GOLGRAN

Autora: Skogul

Beta Reader (colaboración especial): Isabel Ameban

Este es un fanfiction sobre un encuentro entre Kamjin y Lap Lamiz (Khyron y Azonia de Robotech) anterior a Macross.

Estos son personajes de la serie japonesa "Macross" en la cual se basó la primera saga de Robotech. Hay algunas diferencias entre ambas series y la fundamental a mi parecer es el concepto de la Protocultura. Mientras que en Robotech la Protocultura es una fuente de energía, en Macross es la civilización que dio origen a los Zentraedis y a los humanos y de la cual se ha perdido toda referencia. Los nombres de los personajes también son distintos. Así el nombre original de Khyron es Kamjin/Kamujin/Quanzim kravshera, el de Azonia es Moruk Lap Lamiz y el de Grell es Oigul.

Es mi deber aclarar también que utilizo algunos términos que provienen del lenguaje zentraedi creado para la película "Macross Do you remember love". Aquí están sus traducciones:

Meltran: mujer / Zentran o Zeltran : hombre / Debran: enemigo / Dakan: nave, lugar

Parte 1: El encuentro

Sentado sobre una gran roca en medio de una yerma planicie, Kamjin se limpiaba la sangre que emanaba de la herida cortante que se encontraba en su brazo izquierdo. Se trataba de una herida de aproximadamente setenta centímetros de largo y era algo profunda. Como no había forma de parar la hemorragia, decidió hacerse un vendaje compresivo y para ello se le ocurrió utilizar la ropa del soldado muerto que se encontraba a unos metros de la roca. Bajó lentamente de la enorme piedra y se acercó al fallecido zentran. Este había sufrido la amputación de su miembro inferior derecho en forma completa y seguramente había muerto desangrado. Pero nada de esto podía darle asco al joven Kamjin. Aunque esta era la primera misión en la que tuvo que combatir cuerpo a cuerpo con el enemigo, los pocos días que estuvo en ese planeta hicieron que se acostumbrara a cuerpos destruidos y sangre derramada. Así es que simplemente tomó su uniforme y arrancó una manga para su vendaje. Finalizado este se volvió a sentar en la roca no sin antes haber tomado la pistola laser del soldado. El dolor de su brazo no era nada comparado con su sensación de impotencia y cólera. Su vista se dirigió a su izquierda donde se divisaba a unos dos kilómetros un Queadol Magdomilla destruido en medio de un desierto cubierto por zentraedis derribados.

- ¡Que imbécil era el Comandante! – dijo Kamjin para sí - Se merece haber muerto... Al ver la fuerza destructiva de nuestro enemigo... yo... yo en su lugar ¡¡me hubiera retirado y esperado los refuerzos que venían en camino!! Pero no... Sólo porque le habían ordenado atacar hasta el final él obedeció y así terminamos...-

El oficial Kravshera no se explicaba el comportamiento de su fallecido Comandante. Hacía 4 días que se les había encomendado destruir una pequeña base que se encontraba en un el planeta Golgran. Cómo era costumbre entre los zentraedis, se había dado esta orden sin muchas explicaciones. Aparentemente se había subestimado mucho a este enemigo y Bodolza sólo envió al Comandante Krochet con su pequeña flota para llevar a cabo la misión. Al llegar al planeta lo primero que hizo Krochet fue enviar una nave de reconocimiento. Esta sólo detectó una base de dos kilómetros de diámetro que parecía completamente abandonada. El resto del planeta era casi desierto y poseía escasa vegetación. Al segundo día (tengamos en cuenta que los días en Golgran duraban 10 horas terrestres) el Comandante se acercó a la base para atacar. Las 8 naves que componían la flota enviaron sus rayos hacia el enemigo y para sorpresa de todos esta los bloqueó en un 70 por ciento aproximadamente con una especie de escudo protector (similar al que luego utilizaría la fortaleza Macross años más tarde) y contraatacó con un poderoso rayo que destruyó en forma instantánea a 7 de las naves y la restante quedó seriamente averiada retirándose. En esta última se encontraba el Comandante y Kamjin. No pudiendo ir muy lejos el Queadol Magdomilla aterrizó en forma errática en el desierto dejando un cráter y fragmentos de nave a su alrededor. Estaba casi inutilizable pero las comunicaciones funcionaban. Krochet informó entonces de lo sucedido y pidió refuerzos. Su superior el Comandante Tegher accedió a enviarle los refuerzos pero le advirtió que tardarían en llegar ya que toda la fuerza zentraedi se encontraba ocupada en diversas misiones y le ordenó que atacara hasta el final cueste lo que cueste aunque no hubieran llegado las otras naves. El Comandante Krochet aunque sorprendido por esta orden no dudó igualmente en obedecer y al tercer día salieron todos los zentraedis del Queadol en sus Battle Pods y Nousjadeul - gers en dirección a la base. El enemigo envió sus unidades de combate que inesperadamente eran nada más y nada menos que antiguos modelos de Battle Pods y las legendarias Glaugs que ya no se fabricaban. Las unidades del enemigo superaban en número a las de los zentraedis y la balanza del combate se inclinaba hacia ellos. Como tenían órdenes de combatir hasta el final, los zentraedis muchas veces salían de sus Battle Pods averiados y peleaban cuerpo a cuerpo con el enemigo. El debran nunca se dejó ver: a diferencia de los zentraedis, cuando se averiaba una unidad de combate nadie salía de éstas, algo que llamó la atención de Kravshera.

Kamjin era un oficial muy joven, esta era la segunda misión en la que participaba. Aunque le parecía errada la idea de atacar directamente sin esperar refuerzos, la euforia que le producía el combate era muy grande y no rehusó hacerlo. Él también como sus compañeros tuvo que abandonar su Battle Pod. Recordaba con emoción esos momentos. Al salir al aire libre la adrenalina aumentaba aún más en su sangre. Su visión se volvía turbia y los sonidos de las explosiones y gritos parecían casi desaparecer para volverse un único zumbido grave. En un principio sentía el palpitar de su corazón pero luego parecía que este latía rápidamente pero sin advertírselo. De vez en cuando un suave viento levantaba la tierra anaranjada que cubría el suelo y envolvía a Kamjin dejándolo lleno de polvo, pero el joven apenas si lo notaba y seguía luchando. Todo lo que veía eran las siluetas del enemigo y les disparaba al centro dándose cuenta que ese era el punto débil. Se había convertido en una máquina de matar. Así derribó a una veintena de enemigos y se detuvo a observar lo que ocurría. Para su gran decepción a los demás no les estaba yendo tan bien como a él. Kamjin se encontraba en la periferia de la pelea y se había ido alejando para destruir a las unidades que se aproximaban, pero en el centro todo era diferente... el debran había liquidado a los zentraedis sin apenas problemas. Incluso llegó a divisar el Nousjadeul Ger de Krochet hecho pedazos. Rápidamente se escondió dentro de una de las unidades derribadas por él y allí se quedó hasta que todos se retiraran. Para los zentraedis morir luchando era un gran honor y el joven zentran también lo pensaba. Pero morir de esta manera sin haber ganado nada le indignaba. Kamjin sentía que él era especial y que todavía le quedaban muchas cosas por hacer.

Llegada la noche (que sólo duraba una hora terrestre aproximadamente) salió de su escondite y se dirigió hacia el Queadol para estar más lejos del enemigo. No había llegado todavía a la nave cuando se dio cuenta de que su manga izquierda estaba llena de sangre y se había roto en la parte superior. Había estado tan ensimismado en sus pensamientos que no había notado su herida. Tampoco recordaba en que momento se le había producido pero esto era más entendible ya que en la pelea las catecolaminas le amortiguaban el dolor. Decidió sentarse en una roca y observar el traumatismo para lo cual se despojó de la parte superior de su uniforme verde oscuro quedando en camiseta.

Hecho el vendaje y todavía con algunas visiones fugaces de todo lo ocurrido, Kamjin sintió que su mente se iba tranquilizando. Se iba apaciguando su enojo e indignación. Su mente se fue aquietando hasta no pensar en nada y así pudo contemplar el horizonte. Ya había amanecido hacía una hora. El cielo de Golgran era de un color amarillento que iba cambiando de intensidad conforme la hora del día. Todavía no expresaba el tono más intenso y por esto el zeltran se encontraba casi en penumbras. La estrella alrededor de la cual orbitaba el planeta era 100 veces más pequeña que el sol y desde Golgran se divisaba una esfera con poca luminosidad que alumbraba ese mundo con una luz mortecina.

Kamjin sintió de pronto un sordo ruido detrás de él.

- ¡Sí! ¡Son los refuerzos! - Se paró y comenzó a batir los brazos en el aire para que lo vieran. Cuando la flota estuvo más cerca pudo notar que eran aproximadamente 15 naves. Las 2 últimas se destacaban sobre el resto por ser moradas.

"¿Sólo 15 naves? ¿Y dos naves de Meltrandis? Definitivamente la fuerza Zentraedi ha entrado en caos. Una flota tan pequeña y mixta sólo significa una cosa: estamos desbordados." pensó.

La flota pasó sobre él sin notarlo e iban en dirección a la base. El zeltran decidió reunirse con los refuerzos. Sin saber mucho que esperar caminó durante unas dos horas durante las cuales escuchó algunas explosiones. Sólo esperaba que la flota no hubiese sufrido el mismo destino que la suya.

De pronto vio en el horizonte un intenso humo negro y lentamente comenzaron a aparecer las siluetas de las naves de refuerzo destruidas. El Dakan más cercano que encontró era un Meltran Carrier.

- ¡¿Cómo no han tomado los recaudos suficientes?! ¿Acaso no escucharon el informe de Krochet? Si seguimos así los zentraedis nos hundiremos en nuestra propia estupidez. – refunfuñaba el joven. Pero sus pensamientos fueron interrumpidos por una inesperada escena.

Hacia él se acercaban dos meltran corriendo seguidas de cerca por 5 Battle Pods enemigos. Una de ellas fue alcanzada por un disparo hiriéndola en forma letal. La otra decidió dar la vuelta y les disparaba cuanto podía ubicándose por último en forma casi lineal con las 5 unidades. De esta forma tuvo unos segundos para derribar al primero y luego quedar enfrentada al segundo y así sucesivamente. Kamjin no dudó un instante y corrió a ayudar a la meltran derribando la última unidad.

Abatida de cansancio, la meltran cayó sobre sus rodillas jadeando profusamente y apoyó las manos en el suelo. Su largo pelo azulado estaba desordenado pero no por eso dejaba de ser vistoso. Kamjin se fue acercando a ella lentamente y se detuvo a tres pasos de ella. Nunca había estado tan cerca de una meltran. Es más: nunca había visto una a menos que fuera en el intercomunicador.

- Eh… ¿Está bien? – preguntó un poco inseguro.

La meltran levantó la mirada y de esta manera Kamjin pudo ver su rostro. Ambos quedaron mirándose a los ojos unos segundos. Kamjin sintió por primera vez en su vida una extraña inhibición. Estaba realmente impresionado de ver esa meltran. ¡Qué diferente era a todos los seres que había conocido! Tan menuda y con rasgos delicados… Hasta sus ojos parecían emitir un destello peculiar. Su uniforme era de cuerpo entero al estilo de un mameluco y llamativamente pequeño. Un zentran lo hubiera encontrado ajustado. Evidentemente no era el caso de la meltran que parecía moverse armoniosamente con él. Tenía un detalle en la zona superior del pecho y en el cuello: una solapa que cerraba hacia la derecha con un broche que simulaba un botón. El color gris perlado estaba ahora parcialmente oculto por la tierra golgreana. El joven se preguntaba como podía ser que nunca hubiera visto a una meltran con ese tipo de uniforme. Se le ocurrió que tal vez las meltran se ponían su conocido uniforme cuando se presentaban ante los zentrans, pero que luego usarían este otro para mayor comodidad. Si esto era así… ¡¿Cuántas otras cosas les ocultarían?!

- Sí… -dijo ella al fin- Le agradezco por haberme ayudado. Soy la capitana Moruk Lap Lamiz.- y al decir esto se incorporó.

- Oficial Kamjin Kravshera. – secundó él sintiendo que la confianza le volvía – Mi superior era el Comandante Krochet. Creo que soy el único sobreviviente de su flota.

- Bueno, parece que no tuvimos mucha más suerte que ustedes... - dijo la meltran en un tono de voz un poco temeroso.

A Kamjin le pareció que ésta lo miraba en forma desconfiada y era de esperar dadas las costumbres zentraedis. A diferencia de Kamjin, Lap Lamiz sí había estado frente a otros zentrans. Pero este le pareció muy distinto a los demás. Sus rasgos eran armoniosos como los de una meltran a diferencia de todos los que había conocido previamente que tenían rostros toscos. Su piel era la más púrpura que haya visto. Su cabello era extremadamente lacio y muy claro. Entre los zentrans abundaba el pelo azul y corto. Pero este lo tenía celeste y un poco más largo de lo habitual. Además el verlo en mangas de camiseta, hizo que la meltran se sintiera muy incómoda.

Lap Lamiz apartó la vista de él y la dirigió hacia el humeante horizonte.

- Parece que ha cesado el combate... No se oyen más explosiones...-dijo ésta.

Ambos caminaron con cautela hacia la zona donde se había producido la batalla. Todo estaba calmo. El debran se había retirado. Más cuerpos se habían sumado al paisaje. Ninguno se movía.

- Le propongo que busquemos un refugio.- dijo Kamjin volviéndose hacia la capitana-¿Ve aquel Queadol Magdomilla? Podría ser un buen lugar.-

La meltran parecía dudar. Kamjin se preguntaba si era porque nunca había estado en una nave de zentrans. "Muchas opciones no tiene…" pensó mientras la miraba con leve malicia.

- Capitán: dudo seriamente que haya otros sobrevivientes y si los hay no están en condiciones de seguir peleando como nosotros.-

Al oír esto último Lap Lamiz se volvió para mirarlo y abrió los ojos.

- ¡¿Acaso nosotros sí lo estamos?! ¡Somos sólo dos!-

- ¡Por supuesto! Jajaja ¿Por qué se sorprende? Incluso tengo algunas ideas para conseguir nuestros objetivos.

Cierto era que muchas veces la mente del joven Kravshera se inundaba de ideas como en esta situación. Incluso algunas veces le costaba conciliar el sueño por culpa de ellas. Generalmente se frustraba mucho al ver que no las podía llevar a cabo por su bajo rango. Pero esta era una oportunidad de hacer algo a su manera y realmente creía que podía funcionar.

- Pienso que debemos informar a Bodolza de la situación y esperar sus órdenes. No veo que podemos lograr sin ayuda.- expuso la meltran con seriedad.

- ¡Ya basta de informes y refuerzos! ¡Estuve 4 días en este planeta y me cansé de la ineptitud! –Dijo casi con furia, pero luego suavizó el tono- Usted y yo… somos diferentes a los demás. Hemos sobrevivido peleando hábilmente y merecemos ganar… ¡Piénselo! Derribó 4 Battle Pods juntos usted sola… Pienso que si yo no la hubiera ayudado, igualmente usted hubiera aniquilado el último. ¡Y eso que no presencié todo lo que hizo antes! De seguro que fue sorprendente. Eso la hace superior Capitán Lap Lamiz. Los seres como nosotros somos los que marcamos la diferencia. Si recapitula en la historia de los zentraedis verá que muchas veces las batallas se ganan gracias a una idea y no al número de flotas existentes. Y esa idea proviene de una sola persona. ¡Qué maravilloso! ¿No le parece? Bueno en el momento en el que nos encontramos no tenemos otra alternativa. La fuerza zentraedi está colapsada y nuestra misión tiene una importancia terciaria o cuaternaria. No nos llevarán el apunte con nuestro informe. ¡Debemos actuar por nosotros mismos!

Lap Lamiz había estado escuchando el maníaco monólogo del oficial con ojos desorbitados. Kamjin se percató también que su rostro de sorpresa a veces se tornaba pálido al ver que él se acercaba cada vez más para hablarle. Su euforia no tenía límites. De un sopetón estaba rompiendo con muchas reglas zentraedis. Quería pasar por alto a sus superiores al decidir por sí mismo que acción tomar, se estaba dirigiendo a uno de ellos en forma totalmente inapropiada y como si esto fuera poco se relacionaba con una meltran y le proponía que emprendieran algo los dos juntos. Encontraba todo esto en extremo divertido y liberador. Esperando una respuesta miraba a Lap Lamiz en forma insistente.

-…Tiene razón en ciertos puntos… Me gustaría escuchar sus ideas.-respondió ella con tono de convencimiento.

Kamjin quedó absorto. Ahora había tomado conciencia de lo que estaba generando. Acostumbrado a generalmente golpear contra una pared en cuanto a sus ocurrencias, se asustó un poco al ver que sus descarrilados deseos estaban siendo tomados en cuenta por un superior. Y este superior era nada más y nada menos que ella. Una fascinante criatura que parecía salida de un sueño. "Tal vez por eso me escucha… porque es meltran y es más comprensiva." pensaba. Pero este momento (que otro hubiera llamado de lucidez) fue muy fugaz y rápidamente volvió a él el ser emprendedor y decidido.

- ¡Bien! Primero vayamos al dakan.