Segundo fic de South Paaark TwT Ash -se siente realizada-

Disfruten OwO

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Tweek detestaba los cumpleaños.

Cuando eras invitado a uno tenías que ir de compras a por el regalo. ¿Alguno de ustedes ha ido de compras? Era horrible, sobre todo en el centro comercial. La aglomeración era terrible, eran altísimas las probabilidades de que alguien llegara y te empujara sobre una de las vitrinas y esta se rompiera y los miles de cristales se te incrustaran en todo tu cuerpo, o de que alguien te pisara un pie y unos de los ligamentos del mismo se lesionara tan gravemente que la mitad de tu cuerpo terminaría paralizado, o que alguien te robara todo tu dinero y te golpeara, o también existía la probabilidad de secuestro, o que tal si uno de esos grandes focos del techo no estaban bien colocados y se precipitaban al suelo.

Además de que uno debería de encontrar el regalo indicado para aquella persona que celebraba su cumpleaños, por qué ¿Qué tal si no le gustaba y ya nunca más te volvía a invitar a su cumpleaños o ya no te volvía a hablar y en cambio te odia y lo que más desea sería tu muerte? Teniendo a una persona planeando tu muerte no es algo con lo que uno podría vivir tranquilo.

Y por si eso no fuera poco, las fiestas en si eran bastante peligrosas. Todos aquellos juegos y el pastel¿que pasaría si alguien fuera diabético y no lo supiera y al probar del pastel colapsara por altos grados de azúcar? Y ni hablar de la piñata. Aquella costumbre de romper la piñata era de las más violentas y poco seguras que Tweek jamás haya conocido.

En resumen, los cumpleaños eran demasiada presión para él.

Aunque, para ser sinceros, a Tweek casi no le gustaba ninguna fiesta en general; con la excepción de navidad ya que, según él, era de las más seguras que conocía; Pero los cumpleaños eran diferentes. Sobre todo si era él el que cumplía años, que era cuando más los detestaba.

Al menos su madre era que los organizaba, por qué, oh dios, él no soportaría tanta presión.

No le gustaba celebrar aquello, y ahora, en menos de dos semanas, sería su décimo quinto cumpleaños, pero Tweek nunca se había sentido lo suficientemente mayor. Aún era demasiado enjuto y pequeño para su edad a causa de todos los medicamentos que debía tomar y por la falta de sueño, sin mencionar que varias cosas y miedos que muchos de sus compañeros ya habían superado para él todavía representaban un gran problema; tales como el miedo a la oscuridad, a los truenos, a los gnomos de la ropa interior que vivían bajo su cama, los extraterrestres, los hombres lobo, los vampiros, en fin, una gran lista de cosas.

Sentía que todos sus demás compañeros avanzaban menos él. Que él se quedaba muy, muy por detrás de ellos.

Por eso detestaba su cumpleaños, por que le recordaba la edad que tenía, y el hecho que no actuaba de acuerdo a ella.

Ahora se encontraba en pleno consultorio por sus acostumbradas citas de cada tres meses. Pensaba en todo aquello mientras esperaba a su madre que estaba en la farmacia comprando el nuevo medicamento que le habían recetado, como si no tomara ya suficientes pastillas.

Primero había surgido por su desorden de atención y nerviosismo, más ahora había desarrollado un alto grado de paranoia además de algo de hipocondría. El doctor siempre decía que le sorprendía como era que a estas alturas Tweek no se hubiera vuelto también esquizofrénico, pero no era tan valiente como para llegar a ello. La esquizofrenia era agresiva y explosiva, y él era demasiado miedoso y paranoico para llegar a aquellos extremos.

Joder, ni siquiera podía hacer un buen trabajo sufriendo enfermedades de la mente.

Su madre volvió con una bolsa llena de pastillas, las que ya tomaba más un par de paquetes nuevos. Mayormente calmantes, pastillas para dormir, para concentrarse, junto con varias vitaminas y suplementos alimenticios. Todas con el propósito en común de convertirlo en una persona normal, o al menos, hacer que así pareciera.

Si hubiera algo que Tweek detestaba aún más que su cumpleaños era el tener que tomar tantas malditas pastillas. Había intentado evitarlas, engañar a su madre haciéndole creer que ya se las había tomado y ser él de vez en cuando. La verdad era que entonces sus nervios estaban al máximo pero al menos se sentía vivo, ya que bajo el efecto de ellas se sentía entumecido y con la mente nublada. Como cuando drogaban a algún animal salvaje para que los niños pudieran acercarse a acariciarlo (lo cual, por cierto, también resultaba bastante peligroso, desde le punto de vista de Tweek).

Creyó que quizás así sería suficiente para convertirse en una persona normal, pero se había equivocado; en vez de mejorar el doctor le había recetado aún más pastillas.

Quizás debería dejar de engañarse y procurar tomarlas siempre. Quizás así llegaría a algún lado.

Suspiró mientras se retorcía las manos en el asiento trasero del coche de sus padres. Casi no le gustaba andar en auto (demasiados accidentes) pero antes no lo soportaba, al menos los calmantes le permitían aquello.

"Joseph, cariño…" había comenzado su madre en voz baja para no asustar a su hijo demasiado.

"¡Ah¿Que s-sucede, madre?"

Así era, aunque todos los conocían como Tweek ese no era su primer nombre. Pero él no se sentía identificado con 'Joseph', sólo sus padres le llamaban de aquel modo. 'Tweek' era mucho más apropiado para su persona.

"¿No te gustaría ir a cenar fuera hoy?" El tono de su madre era dulce, y sabía que trataba de hacer lo posible para que su hijo se sintiera bien.

"¡P-pero piensa en t-todos esos gérmenes que p-puede haber en los r-restaurantes, madre!" No podía evitar dejar de pensar en aquellos detalles.

"Iremos a Starbucks," dijo su padre sonriendo por el retrovisor. "Allá estará bien¿o no?"

Tweek se retorció las manos un poco más pero sonrió nerviosamente antes de asentir.

Sus padres eran los dueños de aquel lugar, era obvio que él se sentiría seguro en aquel lugar. Solían jugar a 'salir' yendo a su propio restaurante, solo dejando que los meseros en turno se ocuparan de atenderlos. Así al menos podían pretender que salían en familia y no se la pasaban escuchando al Sr. Tweek hablando del café como si de un comercial se tratara.

Tweek sabía que de no ser por su paranoia podrían salir a otros lugares, pero no podía simplemente ignorarlo. Sus padres siempre se encargaban de recordarle que estaban orgullosos de él y no podían pedir por un mejor hijo, peor Tweek aún sentía que los decepcionaba.

Se concentró en mirar el piso del auto, ya que ver por la ventana alteraba sus nervios, en lo que llegaban al restaurante. Pensando que un buen capuchino sería lo que necesitaba para calmar sus ansias.

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A Craig le encantaban los cumpleaños.

En realidad las fiestas en general. Era la oportunidad perfecta para conseguir un para beber un poco y también robarle algunos cigarrillos a los mayores. Ya que teniendo quince años no era tan fácil conseguir aquello. Además de lo excitante que llegaba a sentirse al momento de tomarlos sin que nadie te viera, o el hecho de que te descubrieran con ello siendo menor de edad era demasiado tentador para él.

Sus amigos Token y Clyde solían decir que estaba loco y quizás si lo estaba, pero ellos tenían suerte de que él los considerara 'amigos' de lo contrario ya les hubiera partido la cara.

Craig era de los chicos que aparentaba más edad de la que tenía, por lo que su identificación falsa convencía de maravilla, aunque había ocasiones en que ni se la pedían.

Realmente no tenía la necesidad de 'tomar' las cosas (léase; 'robar') por ser 'incapaz' de comprarlas 'legalmente' (léase; 'fraude'), y menos con un amigo como Token ni con una persona como Kenny encargada de la Sex Shop, pero no cambiaría la adrenalina que corría por sus venas cada vez que lo hacía por nada.

Quizás era una maña o, como decía su madre cada vez que estaba sobria, parte del su desorden mental. Desorden del cual no recordaba el nombre en aquel momento. Algo así sobre que hacía las cosas como un reflejo, sin estar conciente de ello o incluso olvidarlo. Impulsos que su cerebro enviaba a su cuerpo y que no era capaz de controlar. Como si su subconsciente estuviera a cargo en todo momento y él no se diera cuenta de lo que hacía.

No le importaba realmente. Él sabía que a sus padres les resultaba más simple culpar a alguna complicada enfermedad que ellos mismos asumir la responsabilidad.

Oh si, nuestro hijo está jodido de la cabeza todo por culpa de una enfermedad que no comprendemos. Ya no hay nada que podamos hacer.

Pura mierda.

La única celebración que Craig no soportaba era, desde luego, su propio cumpleaños.

Odiaba tener que recordar que puta edad tenía.

'¡Eres como tu padre cuando tenía tu edad!' Joder, el no quería ser como su jodido padre. Ni como su jodida madre, para el caso. Siempre peleando y tirándose de cosas. Un jodido típico machista de mierda, eso era lo que era su padre. Con una puta fábrica propia de cerveza.

No podía haber una familia más jodida que la suya. Coño, y todavía se sorprendieron cuando él resultó igual de jodido de la cabeza.

Lo único 'rescatable' sería su hermana menor, Mariah. Ella era lo más normal a lo que la familia de Craig podía aspirar.

Al carajo con su hermana. Aunque así al menos ya no se tendría que preocupar por 'hacer sentirse orgullosos' a sus padres. Ese ya era el trabajo de su jodida hermana.

Joder, al carajo con su familia.

Craig se encontraba recostado en el piso de la casa club en el patio trasero de la mansión de Token. La habían construido cuando eran niños por hacerle competencia a Cartman y sus amigos, sólo para demostrar que ellos también podían. Fue una razón estúpida pero al menos ahora les servían bastante. Siendo Token tan rico como era se había dado el lujo de construir una amplia casa club, con decir que hasta televisión por cable tenían y, desde luego, el piso alfombrado.

Ya era su cuarto cigarrillo de aquella tarde y con su mano izquierda sostenía la quinta cerveza del día. Token estaba en el sofá jugando videojuegos mientras Clyde estaría en alguna esquina del lugar pervirtiéndose con algún ejemplar de la revista 'Playboy'.

Craig aún pensaba en la mierda que había resultado su cumpleaños hacía unos meses. Todos los pensaron pero sólo Cartman se atrevió a decirlo en voz alta, lo que provocó que Craig le regalara un ojo morado que duró no menos de cuatro días.

Sus padres le habían hecho invitar a todos sus compañeros de clase y como siempre ellos mismos fueron los que lo habían arruinado. Craig no disfrutaba de la compañía de mucha gente. Odiaba a la gente con la excepción de pocas personas, de tres para ser exactos. Clyde, Token y… Tweek, o Tweekers, el sobrenombre que sólo Craig usaba para él.

El rubio no se encontraba ahora con ellos por que había tenido una cita con su doctor. Además de que él casi no asistía a esas reuniones dado que, según él, era demasiada presión.

Sin embargo, como hacía poco Craig había descubierto, al parecer él tenía una singular influencia sobre el rubio. Podía llegar a ser bastante persuasivo con él. Incluso más que cualquier otra persona que el rubio haya conocido. Incluso más que Cartman, y aquello le encantaba a Craig.

Además que el menudo rubio le llamaba la atención y despertaba su curiosidad. Era algo que no sabía explicar, y simplemente solía atribuírselo como una singularidad más a su enfermedad.

Mierda, no podía esperar para que sea el cumpleaños de Tweek.

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N/A Vaya XD Me ha costado un poco más de trabajo que en el anterior fic. Demasiados detalles e.e. Y bueno… joder no llegué a ningún lado XDD ajaja Px Oh bueno, prometo que en el próximo chap se apreciará mejor la trama :3 (espero -0-;;)

Algunos detalles me los he sacado de la manga XD;; pero oh bueno LOL!