Epilogo

No sé como permití que me convenciera. La espera, esa era la peor parte. Esperar y verlo llegar sano y salvo… Logan me prometió que así sería y solo con esa condición decidí quedarme. John me había pedido que me quedara, aludiendo que no podía concentrarse en la batalla sabiendo que yo también estaba. Seamos honestos, no es muy factible para una lucha mi poder mutante y eso de tener que añadir más personalidades a mi ya atestada cabeza, no me agradaba en lo absoluto. La señorita Munroe se sintió agradecida de que permaneciera, debía quedar alguien para velar por la escuela y los estudiantes…

-Por si no regresamos. – me había dicho ella.

Pero tenían que regresar, porque mi vida iba con ellos.

Se dirigían a Alcatraz, a luchar contra Magneto y su Brotherhood. La última batalla, la última resistencia. Pensamientos lúgubres se posesionaron de mi cabeza y traté de alejarlos, utilizando bonitos recuerdos… Y pensé en John y aquella noche que estuvimos casi a punto de perdernos uno al otro. Aquella gloriosa noche que toda mi vida cambió y también la de un piromaniaco con mucha ira en su interior. Todo por los simples ataques de celos de una gatita que pensaba que cierto pedazo de hielo quería regresar conmigo e inventó la alocada mentira de que John quería que ella volviera con él solo para desquitarse de Bobby. La pobrecita, al ver uno de los recibos, pensó que eran de Bobby. ¡Qué poco sabía! Era de John… ¡Oh, St John Allerdyce, tienes que regresar a mi!

Comencé a caminar por los pasillos, verificando que todos dormían cuando divisé una luz encendida. Era la habitación de Siryn. Todavía era algo joven para ser parte del equipo de X-men.

-¿Siryn? – llamé a la entrada del cuarto, -¿Estas bien? –

Estaba sentada a la cama, llorando en silencio. Yo me acerqué a ella y tomé una de sus manos entre las mías. Aún utilizaba guantes en las ocasiones que no tenía mi poder mutante bajo control. Y ese era uno de esos momentos, estaba distraída por la ansiedad del regreso de John para intentar concentrarme en controlarlo. Solo con John no necesitaba concentrarme, era ya una reacción inconsciente de mi parte el que mi piel le permitiera su contacto.

-Estoy tan asustada, Rogue. ¿Y si no regresaran? –

-No digas eso; claro que regresaran. – y mi corazón no solo se fue hacia John.

Pensé en la alocada de Jubilee; en Peter, el gigante gentil; en mi lobo, Logan; la señorita Munroe, el doctor Mc Coy que tanto me hacía reír con sus ocurrencias y en Bobby y Kitty. Sí, lo sé, irónico¿no? Pero resultaron ser ciertas las palabras del profesor, que algún día logaría verlo todo con humor. Y sucedió antes de lo que esperaba. Tanto John como yo forjamos una amistad con la pareja. A pesar de todo, Bobby era un buen chico al igual que Kitty y Bobby ayudó en mucho a John cuando llegó a la mansión.

-¿Podrías quedarte conmigo? – me pidió Siryn.

-Sí. –

Estuve a su lado hasta altas horas de la noche. Su acompasada respiración me indicaba que dormía. Pero no me fui. Preferí quedarme a su lado, a esperar la llegada de todos.

Salté como un bólido al escuchar el Ave Negra. Habían regresado. Con el corazón en mi boca, salí al exterior a observar su descenso. Tan pronto se posó en el suelo, la rampa descendió. La primera en bajar fue Jubilee, su rostro agotado y cubierta de polvo y cenizas. Yo corrí hacia ella y la abracé. Ella correspondió al abrazo con igual efusividad. Detrás le siguió Peter. Luego Bobby junto a Kitty, todos en las mismas condiciones de Jubilee… Pero¿y John? Entonces vi a Logan, su rostro contorsionado por el dolor. ¡Dios¿Qué sucedió? Sus ojos avellanas me miraron y una leve sonrisa curvó sus labios. Con su cabeza me hizo un leve gesto indicando hacia su espalda.

-Siempre cumplo mis promesas. –

Y allí apareció John, igual que todos, una pequeña herida sobre su ojo izquierdo. Abracé fugazmente a Logan para luego refugiarme en los brazos de John. ¡Era una delicia sentir de nuevo esos brazos alrededor de mi cuerpo y aspirar ese singular aroma suyo!

-¿Tanta falta te hice? – dijo él algo burlón.

No sabía si era debido a toda las emociones que traté de mantener encerrada en mi interior, pero comencé a llorar. El temor de nunca volverlo a ver…

-Sshh, Marie. Ya estoy aquí. – murmuró él con dulzura.

Todos habían entrado, estábamos solos y permanecimos sobre la cancha de baloncesto. Mis labios buscaron los suyos para hallarlos en un beso lleno de desesperación y angustia, el cual John correspondió con gran fervor. Tantas muertes y tanta desolación… El señor Summer y el profesor; nunca podría olvidarlos.

-Nunca me abandones, John. –

Tomando mi rostro en sus manos, me dijo con voz ronca:

-Aunque muera, siempre estaré a tu lado. –

-Preferiría que lo hicieras vivo. – le dije a pesar de estar conmovida antes sus palabras.

-Créeme, yo también lo prefiero. – y me envió una de sus clásicas sonrisas prepotentes.

Su rostro se tornó serio y sus ojos se tornaron color jade. Ya sabía que me diría, reconociendo la emoción detrás de ese color.

-Te amo, mi belleza sureña. –

-Y yo a ti, mi atolondrado piromaniaco. –

-Ven, es hora de que estemos en la cama. –

-Muy buena idea. – le repliqué con una enorme sonrisa.

-¿Qué ideas esta maquinando esa cabecita lujuriosa? – y arqueó una de sus cejas.

Me fascinaba cada vez que hacía eso. Punto, me fascinaban todos sus gestos. Con picardía le dije:

-¡El último en llegar tendrá orejas y colas de burro! – y me eché a correr.

-¡Hey! No hagas trampa. –

En solo segundos estábamos en nuestra habitación. John se arrojó conmigo a la cama. Ambos riendo, a pesar de la triste situación por la que pasaba toda la escuela; quizás felices porque nos teníamos uno al otro, porque la vida nos brindó otra oportunidad para estar juntos. John me miró, todo su cuerpo sobre el mío.

-Siempre estaremos juntos. –

-Por siempre. – le confirmé.

Mi alma siempre estaría unida a la suya. Mientras nos besábamos, dejamos todo fuera de nuestro pequeño mundo. Solo estábamos él y yo y todo ese grandioso amor que existía entre nosotros. No necesitábamos nada más.


Espero les haya gustado. Los veré pronto en otro fic de Rogue/Pyro o un Ryro. p