La vida adolescente
.Prologo.
Por fin tenía sus labios. Era tan mágico cuando lo había logrado. Su boca dominaba la mía, tanto tiempo separados para terminar en esto. Me sentía tan feliz, él por fin era mío. Todos esos problemas, todas las lagrimas que soltamos, todo se resumía a esto; estar juntos para toda la vida. O al menos….es lo que pienso yo.
Mientras profundizábamos en aquel beso apasionado, sumí mis pensamientos en todo lo que tuvimos que hacer para estar juntos. Desde la primera ves que te vi…
Capitulo1: "San Valentín"
Me levante de mi cama, desperezándome un poco. Hoy era San Valentín, hoy tenia que armarme de valor para darle aquel regalo que por tanto tiempo había guardado a él.
Mi timidez, mi falta de hablar enfrente de él tendría que desaparecer si o si puesto que lo haría igual, quería que él supusiese mis sentimientos. No me importaba pensar como terminaría esto. Si, fallaba o ganaba, era algo que tenia que sentir, por más que me lastimase. Pero, pensándolo bien, es mejor que te acepten, porque supuestamente después te sientes fatal. La verdad, lo desconozco, pero lógicamente si le dices a alguien que te gusta supuestamente él te tiene que aceptar, sino…te sientes así, mal.
Un miedo a aquel pensamiento se sintió en mi corazón, pero, esperanzada soporte lo que podría caerme encima si seguía pensando en eso; la cobardía.
Pose una mano sobre la mesita de luz color caoba que tenia al lado de mi cama, y mis dedos tocaron ciegamente la parte baja de mi lámpara y luego palparon el peine que buscaba perezosamente. Lo alcé y empecé a peinar mi cabello negro-azulado lentamente.
Agarre con mi mano libre el largo cabello que se extendía en mi espalda y lo puse por al lado de mi pecho, al alcancé de la otra mano que tenia el peine.
Trate de perderme en mis pensamientos viendo mi habitación, estudiándola bien: Un armario color amorronado con finos toques de un color más claro, tipo crema en sus bordes, posado a un lado izquierdo de mi habitación. Mi cama a la derecha, junto a la mesita caoba, una ventana con una cortina celeste, la cual tapaba a la ventana, no dejándome ver hacia fuera, estando esta, un poco al centro de mi habitación. Las paredes de un color celeste turquesa muy hermoso que yo precisamente pude elegir. El suelo gobernado por una cerámica blanca-celeste que combinaba con las paredes. Y en el techo, una simple lámpara rodeada por una palangana metálica a su alrededor. Y, para finalizar, al lado del armario tenía un escritorio en donde allí arriba tenia una computadora, con su modem puesto encima de la CPU, el teclado y el mouse donde debería estar, y varios libros bajo la nombrada.
Sonreí al ver que pude calmarme un poco, por lo que me levante y me saque mi pijama de camisa y pantalón celeste, lo ordene sobre la cama y abrí mi armario; mi uniforme no estaba. Un poco irritada, me puse lo primero que encontré; una polera y un jean, y salí de mi habitación en busca de mi madre.
Era una casa bastante simple, de dos pisos. En donde en el primero estaba la cocina, a su izquierda el salón de estar, y entre medio de esas dos habitaciones, un comedor un poco grande para mi gusto. A los costados de él, se podía dirigir hacia un baño más o menos mediano y al otro lado de este se podía ir a la sala de estudio, donde me la pasaba con mi pequeña hermana Hanabi al regresar del instituto.
Dejando eso de lado, el segundo piso era poblado por los dormitorios y por otro baño al final de una fila de estos. El de Hanabi se encontraba primero, enfrente a la escalera. Al lado de este, estaban la de mis padres y por ultimo, la mía, junto al baño.
No me molestaba en lo absoluto, es mas, me encantaba estar de última ya que por medio de la ventana, podía disfrutar el lindo paisaje a ciudad que tenia en ella, mas cerca que mis otros familiares. Sobre todo en la noche, donde podía disfrutar sin censura la hermosura de las pocas estrellas que podía ver, y las luces que decoraban la oscura ciudad de Tokio.
Baje las escaleras y me encontré con el comedor, y mi papá desayunando en el mismo. Como siempre, era el primero en levantarse e irse, ya que trabajaba de policía y, como todo buen policía tenia que estar a su servicio lo más pronto, o al menos es lo que me decía él.
Ohaio, Oto-san –le salude tímidamente, no se porque en presencia de él me predominaba esa personalidad, pero era una sensación extraña que no podía evitar en su presencia. Lo trataba como si fuera un padre ejemplar, algo que no era.
Él levanto la cabeza de su lectura y me miro.
Ohaio, Hinata – devolvió con voz grave y cortante, muy típica de él.
Suspire, y decidí plantearle para lo que realmente había bajado, aparte de desayunar.
Oto-san, ¿Dónde esta mi uniforme?- pregunte, aun con aquel tono tan característico mío.
Lo tendrá tu madre –me informo rápidamente, volviendo a su lectura.
Asentí, y con una reverencia, agradecí la información que me dio.
Me encamine a la cocina y allí encontré a mi madre; preparando el desayuno, como siempre. No quería interrumpirle, pero tenia que estar lista hasta de la hora acordada de siempre; para no llegar tarde al instituto, y sino le avisaba podría tener una llegada tarde sin mi consentimiento.
Ohaio, Okasa. ¿Puedes decirme donde esta mi uniforme? –pregunte calladamente, aunque lo suficientemente alto para se diese cuenta de mi persona.
Ella se dio vuelta y me sonrió maternalmente, le devolví la sonrisa, pero mas apagada.
Ohaio, hija –volteo nuevamente y continuo con la preparación del desayuno -. Esta en el baño, Hanabi se lo confundió sin querer ayer – me explico.
Arigatou –dije y tome camino nuevamente, pero esta ves al baño.
Me detuve en la puerta y golpee dos veces. La voz de mi hermana se escucho del otro lado.
Pase – se oyó tranquilamente.
Accedí al permiso, y abrí la puerta cuidadosamente. El baño era lo suficientemente espacioso para que dos personas entraran tranquilamente, así que vi a mi hermana a una izquierda de la habitación, enfrente del espejo (que debajo de este tenia un banitori) ; arreglándose el pelo con un peine y, en su muñeca izquierda , una colita de color verde. Al lado de ella, y un poco mas atrás, se encontraba la ducha y al lado de la misma, un poco mas a la derecha se encontraba el inodoro y al lado de este, el bidet. Todo era de un color blanco cremita, exceptuando las canillas de la ducha, la tapa del inodoro, y la jabonera que estaba sostenida por la pared, suspendida al lado de la ducha; en esos objetos predominaba el color azul claro.
Busque rápidamente mi uniforme y finalmente pude divisarlo en los toalleros que se ubicaban al lado del banitori donde estaba mi hermana. Me encamine hacia allí y le desee buenos días, ella me regreso el saludo.
Discúlpame, últimamente medimos tanto igual de ropa que me confundo cual es mío – me explico con un tono tan serio, que hizo reírme inocentemente por lo bajo.
No hay cuidado – le asegure, divertida. Con ella era la única por la que me comportaba "normal" pero aun así seguía teniendo cuidado al dirigirme hacia ella.
Me oculte detrás de la cortina que daba a la ducha y me cambie rápidamente. Cuando salí, me di cuenta de que mi hermana había abandonado la habitación y me había dejado la puerta semi-abierta.
El uniforme no era complejo. Solo consistía en un pequeño chaleco azul-marino, una camisa blanca bajo este, una pollera de cuadros verdes y azul-marino. Unas medias del mismo color que la blusa, que me llevaban un poco menos que las rodillas para abajo. Y para terminar, una corbata negra con los zapatos del mismo color.
Tome la ropa que me saque y me dirigí hacia fuera del baño, cerrando la puerta tras de mi.
Cuando llegue al comedor, me di cuenta que mi padre ya se había ido y que mi madre ya tenia el desayuno preparado en la mesa, como siempre.
Me senté, deje la ropa que había usado en lasilla que tenía al lado y desayune en silencio, no por no tener nada que contar, sino porque tenía vergüenza de contar lo que tenia planeado para hoy.
¿Y, chicas? – comenzó mi madre, sentando a una punta de la mesa. Miro de reojo a Hanabi comiendo una tostada, y luego me miro a mí. Los nervios empezaron a crecer en mi interior-. ¿Tienen a alguien en especial para darle hoy un presente de San Valentín?
Nadie contesto, así que trague saliva, algo se me tenía que ocurrir, y Hanabi no me salvaría de este asunto.
Bu-bueno…-vacile, mi voz sonaba un poco nerviosa. Traté de impostarla-. No tengo a nadie en mente- mentí, pero nadie pareció darse cuenta.
Mi madre sonrió de orejo a oreja.
Es mejor que te busques a alguien, Hinata-chan. De seguro si hablas un poco, todos los hombres caerán a tus pies – me explico picaramente.
Un leve sonrojo paso por mis mejillas, a veces decía cada cosa.
Q-que co-cosas dices…oka-okasa…-susurre apenada, mirando mis manos, que ahora, estaban presionando en mí regazo, en señal de vergüenza.
Yo por ahí le dé uno a Neji, solo por ser primos – repuso Hanabi, comiendo una tostada-. Pero un hombre con el cual quiera salir no lo se…tal ves intenté con el famoso Sasuke Uchiha – anuncio.
Quede atónita.
Ohh – se intereso mi madre-. ¿Ese chico que es tan popular en todos los cursos? ¿El que esta en la clase de Hinata-chan?
Exacto –acentuó mi hermana.
Me sentí aun más nerviosa, él era…el dueño de mis sentimientos, tenia que armarme de valor. Sobre todo que porque ya sabría que estaría rodeado de chicas, tenia que evitarla, ahora, a ellas y a mi hermana. Debía buscarlo solo, sin nadie que me comprometa a nada. De verdad iba a ser muy complicado darle mi regalo.
Pero será complicado, siempre esta rodeado de un club de fans – prosiguió Hanabi.
Asentí interiormente, un obstáculo difícil de evadir. Además, él no me conocía en nada, yo sola era la que lo había seguido secretamente. Aunque mucho no podía ya que sus fans siempre me excluían o me miraban raro, dejando a mi vergüenza avanzar por mis acciones y haciendo estupidez tras estupidez, consiguiendo que solo en esas partes él me observase.
Acabé – se escucho de entre mis pensamientos, Hanabi había terminado de desayunar-. ¿Vienes, hermana? – me pregunto.
Allí pude darme que estaba en mi mundo, y no me había dado cuenta que no había terminado de comer.
¡A-ah! – solté cuando vi mi fallo. Una gotita de pena ajena se formo en la cabeza de mi madre y Hanabi al ver que comenzaba a comer de una manera preocupante.
¿Dónde estabas, hermana?- me dijo Hanabi.
Trague un pan, que ni casi mastique, e hizo que me ahogara. Agarre el vaso de leche que tenia enfrente y tome hasta que quedo vació. Inspire para tomar aire, y reí un poco avergonzada.
Gomen nasai - me disculpe, levantándome de la mesa y yendo junto a mi hermana pequeña -. Ya podemos irnos –le asegure.
Hanabi asintió y observo a mi madre.
Nos vamos, okasa - le dijo, dirigiéndose a la puerta.
Me di vuelta y me reverencie a mi madre.
Hasta luego, madre – le dije educadamente, ella solo me observaba con una sonrisa dulce, que pronto le devolví al levantarme de la reverencia.
Cuídense, chicas – nos deseo.
Asentí y me fui junto a Hanabi. Salimos de la casa, y nos encaminamos hacia el instituto.
¿Piensas que podré darle el regalo al Uchiha? – me pregunto después de una pequeña jornada de silencio.
Oh...hum…pues…-trate de decir, pensando en las posibilidades de mi hermana con él. Y mas las mías-. No lo creo…-susurre un poco desanimada.
Al parecer, ella lo noto ya que frunció el ceño.
¿Vas a darle tú también un regalo? –me pregunto, sorprendida; muy extraño en ella
Me puse completamente roja, ¡que libro abierto podía ser! Mire para otro lado, ya me tenia acorralada.
P-Pues…-tartamudee.
Bueno, es normal. ¿Acaso no es el chico perfecto? –continuo, como si nada hubiera pasado.
Ella sabía más cosas que yo sobre este tema de chicos, ya que era muy diferente a mí. Había tenido sus novios en sus rápidos 13 años, en cambio yo, que soy más mayor, no tuve ninguno en mis 15 años. Era normal que se tomara esto tan a la ligera, ¿no?
Y si, tenía razón. Era el mejor de la clase.
¡Hinata-chan! – se escucho una voz enfrente de nosotras.
Vaya, ni a dos cuadras del insti y ya te vienen a buscar. ¿Sabes que tienes una amiga invaluable? – dijo Hanabi, sonriendo a media cara-. Nos vemos luego, hermana – me dijo apartándose de mi lado y dejándome con la persona que me había llamado.
Ohaio, Amaya-san – salude a la chica que se acercaba.
Ella era de pelo largo y negro, tirando a azul como el mío pero mas oscuro. Sus ojos eran de un carmesí como la sangre y era más o menos de mi altura. Mi única amiga del instituto. Parecía estar mas contenta de lo que todos los días estaba.
¿Estas preparada? – me pregunto curiosa.
Suspire, ella era la primera persona que sabia todo sobre mi vida, ya que éramos amigas desde la infancia. Y como no, le conté mi tema sobre Sasuke, algo que ella comprendió pero no compartió ya que ella no le atraía para nada.
Supongo que si…esto toma algo de tiempo – le dije, tímidamente.
Me sonrió en son de aliento.
Descuida, yo sé que podrás encontrarlo a solas. Solo déjamelo a mi, ¿si? Trataré de convencer y o engañar a las "jefas" del club de fans para que te dejen aunque sea dos minutos de tiempo con Sasuke –explico, un poco exasperada al pensar en las dos personas con las que tenia que liar. O por lo menos, eso descifré en su cara al pronunciar "jefas".
Gracias por todo, Amaya-san – le agradecí, sonriendo levemente.
No hay de que, para eso están los amigos – aseguro, riéndose animadamente.
Me le uní, pero la mía fue más apagada.
El viaje hacia lo que quedaba de camino a la escuela fue tranquilo, no hablamos mucho, pero si nos entretuvimos con algunos paisajes (repetidos) que siempre comentábamos al pasar por los mismo lugares una y otra vez.
Finalmente, al llegar, pudimos comprobar que hoy era San Valentín y no otro día común y corriente.
Las paredes estaban decoradas con corazones. Y cerca de los lockers también colgaban guirnaldas de color rojo y rosa. Me detuve al observar a mi izquierda, allí estaba el "famoso" locker de Sasuke; el cual rebotaba de cartas, supuestas, de admiradoras.
Suspire mientras me quitaba los zapatos y los cambiaba por los de la escuela. Este era uno de esos días como otro nada más que peor, me gustaba pero a la ves no.
Al parecer todavía no había llegado ya que sus zapatos todavía estaban, por lo que vi, entre ese revoltijo de cartas.
Me tranquilice, podría tener la mala o buena suerte que hoy no hubiese venido y así poder tranquilizarme y deprimirme como quisiera a mi antojo, preocupándome solo de las miradas de cierta amiga de la infancia que siempre se preocupaba por mi. Pero no, todavía era temprano y había tiempo para que él viniese. El cielo y el infierno al mismo tiempo eran.
Subí las escaleras que dirigían a mi curso, seguida de Amaya.
¿Y-Y tu...Amaya-san? ¿Le darás a alguien tu San Valentín?– le pregunte vacilante, ya que me parecía un poco vergonzoso preguntarle asuntos de ella aunque fuese mi mejor amiga.
Pues, supongo que se lo daré a Gaara – contesto animada.
Me sorprendí. Aquel chico Gaara era del más callado del curso, tenia dos o una fan como mucho pero no se le comparaba con Sasuke. Era más reservado que él, aunque se le podía igualar a Sasuke en cuanto al intelecto e inteligencia.
Hacia semanas que veía que Amaya ponía los ojos en él, pero a mi no me llamaba mucho la atención ya que sus ojos me miraban de una manera que me asustaban, o mejor dicho, me hacia sentir insegura, como si quisiese matarme o algo parecido. Parecía que yo no le agradaba en lo mas mínimo.
Suspire al recuerdo ese y Amaya pareció notarlo. Escuche una risita inocente de parte de sus cuerdas vocales.
-¡A-Abunai! – grito un rubio que sin querer se tiro encima nuestro.
Cerré los ojos al impacto que sucedió esto. Al abrirlos, me encontré con unos ojos azules mirando los míos. Me sonroje y lo aparte enseguida.
¡Kya! – solté sin querer, al tirarlo para atrás.
¡Vaya, Naruto! ¡Tu siempre tan despistado! – dijo un chico enfrente nuestro, de pelo castaño y ojos negros.
¡Oh, dattebayo! ¡Lo siento mucho, chicas! – se disculpo el chico.
Le sonreí para mostrarle que no había pasado nada. Ahora que me daba cuenta, Naruto Uzumaki y Kiba Inuzuka se habían aparecido. Ellos, eran los que completaban mi círculo de amistad masculino.
No importa, Naruto – le dijo Amaya, de mi parte.
¿Y-Y q-que paso...e-esta ves? – pregunte casi tartamudeando.
Pues quise saber porque el club de fans del baka les gustaba tanto y pues, me ha tirado hasta aquí – se cruzo de brazos-. ¡Que fuerza tiene esa Haruno Sakura! – grito enfadado.
¿club de fans? Sabes que si insultas a su querido "Sasuke-kun" no vas a salir ganando, Naruto – advirtió Amaya, poniéndose una mano sobre la cien.
Es así, Amaya. Déjalo – repuso Kiba, meneando la cabeza negativamente.
Por supuesto, y por lo tímida que era con mis amigos hombres, ellos no sabían que era una de las "secretas" admiradoras de Sasuke. Claro que cada día que pasaba me retractaba de decírselos, ya que podían armar alguna situación que me comprometiera vergonzosamente con el chico que tanto odiaban.
¡Pero, Dattebayo! ¡No eh recibido nada en San Valentín! –se quejo Naruto.
Claro Naruto, de parte de nosotras recibirás algo. ¿No, Hinata-chan? –pregunto Amaya, mirándome.
El pánico gobernó mi cuerpo; solo había comprado el de Sasuke y me había olvidado por completo de los de mis dos amigos hombres. ¡Esto era perfecto! Pero no podía decir que no, sino quedaría mal parado con ellos.
E-Etto…c-claro – asentí nerviosamente.
Mire el rostro de todos, parecían no haber notado mi mentira. Trate de observar para otro lado, olvidándome un poco de ellos, pero un estruendo y Naruto cayéndose al suelo hicieron volver mi atención a mi grupo.
¡Para que no vuelvas a meterte con Sasuke-kun! –gritaron un grupo de chicas, lideradas por una rubia y una pelirosada; enfrentes de nosotros.
Observe a Naruto noqueado en el suelo, y Amaya haciendo que reaccionara. Pude divisar un chichón en su frente. La preocupación también gobernó mi cuerpo y me acerque hacia Kiba y Amaya con Naruto noqueado.
Cada día se vuelven mas violentas, estas idiotas – escucho de Amaya, su voz parecía más gruñona, como si su enfado gobernara su garganta.
Itai, Itai – oí de Naruto, levantándose del suelo y refregándose con los dedos de las manos en la zona afectada de su frente.
¿T-Te encuentras bien, Naruto-san? – pregunte con un tono levemente preocupado.
Por dios, solo es un hombre ese Sasuke. ¡No es Kami ni Hotoke! –grito Kiba, volviendo hacia el grupo de chicas que aun seguía cerca de nosotros-. ¡Oigan! – anuncio.
La pelirosada y la rubia se dieron vuelta. No se si era mi imaginación, pero creo que había podido divisar un brillo de preocupación en la segunda al mirar a nuestro amigo herido. La confusión gobernó mis ojos, dejándolos levemente abiertos.
Kiba, no lo hagas. No quiero otro herido- advirtió Amaya.
Kiba se apretó en dientes, y dejo pasar el momento de tensión que ya predecía por las miradas de las chicas hacia él. Sentí un alivio, pero no duro mucho.
Vamos, chicas – hablo por fin la pelirosada, dirigiéndose a la chicas de detrás y a su amiga de la derecha-. Tenemos que planear como haremos nuestra bienvenida de San Valentín a Sasuke-kun cuando terminen las clases – anuncio con un toque de entusiasmo.
Ese anuncio fue mi detonante. Otra vez los nervios me gobernaron, que difícil seria eso. Tal vez tenía que desistir de la idea. No podría encontrarlo solo.
Finalmente, y para suerte mía, el timbre toco justo cuando el fan club de Sasuke iba a retirarse. Se escucho un bufido de parte de ellas, y un suspiro de parte de Amaya.
Bueno, lo llevare a la enfermería. Nos veremos luego – dijo, pasando un brazo por la cintura de Naruto y sosteniendo su mano libre el brazo de él que obligo a pasar por su cuello para levantarlo.
Me vengare de ese baka, lo juro – sentencio Naruto, susurrando casi inaudible pero yo logre escucharlo.
Cállate, y espera a que te recuperar para eso – le dijo Amaya, mientras se iban a un lugar contrario al que Kiba había empezado a andar.
¡Eh! ¡Hinata! ¡Vamos!- me apresuro.
Me di vuelta y lo seguí, pero guardando silencio.
La depresión llego a mi corazón: sabría que no podría darle el regalo, tal ves debía dárselo a Kiba o Naruto, los cuales ellos si lo aceptarían y no tendría que hacer nada de esfuerzo de parte mía…porque ellos eran amigos nada mas. No eran…como Sasuke. Aparte, ni siquiera tenia la oportunidad de dárselo al fin de las clases, ya que su club estaría esperándolo.
Suspire resignada, y decidí salir en la hora del almuerzo a comprar mi caja de bombones restante para Naruto, este era el peor día de mi vida.