Love Hurts

Summary: Todos los planes de Harry Potter para San Valentín giran en torno a Malfoy. Mucho alcohol, mucho diálogo, mucha sopa de pollo. HD Slash

Disclaimer: Ahora que sé un poco más sobre economía, vivo en el constante terror. Todo personaje que puedan reconocer, no me pertenece. Las situaciones fueron generadas por mi cerebro adolescente e impresionable, una demanda me mataría, gracias.


Después de la guerra y durante la Gran Ceremonia efectuada sobre los jardines de Hogwarts, McGonagall había mirado a Harry con sus ojos arrugados y Harry había sabido lo que aquella mirada quería decir.

"Potter no nos defraudará.", había rugido furiosa en una reunión secreta. "Es un chico todavía pero yo creo en él."

Minerva McGonagall, así, le había otorgado la suficiente libertad y protección para finalizar con éxito la búsqueda de los Horcruxes.

Harry recuerda aquél episodio cada vez que le es encargada una misión: McGonagall había tenido que enjuagar con su pañuelo las lágrimas el día de su graduación.

Asistir a la Academia en un principio había sido casi irreal; todo parecía tener un poquito menos de significado ahora que Harry sabía lo que era matar. Y eso lo asustaba. Alistarse como Auror significaba una manera más de mantener el control.

Por supuesto que encontrarse con Malfoy en la fila de la cafetería aquella primera mañana gris había destrozado hasta la más pequeña esperanza de cumplir con su objetivo. Había sido el peor de los augurios, vuelto realidad.

"Precioso Potter.", había sonreído el rubio mientras llenaba su tazón de café. "Nos encontramos de nuevo."

Cuando una cosa va mal, sólo puede ir peor: Harry había tenido la horrible certeza esa misma noche.

Malfoy era su compañero de habitación.


No le había costado nada darse cuenta de las cosas malas de Malfoy.
De las buenas un poco más.

Era imposible en las mañanas primero porque nunca quería levantarse y segundo porque exigía café endulzado hasta el asco siquiera antes de lavarse la cara.

Malfoy era un maníaco respecto al orden en la habitación y se quedaba despierto a veces toda la noche leyendo gruesos volúmenes de Defensa Avanzada.

"Probablemente no te des cuenta.", le había dicho una tarde en que Harry completaba un ensayo sobre códigos penales. "Pero ya es sorprendente el que esté aquí. No me puedo confiar."

Por eso es que luego Harry maldecía bajito cuando tenía que arrastrar a Draco semi desnudo y borracho tras una noche de diversión.

"Sigo sin confiarme.", bostezaba con aliento dulce a alcohol. "Pero puro estudio y nada de juego me matarían, comprendes."

Harry no comprendía, muchas gracias. Malfoy siempre tenía que irse a los extremos.

Fue en este período de su vida cuando volvió a encontrarse con Zacharias Smith.

Smith cursaba Leyes y frecuentaba el mismo pub mugriento que los locales cariñosamente llamaban Nausea. El pub en que Malfoy, ebrio y desenfrenado, solía intentar uno que otro strip-tease.

"Potter.", lo saludaba Smith mientras Harry cuidaba receloso de que Draco tuviera toda la ropa encima. "¿Noche ocupada?"

Smith era rubio y antipático, no cabía duda, pero esto extrañamente le llamaba la atención.

Una noche en que había tomado unas copas de más, había llegado a tropezones al lavabo del pub y Smith había estado allí, los ojos claros bajo el tubo de neón.

Al día siguiente, Harry tendría moretones y marcas de dientes en lugares extraños y un recuerdo que quizás fuera mejor olvidar.

Ahora cada vez que Malfoy se embriagara, Smith lo acompañaría a la Academia y se acostarían hasta que el sol comenzara a apuntar.

Draco encontraba la situación terriblemente graciosa.

"Un Hufflepuff.", se había ahogado al despertar la primera vez. "¡Un hombre Hufflepuff!"

Harry no tanto.


Después de Smith, vino Sean, pero no había durado.

Sean solía hablar durante el sexo y bebía sólo jugos naturales y agua. Harry suponía que si estaba con Sean, que actuaba tanto como una chica, mejor estar con una y cortarla con la bisexualidad.

También estaban las noches en que Draco no llegaba a dormir y aparecía en las clases del día siguiente con una sonrisa feliz que amenazaba con romper su cara en dos.

Cuando estas noches de ausencia se hicieron más frecuentes, ya cursaban los últimos meses del Segundo Año y el hermetismo de Harry se había vuelto extremo.

Salía con una mujer llamada Patricia, tres años mayor, que trabajaba en bienes raíces y ayudó a conseguir el departamento actual de Malfoy, sólo para tenerlo lejos.

"No me gusta que estés con él.", le había confesado preocupada. "Su padre era un Mortífago."

En Tercero, Harry no llevó a nadie a su habitación compartida.

Pero cada vez que Malfoy volvía a embriagarse y a subirse arriba de una mesa para bailar, a Harry se le secaba la boca al ver los músculos moverse bajo su piel.

Smith, Sean y Patricia habían sido todos de pelo rubio y características similares, casi como copias entre sí.

Harry ahora tenía la terrible sospecha de saber quién era el original.


Con el tiempo y al trabajar juntos, sin compartir ya el mismo techo, Harry honestamente había pensado que su extraña fijación se desvanecería.

No lo había hecho, y ya era San Valentín.

Draco seguía sin despertarse nunca a tiempo, y auto generándose dolores de cabeza tan intensos como para inutilizar a un mamut, y seguía bebiendo azúcar con café, y llevando su vida de manera irresponsable y despreocupada.

A Harry todo esto no hacía más que hacerle correr la sangre más rápido por las venas, y estaba mal, muy mal incluso, porque no se puede ser amigo de alguien a quien secretamente deseas. Una amistad a medias al final no es amistad, y Harry sentía como si estuviera engañando a Draco de alguna manera al no decirle la verdad.

Pero si lo hacía, Harry sabía que podría perder lo poco que tenía. No quería asustarlo y tener que salir de su vida por un tonto capricho adolescente.

Algo que, algunos días estaba seguro, no era más que una fijación momentánea.

Era irrelevante el hecho de que ya tuviera años de antigüedad.

Así que cuando Harry bebe el brandy achocolatado que Romilda Vane le envió para Navidad, después de estar encerrado porque su jefe puede o no creer que hay alguien que quiere matarlo, y Draco toca a la puerta, Harry no necesita mayor excusa para arrojársele encima y ojalá, tenerlo a su más completa disposición.


Draco siente como Harry respira húmedo contra su cuello y gruñe algo posiblemente obsceno. Empuja el pecho del moreno, pero hay fuerza detrás de la aparente comodidad de la postura.

"No entiendes, Potter.", Draco intenta mantener la calma, pero se atraganta con su propia respiración cuando Harry decide interesarse en el cierre de su pantalón. "Tú no eres así normalmente."
Harry sonríe torcido mientras acaricia el interior del muslo de Malfoy con una mano y con la otra intenta bajarle los boxers hasta la rodilla.

Sus ojos arden enfebrecidos y Draco gime de sólo mirarlo.
"Esto no está bien.", arguye por décima vez. Harry no lo mira porque está demasiado concentrado en el contenido de su ropa interior.

"Esto es en lo único que pienso.", se moja los labios y el corazón de Draco va a estrellarse fuerte contra sus costillas.

"Te arrepentirás.", advierte Draco, agarrándole el pelo para que su cabeza no siga descendiendo peligrosamente. "Yo sé que tú piensas lo contrario, pero sufres de algo llamado heterosexualidad y en tu caso es terminal."

"Malfoy, se la he chupado a otros hombres, no te la voy a sacar de un mordisco.", Potter contesta agrio, y Draco se pone colorado.

"No es eso, miserable.", le tira los pelos suaves de la nuca. "No quiero esto, tú tampoco, estás alterado por-"

Harry sube la cara brusco hasta tener la boca de Malfoy bajo la suya.

"Todo el día, todos los días.", habla contra sus labios, y las pupilas de Draco son enormes. "Lo único, comprendes."

Las manos de Malfoy tiemblan alrededor de su cuello donde el movimiento las dejó, y Harry voltea el rostro sin dejar de mirarlo para lamer lentamente su muñeca.

"Trabajamos juntos.", se quiebra la voz de Draco.

"Hablas mucho para ser alguien que no quiere esto.", gruñe Harry estrellando sus caderas contra las suyas.

Draco se ahoga cuando Potter encuentra el ritmo y la fricción casi dolorosa de la ropa sobre sus erecciones.

"No está bien, esto no está bien.", balbucea Draco, pero a quién quiere engañar, ni él mismo lo sabe.

Harry levanta la cabeza para poder mirarlo a los ojos. Sus mejillas arden, color carmín.

"Como si eso fuera a detenerme.", ríe con la voz rasposa.

Draco Malfoy termina de derretirse bajo sus manos, en parte porque siempre ha sido un poco fácil, y también porque es Harry y jamás, sólo en su más loca fantasía, este escenario podría haber ocurrido.

Harry aprovecha la debilidad momentánea de Draco (quien solía hacerle las llaves más dolorosas de Judo con una mano libre y los ojos vendados) para inhalar con la mejilla izquierda presionada contra su estómago, mientras acaricia la piel más suave de abajo.

"¿Puedo?", susurra imperceptiblemente, y el cuerpo de Malfoy se sacude en afirmación.


"No es tanto lo que le hice, son las cosas que le dije.", se atormenta Harry mientras Ron mece al bebé dormido.

"Me quiero morir de vergüenza.", prosigue escondiendo la cara entre las manos.

Ron no parece impresionado.

"Tarde o temprano iba a suceder.", dice sin despegar los ojos del bulto entre sus brazos. "Me duele admitirlo, pero tú eras bastante evidente y él no lo suficientemente idiota."

"Trabajamos juntos.", gime Harry, agarrando puñados de su propio cabello. "¿Cómo voy a mirarlo a la cara de nuevo?"

Ron parece pensarlo un segundo, y Harry lo observa expectante.

"Conociéndote.", dice muy lento. "Siempre puedes mirar más abajo."

Harry se ríe escandalizado, y Ron lo chista, murmurando bajito.

"No quiero perderlo, Ron, acosarlo sólo lo espantaría."

"No seas tan gay, porfa.", sonríe Ron. "Como si Malfoy fuera una blanca paloma."

"No digo que lo sea, pero-", Ron lo interrumpe.

"Malfoy es un degenerado, Harry, sólo que siempre se te olvida.", dice en el tono más bajo posible, porque si su mujer llegara a escucharlo, lo castraría con una cuchara de té. "Si conozco a alguien más gay que tú, es él, pero está convencido de que no lo eres y llega a ser patético."

"Me dijo algo así.", responde Harry intrigado.

"Tú lo conoces, sabes cómo es.", se encoge de hombros Weasley. "Si piensa algo, nada podría hacerle cambiar de opinión."

Harry Potter adquiere un nuevo brillo en sus ojos y su mejor amigo se aferra a su hijo como si fuera una tabla en plena tempestad.

"¿Ni siquiera- ?"

"Merlín, Harry, por supuesto que eso sí, ni te atrevas a mencionarlo delante del bebé."

A través de la puerta cerrada se escucha un sonido curioso, un click-click-click que cada vez pareciera sonar más cercano. Harry traga nervioso y las mejillas de Ron se colorean.

"Cariño.", Pansy dice con voz aterciopelada al entrar. "No sabía que teníamos visitas."

Harry nunca ha logrado estar completamente a gusto cerca de Pansy Parkinson, y eso que de verdad lo ha intentado. Pansy es dominante, Slytherin, y con la boca pintada perpetuamente de rojo. Ron no podría estar más enganchado.

"Harry vino a tomar el té.", contesta el pelirrojo, y la postura de Pansy es tensa.

"Draco también viene a tomar el té.", dice sonriendo con muchos dientes. "¿Harry se queda o-?"

La rodilla derecha de Harry salta nerviosa.

"¡Harry se va!", exclama esquivando la mirada burlona de su amigo. "Tengo muchas cosas que hacer, para el trabajo."

Los tacones de Pansy parecen de pronto más afilados que nunca cuando se voltea para fulminarlo con la vista.

"Pobrecillo Auror.", dice sin nada de sinceridad. "Otra taza de té te ayudaría."

"Lo agradezco, en serio, pero-"

Si las miradas mataran. Harry se cuestiona si es una técnica que quizás Pansy aprendió de Snape cuando este seguía vivo.

"Siéntate, Potter, y ponte cómodo.", dice, tomando al bebé de entre los brazos de Ron. "Draco no tarda en llegar."

Los ojos claros de Ron la siguen cuando se va, envuelta en su túnica negra de satín.

Harry sabe que su amigo tiene un problema con el compromiso, pero si no ha logrado decidirse y comprarle un anillo para final de mes, Pansy lo hará.

"Creo que es la mujer de mi vida.", respira Ron, y Harry Potter se estremece porque la figura delgada de Draco se acerca por el pasillo.


La mujer de su vida, piensa Harry con amargura, esa perra.
Por supuesto que tenía que arrebatarle a Ron en el instante exacto en que Draco atravesara la puerta de la salita.

"De inmediato, Pansy, estoy a tus pies, ya no tengo personalidad pero te amo.", podría haber sido un resumen aceptable de la reacción de Ron ante su llamado.

Draco Malfoy revuelve indolente su taza de café, los ojos concentrados en el líquido.

"Um.", comienza Harry, pero decide quedarse callado y Malfoy alza una ceja.

"¿Qué, Potter, te comieron la lengua los ratones?", dice sin mirarlo.

Harry se hunde con el ceño fruncido en los cojines del sillón.

"No.", contesta malhumorado.

Draco saca la cucharilla y la deja en un costado del platillo. Harry observa sus manos, y siente su cuello más calido al recordar.

"Rápido, entonces.", urge Draco mientras Harry se levanta usando los codos.

"No me demoraré.", promete. "No te muevas."

Draco estira los brazos por sobre su cabeza. Harry mira los músculos en su estómago como si estuvieran cubiertos de chocolate.

"No lo haré.", contesta por fin.

"-y puedes ser tan maleducado, que en serio no sé qué estaba pensando."

Harry parpadea rápido, y tiene que dejar de mirar la boca de Draco para entender lo que está diciendo.

"¿Qué?", dice estúpidamente, y Draco tuerce los labios.

"No pienso repetirlo, ahora que me preguntaste me cohibí.", se queja con los ojos clavados en el diseño de la porcelana.

"Mentiroso.", inhala Harry y son grises cuando lo mira por fin.

"Yo no digo mentiras.", levanta el mentón para decir.

El momento se alarga sin llegar a ser incómodo, y Harry intenta descifrar en su actitud, en su postura, en su tono de voz y en sus ojos esquivos aquello que Draco no está diciéndole. Pero no puede.

"¿Quieres otra taza de café?", intenta, y Draco ladea la cabeza.

"No, ni siquiera te gusta el café.", contesta.

"Lo sé, a ti sí.", Harry frunce el ceño. "¿Quieres que te sirva una?"

"No.", insiste Draco, y de pronto se enfurece. "No tienes que hacer las cosas porque a mí me gusten, tienes que hacerlas porque las quieres."

Harry aprovecha la oportunidad, y se sienta rígido en el sofá.

"¿Esto es de nuevo ese rollo sobre que no soy lo suficientemente gay como para querer algo contigo?"

Draco entrecierra los ojos hasta que no son más que líneas grises entre sus pestañas.

"Esto es porque hace tanto que estás solo que creerías que cualquier contacto humano es lo que quieres, cuando de verdad es lo que necesitas."

Harry se queda inmóvil, como fulminado.

"Te he visto estar con personas que antes ni siquiera hubieras mirado dos veces y lastimarte una y otra vez.", la voz de Draco suena frustrada. "Yo no quiero ser igual que todos ellos y terminar en un rincón, desechado, porque no soy eso que buscas."

"¡Ni siquiera sabes qué es lo que quiero!", Harry encuentra su voz para hablar.

"Tú tampoco, y soy egoísta, Harry.", Malfoy parece perder un poco de su anterior energía furiosa. "No hago esto por ti, sino que por mí. Porque yo no quiero sufrir."

Harry traga y duele un poco hacerlo. Draco mira sus rodillas.

"Todos los demás, Draco.", dice brusco. "Fueron porque no podía tenerte a ti."

La cabeza del rubio sube tan rápido para mirarlo que Harry se pregunta si le habrá dolido.

"Todos y cada uno, sólo que en el minuto no me di cuenta, y cállate, déjame hablar a mí.", dice cuando Draco abre la boca. "En parte te entiendo. Yo tampoco querría estar conmigo porque que soy autodestructivo, pero si no puedes creer esto, entonces sería mejor. Dejarlo hasta acá."

"¿Y terminar años de amistad porque fui estúpido y me acosté contigo cuando no podías decirme que no?", Draco se ríe sin alegría. "Eso podría entenderlo, pero no que me mientas así."

Harry levanta su mano y las pequeñas cicatrices que siguen ahí, aún tras tantos años, atraen la mirada de Malfoy.

"Yo no digo mentiras.", dice Harry lentamente.

"Es en lo único que pienso.", la voz de Harry había sido entrecortada.

"En mí, piensa sólo en mí.", había contestado Draco, las manos aferrándose desesperadas a su espalda.

"Nunca había sido tan honesto como lo fui esta mañana."

Draco se va corriendo. Harry sabe esperar.


Son tres golpes en su puerta los que le anuncian que su espera ha tenido resultados.

Harry se tambalea – porque esperar es tanto más soportable con la ayuda del alcohol – y los dedos se le enredan cuando corre la cadenilla y tira de la manija para dejarlo entrar.

"Potter.", su voz suena asombrada. "Esta mala costumbre tiene que parar."

La respuesta de Harry es algo que suena como,

"Bwzah.", que en su corazón quiere decir "Pasa", aunque Draco no pueda entenderlo.

Harry tenía planes para este día. Hoy iba a decirle a Draco toda la verdad. Hoy iba a cortarse el pelo y quizás hasta pintar de nuevo las paredes de su habitación.

Hoy iba a estar tan ocupado que no pensaría en la mirada de asco y horror que Draco seguramente le dirigiría tras su pequeña confesión.

Pero el día se acaba, y el sol baja entre las nubes, y Harry Potter corre al baño porque está al borde de la intoxicación y vomitar parece inminente.

Draco lo observa apoyado en el marco de la puerta. Las arcadas lo sacuden entero, y tiene que ser amor, no es así, piensa Harry, cuando Draco se inclina detrás suyo y pone una mano en su frente helada para sujetarlo y con la otra le acaricia la mejilla.

"Shh.", murmura Draco. "Saca todo lo malo de adentro."

Más tarde Harry estará terriblemente avergonzado por haberse puesto a llorar.


Draco emerge de la cocina, vistiendo el delantal rojo y dorado que Harry usa cuando asa carne en el horno. El delantal que Hermione le regaló hace tres Navidades, y que dice 'Un Auror lo hace con Sabor', para el horror infinito de Malfoy al verlo por primera vez.

Harry no levanta la cabeza de entre sus brazos, y Draco deja con suavidad el plato de sopa de pollo enfrente. Draco sabe de resacas, podría escribir libros al respecto, y cualquier ruido innecesario sería perjudicial en esta etapa.

El olor del caldo hace que la nariz de Harry se muestre interesada. Su estómago sigue sensible, pero no tanto.

Levanta la cuchara con manos inestables y se la lleva, bajo la atenta mirada gris del Slytherin, a la boca.

Draco se sienta en una de las sillas de al lado mientras Harry vacía pausadamente la mitad del plato, hasta detenerse exhausto.

"Tenía planes para este día.", dice Harry con la cara entre las manos y Draco asiente pensativo.

Harry lo mira con ojos enrojecidos por la borrachera.

"¿Tú también?", pregunta medio desesperado.

Draco no necesita inventar una respuesta.

"Masturbarme.", contesta honestamente.

"Oh.", dice Harry, y su lengua toca el costado de su boca por un segundo.

Draco lo mira fijamente.

"Pero tuve un percance y decidiste adelantarte a todos los planes que pudiera tener.", agrega.

La sangre hierve despacio bajo las mejillas de Harry.

"¿Lo hice?", pregunta sólo para escuchar como lo dice de nuevo.

"Completamente.", le sonríe Draco, y Harry encuentra la energía para sonreírle también.

"Si quieres, puedes contarlo como mi regalo de San Valentín.", ofrece en un arranque de valentía y Draco lo mira divertido.

"Quién sabe.", estira su mano a través de la mesa y corre el plato frío para estrechar la suya. "Quizás y hasta te haga caso."


Notas del Autor:

Cariñosamente, y en mi cabeza, me refiero a este fic como a 'mi pequeña historia de amor'.
Creo que es quizás la parte del vómito la que me enternece tanto, no lo sé.
'Love Hurts' se portó mal, porque no me llamó después de todo lo que vivimos, pero yo me porté peor, porque me dediqué a ignorar su existencia de puro despecho.
Ahora que creo que por fin la terminé jaja por supuesto que le cambiaría muchas cosas. Pero el 21 de Julio se acerca tan rápido, y yo soy tan lenta. Me pone triste.

Agradecería los reviews, mucho. Me hacen sentir demasiado bien, es como una droga, porfa no me priven de ella.