Lástima que a nadie le gustó el otro fic, pero no importa, eso no me deprime, total, ya tengo la autoestima por el subsuelo para ponerme peor. Agradezco sus mensajes en todos los fics anteriores que he hecho y aquí los dejo con un nuevo fragmento de mi imaginación.

Los personajes de Inuyasha no me pertenecen, sino que solo paso el rato usándolos.

Fría como el fuego

En una gran compañía…

Se abren de manera automática las puertas.

- Buenos días, ustedes deben ser los nuevos, mi nombre es Ayame, ustedes son Inuyasha Taisho y Miroku Houshi si no me equivoco.

- Así es. – Respondió Inuyasha.

- Hoy empezamos aquí así que quisiéramos que nos indicara en donde debemos ubicarnos. – Pidió Miroku amablemente.

- Un momento – Pidió Ayame cortésmente mientras levantaba el auricular y marcaba un número. - Rin, ya llegaron los nuevos, por favor acompáñalos hasta la oficina de la jefa….Si lo sé, ese no es tu trabajo pero Sango no puede ahora, ¿podrías?...Ok, están aquí en recepción.

Mientras esperaban, ambos se dieron cuenta que todas las personas que pasaban eran mujeres y Miroku no aguanto su curiosidad.

- Disculpe Srta. ¿Por qué no se ven hombres en el edificio?

- Bueno, supongo que es mejor que se los diga antes de que cometan alguna estupidez. – Pensó Ayame en voz alta mientras tomaba aire.

- ¿Perdón? – Preguntó un confundido Miroku.

- Pues, el dueño de esta empresa murió y quedó a cargo su hija que prefiere trabajar con mujeres. – Empezó a decir ella.

- ¿Es lesbiana? – Inquirió Inuyasha que hasta el momento no había entrado en la conversación.

A. Tanto como usted es una supermodelo. – Espetó resentida.

- ¡Feh! – Bufó Inuyasha mientras desviaba la vista.

- Es muy femenina y 100 por ciento heterosexual, sin embargo, a nosotras no nos molesta trabajar entre amigas, además es más eficaz ya que no hay distracciones. – Dijo sinceramente.

- Entonces, ¿por qué estamos aquí? – Preguntó Miroku al ver que ellos no cuadraban ahí.

- Cuando ella llegó al poder, echo a la calle a la mayoría de los trabajadores de alto rango de esta empresa, sin embargo, a los puestos que ustedes van a ocupar no sabía a quien poner y por recomendación de algún accionista, están aquí.

- ¿Y qué es lo que debías decirnos para no pasar como idiotas? - Pregunto Inuyasha, no olvidándose de la forma como Ayame les había dicho al principio

- Ella es una mujer muy hermosa e inteligente, sin embargo, no sé que fue lo que le ocurrió antes, pero siente que cualquier hombre que se le acerque con intenciones de cortejarla, será por puro interés. Por eso, no les recomiendo que la coqueteen si quieren permanecer trabajando aquí. – Advirtió seria.

- Pero que… - Empezó a decir Miroku.

En ese momento las puertas del ascensor se abrieron dejando ver a una chica de pelo negro y ojos cafés, que a simple vista estaba muy acelerada y con la respiración entrecortada.

- Lamento mucho haberme demorado pero parece que hoy soy indispensable para todo y ni siquiera me dan un aumento por eso, je,je. – Bromeó la chica.

- Está bien, no te preocupes Rin. – Dijo Ayame para luego dirigirse a los dos jóvenes. - Por favor síganla y por cierto, tampoco traten de cortejar a la secretaria de la jefa ya que tiene el carácter algo… fuerte.

- Cómo sea, ni que ese fuese mi objetivo. – Dijo Inuyasha fastidiado.

- Pues me alegro que esas palabras vengan de quien va a compartir todo el día con la jefa. – Acotó Ayame con una sonrisa burlona.

Inuyasha la miró de reojo sintiendo que las palabras de esa chica tuviesen algún doble sentido pero sin darle mucha importancia subió en el ascensor junto con Miroku y la tal Rin.

En tres pisos más arriba, se abren las puertas del ascensor…

- Bien, aquí termina mi recorrido. Tú – Dijo Rin mirando a Miroku - …esa será tu oficina – Decía señalando una de las puertas - y en cuanto a ti –Explicó mirando a Inuyasha - Vas a estar al lado de la oficina de la jefa al ser su asistente. Por cierto, van a ir primero a la oficina de ella antes de empezar su trabajo, por aquí, por favor. – Indicó mientras empezaba a caminar.

- Bien. – Respondió Miroku mientras que ambos empezaban a seguirla.

Se acercaron a una oficina muy amplia y se pararon frente al escritorio de una secretaria.

- Sango, estos son los nuevos. – Le dijo Rin a una muchacha que estaba en un escritorio y sumergida en el trabajo que se mostraba en el monitor.

La joven levantó la cabeza y se quedó embobada con cierta mirada zafiro, pero al ver que el joven dueño de aquella mirada levantaba una ceja y la miraba algo confuso, se reincorporó.

- Oh si, por supuesto, síganme. – Contestó nerviosa.

Luego de ello se levantó de su asiento y caminó con ellos hasta la puerta la cual tocó y al recibir permiso de pasar, la abrió…

- Kagome, estos son los nuevos empleados. –Avisó Sango suavemente mientras entraba.

- ¿Mmm? – Fue el único sonido que dijo la susodicha.

En ese momento levantó el rostro una chica con ojos color café, pelo color azabache y fina figura que solo se dejaba ver hasta la mitad detrás de su escritorio.

En ese momento Inuyasha y Miroku se quedaron sin habla pero luego reaccionaron.

- Buenos días, Srta. Higurashi. - Dijo Miroku en forma demasiado galante, algo que Kagome notó.

- Buenos días. – Dijo secamente Inuyasha.

Kagome casi cae para atrás luego de ver aquella hermosa mirada dorada, desviando la suya, se dirigió a Sango.

- Oh si, por supuesto, buenos días, mi nombre como ya sabrán es Kagome Higurashi y ¿cada uno es…?

- Miroku Houshi, asistente de vicepresidencia.

- Inuyasha Taisho, su asistente.

- Oh, bien… "¿Por qué demonios tenía que ser mi asistente el más guapo?". – Se preguntó Kagome mentalmente. Luego se dirigió hasta la muchacha - Sango, por favor, déjanos a solas.

Luego de que Sango saliera, prosiguió…

- Ustedes saben que están aquí como nuevo invento de unos de mis accionistas para darle una mayor experiencia a ustedes dos y por supuesto una recomendación que podrá mejorar o empeorar sus posibilidades de trabajo, esto de que ustedes son asistentes de vicepresidencia y presidencia nunca se había visto aquí en Toyota.

- Lo sabemos, tenemos conocimientos y creo que podremos manejarlo bien.- Respondió Miroku.

- Eso espero, pero no por eso los he llamado, sino más bien, para dar a entender las reglas implícitas de la empresa. – Explicó Kagome sin muchos ánimos.

- ¿Cómo?

- Como ustedes saben, soy una persona muy poderosa a nivel económico y por ello muchos hombres han intentado cortejarme para ver…literalmente…que me sacan de todo eso. Por ello, les advierto que espero que no se les pase por la mente hacer lo mismo, porque sino considérense parte de la gran lista de desempleados del país, además de que los puedo demandar.

- ¿De? – Inquirió Inuyasha.

- Acoso moral, por supuesto. – Respondió Kagome mirándolo desafiante.

- ¿Qué? "¿Quién se cree esta niña?" – Se preguntó Inuyasha incrédulo. - Ni que fuéramos tan miserables para hacer algo así, además, no estoy interesado en usted, si me permite decirlo.

- Excelente "Se que no soy para nada atractiva pero no por eso me lo tiene que restregar en la cara" – Pensó Kagome para luego mostrar una falsa sonrisa. - Me alegra que tengamos este dilema arreglado.

- Entonces, ya podemos empezar a trabajar. – Dedujo Miroku.

- Por supuesto, dile a Sango que te de tu llave y puedes ir con el vicepresidente, llamado Koga Wolf. – Explicó Kagome amablemente.

- Bien, con su permiso me retiro. – Respondió saliendo de la oficina.

- ¿Y yo? – Preguntó Inuyasha.

- En esa puerta que está allí, hay está su oficina. – Le respondió ella mientras señalaba una puerta de madera al lado de su escritorio.

- ¿Es la única entrada?

- Por supuesto que no, está también la puerta al lado izquierdo de mi oficina, pero se considera necesario esa en caso de que te vaya a tener que dar alguna indicación o me tengas que entregar algo. Por cierto, está es tu llave. – Le dijo Kagome mostrando una llave entre sus dedos.

- Bien.

Se dirigió hasta ella y recibió de sus manos la llave, algo que hizo sentir a ambos un escalofrío momentáneo. Sin más que decir, Inuyasha se adentró a su nueva oficina, cerrando las puertas, mientras iba a explorar todos los archivos que estuvieran allí y adecuarlo a su estilo. Luego de dos horas, Kagome se extrañó de que aquel individuo no diera señales de vida, por ello, se armó de valor (algo que consideró necesario) y tocó la puerta a su lado. Luego de unos segundos se abrió, mostrando el rostro de Inuyasha muy serio.

- ¿Si? – Preguntó sin mucha cortesía.

- Pues, quería saber que estás haciendo. – Respondió ella en el mismo tono.

- Adecuando el espacio según mis gustos. – Dijo sin más.

Kagome entró y quedó algo sorprendida al "estilo" de Inuyasha, ya que, el escritorio quedó al fondo sin nada más que la computadora, los archiveros a un lado con una de las gavetas abierta (la superior). En la papelera, al lado del escritorio, estaban muchas bolas de papel, que se veía que eran hojas blancas sin utilizar, cualquier otra cosa de sobra desechada y en el borde de la ventana lo único que tenía de adorno era la foto de una joven mujer.

- ¿Quién es? – Inquirió curiosa.

- ¡Que metiche! – Exclamó Inuyasha mientras le quitaba la fotografía de sus manos.

- Perdón por preguntar. – Dijo resentida.

- Es mi madre. - Dijo él secamente.

- Es muy hermosa. – Pensó en voz alta.

- Murió hace años. – Comentó con un dejo de melancolía.

- Lo lamento. – Dijo bajando la cabeza mientras decía esto.

- No importa, no la recuerdo muy bien, pero se supone que uno en una oficina debe poner alguna pertenencia y pues siquiera hay algo. – Comentó distraído.

- Y ¿por qué no pones más cosas?

- No tengo cosas importantes o con un valor sentimental como muchos dicen.

- ¿En verdad? pues yo si pero no me gusta dejarlas en la oficina porque a veces me parece que las dejo muy expuestas a la gente y no me gusta. "¿Por qué le estoy hablando como si lo conociera? ¿Qué me pasa?" – Se reprendía mentalmente.

- Ya veo. – Respondió él sin mucha emoción.

- ¿Y esa gaveta abierta? – Dijo al ver el archivero.

- Ah, es para el entretenimiento. – Contestó Inuyasha retomando el interés.

- ¿Entretenimiento? – Cuestionó confundida.

- Sí, mira.

Se sentó en su silla, colocando los pies en el escritorio, sacó una de las bolas de papel de la papelera y la lanzó, cayendo esta en la gaveta abierta.

- Parece que lo calculaste todo muy bien, ¿no? – Preguntó reprochándolo con la mirada.

- Pues sí, así no me aburro, porque a fin de cuentas, tú no tendrás muchas obligaciones que darme. – Respondió él arrogantemente.

- ¿Por qué piensas eso? - Dijo algo enojada por la actitud del chico.

- Pues, porque yo estoy aquí es para que tú le devuelvas el favor a Sesshomaru.

- ¿Sesshomaru? ¿Acaso tú sabes que…? – Empezó a preguntar dudosa.

- Si, lo sé, fuiste su novia, luego el te dejó pero quedaron dizque amigos, hiciste un convenio con él en la empresa para no dejar ésta en quiebra y para pagarle el favor tuviste que contratar e inventarle un empleo a su hermano y a su amigo, o sea yo y Miroku.

- Vaya, no sabía que estabas tan enterado… pero por eso no te confíes de que te quedarás aquí de adorno, tendrás obligaciones y yo me encargaré de que así sea. – Advirtió seriamente.

- Pues, las esperaré ansioso. – Dijo esto con una sonrisa burlona, en verdad le daba mucha gracia la actitud de superioridad que trataba de mantener su "jefa" con él.

- Llega mañana temprano, porque creo que te puedes retirar por hoy, ya que ya "acomodaste" tu oficina. – Espetó ella.

- Muy bien, adiós. – Contestó felizmente.

En ese momento se le pasó por la mente de ¿por qué no tratar de conquistarla? ¿Quién era ella para decirle lo que tiene que hacer en asuntos personales? además, tendrá más entretenimiento viendo las reacciones de la chica a quedarse sin hacer nada.

Tomó su maletín y cuando salió le dio un fugaz beso en la mejilla a Kagome, algo que la dejo pasmada pero sin tiempo para reaccionar ya que Inuyasha se había ido.

- Pero ¿qué se cree? - Decía esto mientras quedaba totalmente sonrojada. Me tendrá que dar una disculpa por eso…

Al siguiente día…

- Buenos días, Ayame. – Saludó Inuyasha.

- Buenos días…Inuyasha, si no me equivoco. – Respondió Ayame algo dudosa.

- Que bueno que no me confundiste con Miroku ya que sino no me hubiese importado que fueses mujer para hacerte recordar mi nombre como debe ser y sabes a que me refiero. – Advirtió serio.

- Tranquilo fiera…ustedes son muy diferentes como para confundirlos, al menos, él es amable, ¿no? – Inquirió esperanzada.

- Espera a que agarre confianza… - Pensó en voz alta.

- ¿Qué…?

No terminó su pregunta porque Inuyasha ya había entrado al ascensor y las puertas se habían cerrado.

En el tercer piso.

- Por fin. – Dijo exasperado.

Inuyasha salió del ascensor y entró a su oficina, dejó su maletín y se disponía ir a ver a su "jefa" para que les diera las "obligaciones" que tenía para él.

Abrió la puerta que conectaba su oficina con la de ella pero se encontró con quien definitivamente hubiese preferido evitar.

- ¿Sesshomaru? – Preguntó incrédulo.

- ¿Inuyasha? al menos eres puntual. – Comentó despectivamente.

- Cállate, ¿por quien me tomas? el hecho de que a través de ti estoy aquí, no significa que no pueda trabajar como debe ser. – Se defendió Inuyasha.

- Lo dices como si tuvieses mucha responsabilidad, cuando mucho le estarás trayendo el café y hablas como todo un accionista. – Le contestó impasible.

- Maldito, tú…

No pudo continuar, ya que se abrió la puerta dejando entrar a Kagome, que usaba una falda rosa por encima de la rodilla, una blusa blanca y un blazer del mismo color de la falda.

- Inuyasha, llegaste temprano. – Expresó sinceramente.

- ¿Por qué todo el mundo se sorprende? ni siquiera he llegado tarde algún otro día, ya que este es mi SEGUNDO día de trabajo. – Dijo Inuyasha desesperado.

- Cálmate, no es para tanto. Sesshomaru, por favor toma asiento. – Respondió ella.

- Gracias. Quisiera que mi hermanito estuviese aquí también para ver si hace algo por la patria. – Espetó Sesshomaru mirando a su hermano con una semi-sonrisa de triunfo al humillar a Inuyasha fácilmente.

- Quizás y hasta necesites ayuda para leer los documentos y usas eso como excusa. – Masculló Inuyasha resentido.

- No sé que es lo que les pasa, pero créanme que no estoy de humor para ver una riña de niños de preescolar, así que les agradezco que mantengan la compostura y se comporten como adultos. – Acotó Kagome harta de la escena.

- Tienes razón. – Contestó Sesshomaru.

Tomó asiento en una de las sillas al lado opuesto del escritorio de Kagome e Inuyasha al lado de su hermano.

- ¿Qué se te ofrece Sesshomaru? – Preguntó Kagome amablemente.

- Sólo era para informarte que tengo un nuevo trato para ti. – Respondió el susodicho.

- ¿Qué sería? – Preguntó con desconfianza.

- Sólo digamos que necesito un préstamo de tu empresa.

- ¿Cuánto? – Inquirió seria.

- 600.000.000 de dólares, con eso creo que es suficiente. – Respondió restándole importancia.

- ¿Qué? estás loco, las cifras al bajar tanto, se notará todo fácilmente. – Explicó ella negándose rotundamente.

- No si tu "asistente" lo camufla todo, ¿no crees Inuyasha?

- Ella tiene razón, los contadores y accionista se darían cuenta fácilmente, además, ¿qué te hace pensar que voy a tratar de ayudarte? – Preguntó incrédulo Inuyasha.

- El hecho de que al menos yo te conseguí algo cercano a un empleo, cosa que creo no te era muy fácil conseguir, ¿verdad? – Comentó mirando con burla a su hermano.

- Basta. Sesshomaru, esto es un tema delicado, sin embargo, trataré de ayudarte. – Dijo Kagome lo más amablemente posible.

- Espero tu respuesta, Kagome. No me defraudes. – Dijo Sesshomaru para luego salir de la lujosa oficina mientras Kagome exhalaba un largo suspiro.

- No sé porque lo soportas. – Masculló Inuyasha.

- ¿Cómo? – Preguntó Kagome curiosa.

- Primero, aceptas como tu asistente a alguien que preferirías ver a 100 Km de distancia, sabiendo que pasarás con él la mayor parte del tiempo, o sea, yo. Segundo, aceptas su aptitud engreída frente a ti como si fueras poca cosa y tercero "pensarás" ayudarle, ¿poniendo en riesgo tu integridad y la misma empresa? – Espetó incrédulo.

- No eres quien para juzgarme. – Respondió fríamente.

- Lo sé, sin embargo, este país es libre y puedo manifestar mi punto de vista si me place, por tanto lo hago, además, si te haces la mujer de hielo, ¿por qué lo tratas a él como una niña desamparada si tienes tanto poder en tus manos?

- Se ve que lo odias con toda tu alma.

- No cambies la conversación.

- No tengo porque darte explicaciones o escucharte, especialmente si tienes tanto odio.

- ¿En que influye eso? – Dijo algo confundido.

- Pues, sólo quieres descargar tu ira y frustración conmigo, algo, que para tu información, no creo que sea conveniente que lo hagas, además esta es la segunda Inuyasha, la tercera no te la perdono.

- ¿Segunda? ¿Segunda qué? – Preguntó frunciendo el seño.

- Primero, me besas la mejilla como si hubiese jugado metras contigo cuando estaba chiquita, algo que no recuerdo, segundo, tu aptitud irrespetuosa en mi oficina, ya que estabas tratando de propiciar una pelea.

- Como si él no. Además, el beso en la mejilla no es acoso ni sexual ni moral, para tu información.

- Entonces, sólo te pido que te mantengas a raya si quieres permanecer un tiempo aceptable aquí.

- ¡Feh! – Bufó desviando la mirada.

- ¿Eso es lo único que tienes que decir? – Preguntó incrédula.

- "Esta es mi oportunidad de demostrarle que nadie me domina"

Inuyasha se fue acercando poco a poco a Kagome que yacía con la respiración entrecortada y las piernas le fallaban mientras veía que el se acercaba. Cuando estuvo cerca de ella como para besarle los labios, Inuyasha se paro en seco y le dijo de una forma que su aliento chocara con la cara de Kagome.

- Deja de comportarte tan altanera que tu no eres quien para decirme que debo hacer. – Ordenó serio.

- ¿Cómo?

Kagome salió de su trance con esas palabras sin embargo todo lo que ella le decía lo hacía con la misma distancia de separación ya que por la pared que se encontraba detrás, no podía alejarse de él.

- ¿Sabes? – Dijo él aparentemente pensativo.

Con el roce del aliento de Inuyasha sobre su cara, Kagome, casi se iba desmayando, pero se contuvo para seguir escuchándolo.

- Se ve que no tienes mano para dominar a la gente. – Concluyó sin muchos ánimos.

- ¿Qué…?

Pero sus palabras fueron interrumpidas por la unión de los labios de Inuyasha con los de ella, mientras tomaba su cintura para que Kagome no se escapara. Al principio, ella luchó contra sus instintos pero luego cedió a sus besos y se dejó llevar por la suave caricia que le proporcionaba Inuyasha. Luego de unos minutos él se separó y la miró directamente a los ojos.

- ¿Lo ves? ni a eso te resistes a sabiendas de que no puedes hacerlo. – Dijo Inuyasha mirándola a los ojos.

- ¿Cómo?

- Crees que estoy babeando por ti, ¿verdad? "Si supiera…"

- ¿Eh?

- No estoy en lo más mínimo interesado en ti, es sólo que me da risa tu reacción y…

- Cállate. – Ordenó ella.

- ¿Eh?

- Cállate y lárgate si quieres permanecer siquiera con el rostro decente.

Finalmente Kagome levantó la vista con los ojos llenos de lágrimas que amenazaban con salir y con un puño cerrado.

- No puedo. – Respondió sin mucha delicadeza.

- ¿Cómo? – Preguntó incrédula.

- Estoy a mitad del trabajo, no me puedo ir así no más, además, esto no es excusa para despedirme si eso es lo que quieres ya que de lo contrario la demandada será otra.

- ¿Por qué? – Preguntó ella en un susurro.

- ¿Por qué que?

- ¿Por qué me atormentas? – Inquirió airada.

- No lo sé, soy así, además fue sólo un beso, y era nada más una prueba.

- "¿Me estaba probando?" ¿Qué?

- Pues si, quería saber que tanto carácter tiene mi "jefa".- Mostraba una sonrisa triunfal mientras decía esto.

Kagome no aguantó más sus deseos de llorar y rompió en llanto.

- ¿Eh?

- Maldito, te odio… ¿Es tanto tu afán de mostrarte orgulloso y pasar por encima de los demás sin importar sus sentimientos?

- ¿Qué? "Maldición, la hice llorar, soy un canalla, pero no le pediré disculpas, sobre mi cadáver si es eso lo que pretende."

Kagome sólo siguió llorando y ocultando su rostro bajo su flequillo.

- "¿Por qué? ¿Por qué Dios mío? ¿Por qué aún no logro superarlo? Y ahora estoy llorando delante de un hombre que es idéntico a él…" – Pensó tristemente.

¿Qué tal? aquí está el comienzo de una historia romántica que para ser yo no me salió tan mal, bueno, eso es lo que yo pienso, como sea, aquí creo que está más que explícita la historia porque el capítulo me salió largo, no eran mis intenciones, pero me salió así, espero sus comentarios a ver como está, porque aunque sean críticas, envíen algún review ya que luego quedo a la deriva sin saber que pensar de que si les gustó, no les gustó, ni siquiera lo leyeron o algo por el estilo. Algo que aclara- Se que el comienzo se parece a muchos de los otros fics que han leído, sin embargo, el desarrollo de la historia va a ser distinto, si mantengo la misma idea. Sayonara.