se imagina el debilucho mezquino y egoísta que es! ¡Todos le dan sartas de "bien hecho, Shinji" y "buen trabajo, Shinji", así que nunca se da cuenta!

Se yergue y levanta el brazo hacia los cielos que combatimos.

—¡SHINJI EL INVENCIBLE! ¡Denle todos un PUTO aplauso!

La pared me golpea la espalda, y me descubro arrastrándome por ésta, buscando la salida. Ah, pero esto apenas empieza.

—Dime una cosa, Shinji-KUN —gruñe ella. Estoy asustado, por muy seguido que sueñe con que ella me diga así—. ¿Qué harías si yo te besara en este momento?

Tengo que admitir que... no sé.

—Dime, Shinji. —Me mira con rabia, pero tiene algo nuevo en la voz—. ¿Qué harías si me arrodillara y te empezara a desabotonar la camisa con la lengua?

Oh...

Oh, cielos...

Creo que el corazón se me detuvo.

—¿Quieres saber lo que harías? —me susurra.

Trago saliva, tratando de recordar cómo se respira.

—Pedirías perdón —gruñe.

Yo pestañeo.

—¡¿Te das CUENTA de cuánto me ENFURECES?! —me grita en plena cara—. ¡Ya van DOS AÑOS, SHINJI! ¡MIERDA, DOS AÑOS! ¡He tenido que estarte escuchando pedir perdón! ¡He tenido que escucharte cómo te acobardas! ¡He tenido que escuchar cómo te retuerces bajo CUALQUIER clase de presión! ¡¿Tienes ALGUNA IDEA DE CUÁNTO ME ENFURECE ESO!

Encuentro el marco de la puerta, pero ella me da vuelta con el brazo izquierdo. Ay, mierda...

—¡Parece que la última vez que tuviste pelotas fue con tu padre!

Ah.

A ver.

ESO.

Me... gustó... bien poco...

Ella ve mi reacción, también. Odio saber que es exactamente lo que ella esperaba.

—Ya me oíste, Shinji —gruñe—. Dime, ¿cuando viste detenerse el monitor cardíaco del desgraciado ese, se te salieron las pelotas por el cu...?

¡ PAFF !

Se queda parada, completamente pasmada mientras un hilillo de sangre le corre desde la comisura de los labios. El brazo me tiembla, pero ha pasado de alguna manera hasta mi otro lado, cruzado convenientemente a la altura de su quijada. Este no fue tan grato como el del tren. Estoy verdaderamente enojado esta vez.

¡ FUUM !

Ay... no puedo decir que me haya esperado eso... ni tampoco mi estómago, o no me encontraría de rodillas en este momento.

—¡Ahg...! —creo recordar haber dicho.

—Lo lamento —dice Asuka sonriendo a medias, limpiándose la sangre del labio cortado. Su voz deja claro que no lo lamenta nada.

De verdad no sé qué me poseyó, pero así fue:

—¡RRRAAHH! —Me tiré contra ella. De cabeza. No me importaba cómo la lastimara, con tal de hacerle daño. Puños y cabezas no importaban.

Creo que conseguí empujarla contra el filo de la mesa. Debe de haberle dolido mucho; es más, soltó un fuerte chillido cuando se golpeó el costado. Pero ni por los diablos me iba a rendir allí. La ataco cuando por fin me puedo poner en pie.

¡Y me PATEA! ¡La muy PERRA! ¡No puedo creer que me haya pateado! Y otra vez en el estómago, además. Apenas recuerdo haber chocado con la pared y haberme deslizado hasta el suelo, pero no estoy seguro porque el conocimiento trataba de abandonarme mientras caía.

—¡Levántate, MIERDA! —carraspea ella—. ¡Aún no termino contigo!

Lucho por levantarme... de verdad que sí... Pero no puedo. Apenas puedo respirar.

—¡Olvídate de que te vas a desplomar y listo, como lo hizo tu papá!

—¡MUÉRETE!

Antes de darme cuenta, ella está debajo mío, y yo estoy luchando por estrangularla. ¡Maldición! ¡POR QUÉ NO SE... DA POR VENCIDA!

Sus manos, sin embargo, no son para nada débiles como las de una muchacha promedio. El tiempo ha sido muy generoso con esta mujer, y me pregunto si voy a poder vencerla. Ella no sólo consigue despegarse mis manos del cuello, sino que empieza a contraatacar, tratando de apartarme a empujones.

Si no tuviera mis dudas, podría jurar que está disfrutando esto.

Su rodilla sube hasta mi pecho. De llevar falda, hubiera sido un interesante inserto en una revista hentai. Pero no tengo tanta suerte, porque me vuelve a arrojar contra esa jodida pared dando un gruñido y un empujón.

De verdad odio esta pared. Me está pegando tan fuerte como ella.

—¡Anda! —grita ella—. ¡¿No te da para más?!

Sus brazos están en un virtual empate con los míos. De verdad no puedo creer cuánta fuerza puede salir de alguien como ella. Cómo soy capaz de igualarla es también un asombro.

—¡PARA! —ruego. Se está extralimitando. ¡No me deja parar a mí! Cada vez que lo intento, ella amenaza con recordarme cosas que quiero dejar atrás—. ¡¿Qué DIABLOS HACES?!

Ella recarga todo su peso contra mis brazos temblorosos, tratando de doblegarme. Si no fuera por la pared que estaba detrás mío, hubiera vencido.

~ o ~

No quería meter a su padre en todo esto.

De verdad no quería. Que se cague. No me importa, con tal de que pelee. ¡No me importa si pelea conmigo o con otra cosa, con tal de que PELEE! Ya tomé mi decisión, y NO voy a vivir con ese otro Shinji. ¡Yo quiero a MI SHINJI!

Por fin él se sale de debajo mío, y, debo admitir, me sorprendo un poco cuando me aprisiona de los hombros contra el piso. Está peleando. Peleando de VERDAD. Por un momento, casi temí que fuera a tratar de matarme.

Pero no importa. Lo único que quiero es tenerlo a él de vuelta.

No hay más sonidos ahora que la respiración jadeante y los ruidos de la refriega. Al carajo con hablar. Esto ya no es una conversación. Logro por fin darle un codazo en la cabeza, y se me quita de encima, con una mano contra el oído.

Sinceramente, no se adónde va a parar esto. Me estoy cansando. No dormí bien anoche. Me va dejar tirada. Ojalá no contra algo muy duro.

Pego otro puñetazo. Rayos, me está empezando a doler. Tiene la quijada dura. A cambio, me agarra por el costado y me empuja contra una silla. Ay... Esto va a doler...

¡ CRACK !

Au, mierda... Sí que dolió.

—¡AAG! —toso, pero no ayuda en nada. Estoy sin aire. Los ojos se me desenfocan y no me puedo mover ni aunque quisiera. El Baka está encima de mí otra vez, todavía agarrándome los brazos como si creyera que estoy fingiendo.

—¡Maldita! —me gruñe.

Oh. Ay, cielos. Sí... Me gusta este Shinji.

Y él aún no termina, tampoco. Por fin logro meterme aire en los pulmones, y el dolor se registra por todo mi cuerpo, pero apenas puedo sentirlo. El Baka está casi echado encima mío y todavía no se da cuenta. Esto es bien... interesante.

—¡Ah!

Me levanta del suelo. Tengo los brazos demasiado cansados para detenerlo y las piernas apenas pueden sostenerme, mucho menos pelear. Veo estrellas cuando me empuja de espaldas contra la pared y me aprisiona el cuello con una mano.

Y echa hacia atrás la otra.

Entonces se detiene.

Tal vez se esté preguntando por qué sonrío como idiota. Relaja la sujeción un poco cuando ve que estoy acabada. Quizá no podría ni patearlo en las pelotas en este momento. Estoy exhausta. Pero... valió la pena. La expresión de sus ojos es invaluable. Los ojos de ÉL. Los ojos de MI Shinji.

Antes de darme cuenta, me estoy riendo. Estoy aliviada. Eso es todo. Me alegra haber podido sacarlo de ese puto caparazón suyo.

Él sonríe. Luego se ríe también.

Entonces se manifiesta el dolor, y los dos dejamos de reír para no lastimarnos más todavía.

—¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHH!

Ambos nos estremecemos.

—Ay, mierda —suspiro en voz alta.

Una Misato muy iracunda entra corriendo a la cocina, examinando el desastre que hemos dejado. Yo hago lo mismo, con algún grado de conmoción. Caramba... peleamos con todo.

Todo lo de la mesa está en el suelo. Algunos platos en pedazos. Una de las patas está quebrada, evitando apenas que se ladee. La silla sobre la cual me arrojó Shinji está aplastada. Hay astillas por todas partes. Noto por primera vez que hay un poco de sangre en las paredes y en el piso donde Shinji me tenía sujeta. Un pedazo roto de camisa y la falta de una manga en el uniforme de colegio de Shinji se corresponden. Noto un trozo quebrado de plástico, y rápidamente me tanteo el pelo. Carajo. Voy a necesitar un cintillo nuevo.

—¡¿QUÉ DIABLOS PASÓ AQUÍ?! —Misato casi está echando espuma por la boca. Los víveres que compró son tirados a un lado al agarrar el cuello de mi blusa y la oreja de Shinji para separarnos.

—Esto... —carraspeó Shinji—. Es que me resbalé...

Los ojos se me agrandan. Él me hace una seña afirmativa con la cabeza, sacándome de mi sorpresa.

—Eso... Y luego yo traté de ayudarlo a levantarse, pero...

—Y entonces nos fuimos de espaldas...

—Chocamos con la mesa...

—El piso estaba muy encerado...

Misato no está acostumbrada a un ataque a dos bandas como este, y la furia se le desmorona.

—Bien. —Nos suelta—. Limpien este tiradero, después vayan a lavarse. —Sacude la cabeza, saliendo en tromba—. Ritsuko vendrá a cenar más tarde.

No puedo creer que Shinji siga sonriendo. Y no ha pedido perdón ni una sola vez todavía. Nos quedamos sentados contra la pared y recuperamos el aliento un rato.

—Yo... no debí haber sacado a tu papá —digo.

De verdad no debí hacerlo. Fue una bajeza... incluso para mí.

—No importa —asiente él, extendiendo el brazo para tomarme la mano. No encuentro razón alguna para negárselo. Tal vez no es más que mi imaginación, pero tiene la mano un poco más tibia que de costumbre.

—Buen puñetazo —sonrío, sobándome la mandíbula. Demonios... Voy a estar adolorida mañana.

Shinji incluso se sonrojó con el elogio.

—G... Gracias...

Valió la pena.

~ o ~

Estoy oficialmente confundido.

Digo, no es que no me guste este nuevo entendimiento. Desde esa pelea, las cosas han vuelto a la normalidad, si es que no son mejores de lo que eran. Pero... este es un gran paso. Incluso para Asuka.

Por otro lado, ella me ha demostrado que no estoy ni cerca de conocerla tan bien como yo creía. Y, aunque me pese admitirlo, yo soy un libro abierto para ella.

Ahora es casi el final del verano. Un verano que nunca voy a olvidar. Toji y Kensuke deben de odiarme, pero no puedo evitarlo. Pasé casi todo el período de dos meses con Asuka. Fue... a falta de una palabra mejor... bonito.

Puede que no la conozca tan bien como ella a mí, pero he aprendido unas cuantas cosas de ella. Cosas como su adoración por los juegos de video. No teníamos videojuego en el tiempo en que atacó el primer grupo de ángeles.

Ah, sí. Vinieron más. Pero nada tan malo como los últimos tres o cuatro Ángeles. Nada como Kaoru. Solo para mantenernos alerta, creo. Tal vez ya ni siquiera son ángeles...

Pero eso no es de lo que hablo ahora. A Asuka le fascinan los juegos de video. La Navidad pasada le compré un viejo Nintendo. Ahora son muy baratos, de todos modos, así que pareció un buen regalo. Ella... eeh... Bueno, hasta Misato se sorprendió con su reacción. Hasta me dio un beso en la mejilla después de casi aplastarme contra el suelo.

Tengan en mente que esto fue vestida de bata en la mañana de Navidad.

Jugamos con él constantemente. Ella es mejor que yo, pero he estado practicando, así que al menos puedo darle un buen desafío.

Otra cosa de Asuka es que es una gran cocinera. ¿Quién lo hubiera creído? A Misato la han ascendido dos veces desde lo de Kaoru, y ahora casi nunca está. Nuestros últimos meses de Secundaria fueron frenéticos, pero salimos. Ella dice que yo le enseñé todo lo que sabe... Pero la verdad es que no puedo cocinar algunas de las cosas que ella puede.

Asuka sigue teniendo pesadillas.

Odio oírla al otro lado del pasillo. Es casi como si su murmullo más callado pudiera atravesar cualquier música que yo esté escuchando. Eso... me duele. Mucho. No quiero que tenga pesadillas. Por eso cuando ella entra a mi cuarto y pregunta si quiero jugar Nintendo, no me molesta. Incluso si es en plena noche.

Por lo general terminamos dormidos delante del televisor, babeando el piso, aunque ella nunca lo admitiría.

Esa es otra cosa. Babea. Es una observación tonta, pero me enorgullezco de saberla. Es algo muy tierno, en relidad. De ninguna manera asqueroso. Deberían haber visto la vergüenza que le dio cuando una mañana tomé una servilleta y le sequé la comisura de la boca.

Vamos juntos de compras todo el tiempo. Ella incluso viene cuando voy con Kensuke y Toji, y nos sigue a las tiendas de artículos militares y al Mercado Otaku a comprar películas de animé. Al principio, creía que lo hacía únicamente para darme en el gusto, pero una vez que supo que la mitad de las cosas que hacemos no son "depravadas" ni "idiotas", no le molestó. Incluso Toji acepta ir a algunas compras de ropa... Aunque la teoría de Kensuke es que Hikari tiene una influencia directa en esa decisión.

En todo caso, Tokio 3 fue reconstruido, mis amigos ya no pelean, y Asuka de verdad parece ser mi amiga en lugar de enemiga. Estoy contento. De verdad lo estoy.

Entonces...

Entonces... ¿Por qué estoy tan confundido ahora?

¿No quise esto siempre? Digo, no es exactamente motivo de preocupación. Asuka y yo hemos estado en esto desde hace unos cuantos años. Pero...

Pero...

¿Vivir los dos solos?

Ella se viene conmigo a la universidad, aunque me recuerda constantemente que no lo necesita. El apartamento no es ninguna maravilla. Caray, es básicamente dos dormitorios, un baño y un estudio. La cocina, para mi desánimo, consiste en un socavón en la pared, con un refrigerador, lavaplatos y estufa.

—¡YAJÚUU!—exclama ella, dejando caer la primera de sus MUUUUCHAS cajas en la puerta, y entra corriendo.

¡Está entusiasmada también! Yo... Pues... Mi creencia personal era que apenas el proyecto Eva ya no requiriera que viviéramos juntos, ella me tiraría como a una bolsa de fruta enmohecida.

La sigo desde atrás, cargando una bolsa pequeña con mis artículos más preciados y dos de SUS cajas. A lo mejor están llenas de ropa, pero diablos, igual pesan.

—A... Asuka... ¿Me pue... ayudar? —me quejo.

Ella gira instantáneamente y corre a ayudar; logra atajar la caja justo antes de que resbale para yo poder sujetar la otra.

—Perdón. ¡Es que estoy tan emocionada! —me dice radiante—. ¡Imagínate, Shinji! ¡No más latas de cerveza ni potes de ramen!

No puedo evitar reírme. Con razón está tan contenta. Al menos yo como compañero de apartamento soy LIMPIO.

Nerv pagaba MUY bien a sus pilotos, pero Asuka insistió que debíamos invertir en un apartamento pequeño. Sería mejor acostumbrarse a vivir y estudiar en una vida normal de estudiante esforzado. Yo estuve de acuerdo. Era una cosa sensata. Aunque igual deseaba que la cocina fuera más grande. Ella baja corriendo al auto...

Sí. ¡Tenemos auto también! Ella maneja casi siempre, pero no me molesta. No es más que un cacharro abollado, rojo (color elección de ella, nuevamente), pero era un símbolo de nuestra libertad. De una vida nueva.

En fin, ella vuelve con una caja bajo cada brazo.

—¿Y bien? —suspira y pone ambas cajas en el piso.

—¿Y bien qué? —pestañeo, mirando la estancia a oscuras. No darán la luz hasta mañana en la mañana.

—¿Cómo que "qué"? —se muestra ceñuda, cruzando los brazos con fingido enfado—. Esto se tiene que hacer de manera organizada, o nunca vamos a parar de pelear.

Yo pestañeo. No me cabe duda de que también estoy colorado.

—¿Perdón?

Ella señala el pequeño pasillo. —Como tú eres el universitario, te voy a permitir que escojas tu habitación primero —dice, y se inclina hacia mí, sonriendo—. Elige sabiamente. ¡A fin de cuentas, es la decisión más importante que puedes tomar!

Considero eso por un momento. Ella SÍ tenía experiencia con esto, después de todo. ¿Tal vez tenga razón?

—Ehh... Bueno, yo soy nuevo en esto... —digo—. ¿Cuál escogerías tú?

Ella parece muy complacida de que le pida su opinión experta.

—Bien, déjame ver. —Va hasta ambos cuartos y abre las puertas. Están uno frente al otro a cada lado del pasillo.

La sigo. El primer cuarto está ordenado y limpio. El segundo, sin embargo, parece ser la malograda víctima de una fiesta.

—Este —dice, señalando el segundo cuarto—. Este es el tuyo.

Yo arrugo el ceño. Era que no.

—Bueno —suspiro.

Ella me oye el descontento en la voz.

—¿No confías en mí? —sonríe. Maldita esa sonrisa de gato.

—Pero...

Se me acerca y me aprisiona contra la pared con los brazos. Oh...

—Si ese cuarto no es satisfactorio, siempre puedes dormir en el mío... —susurra con EXACTAMENTE la voz que me desvela en la noche (entre otras cosas).

Ya, bueno. Ella ha inspirado MUCHOS sueños húmedos y pegajosos. ¿Contentos?

No puedo ni respirar.

Pero, al final, noto que todavía me está sonriendo.

—Bueno... —grazno—. Me quedo con este.

Ella me deja ir, pero ríe para sí.

—Pobre Shinji... Debiste verte la cara.

Al menos no se está riendo a carcajadas como la mayoría de las veces. Solo está provocando, no atormentando. Yo suspiro y sonrío también.

—Deberías tener cuidado —advierto—. Si sigues provocando a un hentai como yo, podrías salir lastimada...

—Oooh —contesta ella—. Shinji tiene pantalones después de todo... —declara orgullosa—. Te he enseñado bien.

Ese pequeño comentario me para en seco.

Me doy vuelta para verla sonriendo delicadamente. Luego, extiende el brazo y me toma la mano.

—Me alegra —dice. Luego, se da media vuelta y va hasta la primera de sus cajas.

Al principio... creí estar enojado por oírla decir eso. Como si la única razón por la que me soporta fuera por obra de ELLA. Pero... no me miraba como si yo fuera un proyecto. Ella estaba simplemente... contenta. Solo la he visto así de contenta unas cuantas veces.

Todavía tengo la mano tibia de cuando me la tomó. Eso no se debió solamente a un trabajo o a un desafío.

Ella está... ¿orgullosa de mí?

Evitamos el contacto visual cuando ella pasa de vuelta a su cuarto, pero veo que sigue sonriendo.

Estoy feliz.

No.

¡Estoy extasiado!

—¡Baka! ¿Me vas a ayudar con el televisor o no?

—¡Hai!

~ o ~

—Bueno y, ¿qué regalo les gustaría?

Debo admitir que no sé muy bien de qué está hablando esta mujer. No es que la estuviera ignorando ni nada, pero hasta ese momento, ella había estado parloteando acerca de cosas con las que yo no aburriría ni a Shinji.

—¿Perdón?

Sonríe. Es una compañera de estudio en mi clase de psicología (sí, al final me decidí y tomé algunos cursos de psicología). Siempre se me olvida su nombre... Tammy... Pero es bien inteligente, y nunca me saca de quicio, así que le voy a dar en el gusto esta vez.

—De aniversario —indica ella, señalando a Shinji, que está en el rincón con su violonchelo, limpiándolo del largo mes guardado. El baka no oye nada, al menos no que yo sepa.

—Ah, eeh... ¿Regalo? —repito—. ¿Cómo, regalo?

Ella me pondera con ojo crítico.

—¿O sea que no están casados?

Casi suelto una carcajada.

Casi.

—¡C... Claro que no! —creo que estoy colorada. Demonios. Me he estado juntando mucho con Shinji—. No, vivimos juntos, nada más.

—¡Oooh! —se ríe ella suavemente—. Perdón, no sabía. ¡Parece que fueran tan apegados!

Yo sonrío. —Bueno, es un buen amigo. Estoy acostumbrada a él, me imagino.

Ella se acerca un poco más. —Entonces... ¿no han...?

De nuevo, ese maldito rubor estilo Shinji.

—¡No! —cuchicheo enojada—. Tenemos diecisiete años. Es un poco pronto para todo eso...

Tammy se encoge de hombros. —Bueno, linda, yo que tú dejaría en claro que él es tuyo.

Yo pestañeo. —¿Perdón?

—¿Has visto el séquito que tiene en la universidad? —Se sonríe—. Debe haber por lo menos diez de chicas, desde segundo a último año, que suspiran por él. Que sea piloto Eva no les quita precisamente el entusiasmo, si me entiendes.

Ah...

¿Soy yo? ¿U oyen ustedes un tic tac?

¡Cállate, reloj!

—No... No sabía... —admito, con una rápida mirada de contrabando hacia Shinji, que está en dichosa ignorancia de la presente conversación.

—Y bueno, ya sabes que no es exactamente un cretino, y no es feo —dice Tammy—. De no haber creído que ustedes dos eran pareja, tal vez yo también hubiera intentado.

—No te le acerques —gruño.

Ooh... Eso fue un poquito excesivo. Mmm. No. No lo fue. Tammy nada más sonríe.

—Bueno, bueno. Voy a correr la voz —ríe entre dientes— Y... ¿hasta dónde han llegado los dos...?

Juro que si me vuelvo a sonrojar me voy a dar un palmazo.

—Nos hemos besado —digo. En realidad, parece más un graznido.

—¿Yyyyy? —dice Tammy, haciéndose más adelante.

—E... Eso es todo... —tartamudeo.

De verdad no quiero hablarle del Beso. Todavía me pego yo misma en la cabeza cuando me doy cuenta de lo tonta que fui entonces.

Hora de recordar. Me descubro haciendo eso muy seguido. No dejo de recordar ese beso. La manera en que le apreté la nariz, y luego poco menos que estrellé mi cara contra la suya... Pero luego... yo... empecé a disfrutarlo. Él... Shinji... tiene unos labios suavísimos... Cálidos... Invitantes... Seguros...

Ella suelta una risita.

—¿Qué tal fue?

—N... No... —trago saliva—. No estuvo mal...

Esa es la verdad, en realidad.

Tammy me pega una mirada como si me estuviera negando a compartir un chocolate con ella.

—Mmm, eres muy aburrida —dice, y se ilumina de pronto—. Pero ya debería irme. Es tarde.

Yo asiento. Ya casi terminamos con nuestros informes de la semana. Es bueno tenerla como compañera de estudio. Las dos somos bastante competitivas, así que nos autoexijimos mucho para ganarle a la otra.

—¡Pásenla bien! —llama Tammy mientras se pone los zapatos, lo bastante fuerte para llamar la atención de Shinji.

—Eeeh... —Él pestañea, captando la situación—. ¡Buenas noches, Tammy-san!

Ella se vuelve hacia mí y guiña el ojo. —Te veo el lunes.

La puerta se cierra.

¡Cómo se ATREVE a dejarme sola con él! Sobre todo considerando lo que me está pasando por la cabeza en este momento. ¡Aggh! Debe de haber leído dos veces ese capítulo sobre manipulación mental. Perra.

Me dirijo a Shinji sólo cuando compruebo que ya no estoy colorada:

—Bueno yyy, ¿qué haces?

Él sonríe radiante, ahora que me he interesado en su actividad.

—Le cambio las cuerdas al viejo zumbador, nada más.

—¿Zumbador? —No puedo evitar sonreír.

—Sí —sonríe con cara chistosa—. No sé... Zumba como cuando uno tararea, ¿no crees? —Lo demuestra tarareando lo más bajo que puede. Por suerte, eso es bastante más bajo que antes, o hubiera sido más bien cómico. Ahora, sin embargo, él tiene una voz tersa y agradable.

—Oooh, estás hecho todo un barítono —bromeo, obteniendo un rubor como respuesta. ¿Ven? Todavía hace eso. Incluso después de un mes de estarlo provocando. Pero no me molesta. Se ve terriblemente lindo cuando lo hace.

Él devuelve la atención a su chelo y empieza a reemplazar la última cuerda.

—Tócame algo, ¿quieres? —digo, y me instalo en el piso junto a él.

Siempre tenemos puestos por ahí unos cuantos almohadones grandes y esponjosos sólo para tal efecto. Las únicas sillas que nos dignamos usar están ante la mesa. Por lo general nos echamos en el piso y jugamos Nintendo todo el día cuando estamos aburridos.

Diablos... ¿Cómo supo que me gustaba tanto el Nintendo? Suertudo. Nunca le conté a nadie de mi fetiche con Mario.

Él sonríe mientras me le acerco gateando.

—Bueno, tengo que afinar esto primero, o nunca más me vas a pedir que toque algo.

Suena razonable.

—¿Quieres té? Me voy a hacer uno —le digo, y me levanto y voy a la cocina.

—Por favor —sonríe él en respuesta.

Creo que quizá fue justo entonces cuando decidí que iba a besar a Shinji esa noche. Sin motivo alguno, en realidad. Solo recuerdo haberme levantado, sacado las tazas, y pensado que iba a hacerlo. Para cuando el agua estaba hirviendo, eso era un ¡VAMOS! confirmado en mi mente.

Condenado reloj biológico. Es difícil de ignorar, créanme. Aún más difícil al imaginar diez o veinte mujeres babeando a la siga de mi Shin-kun por toda el aula de clases. ¡ES MÍO!

Y pensar que nunca me pregunté de dónde sacaba todas esas galletas y panecillos y demases. "Ven, Shinji, siéntate, ¿quieres una galleta?", y él es demasiado caballeroso como para no decir: "¡Ooh, encantado!".

Ya no voy a poder esperar para siempre.

Las primeras notas de prueba de su chelo rompen mi tren de ideas y me recuerdan que estoy preparando té. Shinji sabe exactamente cómo me gusta, y yo sé exactamente cómo le gusta a él. Pero yo sola nunca podría prepararme un té tan bueno.

Me conoce mejor de lo que cree.

Sabe exactamente lo que me gusta. Dónde me gusta y cómo me gusta. Por Dios... Sí... Sé como se oye eso. Él... es tan atento conmigo que... si es al menos la mitad de hábil en lo que sea que venga después, entonces voy a ser una mujer contenta.

Pero... no es que tenga prisa. Debe ser esa idea de "¡No necesito nada ni a nadie!" que todavía tengo en la cabeza. Me ha costado mucha felicidad, viéndolo en retrospectiva, pero aun así, sigo sintiendo que es mi principio guía.

Pero sí necesito a Shinji. Pero... solo lo necesito como compañero en la vida. No lo necesito como nada más que eso... por ahora. Tal vez por esa razón he esperado todo este tiempo.

Henos aquí en una estancia acogedora, a solas. El calor del verano es agradable y nos permite vestir con holgura. Él se ve muy bien con esa camisa, además. Por fin he logrado que se vista menos como Kensuke, también. No hay ninguna Misato ni Pen-Pen. Estamos solos. Todas las noches. Cielos... algunas de esas noches... él estuvo muy cerca de quebrantar mi decisión. Muchas veces hablamos durante horas acerca de todo y de nada. Yo... nunca he podido hacer eso con nadie. Ni siquiera con Kaji o Hikari. Es maravilloso.

Y puedo ver cuando me da esas miradas.

Como cuando, después de un día largo de estudio, lo invito a tomar un helado o algo, y estamos sentados en el parque, comiendo, y él simplemente me da esa sonrisa curiosa que derrite todas mis defensas. Casi es suficiente para hacerme escuchar ese infame reloj biológico... Y así y todo... todavía no hemos hecho nada.

El corazón me late tan rápido. Estoy nerviosa. El té está casi listo.

~ o ~

Asuka pone mi té en la pequeña mesa de centro que comparte espacio con todos los almohadones del piso.

—Arigato —sonrío.

Ella asiente con la cabeza, pero no dice nada. Algo le preocupa... me doy cuenta. Está sujetando la taza con las dos manos. Solo hace eso cuando hay algo que le preocupa y la tiene insegura.

En fin. Tal vez solo está preocupada por los exámenes o algo por el estilo.

Y si la sigo mirando así, me va a sorprender observándola. Mierda, es bellísima. Recuerdo cuando era sólo un minuto de cada día que me percataba de eso, pero, ¿ahora? Es todo lo que veo. Se ha puesto tan amable conmigo. Por fin somos compañeros de apartamento, y ya no peleamos constantemente para mantener una posición el uno contra el otro.

Somos más que eso. Somos amigos. No. Más íntimos. Yo... no puedo pensar en eso o voy a terminar desilusionándome, pero... igual adoro cada día que estoy con ella. De verdad que sí. Ella le da significado a mi vida. Tengo alguien con quien compartirla, en vez de estarme empeñando por cosas que ni siquiera estoy seguro que existan.

Y...

La hago feliz.

Sé eso ahora. Veo la manera en que me dirige esas sonrisitas furtivas cada vez que me enfado y regaño a algún dependiente de tienda que se esté propasando. Y ni siquiera es sólo porque me comporte como ella... Aunque Dios sabe que a veces lo hago... sino que ella también parece aceptar el que yo trate de ser amable. A veces, si le está gritando a alguien por algo, yo interrumpo y trato de calmar las cosas. Aunque por unos momentos me dispara miradas que podrían matar a un caballo, después sonríe y me agradece por detenerla.

Mi felicidad es ella. Me encanta verla sonreír. Lo digo con toda sinceridad. Es una razón para levantarse por las mañanas y vivir la vida. Ella sonríe muy seguido ahora..., muchas veces sin más razón que porque es de mañana y me ve. Pero, cada vez, no pierde nada de su magia.

—Listo —declaro, teniendo suerte de afinar las últimas dos cuerdas casi de inmediato. El sonido es agradable. Una última prueba con el arco, y mi chelo produce un sonido grato, grave y limpio.

—Mmm —sonríe ella, sentada frente a mí—. Bien. ¿Qué sabes?

—¿Qué tal Suiten Fur Violoncello? —declaro orgulloso. Es mi canción favorita para tocar. La única canción VERDADERA que me sé, en realidad. El resto son a menudo solo improvisaciones mías.

Ella se ríe. —No tengo IDEA de qué es eso. Pero dale.

Tal vez lo mejor de este apartamento son los vecinos. No hay. Entre el estéreo (con reproductor de SDAT) que ella me obsequió para mi cumpleaños, y la enorme colección de discos que empacó consigo, este debe de ser el apartamento más ruidoso de toda la manzana

Las primeras notas son complicadas, puesto que no he tocado en largo tiempo. Pero, pronto, he recordado la canción completa. Asuka espera pacientemente que atraviese a tropezones las aguas inciertas, y sonríe cuando me ve dominarla por fin. Tengo un público maravilloso.

Esta canción es hermosa. De verdad lo es. Es suave, compleja y fluye como la miel, aunque es en realidad una canción muy rápida. Difícil de tocar, pero calmante a los oídos. Es pareja, con ritmos en vaivén que posteriormente se entremezclan formando un sonido gloriosamente intrincado, pero relajante.

No la he tocado en tanto tiempo que me encuentro casi llorando a media canción. Se siente tan bien tocarla. Yo... siempre he tocado esta canción cuando estoy contento. De verdad no puedo cuando estoy triste. Cuando puedo, siempre significa que mi vida va bien.

Ya ni siquiera me esfuerzo en tocarla. Ahora fluye por sí sola. No lo puedo creer, en realidad... Soy como un oyente más. En este momento, considero esto mi más grande logro. No el haber evitado el Tercer Impacto, ni haber matado a esos ángeles, ni haber pilotado una Evangelion cuando nadie más podía.

Esto.

Ahora.

Tocar la canción que amo para la mujer que amo.

Este es mi más grandioso momento. Si vuelvo a hacer esto mañana, entonces será aun más grandioso.

Cuando abro los ojos, me doy cuenta de que Asuka me está mirando. Casi como sorprendida.

—S...Shinji... Eso fue asombroso... —musita.

—Cuerdas nuevas —le digo, sonriendo débilmente, secándome una lágrima antes de que amenace con caer.

—No... —dice ella, negando con la cabeza—. Eso... no se parecía nada a como tocabas antes. Fue bellísimo.

Tiene la atención fija en mí. No puedo zafarme ni aunque quisiera. No tengo ninguna gana de zafarme. No esta vez.

—Yo... —me encojo de hombros—. Supongo que estoy contento —explico débilmente.

Ella pestañea, dándome la oportunidad de explicarme.

—Este verano que pasó... —digo—. De... De verdad nunca he estado más feliz en toda mi vida.

La voz amenaza con quebrárseme, pero Asuka parece no notarlo. No hace sino sonreír.

—¿En serio? —dice.

—En serio.

Bueno, aquí voy.

—Gracias a ti —añado después de un segundo.

Ella no responde con palabras. En cambio, sonríe, luego toma rápidamente un sorbo de té, de nuevo sujetándolo con las dos manos.

La acompaño con mi tazón. Ocasionalmente, toco unas cuantas cancioncitas improvisadas. Una que llegué a escribir hace un tiempo le llama la atención.

—Oye, ¿cuál es esa? —pregunta, apurando el resto de su té.

—Algo que hice, nada más —le digo encogiéndome de hombros—. No es gran cosa en realidad.

—Ya lo sé —sonríe—. ¿Me la puedes enseñar?

Pestañeo. ¿Asuka quiere que le enseñe algo? El Cuarto Impacto DEBE estársenos viniendo encima.

—Eeeh... ¡Claro!

—¿Qué? —se burla ella, caminando hasta mi silla—. ¿No crees que pueda?

—¿Desde cuándo tocas violonchelo? —pregunto.

—Puede que te dé una sorpresa, Shin—kun. —Me guiña el ojo.

Eso es más que suficiente para ponerme el corazón a mil, pero me las arreglo para permanecer calmado y cederle el asiento, sosteniendo el violonchelo hasta que ella se pone tras él. Me sitúo frente a ella y espero.

¡SCUIIIIIIIIIIIIIICH!

Ambos nos estremecemos con el sonido. Ella se ríe:

—Uy.

—Conviene poner el arco plano contra las cuerdas —ofrezco con una sonrisa.

—Ah, cierto —me guiña el ojo—. Aquí vamos.

Unas cuantas notas temblorosas son ejecutadas. Nada igual de chirriante que la primera, pero aún así, debo admitir que no estoy nada de impresionado. Ella ve la expresión de mi cara y arruga el ceño.

—¿Bueno, y? —dice.

—¿Bueno, qué? —pregunto, encogiéndome de hombros.

—Enséñame —sonríe—. Enséñame las notas.

Me acerco a ella y me acuclillo para estar al mismo nivel visual.

—Bien, primero, pon tu mano...

—¡No! —suspira, frustrada—. No puedo aprender nada de esa manera. Ven... —Se desliza más adelante en la silla.

Tardo un momento en darme cuenta de que quiere que me siente detrás de ella.

—¿Q... Qué?

—Siéntate detrás mío —dice—. Anda, igual que esa vez en la Unidad 02. No me vas a poder enseñar nada a menos que te sientes conmigo —explica.

Maldita lógica. Juro que algún día me va a matar.

—Eeeh... Bueno... —me encojo de hombros, y voy.

Está bien estrecho, pero me las arreglo para sentarme justo detrás de ella. Hay como dos centímetros entre nosotros, y estoy decidido a que eso siga así. Sería muy fácil que esto se convirtiera en un bochorno.

El cuerpo de ella es lo bastante delgado para permitirme estirar los brazos rodeando sus hombros sin mucho contacto. Mientras menos, mejor. Ya voy a soñar con esta situación... Lo último que me falta es ponerme demasiado...

¡UF!

Bueno, hasta ahí llegaron los dos centímetros. Ella se desliza hacia atrás y me atrapa contra el respaldo de la silla.

—Deja de retorcerte —ordena—. Quiero aprender a tocar.

—¡Jawohl mein Führer! ¡Heil Asuka!

Ella pestañea. Hasta puedo oír su sorpresa. Uy. Jejé.

—No tenía idea de que hablaras alemán tan fluido —dice secamente.

—Perdón —me sonrío. Al menos no me molió la quijada por ese comentario.

—Enséñame algunas canciones y te perdono —sonríe ella, dándose vuelta justo lo suficiente para que yo pueda verle la sonrisa.

—A la orden...

Y con eso, reúno el valor necesario para poner mis manos sobre las de ella.

—A ver... —Trago saliva—. Ehh... Mmm... Bien, ¿qué tal esto...?

Tratar de concentrarme en el chelo es quizá una de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida, pero me las arreglo, y bonitas escalas van saliendo, cadenciosas, de la panza del chelo. Asuka asiente con la cabeza e intenta hacerlo.

Bastante cerca... Estoy impresionado.

—Quiero tocar otra cosa más larga —dice ella suavemente.

—Eh... Ah... Bueno...

¿Otra... cosa... m... más larga? ¿Acaso... me está...? ¡NO! ¡Shinji malo!

No obstante..., no TODA mi persona está escuchando el "No". El "Pequeño Shinji" parece estar muy contento con la situación, y concuerda con que es tiempo para algo más largo...

La siguiente pieza es un poco más complicada, pero me las arreglo para tocarla concentrándome en la música. Pero la... situación se pone cada vez más... dura, al sentir una espalda muy suave y tibia apoyada contra mí. Su pelo rojo dorado es todo lo que puedo ver, y se ve tan suave. En serio... tengo que dejar de pensar en lo mucho que quiero tocarlo.

Cuando aparto mis manos de las de ella, es casi con un suspiro de alivio. ¿No se da cuenta de lo que me hace? Ella se pone a tocar. Nuevamente, nada de mal.

—¿Y? —pregunta.

—Hazlo de nuevo —improviso. Necesito más tiempo para recuperarme—. Trata de repetirla, hasta que el ciclo salga fluido.

Ella asiente con la cabeza y comienza a tocarla de nuevo. ¡SCUIIIIIIIII! Ay... je je. Tal vez no es tan hábil después de todo. Le gruñe algo en alemán a mi chelo, pero lo intenta de nuevo. La primera vuelta sale bien... pero cuando trata de mover los dedos desde la última nota hasta la inicial, hace ese mismo rechinido horrible.

Desde luego, eso basta para que me entre el músico de nuevo.

—¡No, no, no! —suspiro, metiendo mis brazos por entre los de ella—. Bien, ahora, pon los dedos así...

Puedo sentirla tensarse levemente, aun si es solo por un segundo, pero vuelve a relajarse en mis brazos.

—Bueno... —dice, nuevamente con esa voz suave, dulce.

Solo estoy guiándole la muñeca derecha con mi mano, pero le he tomado la izquierda, y tengo mis dedos entrelazados con los suyos.

—Cuando llegues al final de esta parte... —La insto a que empiece a tocar, luego la detengo en la última nota— puedes soltar todos los dedos menos el pulgar, y luego subes la mano deslizándola hasta acá... —digo, guiando suavemente su mano a lo largo del...

Siento algo tibio contra una mejilla.

Tardo un segundo en percatarme de que es su mejilla.

Oh.

Oh, cielos.

Creo que mejor me muevo... pronto...

Pero no puedo. Es como si estuviera paralizado. La temperatura en la habitación acaba de subir diez grados de un salto, y me encuentro incapaz de pensar con claridad.

Ella no intenta moverse, tampoco. Está reclinada contra mí. Justo en mis brazos. Asuka Langley está apretada contra mí, y yo estoy tan asustado que no podría huir ni aunque quisiera.

—Shinji —susurra ella, dejando caer el arco con suavidad.

Yo... no puedo ni decir su nombre. Creo que estoy aguantando la respiración.

—No te preocupes... —me dice, inclinándose un poco hacia adelante por un momento, hasta dejar el violonchelo descansando en el piso.

El corazón casi se me salta del pecho cuando se vuelve a reclinar contra mí, sujetando mis brazos con los suyos. Su cabeza está acomodada contra mi cuello y hombro, y me ha envuelto en torno a su cuerpo como una manta que no desea abandonar. Ella... ¿se reclinó? ¿No quería irse? No... Esto es demasiado... Tiene... Tiene que haber algún error... Una broma horrenda... para provocarme...

—Shinji Ikari —me susurra al oído—. Te voy a besar... si me lo permites...

Por Dios del cielo...

Siento su nariz rozar contra mi mejilla, luego el contacto tibio de sus labios justo bajo de esta. Sus labios... oh... oh, Dios mío...

Si... Si hubiera parado allí, yo podría haber estado bien... pero... la cosa no paró allí. Me besó de nuevo. Esta vez en la esquina de la boca.

—A... Asuka... —ruego. Ni siquiera sé bien lo que quiero decir, o qué quiero que haga... Más que nada que pare. Quiero que pare. Si me vuelve a besar, sé que voy a estar perdido...

—Shinji... —Me da la espalda y se endereza.

Faltó poco... Por Dios...

Pero... entonces..., me pasa un brazo en torno al cuello y me tira hacia adelante. La silla se cae hacia atrás, y antes de darme cuenta, estoy tirado sobre uno de esos almohadones mientras ella desciende sobre mí.

Se detiene, a un solo centímetro de mi cara. Nuestras narices casi se tocan mientras me encuentro atrapado en sus ojos.

—Shinji... —susurra. Su aliento es dulce y caliente al cruzar mi lengua—. ¿Mmm? —pregunta, más que nada con los ojos... pero tiene un tono suplicante en la voz.

No debo huir.

Nos besamos.

Labios suaves, rosados, capturan suavemente mi boca, y yo correspondo el beso sin dudar. Todo lo que puedo sentir es su cuerpo apretado contra el mío mientras nos saboreamos mutuamente.

Ella... sabe a...

Asuka sabe a música.

Compleja, pero dulce. Completamente calmante, pero exigiendo de todos mis sentidos. Ella suelta un suave quejido cuando mi lengua encuentra suya y la convence a unírsele. Yo... de verdad no tengo idea de qué estoy haciendo... Todo lo que sé es que no puedo parar ahora. No cuando ella está reaccionando así.

Por Dios...

Ella me quiere.

De verdad me quiere.

Tiene que haber algún error... Todo esto es una horrible, cruel broma...

—Shinji... —respira contra mi cuello cuando nos separamos para recuperar el aire—. Por favor no pares...

No importa...

Nuestros labios se juntan de nuevo, esta vez con fiebre. Nos sumergimos el uno en el otro y exploramos. La textura suave y granulosa de su lengua resbala contra la mía. Todo su cuerpo se tensa cuando se la capturo con mi boca y la chupo. Cuando la suelto, ella simplemente me hace lo mismo a mí. No lo puedo creer.

Mi mano encuentra su cabello sedoso, masajeándole la base del cuello y rogándole que se quede tan cerca como está ahora.

—Shin-kun... —Me mira a los ojos con órbitas azules de párpados caídos.

Contesto con toda la pasión que puedo reunir. Ella gime cuando le capturo el labio superior y pruebo con mi lengua a lo largo de este. Asuka responde presionándome los hombros con las manos y obligando a mis brazos a bajar de su cabeza. Luego, me toma las manos y estira su cuerpo a lo largo del mío, manteniéndonos juntos al quitar todo apoyo que pudiera estar estorbando. Me vuelvo MUY consciente del gran peso que hay contra mi erección, así como de la fuerza suave y caliente de su pecho oprimido contra el mío.

—Mmm... —sonríe ella entre besos—. ¿Te gusta esto, Shinji-kun?

Doy un gruñido y tengo que moverme para evitar lastimarme la entrepierna, pero al final no hay nada que esté siendo apretujado. Debo de estar terriblemente colorado.

—Asuka... Esto es... tan...

—¿Rico...? —ofrece ella, lanzándose de nuevo contra mi boca—. ¿Placentero? —susurra—. ¿O qué tal sencillamente perfecto...?

Sólo puedo contestar con otro beso. Al fin, sin embargo, recuerdo mis palabras.

—Inesperado —ofrezco en voz baja.

Ella pestañea, soltándome las manos.

—Perdón... —musita, cabizbaja.

¡Carajo! ¡Por qué siempre tienes que hacer eso, Shinji!

—¡NO! —trato de arreglarla, pero ella ya se está levantando de encima mío—. ¡No! ¡No decía que no quisiera...!

Asuka me mira desde su posición sentada y sacude la cabeza con una pequeña sonrisa en los labios.

—Baka... Me doy cuenta —dice y, luego, me toma la mano—. Nada más... cállate y disfrútalo, ¿sí? —Respira hondo y luego...

Se pone mi mano en...

Ay.

Ay. Dios. Mío.

—¿Ves? —susurra—. Yo también.

No sé qué es lo que encuentro más excitante. El suave y firme... ¡aah!... o... el hecho de que de que ella... de que esté... erecto...

—Ahora... —me dice—. ¿Me crees?

Digo débilmente que sí con la cabeza.

—Me alegro —dice, y retira mi mano. Ni siquiera estaba consciente de que la tenía yo solo puesta ahí—. Porque yo nada más prometí besarte esta noche —sonríe.

Estoy tirado allí, pasmado, mientras ella se inclina y me besa en la nariz antes de levantarse. Aún tengo la mano tibia.

~ o ~

No estuve segura hasta esta noche.

Pero sí... Yo, Asuka Langley Sohryu, estoy enamorada de Baka Shinji.

En realidad era solo cuestión de tiempo, supongo. Todo lo que hacemos lo es. Sabía todo esto en el momento en que decidí que debíamos vivir juntos. Realmente no hay otra opción.

Durante mucho... MUCHO... tiempo, quise que no fuera así. Sabía que si vivíamos juntos, algo iba a pasar, y si resultaba ser la elección equivocada, solo terminaríamos haciéndonos daño.

Es como los erizos.

Mientras más se acercan entre sí, más fácil es que se lastimen. Pero...

Pero...

Una vez que encuentran el ángulo adecuado... la posición correcta... y se acomodan mutuamente, dos erizos pueden estar juntos y vivir con todas las espinas.

Lo último que yo quería hacer era acercarme a Shinji y luego de repente tener que apartarme.

Ahora sé que no tendré que hacerlo.

Y, en una nota menos filosófica.

Por Dios, qué bien besa esa chico.

Besar. Por Dios. Él me besa. Me besa como si para él fuera la cosa más importante del mundo. Da miedo y electriza que a una la deseen tanto. Es de plano excitante verlo mirándome con esos ojos. Sentir su lengua hacer esa cosita... Ah, sí... eso mismo...

Tuve que pararla con el beso. Tuve que hacerlo. Perdóname, Shinji. Perdóname, cuerpo. De no haberlo hecho en ese momento exacto, nunca hubiera podido parar.

Con toda sinceridad me preguntaba si sería capaz de parar. Desde que sentí sus brazos rodeándome. La sensación era tan perfecta. Si llego a vivir un millón de años, nunca voy a conocer a nadie más así.

Shinji es mío.

Yo soy de Shinji. Si me acepta, soy suya. Solía preocuparme por eso... Pero algo me dice que él me desea con la misma intensidad.

No es... No es que esté reevaluando mi vida. Igual existo con o sin él. Yo soy Asuka Langley. Tengo mis propios sueños y mis propios miedos. Tengo metas y anhelos con o sin él.

Pero...

Existir CON él empieza a parecer mucho más agradable que antes. Si tengo la elección, elegiría estar con él en lugar de estar sola.

Naturalmente, el dulce Baka necesita ser convencido de eso. Por eso le estoy dando una pateadura en el Nintendo en este momento. El único campo de batalla donde todavía somos iguales, pero donde podemos combatir sin romper los muebles.

—No entiendo... —dice él mientras trata de aprisionar a mi personaje en la lona—. Digo... Todo esto es tan...

—¿Repentino? —gruño, eludiendo con una voltereta a su bola de fuego, antes de aplastarlo con una de las mías—. ¡JA! ¿Crees que me habría venido a vivir contigo si no hubiera estado pensando por adelantado?

—¿En serio?

—Como un año —admito—. He tenido mucho tiempo para pensar en ti, Shinji —Le lanzo una sonrisa, obteniendo una oportunidad para bombardear a su personaje con otra bola de fuego mientras está distraído.

—Entonces... —jadea él, bloqueando mis siguientes ataques—. ¿Ahora qué?

Yo asiento con la cabeza. Una pregunta lógica.

—Bueno, podemos simplemente evitar al máximo cosas como esa... —ofrezco—. Digo... Es inevitable que suceda un par de veces más, pero estoy segura de que podemos mantenerlo al mínimo.

Él asiente, con gesto triste.

—O podemos dejar de preocuparnos y nada más vivir juntos —Me vuelvo hacia él con una sonrisa—. Eso incluye aceptar lo que sea que suceda.

El personaje de Shinji queda tirado en el suelo.

—Si quieres que me vaya, entonces me voy —declaro.

Pese a mi voz calmada, esta es la parte que he estado temiendo mencionar. Yo... de verdad no quiero irme. Aun así... esta es también la vida de Shinji. No puedo ser egoísta cuando se trata de eso.

No esta vez.

Esto es la vida. No Eva. Lo que se ha decidido en estas últimas veinticuatro horas no es algo que sea asunto de niños. Estas veinticuatro horas se volverán los próximos veinticuatro años. Da miedo, pero casi estoy deseando que este primer momento termine de una vez por todas.

Nada más decídete, Shinji. Yo voy a vivir igual...

Por mucho que desee vivir contigo.

Pero, por la forma en que él me está besando ahora, creo que no voy a tener que preocuparme.

—¡Ja JA! —ríe, rompiendo repentinamente el beso en el que no sé cómo he caído.

Me vuelvo hacia la pantalla para ver a mi guerrero maltrecho y ensangrentado en el suelo, noqueado. Me vuelvo hacia él con un gruñido, pero él nada más me saca la lengua.

Demonios, lo quiero tanto.

—Por favor quédate —pide con voz suave.

—Bueno —asiento, y vuelvo a reclinarme contra él.

FIN

~ o ~

Notas:

Originalmente, esto iba a conducir a un lemon suave (Nota del Traductor: fanfic con contenido erótico explícito), pero creo que voy a guardar eso para una continuación, si es que alguna vez decido publicarla :-) Es que me hacía falta sacarme de adentro un poco de WAFF (N. del T.: Warm And Fuzzy Feeling: sensación mullida y abrigadita, es decir, fanfics románticos). Creo que estoy tomando Higher Learning con demasiada seriedad, pero no se preocupen, eso también se me va a pasar con el tiempo.

N. del T.: Higher Learning es una serie larga de Evangelion, escrita por el mismo autor.

Este relato fue escrito en una noche, revisado y corregido en el transcurso de otra noche, y finalmente listo para postear meses después. En realidad no sé por qué lo escribí, solo que parecía hacer falta. Me siento un poco mal, y espero que nadie piense que estoy copiando la idea de Role Playing, un maravilloso fic escrito por Lara Bartram y Ammadeau. En él, mencionan que Asuka básicamente desea a alguien que pueda enfrentarse a ella y enfrentarse a la vida junto a ella. Ella quiere que Shinji sea fuerte, para poder amarlo sinceramente. Este fic fue en realidad fue escrito antes que ese, de modo que solo quería señalar que generalmente no tomo las ideas medulares de otras personas si puedo evitarlo :-) Escribir fanfiction es una cosa, pero copiar los fanfics de otras personas no se hace.

Mi intención fue mostrar la progresión paulatina, las razones e ideas de Shinji y Asuka a medida que esto sucedía. Eso es mucho más difícil de escribir que una perspectiva omnisciente de narración, pero me han dicho que me resulta bien de vez en cuando, así que voy a volver a intentarlo. Además, todas las guiños sutiles de la historia, como los que tengan que ver con el padre de Shinji o, eventualmente, hasta Ritsuko o Maya, estarán derivadas de Higher Learning, lo más probable. Yo IBA a hacer esto parte de HL, pero decidí que no, considerándolas dos progresiones de la trama totalmente distintas. En todo caso, HL es todavía un trabajo en progreso. Este va a ser de una sola, o de dos partes.

¡Ojalá lo hayan disfrutado! :-)

Comentarios o críticas a: strikef (arroba) bigfoot (punto) com

Si les interesan mis demás disparates, vayan a: http:\\www..studioshynnio..com , mi homepage y vertedero de todos mis subproductos cerebrales.

Gracias por leer, y no olviden poner su Fly Me to the Moon favorito al irse :-)

Strike Fiss, Ninja Crowbotics 2000. Khattam-Shud, EOF