Disclaimer: sigo sin ser Rowling.

Por fin estreno nuevo fict. Y digo por fin porque llevo dándole vueltas más de medio año. No lo había querido publicar antes porque era meterme en demasiados berenjenales al mismo tiempo, pero ahora es el momento idóneo.

Como podréis haber visto en el resumen, es de nuevo un fict de los merodeadores con la diferencia de que esta vez, sitúo la acción fuera de Hogwarts. No quiero dar demasiados detalles, así que mejor leed y luego me contáis.

¿Tú no me odiabas?

Capítulo 1. Un desastroso día en la vida de James Potter

El hotel londinense "Covent Garden" presumía de, además de ser uno de lo más caros y lujosos, ser también uno de los más tranquilos de todo el país. Sin embargo, aquella calurosa mañana de principios de junio, los clientes de la habitación 196 no parecían hacer honor a la fama del establecimiento.

- ¡Estúpido¡Imbécil¡Cabrón¡Fuera de aquí¡No quiero volver a verte!

Una joven rubia despampanante y con cuerpo de modelo, que debía tener alrededor de veinte años, no hacía más que gritar improperios contra su todavía novio. Y digo todavía, porque al paso que iban, aquello iba a terminar peor que la matanza de Texas.

- Vamos Rachel – decía el chico exhibiendo una bonita sonrisa y sin amedrentarse por los insultos que le estaba dedicando la chica.

El joven, un hombre alto, moreno de pelo indomable, ojos color miel ocultos por gafas y con una sonrisa que dejaba fuera de honda a cualquier ejemplar femenino en un radio de un kilómetro, aprovechó un momento de aparente calma de Rachel, se acercó a ella y trató de abrazarla.

- ¡Quita! – exclamó la joven a la vez que agarraba el primer objeto que pilló a mano, un jarrón chino de porcelana, y se lo estampaba en la cabeza.

- ¡Ouch! – se quejó él tocándose la parte afectada – Tendrás que pagarlo. En el hotel no creo que se pongan muy contentos cuando se enteren que has roto uno de los mejores jarrones¿no crees?

- ¡Me da igual! – bramó Rachel fuera de sí - ¡Fuera¡Vete!

- Pero nena… - intentó él hacerla entrar en razón.

- ¡Fuera! – repitió la joven sacando a flote todo su genio.

- De acuerdo – aceptó el chico finalmente, mientras cogía su chaqueta y se dirigía hacia la puerta. Al llegar a la salida, se dio la vuelta y con una impecable sonrisa dijo – Cuando te calmes¿podemos quedar algún día para cenar?

Rachel rugió y el joven moreno tuvo que salir corriendo de la habitación mientras se reía, evitando justo a tiempo que una lámpara impactara sobre su cabeza.

El joven tomó el ascensor que le llevaba a la recepción del hotel, para más tarde salir del establecimiento. Aunque no perdió el tiempo; por el camino sonrió a más de una y más de dos chicas e incluso una joven atrevida le dio su número de teléfono. "¿Podría ser un hombre con más suerte?", pensó él mientras esbozaba una enorme y bonita sonrisa de satisfacción.

Pero al salir a la calle, se le presentó un problema¿dónde iría a pasar la noche? El día anterior el casero de su piso le había echado por no haber pagado el alquiler, aparecía por casa de sus padres y le mataban, así que ni hablar, quizás en casa de…

El chico no pudo seguir pensando ya que alguien chocó contra él, provocando que ambos se fueran directos al suelo.

- ¡Au! – se quejó una voz femenina a su lado.

"Esa voz", pensó el joven, "es tan familiar".

Fue al levantar la vista para averiguar quién era la dueña de dicha voz, cuando se llevó una gran sorpresa.

- ¡Evans! – exclamó el chico mirando fijamente a la figura femenina que tenía delante. Ese pelo rojo como el fuego y esos ojos verde esmeralda solo podían ser de alguien en concreto.

- ¡Potter! – se sorprendió la joven a su vez observando como la persona que tenía enfrente se pasaba una mano por el pelo negro azabache para desordenárselo. Un gesto inconfundible.

- ¿Qué haces aquí? – preguntó James, sin caer en la cuenta de lo absurdo de la pregunta.

- ¿Pasear por la calle, quizás? – le devolvió ella la pregunta, con un tono increíblemente sarcástico.

- No hace falta que seas tan borde.

- Y tú no hace falta que seas tan caballeroso – le hizo ver la pelirroja con ironía, a la vez que recogía los papeles que llevaba en la mano y que por culpa del choque, se habían desparramado por la acera.

James se dio cuenta de que no había sido nada educado, por lo que se agachó y la ayudó a recoger lo poco que quedaba en el suelo.

- Y… ¿qué es de tu vida, Evans? – intentó James entablar una conversación civilizada con la mujer.

- Si tuviera tiempo y no llegara tarde al trabajo te lo contaría, pero como comprenderás…

La pelirroja no se detuvo más tiempo, ni siquiera se despidió de James. Tan solo se dio media vuelta y continuó caminando lo más deprisa que sus piernas le permitían sin echar la vista atrás.

Por su parte, James se quedó mirando como se alejaba sin darse cuenta de que él también entraba a trabajar en una hora escasa y todavía no había desayunado. Con gran parsimonia, el joven moreno hundió ambas manos en los bolsillos de su pantalón y comenzó a caminar lentamente en busca de una cafetería en la que pudiera llenar su estómago.

"Lily Evans", pensaba James minutos después, ya con una taza de café y unos cuantos churros delante, "mi pesadilla escolar".

Efectivamente, Lily Evans había sido la pesadilla escolar de James durante su época de estudiante en Hogwarts. Y no solo eso, sino que el propio James Potter también había sido la pesadilla de Lily en los siete años de estudio en el colegio. A pesar de que iban al mismo curso, pertenecían a la misma casa y por lo tanto estaban casi todo el día juntos, lo de ellos dos había sido lo que podría denominarse como odio a primera vista. Por parte de Lily estaba claro que la joven prefería hacer puenting sin gomas antes que tener que intercambiar una palabra mínimamente amable con él. Y por lo que a James respecta… bueno, al principio le parecía una sabelotodo insufrible siempre con algo en la boca que decir (normalmente ese "algo" era para acusarle a él y a sus amigos y por lo tanto conseguir que les castigaran). Pero con los años aquella sabelotodo insufrible resultó tener su encanto. Un encanto que para un adolescente rebosante de hormonas, como lo era James por aquel entonces, no pasó en absoluto desapercibido.

El problema es que Lily parecía ir a contracorriente. Cuando todas las chicas de Hogwarts aseguraban que James era el soltero de oro, a la pelirroja le parecía un gilipollas algo más guapo que los demás. Pero eso no evitaba que siguiera siendo gilipollas. Consecuencia: Lily le odiaba y James sentía una mezcla amor-odio por ella, dependiendo del día y de su estado anímico.

- No sabe lo que se ha perdido – murmuró James sacudiendo la cabeza.

oooooooooo

Cuando James ingresó en el cuerpo de aurores, no lo hizo por el prestigio que eso le supondría. Ni siquiera lo hizo por el dinero. Lo hizo porque le apasionaba, porque no se veía haciendo otra cosa.

Recordaba su primer día de trabajo como si fuera ayer. Había llegado a la oficina lleno de ganas de trabajar y de comerse el mundo. Confiaba en que rápidamente le asignaran un caso importante, algo relacionado con mortífagos que le convirtiera en un gran auror. Dos años y medio después, James aún seguía esperando ese caso que al parecer no estaba muy por la labor de llegar.

- Llegas tarde – informó con voz automática la secretaria de su jefe.

- Lo siento.

- Más lo sentirás cuando tengas que quedarte a recuperar el tiempo que pierdes todos los días – aseguró la mujer pasando de largo.

James frunció el ceño. Aquella era una de esas cosas que le aguaban el día por completo y le hacían replantearse su vida profesional.

- Wallace te espera en su despacho – le avisó John, su compañero de oficina, en cuanto vislumbró a James.

El joven moreno posó su abrigo con cuidado sobre la silla preguntándose qué demonios querría su jefe.

- Suerte – deseó John antes de que James cerrara la puerta del despacho.

Edward Wallace era, según James, el mejor director que el departamento de aurores había tenido en muchos años. Si se pasaba por alto el hecho de que Wallace todavía no quería exponer demasiado a James debido a su inexperiencia (el joven se preguntaba dónde adquirir esa experiencia si no le dejaban actuar), era el mejor jefe que James podría desear.

- Siéntate, Potter – invitó Wallace en cuanto su subordinado hizo acto de presencia.

James obedeció sin mediar palabra, escrutando los inescrutables ojos del hombre que tenía enfrente.

- Hace mucho que llevas quejándote porque no te dejamos pasar a la acción – comenzó a hablar el hombre mayor – Mejor dicho, llevas quejándote desde que entraste al cuerpo de aurores.

James asintió, incapaz de negar lo innegable.

- Pues bien, tengo un caso para ti que te podría resultar interesante.

Los ojos de James se abrieron con sorpresa. Jamás creyó que llegaría ese día y que además viviría para contarlo.

- ¿De qué se trata?

- Supongo que te habrás enterado de que estos días tiene lugar en Londres la Semana de la Moda Mágica – por la cara del joven, estaba claro que no tenía noticia de ello – Pues si no lo sabes ya te lo digo yo. Un evento de este calibre es particularmente peligroso y me han llegado informaciones de…

- ¿Un ataque mortífago? – preguntó James con esperanza.

- No exactamente – torció su jefe el gesto – Estoy hablando de una conspiración.

- ¿Una conspiración? – repitió el otro. No era lo que esperaba, pero para empezar no estaba mal.

- ¿Conoces a Gilderoy Lockhart? – cuestionó Wallace.

- ¿Lockhart¿Ese modelo tan famoso…?

- Ganador cinco veces del premio a la mejor sonrisa otorgado por la revista "Corazón de Bruja" – completó Wallace – Sí. Ese Lockhart.

- No entiendo qué tiene que ver.

- Todo. Sospechamos que intenta boicotear los desfiles ya que este año no ha sido invitado a participar.

James se quedó mirando fijamente a su jefe. Luego soltó una sonora carcajada. Aquello tenía que ser una broma. Sin embargo y a juzgar por la expresión impasible de Wallace, o al hombre se le daba muy bien mentir o estaba hablando en serio.

- No puedes estar hablando en serio – murmuró James tras unos instantes de silencio.

- Puedo y de hecho lo estoy haciendo.

- ¿Eso es lo que tú denominas un "caso interesante"? – preguntó el joven alzando el tono de voz con cada palabra - ¿Perseguir a un chalado que intenta boicotear un desfile es un "caso interesante"¿Te estás quedando conmigo?

- Potter…

- ¡Eso es un suicidio profesional! Nadie me tomará en serio después de eso.

- Te tomarán menos en serio si rechazas el primer caso que te proponen y te quedas en la oficina salvando tu culo – le hizo ver Wallace con enfado – Tan solo llevas aquí dos años trabajando…

- Dos años y medio…

- ¿Pretendes que tras dos años y medio te pongamos al frente de un destacamento para detener un ataque de mortífagos? – James negó con la cabeza – No hay más que hablar. O lo tomas o lo dejas.

El joven auror se lo pensó durante unos segundos.

- Por lo menos no me has puesto con el inútil de Brown – fue el particular "sí" de James, nombrando al auror más inepto de todo el departamento y si me apuras, de toda la historia de la profesión.

Wallace carraspeó ligeramente y el otro hombre entornó los ojos, comprendiendo lo que eso significaba.

- No me digas que me has puesto con Brown.

- No es tan mala idea – intentó defenderse su superior – Además, el chico no es tan inútil.

- Ni siquiera sabe agarrar bien la varita.

- Pero seguro que tú le ayudarás a hacerlo.

- ¡No soy la niñera de nadie! – protestó James.

- Esas son las condiciones. Si quieres aceptar el caso, será con Brown – el joven iba a objetar una vez más, pero Wallace le hizo callar – Y no admito réplicas.

James se levantó y abandonó el despacho rápidamente, preguntándose qué más le podría pasar en aquel día desastroso.

oooooooooooooo

- Vamos, no puede ser tan malo – intentó animarle John, aunque ni él mismo se creía sus palabras.

- No. Es peor.

James enterró la cabeza entre sus brazos, deseando cerrar los ojos y despertarse al día siguiente. Pero antes, debía aguantar al inútil entre los inútiles deteniendo una conspiración en un estúpido desfile de modas ideada por un gilipollas presumido del que dudaba que tuviera la capacidad cerebral suficiente como para boicotear una fiesta de cumpleaños. En la Academia donde estudió nunca le especificaron que a eso se le llamara ser auror.

- ¿A quién te han asignado como compañero? – preguntó el otro joven, que aún no sabía la peor parte.

- Ese que ves ahí y que ni siquiera sabe vestirse correctamente – James señaló a un hombre de su misma edad, que hacía vanos esfuerzos por meter los botones de su chaqueta en el ojal correspondiente – es mi compañero.

- ¿Brown? – se sorprendió John - ¿Paul Brown¿El hijo de papá¿El que está aquí por inspiración divina?

- El mismo Brown – confirmó el moreno – Y eso que ves ahí en el suelo, es mi autoestima.

Esta vez, James comenzó a darse de cabezazos contra la mesa. Quizás, si se abría la cabeza, se libraría del papelón que le había tocado.

- Joder… - silbó John – Joder.

James dejó de autoflagelarse, viendo que además de no conseguir su propósito, los golpes contra la mesa le estaban levantando dolor de cabeza. Se levantó de su silla, dispuesto a comunicarle a Brown el caso que les había tocado.

- Que se te dé bien – deseó John antes de que el joven desapareciera por la puerta.

- O que se me dé lo menos peor posible – corrigió James con gesto sombrío.

oooooooooooooo

Lo que para James representaba un suplicio mayor que escalar el Everest en zapatillas de deporte, para su mejor amigo, para Sirius Black, aquello se presentaba como la mejor oportunidad para ligar. Aunque poco más podías esperar de una mente que se reducía a tres temas: mujeres, quidditch y escobas.

- Vamos, James… aquello va a estar lleno de mujeres. ¡Qué digo mujeres¡Modelos! – exclamó Sirius con entusiasmo – Piensa con la cabeza.

- Sí, James. Piensa con la cabeza – repitió Remus Lupin con un tono cargado de ironía.

James miró alternativamente a sus dos amigos y pensó que no podían ser más distintos el uno del otro. James pensaba que si fuera mujer, definitivamente se enamoraría de Sirius: su porte distinguido, su elegante melena negra y sus profundos ojos grises le convertían en una pieza muy codiciada por el sector femenino. Si a eso le sumabas el apellido de renombre y una labia que confundía y embaucaba a cualquiera, el resultado sería Sirius Black.

Por otro lado, Remus Lupin era atractivo a su manera. James no sabía exactamente que había en su amigo que resultaba tan atrapante; quizás sus insondables ojos color caramelo, quizás su aire taciturno o quizás su carácter misterioso… pero lo cierto es que Remus parecía estar lleno de secretos.

- Trata de no pensar en ello hasta… ¿cuándo empezáis?

- Esta noche – contestó James, abatido.

- Te aseguro que lo que me ha tocado a mí es mucho peor – afirmó Remus en un intento por animar a su amigo.

James y Sirius posaron sus ojos sobre el joven con curiosidad.

- He encontrado trabajo.

- Eso no es malo – replicó James.

- No sería malo si la librería del señor Trelawney no fuera el único lugar donde aceptan licántropos como dependientes – terminó de explicar Remus.

Sirius frunció el ceño, intentando recordar de qué le sonaba la palabra Trelawney, además de por ser el apellido de la famosa vidente Cassandra Trewlaney.

- ¿El señor Trelawney¿El padre de Melibea Trelawney? – preguntó James, haciendo que su amigo cayera en la cuenta.

Remus asintió con la cabeza.

- ¿Aquella chalada que iba a nuestra misma casa y curso en Hogwarts? – cuestionó Sirius a su vez.

De nuevo, Remus movió la cabeza en señal de asentimiento. Los Trelawney eran conocidos porque todo lo que tenían de ricos, lo tenían de excéntricos. Los tres amigos habían podido comprobarlo durante sus años escolares al conocer a Melibea Trelwaney, la única hija y por tanto heredera de la fortuna familiar y ya de paso, la más excéntrica de toda la familia. Si no fuera porque Remus necesitaba el dinero urgentemente, ni a punta de varita hubiera aceptado aquel trabajo.

- Claro que estaba chalada. Era amiga de Evans – aclaró James, como si eso lo explicara todo.

- Por esa regla de tres tú serías el más chalado de todos. Te gustaba Evans – dedujo Sirius inteligentemente.

- No me gustaba Evans. Solo me atraía – pronunció el aludido de nuevo aquella frase que tantas veces había salido de su boca. Súbitamente, James recordó el encontronazo que había tenido por la mañana – Hoy la vi.

- ¿A quién¿A Evans?

James asintió, recordando el escaso intercambio de palabras que había mantenido con la pelirroja.

- ¿Y cómo estaba? – se interesó Remus.

- Tan borde como siempre – aseguró el moreno encogiéndose de hombros.

- Es Evans. No sería amable contigo ni aunque su vida dependiera de ti – dio Sirius el asunto por zanjado.

James se quedó pensativo, rememorando de nuevo su encuentro con su antigua compañera de clase mientras sus dos amigos retomaban la conversación. De repente recordó la misión que le habían encomendado en el trabajo y su rostro se tornó de nuevo sombrío, al igual que lo había hecho tras la conversación con Wallace.

oooooooooooo

El recinto que el Ministerio de Magia inglés había preparado para acoger todos los desfiles que de celebrarían a lo largo de la semana destilaba glamour y elegancia por todas partes. Y no solo porque allí había más famosos del mundo mágico congregados por metro cuadrado de lo que James podría imaginar, sino porque el edificio en sí era impresionante. Oculto a ojos muggles, aquel lugar era ideal para albergar un evento de esa categoría.

Y entre tanto famoseo, tantos flashes y tanta joya cara, dos tipos como James y Paul Brown se sentían fuera de lugar. Sobre todo éste último, que parecía un animal asustado entre tanto movimiento.

- ¡Cuidado! – exclamó el guardaespaldas de un famoso cantante cuando Brown tropezó con él.

- Lo… lo siento – se disculpó Brown.

James negó con la cabeza. Si ya en su casa, completamente solo y en su hábitat natural Brown era torpe, rodeado de tanta gente y en misión especial resultaría mortífero.

- Ven por aquí – ordenó James tomando a su compañero por el brazo y guiándole a través de la marea de gente hasta un lugar más tranquilo – Escúchame, Brown: estamos en misión especial, así que no debemos llamar la atención. No quiero ni tropezones absurdos, ni caídas aparatosas ni enfrentamientos con guardaespaldas que creen que eres un terrorista armado hasta los dientes¿entendido?

El otro auror tragó saliva y asintió nerviosamente.

- Y por nuestro bien físico, mantente pegado a mí y no saques la varita del bolsillo bajo ninguna circunstancia.

Una vez dadas las indicaciones, los dos hombres se sentaron en un lugar estratégico desde el que podían controlar todos los movimientos del sospechoso y esperaron a que diera comienzo el desfile.

James recorrió con sus ojos toda la estancia, sin que se le escapara ningún detalle. Justo enfrente de ellos, un apuesto hombre rubio de sonrisa blanca deslumbrante no paraba de saludar a sus conocidos.

- Ahí está – murmuró James señalando con disimulo al hombre – Ese es Gilderoy Lockhart. No quiero que le quites el ojo en toda la noche. Vigila todos sus movimientos y si ves algo raro, avísame.

- ¿Y tú mientras qué vas a hacer? – preguntó Brown.

- Disfrutar de las modelos, por supuesto – contestó el moreno resueltamente. Si se tenía que tragar el marrón, lo haría de la manera más entretenida posible. Además, hasta un inútil como su compañero sería capaz de hacer lo que le había encomendado.

La velada no estaba resultando tan aburrida como James había planeado. Aunque dos buenas piernas enfundadas en estrechos pantalones o asomando bajo túnicas diminutas animaban a cualquier espécimen masculino. James no entendía de moda, y menos de moda femenina, pero entendía de mujeres; y lo que estaba claro es que aquellas mujeres eran fantásticas. Como había dicho Sirius, para algo eran modelos.

Sin embargo, un pequeño golpecito en el hombro le hizo recordar que estaba de servicio. James giró la cabeza hacia su compañero, que a su vez señaló (de una manera nada disimulada, todo hay que decirlo) al sospechoso.

- Se está moviendo.

No hacía falta que Brown se lo dijera. En medio de tanta gente sentada, la figura semi agachada de Lockhart intentando huir destacaba con claridad.

James tomó de nuevo al otro auror por el brazo y los dos siguieron a Lockhart de la manera más discreta que pudieron. Los pasos del modelo les condujeron hasta la parte trasera de la pasarela, y ambos pudieron comprobar que entre bastidores todo era muy distinto. Delante, el lujo y el glamour se apoderaban de la estancia, pero detrás, los nervios de última hora daban una imagen muy diferente.

Los dos aurores se hicieron paso con dificultad a través de modelos hiperactivas, diseñadores histéricos y maquilladores hartos de los caprichos de unas cuantas niñatas. James creyó haber perdido el rastro de su objetivo, hasta que vislumbró una cabellera rubia ondulada pocos metros por delante de ellos.

- No te separes de mí – repitió James lanzándole una mirada de advertencia a su compañero – Y por lo que más quieras, no saques la varita.

James siguió los pasos de Lockhart, quien con mucho disimulo había logrado dejar atrás la vorágine de diseñadores y modelos hasta llegar a una pequeña puerta. Tras ella y como James pudo comprobar en cuanto el rubio la abrió, la colección de un diseñador consagrado aguardaba a ser expuesta ante miles de ojos.

Como James pudo comprobar, el plan de Lockhart era bastante sencillo: con un simple hechizo diffindo pretendía destrozar todos los vestidos a modo de venganza. James negó con la cabeza, completamente desmoralizado; aquello era más simple de lo que había esperado.

- Gilderoy Lockhart – pronunció el auror su nombre que voz clara.

El rubio se dio la vuelta con la culpabilidad pintada en el rostro. Le habían pillado.

- ¿Qué hace merodeando por aquí?

- Oh… bueno… tan solo – Lockhart esbozó una sonrisa nerviosa mientras su mente buscaba una excusa creíble – tan solo estaba echando un vistazo a la colección de mi gran amigo.

- Su gran amigo que este año no le ha invitado a desfilar para él – completó James paseando alrededor del modelo.

- Supongo que este año ha decidido prescindir de mí – comentó el rubio con un tono inocente que no pretendía engañar a nadie. Y menos a un auror.

James sintió como el cuerpo de Brown se tensaba tras él. Entonces posó sus ojos sobre la mano de Lockhart, que disimuladamente trataba de alcanzar su varita. Esbozando una sonrisa jocosa como diciendo "a mí me la vas a dar", el auror extendió su propia varita con rapidez y gritó:

- ¡Expelliarmus!

Lockhart salió despedido hacia atrás y chocó duramente contra la pared, cayendo la varita de sus manos. James ya se había adelantado para inmovilizar al hombre cuando, como alertada por el ruido, la puerta se abrió y una mujer entró en la pequeña habitación.

- ¿Qué está pasando aquí? – preguntó la recién llegada.

James observó a la joven: piernas largas, cintura estrecha y pechos poco prominentes. No había duda de que era una modelo.

- ¿Y usted quién es y qué está haciendo aquí? – cuestionó James a su vez. Al fin y al cabo, él era la autoridad.

- Soy Linda, modelo profesional. Había venido a por los vestidos – explicó ella apresuradamente. Acto seguido posó sus ojos sobre el cuerpo inconsciente tendido en el suelo y al reconocerlo, éstos se abrieron con horror - ¿Gilderoy Lockhart¿Pero qué le habéis hecho?

- Gilderoy Lockhart estaba a punto de echar a perder toda esta ropa – informó James.

- ¿Cómo alguien tan maravilloso cómo él iba a hacer una salvajada como esa?

James puso los ojos en blancos. Calificaría a Lockhart de muchas maneras, pero nunca de "maravilloso".

- Por venganza, supongo – explicó el moreno al tiempo que de su varita salían varias cuerdas que inmovilizaron a Lockhart – Al parecer no había sido invitado al desfilar y…

- ¿Y ustedes quiénes son? – interrumpió Linda.

- Aurores.

James tiró de Brown hacia delante para corroborar con hechos la afirmación, aunque su compañero contemplaba la escena como si fuera un espectador más en lugar del 50 de la operación.

- Entiendo – dijo la modelo al cabo de unos segundos de silencio – Bueno, pues continúen con su trabajo.

ooooooooooooo

Todavía no sabía cómo había llegado a aquella situación. Tras inmovilizar a Lockhart, había dejado a Brown a cargo de la situación y él… bueno, él en esos momentos estaba disfrutando de los encantos de modelo de Linda.

La joven separó sus labios de los de James durante unas décimas de segundo para colar la llave por la cerradura de su piso.

- ¿Vives sola? – preguntó James entre jadeos.

- No exactamente – contestó ella tomando a James por el cuello de la cazadora y guiándole a través de los pasillos de su casa.

James cesó de recorrer el cuerpo de Linda con sus manos ante la respuesta que le acababa de dar.

- ¿No vivirás con tus padres? – preguntó el auror alarmado, separándose bruscamente de Linda.

- ¡No! – exclamó Linda, como si eso fuera absurdo – Vivo con una compañera de piso a la que te aseguro que mi vida sexual le importa aún menos que mis desfiles.

James se fió de la joven y volvió a la ardua tarea de no separar sus labios de los de ella, dejándose guiar hasta la habitación de Linda. En esos momentos, su mente no pensó en que había dejado a Lockhart en manos de alguien como Brown y lo peligroso que eso podía resultar. Ni siquiera se dio cuenta de que aquella misma mañana, su novia, desde hacía tan solo un mes pero novia al fin y al cabo, le había dejado y le había echado de la habitación de su hotel a gritos. Tan solo tenía en mente acabar aquel desastroso día de la mejor manera posible.


¿Qué tal este primer capítulo? No es demasiado intenso, pero tened en cuenta que los primeros capítulos son de introducción.

No tengo mucho que comentar sobre el capi, tan solo que le pongáis atención a Linda y que a Melibea Trelawney (que he mencionado en este primer capítulo) os la presentaré a fondo dentro de muy poco.

En el siguiente, nos centraremos en la vida de Lily y todo lo que eso implica (trabajo, amigas…) La acción de verdad comenzará a partir del tercer capi, pero estos dos primeros son necesarios para que os vayáis metiendo en situación.

Y antes de despedirme, lo de siempre: reviews. No sé como decirlo, pero de haberme leído tantas veces supongo que la mayoría ya sabréis que me encantaría conocer vuestra opinión.

Besotes y hasta la próxima actualización (dentro de dos semanas)

bars9