Ya sabeis, los personajes de Kishi sensei.

Advertencias: Pos siguiendo en mi linea, otro relato con situaciones fuertes, no apto para sensibleros. Leerlo bajo vuestra propia responsabilidad.

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Culpable.

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Lo he hecho.

He cruzado la línea que separa al alumno del maestro, y él, aun no es consciente de la gravedad de mi pecado.

Se ha dormido y no me extraña. O eso o está inconsciente, que también sería posible.

Incluso un cuerpo como el suyo tiene límites y yo los he sobre pasado todos en una noche.

No sé si sentirme culpable o satisfecho, no era lo que pretendía, mancillar así su cuerpo y arrebatarle la inocencia de golpe, pero no he podido evitarlo.

Escuchar mi nombre en sus labios con ese tono lastimero, hablándome de él, como si no me afectara el dolor que ese nombre provocaba en su persona.

Siempre he estado ahí, para él, alejando mis propios problemas solo para atender los suyos, como si yo no tuviera bastantes…

Cuando he oído de sus labios, que lo amaba, no he podido más.

Algo en mi interior se ha desvanecido para siempre y armándome con la confianza que siempre me ha tenido, lo he hecho.

A pesar de sus intentos por que me detuviera, a pesar de sus gritos, a pesar de sus lágrimas, a pesar de su miedo…. Lo he hecho.

Y no me arrepiento en absoluto. No, nada de culpabilidad. Es solo que… me hubiese gustado que fuera de otra manera…más romántico…

Pensándolo bien, ¿Para que? El sexo no es más que un acto físico, lo demás queda relegado aun segundo plano.

Se resistió, hasta al último momento. Luchó con todas sus fuerzas, incluso cuando ya era evidente que no había marcha atrás, usó sus palabras para detenerme… ¡Qué ingenuo! ¿De veras pensaba que iba a parar solo por que me lo dijera?

Él sabía que no, pero aún así, no dejó de intentarlo ni un solo segundo. El instinto de supervivencia del ser humano es sencillamente, increíble.

Instantes antes de que todo acabara, sentí que se abandonaba a mí, que me permitía poseerle, sin importar la crudeza del acto, no la fuerza, ni el dolor. Nada importaba para él y lo aproveché en propio beneficio. Si, lo hice.

Ya todo ha pasado, y le observo dormir. No pienso en el mañana, ni siquiera en el "dentro de un rato", solo miro las aletas de su nariz moverse en cada resuello. Apreté los dientes al ver su cuerpo temblar, en sueños. Incluso ahí sigue luchando en mi contra.

Bajo un poco más la mirada. La sábana que le cubre está manchada de sangre, se su sangre. Su silueta, encogida en posición fetal, se dibuja en la fina tela y me embriaga de nuevo. Susurra en sueños, me está provocando sin proponérselo. Me enfurezco de nuevo al escuchar de nuevo como, su nombre, el de él, abandona su cuerpo a través de sus labios. Ni si quiera en sueños puede olvidarse de que lo ama. Ni siquiera en ese estado es capaz de entender por que le he hecho pasar por todo aquello.

No quiero que lo ame. No quiero que ame a nadie más. Solo a mí.

Embelesado por mi propia confesión egoísta, le destapo, lentamente.

Me excito pensando en como sería si el colaborase. Si me pidiera que lo amase, si me dejara amarle…

Abre sus ojos y me mira. No se atreve a decir nada, no se atreve a moverse, no se atreve ni ha hacer ruido al respirar. Veo que contiene una exhalación y apreté los puños hasta dejarlos blancos por la presión.

Miro al suelo. Ahora, en este mismo instante, me avergüenzo de haber sido débil, de haberme dejado llevar. Le escucho. Mi nombre en sus labios me obliga a encararle. Mi mirada desigual se detiene en el centro de sus labios, anhelando escuchar su siguiente palabra. Se disculpa… ¿Por qué? Si soy yo el que debería pedir perdón…

Mi vista regresa al suelo. Oigo movimiento y un quejido. Debe dolerle, y mucho. Voy a decirle que no se mueva, pero cuando nuestros ojos se encuentran de nuevo, está sentado en el lecho, mirándome con una de sus dulces sonrisas pintada en la cara, y yo me siento idiota, acuclillado junto a sus pantorrillas. No me he movido…

Se inclina ligeramente hacia mí, estirando su brazo en dirección a mi rostro. Cierro los ojos. Espero una bofetada, un puñetazo, un golpe, algo. Me lo merezco y no tengo intención de defenderme. Está en su derecho.

Le está costando horrores llegar hasta mi, al final lo consigue. Con la punta de sus dedos roza mi bandana. Tras varios intentos, consigue quitarla de mi frente. No me muevo, ni para acercarme, ni para alejarme… quieto, espero su venganza.

No hay resentimiento, ni odio…lo noto en como me acaricia el contorno de la boca, no hay prisa, ni angustia… solo me mira, esperando una explicación, tratando de entender mis actos, tratando se saber por que. Quiere escucharme, es lo que hace siempre, con todo el mundo y yo quiero hablarle, pero no me acuerdo de cómo se hace. No recuerdo como juntar las palabras en algo comprensible, ni siquiera estoy seguro de saber que palabras podrían encajar en el acto vil y egoísta que me había llevado a cometer semejante atrocidad.

Esperaba pacientemente, con su mano ahora en mi hombro, descargando parte de su peso para no caerse. Sus ojos me esperaban, sus labios me esperaban, su cuerpo me esperaba y yo….Lo hice…

Deposité de nuevo su frágil cuerpo tembloroso sobre el lecho y le besé, delicadamente. Nada que ver con los voraces mordiscos que antes le había regalado. Le cubrí no solo con la sábana, también con mi sensación de ser alguien cruel, deshonesto, vulgar, egoísta… No merecía que me amara, ni siquiera que pensase en mí… y él…

Sonreía. Con sus labios enrojecidos por el ajetreo anterior y por la sangre, resultante de algún mordisco que se me escapara. Volvió a disculparse… ¡¡Esto es el colmo!

Me incorporo lentamente, temiendo hacer ruido, obligándole a abrir los ojos, ahora que ha vuelto a dormirse. Será mejor que me vaya, no solo de su habitación, también de su vida. Estoy convencido de que sino me ve, se olvidará fácilmente de lo que ha pasado, de lo que le he hecho, de lo que he destrozado para mi propio beneficio…

Llego a la puerta y agarro el tirador. Un sollozo me devuelve a su lado. Está llorando, despierto. No quiere que me vaya. No quiere estar solo. No quiere estar sin mi.

Debería clavarme un kunai en el corazón y removerlo después de escuchar esto, pero esas palabras, me dan una razón para seguir vivo, para seguir respirando. Si sigo con vida, podré expiar mi culpa, aunque se, que mi pecado no tiene perdón.

Con la mirada le pido que me odie, que me deteste, que me desprecie… sonríe de nuevo. Y no puedo evitar sonreír con el.

Ahora lo entiendo todo.

Me desnudo ante su atenta mirada. No solo la ropa abandona mi cuerpo, también mis dudas, inquietudes, culpas, todo se va al duro suelo.

Se mueve en la cama para dejarme sitio, y yo lo ocupo, alojando su cuerpo en mis brazos, acoplándolo a mis curvaturas…

Me disculpo, tratando de darle una razón lógica a mis actos. No hay repuesta.

Bajo mi cabeza para poder mirarle. Acomoda su rostro en mi pecho, hundiéndolo, privándome de su visión. Una súplica sale de mis labios, necesito ver la cara que pone cuando le pido perdón. Quiero que sus ojos me digan la verdad.

Emerge de mi torso y se apoya torpemente en una de sus manos para poder encararme.

- No importa… estoy aquí… yo cuidaré de ti….nadie podrá hacerte daño…nunca… ahora duerme…

Las ganas de llorar me atenazan la garganta. No puedo hablar, no puedo decir nada.

Regresa a la misma posición y yo hago lo mismo. Cierro los ojos tratando de dormir. Estoy saturado de tantos sentimientos desbordantes, creo que hasta voy a desmayarme.

Noto sus dedos en mi rostro, de nuevo me acaricia. ¡¡No lo entiendo!

Recorre la cicatriz que divide mi ojo en dos, y yo aprieto la mandíbula.

Sólo a él le permito algo como esto. Se mueve, lo noto, pero no miro.

Trastea con mi porta shurikens. No estoy en alerta y no voy a detenerle si me ataca. El sonido metálico, seco, me dice que ha cogido una de las cortantes armas. Si quiere utilizarla, adelante. Puedo morir tranquilo en sus manos.

Noto el filo por debajo de mi ojo sano. Junto las cejas en un acto reflejo, creo que sé lo que pretende y un "hazlo" se escapa de mis labios.

No le veo, pero sé que está sonriendo. El filo se desliza bajo mi ojo, atraviesa mi nariz y termina en el lado contrario, cruzando la cicatriz que ya estaba ahí, abriendo mi carne, dejando escapar mi sangre por la limpia herida.

Noto calor en la herida. Está pasando su lengua por el corte, para limpiarlo. Cruza mi cara siguiendo el camino marcado por el kunai, y me susurra que ahora, estamos en paz.

Los dos tenemos la misma cicatriz. Es una pena que yo no pueda mostrarla tan abiertamente como él. Me he acostumbrado a la mascara, demasiados años usándola.

Me hace feliz saber que al menos compartimos algo.

Abro los ojos y suspiro, se ha dormido con el arma en la mano. Se la arrebato y la alejo de ambos. Se acomoda de nuevo, pegándose a mi.

- Buenas noches, Kakashi sensei

Lo ha dicho tan bajito, que si no pongo atención, se me escapa.

Paso mis dedos por la herida sangrante de mi rostro. Sonrío orgulloso por tenerla. Por que él me la haya echo. Acaricio su pelo, colocando su cabeza para tener acceso a su frente. Le beso ahí. Gime, molesto. Suspiro y me rindo. Tú ganas.

Un…"Buenas noches Iruka sensei" abandona mis labios en dirección a tus oídos.

Sonríes en sueños y yo te acompaño.

Mañana será otro día. Encontraremos la manera de saldar mi deuda, aunque dudo mucho que me lo permitas… Tú no eres rencoroso…

Mi dulce Iruka sensei…

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Ñaca!... Por primera vez en mi vida, me sale un One shot (que flash, jajaja). Ya sé que dije que no valgo para escribir relatos de un solo episodio, pero este es tan retorcido, que sinceramente, tampoco sabría como continuarlo (Bueno, quizá si hago uno con la visión de Iru chan…) Arghhh, ¡¡Basta!

Espero que os guste…

Besitos y mordiskitos

Shiga san