Era ya muy entrada la madrugada y los tres hermanos se quedaron delante del televisor encendido, acurrucados en el sofá. Había sido un largo día de entrenamiento para todos y también de trabajo para el Kazekage. Temari estaba en medio y poco a poco sus hermanos fueron apoyando sus cabezas en sus hombros, ambos parecían estar dormidos y Temari cabeceaba y entreabría los ojos de vez en cuando, su cuerpo aún se resistía. Como estaba algo incómoda, dejó que sus hermanos se apoyasen sobre sus piernas, pues ambos ya se encontraban tumbados en el amplio sofá, Kankuro estaba todo estirado mientras que Gaara estaba hecho un ovillo. De repente éste último dio una pequeña sacudida y Temari comprobó que apretaba los ojos con fuerza.

Pero ella enseguida puso la mano en su cabeza y comenzó a acariciar sus mechones rojizos con suavidad.

- Solo es una pesadilla... una pesadilla, nada más...

Y de repente Gaara se relajó.

- ¿Otra pesadilla? - Kankuro abrió los ojos y dijo esto con un largo bostezo.

- Ssssh... calla o le despertarás - susurró Temari. Siempre se preocupaba porque su hermano más pequeño durmiese las horas suficientes.

Kankuro se puso derecho, estiró los brazos y miró somnoliento a su hermano. Temari aún continuaba acariciándole el cabello.

- Aún se me hace extraño... verle tan tranquilo y durmiendo tanto. Hace ya un año de aquello...

- ¿Aún continúas culpándote? Por que no pienso oírte más, te repito que tú hiciste lo que pudiste, fuiste tras ellos y te envenenaron, casi terminas también muerto, no fue culpa tuya

- Lo sé... pero... no puedo evitarlo

Kankuro se levantó y se puso en cuclillas delante de su hermano, el cual seguía durmiendo hecho un ovillo, le cogió en brazos con cuidado y le llevó hasta su habitación, seguido por Temari, que se iba restregando los ojos por el camino.

Al depositarle con cuidado en la cama, ambos hermanos se sentaron a su lado y se quedaron un rato mirándole, parecía en ese momento tan indefenso... Temari de nuevo le acarició el pelo a su hermano más pequeño y Kankuro habló:

- Espero que aún no sea muy tarde para redimir nuestros errores... ya no tenemos miedo, espero que puedas comprenderlo y que nos perdones. A partir de ahora cuidaremos de ti, ya no estarás sólo, ahora por fin sabemos la verdad y comprendemos tu dolor, ya nunca estarás sólo… - Kankuro hablaba en un susurro.

- ¿Decías algo...?

Gaara entreabrió un poco los ojos, medio dormido.

- No te preocupes, vuelve a dormir - susurró Temari mientras apartaba la mano del pelo de su hermano.

Gaara cerró los ojos.

- Puedes seguir acariciándome el pelo, no me importa, es... agradable - terminó diciendo con un bostezo.

Kankuro le miró con extrañeza y luego sonrió para sí.

- Al fin te comportas como un hermano - pensó.

Así pasaron unos minutos hasta que Gaara cayó de nuevo dormido bajo las suaves caricias de su hermana.

Kankuro se puso en pie.

- Buenas noches Temari, hoy me toca a mi quedarme con él.

- ¿Pero qué dices? Hoy me tocaba a mi, esta semana era la mía.

Indicó Temari también poniéndose en pie y algo molesta.

Gaara sonreía por debajo de la sábana, en un tiempo ninguno de los dos quería vigilarle, temblaban sólo de pensarlo y lo hacían bajo las órdenes de Baki, pero ahora... todo parecía tan distinto...

- Que me toca a mi te digo.

- Que no a mi.

- Pesada.

- Idiota.

De repente ambos callaron y notaron algo frío que les subía por las piernas por dentro de los pijamas, era... ¿arena?

- ¿Pero qué...? - dijo Kankuro sorprendido.

La arena hizo que ambos cayeran en la cama, a ambos lados de Gaara. Este entreabrió los ojos y sonrió con malicia.

- Solucionado - dijo, y volvió a cerrar los ojos.

Kankuro y Temari se miraron y se encogieron de hombros, luego se arrimaron a su hermano para darle calor, la piel de Gaara siempre estaba fría como el hielo.